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Capítulo 8

Luego de su corto desayuno con el doctor Haez, Axel estaba más que agotada y su único pensamiento era llegar a su casa a descansar.

Estaba por encender el motor del auto cuando alguien tocó el vidrio de la puerta del conductor. Se sobresaltó al ver de quien se trataba y su dolor de cabeza empeoró.

- ¿Podemos hablar un momento?

Suspiró con frustración, pero su corazón palpitó con fuerza, llevaba varios días de no saber nada acerca de él y ahora que lo volvía a ver sus emociones la traicionaron.

- Ahora mismo no puedo, Josh, estoy muy cansada como para discutir contigo.

- Es sobre Richard y Chris, ¿por qué no me dijiste que estaba hospitalizado?

Así que ya se había enterado. Salió del auto y se masajeó el cuello.

- Son tus amigos también, ¿cómo es que te tardaste tanto en enterarte? -le criticó ella.

- ¿Cómo se encuentran? -Josh ignoró su mal humor. Parecía preocupado.

- ¿No has entrado a verlos? -Josh negó con la cabeza y señaló su ropa. Andaba su traje del trabajo, incluso el chaleco antibalas. A Axel le gustaba verlo de esa manera, así se veía más apuesto y su imaginación viajaba demasiado lejos. Se aclaró las ideas antes de responder-. Chris está bien, uno que otro golpe nada de extremo cuidado, pero Richard tuvo una lesión en la columna que requiere supervisión.

- Maldición. Ese hijo de perra que hizo esto no va a salir tan fácil del lío en el que se metió -Josh se pasó ambas manos por la cabeza. Era un gesto que dejaba ver que estaba cansado-. ¿Y tú, cómo has estado?

La pregunta de Josh la sorprendió. ¿Qué esperaba él que le dijera? ¿Qué estaba bien? ¿Qué estaba mal? ¿Qué había estado llorando todos los días por él? ¿Qué lo extrañaba con locura? ¿Que deseaba que volviera a casa como si nada hubiese ocurrido? A pesar de que eso sentía casi todos los días, no le iba a dar el gusto de hacerle decir nada de lo que deseaba escuchar.

— Estoy bien —fue todo lo que respondió entonces.

— Te extraño —Josh se apoyó en la puerta del conductor y cerró los ojos—. Soy un imbécil.

— Necesito irme —Axel sintió que se estaba rompiendo por dentro, deseaba besarlo, abrazarlo y sentir su calor invadir todo su ser, escuchar el latir de su corazón, pero debía ser fuerte.

— Sé que no me vas a perdonar esto Axel, pero te juro que nunca quise que esto pasara, lo que pasó con Amanda, fue el peor error que he cometido en mi vida.

Axel se apoyó en el auto, junto a él. Estaba tan agotada física, mental y emocionalmente que si cerraba los ojos por un solo instante quedaría dormida en ese lugar

— Si yo hubiese hecho lo mismo, ¿me habrías perdonado?

— No lo creo —respondió Josh, al instante. Esa era una de las mejores cualidades de ese hombre, era honesto hasta en la peor de las situaciones.

— Debes hablar con tu padre y tus amigos, pero especialmente con tu padre, tu madre ha intentado y no ha tenido el valor de hacerlo. Debes decirles sobre la cancelación de la boda, deberías responder las llamadas de la organizadora, te van a meter una buena multa por la cancelación de todo el paquete. Solo faltan dos semanas, incluso llegaron a casa varios presentes.

— ¿Dos semanas? —Preguntó Josh, sonriendo sin alegría—. Diablos, el tiempo ha pasado demasiado rápido. Hablaré con todos hoy mismo.

— Gracias. Ahora sí, debo marcharme —Axel se pasó las manos por el rostro. Estaba exhausta y había aprendido esa costumbre de Josh.

— Te ves terrible —Josh no la dejó abrir la puerta del auto.

— Gracias, pero tú te ves peor—Axel puso mala cara ante la crítica de su apariencia.

— Sabes que no estoy hablando de tu apariencia física, Alwood —Josh sonrió, dejando al descubierto una larga línea de dientes blancos—. Deja que te lleve a casa, por favor —Josh se apartó de la puerta y la examinó con cuidado.

— No es necesario, estoy perfectamente bien como para manejar e irme sola.

— No lo estás, te conozco, estás a punto de caer rendida. Solo deja que te lleve, no entraré a casa, tomaré un taxi para que me traiga de regreso.

— No quiero que tú me lleves —aceptó ella entonces. Temía hacer o decir alguna estupidez si lo tenía más tiempo cerca de ella y peor aún, de la casa que compartieron y fue testigo de tantas cosas maravillosas entre ambos.

Josh la observó durante varios segundos sin decir una sola palabra, sus ojos azules estaban apagados, no había ni una chispa de alegría en ellos, se veían tan apagados como los de ella.

¿Por qué las cosas tuvieron que darse de modo?

Ella realmente lo amaba y estaba desesperada al no saber que debía hacer. No lo iba a perdonar nunca, pero sin él se sentía tan desolada y sentía que algo no estaba funcionado bien con ella.

— Maddox viene conmigo, deja que él te lleve a casa entonces —Josh desvío la mirada hasta su auto estacionado no muy lejos de donde estaban y el guapo oficial de cabellera negra en punta y piel canela le agitó la mano en señal de saludo.

— De acuerdo —aceptó ella, luego de saludar al oficial—. Gracias.

Josh llamó a su compañero y Maddox, se dirigió hasta donde ellos estaban.

Ambos se saludaron con un fuerte abrazo. En ese momento se sintió protegida. Maddox era grandioso, era el mejor amigo de Josh y por lo general siempre estaba de parte de ella para fastidiarlo.

— Llévame a casa, por favor —pidió ella, no volteó a ver a Josh porque temía que la viera llorar.

— De acuerdo linda, vamos. Te veré más tarde, Park —Maddox se despidió de Josh con un no muy suave golpe en el brazo.

Maddox subió al auto y justo antes de encender el motor Axel pudo visualizar a Dominic Bryce, ingresar en su cuatro por cuatro, negro y sus ojos clavados en ella.

Otro imbécil que le fastidiaba la vida.

Decidió ignorarlo y se centró en el camino mientras a su mente le llegaban imágenes de cómo sería su vida si se hubiese casado un mes atrás a como se lo había propuesto Josh, todo podría ser tan diferente, ella estaría casada, de luna de miel todavía, Christina y Richard no hubiesen tenido ese maldito accidente y sobretodo no habría vuelto a ver a Dominic Bryce.

— ¿Cómo has estado, linda?

La voz de Maddox la sacó de sus pensamientos y Axel lo volteó a ver.

— He tenido mejores días.

— No te niego que me hubiese gustado interrumpir esa ceremonia para liberar a mi amigo de la tortura del matrimonio, pero viendo lo inútil y amargado que se ha vuelto estas semanas debido a este tema, creo que es mi deber como su mejor amigo decirte que fue un maldito hijo de puta que merece que le corten los huevos por lo que te hizo, pero también es mi deber decirte que merece una nueva oportunidad, no es una mala persona y te ama por sobre todas las cosas.

Axel escuchó con claridad las palabras de su amigo, no era la primera persona que alegaba en favor de Josh, desde que todo ese drama había iniciado, pero si era a la primera a la que ella estaba dispuesta a escuchar. Tal vez solo era que estaba sensible porque acababa de ver a Josh nuevamente después de tres semanas de no saber nada de él o tal vez se debía a la vulnerabilidad que sentía al tener a personas que le hicieron daño en el pasado, pero deseaba escuchar a alguien que le dijera que podía volver a rehacer su vida una vez más.

— No sé qué voy a hacer —sollozó—. Hay días en los que quiero matarlo y hay otros en los que deseo tanto tenerlo a mi lado y continuar como si nada hubiera pasado. ¿Pero acaso no merezco lealtad de la persona que dice amarme? –su conductor asintió con la cabeza–¿Estoy loca entonces por querer verlo a diario?

Maddox sonrió, pero no despegó la mirada de la carretera.

— No estás loca. Loca estarías si no te sintieras de esa manera. Tienes tiempo de sobra para pensar bien las cosas y decidir qué hacer.

Llegaron a casa y Axel agradeció la compañía.

— Eres grandioso, Maddox, muchas gracias —Axel le ofreció un abrazo al oficial y este le respondió de la misma manera.

— De nada linda. Saluda a George de mi parte nada más —Maddox sonrió con picardía y Axel no pudo evitar carcajearse por primera vez en mucho tiempo.

George y Maddox se conocían desde varios años atrás y por lo que tenía entendido eran una pareja no formal. George era su compañero de trabajo y Axel a veces hacía de recadera de ambos cuando estos no se podían ver.

— Sabía que todavía sonreías —Maddox le alboroto el cabello—. Nos vemos luego, Alwood.

Maddox le ofreció la llave del auto y se encaminó hasta la calle principal para tomar un taxi.

Axel esperó hasta que ver como se perdía de vista y subió a su casa, deseando no hacerlo porque no quería estar sola.

No deseaba estar sola nuevamente.  

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