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Capítulo 7

- Necesitamos hablar.

Axel reaccionó de inmediato a la voz femenina que había hablado a su espalda y la poca paciencia que quedaba en ella se esfumó.

Había tenido una noche demasiado abrumadora debido a la gran cantidad de personas que habían ingresado a emergencias debido al choque de dos autobuses, el personal no estaba dando a vastos y tenía que dividirse en cinco para poder hacer bien su trabajo y ahora que estaba en su merecido descanso, luego de que la situación fuese controlada gracias a otros centros médicos, esa detestable mujer se atrevía a interrumpir su paz.

Tomó su móvil de la mesa en la que había ido a pasar el rato y se levantó de la silla, dispuesta a no darle la oportunidad de que se volviera a dirigir hacia ella de la forma tan altanera que lo estaba haciendo.

Elsa, la diosa de cabello platino se interpuso en su camino y se cruzó de brazos, notablemente irritada por la poca colaboración de ella.

- Te dije que necesitamos hablar.

Axel suspiró con frustración y se mordió el labio inferior con demasiada fuerza. Necesitaba estar calmada, ese no era el lugar adecuado para plantar un espectáculo.

- ¿Qué quieres? –evitó alzar la voz, para de esa forma no atraer la atención de nadie. Lo que menos quería eran más chismes de ella por los pasillos.

- Veo que no estás nada mal aquí. Incluso te vas a casar, felicidades –la risa burlona de esa mujer le provocó nauseas.

- ¿Qué quieres? –volvió a preguntar. No creía para nada eso de que solo se había acercado a ella para felicitarla.

- Esta ciudad horrible, esta pobre gentuza, tus patéticos amigos, aquí es donde realmente pertenecías. Solo quería recordarte cual era tu lugar en esta historia.

Axel masajeó su cuello con ambas manos y le pidió paciencia al de arriba. Esa mujer era increíble, ya tenía lo que deseaba y no parecía conforme con ello. ¿Aún se sentía intimidada por ella luego de tantos años y de todo el daño que le causó? ¿Acaso creía que siquiera tenía pensado acercase a Dominic así fuese para preguntarle la hora?

- Hasta aquí llegué con tu ridiculez... Adiós, bonita. –pasó al lado de la mujer y la dejó plantada en medio de la cafetería, justo de la misma manera en la que había dejado plantado en media calle días atrás al imbécil de su novio.

Habían pasado cinco días desde que ella y Dominic se volvieron a dirigir la palabra y desde ese día él no había intentado establecer algún tipo de acercamiento con ella y Axel, realmente lo agradecía. Aunque no quisiera aceptarlo, ese hombre continuaba afectando -no de manera positiva- su vida, cada vez que su nombre se repetía en su cabeza sentía como se abría la herida en su corazón que creyó había sanado finalmente.

Cuando no lo encontraba en la habitación de Richard o Christina, se lo encontraba en el área de rehabilitación, vagando por los pasillos del hospital, como un condenado fantasma, a veces solo y otras en compañía de su madre o la bruja esa. Richard, quien iba cada día mejor en su recuperación, no paraba de preguntarle acerca de la cancelación de la boda y Axel tuvo que contarle lo ocurrido. El hombre se molestó muchísimo ya que había creído que con Josh al fin ella podría rehacer su vida, pero lo maldecía por haberse equivocado.

- Ese idiota me va a escuchar -Intentó levantarse de la camilla, luego de que Axel le contara lo que había ocurrido el día que descubrió la infidelidad.

- Deja de moverte, Richard -lo regañó la joven, quien sentía un gran alivio al ver la mejoría que estaba mostrando su amigo.

- ¿Y por qué aun conservas ese anillo en tu dedo? ¡Fue lo primero que debiste tirar! -fue su siguiente pregunta.

- No creas que haré lo mismo que las chicas en las películas, que lanzan despechadas el anillo al tipo. Este anillo es muy caro, ya averigüé el precio.

Richard se carcajeó y luego se quejó de dolor en las costillas.

- ¿Acaso quieres mantener oculta la cancelación de tu boda?

Axel bufó en son de burla.

- ¿Quién en este lugar ignora el hecho de que fui engañada? –preguntó con ironía –. Aquí el punto es que no quiero volver a saber por lo que me reste de vida de ningún hombre.

- Creo que estas con alguna especie de maldición con respecto a tus relaciones amorosas -se burló Richard, logrando su cometido de hacerla reír.

- Yo pienso lo mismo -coincidió ella. No era normal que sus únicas tres relaciones amorosas hubiesen terminado justo como habían hecho.

- ¿Le dijiste a Josh que venga a hablar conmigo? Soy tu hermano mayor y debe darme la cara por la porquería que te hizo.

- Ni siquiera he hablado con él en estos días. No sé si sabe que estas internado en el hospital.

Axel le revisó las vías por las que pasaba el suero y todo estaba en orden.

- Es un prometido terrible y un pésimo amigo -se quejó él.

Axel se rio al ver los pucheros que hacia su amigo.

- Pareces más decepcionado de él que yo.

- ¿Por qué tengo la sensación de que otra vez estas ocultando cómo realmente te sientes? No es bueno que reprimas esas emociones, Rose, te harán más daño a la larga -Richard le tomó las manos y no la dejó moverse.

-¿Qué debo hacer? ¿Gritar, maldecir, llorar? Ya lo he hecho en casa y no sirve de nada.

La puerta de la habitación se abrió y el médico disimuló su sorpresa al verlos a ambos tomados de la mano. Se liberó del agarré de su amigo tan pronto como fue posible.

- ¿Conoces muy bien al señor Bryce? -le preguntó el doctor, luego de que ambos salieron juntos de la habitación de Richard.

Axel conocía muy bien al doctor Haez, fue su mentor por dos años y sabía que no era de meterse en asuntos ajenos al trabajo, así que se sorprendió verlo interesado por su relación con Richard.

- Es mi mejor amigo -respondió ella, sin problema alguno.

- Oh -fue la respuesta del doctor, pero Axel notó la ligera sonrisa que se dibujó en sus labios-. Tengo descanso en una hora, ¿te apetece hacerme compañía?

- De acuerdo, yo salgo de turno en cuarenta minutos -aceptó ella, le agradaba conversar con el doctor, apenas era un par de años mayor que ella, pero era un hombre muy inteligente, que discutía, que siempre le encontraba la lógica y una respuesta elocuente a absolutamente todo. Le recordaba a su hermano Billy.

Su expresión cambió radicalmente al pensar en su hermano mayor.

¿Cómo estaría? ¿Le iría bien en su trabajo como arquitecto? ¿Y su familia? ¿Estarían bien su hija y su esposa?

Por lo que le contaba Bella, estaba muy bien.

- ¿Estás bien, Alwood?

Haez se detuvo de andar y la examinó de pies a cabeza con curiosidad.

- Sí, todo en orden -trató de sonreír, pero le fue imposible. Por lo general cuando recordaba a su familia algo dentro de ella se quebraba. Por más que se recordaba a si misma que debía odiarlos le era imposible y eso solo le causaba más dolor.

- Nos vemos en el descanso -dijo el médico, retirándose y dándole su espacio.

Axel se recostó en la pared, colocó ambas manos sobre su pecho y agradeció que el pasillo estuviera desolado y nadie la vería en su extraño ataque tristeza.

Controló muy bien las lágrimas y logró que su respiración volviera a ser regular.

Se recompuso finalmente y levantó la mirada del suelo solo para toparse un par de ojos verdes clavados en ella.

Dominic, quien la estaba observando con el ceño fruncido, a unos cuantos pasos de distancia de ella parecía sorprendido de verla, como si no supiera que ella trabajaba en ese lugar.

Como era usual, cada vez que se lo topaba por accidente, este la veía con desagrado y ella se sentía en una que otra ocasión cohibida y no comprendía porque, pero justo en ese momento no se sentía cohibida precisamente sino más bien furiosa con Dominic y la forma en la que la desafiaba, como si tuviese alguna clase de derecho de hacerlo. Se sentía realmente furiosa porque él era uno de los culpables de que ella llevara más de seis años sin ver a su madre y su hermano.

Él era el culpable de parte de sus desdichas.

Los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas, pero esta vez no fue por tristeza necesariamente. Lo observó una última vez antes de darle la espalda y dirigirse por el interminable pasillo hasta la sala de descanso del personal.

Con manos temblorosas abrió su casillero luego de luchar con el seguro del mismo al insertar la contraseña equivocada en varias ocasiones.

Tomó sus medicamentos y se sentó a reposar por unos segundos.

Vio en su móvil que apenas era las seis menos treinta minutos de la mañana y deseaba con todo su ser que el reloj marcara las seis en punto para poder salir de ese hospital y refugiarse en su casa. No podía darse el lujo de estar llorando a como lo estaba haciendo en su lugar de trabajo.

Se limpió las lágrimas y rápidamente le envió un mensaje de texto a su hermana.

"Bella, ¿está todo bien, linda? ¿Tienes planes para estos días? Tengo libre un par de días, ¿Te apetece que salgamos?

No aguardó a la respuesta de su hermana y se encaminó hasta la sala de emergencias nuevamente, rogando a todos los dioses existentes y ficticios para no volver a ver a Dominic ni a Elsa por el corto tiempo que le restaba.

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