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Capítulo 50

Dominic perdió la cuenta de las horas que llevaba estacionado frente al edificio de apartamentos donde vivía Axel, pero, no se encontraba en las condiciones para poner en marcha el auto. No se sentía preparado para alejarse de ella. No después de todo lo ocurrido recientemente.

¿Por qué todo tuvo que llegar tan lejos? En gran parte se sentía responsable por lo ocurrido, sí él realmente hubiese conocido a Elsa, como se suponía que lo hacía, habría sido capaz de detenerla y ahora ni ella ni Josh estarían muertos.

Jamás iba a poder olvidar la expresión de Elsa al caer al suelo y perder la vida al instante, mucho menos el dolor evidente en las palabras de Axel cuando intentó hacer reaccionar a Josh a pesar de que ella misma sabía que no había nada que hacer.

"No, no -sollozó ella, alzando la parte superior del cuerpo de Josh y abrazándolo con fuerza -. Por favor, me dijiste que no me dejarías, nunca. Me lo prometiste -susurró cerca de su oreja. Las puntas de su cabello se estaban llenando de sangre al estar sumergidas en el charco de sangre que estaba en el lugar -. No hagas esto, no te vayas, cielo. Te amo. Te amo."

De no ser por el equipo de forenses que lograron apartar a Axel del cuerpo de Josh, ni Dom ni Maddox se hubiesen atrevido a hacerlo.

Dominic no se sentía ningún tipo de enojo por Axel, ni en su forma de reaccionar ante la pérdida de Josh, pero ver su reacción, se dio cierta idea de lo mucho que él había significado para ella y cuanto iba a afectar en su vida la partida de él.

Al hablar con Maddox, el mejor amigo de Josh y que este le dijera que le diese tiempo a Axel, que no la dejara sola porque lo iba a necesitar, él no tuvo ningún problema en asegurarle que jamás la iba a dejar sola, pero cuando Axel le dijo que necesitaba tiempo, creyó que su mundo volvía a caer al suelo.

No deseaba alejarse de ella, quería demostrarle que él estaría incondicionalmente para ella en todo momento pero, comprendió que ella necesitaba sanar de todas la heridas a las que había sido sometida tanto física como emocionalmente y él debía aceptarlo aunque le doliera en el alma dejarla ir.

El golpe en el vidrio de la ventana de su auto, lo hizo maldecir en voz alta y observó a Isabella, viéndolo con el ceño fruncido.

Bajó el vidrio apenas un poco.

- ¿Qué haces aquí? -le preguntó ella, pasando la mirada de él hasta el edificio en el que vivía su hermana.

- No lo sé, realmente no lo sé -admitió. Estaba haciendo demasiado frío y su cuerpo estaba entumecido de estar en la misma posición por demasiado tiempo.

- Vamos por un café, ¿quieres?

La actitud amable de Bella le extrañó pero era una oportunidad que no se le presentaba todos los días y no la iba a desperdiciar.

Le señaló con la cabeza el asiento del acompañante a Bella y esta corrió a prisa para entrar al vehículo.

Dominic la llevó a la misma y única cafetería del lugar con la que se reunió por primera vez con Axel luego de tanto tiempo.

- ¿Qué hacías a las afueras del edificio de mi hermana como si fueses un acosador? -preguntó Bella, una vez que les llevaron sus respectivos pedidos -. ¿Por qué no subiste con ella?

- Axel quiere estar sola, Isabella y eso me incluye a mí.

- ¿Me estás jodiendo? -los enormes ojos grises de Isabella se abrieron aún más.

- Es natural que quiera estar sola -prosiguió él-. Ha pasado por mucho en poco tiempo y necesita pensar sin que nadie influya en sus decisiones.

- ¿No temes que al dejarla sola se olvide de ti? Ya pudo hacerlo una vez -sabía que Isabella estaba fastidiando para ver si reaccionaba como el Dominic impulsivo que solía ser en el pasado.

- Temo mucho más que ella no pueda superar esto.

Isabella bebió de su café pero no apartó la mirada de la suya.

- Lo hará. Podrá con esto, lo sé -su mirada, por lo general hostil, se mostró cálida-. ¿Esperarás por ella, verdad?

¿Qué clase de pregunta era esa?

- Como preguntas eso, Isabella.

- Simple curiosidad -respondió ella, encogiéndose de hombros-. Eso significa que te quedarás a vivir en este lugar, ¿estoy en lo cierto? -Dominic afirmó con la cabeza en una sola ocasión-. ¿Y qué pasa con tu vida en Perth? ¿Lo perderás todo?

- Isabella, si me voy de aquí si lo perderé todo. Nunca más me alejaré. Estaré aquí hasta que  regrese a mi lado, cuando ella lo desee.

Isabella sonrió pero tan rápido como el gesto apareció, ella lo ocultó de él.

- Me alegra escuchar eso -susurró, luego de observar hacia la nada por varios segundos-. No mal intérpretes mis palabras, todavía te odio pero, tú eres el hombre al que mi hermana realmente ama y ella sabe lo que es bueno para su bienestar y por alguna razón te ha vuelto a elegir a ti después de todo este tiempo, así que, supongo que debo darte un voto de confianza al menos.

Dominic tomó la mano de Bella que descansaba sobre la mesa y esta se sobresaltó al sentir el contacto.

- Gracias, gracias por volver a confiar en mí.

- No te equivoques, Bryce -Bella endureció el tono de su voz pero no apartó su mano de la de él-. No confío en ti sino en las decisiones de Axel.

- De igual manera, gracias.

- Dominic, si pudiera quedarme aquí, lo haría y cuidaría de mi hermana pero, sé que se mostrará conmigo si dejo la universidad a un lado así que, por favor, cuida de ella, aunque sea a la distancia. Vendré a visitarla seguidamente pero si algo, cualquier cosa llegase a ocurrir, por favor, no dudes en llamarme.

Dominic asintió ante la petición de la muchacha. Eso era un avance en su "relación", que ella le estuviese pidiendo algo como eso ya era algo nuevo.

- Cuida de Axel, por favor. Solo eso te pido. Ya me debo ir -Bella se puso de pie pero permaneció frente a él-. Cuídate tú también.

Dominic sabía que le había costado un mundo decir eso último así que agradeció internamente por sus palabras.

Isabella se marchó y él permaneció en ese sitio por más tiempo del debido y recordó cuando visitó ese mismo sitio junto a Axel semanas atrás, ambos ajenos a ese presente tan doloroso.

Pero él no se iba a dar por vencido. Iba a luchar por Axel y por él, aunque lo tuviese que hacer por si solo durante algún tiempo. Ella merecía la espera.

********

Vivir en ese lugar no era lo más placentero del mundo, el clima era espantoso, la poca actividad que se veía a leguas lo mataba pero en el tiempo que llevaba viviendo en ese tempano de hielo de poco más de doscientos habitantes, comprendió porque Axel lo llamaba su hogar. Sus habitantes eran increíbles, al principio, como era alguien ajeno a su círculo, por supuesto despertó la curiosidad y la desconfianza de algunos pero con el tiempo logró ganarse no solo la confianza sino el cariño de muchos de ellos, incluso de la familia del fallecido Josh, quienes lo veían en las calles y le saludaban como a uno más de ellos, en más de una ocasión se quedó a tomarse un café con el padre de Josh, quien le recordaba tanto a su propio padre.

Se había enterado por medio de Eva -una de las compañeras del trabajo de Axel- que está había regresado a sus funciones en el hospital un par de semanas después de que él se despidió de ella en la entrada de su edificio. Dominic la extrañaba como un condenado, durante los primeros días, estuvo tentado a ir hasta su casa y pedirle que acabara con su tortura pero, sabía que debía ser paciente y aprender a confiar en sí mismo y en ella.

Cada vez que debía ir a Perth por alguna situación laboral o por el mismo Jake sentía una enorme culpabilidad al alejarse de ella pero con el tiempo esa sensación simplemente desapareció, ella estaría bien, él también lo estaría, el hecho de que él se fuera por unos días no significaba que no la amara menos sino más bien que sus ganas de tenerla junto a él aumentaban y el hecho de encontrarse en un sitio tan pequeño era inevitable no encontrarla en más de una ocasión, ya fuese en el supermercado o en las calles pero, ella parecía no percatarse de su presencia ya que ni siquiera volteaba a verlo pero sabía por la misma Christina —quien iba de vez en cuando a visitarlo en compañía de Richard— que Axel en muchas ocasiones no recordaba haber salido de casa y haber ido a algún lugar en específico así que ambos le pedían que no se lo tomara personal a lo cual Dom respondía de manera positiva.

Sólo había dos cosas que le mantenían cuerdo en ese sitio. Una de ellas era saber que tenía a Axel cerca y la otra era que recibía constantes visitas de sus familiares y amigos y entre esos iba incluida la familia de Axel, más específicamente su madre y su hermana. Con Billy no tenía ningún tipo de contacto y comprendía la rehenuencia del hombre hacia su persona.

El tiempo. Lo que en algún momento creyó que sería su peor enemigo se convirtió en su mayor aliado, en todos esos meses que llevaba viviendo completamente solo aprendió que era más paciente de lo que creía, descubrió más de sí mismo y de todas sus capacidades fuera del mundo de los números y la logística. En seis meses había aprendido mucho más de la unión y el amor que podía sentir por su familia y por él mismo que en los seis años anteriores en donde sólo pudo experimentar ira, resentimiento, dolor y odio. Económicamente, ganaba mucho menos que cuanto estaba en Perth pero la tranquilidad que sentía en su corazón lo compensaba con creces.

Por la condición médica de Christina con su embarazo, que luego de esa amenaza de aborto fuese catalogado como de alto riesgo, tanto ella como Richard le visitaban esporádicamente pero si le llamaban por teléfono con frecuencia para saber cómo estaba y para darles noticas acerca de su sobrina, quién se llamaría Kaia y que estaba a menos de un mes para nacer, justo para las fiestas de navidad. Se les escuchaba tan feliz y emocionados a ese par que Dom solo podía desearles lo mejor y rogaba por tenerlos junto a él por mucho tiempo más.

Se encontraba caminando de regreso a su casa, luego de pasar por el gimnasio del lugar y hablar con el dueño acerca de los trabajos que este quería que Dom realizara para él y a pesar de ser todavía muy temprano, las decoraciones de las casas y locales brillaban por todo lo alto. En ese lugar no se tomaban en broma las celebraciones.

— Buenas tardes, Dominic —le saludó la señora Campbell, una de sus más efusivas vecinas.

— Buenas tardes, señora Campbell —respondió al saludo.

— Falta muy poco para la noche buena y veo que tu casa sigue sin tener ninguna decoración puesta —la mujer caminó junto a él o más bien le persiguió.

Dom amaba la navidad pero ese asunto de decorar, gastar tiempo en poner árbol, luces y adornos no eran lo suyo y sus vecinos se lo recriminaban a cada segundo.

Iba a responderle algo ingenioso a su vecina cuando no muy lejos, justo en la otra calle, observó a la mujer que tenía poco más de un mes de no toparse ni por casualidad. Estaba charlando con una mujer mientras caminaba en sentido opuesto al suyo. Le sorprendió verla con su cabello nuevamente oscuro en su totalidad, le recordó tanto a la joven Axel que conoció pero su mirada, sus expresiones y todo en ella eran distinto. No era su ingenua y tímida Axel pero tampoco era la mujer destrozada y llena de culpas que había visto por última vez seis meses atrás.

Estaba preciosa, igual que siempre. Su gran sonrisa le llegaba hasta el alma y su mirada cálida podría derretir el hielo de todo ese lugar.

Ella no lo veía a él pero eso no impedía que él se quedara como un idiota sin despegar la mirada de ella.

— ¿Está interesado en la señorita Alwood?

La pregunta de se acompañante lo sacó de su trance y suspiró para aligerar los latidos de su corazón. Decidió continuar con su camino.

"Ella volverá cuando esté lista" "Lo hará", se consolaba mentalmente.

— ¿Quieres que te la presente? —prosiguió la señora Campbell. Dom se había olvidado de ella nuevamente—. Es una buena chica.

— ¿La conoce bien? —cuestionó Dom, mientras se acomodaba la bufanda. Ese día en particular estaba haciendo más frío del normal.

— Por supuesto, aquí todos nos conocemos —la mujer lo observó cómo si lo que acababa de preguntar fuese algo estúpido—. Excepto a ti, que no dices nada y eres un gruñón muchas veces. Tal vez si hablaras con esa chica ella logré que al menos tu corazón de hielo se derrita un poco.

Si esa mujer supiera que ella ya había logrado eso en dos ocasiones probablemente no lo dejaría irse con vida hasta que le contara toda la historia.

— Lo tendré en cuenta señora Campbell, muchas gracias por la compañía —llegó hasta la puerta de su casa y se preparó para despedirse de su muy insistente vecina—. Pensaré lo de la decoración, que pase buena tarde.

Ingresó a su casa y el interior estaba caliente, lo cual le permitió quitarse toda la indumentaria de invierno casi permanente en el que vivía.

Presionó el botón de la contestadora de su teléfono fijo ya que la intensa lucesita blanca parpadeaba incansablemente dejando saber que tenía mensajes.

"Dom, amigo, no creo que pueda ir este fin de semana hasta el polo norte. He quedado con unos compañeros en ir a la playa lo siento"

Escuchó el mensaje de Jake y se entristeció un poco al saber que no llegaría pero, se alegró en creces de que el chico estuviese haciendo amigos finalmente.

Fue hasta la cocina por un poco de café y la contestadora saltó al siguiente mensaje.

¿Hermano? ¿Dom? ¿Todavía no te has congelado? Es broma...

— Ya basta, Richard. Hola cariño —la dulce voz de Christina reemplazó la de su hermano—. ¿Cómo has estado? Dinos qué tal va todo, por favor.

— ¿Has hablado con mamá? —prosiguió Richard. Dominic se sentó en el sofá con un gran plato repleto de galletas en una mano y con el café caliente en la otra—. Irá a tu casa para las fiestas según me informó, créeme cuando te digo que me encantaría estar allí con ustedes y a Chris también. Cuídate, hermanito.

Dominic le restó importancia al programa de televisión y a todo alrededor. No podía dejar de pensar en Axel y en su fugaz encuentro.

Se le veía tan distinta que por un segundo temió que ella se hubiese olvidado de él, que después de pasar tanto tiempo sola se diera cuenta que no lo necesitaba, que no lo amaba.

Si eso llegase a pasar, él no sabría que hacer. No, si lo sabía. Continuar luchando por ella una y otra vez.

— Ya basta de pensar cosas sin sentido, Dominic Bryce —se reprendió a si mismo.

Terminó su cena y se fue directo a la cama a pesar de ser muy temprano, en espera de que le depararía ese peculiar lugar para el día siguiente pero el timbre de la entrada de su casa repicó por cada rincón de la misma y maldijo al imaginarse a sus vecinos a quienes había apodado cariñosamente como "El escuadrón de la navidad" en la puerta de su casa, exigiendo ver todo forrado con luces y adornos de la época.
Abrió la puerta y su discurso mental quedó en el olvido al ver al grupo de personas que estaban allí, frente a él.

— Se ha quedado nudo de la impresión —se burló su hermano, dando un paso adelante y ofreciendole un gran abrazo.

— Dom, te extrañamos demasiado —Christina y su enorme vientre también estaban allí.

— Mi amor, es bueno verte —su madre lo abrazó con mucha más fuerza que la de Richard.

— Hola, amigo —Jake, el chiquillo que le engañó diciendo que no llegaría, estaba allí, junto a Thomas y Claire, mientras esta última lo abrazaba por la cintura.

— ¿Qué están haciendo aquí? —fue lo primero que logró preguntar cuando pudo articular palabra.

— Creí que te alegrarías de vernos—se quejó Richard ingresando a la casa. Agradeció el verlo caminar con toda la normalidad del mundo sin necesitar de la ayuda del bastón con el que lo vio la última vez.

— Pasen—dio espacio para que todos ingresaran a la vivienda—. Claro que estoy feliz de verlos, es solo que tú—acusó a Jake con el dedo—. No hace más de media hora escuché tu mensaje en donde decía que irías a la playa con tus amigos y ustedes—en esta ocasión se dirigió a su hermano y su cuñada—, no dijeron que vendrían. ¿Es bueno para ti hacer un viaje tan largo? —le preguntó a Christina, quién se había sentado en un sofá apenas ingresó a la casa.

— Yo estoy bien —le aseguró ella—. No iba a permitir que pasaran las fiestas todos juntos y yo en casa.

— Jamás te hubiésemos dejado sola, cariño —Claire acarició con mucho cariño su cabeza y Christina besó las manos de la mujer.

— Dom, vaya que tu espíritu navideño es innegable, tu decoración es única —Richard ya se estaba pasando con sus bromitas pero extrañamente Dominic no se sentía molesto, sino todo lo contrario.

— Te presentaré a mis amables vecinos, se llevarán muy bien todos ustedes —Dom le ofreció un golpe en el hombro y Richard se defendió.

— Por Dios, ustedes dos, ya basta —se quejó su madre, mientras contenía las risas.

— ¿Quién quiere cenar? —Claire y su emoción por amor por la cocina lo hizo reír.

Todos, por supuesto dijeron que si ante el ofrecimiento de la mujer.

— Yo por mi parte, me robaré un momento a este muchacho incorregible —dijo Richard, posando una mano sobre su hombro—. Vamos a dar un paseo.

Dominic asintió con la cabeza.

— Jake, no permitas que Christina se coma toda mi dosis de chocolate —le encargó al muchacho.

— ¿Tienes chocolate aquí? —los ojos oscuros de Jake se iluminaron ante la mención de la palabra.

— Jake, tu busca en la nevera que yo me encargo de los muebles —le dijo Christina, poniéndose de pie y caminando a toda prisa hasta la cocina.

Tanto Richard como Dom salieron de la casa intentando controlar la risa.

Caminaron por un momento en silencio mientras el fuerte viento los había maldecir a los dos al mismo tiempo.

— ¿Qué tal va todo por acá, Dom? —los dientes de Richard castañeaban por el frío y a Dom le costó trabajo comprender lo que este había dicho.

— Bien. Todo está bien, Richard.

— ¿Y Axel? ¿Cómo va todo con ella? —se encaminaron hasta el parque, en donde todavía habían personas que conocía y otras que no.

— Por lo poco que sé, ella está bien. Bella y su madre me visitaron hace un par de semanas y me dijeron que ella está mucho mejor. Hoy la he visto y la he visto muy cambiada.

— ¿Y ella te vio a ti? —Richard se abrazó a sí mismo.

— No lo creo, estaba conversando con alguien más —Dom posó la vista en el local que tenía al frente. Le agradaba ese pequeño sitio y no sabía por qué.

— ¿No han hablado ni una sola vez? —Dom negó con la cabeza—. ¿Y tú qué piensas de todo esto? Ya llevas más de seis meses aquí. ¿No piensas regresar a Perth?

— Regresaré a Perth, ocasionalmente pero, este mi hogar ahora.

— Cerca de ella —finalizó su hermano. Dom asistió—. Me siento tan orgulloso de ti, Dom. Eres asombroso, hermanito.

— No, Richard, Axel es asombrosa, ella me hace cambiar cada vez que estoy cerca de ella. Ella me hace ser una mejor persona.

— Y estoy seguro de que ella lo sabe y está feliz por eso —varios chiquillos pasaron corriendo como locos cerca de ellos y Richard les gruñó a todos, haciendo que salieran corriendo desesperados hacia donde se encontraban sus padres.

— Tengo miedo, Richard —admitió por primera vez en meses—. Temo que Axel no regrese nunca. Temo que el daño que ocasione años atrás la hagan desistir de todo esto.

— No pienses de esa manera, sé que nunca has sido el rey del positivismo pero es momento de que lo seas porque sino, hermano, te volverás loco. Escucha esto, Axel Rose Alwood, te ama tanto como tú a ella, eso lo he sabido siempre, desde hace tantos años atrás. Ni el tiempo, la distancia, los resentimientos, ni otras personas lograron que el amor que uno siente por el otro disminuyera siquiera un poco. No han llegado tan lejos para que esto acabe así, yo lo sé. No será hoy ni mañana pero ustedes estarán juntos. Ten algo de fe.

Dominic absorbió cada palabra que decía su hermano y de pronto se sintió liviano de peso. Era cierto. Él y Axel habían pasado por demasiado en el poco tiempo que lograban estar juntos. Sólo era esperar.
¿Qué otra cosa podía hacer él?

Gracias por estar hasta este punto conmigo.
La próxima semana subiré el último capítulo de la novela.

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