Capítulo 45
Axel parpadeo en varias ocasiones seguidas al escucharse a sí misma diciendo esas palabras que simplemente salieron de su sin más, sin ser ensayadas, ni siquiera sin ser planeadas.
- ¿De qué estás hablando, mi amor? ¿No quieres seguir? ¿Por qué? ¿Qué hice mal en esta ocasión? Te juro que lo que sea, lo solucionaré o si tiene que ver con Elsa, yo...
"Esto también es por su bien", le recordó su subconsciente en un patético intento de no sentirse más miserable.
- Basta Dom, no es nada de eso – Axel se alejó de él y su cercanía. No podría hablar ni pensar con claridad si él estaba tan cerca de ella –. En el tiempo en que estuvimos separados, siempre quisimos saber cómo hubieran sido nuestras vidas, juntos. Mi alma, mi corazón y mi mente se rompían en pedazos cada vez que pensaba en ti y ahora que te veo, que has estado a mi lado todos estos días, sonrío mucho, pero a veces, incluso cuando estoy feliz a tu lado... – dejó de hablar, al ver la incomprensión de Dom ante sus palabras.
- Incluso cuando estas a mi lado, ¿qué? – preguntó él. Tenía la mirada clavada en ella, esperando una respuesta coherente de su parte
Temió que en cualquier momento, esa aparente calma que solo era una fachada, se viniera abajo y él la descubriera, así que enderezó la espalda y alzó la barbilla.
- Incluso cuando estoy a tu lado, te odio.
El efecto que causaron esas palabras en él, destrozó por completo su corazón y desde sus adentros le gritaba que nada de lo que le estaba diciendo era verdad, que todo era mentira, que no lo odiaba, que lo amaba con toda el alma pero su racionalismo le gritaba al mismo tiempo que no hiciera nada estúpido, si Dom la descubría en su mentira, probablemente iría a buscar a Elsa hasta debajo de las piedras, la enfrentaría nuevamente y todo empeoraría para ellos.
- Me odias – una amarga sonrisa salió de sus labios y Axel temió estar lastimándolo más de la cuenta pero necesitaba alejarse de él, necesitaba que él creyese cada palabra que ella estaba diciendo sin importar qué.
- Si seguimos así, es obvio que en algún momento solo odio y rencor quedará entre nosotros – prosiguió. Se dirigía a la salida cuando Dom la interceptó y no le dio paso para que saliera del apartamento –. Dominic, es mejor que me marche ahora que estamos a tiempo de hacer las cosas bien.
Dom se acercó a ella a paso lento mientras ella retrocedía para evitar que el contacto entre ambos se diera. No lloraba al igual que ella pero había un tremendo dolor en su mirada.
- No voy a permitir que te vayas de mi lado. Nunca más –la seguridad en sus palabras la hicieron desviar la mirada hasta el suelo por un momento hasta que logró recuperarse. En esta ocasión lo observó de manera desafiante. De la misma forma en que lo veía cuando se reencontraron semanas atrás.
- No puedes obligarme, hablamos claro hace cuatro días, hoy es el último día que estaré aquí, ya he tomado una decisión y debes respetarla –habló con voz fuerte y decidida pero no sirvió de nada ya que Dominic la conocía bien y sabía que algo estaba ocurriendo y eso lo dejo claro cuando volvió a dirigirse a ella.
- No voy a respetar nada, porque simplemente no te creo ni una palabra de lo que estás diciendo. Sé que me odias pero también sé que me amas y ese jamás sería el motivo por el cual basarías tu decisión – Dominic la dejó prisionera entre la pared que dividía la cocina con la sala y su cuerpo que temblaba de pies a cabeza –. Así que, se honesta y dime por qué no quieres seguir en esta relación conmigo. Prometimos que no mentiríamos más, Axel.
- Es por tu bien, el mío y el de todos – fue su única respuesta. Y no le estaba mintiendo.
- ¡No me importa nadie más que tú, Axel! Es que no entiendes que mi bienestar es estar a tu lado –la voz se le quebró al final de la frase y Axel se mordió la lengua para no decir nada que pudiera perjudicarla. Esa era la justa razón por la que no le decía la verdad. Él no la iba a dejar ir si le decía lo que estaba pasando realmente, intentaría defenderla a toda costa pero muchas personas quedarían desprotegidas y a merced de esa demente.
- Te estoy dando mis razones Dominic, si no me quieres creer es problema tuyo... Déjame ir.
Dominic negó en repetidas ocasiones con la cabeza.
— Esto es por tu ex prometido, ¿cierto? Axel amor, sé que lo amas aún y pero sé que me amas a mi mucho más, no te estoy presionando de ninguna manera para que olvides...
Sabía que no era buena idea involucrar a Josh en todo eso pero si esa era la manera para que él se alejara de ella, no tenía más opción.
— Si, aún lo amo y no quiero ni deseo olvidarlo —respondió, encogiéndose de hombros –. Lo siento, creí que contigo podría olvidarlo.
Dominic respiró profundamente en varias ocasiones y la tomó por los hombros antes de seguir hablando.
—Te conozco Axel, algo te pasa y no me quieres decir la verdad.
—No, no me conoces —Axel se sacudió las manos de Dom de encima de los hombros y volvió a apartarse de él—. No quiero estar contigo, por favor, ahórrame y ahórrate toda esta escena.
Dom se alejó de ella unos cuantos pasos, realmente afectado por sus palabras llenas de resentimiento y sacó de la bolsa de su chaqueta un pequeño sobre blanco, lo puso en sus manos y se acercó para darle un beso en la boca apenas un leve roce. Sin quererlo tembló ante el suave contacto de sus labios.
— Esto es tuyo, cuando decidas decirme la verdad, te estaré esperando, Axel. Te daré todo el tiempo que necesites pero, recuerda que tú me amas y yo te amo.
Dominic salió de su propio apartamento y la dejó sola, de pie en la sala, en donde se sintió más sola y desprotegida que nunca.
Observó el sobre arrugado en sus manos y con algo de temor lo abrió y dentro del mismo había dos cosas, una pequeña llave dorada y una hoja de papel doblada. Desdobló el pequeño trozo de papel y en el habían dos párrafos escritos nada más. Uno era una dirección, la cual ella conocía ya que quedaba bastante cerca del edificio donde ella vivía y la otra decía:
"Mi hogar siempre va a ser donde sea que tú estés"
— Perdóname, mi amor —logró murmurar, cuando cayó de rodillas al suelo, dejándose vencer por el llanto finalmente –. Lo siento tanto, Dom.
Le dolía el pecho al tratar de respirar y se quedaba sin aire con facilidad, cosa que ya no era extraño en ella, pero nada de eso le importaba, Dom estaba sufriendo por su causa y no podía hacer nada. Solo esperaba que luego de que todo eso acabara la perdonara.
Su móvil vibró en un par de ocasiones y dejó que las llamadas se perdieran. No deseaba hablar con nadie en ese momento.
Salió del apartamento de Dom sintiéndose la persona más espantosa sobre la faz de la tierra a pesar de saber que todo eso lo estaba haciendo por un bien común.
Deseaba caminar y caminar sin rumbo alguno, perderse en las calles que desconocía de Perth y no saber nada de nadie, se descalzó para continuar con su trayecto ya que las sandalias le eran muy incomodas y en ese segundo que se detuvo, observó un auto negro seguirla a una distancia muy corta. En realidad se había percatado de ese hecho desde que salió de casa de Dom pero no le prestó importancia y era mucho mejor si era esa maldita loca, así con toda la ira que sentía en ese momento era capaz de molerla a golpes hasta hacerla entrar en razón.
Solo hasta que la escandalosa alarma del móvil resonó por toda la calle se dio cuenta de lo tarde que era. Caminó alrededor de dos horas y ni siquiera se dio cuenta, pero claro, es que a pesar de ser las seis de la tarde el sol seguía sin ocultarse al encontrase a principios del otoño.
Apagó la molesta alarma y se dio cuenta de que tenía demasiadas llamadas perdidas. Chris, Richard, Thom, Claire, números desconocidos, Bella —por consiguiente, la loca de Elsa—y Dominic. ¿Cómo es que no había escuchado una sola de esas llamadas?
Pidió un taxi para que la llevase al aeropuerto y rogaba a todos los dioses que hubiese vuelos disponibles. Evitó a toda costa llorar porque sabía por qué razón había hecho lo que hizo y no se arrepentía. La vida de todos sus seres queridos —incluyendo a Dom—dependían de esa decisión.
Luego de una hora de espera logró comprar su billete de regreso a casa y aprovechó para llamar a Josh y darle aviso de que llegaría pronto. Él prometió ir por ella.
— Por Dios Axel. Casi me vuelvo loco en todas estas horas y tu sin contestar ese teléfono, ¿está todo bien? —fue lo primero que dijo el hombre antes de siquiera decir "hola"
- Sí, solo llamaba para decirte que llegaré en dos horas y media cuanto mucho –ignoró el tono de voz de Josh. Se sentó en una silla disponible y estuvo a muy poco de cerrar los ojos debido al cansancio que tenía. No había descansado en todo el día.
- ¿Vienes en avión? ¿En qué vuelo vienes?
Abrió los ojos de manera apresurada para despejar la mente. Estaba segura de que se quedaría dormida.
- Sale de aquí a las ocho.
- De acuerdo, estaré esperando por ti. ¿Has sabido algo de esa mujer? ¿Se ha comunicado contigo?
- Quiso hacerlo pero, no escuché el teléfono... Josh, hablamos cuando llegue a casa, justo ahora no me encuentro en las mejores condiciones de hacerlo, por favor –le pidió. Estaba cansada, molesta, dolida y no quería desquitarse con él. Se lo merecía pero él no era responsable de nada de lo que estaba ocurriendo en ese momento.
- ¿Vas a estar bien? No te escuchó muy bien que digamos. ¿Quieres que vaya por ti? – se ofreció. Pudo imaginárselo, tomando las llaves del auto y colocándose su chaqueta de cuero negro mientras hacia la oferta.
- ¡No! No hagas eso. Lo que deseo es irme de aquí cuanto antes.
- Muy bien –aceptó él –. Recuerda estar alerta, Axel... Y mantén en mente que todo lo que estás haciendo es por el bien de todos –añadió, luego de una larga pausa.
Eso lo sabía pero no por eso lo hacía menos difícil.
- Gracias –fue lo único capaz de decir, al sentir el nudo que estaba formándose en su garganta. Elevó la mirada al techo del lugar para evitar las lágrimas que se estaban formando.
Apenas terminó la llamada con Josh, una nueva llamada ingresó. Richard.
Dudó por unos segundos en contestarle pero era Richard, él merecía al menos una explicación.
- Gracias a Dios –dijo al otro lado de la línea –. Axel, ¿dónde estás? ¿Por qué no estás en el hospital?
- Richard, dame ese teléfono, por favor.
Axel se tensó al escuchar la voz de Dominic y sintió el impulso de cortar la llamada pero se contuvo de hacerlo.
- Estoy hablando yo con ella –le respondió Richard, de manera cortante –. ¿Axel, dónde estás?
- Richard, no pelees con Dom. Nada de esto es su culpa –se apresuró a decir –. Yo estoy bien, solamente regreso a casa.
- ¿Y por qué te fuiste sin siquiera despedirte de nosotros? –le recriminó Richard. Se le escuchaba demasiado molesto y tenía razones para estarlo.
- Les deje una nota –se defendió ella.
- Creo que merecemos algo más que una nota, Axel.
- Basta, Richard –en esta ocasión escuchó a Christina.
- Lo sé y lo lamento, Rich pero, necesito tiempo y espacio para pensar, ¿de acuerdo?
- ¿Qué está pasando? ¿Por qué Dominic está aquí como león enjaulado y preguntando por ti?
Confiaba demasiado en Richard y si él le pedía explicaciones por su comportamiento, ella lo haría pero Dominic estaba junto a él y no se podía arriesgar.
- No quiero estar con él y parece no entenderlo –respondió entonces. Limpiando las lágrimas incluso antes de que terminaran de salir de sus ojos.
- Axel, ven a casa por favor –le pidió Christina.
¿Acaso Richard la había puesto en alta voz?
- Chris, cariño, cuídate por favor.
Por el altavoz anunciaron que su vuelo saldría en poco tiempo.
- Estás en el aeropuerto –volvió a escuchar la voz de Dominic y poco después se oyó una puerta cerrarse de forma violenta.
- Tengo que colgar, Richard.
- Prométeme que me llamaras cuando llegues a casa y me dirás que está pasando –el sollozó que escuchó de parte de Richard le partió aún más el corazón.
- Te lo juro pero, créeme, nunca quise lastimar a nadie.
- Comprendo –Richard pareció más calmado que segundos atrás –. Sea lo que sea, cuentas conmigo.
Había sobrellevado todo el vuelo sin derramar una sola lágrima, lo cual la hizo sentir bien y mal al mismo tiempo. Estaba destrozada por dentro, entonces, ¿por qué no podía llorar?
Dejó de darle vueltas al asunto y se concentró en lo que realmente importaba en ese momento.
Cuando salió del avión, una corriente helada le dio la bienvenida y lo primero que hizo fue maldecir por no haberse cambiado los pantalones cortos y la camiseta que andaba puestos.
Tomó sus maletas y caminó a toda prisa hasta el baño del aeropuerto pero fue interceptada por un par de hombres que de no ser porque reconocería ese par de figuras donde fuese, les habría golpeado con las maletas y con justa razón.
Uno moreno y el otro rubio, ambos la observaban con preocupación en sus penetrantes miradas.
La mirada de Axel se clavó directamente en la de Josh, quien en tan solo días parecía que había envejecido diez años. Su barba y su bigote estaban bastante crecidas, claro recortados de forma pulcra igual que siempre, sus ojos azul oscuro estaban algo ensombrecidos por unas enormes ojeras y a pesar de eso seguía viéndose apuesto. Usaba el chaleco que ella le había regalado la navidad pasada y se le veía algo más grande de lo que recordaba, parecía haber adelgazado también.
- Hola –dijo él. Su corazón reaccionó al sonido de su voz y más que todo a su presencia. Sintió que la boca se le secó de inmediato y pensó en limones para acabar con esa incomoda sensación.
- Dame eso, Alwood – Maddox le quitó las maletas de las manos.
- Gracias – le susurró al mejor amigo de su ex.
- ¿Qué te pasó allí? – Josh señaló con la cabeza la herida en su cuello al tiempo que se quitaba la chaqueta y la ponía sobre sus brazos helados. Cerró los ojos al sentir algo de calor e inhaló con fuerza y el aroma de la colonia de Josh le invadió las fosas nasales, cosa que la aturdió por unos segundos.
- ¿No te conté que esa loca me atacó por sorpresa?
Josh apretó con fuerza los puños y Maddox se adelantó a su respuesta.
- Vamos a atraparla, descuida. Aquí estás a salvo.
No es que dudara del gran dúo que Josh y Maddox hacían pero su miedo le decía que si Elsa deseaba llegar hasta ella, lo haría sin importar la seguridad que estuviese a su lado.
- Vámonos de aquí –Josh se posicionó a un costado de ella y Maddox al otro. Tuvo que aceptar que se sintió resguardada.
Salieron del aeropuerto y por un instante se sintió vigilada y se volteó en todas las direcciones posibles.
Josh se percató de esto y atrajo su cuerpo tembloroso junto al suyo.
- Maddox, ve a buscar el auto – le pidió este a su mejor amigo. El otro hombre simplemente asintió con la cabeza –. No te pasara nada malo, ¿me escuchas? –le dijo a ella en esta ocasión. Eso hizo que todo lo que venía conteniendo desde el aeropuerto en Perth, estallara.
- ¡Tengo miedo! – sollozó. Se agarró con fuerza de la camisa manga larga de Josh y sintió algo duro debajo de esta y supo que era. El chaleco antibalas que usaba en el trabajo.
- Hey, hey, mírame –Josh alzó su barbilla y le obligó a mirarlo. Los ojos empañados de lágrimas le impedían una mejor visibilidad –. Vas a estar bien, Axel, nadie te hará daño.
- Júramelo.
Josh le limpió las lágrimas con la yema de los dedos y acarició con suavidad su rostro. De forma involuntaria cerró los ojos y se apoyó sobre su pecho, logrando escuchar los exagerados latidos del corazón de Josh.
- Te lo juro –le aseguró él, depositando un suave beso sobre su frente.
Maddox no tardó en llegar en su auto particular y pedirles que subieran. Tanto Axel con Josh se sentaron en la parte trasera.
Su móvil vibró y pegó un brinco debido al susto.
Josh le pidió calma en silencio y cuando logró hacerlo, se fijó en la pantalla y vio que no se trataba de Elsa sino más bien de Dom.
Dejó que la llamada se perdiera y apoyó la cabeza sobre el frío cuero del asiento.
¿Por qué Dom estaba haciendo eso todavía más difícil?
- ¿Hacia dónde vamos? –preguntó Maddox, para aplacar ese incomodo silencio.
- A mi casa –se recompuso y se limpió los restos de lágrimas.
- Acerca de eso –intervino Josh –, Maddox y yo estuvimos hablando y no creemos que sea un lugar seguro para ti en este momento.
- ¿Por qué no? –no había lugar más seguro para ella que su casa, era un lugar que conocía a la perfección y sabría cómo arreglárselas si esa mujer llegase a poner un solo pie en el edificio.
- Tenemos la teoría de que ese será el primer lugar en el que te buscará –esta vez habló Maddox.
- ¿Eso es lo que queremos, no? Atraparla –observó a los dos como si ese no fuese el punto de todo eso que estaba haciendo.
- Vamos a atraparla, pero eso no significa que vayamos a poner en peligro tu vida para hacerlo – Josh la observó con toda la seriedad del mundo –. Axel, no se te ocurra salir a buscar a esa mujer por tus propios medios, es peligrosa, tu misma me has dicho que está armada.
- ¿Dónde demonios me quedaré, entonces? – preguntó, furiosa.
Tanto Josh como Maddox se dedicaron una mirada llena de complicidad.
- Te puedes quedar con nosotros –Maddox los observaba por el retrovisor y sonrió sin alegría alguna.
- ¿Y qué hay de tu casa? Me puedo quedar allí – sabía que Maddox se estaba quedando en la casa de los padres de Josh y lo último que quería hacer era estar bajo el mismo techo que su ex.
- No creo que sea posible, linda. La he vendido – le soltó el guapo moreno, así sin más.
- ¿Qué? –Axel se inclinó sobre el asiento, realmente sorprendida.
- No la voy a necesitar más, he pedido mi traslado a Victoria.
- ¡¿Qué?!
- Eres mi último caso, Alwood, así que pórtate bien con nosotros.
- Te lo explicaré después –le prometió Josh al ver su cara de desconcierto.
Maddox se iría. ¿Por qué? Ese era su hogar, allí estaban las personas que le amaban.
- ¿A casa de tus ex suegros, entonces? -preguntó Maddox.
No importó lo que ella decidiera, el hombre ya estaba rumbo a casa de los padres de Josh mientras ella intentaba digerir lo que acababa de escuchar.
Axel conocía a la perfección la casa de los padres de Josh, había visitado ese lugar incontables veces en un pasado bastante cercano, pero en esta ocasión no pudo maravillarse cuando la reja eléctrica se abrió y le dio la bienvenida al maravilloso jardín rodeado de arbustos y flores, ni del césped perfectamente cortado o la gran fuente en el centro del lugar. Cuando bajó del auto ni siquiera experimentó la relajadora sensación que le provocaba el agua al romper con las piedras que por lo general sentía cuando llegaba.
Ingresaron por el invernadero ya que este daba directo al salón de la casa y pudo reflejarse en el pulcro piso de cerámica del lugar.
Una vez dentro del espacioso salón, Maddox dejó caer sus maletas sobre el sofá color piel.
- Podría haber traído algo frágil en esa maleta – se quejó ella, mientras Maddox se encogía de hombros –. Ahora sí, explícame ese absurdo de que te irás.
Maddox respondió de la forma más sencilla que encontró.
- Ya no tengo a George. Ya no tengo nada que me detenga aquí.
Claro. George. ¿Cómo no lo había pensado desde un principio?
- ¿Qué hay de nosotros? – Axel corrió a abrazarlo y no se soltó de su cintura por nada del mundo. No quería que la vieran llorar más.
- Ustedes estarán bien, pero yo aquí ya no lo estoy –Maddox acarició su cabello con delicadeza y escuchó un leve sollozo escapar de sus labios.
- Te voy a extrañar mucho.
- Pero si todavía no me voy a ningún lado, chiquilla. Primero, resolveremos ese lío en el que estas envuelta, ya luego hablamos de despedidas.
Y una vez que salió el tema a colación, tanto Josh como Maddox la acribillaron con preguntas de toda índole y a pesar de sentir una vergüenza tremenda de tener que hablar de temas muy privados, sobre todo con Josh pero no tuvo otra alternativa. Agradeció infinitamente que ninguno de los dos preguntara más de la cuenta ni hizo comentarios fuera de lugar. Fueron muy profesionales.
No supo en que parte del interrogatorio al que fue sometida se quedó dormida pero abrió los ojos gracias al escándalo que su estómago hizo debido al hambre.
Estiró los brazos y sintió una superficie acolchonada que la invitaba a quedarse en cama, pero recordó que esa no era su cama ni su casa así que se levantó sobresaltada.
Se revisó de palmo a palmo y todavía andaba la pijama de seda que Josh le había prestado de su hermana para dormir.
Estaba volviéndose loca. ¿Acaso estaba pensando que Josh se aprovecharía de ella?
Se frotó los ojos mientras se dirigía hasta la planta baja, donde escuchó un escándalo tremendo junto con algo de música de rock bastante pesado.
Eso solo tenía un significado. Josh estaba cocinando.
Apenas asomó la cabeza por la puerta de la cocina y sonrió al ver con la facilidad que ese hombre se movía entre los sartenes y utensilios de cocina.
Vio ya preparado en el desayunador un plato con tocino jamonado, huevos, pedazos de tomates y tostadas con aguacate. Su estómago volvió a quejarse de hambre.
- ¿Vendrás a desayunar en algún momento del día?
Pegó un brinco al escuchar la voz de Josh y se adentró en la cocina.
- ¿Dónde está Maddox? – preguntó, al no verlo por ningún lado
- Anda dejando un reporte en la oficina. No tardara en llegar, no ha desayunado y ya sabes como se pone cuando no desayuna temprano –Josh le pasó un vaso para que sirviera el jugo de naranja.
- ¿Cuándo volverán tus padres? –no pudo evitar robar unos trozos de tocino. Estaba delicioso.
- Están en Adelaide visitando a Perrie y también ya sabes cómo es ella –Josh puso los ojos en blanco.
Perrie, la hermana melliza de Josh. La eterna soltera. Adoraba a esa mujer, era fácil estar a su lado, tenía un gran sentido del humor y era contagioso.
- La extraño –soltó sin pensarlo.
Josh iba a responder pero el timbre de la entrada principal resonó en la cocina.
- ¿Esperas a alguien? – Axel de inmediato se puso alerta.
- No, ese debe ser Maddox, mira, olvido sus llaves –le tranquilizó él. tocó el botón que abría el portón eléctrico –. ¿Podrías abrirle la puerta, por favor?
Axel corrió descalza y se deslizó con facilidad por el piso gracias a los calcetines, sintió lo caliente del piso y deseo acostarse allí mismo.
- No puedo creer lo olvidadizo que puedes llegar a ser...
Abrió la puerta y su sonrisa se borró al ver quien se encontraba de pie, frente a ella con la mirada llena de dudas y dolor.
- ¿Dominic?
- Axel.
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