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Capítulo 42

Antes que cualquier otra cosa, me gustaría solidarizarme con cada uno de los ciudadanos mexicanos y todo por lo que han estado pasando en estos últimos quince días en su país, si yo siento como mi corazón se encoge y experimento una impotencia tan grande al ver las noticias y no poder ayudar como me gustaría hacerlo, no puedo imaginar como se sentirán ustedes, pero si hay algo que caracteriza al pueblo mexicano es que en momentos como estos, sacan lo mejor de sí mismo y ayudan a su hermano de manera incondicional. 

Y lo mismo con Puerto Rico y el devastador paso del huracán María. Fuerza, coraje y con todo adelante porque para ni pa' tomar impulso. 


Ahora si, dejo el capítulo y espero que lo disfruten.







Axel se sobresaltó cuando alguien tocó su hombro y se dio cuenta de que se había quedado dormida junto a la camilla de su hermana. Era McGrath.

Había recibido un permiso de parte de su jefe para quedarse al lado de Bella ya que era un familiar directo y eso no agradó a muchos en el lugar y podía escuchar murmullos diciendo que "por ser la amiga especial del jefe" se le otorgaban permisos especiales pero a ella esos comentarios le importaban muy poco, ella solo quería estar al lado de su hermana y saber que le habían hecho.

Según los análisis de toxicología y no había salido ningún rastro de alguna sustancia que fuese capaz de provocar el estado en el que describían había llegado Bella.

- Todo está en que la señorita Alwood despierte y le realizaremos un examen toxicológico más extenso o un lavado gástrico de ser necesario, pero de que averiguamos que puedo haber ingerido tu hermana, lo hacemos– le informó McGrath luego de leer junto a ella el informe.

- ¿Hay algún indicio de que ella fue abusada? –le costó formular la pregunta y se sintió igual de temerosa y destrozada que las personas que le preguntaban eso mismo a ella cuando estaba del otro lado del juego.

- La verdad es que no hay signos de agresión sexual pero al estar bajo efectos de cualquier sustancia, ella bien no pudo ofrecer ningún tipo de resistencia y puede parecer como algo consensuado – la seriedad con la que hablaba ese hombre le rompió el corazón y por un segundo hubiese preferido que le mintiera, pero con eso no ayudaría a Bella.

- Gracias por todo esto, de verdad y lamento mucho haberme comportado como una idiota.

- No tienes por qué disculparte, cualquiera en tu lugar se pondría igual o peor que tú. Pero será mejor que llames a tus familiares para que vengan, estás agotada y aunque eres resistente no eres de hierro – le recomendó él.

- ¿Dónde están las pertenencias de Bella? –no tenía el numero ni de su madre ni el de Billy para avisarles.

- Lamento informarte que ella llegó sin nada, por eso mismo no pudimos identificarla en su ingreso.

- ¡Maldita sea! Ella pasó llamándome toda la mañana, ¿cómo demonios no escuché el teléfono?

- No te culpes por lo que sea que te estás culpando. Ya veremos que tiene que decir Isabella cuando despierte. Ve a la cafetería, toma un café bien cargado, come algo y luego regresa. Es una orden, como tu superior

No deseaba dejar a Bella sola, tenía miedo de hacerlo, temía que alguien intentara lastimarla mientras ella no estaba pero necesitaba darse un tiempo fuera y recobrar la compostura, su hermana no podía verla así alterada como estaba.

Ya una vez, estando en la cafetería se dedicó a pensar en posibles drogas que fuesen difíciles de detectar en los exámenes toxicológicos y la verdad le aterraba pensar en cada uno de ellos ya que en su mayoría y en la época actual, muchas se utilizaban como una trampa para abusar de chicas o robarles.

¿Y si tal vez Bella hubiese sido asaltada? Esa sería una explicación lógica para la ausencia de sus pertenencias pero algo dentro de ella no estaba del todo segura y le gritaba que Elsa tenía que ver con lo ocurrido.

Si había sido capaz de drogarla a ella con quien sabe Dios qué cosa para hacerla quedar mal ante Dominic, era capaz de todo.

Observó a Mario sentarse a unas cuantas mesas de ella para tomar su descanso.

Cada vez que veía a ese hombre sentía un asco tremendo al saber que la había tocado sin su consentimiento y por más que le decía que no le había hecho nada más que tomar las fotografías, no lograba creerle.

¿Sabría él algo de lo que estaría planeando Elsa?

Sin ningún plan en mente, se acercó hasta su mesa y se sentó frente a él, mientras este la veía con los ojos bien abiertos.

- ¿Qué quieres? – le preguntó con cautela.

- Dime dónde está Elsa –fue lo primero que acertó a decir.

Mario se carcajeó y se acomodó mejor sobre la silla en la que estaba.

- Que voy a saber yo dónde rayos está esa loca –fue su respuesta.

- Fue tu novia, debes conocerla un poco mejor –las manos le temblaban debajo de la mesa y no deseaba que Mario descubriera su nerviosismo.

- No fue mi novia, solo me hizo un favor y yo se lo hice a ella.

Axel lo observó con dureza y este alzó ambas manos en defensa.

- Tengo curiosidad de una cosa más –se inclinó un poco sobre la mesa y susurró –. ¿Qué tipo de droga usaste conmigo ese día? No recuerdo haber comido nada de lo que me ofrecieras.

- ¿Crees que soy tan imbécil como para decirte eso? – se burló Mario, inclinándose sobre la mesa de igual manera. La distancia entre ellos era mínima.

- Serías un imbécil si no me lo dices –no sabía a qué se estaba arriesgando al amenazar a ese hombre pero necesitaba salir de esa duda –. Ya sabes el tipo de relación que tuve con Kevin, tu jefe. ¿Quieres que le diga que fuiste tú quien me drogó ese día y que para cerrar con broche de oro abusaste de mí?

Mario se puso pálido en cuestión de segundos antes sus palabras.

- Yo no abusé de ti, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo? – murmuró él, apretando los puños sobre la mesa.

- No me importa las veces que lo repitas, no te creo, nunca te voy a creer.

- ¿Entonces para qué quieres que te diga el tipo de droga utilizamos ese día si puede que nunca me creas? –Mario se sentó de regreso en la silla y recobró la compostura.

- Solo quiero saber – no pensaba decirle nada acerca de su hermana, todavía no sabía si él estaba en contacto con Elsa –. Creo que tengo ese derecho.

- ¿Has escuchado hablar del "éxtasis líquido"? o bueno, específicamente el GHB –dijo Mario luego de un rato de silencio. Axel asintió con la cabeza –. Bueno, eso fue lo que utilice contigo, lo puse en el agua que bebiste y los efectos fueron casi de inmediato. Eso es todo.

Axel había escuchado poco o casi nada de ese término que se le daba a ese farmaco utilizado en los sesentas, ya que los pocos jóvenes revoltosos que vivían en la helada ciudad en la que residía, en su mayoría elegían las drogas más comunes como la marihuana o cocaína pero nada de alguna droga de síntesis.

- ¿Cómo fuiste capaz de hacer eso? Pudiste matarme, en esa época yo tomaba medicación por la epilepsia – le acusó ella. Ese hombre estaba más loco que Elsa, eso era seguro.

- Se suponía que la droga desaparecería de tu sistema en seis horas como máximo y todo saldría bien, ningún análisis me incriminaría de nada ya que es muy complicada de detectar, no sin que te hicieran decenas de estudios antes de que la desecharas por la orina. Además, no sabía que eras epiléptica hasta que te vi caer inconsciente al suelo. Elsa no me dijo eso, de ser así yo no habría aceptado su propuesta.

A pesar de estar molesta por lo que estaba escuchando, Axel no pasó por alto lo que Mario había dicho de cómo funcionaba el fármaco. Después de un cierto periodo desaparecía del sistema y era indetectable en los análisis.

Si Elsa fue quien le hizo eso a Bella –cosa que segundo a segundo creía que era así –, tal vez había utilizado el mismo método que uso con ella años atrás.

Se levantó rápido de la silla y eso asustó incluso a Mario, quien se echó para atrás.

No le importaba ese hombre, en lo único en lo que podía pensar era en Bella y la posibilidad de que hubiese sido abusada y ella incluso cooperara debido a los efectos de la droga.

Debía concentrarse para hacer las cosas bien. Primero debía hablar con McGrath y decirle acerca de la GHB, después necesitaba conversar con la única persona que le diría si había estado con Bella sexualmente hablando, ese día y le importaba muy poco si se molestaba con ella por la intromisión y por último, llamar a su madre y darle aviso de lo que estaba pasando.

Antes de llegar hasta emergencia observó a McGrath conversando con un grupo de personas y sonreírles a todos antes de dar la vuelta.

- ¿Qué haces aquí, Axel? No ha pasado ni media hora desde que te marchaste.

- La GHB –dijo entonces frotándose la sien. Le estaba empezando a dolor nuevamente la cabeza –. Es un fármaco que normalmente no es detectado en los análisis toxicológicos luego de seis horas o que es expulsado por la orina.

- Claro que sí, el ácido gammahidroxibutirico –McGrath camino de prisa hasta el puesto de enfermeras de emergencias –. Pásame el expediente de la señorita Alwood – le pidió a la enfermera a cargo y examinó con precisión dichos papeles –. Esto no es muy común en el país por eso no tenemos muchos registros del uso de medicamento, pero es muy bien conocido por ser utilizado para...

- Ya sé para lo que es utilizado –le interrumpió ella, no deseaba escuchar más sobre eso, simplemente quería saber quién y para qué le había dado eso a Bella.

- Muy bien, Axel. Haremos unos exámenes más extensos y apenas estén los resultados te lo haré saber – McGrath le palmoteó la espalda –. Trata de descansar un poco.

- Muchas gracias.

Axel se encaminó hasta la oficina de Kevin y se tuvo que abstener de gritarles una grosería a quienes la observaban en son de burla.

- El jefe está de ronda.

La voz de Maia la hizo sobresaltarse y sintió que el corazón se le salía del pecho.

- Lo siento, no pretendía asustarte. Me enteré de lo ocurrido con tu hermana ¿Cómo sigue ella? – la muchacha le ofreció un pedazo del chocolate que estaba comiendo.

- Gracias. Ella sigue igual, continua inconsciente – ese pequeño trozo de chocolate le supo a gloria.

- Lo siento mucho, ya verás que todo saldrá bien.

Eso mismo deseaba ella.

- ¿Qué ocurre?

Esta vez fue la voz de Kevin quien hizo que ambas mujeres se sobresaltaran.

- Doctor Baxter, la señora Miller está pidiendo hablar con usted urgentemente –Maia apenas observó a Kevin cuando le habló y esté estaba notoriamente tenso.

- Enseguida iré para hablar con ella – dicho esto, se volteó hacia Axel –. ¿Cómo sigue Bella?

- Igual –se limitó a responder y esperó a que Maia se marchara para continuar hablando –. Kevin, drogaron a Bella, tengo la sospecha que fue con GHB...

- ¿Cómo sabes eso? – Kevin la hizo ingresar al consultorio al estar siendo observados por demasiadas personas.

- Porque la persona que ayudó a la maldita bruja esa a drogarme años atrás me confesó que utilizó eso conmigo.

Kevin pasó ambas manos por su cuello, realmente frustrado.

- Así que sospechas que esa mujer está detrás de esto, ¿no es así? –Axel asintió con la cabeza y se sentó en el pequeño sofá de su jefe –. ¿Cómo es que estás en contacto con el hombre que te hizo eso años atrás? ¿Dónde lo encontraste?

No estaba segura si debía decirle que esa persona era Mario, Kevin confiaba mucho en él y no estaba segura de cómo reaccionaría si sabía la clase de persona en la que había depositado su fe.

- Eso te lo diré luego, pero necesito que me hagas un favor. Ponme en contacto con Alexander Haez.

- ¿Qué tiene que ver Alex en esto? –a pesar de preguntar, Kevin se dirigió hasta el teléfono que estaba sobre su escritorio y marcó unos cuantos números.

- Es algo entre él y Bella –se limitó a responder.

- No está en hospital en este momento así que te estoy contactando a su número personal – Kevin le pasó el aparato y Axel corrió a tomarlo –. Estaré afuera por unos minutos, mantén la calma, por favor –agradeció el espacio que le brindó su amigo.

No tardó mucho tiempo en escuchar la voz de su jefe al otro lado del teléfono.

- Baxter, ¿qué sucede? – fue lo primero que dijo el otro hombre cuando contestó.

Ahora que había escuchado la voz de Haez, perdió el valor con el que se había visto envuelta un instante atrás. Siempre sintió un gran respeto por él, como médico, como compañero y como persona. ¿Cómo le iba a preguntar algo tan personal?

- ¿Kevin, estás allí? – dudó el hombre, al no escuchar nada de parte de ella.

- No... No soy Kevin, soy Axel –se aclaró la garganta para hablar con mayor claridad.

- Alwood – dijo él, evidentemente sorprendido de escucharla a ella –. ¿Qué ocurre? ¿Todo bien con el trabajo?

- Si, el trabajo está bien... Pero, no es de trabajo de lo que quiero hablar con usted precisamente.

- Si en algo puedo ayudarte...

- Sí que puede –se apresuró a decir –. Necesito que sea sincero conmigo, por favor... Es sobre Isabella, mi hermana.

- Axel, no creo que eso sea...

- Lo sé, no es de mi incumbencia y créame que de no ser necesario no le estaría llamando para pasar por este incomodo momento, pero necesito saber si usted hoy en horas de la mañana o la tarde estuvo con ella, y por favor, limítese a decirme si fue así o no.

Por más tiempo del conveniente, no escuchó absolutamente nada al otro lado de la línea telefónica y tuvo miedo de que ese hombre le hubiese colgado la llamada pero cuando lo escuchó resoplar, ella volvió a respirar.

- Sí, estuve con ella en horas de la mañana, ¿ella está bien?

No deseaba decirle nada a su jefe con respecto al estado en el que se encontraba Bella, no sabía si todo entre él y ella estaba bien pero también sabía que no le creería si ella le mentía. 

- No, ella no está bien, ingresó a emergencias hace dos horas aproximadamente y sigue sin reaccionar –la voz se le quebró al final y se regañó mentalmente por no saberse controlar.

- Iré en seguida – diciendo esto, Haez cortó la comunicación.

Axel dejó el teléfono en su lugar y esperó un momento para recobrar la compostura sino también el valor; afuera no solo la esperaban su hermana y su problema sino que también decenas de miradas llenas de enojo, enviadas, compasión y burla, todas dirigidas especialmente a ella. Hasta cierto punto estaba agradecida que en un par de días no volvería más a ese hospital.

Su móvil vibró en el bolsillo de la gabacha de su uniforme y parpadeó varias veces seguidas para ver si realmente era quien el identificador decía que era.

¿Bella?

En cuanto contestó la llamada, escuchó una carcajada que le crispó los nervios.

- ¿Quién es? –preguntó, deseando mentalmente que fuese alguien que se encontró las pertenencias de su hermana y estaba intentando dar con el dueño de dichas cosas.

- Oh por Dios, ¿en serio no reconoces mi voz? Ella no me reconoció –Axel se levantó del sofá y experimentó una mezcla de miedo y furia. Esa desquiciada tenía el teléfono de su hermana y eso solo confirmaba lo que ella estaba sospechando. Por más que deseaba gritarle, insultarla, incluso golpearla, simplemente no pudo, estaba paralizada –. ¿Te gustó la sorpresita que te envié al trabajo? De nada, fue un verdadero placer.

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