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Capítulo 40

Axel tuvo que armarse de mucho valor para entrar a la iglesia en la que pasó la mayor parte de su vida y de no ser porque iba en compañía de su madre, se habría devuelto al instante. Había estado segura cuando una hora atrás le sugirió a su madre que deseaba ver a todos sus antiguos amigos y conocidos. Deseaba ver cómo estaban, que habían hecho de sus vidas. Muchas de esas personas fueron parte esencial en su etapa de crecimiento.

- Vamos amor, todo está bien -su madre le dio ánimos pero ella no se sentía tan animada que digamos.

- ¡Axel!

Se giró al escuchar la voz de su hermana y está corrió para abrazarla al instante.

- Por Dios, ¿qué haces aquí? ¿Mamá? -la muchacha las observaba con asombro a las dos y sonrió ampliamente para luego abrazarlas a ambas.

- Isabella, ayúdame a convencer a tu hermana para que ingrese de una vez por todas -su madre se posicionó en medio de sus dos hijas y las abrazó por la cintura. Las dos le sacaban varios centímetros de altura a su madre y se sentía tan bien poder abrazar a esa mujer y sentir que la estaba protegiendo.

- Rose, camina o te juro que llamo a Billy para que te levante y te coloque sobre sus hombros, como cuando eras niña.

Axel se carcajeó ante la amenaza de Bella y recordó la última vez que alguien la había levantado de esa manera.

Dom, él había sido, justo el día que le conoció. Dios, como lo había odiado en ese entonces.

Y ahí estaba ella, desviando su atención hacia Dominic, otra vez.

Inconscientemente, caminó junto a dos de las mujeres más bellas e importantes en su vida y cuando se dio cuenta ya se encontraba dentro del recinto sagrado y que por ser domingo, estaba lleno de personas, todos atentos a lo que un hombre de avanzada edad y que ella no reconocía, estaba diciendo.

Si ella había cambiado, ese lugar también lo había hecho. Paredes, piso, ventanales, sillas, podio, instrumentos musicales. Todo había cambiado, su fachada era la misma pero por dentro era otra cosa distinta.

El olor a flores que desprendía el lugar era embriagante, el olor de la cera derretida de las velas aromáticas hicieron que cerrara los ojos y permitió que recordara más de sí misma, más de su pasado perfecto en ese sitio, junto a sus hermanos y sus padres. Ella entreteniendo a los niños pequeños en compañía de Kevin, mientras sus padres hablaban con los padres de estos y después, todos juntos se iban a casa para almorzar y conversar.
Había aprendido gracias a sus padres que nada ni nadie eran perfectos pero para ella, esa época de su vida sí que lo fue.

- No llores, hermanita -Bella hizo pucheros frente a ella.

- Lloro porque estoy feliz, Bells. Este lugar es perfecto, me hace sentir cerca de papá.

- Lo sé, yo me siento igual que vengo, es como si pudiera verlo delante de ese podio nuevamente y escuchar sus palabras, siempre llenas de positivismo.

Se sentaron en los últimos asientos del lugar y Axel por primera vez en años se sintió en paz, tranquila y relajada. A los pocos minutos, su hermano Billy, su esposa y su pequeña hija se sentaron cerca de ellos, asombrados de verla allí.

Sabía que estaba siendo observada por más de un par de ojos pero en ese momento era a lo último que le prestaba atención, toda su mente estaba centrada en lo afortunada que era de volver a estar al lado de su madre y de sus hermanos, que a pesar de los años alejados, el mismo amor que habían tenido de niños no se había visto afectado por los malos momentos que pasaron.

Cuando la reunión finalizó, sintió que alguien se le lanzaba por la espalda para darle un abrazo.

- No puedo creer que sigas siendo la misma asustadiza de siempre.

Axel reconoció la profunda voz de su vieja amiga Maya Fitzpatrick y como si tuviese mil años de no verla, la abrazo con fuerza.

- ¡Maya! – gritó emocionada.

- ¡Por Dios, Axel! – la muchacha pelirroja y pecosa se agarró con fuerza de las mejillas y sonrió ampliamente.

Luego del escándalo que ambas mujeres ocasionaron, provocaron la curiosidad de muchas otras personas, entre ellos varios conocidos, quienes reaccionaron alegremente al verla de regreso en casa. Y vaya sorpresa que se llevó al ver entre los presentes pero algo alejado de todos a Kevin, quien sonrió cuando sus miradas se cruzaron.

- Disculpen un segundo – se encaminó hasta donde estaba Kevin y la mirada azul de este no la perdió de vista.

- Bienvenida de nuevo Axel –dijo él mientras la abrazaba con la misma naturalidad con la que lo hacía en el pasado.

- Gracias, jefe – susurró ella.

- Aquí no soy tu jefe soy tu amigo, recuerda –Kevin pellizcó sus mejillas y le pasó el brazo por encima del hombre y juntos se dirigieron hasta donde estaban todos sus viejos amigos, incluso niños – que ya no eran tan niños– que ella alguna vez cuidó. Todos y cada uno estaban sacando conclusiones acerca de su acercamiento con Kevin pero, a ella eso no le importaba, tanto el muchacho como ella tenían buen claro cuál era su relación.

Habían creado una cafetería en la parte trasera de la iglesia así que todos se reunieron en el lugar y comenzaron a charlar sobre viejas anécdotas, historias más recientes y a reírse por cosas tan simples. Incluso los padres de Kevin se unieron a ellos y conversaron de manera amena.

- Y dinos Kevin – Mary, una chica que no había sido tan apegada a Axel como el resto de las demás personas en el lugar, logró hablar cuando milagrosamente todos se quedaron callados –. ¿Cuándo piensas sentar cabeza finalmente? ¿Y tú Axel, qué esperas para dar el sí definitivo?

Todos los presentes esperaron expectantes por respuesta de parte de ambos pero Axel le dedicó una mala mirada a la mujer que al parecer no había perdido esa chispa de cizaña que le caracterizó siempre.

Bella fue quien tomó el control de la situación en esta ocasión.

- ¿Y tú Mary, cuándo conseguirás novio para atarlo de por vida?

Tanto Bella como la otra mujer iniciaron una discusión civilizada y Axel aprovechó para escaparse de esa locura por un momento.

Al estar en una iglesia era más que evidente que no habría alcohol y quiso aparecer mágicamente en un bar aunque tuviese que ir a trabajar luego.

- ¿Quieres ir a caminar un poco?

Pegó un brinco debido al susto pero prontamente se recompuso al ver a Kevin y asintió con la cabeza.

- Creí que golpearías a Mary – comentó él, una vez que estaban en la calle y caminando sin rumbo fijo.

- Oye, ¿en quién crees que me he convertido? ¿En Mike Tyson? – se defendió ella, fingiendo estar ofendida.

- ¿Está todo bien contigo Axel? No pareces estar bien del todo –de la broma, Kevin pasó a la seriedad.

- ¿Acaso soy tan evidente?

- Un poso, sí –Kevin golpeó con delicadeza su hombro contra el de él –. ¿Me vas a contar o te seguiré sacando las palabras poco a poco?

- ¿Por qué crees que te voy a decir algo de mi vida si tú no me dices nada de la tuya? – se plantó en medio de la calle y Kevin la vio con la misma obstinación de cuando eran unos adolescentes.

- Porque tu vida parece ser más interesante que la mía.

Estuvo a punto de pedirle que le dijera quien era la chica de la que estaba enamorado pero recordó lo que había pasado con McGrath dos días atrás, le había sacado información que realmente no deseaba saber y luego de eso se había sentido mal.

Axel le contó apenas lo esencial del asunto y Kevin simplemente escuchó y muy pocas veces le veía cambiar la expresión serena que le caracterizaba.

- Ya sabía yo que tu drama era más interesante que el mío – fue lo primero que dijo él, pero Axel sabía que no se estaba burlando de ella, lo sabía por su tono de voz.

- ¿Acaso existe alguien en este mundo que tenga más drama en sus vidas que esta mujer aquí presente? – ella si se burló de sí misma. ¿Qué otra cosa podía hacer? Ya ni llorar era bueno –. Lo que si te digo es que el matrimonio no es lo mío.

- Claro que sí, es solo que las dos veces que has estado comprometida y ha fallado es porque no ha sido la persona correcta quien te lo ha propuesto – Kevin no la observaba a ella sino que miraba más allá, a un punto que solo él sabía. Axel intentó seguir su mirada, tal vez así podía encontrar las respuestas que Kevin parecía hallar con facilidad.

- Soy un desastre, Kevin. No sé qué hacer con mi vida y con mis sentimientos. En lo único que soy buena es en mi trabajo –comentó, algo cabizbaja.

- No digas eso, Rose. Eres muy buena en tu trabajo porque lo amas, además, no eres la única que es un desastre con su vida y sus sentimientos. No quieras robarte todos los méritos a los que somos un desastre, por favor.

- ¿Tú, un desastre? por favor. Eres lo más cercano a la perfección que alguna vez llegué a conocer.

- ¿Una persona perfecta le rompería el corazón a una pobre chica que es tan dulce e inocente que no sabe cómo odiarlo y continua guardando esperanzas con él a pesar de que ya está todo dicho porque dice que ella puede esperar a que esté dispuesto?

Axel no supo que decir ante esa clara confesión de que él había roto el corazón de alguien que notoriamente le importaba aun.

- ¿Estamos hablando de la misma chica que te quita el sueño de vez en cuando? – Kevin asintió con la cabeza una sola vez –. ¿Qué te impide estar con ella?

Creyó que Kevin no le respondería ya que continuó caminando sin decir palabra alguna, hasta que sus palabras salieron apenas en un leve susurro.

- Después de ti, de nuestras relación, me juré que nunca más más saldría lastimado por nadie y tampoco lastimaría a nadie y con... ella es, todo lo que alguna vez fuimos nosotros en el pasado, es pura, sincera, es transparente y me da miedo arruinarla a ella también. No creo que pueda ser posible verla a los ojos y saber que yo soy el causante de que su alegría y su vitalidad hubiesen desaparecido.

Comprendía a que se refería Kevin con eso, al inicio de su relación con Josh, temió estar haciendo algo incorrecto porque no quería lastimarlo, ni salir lastimada, tenía demasiados fantasmas persiguiéndola pero ni siquiera eso le impidió intentar ser feliz una vez más y aunque al final falló estrepitosamente, no se arrepentía. Al menos nadie podría acusarla de cobarde.

¿Pero quién era ella para intentar aconsejar a otras personas cuando ella era todo un lío en su interior? Pero tratándose de Kevin, su primer amor, bien podía hacerse de la vista gorda.

- Te diré algo que probablemente te haga salir de la burbuja de seguridad en la que crees estar refugiado pero, si tu propósito es el no lastimar a esa chica misteriosa, créeme cuando te digo que estás fallando. Ella está sufriendo y si te ama y tú la alejas una y otra vez, pronto va a acabar por consumirse por completo y no creo que eso vaya a acabar con el amor que tiene por ti. Ni el tuyo por ella – Axel lo tomó por los codos e hizo que se detuviera –. Arriésgate Kevin, ella puede ser la adecuada y nunca lo sabrás si dejas pasar el tiempo. Hasta la persona más paciente de este mundo se cansa y puede aparecer alguien que si le ofrezca lo que tú te estas negando a darle a ella y a ti mismo. Amor.

Kevin le sonrió pero esa alegría que profesaban sus labios no llegaba hasta sus ojos.

- ¿Ahora quién es la sabia?

- Por supuesto que yo- bromeó para aligerar el ambiente.

Ambos se abrazaron y se rieron con más ánimos.

- Nunca cambies, chiquilla.

- Ya decía yo que eras una zorra.

Esa maldita voz otra vez.

Axel terminó su abrazo con Kevin y al fin se vio frente a frente con la loca de Elsa, quien de no ser por su voz ruidosa e indeseable no la habría reconocido.

¿Dónde demonios había dejado toda su cabellera platinada? Con el cabello negro parecía una persona completamente distinta, pero esa mirada azul, helada y demente no había poder humano que la cambiara.

Andaba una sudadera negra demasiado grande y ancha para ella que era menuda de cuerpo, unos jeans demasiado gastados y unas zapatillas que al parecer al principio eran blancas. Esa apariencia no era la que ella reconocía de la reina de hielo.

- Y ya veo porque mi queja en tu contra en ese maldito hospital nunca llegó a más –esta vez su mirada demente se posó sobre Kevin, quien no se inmutó ante la presencia de la mujer.

- Regresemos Axel – le pidió Kevin, en aparente calma.

- ¿Sabe Dominic que le estás engañando nuevamente? – la pregunta de Elsa hizo que Axel se volteara hacia ella y la enfrentara. Olvidando por unos segundos, que esa loca cargaba un arma de fuego.

- Créeme que yo sí puedo tener amigos sin sentir la necesidad de cogermelos a todos –se liberó del agarre que su amigo estaba ejerciendo sobre su brazo y se acercó un poco más a Elsa –. Será mejor que detengas esta persecución ridícula de tu parte, ya estás muy mayorcita para estar en estos espectáculos tan patéticos.

Los ojos de esa mujer se humedecieron debido a las lágrimas pero Axel no sintió lastima por ella.

- Dominic fue y siempre va a ser mío, te juro que tú no te interpondrás en nuestros caminos nunca más. Yo me voy a encargar de que sea así.

Axel no pudo divisar muy bien los movimientos de esa mujer y solo fue consciente de que algo afilado y frío rozó la piel de su cuello y de no ser por Kevin, quien la hizo para atrás justo a tiempo, su contacto con la navaja plateada que Elsa tenía en sus manos, temblorosas, realmente la habría herido.

Se volvió a soltar del agarre de Kevin y esta vez únicamente para propinarle un gancho derecho a la boca del estómago de esa loca. Le produjo un gran placer verla caer al suelo sin aire suficiente para respirar. Daba gracias a la insistencia de Josh en que aprendiera algo de boxeo y kickboxing junto a él. No necesitaba jalarse de los cabellos con esa tipa para hacerle saber que con ella no iba a ser fácil meterse en esta ocasión. Kevin aprovechó que Elsa estaba quejándose del dolor en el suelo y le quitó la navaja de las manos.

Axel, estaba temblando y no sabía si era de enojo o de miedo pero apenas logró sacar su móvil para marcar al número de la policía. Kevin le quitó el aparato y él fui quien habló.

No deseaba que su madre viese ese cuadro tan deplorable en el que se había visto envuelta así que le rogó a Kevin que no dijera nada a nadie pero este la hizo callar y se acercó a ella a pasos rápidos.

- Basta Axel. Estás sangrando.

Kevin palpó con sumo cuidado la zona por la que Elsa paso su asquerosa navaja y Axel notó que se humedecía esa área y algunas gotas de sangre mancharon su camisa amarilla.

Vaya, esa loca si la había cortado al final de cuentas y no sabía si era por la adrenalina del momento o qué, pero no sentía ningún dolor en el área.

- ¿Qué tal está? –preguntó ella en aparente calma.

- El corte es largo pero no profundo. Sobrevivirás – la tensa sonrisa de Kevin le hizo saber que para nada estaba contento con lo que acababa de ocurrir. Bueno, ella tampoco lo estaba.

- La próxima vez no voy a fallar, te lo juro –habló Elsa, desde el suelo.

- ¡Cállate! – le gritaron ambos a la vez.

Axel tembló debido al frío irracional que le caló hasta los huesos y sintió como el corte que tenía le ardió, una vez que la adrenalina se empezó a disipar.

- Vamos a que te limpies la herida –propuso Kevin, al ver su mueca de dolor.

- ¿Y dejar a esta loca aquí suelta? ¡Ni lo sueñes! De aquí no me muevo hasta que la policía venga por ella.

- De acuerdo, pero después de eso nos vamos directo al hospital. Daremos declaración después.

- Muy bien, como tú digas. Y tú no te levantes de allí porque te juro que esta vez si vas a necesitar de más tiempo para recuperar el aire –amenazó a Elsa de paso ya que estaba intentando escapar.

Pocos minutos después, una patrulla de policía apareció frente a ellos y el oficial regañó a Axel por haber desaparecido de su campo de visibilidad por tanto tiempo. Axel estuvo a punto de decirle unas cuantas cosas con respecto a su cuidado pero Kevin tomó la palabra y le aseguró al policía que personalmente la llevaría al hospital y luego pasarían por la estación de policía a levantar el acta en contra de Elsa, no sin antes que el oficial tomara un par de fotografías de el corte que la mujer había ocasionado y llevarse el arma.

Kevin, por su parte y con mucho cuidado de no ser visto por nadie, fue por su auto y una vez, los dos dentro del mismo, este empezó a pedir explicaciones de lo acontecido.

Axel no tuvo más remedio que decirle lo que esa mujer había estado haciendo desde días atrás y en cómo se había ensañado con ella.

- Lamento mucho haberte involucrado a ti en todo esto –dijo al final.

- Agradezco haber estado involucrado en todo esto. Esa mujer no iba a herirte solamente Axel, ella fue directo a tu cuello, quería matarte.

Eso ella lo sabía pero le aterraba pensarlo más de dos veces.

Su móvil comenzó a vibrar y el sonido la llevó hasta el bolsillo del pantalón de Kevin. Como él iba conduciendo, Axel tuvo que meter la mano en el bolsillo del pantalón de su antiguo novio con algo de incomodidad y sabía que el sentimiento era compartido, jamás había visto a Kevin tan tenso en toda su vida.

Cuando logró sacar el teléfono ya la llamada se había cortado y vio en el registro el número de Bella. Devolvió la llamada luego de aclararse la garganta y ganarse un nuevo dolor en su herida.

- Dile que ha ocurrido una emergencia en el hospital y nos necesitan – Kevin no apartó la mirada de la carretera, recordando el pánico que tenía ella a los accidentes en esos cacharros de cuatro ruedas.

- Axel...

- Hola Bells – contestó ella.

- Axel, ¿dónde están tú y Kevin?

- Han llamado a Kevin del hospital y han dicho que es una emergencia. Nos dirigimos hacia allá, dile a mamá que lo siento – gracias a Dios su voz sonó convincente ya que Bella no sospechó nada.

- De acuerdo, le diré. Por favor, ten cuidado –le pidió su hermanita.

- Siempre. Hablamos después Bells, estamos llegando.

Colgó la llamada y Kevin le aplaudió por su buena actuación.

Una vez que llegaron al hospital, decidieron que ella entraría primero y él después ya que realmente no deseaban escuchar habladurías de los demás a pesar de que hacía falta poco más de una hora para que entraran a sus turnos correspondientes.

Cuando Kevin estaba limpiando la herida, en la privacidad de su consultorio, su teléfono volvió a vibrar y en el identificador decir que era Dominic.

- Espera un poco – le pidió a Kevin –. Hola – contestó entonces.

- ¿Dónde estás? ¿Qué tan mal está tu herida?

Axel suspiró con frustración y respondió.

- Estoy en el hospital pero estoy bien. Todo está bien, no necesitaré suturas, ¿cierto? – le preguntó a Kevin, quien negó con la cabeza y continuó con su trabajo –, bien, no necesitaré nada de puntos, ¿estás más tranquilo?

- No, no lo estoy. Axel no debiste enfrentarte a Elsa, ella está armada, ¿lo recuerdas? Algo muy distinto pudo haberte pasado si ella hubiese andado el arma de fuego en sus manos – Dominic se escuchaba frustrado y más que molesto, parecía aterrado –. Iré al hospital por ti.

- Ni se te ocurra hacer eso. Pronto entraré a trabajar y no te quiero rondando por aquí – advirtió ella de inmediato. Kevin se rio en silencio–. Si quieres puedes venir mañana por mí.

- Júrame que estás bien – pidió él, después de maldecir en voz alta.

- Te lo juro, estoy muy bien – Axel suavizó el tono de su voz. No quería que él se preocupara por algo que no había pasado a más.

- Lo siento Axel, estás pasando por todo esto y yo soy el culpable.

- Hey, no es tu culpa que esa mujer sea una loca, además, ella ya está detenida, así que, todo está en orden.

Cuando terminó la llamada con Dominic, luego de asegurarle que estaba perfectamente bien unas veinte veces más, Kevin ya había terminado de hacer lo suyo y la observaba con cariño.

- Eres más valiente de lo que alguna vez creí Axel.

- Gracias amigo mío – dijo ella, dándole un último abrazo antes de que él volviera a ser su jefe.

Antes de culminar el abrazo, la puerta del despacho de Kevin se abrió y ambos observaron a una muy ruborizada Maia, quien los veía a los dos sin ocultar su asombro. Sus bellos ojos marrones se humedecieron debido a las lágrimas al ipso facto.

- Lo lamento, no sabía que ya había llegado doctor. Traía sus expedientes del día de hoy.

- Gracias, Maia – Kevin se puso de pie pero no se alejó de Axel, mientras veía los movimientos de la guapa morena que temblaba notoriamente ante el escrutinio de su jefe.

Esa muchacha era demasiado transparente como para ocultar sus emociones.

Como si algo se hubiese encendido en la mente de Axel, esta recordó como Kevin había descrito a su chica misteriosa.

En una ocasión le había dicho que ellas ya habían hablado y que la transparencia era una de las cualidades que poseía. La única persona que ella podía decir que era transparente en ese lugar y con quien tenía cierto contacto era Maia.

¿Acaso había encontrado sin querer a la mujer de la que Kevin estaba enamorado? 



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