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Capítulo 33

¡Sorpresa!

He decidido actualizar un día antes porque mañana estaré festejando todo el día, el día de las madres junto a mí familia y amigos y no creo que me de tiempo.

A las mamitas de Costa Rica, desde ya les deseo un día lleno de alegría al lado de sus madres, hijos, amigos, mascotas y demás familiares.



Unos susurros bastante irritantes cerca i donde estaba, la hicieron abrir los ojos de inmediato, asustada.

No supo en qué momento se quedó dormida en el suelo, al lado de Dominic, quien permanecía noqueado por lo que sea que le inyectaron.

Levantó la vista y observó cuatro pares de ojos clavados sobre ellos.

- Axel... –Christina estaba sonriendo de oreja a oreja al lado de Richard, quien también sonreía como bobo.

- Shhh – se levantó con cuidado del suelo de no despertar a Dom.

- ¿De qué me he perdido? – susurró Richard.

- Cariño... –comentó Claire.

Axel sintió vergüenza por la forma en la que la fueron a encontrar y sentía el rostro arder.

- Dime que está pasando – Christina no cesó con su charla.

- ¿Qué hora es? – preguntó, cuando vio a través de la puerta abierta que había oscurecido.

- Pasan de las siete de la noche – le informó Thomas.

- ¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea! Voy a llegar tarde al trabajo – corrió hasta su habitación para cambiarse de ropa rápidamente, se enjuagó el rostro, se lavó los dientes y se golpeó en las mejillas para terminar de despertarse. Se iba colocando las zapatillas blancas mientras brincaba de regreso a la sala y buscaba con desesperación su bolso.

- Aquí está – Thom le dio el bolso y la tomó por el codo y guiarla a la salida –. Vamos, te llevo.

- Gracias, muchas gracias – antes de salir del todo se asomó por la puerta y se dirigió a los tres personajes que no apartaban la vista de ella–. Tiene que despertar pronto, sus puntos fueron cerrados nuevamente, Chris, en mi maleta purpura hay analgésicos, que tome un par después de cenar.

- Si, mi general – Chris estaba perpleja pero no dejaba de sonreír.

Thomas condujo lo más rápido que pudo y Axel tuvo que agarrarse con fuerza del asiento ya que estaba aterrada.

- ¡Maldición! Mi jefe me va a fastidiar la vida –se quejó, cuando encendió el móvil y vio que faltaban menos de un minuto para su entrada.

- Te estuvimos llamando desde temprano pero no contestabas –Thomas no despegaba la vista de la carretera. Iba demasiado rápido como para cometer otra imprudencia.

- Apagué el teléfono – se limitó a responder. No quería alarmar a nadie por la llamada de Elsa, que recibió a tempranas horas.

- Así que... Dom y tú, ¿qué pasa con ustedes?

Se sorprendió al escuchar a Thomas preguntar algo como eso, de las todas las personas que conocía, él era la más discreta entre todos. Su abierta curiosidad la hizo avergonzarse.

- Lo estamos intentando – fue su respuesta. La amplia sonrisa de su amigo, la hizo sentir relajada.

- Me alegro mucho por ambos, lo digo en serio.

- Gracias y gracias por traerme, de nuevo.

No esperó a que Thomas detuviera por completo el auto y salió corriendo directo hasta la entrada, donde se topó de frente con Maia.

- ¿Estás bien?- le preguntó la muchacha, la siguió hasta el cuarto de enfermeros para cambiarse de ropa.

- Dios, creí que nunca llegaría. Estoy bien, gracias, me quedé dormida.

- Descuida, el jefe está libre hoy y en su lugar está McGrath y no ha pasado el fichaje todavía.

Terminó de cambiarse y salió en compañía de su muy amable y risueña compañera, mientras le hablaba sobre el progreso de la pequeña Miller, al fin había despertado en el transcurso de la mañana y estaba en recuperación.

Cuando llegaron al puesto de enfermeras se encontró con Mario, quien estaba fastidiando a Katie.

- Necesito hablar contigo – le dijo el hombre, ante la mirada atónita de las otras dos mujeres.

- Creo que su charla podrá esperar para luego.

La voz de McGrath los puso alerta a los cuatro y Axel agradeció la presencia del sensual médico.

Les dijo que debían hacer y para su mala suerte le tocó hacer ronda con Katie. Esa chiquilla no la soportaba y Axel no entendía por qué, pero le tenía sin cuidado.

- Señorita Axel – McGrath se quedó en el puesto de enfermeras con ella, una vez que todos se marcharon a sus rondas individuales. Sus ojos oscuros la examinaban con diversión y curiosidad.

Él había estado junto a Kevin, cuando ella había llegado al hospital en compañía de Dominic, así que presentía a que se debía su intercepción.

- ¿Se le ofrece algo más, doctor?

- Lo tenías bien escondido, eh –se inclinó sobre el mostrador de caoba café y susurró –. La ex prometida de Baxter, quien lo diría.

Axel, instintivamente volteó a ver en todas las direcciones posibles para asegurarse de que nadie hubiese escuchado. Gracias a Dios estaba despejado.

- No diga eso aquí, podría causarme problemas- murmuró, realmente molesta con él.

- De acuerdo, dejaré el tema, por ahora – añadió y sonrió satisfecho al verla enojada –. En tu descanso, ven a la cafetería conmigo, me debes un almuerzo pero en su defecto, será un café.

Axel no quería ir, pero tampoco deseaba que McGrath estuviera diciendo por cualquier lado que ella había sido la ex del jefe.

- Muy bien – aceptó, muy a su pesar.

Justo en ese momento deseaba con toda su alma haberse quedado dormida en el suelo y no haber llegado a trabajar.

Por lo general, para llegar a la hora de su descanso se le hacía eterno y ese día, no sabía si era por todo lo acontecido en el transcurso de la mañana y la tarde o eran los nervios, pero solo fue consciente de que estaba camino a la cafetería a su encuentro con McGrath.

El hombre alzó un vaso de expreso cuando la divisó, ante la mirada de varios miembros del equipo médico.

Bajó la mirada para ver si de esa manera no era reconocida y se sentó en la silla frente a la de McGrath.

- No muerdo, señorita Axel – se burló el, al ver su expresión.

- Este no es el mejor lugar para hablar, doctor, podría darse a malinterpretaciones.

- ¿Quieres que vayamos a mi oficina entonces?- propuso, alzando ambas cejas

- No – respondió de inmediato.

- Lo suponía – se carcajeó –. He pedido un café para ti, vi que te gusta el expreso caliente para espera a que se enfríe en tus manos.

Ese tipo era bueno, estudiaba a su conquista y luego hacia alarde de sus habilidades.

- ¿Qué es lo que quiere? ¿Cómo se enteró de ese tema? – fue directa, no quería pasar más tiempo de la cuenta con ese hombre.

- ¿Qué fuiste la prometida de Baxter? Bueno, en realidad fue por accidente pero venía con cierta duda desde el día en que llegaste aquí, mi colega no suele defender tanto a las enfermeras que quiero conquistar. Además, quiero alimentar a mi curiosidad y mi morbo.

- Pues pregúntele al doctor Baxter, tal vez él quiera satisfacer su curiosidad y su morbo.

McGrath se quedó sin nada que decir por unos segundos que resultaron eternos ante su mirada oscura y seductora.

- Hagamos algo, me encantan los retos, juguemos un juego, pregunta y respuesta, ¿te parece? Cinco preguntas y cinco respuestas y el que se niegue a responder, pagará la comida del otro al día siguiente, lo que uno quiera, pero no será la comida del hospital, sino del restaurante que el otro elija y te aseguro que yo como cualquier comida.

Le parecía una idea estúpida, por completo pero desde que le conoció tenía muchas incógnitas con respecto a ese hombre y quien mejor que él para responderlas. De igual manera no tenía muchas opciones, presentía que ese hombre la iba a estar fastidiando hasta que le dijera lo que quería saber y se lo preguntaría frente a quien fuese.

- De acuerdo, pero si me miente, lo sabré y la comida incluirá el postre y no soy de comer postres de lugares baratos– puso ambas manos sobre la mesa y McGrath alzó una ceja.

- Hecho. Las mujeres primero.

Tenía que ser lista para no caer en preguntas tontas y repetitivas.

- ¿Realmente por qué quiere saber de la relación que tuve con Kevin?

- Trátame de tu, señorita Axel – ella asintió con la cabeza –. Tengo curiosidad como dije, quiero saber cómo un hombre tan "perfecto" como Kevin Baxter no pudo retener el corazón de una bella señorita como tú.

McGrath se esperó hasta que uno de los médicos que pasaba por donde ellos, dejase de husmear en la conversación.

- Mi turno. ¿Por qué terminaron su compromiso?...

¿Por qué ella siempre terminaba metida en ese tipo de situaciones? ¡Todo por querer saber de la vida ajena! No quería responder.

... Creo estar saboreando un delicioso platillo de rufo antártico con curry blanco y yogurt de mango – McGrath cerró los ojos, fascinado por lo que decía – que mi querida amiga Sarah, prepara en su restaurante, es una delicia pero tendrás que ir hasta la costa sur y te tomará más de un día para llegar, pero si gustas, te indico como llegar...

- Me enamoré de alguien más- respondió sin tanta decoración.

- Así que fuiste tú quien lo botó, no estaba tan equivocado – se burló él, Axel le hizo mala cara por su actitud.

Le iba a dar un gusto enorme hacer la siguiente pregunta.

- De acuerdo, mi turno. Déjame ver, tu actitud es despreocupada y seguro de sí mismo, eso de coquetear con todas las faldas disponibles y que alardear de tus logros tiene que ver con el hecho de que eres demasiado egocéntrico o tienes algún trauma del pasado, una ex novia, tal vez – mientras más hablaba, el rostro de McGrath se transformaba en una mueca difícil de descifrar. Por primera vez, lo veía sin era sonrisa arrogante –. Por tu fascinación de buscar mujeres maduras he de imaginar que fue una novia de finales del instituto o principios de la universidad.

- Touché –dijo él encogiéndose de hombros y recobrando la compostura –. Eres una muy buena a la hora de desenmascarar a tu oponente. ¿Esa fue tu pregunta?

- No, solo sacaba conclusiones, la pregunta es. ¿Quién fue la que te rompió el corazón?

Sabía que el punto de esa extraña charla no era ver quien ganaba más comida costosa y gratis por cinco días, si ese fuese el punto, ninguno de los dos respondería a las preguntas y listo; el meollo del asunto es que ninguno quería perder frente al otro, así que supo que tarde o temprano ese hombre le respondería.

- Fue mi ex esposa.

¿McGrath, casado? Quién lo diría. ¿Qué le habrá hecho su ex mujer para que él decidiera comportarse como un idiota que coqueteaba con todo el mundo?

- De acuerdo señorita Axel, has entrado a terrenos peligrosos y creo que es mi turno. Dices que te enamoraste de alguien más, eso quiere decir que tuviste que conocerlo cuando aún estabas comprometida – Axel se temía cual sería la siguiente pregunta y no le estaba gustando nada –. ¿Lo engañaste, por eso terminaste el compromiso?

Un colega de McGrath se acercó hasta ellos y conversó con él por unos segundos y luego de ofrecerle una mirada desaprobatoria a ella, se marchó.

- Si lo engañé, pero no de la forma en la que estás pensando. No le fui infiel.

McGrath alzó su vaso con café y brindo solo.

Su móvil vibró y se tomó su tiempo para revisarlo. Estaba en su hora de descanso de todas formas.

Era un mensaje de un número que no conocía. Con manos temblorosas abrió el buzón de mensajes y se esperó lo peor.

"Hola, cariño. Muchas gracias por quedarte conmigo más de la cuenta. Lamento que llegaras tarde al trabajo. Dime si quieres que vaya por ti más tarde que salgas. Te amo, Dominic"

Se olvidó de McGrath por un momento y respondió al mensaje.

"No te olvides de tomar analgésicos, yo me iré a casa sola, tomaré un taxi, no confió en ti y tus maniobras de conductor en este momento"

Pulsó enviar y cuando alzó la vista se encontró con McGrath, sonriéndole.

- ¿Tú novio? – preguntó con curiosidad.

- Es mi turno de hacer preguntas – dio un trago a su café que ya estaba frío y prosiguió –. ¿Qué te hizo tu ex esposa? Con detalles –añadió, sabiendo que le daría una respuesta corta y evasiva, ella lo haría.

McGrath se carcajeo y atrajo la atención de casi toda la cafetería, que estaba más concurrida de lo normal para ser las 3 de la mañana. Presentía que se debía a la acalorada charla entre el cirujano cardiovascular y la enfermera de turno.

Parecía que esta vez no hablaría.

- Me gustaría muchísimo probar ese platillo que tu amiga Sarah, prepara en la costa sur, pero recuerda que tendrás un viaje de más de un día, lo bueno es que ya sabes el camino... – intervino ella ante su silencio.

- Nos abandonó a mi y a nuestro hijo a los dos años de casados y se marchó con todo lo que teníamos, dijo que era siempre demasiado predecible y aburrido para el estilo de vida que ella le gustaba, se quejaba de que no me gustaba salir de bares por las noches, que siempre estaba cansado debido al trabajo y la universidad y no le dedicaba tiempo a nuestra vida social y además, que no estaba hecha del material necesario para ser una buena madre. – respondió al fin. Una sombra de amargura se cruzó por sus ojos pero antes de verla a la cara, volvió a tener su mirada traviesa y coqueta –. ¿Contenta con la respuesta?

Axel negó con la cabeza. Se sentía mal, ella no era de andar indagando en los traumas ajenos por diversión y a simple vista se notaba que ese tema le dolía aun.
¿Cómo sería su hijo? ¿Se parecería a él o a ella?

- Lo siento, no debí preguntar eso.

McGrath se inclinó sobre la mesa y la observó con aire despreocupado.

- Señorita Axel, eres toda una sensible, quien lo diría. Pero en compensación, ¿Cuál ha sido tu mayor desilusión en el amor? Con detalles, por favor.

Desgraciado, se estaba aprovechando de que ella si sentía vergüenza por sus actos de mala fe, pero él no, él era un descarado de primer nivel.

¿Cuál era su mayor desilusión en el amor?

Las dos que había tenido le dolieron en el alma, así que no podía catalogarlas.

Uno no había confiado en ella y el otro había roto su confianza, pero si era sincera consigo misma, sabía cuál seguía doliendo con bastante intensidad.

- Mi prometido me engañó con una amiga a la que apreciaba demasiado a cinco semanas para nuestra boda. Todavía me duele mucho –no volteó a ver a McGrath ya que sabía que se encontraría con una mirada llena de lastima.

- Pero que imbécil que fue – dijo entonces en un tono más elevado de lo necesario –. Y por lo que veo, todavía lo amas, ¿es el tipo con el que te vi hace horas stras?

- No, qué va.

- ¿Quieres parar con las preguntas?

- Por favor – pidió ella.

- Algo que aprendí de mi experiencia, señorita Axel, es que para que la herida se cicatrice, tiene que dolor mucho, incomodarte y sacarte más de una lágrima porque si no, no sirve de nada.

Cuando alzó la mirada se encontró con la de McGrath clavada en la mesa y parecía ajeno a lo que sucedía a su alrededor.

- ¿Has intentado seguir tu propio consejo alguna vez? – cuestionó, entonces. Si así hubiese sido, él no sería un idiota mujeriego.

- Lo intenté – sonrió con diversión y de nuevo, volvió a ser el casanova –, pero que no siga mis propios consejos no significa que no sean buenos.

- Muchas gracias por el café, tengo que regresar a mi trabajo.

Se levantó de la silla y antes de marcharse, McGrath volvió a captar su atención.

- Una última pregunta, ese hombre... el de temprano, ¿tienes algo con él?

Axel simplemente asintió con la cabeza.

- De acuerdo, creo que es hora de darme por vencido contigo, entonces.

- Sería lo más recomendable. Adiós.

Retomó su camino hasta su puesto de trabajo, en el que se encontraba Mario, ordenando expedientes y rellenando formularios.

Cuando la vio, se tensó notoriamente.

- No te basta con ser la ex del jefe de cirujanos, ¿ahora quieres también en tus manos a McGrath? Tus apuestas son muy altas, Alwood – comentó, sin despegar la mirada de los papeles.

¿Cómo ese imbécil sabía sobre la relación que había tenido con Kevin?

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