Capítulo 31
El beso entre ambos fue haciéndose más intenso y más apasionado. Axel suspiró de placer y se dejó llevar por la emoción del momento. Lo había besado en el pasado, muchas veces y sus labios y su cuerpo lo reconocían, pero en esa ocasión, todo fue más y más, más deseo, más pasión, más ganas de todo. Tenía cierta idea de dónde podría haber acabado eso de no ser por Dominic, quien se apartó de ella.
Ambos tenían la respiración agitada y se rieron al mismo tiempo antes de volver a unir sus labios, pero en esta ocasión con un beso más suave y delicado, pero no por eso disminuía la tensión sexual entre sí.
¿Cómo era posible que todo su cuerpo reaccionara de esa forma? Era como si nunca hubiese olvidado como se sentía besarlo, acariciarlo.
— No digas nada —le pidió ella, al separarse y sentir un vacío en la boca del estómago.
Dominic acarició su rostro con la yema de los dedos y el mero roce hizo que la piel se le erizara. Instintivamente cerró los ojos.
No había sido consiente de cuanto había extrañado esas caricias, esos besos, esas miradas llenas de alegría, picardía, deseo, tristeza, nostalgia y muchas cosas más. Cuanto lo había extrañado él.
Axel dibujó el contorno de su cara con ambas manos mientras cerraba los ojos, para guardar en su memoria esa forma tan perfecta.
— Eres única, Axel Alwood —susurró él, cerca de su oreja—. Te amo, te amo, te amo y voy a lograr que tú me vuelvas a amar.
Estaba confundida con respecto a muchas cosas, pero eso no significara que se iba a ser la tonta y no admitir que sus sentimientos por él eran muy fuertes, más fuertes que su sentido común, pero, ¿podía decir que ella lo amaba aun?
Un olor a desagradable comenzó a entrarle por las fosas nasales y recordó de pronto que tenían en la cocina unos filetes, que al parecer se estaban quemando.
— Ay demonios —corrió para apagar la cocina y tocó varios botones, logrando apagar en donde tenía puesta la comida, pero encendiendo el horno. Dominic corrió en su ayuda—. Gracias.
Se dirigieron hasta la mesa del comedor y Axel logró hacer que Dominic se sentará y se quedara quieto en la silla mientras ella buscaba un tazón con agua.
— He encontrado esto.
La voz de Vivian la sobresaltó y derramó algo de agua en el suelo.
Maldijo mentalmente al mojarse los tenis de tela blanca y la parte de abajo del pantalón. Ahora aparte de andar sin bañarse estaba mojada.
Vivian había llevado más cosas de la cuenta, pero Axel le sonrió para no hacerla sentir mal.
Comenzó a limpiar alrededor de los puntos de Dom y este se quejó por todo, desde el agua fría hasta la comezón que le provocaba el vendaje improvisado.
— Deja de quejarte —le regañó Axel, cuando ya no soportó más—, eres peor que un niño de cuatro años.
— Axel, no soporto este olor a alcohol y ni qué decir de este trapo tan incómodo en mi brazo.
— Pues te aguantas hasta que llegues al hospital y te vea un médico.
— ¿Ustedes siempre peleaban de esta manera? —la pregunta de Vivian les recordó que no se encontraban solos, así que ambos retomaron la compostura.
— Vivian, Axel Rose, siempre me ha reñido por todo —comentó Dominic, haciendo que Axel le dedicara una mala mirada.
— Deja de decir esas cosas delante de tu madre —susurró ella, apenas para que él escuchara.
— Pues me parece bien que te ponga en tu lugar, chiquillo —Vivian se dirigió al teléfono que tenían en la pared de la cocina—. Ordenaré comida Thai, ¿quieren que pida para ustedes también?
— ¡Sí! —dijeron los dos al mismo tiempo, provocando que el ambiente se relajara un poco.
Mientras Vivian ordenaba la comida, Axel se encargó de recoger el desastre que había quedado en la mesa y Dominic no dejaba de verla.
— ¿Qué? —preguntó ella, luego de un rato.
— Nada, solo estoy tratando de recuperar algo de tiempo en el que no te vi en todos estos años.
Eran palabras sosas y trilladas, pero, aun así, Axel sonrió y se sonrojó por las mismas.
— ¿Has estado leyendo las novelas rosas que estaban escondidas en la biblioteca de tu mansión?
La expresión de Dominic cambió radicalmente y de la alegría pasó a una tristeza que la preocupó.
— ¿Estás bien? —se acercó a él y le examinó de pies a cabeza. Dominic se acercó y le dio un beso rápido en los labios—. Eres un aprovechado —se apartó de él con una sonrisa dibujada en los labios. Sentía un cosquilleo en cada rincón oculto de su cuerpo.
— Así soy yo. Voy a aprovecharme de cada oportunidad que tenga contigo, no me importa nada.
Axel se mordió el labio inferior y no dijo más nada. Se sentó junto a él cuando Vivian llegó hasta el lado de ellos.
— La comida tardará al menos media hora en llegar. Axel, ¿no quieres tomar una ducha? Chris tiene algo de ropa aquí, pude servirte de algo o puedes usar una bata en lo que tu ropa se pone en el lavado —le ofreció Vivian.
Se pondría hasta un saco de patatas como ropa con tal de darse un baño decente.
— Muchas gracias, Vivian.
— Dom, cariño, muéstrale a Axel donde queda el cuarto de invitados, iré a buscar la ropa para que te cambies.
- Vivian, ¿sabes dónde dejé mi bolso? Tengo el móvil apagado y necesito hacer unas llamadas –preguntó, antes de salir de la mano junto con Dominic.
- Claro, enseguida lo llevo al cuarto.
- Gracias – logró decir apenas –. Dominic, basta, yo sé caminar sola.
Dominic la aprisionó contra la pared de mármol frío y su cuerpo caliente.
- No quiero perder ni un solo minuto contigo, cariño.
Justo en ese momento, su cuerpo se derretía ante el suyo en un reconocimiento físico que su mente no pasaba por alto. Un sonrojo acalorado se subió a las mejillas, mientras observaba su boca. Quería volver a besarlo, quería volver a sentir todas esas contradicciones que la dejaban desorientada, quería sentir su cuerpo contraerse y ajustarse al de él...
- Vamos a la ducha –le escuchó decir a él.
- ¿Qué? -preguntó ella, aclarando sus pensamientos.
- Vamos para que te des una ducha.
Asintió con la cabeza y le siguió en silencio por la planta baja de la casa.
- En un momento vendré por tu ropa –Dominic le guiñó un ojo antes de abrir la puerta de la habitación en la que se bañaría.
Se despidió con un beso similar al que se había dado en la cocina y se tuvo que retar a ella misma para poner distancia en esta ocasión. Estaban demasiado cerca una cama, lista para recibirlos.
"Nada de sexo, nada de sexo", se dijo a sí misma, una y otra vez.
Entró a la habitación y le cerró la puerta en las narices a Dominic.
Se quitó toda la ropa y la dejó doblada sobre la cama pulcramente arreglada y se dirigió hasta el baño que le recordó tanto al de la mansión en el centro de Perth. Paredes blancas, el inmenso tocador con decenas de productos de aseo personal, la tina y la confusa ducha que no sabía manejar. ¿Por qué la gente con dinero que se tenían que complicar la vida con cosas tan simples como una ducha?
Cuando el agua fría cayó sobre su piel, aún caliente por el reciente encuentro con Dominic, se sintió relajada y que se quitaba una parte de peso del mundo de encima.
Seis años atrás, se dijo a sí misma que su vida se había vuelto algo aburrida y monótona, luego cuando conoció a Josh, todo regresó a su lugar, sus días eran demasiado cortos por el poco tiempo que compartía con él debido al trabajo y luego de su ruptura, volvía al mismo punto que al inicio. ¿Y quién aparecía para volver su vida un torbellino? Dominic Bryce.
Acarició sus labios, justo donde ese hombre que siempre le pareció demasiado contradictorio, la había besado con una pasión apabullante y que ella respondió de la misma manera.
Era un ser humano común y corriente y como cualquiera, reaccionaría ante un beso de esa magnitud, pero no iba a darle espacio a Dominic de confundirla más de lo debido, no es que su cuerpo y su mente lo desearan en el ámbito sexual –sería muy mentirosa si se negara eso a sí misma–, pero un encuentro más íntimo en ese momento no sería de ayuda para su cordura y razonamiento.
Estaba riendo abiertamente y el sonido de su propia voz la asustó. ¿Cuánto tiempo había pasado sin reír de esa forma? Y todo era debido a ese hombre que una vez había sido el causante de apagar esa risa en su momento.
"¿He hecho bien al aceptar esta locura?", se preguntó, nerviosa de repente.
"Claro que no hice lo correcto, voy a salir lastimada nuevamente", habló su negativismo en esta ocasión.
Sintió un vacío en la boca del estómago cuando caviló esa posibilidad. ¿Podría resistir una nueva decepción amorosa?
"Él ha cambiado, lo sé, lo siento, aún me ama", contraatacó su parte romántica y esperanzadora.
Se golpeó la cabeza con la palma de la mano y sacó todas esas ideas de su mente. No hacía más que atormentarse y terminaba más liada que al inicio.
- Ya basta. Te metiste en esta historia nuevamente tu solita, ahora continua, porque no eres ninguna cobarde.
Se estaba lavando el cabello cuando una pequeña y cuadrada botella de vidrio negra llamó su atención, no solo por el hecho de que era de la marca de Chanel, sino porque la reconocería entre miles de botellas en el mundo. Ese era el gel de ducha que Dominic utilizaba.
Se mordió el labio inferior mientras con suavidad pasaba el líquido perfumado que poco a poco se fue haciendo espumoso sobre sus brazos, senos, vientre, muslos y piernas. Ahora olía igual que él.
Al salir de la ducha, ya seca y con una enorme bata de color lila encima de su cuerpo desnudo, vio su expresión en el espejo. Se veía agotada y ojerosa, pero su mirada llameaba, sus ojos brillaban, sus mejillas sonrojadas, sus labios estaba levemente hinchados y ni que decir de la sonrisa bobalicona que estaba dibujada en sus labios. Se veía como una mujer enamorada.
- No vayas a caer tan fácil esta vez, Axel. Dale guerra a ese hombre, que luche por ti –reprendió a su reflejo en el espejo.
Salió del daño y chocó de frente con el torso de alguien. Alzó la mirada y vio que era Dominic.
Quería fastidiarlo un poco para ver si aún conservaba ese carácter tosco con el que le conoció, así que, se quejó en voz alta y colocó ambas manos sobre su frente, fingiendo estar adolorida.
- Tú chocaste conmigo – el tono de voz de Dominic, grave y tosco la hizo sonreír y caer en su farsa.
- Aun eres un gruñón – se alejó de él, al ver su cara recorrer su cuerpo. No le iba a dar el placer de que viera su mirada llena de deseo.
- Espera –Dominic la tomó del brazo y la hizo retroceder.
Sus cuerpos quedaron muy cerca del otro y el calor volvió, más intenso que antes. ¿Cómo iba a resistirse a los placeres de la vida si estos insistían en chocar de frente con ella a cada instante?
- ¿Es mi gel de baño el que estoy oliendo?
La pregunta mató el ambiente y Axel tuvo que admitir que se sintió decepcionada. Algo malhumorada, se encogió de hombros y respondió.
- Siempre me gustó ese gel de ducha. Tanto dinero en una botellita, nubla mi mente –se burló, ella.
- ¿Te gusta mi aroma? ¿Te nubla la mente mi esencia? – susurró, cada vez más cerca de su boca –. Porque a mí, la tuya me vuelve loco.
"Al diablo con todo", pensó, antes de lanzarse a sus brazos y dejar su alma entera en ese beso.
"¿Cómo es que he vivido sin esto?"
Axel enredó los dedos en el cabello sedoso de Dominic y lo agarró con fuerza para no dejarlo ir. Dominic, por su parte, la tomó de la cintura e hizo que sus cuerpos quedaron unidos, teniendo como única división, demasiada tela para su gusto. Juntos y con algo de torpeza se dirigieron hasta la cama y el cuerpo de Axel quedó debajo del de él.
No debería. No debería estar haciendo eso, pero lo quería, incluso más que respirar.
Por encima de la bata que andaba puesta, notó que, entre sus piernas, el miembro de Dom se hinchaba y se endurecía. Cuando Dom mordió la piel sensible de su cuello y frotó las caderas contra ella, soltó un gemido que había estado conteniendo.
De pronto, Dominic se apartó de ella, dejándola desorientada.
- No me malinterpretes, te deseo tanto, pero no quiero cagarla nuevamente.
Dominic se levantó de la cama y se arregló la camiseta blanca que Axel había logrado quitar sin saber cómo.
Con el orgullo herido, se sentó en la cama y desvió la mirada a cualquier punto, con tal de no verlo a él.
- Aquí está tu bolso, te traje un cargador y mi madre te envía esta ropa. ¿Te espero afuera para que vayamos a comer? –Dominic se encaminó hasta la puerta y aguardó por la respuesta.
- No – logró decir en un susurro –. Ya llegaré yo. Vete.
Sin decir nada más, salió del cuarto, dejándola a ella con toda esa tensión que no hacía nada más que crecer dentro de ella.
Estaba tan confundida en ese momento. Se iba a volver loca realmente.
- ¿Qué te está pasando, Axel? – agachó la cabeza lo más que pudo y pataleó por un rato por su falta de autocontrol.
Puso a cargar el móvil y mientras veía sus opciones de ropa y decidió que se quedaría en brazier y bata mientras su ropa se lavaba y se secaba. La ropa de Chris era demasiado ajustada para su gusto y acabaría con un tremendo dolor de estómago si utilizaba alguno de esos vestidos o dolor de piernas por los jeans. Además, Dominic dijo que él la llevaría a casa.
Marcó el número de su hermana cuando logró encender el teléfono con el mínimo de carga.
- Axel, ¿dónde estás? - le preguntó la chica, apenas se identificó.
- Hola Bells, estoy bien, no te preocupes. Solo llamaba para decirte que no podré verte hoy, lo siento, linda.
- No hay problema, tengo unos asuntos que resolver de última hora, pero, ¿estás bien? Te escucho un poco exaltada.
- No es nada, tu tranquila – se aclaró la garganta e intentó respirar con normalidad.
- ¿Estás con alguien? – andarse por las ramas no era la mejor de las virtudes de Bella, así que soltó la pregunta así sin más.
- ¿Ahora mismo? No, estoy sola – en teoría era cierto, estaba sola, al menos en esa habitación.
- Aja... ¿Quién es? ¿Lo conozco? – la emoción en el tono de voz de Bella fue muy evidente.
- Luego te cuento, resuelve tu problema y si es con quien creo que es, dile que le respeto mucho, pero será mejor que se cuide porque si te lastima, la va a pasar muy mal.
Una risa nerviosa se escuchó al otro lado de la línea.
- Puedo manejar esto, ¿ok? – fue su respuesta.
- Perfecto. Te quiero mucho, Bella.
- Y yo a ti.
Axel se dirigió hasta la cocina y de pronto se sintió avergonzada por las fachas que llevaba. Se había arreglado un poco con algo de maquillaje antes de salir del cuarto, pero la ropa, eso ya era otra cosa.
A Vivian le pareció adorable su apariencia, mientras que Dominic no le apartaba la mirada de encima mientras comían y veían la televisión.
Creyó que pasaría una tarde realmente incomoda por lo acontecido en el cuarto minutos atrás, pero fue lo opuesto, Dominic y su madre la trataron con demasiada confianza, incluso cuando hablaron del pasado con la mujer, quien quiso saber cómo fue que se conocieron, pensó que se iba a sentir dolida e insegura, pero se encontró riendo y riñendo con Dominic por la forma en la que contaba las cosas. La estaba haciendo ver como una chiquilla gruñona y con malhumor.
- ¡Eso no es cierto! – se defendió ella en su momento, dejando a un lado la copa de vino con la que decidieron acompañar la comida –. Tú fuiste quien me asustó a mí. Vivian, tu hijo se cargaba un humor que daba miedo. Y, además, decía que yo le pertenecía, ja.
- Puedo imaginarlo – coincidió la mujer, chocando su copa con la de Axel.
- ¿Ya no me tienes miedo? – le preguntó Dom, centrando sus hipnotizantes ojos sobre ella. Axel le sonrió sin poder evitarlo.
- Me parece que eres alguien que no debo tomar a la ligera – le respondió sin perder contacto visual con él –, pero no, ya no te tengo miedo. Y por favor, nunca más se te ocurra decir que "te pertenezco"
Dominic disimuló una sonrisa y se acercó un poco más a ella.
- ¿Por qué no?
- No soy un animal o un objeto. Soy una persona, no le pertenezco a nadie.
- ¿Cómo te llamo entonces, "mi chica"?
Por un instante se olvidaron de la presencia de Vivian y se dieron cuenta de eso cuando la mujer soltó una gran carcajada.
- Por Dios, no puedo creer que nunca me hablaras de Axel, Dominic.
Axel retomó su lugar y tomó una gran bocanada de aire.
- Ya la conoces ahora, mamá. Es única.
Una vez que su ropa estuvo lista corrió a vestirse con su uniforme y le pidió a Dominic que la llevara a casa.
- Fue un verdadero placer tenerte aquí en casa, Axel. Vuelve cuando quieras – se despidió Vivian.
- El placer fue mío y muchas gracias por todo.
- Iremos en el auto de Thomas, me lo ha prestado y tengo que devolverlo – le informó Dom, cuando iba a ingresar a su auto.
- De acuerdo, dame las llaves entonces – le extendió la mano y Dom frunció el ceño, algo confundido –. No voy a dejar que conduzcas cuando no puedes manejar al cien por ciento uno de tus brazos. Dame.
- ¿Te preocupa mi seguridad? – Dominic le dio las llaves sin hacer mucha insistencia y se dirigió al asiento del copiloto.
- Me preocupa morir en un accidente de auto – respondió ella con humor una vez que encendió el motor del vehículo.
- Eso hiere mis sentimientos, ¿lo sabes?
- Sobrevivirás a mis comentarios. Te llevaré al hospital primero para que examinen tu brazo, luego tomaré un taxi a casa, ¿de acuerdo?
- Como tú mandes – Dom alzó ambas manos en alto. Estaba demasiado cooperador.
Pasaron el camino charlando de temas ligeros, nada que formara tensión entre ambos y no supo en que momento ya se encontraban en el estacionamiento del hospital.
- Acompáñame, por favor – le pidió él, sus manos temblaban ligeramente.
- ¿Tienes miedo? – no pretendía burlarse, pero no pudo evitarlo.
- No quiero alejarme de ti, no de momento.
¿Cómo era posible que se estuviera derritiendo ante esas palabras tan cursis?
Se alzó de puntillas y le dio un tierno beso en los labios.
- Vamos –lo tomó de la mano y se encaminó hasta la puerta principal del hospital
Se tensó notoriamente, pero continuó con su camino cuando vio el par de figuras masculinas que estaban de pie en la entrada del hospital. Ambos la observaban a ella y a su acompañante, uno con curiosidad y el otro con evidente confusión.
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