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Capítulo 24

Axel tocó el timbre de la casa de Christina y quien abrió fue Claire.

Estaba agotada, quería caer en la cama y dormir hasta lograr recuperar las horas de sueño interrumpidas, pero al mismo tiempo estaba que de partía del hambre.

— Ven, linda, toma una ducha, te serviré el desayuno —Claire, la guío hasta la habitación que había utilizado ella misma seis años atrás.

— ¿Dónde está Chris?

— Está durmiendo aún, no paró de llorar en toda la noche. Esta pelea con Richard la está afectando demasiado y temo por su salud y la del pequeño.

Richard Bryce, debía llamarle para hablar claramente con él.

— Y Richard, ¿no ha llamado?

— Lo hizo, pero yo hablé con él, aún sigue furioso y más porque Chris de ha marchado.

Axel se metió a la ducha y lejos de despejar su mente se sintió más tensa que al principio.

Luego de su corta y muy amena charla con Kevin en la azotea del hospital, todo volvió a ser igual, él era su jefe y ella era su inferior. No habían tocado temas más allá de lo superficial, lo cual, hizo que no existieran tensiones de ningún tipo entre ambos por lo que restaba de la madrugada.

No estaba del todo segura de que era lo que sentía al ver nuevamente a Kevin, él había sido el centro de su mundo por muchos años, había sido su primer interés amoroso y el hombre que iba ser su esposo, pero verlo ahora, luego de tanto tiempo, ver cómo ambos cambiaron y maduraron le estaba haciendo preguntarse en más de una ocasión, como habrían sido sus vidas si se hubiesen casado y formado la familia que tanto habían anhelado.

Se había enterado por medio de sus compañeros de trabajo y algunos conocidos, que Kevin estaba soltero.

Luego de vestirse, llegó a la sala de estar, dónde se encontraba Chris, desayunando mientras veía la televisión.

— Buenos días, linda —Axel se sentó a un lado de su amiga y tomó un pedazo de manzana del plato de su amiga.

— Buenos días, ¿qué tal tu primer día de trabajo? —los ojos de Chris estaban hinchados debido al llanto y Axel no quiso hacerle preguntas incómodas.

— De locos —esa era la mejor forma de describir el día anterior.

— ¿Viste a Bella?

— No solo a Bella. Gracias —dijo, cuando Claire le llevó un tazón con frutas frescas y una tacilla con yogurt.

Axel les contó de todo lo que había ocurrido en esas escasas horas que llevaba en Perth, desde el reencuentro con su hermano, recordarse a sí misma que Kevin era su jefe, por último, habló sobre Mario.

— ¿Me estás diciendo que ese desgraciado está trabajando en el mismo lugar que tú? —Christina se alteró al escuchar eso último.

— Sí, así como lo escuchas... Relájate, mujer.

— Deja que me dé un baño rápido y traeré de las bolas a ese hijo de puta, si es necesario —Chris se levantó del sofá y un mareo la hizo caer de regreso.

— Hey, mujer maravilla, tú no irás a ningún lado — Axel le riñó, pero Chris se volvió a poner de pie y se encaminó hasta su habitación—. Christina, ¿con que excusa irás a armarle un escándalo a ese hombre si no tenemos ninguna prueba en su contra?

Christina rebatió en un cajón de su mesa de noche y tiró al suelo la ropa que había dentro.

— No puede estar así de alterada —comentó Claire, quien estaba junto a la puerta con Axel, ninguna de las dos dejaría a esa mujer salir de ese cuarto.

— ¿Quién dice que no tienes ninguna prueba en contra de ese maldito? —Chris le extendió un sobre de manila marrón, arrugado y roto.

Axel abrió el sobre, con cierto recelo y cuando sacó el contenido varias de las hojas cayeron al suelo.

Involuntariamente, las lágrimas salieron de sus ojos y toda la rabia que no sintió en el momento en el que vio esas fotografías por primera vez, la sintió en ese instante.

— Chris...

— Yo tomé esas fotografías del suelo en aquel momento porque supe que este día llegaría, las necesitarías y aquí están —Chris estaba llorando nuevamente y sabía que era por enojo—. Yo estuve presente ese día Axel, en el que Dominic cometió la estupidez de acusarte, así sin más, yo vi cuánto te dolió el rechazo de tu familia y no pude hacer nada, pero ahora, con ese hombre tan cerca, es tiempo de que toda la verdad sea dicha, no porque quieras que Dominic, tu madre o tu hermano sepan que no hiciste nada malo, sino porque estás en tu derecho de saber qué ocurrió en realidad y saber que de medidas tomar en el caso. Ese hombre y Elsa cometieron varios delitos y tenemos estás fotografías como prueba.

Axel dejó de llorar y prestó atención a las palabras de su amiga y muy en el fondo vio que su problema podría tener solución, luego de seis años.

— De acuerdo, lo haré, buscaré toda la verdad detrás de esto, pero no hoy ni mañana sino con tiempo y ayuda. Yo conozco de leyes lo mínimo y no quiero que este imbécil se me escape, al igual que la desgraciada de Elsa.

Claire le aplaudió su valentía y también estuvo dispuesta a ayudarla en todo lo posible.

Trató de dormir un poco después de eso y logró conseguirlo con algo de dificultad a pesar de lo agotada que se encontraba y no mucho tiempo después de haber cerrado los ojos, escuchó la voz de Claire, llamando en voz baja.

— Venga, cariño, despierta.

El suave susurró de la mujer le incomodó ya que tenía un sueño del demonio y quería dormir un poco más.

— Me acabo de acostar, Claire —se quejó ella, dándole la espalda.

— Tú me pediste que te despertara a esta hora, así que ponte en pie, niña —Claire le dio una fuerte palmada en el trasero que la hizo levantarse de un salto de la cama.

— ¡Ay, me dolió! —se quejó. Claire sonrió.

—Ven a tomar la merienda con nosotros, Thomas y una sorpresa más están aquí.

Axel llegó a la sala más dormida que despierta y se topó con su hermana, conversando amenamente con Thomas y Chris.

Axel corrió al verla.

— Yo sabía que estarías acá. Billy me ha llamado y está que no sé la cree todavía.

— Bueno, ya somos dos —comentó Axel, robando la comida del plato de Bella—. Tengo hambre, lo siento.

— Oye —Chris captó su atención—, estás segura de que no estás embarazada, digo, últimamente andas con un hambre voraz.

Pudo sentir la mirada de todos encima de ella, expectantes por una respuesta.

— Ya lo quisieras tú, mi vida. No, no estoy embarazada, te lo aseguro —respondió, con total seguridad.

Chris se encogió de hombros y continuó comiendo de su pan con almendras que Claire le había preparado.

Todos empezaron a relajarse cuando el timbre de la entrada les hizo pegar un brinco debido al susto.

— ¡Vivian! —exclamó Claire, en voz alta, luego de abrir la puerta.

— ¡Mierda! —dijo Chris, a la vez. Se bajó de la silla del comedor y salió corriendo al cuarto.

— ¿Quién es? —le preguntó Axel a Thomas, en voz baja.

— La madre de Richard y Dominic —respondió Thomas, levantándose de la silla. Se dirigió hasta donde las dos mujeres se estaban saludando en la entrada de la casa.

— Bella, será mejor que tú y yo salgamos un rato —le informó a su hermana.

Bella la siguió hasta la habitación en la que se estaba quedando y corrió a cambiarse la ropa, hacia una tarde preciosa así que se enfundó en un vestido corto que jamás pudo utilizar en casa debido a la baja temperatura, junto con unos zapatos de tacón alto. Si se quebraba un pie, lo haría con todo el gusto del mundo.

Bella le ayudó a maquillarse y sabía a lo que se a atenía cuando le prestaba su rostro a su hermana. Hasta a ella misma le costaba trabajo reconocerse luego, pero está vez, se sintió segura al llevar todos esos productos que la hacían lucir más confiada.

Salió a la sala de estar en compañía de Bella y topó a Vivian Bryce a unos cuantos pasos de ella.

— Buenas tardes, señorita Alwood.

El tono en el que la madre de Dominic le saludó no se parecía en nada al tono de voz con el que se había dirigido a ella las pocas veces que le había hablado.

— Buenas tardes, señora Bryce —Axel trató de responderle lo más cordial que se pudiera.

— ¿Podemos hablar usted y yo un momento, por favor? —le pidió la mujer. No le estaba agradando su forma de verla, la hacía sentirse atacada y a la defensiva.

— Claro, pero puede decirme lo que sea aquí mismo, por mí no hay problema.

— Muy bien, si así lo prefiere —la mujer mantuvo una distancia prudente de Axel, pero su postura era de completa seguridad—. Seré directa con usted. Le quiero pedir que se acerque más a mis hijos. Ya sé quién es usted y también sé que fue la causante de que Dominic cayera en ese maldito estado de depresión hace seis años.

Axel se esperaba cualquier cosa menos eso y se sintió tan mal e incómoda de tener que estar escuchando esas cosas a esas alturas, que no supo si reír o llorar.

Sabía que eso había sido obra de Elsa, estaba absolutamente segura de eso.

— Vivian, tú no sabes...

— No Claire, déjala —Axel interrumpió a su amiga y está vez se dirigió a la otra mujer—. Señora Bryce, créame cuando le digo que lo último que yo deseo es estar cerca de su hijo Dominic, si solo dependiera de mí, nuestros caminos jamás se hubiesen cruzado nuevamente. Y con respecto a Richard, bueno, ese cabezota es mi mejor amigo y no voy a dejar de hablarle solo porque usted me lo pide. Con su permiso —finalizó, dándole la espalda.

— ¿Sabe a quién debería enviar por un caño y a la mierda? —Bella se detuvo antes de llegar a la salida y se dirigió a la madre de Dominic—. ¡A la puta que tiene por nuera! Dígale a esa maldita chismosa que yo dije eso.

— Isabella, camina —Axel tomó de la mano a Bella y ambas salieron de la casa.

Axel no estaba molesta con la señora Bryce, al contrario, la veía como una mujer valiente y decidida a lo que fuese por el bienestar de sus hijos, pero no pudo evitar sentirse mal por como la había tratado, como si ella fuese alguien que no valiese la pena.

— Esa maldita bruja —gritó Bella, a los cuatro vientos—. Estoy segura de que fue ella quien contó todo, claro, dicho todo para conveniencia de ella.

Axel también estaba segura de eso, pero no deseaba arruinar su día pensando en esa mujer.

Pasaron una tarde muy agradable mientras veían una película, la cual solo soportaron ver la mitad debido a lo terrible que estaba la trama, Axel acompañó a Bella a ponerse un aro en el ombligo y Bella soportó pasar más de una hora mientras Axel escogía que libros llevarse para tener algo más variado que leer en casa y no tener que esperar a que llegarán por el correo.

— ¿Mañana te veré otra vez? —preguntó Bella, cuando Axel la dejó unas cuantas calles de la que alguna vez fue su casa.

— Ten eso por seguro —Axel le sonrió y la abrazó con fuerza. Cuanto había extrañado a esa enana gruñona.

— No dejes que nada de lo que diga esa bruja, te afecte, tú eras y siempre serás mejor que ella y lo sabe, por eso trata de boicotearte con todo el mundo, pero no lo logrará.

— Eso lo sé —Axel se despidió una vez más de su hermana y retomó su camino a casa de Christina. Realmente deseaba que la señora Bryce se hubiera ido para ese momento, aún tenía un poco más de un par de horas para entrar a trabajar, pero deseaba ir a quitarse los zapatos que la estaban matando.

Llamó por teléfono a Claire para estar segura.

— Cariño, lo siento tanto —dijo la mujer una vez que ella se identificó, antes que cualquier otra cosa.

— Tú no tienes la culpa de nada, Claire, ni siquiera esa señora la tiene. Pero dime, ¿ya se fue?

— Aún no, está hablando con Chris.

— No está siendo pesada con ella, ¿verdad? —si esa señora se ponía grosera con Chris, ahí si la escucharía.

— Que va, está emocionada de que al fin será abuela.

Eso estaba mejor.

— De acuerdo. Tengo que resolver unos asuntos por aquí así que iré directo al hospital para no se preocupen —en realidad, no tenían ningún lugar al cual ir, pero no quería que sintieran pena por ella.

— Muy bien cielo, cuídate.

Cuando llegó al hospital, sentía los pies hechos pedazos, había caminado por horas en todas las direcciones posibles hasta que llegó su hora de entrada.

Como se había hecho de noche, el corto vestido que andaba era de lo más inadecuado para el frío que estaba haciendo.

— Vaya, aquí si se ven cosas bonitas —comentó casanova McGrath, cuando la vio ingresar a la unidad. Estaba segura de que antes de que ella llegase, él estaba coqueteando con Maia.

— Buenas noches, doctor McGrath —le saludó ella, luego de saludar a Maia, quien sonreía divertida al ver el espectáculo que estaba montando médico.

— Baxter, dime qué no merece la pena el esfuerzo que estoy haciendo para coquetear con la señorita...

Axel sonrió involuntariamente al ver cómo ese tipo ni siquiera recordaba su nombre y decía estar ligando con ella.

— Axel Alwood —le dijo Kevin a su colega, luego de apenas voltear a verla—. Por favor, comuníqueme con el jefe de cardiología pediátrica —le pidió a Maia, quien corrió a hacer lo que le estaban pidiendo—. McGrath, necesito que me haga un favor —el cirujano asintió con la cabeza—. Ya deja de coquetear con todo el personal femenino del hospital.

Axel se dio la vuelta de inmediato, apenas a tiempo para que no la vieran reírse en voz baja y corrió al cuarto de enfermeras cambiarse.

Una vez lista, salió para ver qué debía hacer

— Esta mañana ha habido un ingreso especial a la unidad —Kevin comenzó a explicarles a todos, antes de dirigirse a los post operatorio—. Su nombre es Gena Miller, tiene doce años y ha recibido un trasplante de corazón no hace más de seis meses,  su sistema inmunitario ha estado dando problemas, así que será tratada con inmunosupresores . En este momento, esa niña será la prioridad de ustedes dos —Kevin la señaló a ella y a Maia, la cual abrió los ojos enormemente, pero no dijo nada—se turnarán para estar con ella y en cuanto a ustedes dos, todo sigue como siempre.

Axel desvío la mitad hacia Mario, quien la veía de reojo y parecía furioso. Pudo notar que tenía el labio roto y el cuello de la camisa estaba arrugado. Seguramente alguna de las enfermeras con las que se acostaba le había dado su merecido.

Dejó Mario a un lado y con Maia, quedaron en que primero iría la morena y luego la otra y Axel no tuvo ningún problema con eso.

Había ido a la cafetería por algo para comer y mientras se terminaba su tercer cupcake, sintió como todo su estómago se revolvía al percibir el olor del huevo en dicho pastelillo, pero prontamente esa horrible sensación desapareció y las palabras de Chris, esa misma tarde, volvieron a su mente y le dieron vueltas en la cabeza por un largo rato.

Embarazada.

¿Podría estarlo? No, claro que no. Tenía su periodo con regularidad, ese mismo mes le había bajado como siempre.

Esa mujer estaba loca, pero más loca estaba ella, al encontrarse a sí misma, tomando a escondidas una de las pruebas de embarazo que había en la enfermería.

Corrió en dirección al baño cuando una figura femenina le cortó el paso.

Volteó a ver a la mujer con mala cara cuando supo de quién se trataba.

Elsa, la bruja en persona.

Iba a quitarla de su camino, pero la mujer se adelantó ella y le dio tal bofetada que la logró desestabilizar e hizo que cayera al suelo la prueba de embarazo. 

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