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Capítulo 21

"Relájate y respira profundo"

Llevaba repitiéndose ese mismo mantra desde que salió de su casa y ahora que había llegado a Perth, supo que no había funcionado para nada. Estaba con los nervios a flor de piel y estaba segura de que sentía más náuseas que Chris quien era la embarazada.

Tal vez fuesen ideas suyas, pero todo estaba tal y como lo recordaba, las calles por las que caminó miles de veces cuando iba de camino a casa o a la escuela, los parques, con su pasto verde y decenas de flores en su máximo esplendor, invitaban a niños y grandes a visitarlos, los locales comerciales, las personas que pasaban eran tanto conocidas como desconocidos.

Sentía tanta añoranza y miedo al mismo tiempo.

Cuando entraron al campus de la universidad Axel sintió que el corazón de le encogía de pura nostalgia. En ese lugar había empezado parte del sueño que estaba cumpliendo ahora.

Le había pedido a Thomas que la llevara al campus para darle una sorpresa a Bella, la chica no sabía que iría a la ciudad.

Cuando bajó del auto, el hombre le sonrió con complicidad.

— Recuerdo la primera vez que te traje a este lugar — Thomas seguía siendo el mismo se antes incluso.

— Muchas gracias, por seguir trayéndome —Axel le dio un pequeño beso en la mejilla.

Corrió por el campus hasta la facultad de derecho y buscó por varios minutos a su hermana entre el gentío y la vio en el área de comida, pero no estaba sola y con quién estaba, parecía estar discutiendo, con forme más se acercaba fue identificado a la figura masculina que estaba con ella.

Tenían una mezcla de desconcierto y sorpresa.

¿Qué hacía Bella discutiendo con su jefe? Y más importante, ¿Desde cuándo se conocía ese par?

Se acercó lo suficientemente, como para escuchar a su hermana decir:

— Alex, no, ya tuve más que suficiente de esto.

—Isabella, por favor, debemos hablar de esto en otro lugar.

— Bella... —apenas logró que la voz le saliera, pero tanto su hermana cómo el médico la voltearon a ver.

Los ojos grises de su hermana se abrieron enormemente y el médico apenas si se sobresaltó ante su presencia. ¿Cómo había llegado a Perth tan rápido?

— ¡Axel! ¿Qué haces aquí? —Bella observó al doctor con rapidez y luego a su hermana.

— Vine a darte una sorpresa, pero la sorpresa me la he llevado yo. ¿Doctor Haez, qué está haciendo aquí? —esta vez fue directo a su jefe, quien no la veía a ella sino más bien a Bella.

— Vine por unos asuntos personales, Alwood —fue su respuesta.

Asuntos personales. ¿Qué tenía que ver su hermanita con los asuntos personales de ese hombre?

— Axel, ven vamos —Bella le tomó de la mano y la alejó lo más posible de su jefe, quien no parecía en lo absoluto al hombre seguro de sí mismo que ella conocía y que había visto menos de veinticuatro horas atrás.

— Bella, explícame...

— Lo haré, pero no aquí frente a Alex.

Axel tenía muchas preguntas que hacer, pero tenía razón no podía ni quería hablar delante de su jefe con ella.

Se encaminaron hasta el café que estaba frente al campus y el dueño del lugar la reconoció por lo que Axel se dispuso a saludar con buena cara y esperar a que terminara el cuestionario del hombre, pero una vez ya solas, Bella no tuvo que esperar a ninguna pregunta de su hermana porque comenzó a hablar.

— Conocí a Axel hace un año, él viene a muchas charlas y reuniones aquí a la facultad de medicina y tengo una amiga que asiste a sus charlas. Un día no se sintió bien y me llamó para que fuera por ella y ahí lo conocí —su hermana se detuvo cuando la mesera llevó los cafés y los bollos que habían ordenado—. Nos encontramos en un par de ocasiones accidentalmente y empezamos a hablarnos y no sé en qué parte de la historia me enamoré de él, eso a pesar de que ambos quedamos en que en nuestra "relación de amistad" no habría sentimientos de por medio —Bella aplacó el llanto mientras tomaba café. Axel simplemente​ esperó en aparente calma a que ella acabara—. Sabía que él había estado casado y que su esposa murió muy joven por un cáncer y aun así yo solo deseaba estar a su lado, aunque él continuara amando a su esposa, pero ya no puedo más Axel, te juro que es desgastante tratar de compartir contra un fantasma y saber que al final de cuenta voy a salir perdiendo así que el día del funeral de George le dejé cuando vi el santuario que tiene de su mujer en su oficina, comprendí que yo no sirvo para rogar por el amor de nadie.

Axel estaba agotada, tanto física como mentalmente, debía ir a trabajar esa misma noche y a pesar de eso, logró comprender lo que le decía Bella, pero, nada de eso tenía sentido para ella. No era el hecho de que su hermanita estuviese saliendo con un hombre ocho años mayor que ella —la misma Axel se había enamorado de Dominic, quien también era ocho años mayor que ella cuando tenía la misma edad de su hermana. Irónico—, ni que ese hombre era su jefe, sino que ella no había tenido la confianza para decirle lo que le ocurría.

Se suponía que para eso estaba la hermana mayor para apoyar y tratar de que si iba a cometer errores al menos supiera a qué atenerse. ¿Por qué Isabella no había confiado en ella?

— Dime algo, lo que sea —se quejó Bella, dándole un golpe a la mesa.

— Bella, yo no soy quien para juzgar a nadie por las decisiones que toman, mucho menos después de los desastres que he hecho con mi propia vida. Saliste con el doctor Haez... Alex, rayos es tan difícil llamarle por su nombre de pila, pero bueno, pasó lo que pasó. Lo que me tiene mal es que tú no confiaste en mí y no me dijiste nada por lo que estabas pasando, dices que lo estuviste viendo alrededor de un año y si no es porque lo sorprendí aquí el día de hoy estoy segura de que yo ni me entero. Estabas herida y yo ni me enteré, soy una pésima hermana.

— Lo lamento Axel, esto es tan complicado de explicar, incluso a mí misma y tú tienes tus propios problemas con los cuales lidiar, me pareció muy injusto llegar yo con mis cosas a molestar.

— Tontita —Axel acercó su silla a la de su hermana y la abrazó por los hombros—. Tú siempre, siempre sin importar qué vas a contar conmigo y puedes decirme lo que sea.

— Lo siento Axel, realmente me siento muy apenada por todo esto. Alex es tu jefe y ahora tú ya lo sabes...

— Lo que pase con Haez en el hospital es una cosa muy aparte a lo que sucede fuera de él. Esto no cambia nada.

- Estoy jodida en este tema del amor – Bella sollozó mientras se abrazaba a ella con fuerza.

- ¿Tú estás jodida? – Axel sonrió sin quererlo –. Cariño, si tú estás jodida, ¿en dónde quedo yo con tres relaciones desastrosas de manera consecutiva?

Bella la observó con tristeza.

- ¿Has logrado superar a Kevin y Dominic después de todos estos años?

- Creo que sí, el tiempo es un buen aliado, cura las heridas de manera lenta pero segura.

- ¿Y a Josh?

- Ese es un tema aparte.

Ambas se quedaron en silencio hasta que Bella dejó de llorar por completo.

- Por cierto, ¿qué haces aquí?

- Tu "amigo" Alex, él fue quien me envió para acá y estoy segura de que ahora se arrepiente de haberlo hecho.

- Yo si estoy feliz de que lo haya hecho. Te extraño tanto, Axel.

- Y yo también a ti, Bella, pro creo que debo marcharme a casa de Chris – Axel pagó las bebidas y ambas salieron del local.

- ¿Por qué te estás quedando con Chris? ¿No se supone que ella está cuidando de Richard?

Axel le contó por lo que estaba pasando la pareja en ese momento y Bella sintió pena por ellos.

- Mira la hora que es, mi profesora me va a matar – Bella se fijó en la pantalla de su móvil y palideció. Axel sonrió al verse a sí misma reflejada en su hermana.

- Ve tranquila, estaré en casa de Chris por hoy por si quieres ir.

- ¿No irás a ver a mamá? – Bella la miraba expectante de alguna respuesta.

- Iré a caminar un poco, Bella. Necesito reconocer este lugar – fue todo lo que dijo.

- Te aseguro que estaría muy feliz de verte también, pero es tu decisión – Bella besó su mejilla y salió corriendo en dirección al campus.

Se quedó pasmada justo en ese sitio más tiempo del necesario y varias personas que pasaban por el lugar la veían con desconfianza, así que se obligó a sí misma a desplazarse a otro sitio.

Caminó muy despacio mientras intentaba sentir la sensación que siempre le había embargado al caminar por las calles adoquinadas de su ciudad, pero por más que sentía nostalgia en realidad, hacía tiempo que ese ya no era su hogar y le dolía pensar de esa manera. En Perth había nacido, vivido la mejor infancia del mundo, rodeada de su familia y amigos, personas a las que adoraba más que a nada, se había enamorado por primera vez y había amado como nunca se creyó capaz de hacerlo y le costaba trabajo sentir que formó parte de esa comunidad algún día.

Se dirigió al único lugar en donde estaba alguien que no la juzgaría, no la observaría con resentimientos y más importante, no le daría la espalda. Cuando se dio cuenta ya estaba de pie junto a la tumba de su padre.

- Hey –le saludó, limpió un poco la fina capa de polvo que había sobre la cerámica y se sentó –. Tienes derecho a estar enfadado conmigo, lamento tanto no haber venido en todos estos años, pero veo que estás bien —sonrió al ver las flores que apenas se estaban marchitando. Su madre seguramente se encargaba de ir con frecuencia—. Mamá te está cuidando muy bien, eso es bueno... Papá, ¿me das un consejo? ¿Qué debo hacer con mi vida? Ahora ya no sé que rumbo debo tomar, aquí no tengo a nadie y en casa tampoco. Estoy sola —lloró sin poder evitarlo, llevaba demasiado tiempo reprimiendo tantas emociones que fue inevitable no hacerlo—. Dime qué hago, ¿Acaso debo irme de donde estoy?... Ya sé que estoy huyendo nuevamente, pero es lo único en lo que soy buena últimamente, ¿debo regresar para perder una vez más?

Las personas que pasaban cerca de donde ella estaba la veían con pena. Seguramente creían que había perdido a su ser querido muy recientemente.

Se limpió las lágrimas y tomó aire en varias ocasiones para calmar, pero era imposible, apenas lograba respirar con algo de normalidad volvía a llorar presa del dolor.

Se dijo a sí misma que merecía llorar un poco, así que apoyó la cabeza en la cruz que había en la tumba y se abrazó las piernas con fuerza mientras se rendía y nadie le decía nada.

Supo que se estaba haciendo tarde cuando vio los rayos del sol ocultarse y el cielo antes azul claro pasó a un gris opaco.

— Tengo que irme por hoy papá, pero te prometo que vendré pronto y de mejor humor — sentía los ojos pesados y sabía que se le habían hinchado por tanto llorar, pero no le importó—. Te amo tanto, mi viejito.

Le costó un poco de trabajo ponerse en pie ya que uno de los pies se le había adormecimiento, pero aún así logró hacerlo y casi cae debido a la impresión de ver a quien se encontraba a pocos metros de distancia de ella.

Los ojos grises de Billy estaban abiertos tanto como los de ella y algo enrojecidos.

Su hermano no se encontraba solo, junto a él estaba una pequeña niña y supo de inmediato que era su sobrina.

Axel no podía dejar de ver a ninguno de los dos. Eran idénticos.

Sentía el corazón latir hasta su garganta y el pánico de presenciar un nuevo ataque de enojo de Billy pudo más que la emoción que le causaba verlo nuevamente.

Estaba bastante cambiado, la apariencia desgarbada que siempre le había caracterizado había desaparecido al igual que sus facciones aniñadas apesar de ser un hombre de treinta y un años, su rostro se había endurecido, sus arrugas alrededor de los ojos eran más marcadas y le daban una apariencia algo peligrosa.

Una mujer de una estatura considerable y muy guapa se acercó a su hermano y a la pequeña y la observó a ella con asombro.

—Ven, cariño —tomó a la niña en brazos y le depositó muchos besos en las mejillas—. Papi nos alcanzará pronto —la mujer acarició el antebrazo de Billy y este pareció salir del trance en el que se encontraba.

Axel aprovechó la distracción que creo la mujer de su hermano y se preparó para huir. Se lo había dicho a su padre, era excelente en huidas.

Pasó al lado de su hermano con rapidez, pero este fue más rápido que ella y le tomó de la mano con fuerza.

Axel jamás tuvo miedo en que su hermano fuese a dañarla físicamente, ni siquiera en el pasado cuando eran niños y jugaban de manera brusca, pero en ese momento tenía que aceptar que estaba temblando de miedo.

— Espera —susurró Billy. Soltó su mano y por la mente de Axel pasó la idea de salir corriendo ahora que tenía la oportunidad, pero se quedó quieta como una estatua. Billy se dio la vuelta y la atrajo a sus brazos con un fuerte abrazo.

Axel no supo como reaccionar, pero al escuchar a su hermano sollozar la hizo caer nuevamente en el llanto, pero en esa ocasión no estuvo sola.

— Mi hermanita, mi pequeña Rose —susurró él, acariciando su cabello con delicadeza—. Lo siento mucho... Realmente lo siento. Perdóname.

— Billy.

Había guardado durante esos seis años un gran resentimiento hacia su hermano y creyó que iba a ser así por siempre, pero ahora que estaba abrazada a él no sentía enojo, ni ningún sentimiento negativo lo cual, la dejaba con un enorme vacío. Durante esos seis años había sido hermana mayor y se había olvidado de que también era hermana menor y que necesitaba de su hermano y su cariño.

— Volviste a casa.

No sabía que decir, en realidad ella no había vuelto a casa, la habían enviado a la fuerza, pero eso se podía discutir luego.

— Te extrañe tanto —dijo entonces, abrazándolo con más fuerza.

— Yo también, Rose. Todos te extrañamos.

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