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Capítulo 17

Axel no tenía noción de cuantas horas llevaba de pie sin probar bocado alguno, pero no quería detenerse en su labor porque sabía que si lo hacía se derrumbaría en cualquier instante. Ya había pasado su hora de salida, pero estaban necesitando personal y ella no quería volver a casa cargando un peso más sobre su espalda.

Había discutido con Christina temprano en el hospital a causa de eso mismo, Axel estaba segura de que George estaba muerto por culpa de ella, él debió haber estado en otro lado, descansando o desayunando o simplemente haciendo cualquier otra cosa, pero no junto a ella, había sido su culpa que él recibiera ese disparo al igual que Dominic.

Fue tan difícil decirle lo ocurrido a Maddox, ese hombre se había derrumbado frente a ella, desconsolado y deseo desaparecer de la faz de la tierra. La culpabilidad la estaba matando a pesar de que Maddox también decía que no era culpa de nadie lo ocurrido.

Luego de asegurarse de que Josh estuviese ileso – a pesar de regañarse mentalmente por eso, él no merecía su preocupación –, darle la mala noticia a Maddox y volver a ver a Claire después de tantos años se concentró toda su atención en el trabajo y no permitió que la presencia de Dominic en el lugar le afectara, ni siquiera su inquietante mirada clavada sobre ella todo el tiempo.

Estaba agotada, de todas las maneras posibles, pero estaba convencida que podía dar más de sí misma.

Por un momento tuvo que apoyarse en una puerta para tomar un respiro y se sintió mareada de pronto. Justo en ese momento el doctor Haez y jefe de emergencias decidió intervenir.

- Muy bien, Alwood, es hora de que te vayas a casa.

El médico se postró delante de ella con los brazos cruzados sobre su pecho. No parecía estar de humor.

— No, doctor Haez... A casa no, quiero quedarme y ayudar –el pánico la invadió al imaginarse en casa, sola, con demasiadas ideas en mente y ninguna buena

- En tu estado no estás ayudando a nadie – Haez la guio hasta la sala de descanso del personal médico y la obligó a sentarse en uno de los camarotes que estaban vacíos –. Ve a casa, come algo y descansa unas cuantas horas, luego de eso podrás regresar – le ordenó –. Si te veo rondando por aquí en los siguientes cinco minutos no te salvaras de una buena amonestación.

- Se necesita personal...

—Se necesita personal, si –coincidió el hombre, observándola con el ceño fruncido. Tenía muchas arrugas en la frente para solo tener veintiocho años—. Pero tú no estás en condiciones de atender a estas personas, ellos necesitan de alguien que les brinde seguridad y les calma por lo que acaba de ocurrir y tú no les estas ofreciendo nada de eso y no te estoy culpando por sentirte cómo te sientes, pero debes saber que todo tiene un límite y el tuyo acabo hace mucho.

Axel apretó con fuerza los puños y trató de mantener a raya sus lágrimas, pero fue imposible y el doctor simplemente la observó sin decir nada mientras ella se desahogaba.

Él tenía razón, ella no se encontraba bien y eso lo estaba transmitiendo a los pacientes que necesitaban alguien que les diera la seguridad que ellos habían perdido.

- Será mejor que me vaya, por unas cuantas horas – accedió, luego de secarse las lágrimas. Haez solamente asintió con la cabeza y salió de la habitación.

Axel se dirigió al baño antes de marcharse y se topó con Amanda, quien estaba en un rincón llorando. Cuando la vio se puso de pie de inmediato y se corrió a lavarse el rostro enrojecido por el llanto. Amanda, al igual que George, Eva y ella, habían estudiado juntos. Habían pasado tantos años siendo compañero de escuela y trabajo.

Ninguna de las dos se dirigió la palabra, pero a través del espejo se observaban una a la otra.

- ¿Sufrió mucho? – Amanda fue la primera en romper el silencio y Axel sintió como se le aceleraba el corazón.

- Realmente espero que no – fue todo lo que respondió ella. Se echó agua en el rostro y salió del baño sin molestarse en secarse.

Agradeció no toparse ni con Josh ni con Dominic. No deseaba que la vieran así de derrotada.

Fue por sus pertenencias y cuando firmó su salida en el puesto de enfermeras se cruzó en el camino con Christina, Claire y Thomas.

- ¿Ya te vas a casa? –preguntó Chris, pasándole un brazo por los hombros.

- El jefe me ha obligado. Hola Thom – saludó al hombre, no había tenido oportunidad de saludarle desde que lo había visto nuevamente. Era el mismo Thomas que recordaba, solo que estaba un poco más robusto y lo mismo aplicaba para Claire. Vaya par, ambos casados. Quién lo diría.

- Hola señorita Alwood –le saludó Thomas, tan cordial como siempre.

- Llámame Axel, por favor –le pidió al traerle recuerdos del pasado que deseaba no traer a colación en ese momento.

- ¿Dónde estás viviendo, cielo? – Claire tomó la bolsa de Axel y se la dio a su esposo para que este la cargara. Axel sonrió sin quererlo.

- No muy lejos de aquí. ¿Quieren venir conmigo? – les ofreció al encontrar la solución para no quedar sola. Estaba usando a sus viejos amigos, pero realmente los necesitaba.

Claire sonrió de lo más animada y Christina entrecerró los ojos, adivinando que se proponía.

Thomas y Claire se marcharon en su auto mientras seguían Christina y Axel, quienes se fueron en el auto de esta última.

- Eso de usar a tus amigos para no estar sola, Alwood, es bajo, justo, pero bajo – Christina iba conduciendo ya que Axel no se encontraba en las condiciones para hacerlo por sí misma, eso sin contar que la nieve estaba empeorando y podría ocasionar un accidente.

- No estas obligada a venir si no quieres – Axel no abrió los ojos ni siquiera para responderle, pero escuchó la pequeña risa que soltó su amiga.

- No, estoy ansiosa por esta reunión, además, Claire cocina de maravillas y cuando vea que no tienes nada decente que comer en tu casa, pondrá el grito al cielo y hará manjares en esa cocina.

Axel abrió los ojos y le dedicó una mirada irónica a su amiga.

- Yo uso a mis amigos para no estar sola, y eso es bajo, pero tú los usas para comer delicioso, ¿y eso si está bien?

- Estoy embarazada, se vale – Chris se encogió de hombros.

— Ahora si estás embarazada —murmuró Axel, observando a través de la ventana del auto. Las personas caminaban por las calles muy bien abrigadas para poder protegerse del frío que en esa época calaba hasta el alma. Todos parecían alertas ante lo ocurrido. No dejaban de ver cada auto que pasaba para ver si reconocían a las personas. ¿Estarían entre ese montón de personas los padres de George? No los había visto en el hospital.

Llegaron al edificio de Axel y los cuatro se dirigieron hasta su piso y Claire quedó encantada con el pequeño lugar.

- Este lugar es tan tú, Axel – dijo Claire, sonriendo –. Es lindo, acogedor y cálido... ¡Oh, por Dios! ¿Este es tu prometido, del que me habló Chris? Pero si es el oficial que me presentaste esta mañana – Claire tomó la fotografía de Axel y Josh y abrió mucho la boca, totalmente fascinada –. Es mucho más guapo en persona. Déjame ver ese anillo de compromiso.

Axel rápidamente fijó la mirada en su dedo anular y sintió una opresión en el pecho al no encontrar el anillo en su lugar y en lugar de eso, solo había una pequeña marca que dejaba en evidencia que allí había habido un anillo no hacía mucho tiempo.

¿Qué se había hecho ese anillo? ¿Dónde lo había dejado perdido?

Un nerviosismo inexplicable se apoderó de ella y corrió a su habitación para buscarlo.

Nunca se lo había quitado, ni siquiera al inicio de su ruptura amorosa y estaba segura que lo llevaba consigo esa misma mañana... Debía encontrarlo cuanto antes.

- ¿Qué pasa? – Christina ingresó a la habitación y se sentó en la cama.

- Perdí mi anillo – murmuró ella, sentía un enorme nudo en la garganta.

- Oh, cariño. Lo lamento.

Axel continuó la búsqueda y se encontró con las alianzas de boda en el closet, que ella y Josh había ido a escoger al siguiente condado unas semanas después de que este le pidiera matrimonio. Incluso estaba el vestido que se suponía se pondría para después de la ceremonia formal, era un hermoso vestido blanco que había sido diseñado solo para ella. Observó todo por un largo rato y se sintió furiosa consigo misma por estar comportándose de esa manera tan infantil. Había perdido a un amigo hacía pocas horas atrás y ella estaba entrando en pánico porque había perdido uno objeto que ya no valía de nada.

¿Qué estaba pasando con ella?

Arrojó las alianzas al basurero que tenía en la habitación, junto con la lencería que había comprado para su noche de bodas y el vestido a un lado y se recompuso al cabo de un rato.

- Esa es mi chica – Christina la abrazó con fuerza y Axel asintió con la cabeza –, pero me parece que esto deberías conservarlo. Es sexy – Chris sacó la lencería negra aun en bolsa del basurero y lo colocó al pie de la cama.

- Niñas, ¿Cómo piensan que las alimentare si no tienen absolutamente nada en esta casa? ¿Dónde está el supermercado en ese tempano de hielo al que llamas hogar? – Claire asomó la cabeza y ambas chicas se carcajearon.

Esa era la Claire que recordaba. Protectora, al igual que una madre. Christina tomó la palabra.

- Iré con Thomas, tu cuida de esta mujer y de que no tire toda la casa ahora que está entrando en razón –se levantó y se alisó la falda de color marrón y ceñida al cuerpo que andaba. ¿Cómo podía andar falda con ese frío del demonio?

- De acuerdo, trae de todo lo que sea posible. No miento cuando digo que aquí no hay nada que no sea comida congelada y para recalentar.

Claire ingresó a la habitación y se despidió con un cálido abrazo de Chris y ambas quedaron a solas.

- Linda, no sabes cuánto te extrañé – Claire le palmeó la espalda con delicadeza mientras Axel apoyaba la cabeza en sobre su hombro. Siguió la mirada de la mujer y estaba posada sobre el vestido, que, al tirarlo, este se salió de la bolsa y algo de la tela blanca quedaba sobresaliendo, como burlándose de ella.

- Yo también te extrañé, Claire y a Thomas –. Axel cerró los ojos, ahora que estaba en su casa y en su cama, todo el cansancio que tenía acumulado estaban haciendo mella.

- ¿Quieres hablar acerca de la interrupción de tu matrimonio? – Claire nunca cambió su forma de ser, directa y al punto.

— ¿No te lo dijeron Christina y Richard? –Claire negó con la cabeza–. Josh Park, así se llama el imbécil que te presenté hoy, tuvo la brillante idea de engañarme a solo unas semanas de nuestra boda.

- ¡No puede ser posible! – exclamó Claire, indignada.

- Bueno, si es posible y ahora no sé qué hacer – no sabía si era el cansancio o la confianza que tuvo con Claire desde un inicio lo que la estaba haciendo hablar y decir cómo se sentía, pero era un alivio hacerlo.

- ¿Amas a ese muchacho? – Claire se acomodó en la cama y no despegó la mirada de la de Axel.

— Sí, lo amo. Y todos los días desde que me separé de él, lo extraño tanto —se bajó de la cama y fue a acomodar el vestido en su lugar. La suave seda la tentó a querer sacarlo por completo y ver el vestido que con tantísimo cuidado había recogido para ese día tan especial—. Siento que no voy a poder seguir adelante sin él y otros días no deseo ni escuchar su nombre, lo cual en este pueblo de solo seiscientos y un poco más habitantes es casi imposible.

- Lo siento tanto, cariño. Siempre desee que fueses feliz. Después de lo de Dom, le pedí tanto a Dios que te encontraras con alguien que viera y valorara lo bella persona que eres y me vengo a enterar de esto. Hay que ver que la vida es una cabrona a veces.

Axel se río de la última expresión de Claire y no pudo estar más de acuerdo.

- ¿Solo a veces? – cuestionó ella.

- Linda, ¿estás segura de que, entre tú y ese muchacho, está todo dicho? ¿No ves una posible solución a su problema? – Claire le acarició los cabellos y Axel cerró los ojos de forma involuntaria.

- Ese es mi dilema a diario, Claire. Temo perdonarle y vivir por el resto de mi vida con esta maldita desconfianza que me ataca y no poder vivir tranquila, pero también temo perderle porque es demasiado importante para mí. Ambos teníamos tantos planes para el futuro – lloró sin siquiera ser consciente de ello y Claire le consoló.

- ¿Y con Dom? ¿Cómo estás con mi muchacho?

La pregunta de Claire la tomó por sorpresa ya que no entendía que tenía que ver Dominic en eso.

- No entiendo a qué te refieres, Claire. ¿Cómo voy a estar con Dominic? Con él no hay absolutamente nada –dejó claro desde el inicio –. Solo está aquí porque su hermano y su cuñada están en este pueblo, de lo contrario estaría en su casa.

- ¿Y no han hablado ni una sola vez en todas estas semanas?

Axel se sonrojo al recordar que hacia veinticuatro horas atrás ella y Dominic habían estado en la cafetería del pueblo, conversando como personas civilizadas.

- En realidad, anoche estuvimos conversando un poco – Claire abrió los ojos con legítima sorpresa, sonrió y las arrugas alrededor de sus ojos se intensificaron. Observó a Axel, pidiendo una mejor explicación de los hechos –. Me pidió disculpas por la forma en la que me trató ese día y yo le pedí disculpas por las cosas que dije igualmente y eso fue todo.

El rostro de Claire era de decepción absoluta al escuchar sus palabras.

- ¿Todavía sigue creyendo que tú le engañaste?

Axel se encogió de hombros y sonrió sin ningún ánimo.

- Ya no me interesa si me cree o no, Claire. Eso ya es algo que no me preocupa, él podrá pasar el resto de su vida culpándome de algo que yo no hice, pero yo estoy bien porque sé que no fui yo quien falló.

- ¿Y le dijiste eso a él? –la mujer mayor parecía realmente interesada en la charla de Dom y Axel, incluso más que la propia Christina y eso ya era decir mucho.

- No con esas mismas palabras, pero sí, lo hice.

- Muy bien hecho, Axel. ¿Y esa bruja de Elsa, permitió que ustedes dos hablaran, así como si nada?

Axel se carcajeo. Claire podía ser muy ingenua a veces.

- Como crees – Axel se recostó en la cama. La almohada estaba caliente y suave y la invitaba a poner su cabeza en ella. Probablemente Christina había incrementado la calefacción antes de salir –. Esa desgraciada se fue no hace mucho. Vivía pegada a él como una sanguijuela, jamás hubiese permitido que le dijera siquiera "A"

- No tienes idea de cuánto me desagrada el verla nuevamente con Dom- Claire negó con la cabeza en señal de desaprobación –. Hizo muy bien su jugada para alejarlo de ti y él por lo dolido que estaba fue permitiendo que se acercara cada vez más y más. Ahora no hay nada que la aleje.

Axel no pudo evitar sentir nada más que lastima por Dominic y en todo lo que debió pasar por culpa de sus propias inseguridades y las mentiras de Elsa.

Bostezó por un largo rato y se abrazó a la almohada.

- Él parece muy cómodo con ella, así que tenerla al lado no debe ser un gran sacrificio tampoco – murmuró. Los parpados pesaban y a cada segundo que pasaba le costaba más trabajo mantenerlos abiertos.

- Las apariencias engañan, cielo – Claire le ofreció un tierno beso en la frente y la cubrió con la manta –. Descansa un poco, te despertaré cuando la cena esté lista.

- Gracias mamá – Axel sonrió al mismo tiempo que caía en los brazos de Morfeo.

Estaba tan agotada que ni siquiera soñó en esa ocasión, lo cual le daba algo de sosiego a su alma.

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