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Capítulo 11

Tras dos horas desde la partida de Christina, Axel decidió acostarse a descansar un rato, pero no paraba de darle vueltas a las palabras de su amiga.

Perdonar. Avanzar.

Esa era una palabra que siempre le fue inculcada en su vida diaria. Su padre y su madre le habían enseñado que el perdonar era una de las más grandes virtudes que poseía una persona, pero Axel siempre tuvo sus dudas con respecto a eso a pesar de que nunca dijo nada. Ella misma había cometido muchos errores que necesitaban ser perdonados y no fue así.

¿Cómo era posible perdona a la persona que la había lastimado con sus palabras? ¿Cómo era posible perdonar a la persona que la había lastimado con sus acciones?

No estaba segura de cómo hacerlo, pero de lo que sí estaba segura era que debía tomar una decisión y pronto para su propio bien porque sentía que se volvería loca en cualquier momento.

Apenas durmió lo necesario y cuando despertó quiso no haberlo hecho, la casa estaba sola, en total silencio, sin ninguna risa, sin el peculiar olor a café con tostadas quemadas con el que solía despertar en la mayoría de las tardes para llevarse la sorpresa de que Josh se había quedado dormido en lo que preparaba algo rápido para comer y no despertarla a ella.

En su mente parecía como si hubiese pasado una eternidad, cuando en realidad solo habían pasado tres semanas desde que él había dejado la casa. No supo en qué momento se había vuelto tan dependiente de Josh y ahora estaba pagando las consecuencias.

Se dispuso a ver la televisión y su mente se despejó un poco al dedicarse a ver su programa favorito que a pesar de ser un programa para personas de menor edad a ella le encantaba.

Se había quedado sin móvil debido a que este se mojó por su brillante idea de salir a correr bajo la lluvia y se preguntó porque no se había deshecho de ese aparato con anterioridad, era grandioso estar fuera del área de cobertura de todo el mundo, no estar localizable para nada bueno ni malo.

A penas eran las cinco de la tarde y se encontraba sola sin hacer nada productivo, así que decidió salir a distraerse, aunque fuera sola, no importaba, era mejor que estar en casa lamentándose.

Se arregló lo mejor que pudo y se dirigió hasta el bar que recién habían inaugurado en el pueblo y que estaba siendo muy popular entre los habitantes del lugar. Y era el único lugar en el que no recordaría a Josh ya que nunca fueron juntos.

Cuando iba de camino para el lugar no se imaginó que este fuese tan concurrido de personas, en su mayoría jóvenes entre los dieciocho y veinte y tantos, a pesar de solo tener veintiséis años se sentía como toda una anciana en comparación de los chiquillos entraban y salían, pero todo eso quedaba a un lado ya que había logrado su cometido principal, con el escándalo de la música electrónica y las charlas en voz alta de los clientes, le era imposible concentrarse en sus propios pensamientos.

No era la persona más diestra para la bebida, pero en ese momento necesitaba sentir el calor que le quemaba todo a su paso cuando el alcohol recorría por su garganta.

¿Acaso podía sentirse más patética? Estaba sola en un bar, cuyo público eran chicos, bebiendo como si no hubiese mañana. Un tipo había tratado de ligar con ella, pero lo despidió de inmediato al ver lo que se proponía, aunque le había hecho el favor de invitarla a un par de copas más.

- Esto es una estupidez – se dijo a si misma luego de que su vecino de asiento se marchara con otra chica que si le había puesto atención. No habían pasado ni una hora cuando decidió que debía irse a casa, esa salida había sido terrible y, además, estaba algo alcoholizada y no era una ebria con dignidad.

El aire frío y fresco de la noche le pegó de lleno en el rostro y el leve mareo que venía sintiendo se incrementó más desde que salió del local.

Otro error que había cometido fue ir en zapatos de tacón alto, a cada instante sentía como se le torcían los pies debido a su poca estabilidad.

Llegó hasta el parque infantil y se sentó al final del tobogán de plástico amarillo que estaba mojado por la lluvia, pero no le importó, necesitaba sentarse porque presentía que caería de nalgas al suelo si continuaba de pie.

Se quitó el calzado y lo dejó a un lado.

- Wish we could turn back time – susurró apenas, traía esa canción pegada desde hacía semanas atrás y le encantaba lo que decía – to the good ol' days... When our Momma sang us... to sleep but know... we're stressed out.

No sabía en qué parte de su improvisada canción comenzó a llorar, pero no le importaba, ya había empezado y no quería parar.

Extrañaba a su madre, sus besos y sus consejos, extrañaba a su hermano y sus fastidiosos sermones sobre la vida, extrañaba su antigua casa, el sofá de su padre, su vieja cama, a sus viejos amigos y compañeros de trabajo, extrañaba cuando era feliz y sin tantas preocupaciones. Daría cualquier cosa por volver a esa época y nunca haber pasado por lo que pasó, daría todo lo que tenía en ese momento por retroceder hasta el día en el que siguió a Bella hasta esa maldita casa y dejarla resolver esa situación a ella sola.

- Eso te pasa por tratar de ser una hermana sabelotodo – se reprendió en voz alta.

El sonido de unos pasos sobre los charcos le alertó que no estaba sola en el lugar y estaba segura de que no se trataba de una madre con sus hijos que salían a pasear a esas horas. Trató de ponerse en pie, pero falló estrepitosamente y su trasero pagó las consecuencias, ganándose un dolor tremendo en el mismo y demasiado lodo en su pantalón nuevo.

Había entrado al parque infantil porque no tenía iluminación por las noches que la delatara por si pasaba algún conocido y ahora se arrepentía, la poca luz de luna que se filtraba por las espesas nubes no eran de mucha ayuda. No tenía nada con que defenderse si se trataba de algún ladrón y el alcohol que corría por sus venas le dio el valor suficiente para levantarse nuevamente y enfrentar a quien fuera que estuviera en el lugar.

Volvió a escuchar más pasos y se puso de pie de inmediato, al igual que sus nervios. Tomando sus zapatos y sosteniéndolos como arma para defenderse y dio varios pasos hacia atrás sin dejar de ver el lugar de donde provenían los pasos, lo peor que podía hacer era darle la espalda a quien fuera que estuviera en el parque con ella.

Estaba borracha pero no era estúpida.

- ¿Qué estás haciendo aquí, sola?

Esa voz. Rayos, la reconocía sin importar los nervios y el miedo que había experimentado segundos atrás.

"Maldita sea mi suerte", pensó con frustración.

La figura masculina se acercó más, hasta quedar muy cerca de ella y Axel pudo medio examinar sus facciones, aunque era difícil por la poca iluminación y su visión borrosa.

- ¿Qué estás haciendo tú aquí? -dijo ella como respuesta a la pregunta que Dominic le había hecho.

- Te llamé dos calles atrás antes de que entraras aquí... creo que no me escuchaste.

Axel realmente no sabía que decir. Dominic le estaba hablando, con toda la naturalidad del mundo. No había desagrado ni odio en el tono de su voz, cosa que la puso más alerta.

¿Dónde estaban todas esas miradas llenas de resentimiento que siempre le regalaba?

- Me has pegado un susto de muerte – le recriminó ella. Que él fuera amable no significaba que ella debía serlo también. Además, no sabía a qué se debía ese cambio de actitud de Dominic con ella y no le daba confianza.

- Lo lamento, no pretendía ni asustarte ni que te cayeras – señaló él su pantalón sucio.

Axel maldijo en voz baja y volvió a centrar su atención en ese hombre tan de repente amable.

- No me has dicho aún. ¿Qué quieres? ¿Pasó algo con Richard?

Esa era la única opción razonable que tenía ese hombre para ir a buscarla y hablarle.

- Richard está bien, no vine a buscarte por eso – Axel suspiró aliviada. Al menos su amigo estaba bien –. Quería saber si tenías unos minutos para mi... quiero decir, para que hablemos.

Axel lo observó y no se molestó en esconder la desconfianza que sentía al oírle decir esas palabras, pero luego se le vino a la mente la charla que había tenido con Chris horas atrás.

Tal vez esa era la ocasión para hablar con la verdad y sin callar nada.

Probablemente había la hora de enfrentar a su pasado al fin, aunque estuviera algo ebria, sucia y con el culo adolorido.

- Ahora mismo no estoy en condiciones de hablar... – ni siquiera estaba en condiciones de mantenerse en pie –. Si me das un tiempo de que vaya a casa y arregle este desastre...

- ¿Quieres que te lleve a tu casa? – se ofreció él.

Axel negó de inmediato con la cabeza, no deseaba que Dominic Bryce supiera donde vivía, eso ya era demasiado.

- Tomaré un taxi... Si quieres nos vemos en una hora... en el café que está frente al hospital.

Lo vio algo dudoso, pero un lugar público sería mejor que un lugar más íntimo y demasiado importante como lo era su casa.

- Me parece perfecto –aceptó él, ofreciéndole una sonrisa algo forzada.

"Somos adultos, somos maduros, podemos hacer esto", se repetía una y otra vez dentro de su cabeza.

- De acuerdo – Axel se despidió con una sacudida de mano y devolviéndole la sonrisa, o al menos una mueca de sonrisa.

- Ok – respondió él alzando apenas la comisura de los labios.

¿Hacía cuánto tiempo que había olvidado la sonrisa de Dominic?

Le dio la espalda lo más rápido posible ante el ataque de nostalgia que le invadió de repente.

A paso lento pero seguro logró salir del parque y tomó el primer taxi que logró divisar.

¿De qué quería hablar Dominic exactamente?

¿Serían capaces de hablar sin discutir?

Apenas llegó a su casa lo primero que hizo fue darse una larga y fría ducha y maldijo por lo frio del agua, necesitaba despejar su mente, sus emociones y sus miedos.

Sabía que no iba para ninguna cita ni nada por el asunto, pero aun así decidió arreglarse lo mejor posible, desde que había vuelto a ver a Dominic siempre estaba con su uniforme de trabajo, en pijamas o como minutos atrás, sucia. Se maquilló un poco para ocultar las ojeras que se cargaba debido a las pocas horas de sueño y se cubrió lo más posible para no dar una impresión equivocada.

No podía negar que estaba nerviosa, por lo cual no podía dejar de imaginarse diversos escenarios sobre esa charla y ninguno era agradable. Habían pasado seis años desde que se habían vuelto a ver y no quedaron en los mejores términos posibles, así que temía lo peor.

No estaba en condiciones de conducir su automóvil así que pidió un taxi para que la llevara al lugar en el que había quedado con Dominic y cuando llegó al lugar el taxista tuvo que expulsarla del auto de manera educada ya que había tardado más de lo necesario en salir.

Se agarró con fuerza del pomo de la puerta del café y se armó de valor para ingresar y chocar de inmediato con la mirada de Dominic, quien ya se encontraba en una de las mesas apartadas del resto del público. Este alzó una mano para que lo viera a pesar de ya haberle visto.

"Espero que esto no sea un desastre", pensó mientras se dirigía a paso seguro hasta la mesa donde estaba sentado el hombre que alguna vez había creído era el indicado para su vida.

- Hola –le saludó ella.

Dominic se puso de pie, se acercó a ella y le ofreció un suave beso en la mejilla, como respuesta al saludo. 

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