Sentía pequeños besos recorriendo su rostro con dulzura.
Uno en la frente, dos en la nariz, varios en cada mejilla, y cuando el más largo se posó en sus labios, no dudo en abrir los ojos y abrazar con fuerza la cintura del menor para pegarlo más a su cuerpo.
—¡Sannie!, Sabía que estabas despierto.— La voz de WooYoung como siempre estaba impregnada de emoción. San, aún adormilado y con el cabello revuelto, fue contagiado por su alegría y una sonrisa tonta adorno sus labios.
—Buenos días Woo, ¿Qué hora es?
—Siete y cuarenta.— Respondió el chorro acurrucadose contra su pecho y guiando una de las manos del otro hacía su cabeza para recibir sus mimos matutinos.
—Es temprano, durmamos un poco más.
—¿Así de abrazaditos?
—Sip.— San apretó el agarré y cerró los ojos, listos para volver al mundo de los sueños.
—No quiero.— El menor se sacudió entre sus brazos cuál sanguijuela y precedió a dejar más besos sobre su rostro.— Se un buen Sannie y alimentame.
—¿Ahora?
—Sí, ahora, ya, vamos.
San estaba a punto de negarse, realmente necesitaba dormir unas horas más para reponerse de la agotadora semana laboral, pero el puchero en los labios del cachorro, sus orejitas caidas y sus oscuros ojos llenos de ternura se lo impidieron.
Sí había una cosa que WooYoung amara más que el karaoke y los cariñitos juntos; era comer. Realmente sabía disfrutar de la comida y cuando su estómago gruñia con fuerza, se ponía todo quejumbroso y llorón. Un mimado, como diría YeoSang.
—Ok, tú ganas. Prepararé el desayuno.
De inmediato el castaño se levantó y jaloneo a su resignado dueño a la cocina.
—¿Quieres algo en específico?
—Mm... ¿Hot cakes?— Ladeo la cabeza.
—Hot cakes serán.
Hot cakes no fueron, penso WooYoung mientras veía al mayor pelear con la masa ya quemada y pegada al sartén.
—Creó que olvidaste usar mantequilla, Sannie.
—¿Se necesita mantequilla?— San se giro para verlo incrédulo.—Oh, ok. Hay mantequilla pero no más mezcla. Excelente.
WooYoung negó, debió haberlo sabido. Aún si pasarán cien años, su Sannie nunca sería bueno en la cocina y sus hot cakes quemados no se compararian a los esponjositos del comercial que vió ayer por la noche.
—También hay cereal.
—Pero tú querías esto, Woo. Lo siento.
Al percibir la tristeza en San, de inmediato se levantó de su lugar en el desayunador y lo abrazó por la espalda.
—Cereal es perfecto.
Así terminaron sentados frente a frente con dos platos de cereal. WooYoung entre cucharada y cucharada le contaba sobre la pelea de los vecinos que había visto por la ventana, y San escuchaba. Claro que a veces se distraía con lo adorable que se veía el hibrido con su enorme pijama, las orejitas moviéndose tranquilamente de in lado al otro.
Era una escena tan cotidiana, que aún lograba hacer a si corazón saltar cómo la primera vez que lo vió.
Porque en todo los años que había compartido con WooYoung, el menor siempre encontraba la forma de hacerlo sonreír. No existían palabras suficientes para expresarlo. WooYoung solo se sentía como el hogar.
Su vida era buena, llena de risas, peleas infantiles, galletas de chispas y mimos en la cama. Una pequeña família.
[Corregido.]
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