Capitulo 7
-Alteza esta noche tiene una reunión con los directores de sus fundaciones, recuerde que es una cena para planificar los próximos eventos y su ayuda humanitaria. - Bostecé por quinta vez. - ¿Alteza se encuentra usted bien?
-Si. – Bostezo. – Si, todo perfecto. Solo he pasado una mala noche.
-¿Podemos pasar a checar las nuevas fotos que serán liberadas por su cumpleaños número 22?
-¿Tan rápido? Pero si aun falta un mes para que mi cumpleaños suceda. Había pensado que ese mismo día tendríamos una sesión y la enviaríamos al público.
-Alteza el fotógrafo de la familia se ha encargado de seleccionar algunas, y para ser exactos solo faltan dos semanas.
-¿Podemos dejar la agenda libre para esa fecha? Pretendo dormir todo el día.
-Me temo que no alteza, hemos comenzado a planificar la agenda de la próxima semana y no podemos saturarnos tanto.
-No creo que un día nos haga daño y mucho menos que las cosas empeoren. Además, no soy la futura reina.
-Pero alteza, recuerde que usted cumple tres papeles importantes, el de sus padres y el de su hermano, ahora cumple con muchas responsabilidades.
Mi celular comenzó a vibrar por encima de la mesa y al notar el nombre de quien llamaba voltee el celular sin darle importancia.
-Lo platicaré con mi abuela, es probable que ella lo comprenda.
-Ni el cumpleaños de su majestad se ha celebrado con un día libre.
-Eso podemos cambiarlo. - De nuevo mi celular vibró y Leticia me miraba con signos de interrogación. - ¿Algo más que tengamos que arreglar por hoy? – Me apresuré a decir.
-Necesitamos confirmar... - Mi celular interrumpió y le sonreí en señal de que siguiera hablando. – el nuevo tour de la reina, aun me avisarán si usted la acompañará o su majestad preferirá que usted la represente.
-Pero aun no tengo tanta importancia en la familia como para que eso suceda.
-Puede que para ese entonces ya suceda.
Por cuarta ocasión mi celular era el centro de atención y Leticia me miraba con las cejas fruncidas.
-¡Eva! – Un efusivo Nicolas había interrumpido nuestra reunión sin llamar a la puerta.
Leticia y yo nos quedamos viendo. Rodeó los ojos y ambas nos levantamos juntas.
-Alteza. – Respondió ella en saludo y brindó una reverencia.
-Nicolas, ¿Qué haces aquí? – Dije sin asombrarme de su presencia.
-He venido a buscarte, tu hermano me está llamando como loco, dice que no te localiza y tiene buenas noticias.
-¿Mi hermano? – Pregunté incrédula. Hasta el momento no había recibido llamadas de él, pero si de otra persona.
-Si, Eva, David, tú hermano. – Lo mire extrañada. - ¿Por qué no le marcas tú?
-Lo siento aun no cerramos la agenda de esta semana y tengo una cena en la noche sobre las fundaciones, David puede esperar.
-Eva, si no contestas el teléfono ahora mismo, mis llamadas se verán interrumpidas, ¿Por qué no tomas un descanso? Ven vamos por unos bocadillos al jardín.
Sin esperar respuesta me enganchó del brazo y caminamos juntos rumbo a la salida y pasillos que daban al inmenso jardín trasero.
-¿Pero que haces?
-Tú sígueme.
Mi celular volvió a vibrar entre mis manos y de mala gana conteste.
-David, no sé que es lo que tengas que decirme, pero ahora mismo estaba en una reunión planificando una cena que tenía esta misma noche con los directores de todas las fundaciones benéficas y, además, estaba preparando mi agenda de eventos que tengo para la próxima semana, ¿Acaso no podías esperar a hablar en la noche o a dejar un recado?
Nicolas me mira asombrado en medio del pasillo y lo miré extrañada como si él mirase una cabeza que me acababa de salir.
-Señorita Reynolds disculpe la molestia, pero he notado que le hablo en mal momento.
El celular estaba a punto de resbalarse de mis manos.
-Lo siento mi intención no era...
-Comprendo, sé que no se esperaba mi llamaba o por lo menos eso fue lo que escuché.
-Señor... en realidad no me esperaba encontrarme con su numero en mi celular, pero he contestado sin fijarme porque me habían comunicado que mi hermano estaría al otro lado del teléfono.
Miré amenazadoramente a Nicolas y este solo se fue silbando dejándome sola a oídos de todos.
-Si he interrumpido algo, lo siento, pero creo que será mejor llamar más tarde.
-He tomado un pequeño descanso o bueno, me han obligado a tomar uno. ¿Puedo preguntar algo?
-Lo que gustes.
-¿Por qué tengo su numero registrado?
-Puede que por accidente haya dejado mis datos almacenados en su celular la noche anterior.
-¿En que momento? Si siempre lo traía conmigo.
-Antes de que te escabulleras como cenicienta.
-Lo siento he dejado una nota para explicarme. – Me escondí detrás de una habitación para alejarme de los chismosos.
-Yo me he levanto creyendo que todo había sido un sueño más. ¿Cuándo podremos vernos de nuevo?
-No creo que sea posible tengo asuntos importantes que resolver dentro de toda la semana y las próximas dos que vienen. Un tour real se acerca y es probable que este fuera de la ciudad por días, semanas si acaso.
-Me gustaba más solo preocuparnos por tus padres, pero ahora es toda una nación. ¿Qué te parece si comes conmigo?
-No puedo los desayunos, las comidas y cenas las tengo programadas con la reina, los almuerzos es lo único que hago por mi cuenta. Si es que me da tiempo.
-¿Y si te busco hoy en la noche?
-No puedo tengo cena con los directores de todas mis fundaciones.
-¿Salidas a hurtadillas con tu acompañante?
-Tengo clases a primera hora mañana, solo salimos los fines de semana mi primo y yo de fiestas. Esta noche creo que terminaré agotada de parlotear tanto.
-¿Algún día podremos estar juntos de nuevo? ¿Tendré mi oportunidad para recuperarte?
-Soy la princesa de Italia, no tengo descansos, aunque todos creen que sí.
-¿Por el momento tendré que conformarme con las llamadas?
-Nadie dijo que comenzar sería fácil.
-Pensé que ya me habías perdonado al quedarte a dormir la primera noche conmigo.
-Todos hemos hecho cosas sin pensar.
-¿Qué otras cosas has hecho sin pensar?
Enamorarme pensé.
-Tengo que colgar profesor. – Una mucama había entrado a la habitación para hacer la limpieza correspondiente. – Si, muchas gracias por atender mi llamada. Me ha quedado más claro la lección que hemos tomado la clase anterior. – Le brindé una sonrisa de nerviosismo que apenas la mucama miró.
-¿Esta es la forma de cortar la llamada? ¿Acaso no era yo David en un inicio?
-Si, por supuesto si quiere mañana lo platicamos a primera hora en mis clases.
-¿Por qué no me llamas cuando te desocupes? Para ti siempre habrá un lugar.
-No, no me ha quedado alguna otra duda. De todas formas, si no comprendo algunas de las investigaciones le hablaré en las noches de nuevo. Lo lamento por llamar.
-Bien, esperaré tu llamada en la noche. Reynolds.
-Si, hasta luego, gracias.
Una Leticia espabilada entro en la habitación.
-Alteza la he estado buscando, tenemos que escoger su vestido para esta noche.
-¿Puede ser algo casual no? No creo que necesitemos algo de gala.
-Es correcto alteza, algo casual está bien.
Ambas comenzamos a caminar hacia mi habitación de nuevo con las mucamas siguiéndonos el paso y ella mostrándome los posibles vestidos que podría escoger. Ya en la habitación las mucamas me mostraron cinco vestidos, cada uno de diseñadores diferentes y de colores distintos. Unos con encajes y otros lisos.
Al observar detenidamente cada vestido escogí uno entallado, color vino con mangas largas y corto a la altura de las rodillas, un cinturón a juego resaltaba la cintura y un pequeño adorno se localizaba en el hombro izquierdo, no haciéndolo ver un vestido recto cualquiera. Los tacones serían acompañados por unos dorados como la hebilla del cinturón y el pelo recogido ayudaría mucho a dar el toque glamuroso.
-¿Entonces ya hemos decidido el atuendo de esta noche, alteza? – Leticia corroboró mi respuesta.
-Así es Leticia, creo que ya está todo listo, ¿Era lo único que nos faltaba?
-Debemos de....
-No, lo de la agenda de la próxima semana lo podemos ver mañana, ¿Algo más importante?
Negó con la cabeza.
-Regresaré por usted a las 6:00 pm, ¿Cree estar lista a esa hora?
-¿La cena no es a las 8:00 pm?
-Si pero los invitados llegaran desde las 7:00 pm para ir ubicándolos y empezar con unos temas.
-Está bien trataré de estar lista para esa hora, y si no importa, me escabulliré ahora mismo a la biblioteca.
Sin esperar objeción de Leticia salí de mi habitación hacia la biblioteca en donde pasaría el resto de mi tarde agradable. Al llegar al enorme salón con estanterías me sitúe detrás del enorme escritorio de caoba y comencé a teclear mi correo personal rezando por encontrarme alguna respuesta de mis queridísimos amigos que hace mucho no hablábamos. Pero solo me encontré con un correo de mamá y papá avisando que pronto vendrían a Italia a visitarme y que Siller me extrañaba a montones. Respondí a su mensaje y continúe en la bandeja de entrada.
La universidad de Vancouver me había enviado un montón de mensajes ofreciéndome las mejores oportunidades para volver a estudiar ahí y graduarme, procurando guardar mi seguridad personal y brindándome todo el apoyo por ser la princesa de Italia. No conteste a ellos, pues mi abuela podría enterarse y darme por cerrada la cuenta. No me decaí una vez más por no tener mensajes de mis amigos y decidí enviar otro más.
Para: Clark Susana; Bolvier Sebastián.
Asunto: Perdón, por enésima vez.
Chicos, sé que destruí su confianza, sé que soy la peor amiga de todas, pero los necesito, me gustaría contarles todo lo que ha pasado en mi vida durante los últimos meses, me gustaría que nos viéramos algún día de nuevo, pero sobre todo que me perdonen.
¿Podré ser digna de su perdón? No sé cuantas veces les he enviado el mismo mensaje, pero si no responden a este creo que el mensaje me ha quedado claro y sí me lo merezco.
Ha sido muy bueno ser su compañera por 3 años, fueron los mejores amigos que he tenido durante toda mi vida. Gracias por todo
XX Reynolds.
Subí a mi habitación y opté por comenzar con los preparativos para la tarde que me esperaba. Nicolás se quedaba a comer con la abuela y si era posible tal vez se quedaría a dormir solo para poder irse de fiesta.
-¿Lista para tu noche de eventos importantes?
Después de la comida Nicolás se pegó como garrapata.
-No me digas que tienes planeado que los dos nos vayamos de fiesta.
-¿Pero que dices? Pfff... ¡Por supuesto que no! – Mostró su cara de ofendido. – Lo decía por tu junta con las fundaciones. ¿Qué clase de persona me crees?
-La clase de persona que siempre me lleva a fiestas en la noche y no sé cómo lo hace para convencerme.
Doblamos esquina para entrar en mi habitación.
-¿Si te pido un favor aceptas?
-¿Qué clase de favor? – Ambos nos encerramos en la habitación. No tardaría mucho en entrar el equipo especial para eventos. Leticia.
-Necesito que me acompañes al club Hannover.
-No.
-¿Acabas de decir no? No lo has pensado ni tantito.
-Siempre que voy contigo me dejas sola con tus amigos y te vas a cogerte a cualquier mujer. Y la última vez casi nos toman una foto entrando al club. No pienso arriesgarme, ya sabes que tengo mala suerte y está vez es probable que nos vean.
-Eva no va pasar. Lo tengo todo calculado.
-¿Quién me lo garantiza? Siempre dices lo mismo.
-Entraremos por la parte de atrás y saldremos por ahí mismo. He hablado con los del lugar y ya tienen reservado nuestra mesa de siempre Eva no me puedes cancelar a estas alturas.
-Nunca dije que había aceptado. Tú no me llevas porque en verdad me estás invitando, algo traes entre manos.
-Te lo diré. – Se peino el pelo desesperadamente y camino de un lado a otro. – He quedado con alguien y el único lugar para vernos es ahí.
-¿Es una prostituta?
-¡No Eva! Claro que no, ¿Por quién me tomas?
Encogí los hombros.
-Es una cita que acepté por una aplicación porque Gio me ha fastidiado hasta que entrará en la aplicación y después de días una solicitud me llegó, y he dicho, ¿Por qué no nos divertimos un rato?
-Peor aún, no te acompañaré si solo irás a jugar con mujeres.
-Solo quiero saber que pasa con ella, no es nada del otro mundo.
-¿Qué papel juego en todo esto?
-El de mi tapadera, si no sale bien, dices que eres mi novia y que debemos regresar a cuidar a nuestros hijos.
-¿Qué dices? Ni lo pienses, siempre hemos ido a ese lugar y no sé porque ahora mismo se te ocurre mentir.
-Te explicaré todo cuando lleguemos, ¿Entonces vas conmigo?
-Si digo que no, ¿Qué pasa?
-Me tendré que dormir contigo porque sospecho que las criadas entran a mi habitación en las noches solo para verme desnudo.
-¡Iug! Que asco.
-¡Ay no te hagas la santa! Si bien que has vistos penes libres por ahí
-¡Nicolás! – grité indignada. – Mi vida sexual no te incumbe.
-Y no me interesa, porque con el tío que follas se nota que te va bien.
-¡Eres un hijo de....!
-¿Alteza? ¿Puede abrir la puerta?
-Te salvaste de esta Nicolás pero no creas que he aceptado.
Caminé a la puerta y dejé pasar a Leticia con todo el equipo de eventos. Nombre que ya les había puesto por ser siempre los mismos.
-Alteza, me parece que... debemos comenzar con su imagen para la cena. – miró a Nicolás - ¡Príncipe! Disculpe no lo había notado – le brindó una reverencia. – Si no le molesta nos gustaría que la princesa se arreglará lo más pronto posible.
-Por mi no se molesten, Eva y yo hemos terminado. Marcus, por favor realízale un maquillaje que resalte su belleza y que por cierto, dure toda la noche.
-No se preocupe su alteza, la princesa Eva se verá despampanante.
-No le hagas caso Marcus, con un poco de máscara para pestañas me basta.
-Nos vemos en la noche prima. – Me brindó un beso en la mejilla y me dejó a las órdenes de aquellos expertos.
Con el atuendo escogido anteriormente, con unos aretes zafiro a juego y el cabello suelto en ondas, justo de hora todo el equipo con mi compañía íbamos rumbo al comedor de reuniones, solo Leticia y yo nos acercamos a la puerta, dónde los murmullos se hacían escuchar detrás de las gruesas paredes.
-¿Cuánto tiempo debe tardar la reunión?
-Hemos deducido instalar un espacio para tomar algunos bocadillos, sabemos que toma las cosas con calma siempre, así que hemos decidido darle el tiempo.
-¿A qué se debe este repentino cambio? Siempre me dicen cuando iniciar y cuando terminar.
-No ha sido un cambio, solo es para saber cómo resulta.
-Mejor de lo esperado ya lo verás.
Las puertas dobles de abrieron y todos guardaron silencio. Dieron las reverencias correspondientes y uno por uno fui saludando. El momento de mostrarle a Leticia que si me hicieran caso las cosas saldrían mejor de lo planeadas. Está vez yo jugaría mis cartas para ser una buena princesa.
-Adelante damas y caballeros.
Mencioné para que todos pasáramos a la mesa donde nuestra plática tendría lugar por un largo tiempo. Cada fundación tendría su oportunidad y lo mejor aún es que podría conocer a cada persona como se merece.
En el descanso, muchos aprovecharon para probar uno que otro bocadillo, otros solo miraban los apuntes que tenían sobre unas carpetas de cuero, ahí se tenía el itinerario para seguir discutiendo sobre el rumbo de las fundaciones, todas iban para mejorías, desde mi perspectiva no debería encontrarse problemas. El tiempo de descanso lo tomé para poder platicar con unos más que con otros, a algunos ya los conocía por más visitas, y me era fácil recordar lo poco que habían hablado. Leticia como buena asesora y secretaria, siempre se mantenía al margen y además apuntaba tan rápido en su bloc de notas cada cosa que se proponía como un rayo.
Al final de la reunión, fui la primera en salir y todos se encontraban satisfechos con el acuerdo que habíamos llegado, cada fundación por los próximos tres años tendría sus mejoras que serían expansión y más recursos, eso era indiscutible y además cada inconformidad se trataría de inmediato. Me involucre más en las situaciones actuales de Italia y la manera en como cada director de las fundaciones hacen un arduo trabajo para hacerlas sobresalir. Aprendí nuevos nombres y memorice la importancia de ser caritativos en este mundo.
-Todo ha sido un éxito. – Leticia miró su reloj. – Hemos tardado casi tres horas y apenas lo he sentido.
-¿Acaso creías que debías llegar en mi ayuda?
-No alteza, no quise decir eso, pero...
-No te preocupes, entiendo, aún no creen que este tan preparada para esto. Lo sé, yo tampoco me la creo.
-Mañana nos pondremos a primera hora a reacomodar agendas y recuerde, las fotos de su cumpleaños ya deben escogerse.
-Que tengas buenas noches Leticia.
Giré en dirección contraria para ir rumbo a mi habitación y tirarme en la cama, había sido un día largo. Abrí la puerta y tiré los tacones a un lado. El estruendo ruido contra la madera dio aviso que había llegado.
-A sido un día duro ¿Eh?
Me sorprendí al ver a Nicolás en mi habitación.
-¿Qué haces tú aquí?
-Teníamos un plan.
-Nicolás en realidad no tengo ánimos para salir.
-Vamos Eva, solo está vez. Prometo que regresamos antes de las 12:00 AM.
Miré mi reloj de mesa.
-Nicolás son casi la 10:00 pm ¿Seguro que solo tardarás dos horas?
-Tal vez tardemos un poco más, no aseguro nada.
-¿Cómo puedo cobrarme este favor?
-No estoy a favor de que se cojan entre familia pero si así lo quieres. Se encogió de hombros.
-¡Nicolás eres un cerdo! No te pediría nunca eso, yo estaba pensando en que tal vez me podrías comprar una pizza o me comprarías una isla privada.
-Mejor confórmate con que te tape con la abuela si otra vez desapareces.
Está vez, él había ganado la batalla.
-Me cambio en 10 minutos, no pretenderás que alguien me vea con este atuendo. – Señale mi vestido.
-Esperaré en esta espaciosa cama. – Se sentó en mi colchón nube.
Cómo era costumbre. Nuestro guardia de confianza nos dio luz verde para escabullir nos una vez más del palacio. Está vez Nicolás usaba un Audi negro, casi similar a los de la familia, solo que daba un aspecto de ser un auto de los ricos de la ciudad. Al llegar al club como lo tenía planeado Nicolás ya varios guardias nos esperaban en la parte trasera que al vernos llegar se formaron en columnas para ocultarnos de los paparazzi que desearan hundir nuestra reputación.
Uno de los amigos de Nicolás nos ayudó en nuestra entrada y nos ubicó en la mesa de siempre, apenas el lugar comenzaba a llenarse pues, todavía se encontraba la gente ingresando al lugar. Gio como siempre, no perdía el tiempo para ligarme, mientras que Rodrigo y Noah ya sabían que era una chica difícil de atrapar.
-Valentina, ¿Te apuntas a nuestro viaje de fin de semana? – Rodrigo preguntó.
-Lo siento chicos, tengo la agenda llena y aún luchó contra ello.
-Tengo una duda, ¿Por qué aún que sabemos que eres Eva la princesa de Italia, seguimos llamándote Valentina? – Gio ya estaba pasado de copas.
-Porque ese es mi nombre, y además al estar en un lugar tan concurrido como este es mejor que aún me llamen Valentina, sé que ya nos hemos visto varias veces, pero tenemos que guardarnos unos secretos.
-A mí me gustaría guardarte demasiado secretos, pequeña princesita.
-¡Gio calla! Recuerda que la palabra princesa y príncipe no puede ser mencionada, muy pocos saben que Nicolás y yo hemos cambiado de club. Sería que mantuvieras con cuidado tus palabras.
-Acepto besos si debo callar.
-No le hagas caso Valentina, acaba de salir de una relación dónde a quien se estaba tirando lo estaba engañando con otro, aún no sabemos porque le duele, pero le pasará.
-Rodrigo, aun así, debemos tener cuidado con él, de los cinco es la lengua suelta cuando esta ebrio.
-Concuerdo con Valentina, Gio es el que casi siempre mete la pata.
-Vale, aún siento lo de la última vez. – levanté las manos en resignación.
-Cambiando de tema, ¿Será que la dama me acepte un baile esta noche?
-Noah casi todas las noches que salimos para pasarla bien, eres mi única pareja de baile. – Reí – Y hoy no será la excepción.
Me deshice del abrigo en el respaldo de la silla para comenzar con la guerra de tragos con mis nuevos amigos.
-¡Valentina! Traigo condones, por si deseas que nos escabullemos. – Puso una mano sobre mi pierna desnuda.
-Si no me quitas la mano ahora mismo, te juro que mañana amanecerás con guardias a punto de proporcionarte los peores golpes de tu vida. – Le susurré.
-No me importa el peligro, pero follarte seria lo mejor.
-¡Vamos ya Gio! Valentina ya te ha dejado claro que no eres su tipo, ¿Por qué no mejor te llevas a la rubia de la pared contraria? Mira que no te quita la mirada.
-¡No te metas Noah!
-¿Te apetece que bailemos? – Me tendió la mano.
-No podía pedir mejor compañero. – Le tome la mano. – Gracias por librarme del fastidioso de Gio.
-De nada linda, ya sabes que Gio es un patán solo que como ahora te has unido a nuestro grupo no lo tolera y pretende follarte.
-Lo sé me ha quedado claro, esta vez esta siendo pesado, cuando las otras veces hasta me ha parecido divertido coquetear con él.
-Se le pasará. – Se encogió de hombros y nos pusimos a bailar.
Si todos creían que yo era la mejor bailarina, el me superaba y por mucho a su lado a penas y parecía ser un bambi. Al tener las piernas cansadas por los tacones, le pedí que parasemos un momento, gustoso aceptó y pidió otra ronda de tragos al llegar a la mesa.
-¿Has visto a Nicolas?
-Cuando llegaron solo vi que se tomo un caballito de vodka y lo vi desaparecer entre la multitud.
-Gracias Rodrigo, al parecer si era cierto lo de su cita.
-¿Cita? ¿Nicolas con cita? – Noah y Rodrigo me miraron sorprendidos.
-Si, Nicolas me dijo que aquí se había quedado de ver con una mujer, era su primera cita que tendría con ella, porque se conocieron por una aplicación que lo obligo Gio a entrar.
-No escuché sobre eso. Y eso que cuando hacemos cosas locas nos notificamos los cuatro siempre, hasta tenemos un grupo de mensajes.
-Pensé que lo sabían, al principio no le creí, pero insistió tanto que decidí acompañarlo aquí y además me sirve para despejarme un rato la mente.
-Yo digo que solo vino aquí porque necesitaba follar con alguien, pero lo de la cita es completamente falso. – Rodrigo se bebió su copa de un trago.
-Sea la razón que sea por favor solo avísenme cuando lo vean llegar o si se aparece de vez en cuando, no podemos irnos muy tarde porque la seguridad en el palacio ha aumentado con el cambio de guardias.
-No te preocupes, si lo vemos, y tu estas bailando le haremos que te espere.
-Gracias chicos.
Como si fuera la aguafiestas de aquella noche, mis dos mosqueteros se fueron a la pista de baile con diferentes mujeres, Gio estaría por ahí tratando de ligarse a alguien o tal vez ya follándosela en el baño. Nicolas ni se diga, no lo había visto desde que llegamos. Con falta de ánimos estaba sentada en nuestro privado dándole vueltas a la bebida dentro del Martini, escuchaba el bullicio de la gente, pero prestaba muy poca atención el ritmo de la música y las voces resonando a mis lados.
-¿Acaso la doncella ya se cansó de los plebeyos?
Un Giovani llegaba a la mesa tambaleándose y oliendo a mucho alcohol con alguna mezcla de droga en el cuerpo.
-Gio solo estoy tomando un descanso y para que te lo sepas no vengo en plan fresa.
-¿En que plan vienes? ¿De cachonda eh? – Se me pegó al cuerpo. – No sabes valentina que tan caliente me pones.
Su aliento golpeaba mi cuello, mientras que pedía a gritos ayuda con el que consideraba mi amigo con los otros de la pista.
-Gio, somos amigos, no arruines esto por favor, hoy no estas en condiciones.
-Solo una vez y te haré gritar hasta América.
Su mano comenzó a recorrer mi pierna izquierda hasta detenerse en el borde del vestido.
-Gio por favor, no montemos un espectáculo. - Trataba de retirar su mano, pero era inútil, su fuerza no se comparaba a la mía. – Gio, Gio. – Su aliento se aceleraba y sus labios estaban cerca de los míos.
-Caballero creo que la dama me pertenece.
Una voz a mis espaldas lo hizo separarse. Si no me equivocaba esa voz era mas gruesa que la de un león. Gio se separó y abrió los ojos en plato.
-Lo siento caballero, pero solo le pedía la hora a la dama.
Sin pedirme disculpas, nos dio la espalda y se fue. Mi corazón latía a mil por hora y hasta yo tenia miedo de voltear. La silla de mi lado se recorrió y un hombre con traje negro ocupo el lugar.
-Aunque fuese tu amigo creo que ya se estaba propasando. Deberías cargar siempre un gas pimienta.
Voltee a ver a la persona de mi lado.
-¿Le importaría? – Tomó entre sus dedos el Martini y se lo bebió.
No podía decir palabra alguna. Tenia la garganta seca.
El silencio reinaba entre nosotros, que ninguno lo cortaba. Visualicé a mis otros dos amigos a cercarse a la mesa, pero al cruzar mirada con mi nuevo acompañante, regresaron por donde venían. Se fueron como ratas. ¡Cabrones!
La mesera que nos atendía se acerco para saber si necesitábamos algo más y él solo se limitó a decir no gracias. Si no estuviera en un club ya hubiera salido corriendo, pero las puertas estaban bloqueadas por personas bailando y casi follando por todas partes.
-¿Qué... qué... qué haces aquí? – Por fin la voz había llegado.
-Pensé que hoy no tenias tiempo para vernos, así que he decidido a dar una vuelta y casualmente te he encontrado aquí.
-No has contestado a mi pregunta.
-Nicolas me dijo que esta podría ser nuestra noche y mira como te encuentro.
-No estaba haciendo nada malo. El tampoco, solo este pasado de copas y tiene problemas.
-Está pasado de cocaína y tiene el problema de no haberte follado y se ha conseguido otro por haber tocado algo prohibido.
Todo me cayo como un valde de agua fría.
-¿Tu has conseguido que Nicolas me trajera aquí con mentiras?
-No, solo le he dicho que me gustaría verte. – No cruzamos miradas.
-No te creo nada.
-No tienes que hacerlo. Me basta con estar aquí sin ocultarnos.
-¿El ahora será tu cómplice? – Mantuvo la quijada firme.
-Antes pensaba que sí, pero ahora al ver la escena con la que me recibes ya no, ya no tiene mi confianza.
-¿A qué has venido?
-A disfrutar el ambiente. ¿A qué has venido tú?
-Se supone que acompañaría a Nicolas a una cita, pero creo que la cita la tengo yo.
-¿Crees que esto es una cita? – Se quitó el saco y la corbata.
-No tengo idea.
Nos miramos a los ojos. Se desabrochó los dos primeros botones de la camisa.
-¿Te apetece bailar? – Me tendió la mano.
Le contesté extendiéndole la mía. Ambos nos dirigimos a la multitud. La canción cambio de tono y un nuevo artista se hizo presente. No lo reconocía, no lo había escuchado antes pero su voz sensual nos envolvió a todos, cada uno con pareja ya sea abrazado o tomados de la mano o simplemente refregándose cuerpo con cuerpo.
James y yo solo nos limitamos a vernos por unos minutos, cuando él lentamente me tomó de la cintura y me acercó a su pecho, sin esperar respuesta de su parte le acaricié el rostro y me dejé llevar por la música. Lo rodee por la espalda y acaricié sus brazos como si el roce de nuestros cuerpos fuera seda. Me detuve a comprobar que cada musculo estaba cubierto de buena manera por aquella fina tela. Me tomó entre sus brazos y comenzamos a bailar juntos como si se tratase de tango. El tango podría ser sensual si lo sabias bailar. Giros, deslices, coqueteos, cargadas, hacían el baile mucho mejor. En cada paso de baile sentía su aliento ya sea atrás de la oreja, a pocos centímetros de los labios, en la nuca, donde fuese y la piel se me ponía chinita. La electricidad reinaba entre ambos.
La música termino y ambos respirábamos pausadamente como si aquel baile nos hubiera agotado. Me colocó el mechón de pelo que me cubría la cara detrás de la oreja y su pequeño toque me puso la piel de gallina.
-Estas muy guapa hoy, ¿Ya te lo habían dicho antes?
Negue con la cabeza y pasé la lengua por mis labios resecos. Con su pulgar, me recorrió le labio inferior y me sentí a derretir.
-Te juro que me estoy conteniendo, pero no puedo más.
-No te contengas.
Se acercó y me beso de manera necesitada. Nuestras bocas estaban batallando para saber quien era el ganador de esta pelea. Las lenguas bailaban un compás peligroso que no pretendían parar. Los besos se intensificaron más que estaba dispuesta a entregarme a el en medio de la pista, no me importaba nada, lo necesitaba ahora.
El mismo cantante se hizo presente pero ahora con una canción diferente, una canción que me incendió por dentro. James me condujo por un pasillo y al entrar al sanitario de damas bloqueo la puerta principal con seguro. Sin perder tiempo alguno, ambos continuamos besándonos desesperadamente, me cargo sobre el lavabo de mármol y comenzó a subir la tela del vestido, sin tiempo perdido, lancé mis manos a su cinturón, desabroché el botón que nos separaba, deslicé el cierre y de un solo atraco, liberé su erección. Me bajo las bragas y sus dedos rozaron aquella parte tan sensible que pedía cariños a gritos.
-Estas muy mojada cariño.
-No hables y tómame.
Regresé sus labios a lo míos y como si de satisfacer a ambos se tratase, en el momento que el cantante pronuncio la palabra "Cógeme" me penetró con una fuerza que mis gemidos quedaron atrapados en sus labios. Sin darme tiempo para el dolor comenzó con embestidas rápidas que el baño se hundió de gemidos por ambas partes, cada embestida era satisfactoria que la anterior. Sus manos dejaron de sostenerme la cadera para colocarlas en el gran espejo a mis espaldas. Mis manos no sabían que era lo mejor, si rasguñar su espalda a través de aquella camina, apretar sus nalgas o jalar de sus cabellos cada vez que tenía el orgasmo cerca y no me dejaba liberarlo por la sensación enorme de terminar en un buen punto.
Sus dedos masajearon mi clítoris al compás de sus penetraciones y no resistí más, me dejé ir. Que el placer fue tan satisfactorio que el me siguió. Mi cuerpo se estremeció después de que ambos nos liberamos. Nos mantuvimos abrazados por unos minutos más hasta que era momento de regresar a la realidad. Lentamente salió de mi interior, se repuso los boxers con el pantalón y se acomodo la camisa. Me ayudo a mantenerme de pie, con un pedazo de papel me limpio y me acomodo la tanga con tanta delicadeza que, al rozar sus dedos, me sentí derretir. Si no me encontrase tan cansada estaría dispuesta a ir por una segunda vez.
Nos miramos por ultima vez al espejo del baño y salimos de ahí tomados de la mano. En la mesa de mis amigos, era como si nada hubiese pasado. Todos estaban platicando con copas encimas y riendo a lo loco. Nicolas por fin ya se encontraba con todos.
-¡Vaya primita! Tú sí que sabes aprovechar las buenas oportunidades.
El muy descarado me sonrió con complicidad.
-¿Nos vamos?
Le respondí en modo ya salgamos de aquí. James miraba fijamente a Gio y su apretón que le daba a mi mano, me decía que se estaba conteniendo en partirle la cara.
Al salir de aquel lugar James le pidió las llaves a Nicolas para el conducir, pero se las arrebaté.
-Manejo yo, no tienes de que preocuparte.
-Los puedo llevar, no me importa dejar el coche aquí, alguien puede venir por el.
-No, no debemos levantar sospechas ya lo sabes, me las arreglaré a demás no es la primera vez, casi no he tomado nada.
-¿Me prometes que llegando me llamas?
-Si lo haré.
Me besó, como aquella vez que no me quería dejar ir. Como si este beso dijera lo mucho que me anhelaba. Un beso tierno que a ojos de los demás sería el beso más romántico de la historia.
Cuando por fin nos separamos, subí al auto y lo puse en marcha, por el espejo retrovisor solo lo vi ahí esperando a que me perdiera de vista. Esperando a que su amada llegara con bien a casa.
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