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Capitulo 47

Mi madre me sostenía la mano mientras todos hablaban de un tema que no ponía atención, posiblemente era algo para distraerme, pero tenía la cabeza divida sobre lo que los hombres podían estar hablando dentro, odiaba que me excluyeran de todo, aunque fuese por mi bien, pero no podía quedarme sin saber nada.

De pronto vi que mi madre se levantó y todos dejaron de hablar, en segundos me dejaron sola en la sala. Mi padre se sentó a mi lado.

-¿Cómo estas pequeña?

-¿Cómo debería estar? – Dije enojada.

-Has pasado por algo traumático.

-Solo fue un incidente que dudo se repita.

-¿Por qué estas a la defensiva?

-¿Por qué le has golpeado a James?

-No te protegió como debería.

-Entonces también deberías golpear a los de seguridad del palacio, tampoco me protegieron mucho.

-Eva, ¿En verdad estas más molesta conmigo que con quien sea que este afuera queriendo hacerte daño?

-Papá, me duele que todos le echen la culpa a James cuando lo único que él ha hecho es cuidarme y amarme, no digo que tu no lo hagas, pero tampoco debiste irte a los golpes.

-Eva, eres mi hija, ¿Cómo crees que no le daré su merecido si prometió cuidarte y no lo hizo?

-Estaba de viaje, tiene una vida de negocios fuera del entorno de la realeza.

-Pero sabía a que se comprometía contigo.

-Lamento decirte esto, pero entonces también has tenido culpa, porque has dicho que me amas y que me protegerías de lo que fuese, hasta de él si es necesario y no estuviste en el accidente.

-¿Cómo dices eso?

-Papá, solo pido que no veas a James como el enemigo, está tan preocupado como tú, como todos.

-Mi niña – Los ojos de mi padre se cristalizaron. – Eres mi hija, la luz de mis ojos, mi alma y mi espíritu, obviamente que al saber que habías sufrido un atentado me sentí caer, sentí que todo a mi alrededor dejo de tomar importancia, eres mi todo Eva, desde el día que naciste no he dejado de velar por tu bienestar y me muero si te llegase a pasar algo, eres fruto del amor de tu madre y mío, eres todo para nosotros, posiblemente no comprendas el amor de un padre a su hija aún, pero te aseguro que nada se compara, pensé en los mil y un posibles consecuencias de ese ataque, ¿Acaso no crees que estuve al borde del abismo en todo el viaje? – Las lágrimas se deslizaron. – Eres mi niña, mi tesoro Eva y nunca me perdonaría que te pasara algo malo.

-¡Oh papá! Lo siento tanto. – Lo abracé. – También te quiero mucho, pero golpear a James me hace daño.

-Lamento eso, pero estaba enojado porque no estuvo para protegerte, en sí estaba molesto porque nadie lo pudo prevenir, lo lamento. Lo lamento mucho.

Sus disculpas sonaban más a un padre que lamentaba no estar lo suficiente cerca de su hija que un padre atormentado por lo sucedido. Nos mantuvimos en silencio abrazados unos momentos más, nos separamos lentamente. Sorbí por la nariz y reí tímidamente al sentirme como la nena de papá.

Escuchamos los pasos acercarse al sofá y el jefe del servicio secreto se quedó de pie al frente de todos.

-La reina llegará en unos momentos.

Al terminar de pronunciar esas palabras todo su equipo se colocó estratégicamente por toda la casa, aquello parecía ser un protocolo de emergencia para salvar ahora a la reina, no solo a mí, probablemente estas cosas se preparaban desde mucho antes.

La familia de James, Nicolás y mis padres tomaron asiento en los sofás, la policía se quedó de pie, mis padres me tomaban ambas manos fuertemente, Nicolás estaba perdido en sus pensamientos, los padres de James tenían entrelazadas las manos con el significado que estaban juntos fuese lo que pasase. Miré hacia arriba y James estaba de pie a mis espaldas, parecía parte de la policía, no gesticulaba, se percató de mi mirada y solo sonrió a medias poniéndome una mano en el hombro.

Juré que por su cabeza pasaban miles de cosas ahora mismo, me dolía tenerlo que haber puesto en esta situación, él no había sido el culpable de absolutamente nada.

El silencio fue tanto que se escucharon los neumáticos del carro de la reina detenerse, todos nos pusimos de pie y quedamos expectantes ante su presencia. Nunca había notado un ambiente más tenso que aquel.

Con pasos decididos entro a la casa, miró por todas partes, a cada uno de quienes estábamos ahí y por último se detuvo en James y en mí. Se quedó de pie en medio del espacioso salón. Pidió que nos sentáramos.

-Sé que todos conocen la situación, así que no hace falta tener formalidades. – Sostuvo la mirada con James. – se que las circunstancias de ahora son tan difíciles para todos y no podemos estar divididos. – Miró a mis padres. – Sea o no cierto, todos corremos un mismo peligro. – Me miró. – Eva, ¿Cómo estás?

-Bien abuela, gracias por preguntar. – sonreí a medias y sentí la mano de James apretarme el hombro.

-Me alegro por ello, espero que tu recuperación siga siendo excelente, no fue de gravedad, pero tampoco podemos bajar la guardia. – Miró a la policía. – He de felicitar el gran trabajo que ha hecho la policía, espero que sigan trabajando sobre las pruebas que hay hasta ahora.

-Así es majestad, hemos estado ideando un plan con toda la información que tenemos por si el atacante vuelve a hacer su aparición.

-Gracias por la ayuda. – Cambió su bolso de mano a la otra mano. Señal de que la conversación con la policía había terminado y ellos debían de marcharse. – Ahora mismo nos gustaría tener paz en familia.

Fue la indirecta para decir que se fueran, el oficial tardó en entender, hasta que el jefe del servicio secreto les dio la orden.

-Por aquí caballeros. – Los guió a la salida.

-Estaremos notificando cualquier cosa su majestad. – Dijo el oficial antes de irse.

-Gracias. – Sutilmente repitió la abuela.

Cuando todos los policías se fueron, el ambiente volvió a ser más intenso, aquello parecía como una película de terror, todos estábamos a la expectativa de lo que pudiese pasar.

-Abuela yo... - quise disculparme por todo, pero ella me interrumpió.

-Eva, no necesito que digas algo, solo confírmame si tenías uso de razón de los correos que te habían llegado desde el anuncio de tu boda. – Permanecí callada y todos me miraron. – Eso lo confirma. ¿Por qué esperaste tanto?

-Yo... - me tembló la voz. – Yo, creí que solo eran palabras vagas, que no tenían sentido, que todo era solo para asustarme y que diera un paso atrás.

-¿De qué están hablando? – Mi padre interrumpió.

-Le han llegado a Eva correos amenazantes.

-¿Cómo...? ¿Cómo es posible? – Papá parecía dolido.

-Yo.... – No tenía las palabras para disculparme, porque la realidad era que una disculpa no remediaba todo.

-Eso ya no importa. – Dijo James para evitar un conflicto.

-Es cierto señor Acker, ya no importa y creo que usted tampoco lo sabía hasta esta mañana o antes si es que usted mismo envío a investigar, todo se pudo evitar, si es cierto, Eva pudo no estar en riesgo, también lo sabemos, no podemos retroceder el tiempo porque no contamos con ello, lo único que podemos hacer ahora es actuar de acuerdo con lo que se avecina.

-¿Qué quieres decir? – Hablé.

-Eva, ahora eres la prioridad de la casa real después de mi propia seguridad, eres el miembro que ha recibido amenazas, un intento de asesinato y posiblemente allá afuera te estén acechando para terminar con lo que quisieron iniciar. – Suspiré de miedo. – Así que tenemos que cuidarte por tu bien y el de la corona, porque si van por todos, posiblemente tú seas la grieta que están buscando para encontrarnos.

>>Así que por los siguientes dos o tres meses, no hay fecha definitiva posiblemente hasta sea más tiempo, vivirás fuera del ojo público, no reuniones, no eventos de caridad, no paseos, recorridos, no podrás estar sola.

-¿Estaré encerrada en el palacio? – Tomé la mano de James sobre mi hombro.

-No, el palacio ya no es un buen lugar para ti, ni esta casa. – Mis miedos incrementaban. – Te irás a la casa de campo fuera de la ciudad, tendrás vigilancia las veinticuatro horas, los guardias serán tu sombra.

-¿Estaré sola encerrada?

-No cariño, estaré contigo. – James pronunció firmemente.

-Únicamente la familia podrá tener acceso contigo, siempre y cuando sean valorados por el equipo de seguridad. Esto es para que todo se mantenga en discreción, nada puede ser comentado a nadie, porque no sabemos quien está afuera y nos puede hacer daño, todos los miembros aquí presentes pueden seguir haciendo sus labores menos tú, James tienes la elección libre. Si deseas mantenerte activa, todo será por medio de Leticia y conmigo únicamente, estaré comunicándome a tu nombre y por el momento asumiré tu cargo.

-¿Cuándo nos moveremos? – Fue lo único que se me ocurrió preguntar.

-Esta misma noche, en la madrugada.

-¿Por qué no puedo quedarme aquí encerrada? es más seguro, conocemos la casa y hay seguridad, trasladarme suena peligroso.

-Porque así se ha decidido. – Mi abuela miró a James. – No cambiaremos nada, el plan se ha trazado y los que velamos por tu bienestar hemos estado de acuerdo.

-¿Todos se quedaran ahí?

-No, por el momento solo ustedes dos, no podemos correr el riesgo de que puedan ver nuestros movimientos.

-¿Y qué pasa si descubren donde estamos?

-Nos iremos del país. – Dijo tajantemente James.

-Se hará un nombramiento de que fueron exiliados porque tu vida corre peligro y nadie deberá saber dónde están, ningún miembro podrá saberlo y así será durante diez años.

-¿No es esto mucho?

-Es lo que nos queda aceptar si las cosas no se calman.

-¿Cuándo todo volverá a la normalidad?

-Necesitamos conocer la identidad del susodicho.

-¿Qué no me están diciendo?

Todos permanecieron en silencio.

-Creemos que no trabaja solo. – James habló.

-Dijiste solo, ¿Es un él? ¿Saben quien es?

-Lamentablemente no, en las cámaras la silueta parece ser mujer, pero nadie podría arriesgarse tanto al atacarte directamente.

Miré a todos a mi alrededor. James sabía la verdad y me lo estaba ocultando. De pronto sentí una pesadez en el cuerpo, como si los ataques de ansiedad hubiesen regresado.

-Necesito descansar. – Dije levantándome. – Están en su casa. – Anuncié para que se quedasen tranquilos.

James me tomó del brazo y me ayudó a subir los escalones hasta la recamara.

-Toma un descanso.

-Ven conmigo. – Dije recostándome. James no dijo nada e hizo caso. Lo abracé por la cintura y él hizo lo mismo. - ¿Mis padres se quedarán?

-Sí, tu padre dijo que estarán cerca hasta que crean conveniente.

-Estoy segura de que moverá sus finanzas hacia Italia, él ya no se irá.

-No tiene relación con la realeza, puede moverse a donde quiera.

-No conoces a mi padre, él es como tú, no va por el mundo moviéndose cuando tiene algo porque quedarse. ¿Tus padres también se quedarán?

-No, mañana mismo se marchan, mi abuela está pidiendo información y conociéndola estamos de acuerdo que no debemos decirle mucho.

-¿Qué ha pasado con tus negocios?

-Mi hermano los está llevando, confío en él, mi padre lo ayuda también, aunque por el momento parece tener todo bajo control.

-Lamento que todo esto te haya causado conflictos, mi padre, tus negocios, hasta a tu familia afecté.

-Eso es lo menos importante cielo, con que tú estes bien, siento que todo estará bien.

-James... - pensé en mi siguiente pregunta. - ¿Me dirás la verdad?

-Charlotte... yo...

-Se que lo sabes, ¿Por qué no me lo dices?

-Fue Matthews.

Mi corazón se detuvo por un momento. Lo miré directamente a los ojos.

-¿Tus padres lo saben?

-Papá sí, pero prefirió que lo mantengamos en secreto.

-No puedo imaginarme el dolor que esto le puede causar a tu familia, lo siento.

-Cariño, tu no debes de disculparte, esto fue hacia ti, no lo provocaste. – Me abrazó más fuerte.

-¿Cómo lo descubriste?

-Es el único que nos ha tenido en la mira desde hace tiempo, le dije un día a papá que debíamos tener cuidado porque podría ser peligroso, después con la información filtrada a la prensa supe que debía tener más cuidado, pero no te protegí lo suficiente. – Miré sus ojos cristalizarse.

-¡Oh no James! – Le limpié las mejillas. – Tú lo has hecho muy bien durante todo este tiempo. Has sido más que protector.

-Mi amor, no puedo dejar de pensar en imágenes horribles que te pudiesen suceder si no estoy cerca, no temo por él, temo por ti, porque eres mi princesa de cristal y sé que puedes con todo, pero él nos conoce lo suficiente para saber como destrozarnos.

-Entonces no hay que darle la oportunidad de que llegue a nosotros.

-¿Aceptarías el exilio como primera opción?

-James, sé que el exilio es mucho por hacer, no quiero perder el contacto con mis padres, no quiero decir adiós sin despedirme... pero si crees que es lo correcto para ambos lo aceptaré.

-¿Por qué no solo dos semanas?

-No comprendo.

-Si, me refiero a que tú y yo nos vayamos solo dos semanas, nadie sabrá donde estamos, nos perderán de vista. Después de las dos semanas podemos regresar y apegarnos al plan. 

-¿Por qué solo dos semanas?

-Necesito saber que aún sigues conmigo.

-Acepto. ¿Le dirás a alguien?

-Solo a tu abuela, ese era el acuerdo, ella es la única que sabrá a donde hemos ido.

-¿Y qué pasa con la seguridad?

-He contratado particulares, ya están en el lugar acordado.

-¿Cómo es que lo has hecho todo sin saber si iba aceptar?

-Era un riesgo, pero no me importa, con saber que sigues conmigo me basta.

-¿Nos iremos esta noche?

-Si, en avión privado. - Comencé a llorar. - ¿Qué sucede?

-Estoy abrumada es todo. – Lo cierto era que no podía despedirme y desaparecer de mis seres queridos. - ¿Te quedas conmigo toda la tarde?

-Toda la vida Charlotte, toda la vida.

El silencio nos inundó. Y en cuestión de minutos quedé dormida.

Después de una hora, el avión estaba aterrizando. James me tomó de la mano y bajo las luces tuenes llegamos discretamente a Suiza. Rápidamente subimos al Ranger blindado con un número reducido de guardias de seguridad.

Mi cansancio fue mayor a mi voluntad de mantenerme despierta, James me rodeó el torso y me sentí segura. Dos horas después de camino por tierra en una oscuridad casi imposible de visualizar por donde caminábamos llegamos a nuestra nueva casa.

-¿Dónde estamos? – Dije nerviosa al ver a todos moverse.

-No puedo decírtelo.

-¿Saben que hemos llegado?

-La reina lo sabrá al amanecer.

James intercambió miradas con quien aprecia estar a cargo y avanzamos a nuestra habitación, miré que todos comenzaban a dejarnos a solas. Sin mencionar palabra alguna me cambie la ropa y ambos nos recostamos en la cama para descansar las últimas horas de la noche.

-Tengo miedo. – Dije por fin.

-Lo sé cariño, también tengo miedo. Pero no dejaré que nada te pase.

-¿Crees que esto se termine?

-Confío que eso suceda, ya están buscándolo.

-¿Qué harás cuando lo encuentren?

Sus pupilas se dilataron por el enojo.

-Me encargaré de que no vuelva a hacernos daño.

-Por favor no hagas nada de lo que debas arrepentirte.

-No sé si podré contenerme.

-James no seas como él, deja que las autoridades se encarguen por favor.

-No te lo prometo Charlotte. – Me besó la frente.

-¿Le avisarás a mis papás?

-Probablemente tu abuela lo haga, pero no sabrán donde estamos, nadie puede saberlo.

-Espero que estén bien.

-Son fuertes, estarán bien.

-Te amo James.

-Te amo más Charlotte.

A la mañana siguiente todo parecía marchar en calma, James no me dejo en ningún momento sola y por la casa transitaban pocas personas, mi subconsciente aseguraba que James había pedido discreción cuando yo me encontrara en los espacios abiertos.

Por la mañana miré el amanecer que nos daba la bienvenida desde el balcón de la casa, desayunamos ante el sol sobresaliendo de las montañas que nos rodeaban, al terminar James fue por su computador y nos quedamos en la sala juntos, él trabajando y yo tratando de distraer la mente.

A medio día las actividades siguieron siendo las mismas, me preguntaba si mis amigos estaban preocupados, si alguien se estaba preguntando ahora mismo porque nos habíamos escapado como fugitivos cuando habíamos compartido un plan.

En la comida, charlamos un poco sobre lo que nos gustaría hacer mientras estábamos encerrados, la mayoría de las cosas se resumía a ser flojos en el sofá y ver películas románticas, algo que en nuestros momentos de un posible noviazgo nunca fueron hechos. Pregunté por si había algún vecino cerca y respondió que por si no me había dado cuenta, los miles de hectáreas que estaban bajo nuestros pies nos pertenecían.

Tal vez solo estábamos en territorio rentado, me daba pánico pensar que James últimamente compraba todos los lugares donde hubiésemos estado.

-No, no lo he comprado si eso piensas.

-¿Cómo sabes que estoy pensando? – Lo miré detenidamente.

-Te conozco, conozco cuando esa cabecita tuya no deja de dar vueltas.

-¿Si pregunto dónde estamos responderás?

-Suiza, en un pueblo lejano de la ciudad.

-¿Lo que se ve a los lejos es el mar?

-Es el río que los une con Francia, creí que no lo habías visto.

-Si, lo logré distinguir, solo que no sabia si podía preguntar.

-¿Estamos cerca de casa?

-No mucho, pero preferiría que no lo supieras, la información es confidencial.

-Gracias por lo que me has contado.

Ambos nos quedamos en silencio por un momento.

-¿Comerás?

Miré conscientemente mi plato.

-Estoy llena. – Mentira no tenía apetito.

-Charlotte, sabes que no me gusta que los platos queden llenos, no has comido nada, por favor come.

-Lo lamento, no puedo. – Hice una mueca y pinché las legumbres con el tenedor sin intención de comerlas.

James se levantó y se sentó en cuclillas a mi lado.

-¿Quieres regresar?

Lo miré. Y sonreí de lado.

-No, es nuestro primer día aquí, me gusta la paz, tranquilidad que estamos viviendo, pero no deseo que regresemos al caos, es solo que... me estoy acostumbrando.

-¿Podrías comer un poco más? – Pinchó la carne de pato recién cortado y la guio a mi boca.

A regañadientes mastiqué. Tres, cinco, siete bocados más y lo detuve.

-No puedo, ya no puedo.

Un poco convencido se levantó y terminó su platillo. Bebí un poco de agua natural y el estómago no lo aceptó. Me levanté de prisa y corrí al primer baño que recordaba después del recorrido de esta mañana. Enfrente del retrete devolví la comida, las arcadas eran peores una después de otra, jalé la palanca del inodoro y me limpié la boca con el papel. Miré el piso y mi respiración fue agitada.

James me tocó los hombros, estaba sentado detrás de mí apoyado en las rodillas.

-Tranquila, lo lamento.

Mi cuerpo se recargó en su torso y de pronto me sentí tan cansada. Mis fuerzas eran nulas.

-¿Necesitas algo? – Preguntó.

Agité la cabeza de lado a lado.

-¿Qué te parece si adelantamos la sesión de películas románticas antes de ducharte?

Moví lentamente la cabeza de arriba a abajo. Me llevó en brazos y ambos nos quedamos en el sillón mirando la pantalla apagada. Él me acaricia el cabello y yo trataba de componerme de lo que fuese que le estuviera sucediendo a mi cuerpo.

No sé cuánto tiempo pasó, pero ahora me encontraba en la bañera siendo consentida por James, el ambiente no era sexual, solo estábamos ambos, él cuidando a mi frágil cuerpo y yo tratando de asimilar los cambios. Resbaló la esponja por el cuerpo con el agradable olor a lavanda del jabón, masajeó mi cuero cabelludo y lentamente dejó que el agua escurriera por mi cuerpo desnudo para eliminar los residuos de espuma.

Aquello me trasladó a los momentos cuando mamá se hacia cargo de bañarme porque estaba enferma. Nunca me había sentido tan débil como parecía estarlo ahora. Me ayudó a secarme, escogió un nuevo conjunto de ropa cómoda, y me secó el cabello.

-Me duele la cabeza.

-Iré en busca de una pastilla, pedí que nos equiparan la casa, ¿Me esperas?

Asentí y lo vi salir,me tomé un momento para admirarme en el espejo y aquella mujer no era Charlotte y mucho menos la princesa de Italia que siempre llevaba joyas caras y sonreía, aunque en su vida todo fuera un caos. La piel estaba pálida, los ojos no tenían brillo y las ojeras eran notables. ¿Qué me había sucedido?

James regresó con un vaso de agua y unas píldoras, me las tomé sin decir algo más y me recosté en la cama, enseguida quedé dormida.

El resto de la semana fue la misma rutina, omitiendo el incidente del vomito y el cansancio, James cada día pedía un menú que fuese de acuerdo con mis cosas favoritas, añadió todos los postres que alguna vez probé, así como el pastel de chocolate que me volvía loca. En estas ocasiones no me presionaba para comer, era paciente y se lo agradecía de manera silenciosa.

Últimamente las plataformas digitales habían sido nuestras fieles compañeras durante todo el día, veíamos películas de todo tipo de género, terror, románticas, comedia y hasta series, aunque la mayoría no las terminaba de ver porque me quedaba dormida.

Probablemente a James ninguna le agradaba, pero tampoco se quejaba, al contrario, los miraba y a veces preguntaba de sucesos que no comprendía, así como me asustaba en los momentos de suspensos. Reímos tan alto que posiblemente los guardias y la servidumbre se preguntaría si el encierro nos estaba haciendo bien o mal, hasta ahora no había llorado, descartamos de la lista las películas tristes.

Llegó el lunes, comenzamos una nueva semana, para ser exactos ya estábamos en la segunda semana desde que llegamos, tomamos el desayuno en el comedor, para variar un poco y aunque esta vez no era diferente a la de las demás el sol parecía brillar más y el reflejo que se creaba en la piscina daba un aspecto veraniego.

Escuché unos pasos y de pronto las voces no se hicieron esperar.

-¡Tía! ¡Tío!

Los más pequeños de la familia Acker llegaron corriendo a nosotros. Sonreí como nunca lo había hecho en estos últimos siete días.

-¡Hola! – dije animadamente. - ¿Cómo es que han llegado?

Miré a Alice y a Damián que se reunían con nosotros.

-¡Hemos volado en un avión enorme! ¿Puedes creerlo? – Ava respondió alegremente.

-¡Nos han regalado golosinas! – Su hermano mayor levantó la bolsa de gomitas.

Seguía en completo asombro, ¿No se supone que el plan era quedarnos solos? Miré a James y a mis cuñados. Quise articular palabra, pero simplemente no podía.

-Como sé que le has prometido a Ava un fin de semana creí que era el mejor momento.

Sonreí al borde de las lágrimas. Respondí con un gracias apenas audible. 

-¡Wow! Miren todo lo que hay en esta mesa. – Ava nos interrumpió.

-Lo siento, donde han quedado mis modales, por favor acompáñennos. – Dije para que todos se sentaran, me levanté para ir a la cocina.

-Gracias Eva, tranquila, siéntate. – Alice se acercó y me pidió que me quedase sentada. – Lamentamos nosotros llegar sin avisar, pero James ha decidido que fuese una sorpresa.

Sonreí.

-Así es cuñada, de todas formas, tú eres a quien debemos cuidar ahora, no te preocupes nos encargamos. – Damián me sonrió y se sentó con el pequeño Marcus en brazos.

La servidumbre se encargó de todo y puso nuevos platos en la mesa. Esta mañana sin duda era diferente. Estábamos rodeados de personas que queríamos y por supuesto los niños alegran el día a cualquiera.

Todos terminamos el desayuno y los hombres se levantaron para arreglar algunos asuntos, probablemente de la empresa o sobre lo que ocurría en el mundo exterior.

James.

-¿Quieres una copa? – Abrí una botella de güisqui escoses.

-¿Qué número de botella es?

Le entregué su vaso a Damián.

-La tercera, posiblemente la cuarta.

-¿Te ha visto...?

-No Damián, claro que no. – Dije molesto por sus pensamientos.

-¿Le has dicho algo?

-No puedo, hoy apenas la veo feliz, está contenta, volvió a ser mi Charlotte. No sabes lo mal que lo hemos pasado esta semana y aunque se ha esforzado por no verse tan mal, lo siento, percibo su estado de ánimo y comenzaba a preocuparme estaba cayendo en una depresión que si no hacia pronto temía perderla.

-Si sabías que esto sucedería, ¿Por qué hiciste que aceptara?

-Creí que estaríamos mejor y que nos iba a cerca como al inicio de nuestro matrimonio, no creí que fuese distinto, no puedo verla sumida en sus pensamientos, en ser consumida por la depresión, esa no es mi Charlotte.

-¿Has pensado que lo mejor es regresar?

-No, tampoco puedo hacer eso, ese hijo de puta sigue suelto y no quiero que corra peligro.

-Charlotte es fuerte, saldrá de esta.

-Damián no la viste, no la has visto como yo la vi, Charlotte perdió su esencia y después de siete días la veo recuperarse solo con ver a los niños y a ustedes, sabía que tener a quienes ella les tiene mucho cariño le hará bien.

-¿Por qué no le pides a sus padres que también vengan?

-Porque no quiero exponerme a que sean rastreados o si algún infiltrado en el palacio conoce nuestro paradero corramos peligro.

-Nunca creí verte tan debastado.

-Apenas y puedo conciliar el sueño, Charlotte duerme profundamente, pero porque le disuelvo una pastilla en su vaso nocturno de agua. Porque sé que no logra dormirse por completo por si sola desde el accidente, su padre dijo que eso le sucedía cuando estaba ante sucesos que la afectaban mucho. Y yo simplemente no puedo borrarme las pesadillas donde la pierdo y la veo ensangrentada.

Bebí el liquido de golpe y me serví otro trago.

-James, eso no sucederá, todos están rastreándolo, pronto lo encontraran.

Damián me apretó el hombro.

-Si no encuentran a ese hijo de puta en el plazo de dos semanas que le di al servicio secreto a la seguridad privada no sé como viviremos. No estoy dispuesto a exponer a Charlotte.

-No puedes vivir encerrado para siempre.

-Por Charlotte sí.

-Por lo mismo James, no puedes privarla, le estas mostrando que es débil y que no crees en su valentía, desde que conocí a esa mujer, le dije a Alice que por fin habías encontrado tu otro par, Charlotte es tu versión, lucha contra todo, solo que también ama sin condición y no le cuesta decir nada, es la mujer que logró que el magnate James Diamond doblegara su ego y rompiera su caparazón para enamorarse. Si no le regresas su vida estoy por seguro que te sentirás mas culpable que ahora.

-Damián no sabes en que situación me pones.

-No estas en ninguna situación James, papá nos enseñó que siempre debemos cuidar lo que más amamos y es lo que haces con Charlotte, pero no la prives de su propia felicidad encerrándola solo porque tienes miedo sobre el futuro. Recuerda que es una princesa, no es una mujer normal sin recursos y que necesita ser salvada, ella tiene la protección de toda una nación y además es fuerte, es valiente, es la mujer que dominó a James Diamond.

Lo miré con la ceja entrecerrada.

-¿En verdad crees que Charlotte me tiene tomado por los huevos?

-Ha conseguido muchas cosas que años atrás nunca te hubieses atrevido a hacer y la primera es tener una relación, todos en la familia habíamos apostado en que te quedarías soltero para siempre con mujeres diferentes pasando en tu cama cada noche. Mamá odiaba que desconfiáramos de su sentido de madre, ella creía que te casarías y el día que entraste con Charlotte por esa puerta nos cayó la boca a todos. Hasta nos hizo limpiar la casa una semana. – Ambos reímos.

-Charlotte, ha sido la única con quien siento que no soy nadie.

-Comprendo que en estos momentos sientas que no eres capaz de cuidarla y de protegerla, pero... hermano. – Me apretó el hombro con mucha más fuerza. – Eres el hombre que toda mujer se merece y eres mucho más de lo que alguna vez Charlotte deseo.

-Damián... yo... - Tragué con dificultad.

-Sé que te duele estar en esta posición, Charlotte ha estado vulnerable y tú no sabes que más hacer, has hecho mucho, están por atrapar a ese hijo de puta que no debería ser parte de nuestra familia y cuando lo tengan podrán volver a ser felices.

-Sus padres me han pedido que la convenza de exiliarnos, pero sé que ella no podrá, ha sido una chica que ha vivido encerrada, tratándose de ocultar y cuando por fin es la verdadera Charlotte, he llegado con mis problemas... soy tan egoísta de pensar muchas veces en que irnos más lejos será la mejor solución, pero no quiero verla tan mal como estos últimos días.

-¿Se lo has dicho?

-¡Por supuesto que no! Ella me ha repetido varias veces que desea ver a sus padres y volver a la normalidad.

-Entonces no se lo digas, porque es probable que piense que si lo han dicho sus padres es porque es la mejor decisión y lo aceptará.

-¿Por qué no les has pedido que vengan?

-Su padre mi pidió que no los contactase, porque estará al pendiente en el palacio y descubrirá quien es el infiltrado.

-¿Crees que hay más de una persona?

-Si Mathews hubiese querido acabar con ella, ¿Por qué no lo hizo rápido? No lo visualizo como un hombre que trabaje lento además ha tenido muchas oportunidades de matarme a mí, hemos estado solo, ¿Por qué van por Charlotte?

-¿Tienes idea de quien sea su cómplice?

-No y es lo que mas me cabrea, pero el servicio secreto tampoco tiene sospechosos.

-Por el momento no pienses tanto en ello, todos están haciendo lo imposible para encontrarlo, la familia te apoya, lo único por lo que te debes preocupar es por Charlotte.

-Gracias por prestarme a tus hijos estos días. – Traté de que el ambiente fuera otro.

-Gracias a ti, ellos están felices de venir de "vacaciones" así Alice y yo podremos descansar por un momento.

-¿No estas planeando dejar al pequeño Marco o sí?

-¿Pediste a mis hijos no? El paquete completo es tres, no vienen por separado. – Rio.

-Marco no vive sin Alice aún, así que no cuenta, además con Ava es como tener a dos hijos más.

-Eso ni lo dudes, Ava es el torbellino de los tres. Espero que puedas con ella, sino no le des galletas.

-Charlotte y ella se entienden.

-Espero que no le enseñe como conquistar a su profesor.

Le di un pequeño puñetazo en el brazo, a lo cual rio a carcajadas.

-¿Marchan hoy mismo?

-Dentro de una hora, papá dijo que lo conveniente no era quedarnos, que nos fuéramos enseguida, viajaremos a otro lugar para que no relacionen la ruta del avión con esta parada.

-Si en la empresa surge algún problema también házmelo saber, sé que eres entregado a tu familia y estas semanas te he quitado el tiempo.

-Tranquilo James, lo llevo bien, además tú también tienes una familia y aunque sean dos necesitan tiempo juntos.

Charlotte.

Ambos hombres se reunieron a nosotras en la sala, donde los pequeños, Alice y yo estábamos involucradas en juegos infantiles.

-¿Por qué no nos han invitado a jugar? – James se acercó y me besó la coronilla.

-¿Tío deseas que te maquille como princesa? ¡Tía Eva me enseño! – agitó su set de brochas en el aire.

-Yo creo que el tío James necesita más que un maquillaje de princesa, ¿Por qué no le hacemos una manicura? – Respondió Damián.

-¡Si! Iré por mi mochila.

La pequeña salió espavorida a la cocina donde había dejado su pequeño equipaje de mano. Al regresar a la sala inundó la mesita central con variedad de juguetes. Probablemente no sé decía cual traer.

Media hora después Alice y Damián nos estaban dando instrucciones sobre el cuidado de sus hijos más grandes, por esta ocasión Marco no podía acompañarnos en estas noches, ya que necesitaba de su madre.

-¿Te portaras bien Ava?

-Si mamá, nada de berrinches y nada de comer muchos dulces. – La pequeña sonrió.

-Espero que cumplas tu palabra, ¿De acuerdo?

-¡Claro que sí! – Le dio la sonrisa más grande que pudo dibujar en su rostro y beso la mejilla de su madre, hizo lo mismo con su padre y se acercó a nosotros.

Su hermano mayor, quien parecía ser el tranquilo beso a ambos padres y tomó la mano de su hermana, visualizamos partir a ambos adultos con un bebe en brazos, les dijimos adiós con la mano y una vez el auto retrocedió los pequeños entraron corriendo a casa.

-¿Crees que esto será una buena prueba para saber si seremos buenos padres? – Dijo James.

-Estoy segura de que sí, mírate las uñas moradas, a nuestra hija nunca le faltaran dedos por pintar. – Reí.

-Amo a Ava, pero siempre la he visto por ratos, no hemos compartido más de veinticuatro horas juntos, no sé que me espera.

-Yo creo que sí, una casa con mucho ruido. – Reí.

-Que Dios nos proteja,que Dios nos proteja. – Repitió como un mantra y ambos ingresamos a la casa

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