Capitulo 44
Ambos terminamos y James debía partir a la empresa para verificar algunos contratos con su hermano, ya iba tarde para su primera reunión, así que me besó como si no quisiese separarse y me prometió que me llamaría a la hora de la comida para saber si nos reuniríamos. Lo despedí con la mano y comencé a atender mis asuntos pendientes.
Llame a la ama de llaves.
-Ahora sí puedo escuchar los recados que hay para hoy.
-La señorita Leticia preguntó si desea que verifiquen la agenda en casa o irá al palacio.
-¿Puedes avisarle que voy para allá?
-¿Desea ir en auto o en el helicóptero?
-¿Ya está aquí? Pensé que tardaría mi abuela en dejarlo a mi disposición.
-Llegó desde ayer con la orden de estar dispuesto en cualquier momento bajo sus órdenes.
-¿Qué medio de transporte es el más rápido?
-Auto una hora y media. Helicóptero media hora.
-¡Vaya! Sí que es mucha diferencia. Pero prefiero hacer uso del auto por esta ocasión. Así tengo tiempo de admirar lo que nos rodea. ¿Podrías avisar al chofer?
-Enseguida señora.
-Gracias. – Sonreí y fui en busca de mi bolso.
Subí al auto y este se puso en marcha a la capital de Italia. Una hora y media parecía ser mucho, amaba nuestra paz, nuestros alrededores verdes, pero no estaba dispuesta a hacer este largo camino diario, ya que tenía en mente que James y yo pudiésemos compartir nuestras comidas juntos. Como lo hacían mis padres.
Llegamos y caminé directamente a una habitación distinta a mi habitual oficina.
-Eva no te esperaba. – Mi abuela dejó sus papeles sobre la mesa y me recibió con los brazos abiertos.
La abracé e hice la reverencia.
-He decidido pasar antes de involucrarme en todos los asuntos de la corona.
-Te notas distinta, tus padres dijeron que te sienta bien estar casada y no lo negaré. ¿Cómo ha sido todo?
-Gracias por la privacidad. – Fue lo primero en decir. – Sé que sin tu orden no hubiese sido posible que no estuviéramos en el ojo público.
-Lo hice porque lo mereces, me porté de manera inapropiada al inicio de tu compromiso y tenía que compensarlo de alguna manera.
-No debías abuela, no te tengo rencor. Sé que lo hacías pensando en que James no era apropiado y te preocupaba la corona. Comprendo la responsabilidad que tienes en los hombros.
-Agradezco que comprendas la magnitud de poder que poseo, pero debí comprenderte y ahora que estas felizmente casada no puedo sentirme menos culpable de haber querido en que ambos fueran infelices separándolos.
-Eso quedó en el pasado abuela. – Sonreí y le tomé las manos. – Sé que ahora estamos bien y me alegro de que hayas aceptado a James como un miembro más. Y estoy más que agradecida en que le dieras un titulo que posiblemente nunca ocupe.
-Tú también lo llevas y decidí en otorgárselo porque en un futuro harán su propia familia.
-Lo sé abuela.
-Ayer escuché que se tomaron su último día de luna de miel.
-Así es, pero hoy ambos hemos asumido que debemos volver al trabajo.
-¿Han descansado lo suficiente? Si no, podemos disminuir tu jornada laboral a cuatro u ocho horas.
-¿Esto es otro obsequio de bodas?
-Hasta que ambos decidan que han descansado lo suficiente.
-¿Tú y el abuelo tuvieron una luna de miel tan larga?
-¿La verdad? No recuerdo haber tenido tiempo suficiente para disfrutarnos, siempre pretendíamos estar juntos en familia para tu padre y tu tío, pero tiempo suficiente para nosotros no lo tuvimos. Mi padre murió meses después de que me casara y cuando el me entregó en el altar ya sabíamos que cualquier día sería el último, por ello tu difunto abuelo y yo decidimos en que era mejor enfocarnos en el futuro que nos esperaba.
>>Él accedió en que estuviéramos de luna de miel una semana, ni siquiera salimos de Italia, estuvimos en una de las propiedades y pareció más como trabajo independiente que como una luna de miel, porque a mí me instruían sobre algunas cosas que debía manejar ya a la perfección y a él le mostraban el papel que iba a tener cuando yo fuese reina.
-¿Entonces nunca tuvieron vacaciones? – Me sorprendí por su confesión.
-Técnicamente no. Al morir mi padre pasé a ser la reina y no la princesa consorte. Yo era en aquel entonces ya la monarca absoluta y debía tomar mi papel, fue difícil tu abuelo y yo estábamos pensando en formar una familia antes de que mi padre muriera porque los doctores ya habían cambiado su diagnóstico y habían dicho que posiblemente los actos oficiales debían ser presididos por mí, pero el peso no era tanto, mientras mi padre vivía el hacia todos los actos que constaban en el palacio y yo ante las cámaras nadamás.
>>Al morir obviamente me tocó hacer ambas cosas, y tu abuelo me ayudó con algunas cosas, así que ambos nos sumergimos por la corona hasta el cuello, nuestro tiempo juntos era muy limitado, desayunábamos, comíamos y cenábamos juntos porque era lo único en lo que nos daba tiempo vernos y eso no era diario. Y en las noches solo nos encontrábamos en la cama para dormir.
-Nunca imaginé que hubiese sido difícil para ti, lo siento abuela, no me puse en tus zapatos.
-No, Eva, no tienes nada que lamentar, eran otros tiempos. Y aunque no tuvimos mucho tiempo para estar juntos, ambos sabíamos que nos amábamos y eso nos bastó para arreglárnoslo siempre ante cualquier situación.
-¿Y tú madre? ¿No te ayudó?
-Aquella época, que una mujer tomara el mando era difícil si no era la princesa heredera o la reina consorte.
-Pero era la reina, esposa de tu padre el rey legítimo.
-Si, pero al morirse el rey o reina legítimo, su pareja no puede hacerse cargo de sus deberes, le corresponde al siguiente en la línea de sucesión, así que mi madre siguió en segundo plano, me ayudó mucho cuando nació tu tío y tu padre.
-¿Cómo sucedió? – Ella me miró como si no me hubiese entendido. – Me refiero a que como fue el proceso de crianza con el poder.
-Había pasado un año de la muerte de mi padre y también ya teníamos un año de casados, fue difícil porque apenas estaba acostumbrándome a todo lo que conllevaba un poder de esa magnitud y cuando menos lo esperaba supe que estaba embarazada. Durante todo mi embarazo seguí con mis responsabilidades como reina, porque esas nunca desaparecen y me detuve hasta el día que nació tu tío. Recuerdo que esa mañana estábamos en una reunión importante y hace semanas apenas dormía, él comenzó a inquietarse en el estómago y apenas lograba concentrarme.
>>Rompí fuente y recuerdo la cara de todos los hombres de la habitación, nadie sabía que hacer. Aquel entonces los partos eran aquí en el palacio, una tradición que no quería romper. Así que rápidamente me llevaron a una habitación, enviaron a los hombres a casa y junto con una partera ahí estaba yo, dándolo todo por el heredero. – Hizo una pausa y se rio. – Tu abuelo estaba histérico, presenció el parto y al final casi se desmaya.
-Típico de hombres. – Respondí.
-Tú padre fue valiente, en ambos partos de tu madre no se desmayó, hasta diré con orgullo que nunca se separó de tu madre.
Sonreí ante su comentario.
-Después del parto. – Continuo con su relato. – Descansé un mes y regresé a mis responsabilidades. Mi madre me ayudaba a cuidarlo con las niñeras, porque a decir verdad tu tío siempre fue muy llorón. Tú abuelo y yo hacíamos todo lo posible para estar la mayor parte del tiempo con él y así fue por todo un año, hasta que me entere que estaba embarazada de tu padre. A decir verdad, yo solo pensaba en tener un hijo y cuando llegó tu padre supe que fue un accidente, aunque no lo reconozca enfrente de él. – Ambas reímos.
>>Y todo parecía comenzar de nuevo, aunque la verdad ya ambos teníamos experiencias y con dos bebes en casa las responsabilidades aumentaron, así como mi deber como reina, cuando uno de los dos no estaba presente el otro se encargaba de llenar el vacío. Por eso tu padre y tu tío saben lo importante que es la familia. Cuando mi madre murió ellos ya eran todos unos adolescentes, agradecí la ayuda de mi madre hasta el último día porque sin ella hubiese renunciado a la crianza de los dos. Lo primordial siempre fue la corona porque eso me habían educado.
-¿Y cuándo el abuelo murió cómo fue todo?
-Cuando él murió tu todavía no nacías, tu hermano y tus primos si lo conocieron, bueno Nicolás apenas tenía un año, pero tu hermano y Carlos si deben tener más recuerdos. Él fue el mejor padre para nuestros hijos, los educó muy bien y les enseñó que ambos tenían una misma responsabilidad que era estar para la corona. Tu padre siempre tuvo presente que no quería esta vida, pero tu abuelo lo convenció en quedarse a servir para mí, cuando el murió obviamente ya tu padre no tenía razón para quedarse y le otorgue el derecho de irse y lo demás ya lo conoces.
-Me doy cuenta de que siempre buscas lo mejor para todos nosotros abuela, pero tú, ¿Cuándo te tomarás un tiempo?
-Eva, la corona no descansa.
-¿Y qué tal si en tu cumpleaños te tomas unas vacaciones? Toda la familia te cubrirá, así le servirá a mi tío para practicar un poco, ¿Qué te parece?
-Lo pensaré, pero no te garantizo nada.
-Me basta con que lo pienses.
Mi abuela se puso de pie.
-Bueno, creo que por hoy hemos terminado, debo volver al trabajo.
-Yo también, ya voy atrasada con Leticia, espero que no haya regañado a nadie aún. – reí.
-Bienvenida al trabajo de nuevo Eva.
-Gracias abuela. – Me encaminé a la puerta. Recordé algo y regresé a abrazarla. – Y gracias por contarme un poco de tu historia.
-Siempre será un placer compartir contigo anécdotas ahora que podrás comprender algunas situaciones.
-¿Esperaste el momento indicado cierto?
-Si. Puede ser que antes no comprendieras la vida de casado hasta que lo experimentaras.
-Buen punto abuela. Pero si me hubieras dicho tus razones antes posiblemente ambas nos hubiéramos ahorrado el trago amargo que pasamos.
-No podemos retroceder el tiempo, al contrario, agradezcamos que estamos bien ahora.
-Gracias abuela por todo.
-Cuando me necesites aquí estaré.
La abracé por última vez y le di un beso en la mejilla. Ahora si necesitaba poner en orden mi agenda con Leticia.
Las horas pasaron, Leticia y yo hicimos una gran revisión de agenda y comenzamos a organizar todo, los próximos eventos sociales, las fiestas de caridad, las reuniones programables para la próxima semana, los eventos fuera del país que se aproximaban en este mes y a los eventos que tendría que asistir con Carlos y Nicolás, como la generación futura de la corona.
-¿Qué tal fue el primer día?
James y yo nos reunimos en el comedor del jardín en el palacio.
-Diré que ha sido bueno regresar a la rutina. – Sonreí.
-¿Ya no extrañas nuestros días a solas?
-Claro que sí, pero me entretiene estar ocupada. ¿Cómo te fue a ti?
-Nada mal, he firmado cheques, contratos y he hecho una revisión exhaustiva del trabajo mientras estaba fuera.
-Lo tuyo se escucha agotador.
-Diría que lo fue, pero estar aquí contigo lo reconforta todo.
-Hoy hablé con mi abuela sobre nuestra historia, creo que fue un buen comienzo y le di las gracias por ambos.
-¿Hablaron de lo nuestro?
-Exactamente de la historia familiar, admiro a mi abuela, siempre lo he hecho por llevar el peso de la corona, pero ahora creo que más, ha sido una mujer que trabaja fuertemente sin queja.
-Eres igual a ella.
-Supongo que lo llevo en las venas. Soy una Mozzi.
Terminamos nuestra hora de almuerzo y como muy buenos trabajadores que somos nos involucramos en nuestras labores, por segunda vez en el día. James se tuvo que ir a la empresa y yo regresé con Leticia.
-¿Vivirás en el palacio? – Nicolás se unió a mí en el camino de entrada al palacio.
-¿Qué haces aquí a estas horas?
-Me toca mi clase de instrumentos musicales, ¿A ti no?
-No tienes clases de instrumentos musicales.
-Tú tampoco estas aquí de visita.
-He venido porque el palacio es mi lugar de trabajo, debo estar aquí para ver lo que se realiza con la agenda.
-He venido porque necesitaba un respiro.
-¿Qué sucede? ¿Estas pensando en tu cenicienta?
-No, me he convencido de que, si ella no aparece, eso significa que nunca lo hará, porque no hice nada malo.
-¿Tener sexo sin condón es nada malo?
-Me refiero a que no le rompí el corazón y tampoco me sobrepasé con ella.
-Entonces, ¿Has venido para contárselo a la abuela?
-¡Claro que no!
-No entiendo porque estas ahora mismo robándome tiempo.
-Porque he encontrado esto. – Me entregó un sobre que sacó de su chaqueta.
-¿Qué es? ¿Un regalo de bodas?
-No lo sé, llegó a mí por casualidad.
-¿Dónde lo encontraste?
Nicolás abrió la primera puerta que visualizó en nuestro camino y la cerró con seguro.
-Hace dos o tres días vine al palacio y tu sabes que la correspondencia se entrega en la mesa principal de la entrada para que cada secretario se haga cargo de llevarlas a quienes corresponden.
>>Llegué temprano y las personas parecían pasar de las cartas, leí el destinatario de cada una y al parecer las tuyas y las de los demás miembros solo faltaban por ser entregadas, pero esta me dio una mala espina, no tiene destinatario fijo y solo menciona EA, nadie se llama así más que tú con tu nuevo apellido de casada.
-¿Dices que EA es por Eva Acker?
-¿No lo crees así?
-Pienso que podría ser para algún empleado, ¿No crees que podemos infringirnos en la privacidad de otro si tus suposiciones son erróneas?
-Si es así pido disculpas públicas.
Rasgué la parte superior del sobre y saqué la carta. Al abrirla esta únicamente contenía unas cortas palabras.
Se cortés.
Se amable.
Se feliz.
Que muy pronto todo llega a su fin.
-¿Qué es esto?
Nicolás leyó la misma frase.
-¿Quién lo envío?
-No tiene remitente. – respondí.
-Eva esto es serio. Debes decirle a James.
-No, no, no puedo... no ahora que ambos estamos bien.
-Claramente alguien quiere hacerte daño y no sabemos quien es.
-¿Y si solo juegan con mi paz? Nicolás, no es la primera vez que tratan de intimidarme.
-Pero no había sucedido desde que llegaste al palacio, tampoco creo que haya sucedido mientras vivías en Canadá.
-Pero si no sé quien es, ¿Cómo puedo acusar a alguien?
-No acusarás a nadie, James y tu solo podrían estar alerta a lo que pase.
-No pienso alertar a James de algo que posiblemente sean solo palabras sin sentido, si quisieran hacerme daño, ya lo hubieran hecho.
-¿Y si lo están planeando sin que te des cuenta?
-No lo creo Nicolás, además, ¿Quién envía amenazas y no da pistas? Alguien solo quiere jugarme una broma.... ¿No eres tú cierto?
-¿Crees que haría este tipo de cosas para fastidiarte? Eva, te quiero como una hermana y daría la vida por ti.
-Vale, hagamos esto. Ninguno de los dos dirá nada hasta encontrar pistas y si este tipo de cosas se repiten ya le diré a James.
-Eva, antes de casarte te enviaron cosas así.
-Si, pero tampoco sucedió nada, ¿Por qué crees que ahora sí?
-Eva, no creo que ahora sí, he creído siempre que algo puede pasar y no quiero arriesgarme a que sea demasiado tarde. ¿Puedes por lo menos decirme que hoy lo pensarás?
-Esta bien Nicolás, hoy pensaré si debo decirle a James o no.
-No Eva, no hay un no, no evitaras esto, te estoy diciendo que hoy pensarás en decirle a James esto a más tardar mañana en la mañana.
-Nicolás, no puedes hacerme esto.
-Sé que no soy nadie para aconsejarte, pero no pondré tu seguridad en peligro.
-Esta bien, se lo diré a James solo que... dame tiempo ¿Sí? Si se lo digo mañana se pondrá histérico y apenas hemos regresado de nuestra luna de miel.
-¿Cuánto tiempo necesitas?
-Una semana.
-Es todo lo que te doy Eva, una semana, sino se lo dices lo haré yo y le diré también a la abuela.
-¿No puedo hacerte cambiar de opinión cierto?
-No.
-Bien, ya que he entendido tu punto, ¿Por qué no me acompañas a mi primera reunión del día?
Lo tomé del brazo y salimos de la habitación. En el primer bote de basura que visualicé corté en pedazos la carta y la deseché.
-¿Tienes reuniones aburridas?
-No son aburridas, a veces terminamos tomando un té con aperitivos.
-Suenas como la abuela.
-¿Tienes algo importante que hacer?
-¿La verdad? Es que no y pretendía llevarte conmigo a tomar unos mojitos, pero como eres una mujer casada, dudo mucho que a tu marido le agrade la idea.
-James no me da ordenes y tampoco toma las decisiones por mí.
-Pero si que sabe lo que es bueno para su mujer.
-Es dominante.
-¿También en la cama?
-Ya me preguntaba donde estaba el habitual Nicolás.
-Nena, siempre estoy aquí.
-Por cierto. ¿Tu hermano sigue hablando con Susana?
-No lo sé, no estoy interesado en sus líos amorosos. ¿Van en serio?
-Es lo que me temo, porque Susana no me dio detalles y no creo que Carlos lo haga.
-¿Pretendes que le pregunte?
-No, pretendo que lo averigües, eres bueno buscando información.
-Si ella se regresó a Canadá, posiblemente no era nada serio. Por fin mi hermano me hace caso y se busca mujeres para coger.
-¿También le dices que se emborrache y no use condón?
-¿Me lo refregaras cada vez en la cara?
-¿Así lo deseas?
-Mejor buscaré la información que me pediste. – Me dejó en la puerta donde se haría mi reunión del día.
-¿Qué? ¿No entraras conmigo?
-¿A tu reunión? No, prefiero aprovechar la sala de cines ya que esta sola. Si quieres salir de ahí apenas hayas puesto un pie, me envías un mensajito. – Meneo su celular en el aire y me lanzó un beso.
Lo vi marcharse y me reí por la manera extraña en la que evitaba las responsabilidades.
-Buenas tardes, señores, lamento la demora, creo que podemos iniciar. – Dije al entrar y todos respondieron a mi saludo con reverencias.
Así comenzaba mi segunda parte del día uno de casada.
-¡Hola! ¿Cómo esta la nueva mujer casada?
Mi hermano estaba al otro lado de la línea.
-Me alegro de escucharte, estoy estupendamente bien, no creí que esto fuese agotador.
-Apenas es tu primer día después de la luna de miel. Te acostumbraras.
-¿En cuánto tiempo lo hiciste tú?
-Dos días.
-¡Dos días! ¿Es una broma?
-Me habían instruido antes de casarme para esto. Ya sabia lo que se avecinaba.
-Estoy tratando de balancear todo. Creo que moveré mi oficina a mi casa.
-¿A tu casa?
-Si, James y yo no vivimos en el palacio. Viajamos aproximadamente hora y media en nuestros autos. Debes venir a visitarnos.
-Estaría encantado en conocer su nidito de amor, pero sabes que las vacaciones son limitadas con nuestras posiciones.
-Un fin de semana no hace daño a nadie.
-Lo pensaré con Isabella, tal vez podamos agendar una escapada, nos vendría bien.
-Les caerá de maravilla, sé que han planeado tener bebes.
-Lo hemos dejado a un lado por el momento, tal vez no es el tiempo adecuado, no estamos presionados, pero al saber que nos costará trabajo, esperamos estar menos estresados.
-¿Se acercan las votaciones en Noruega cierto?
-Si y los partidos quienes compiten por la posición de primer ministro no están a nuestro favor, han decidido recortar el gasto de la monarquía y aunque no quiera sonar egoísta, sé que no puedo permitirlo.
-¿Hay alguno a su favor?
-Solo uno, pero mi suegro cree difícil que se concrete algo.
-Por eso han pensado en tener un bebé.
-No lo aceptaría públicamente, eres mi hermana y contigo si puedo decirte la verdad. Creímos que sería la mejor estrategia.
-Es una señal del destino, no se los ha concedido porque lo ven como publicidad.
-Pero el pueblo de Noruega nos ve como un adorno más.
-Demuéstrenles que no es así.
-Hacemos cada día eso Eva, pero no parece tener tanto efecto como en Italia.
-¿Y qué dicen los consultores?
-Están por agotarse las ideas.
-Sé que encontraran la solución para que la monarquía no sea disuelta, ha sido años de trabajo de la familia de Isabella y aunque tú legalmente ya no pertenezcas a nosotros, sabes que la abuela podrá ayudarte.
-Lo sé Eva, pero así me cueste mucho sé que encontraremos la solución para que Noruega vuelva a creer en nosotros.
-Estoy segura de que así será.
-¿Y qué tal tu con James? ¿Ha encargado a la cigüeña?
-¿Estas preguntándome en verdad eso? Apenas he terminado mi luna de miel y comienzo con las cosas de la corona ¿Cómo crees que tendré tiempo en enviarle una carta a la cigüeña?
-¡Oh Eva! ¡Vamos! Tiempo si tienes pedirle exactamente un bebé dudo que vaya en tu carta.
-No te daré explicaciones.
Se rio.
-Tampoco necesito que me digas si hombre buenas cogidas lo hace bien.
-¿No lo escuchaste de Nicolás cierto?
-Absolutamente no.
-Extraño tenerte cerca.
-Y yo a ti pulga... Recuerdo cuando dijimos que estaríamos juntos hasta después de formar nuestras familias ¿Quién lo diría? Ambos hemos formado nuestra pequeña familia en lugares distintos.
-Odio que nos separen kilómetros, porque no podemos celebrar nuestros éxitos juntos.
-Pero eso no impide que estemos felices unos por el otro. Siempre estaré orgulloso de ti.
-Y yo de ti, eres el mejor hermano que cualquiera pudiese desear y aunque a veces he sido intensa contigo, creo que sabes que tiendo a hacer dramas de vez en cuando para no perder la costumbre.
-Eva, desde siempre has sido una pequeña del drama así que no me incomoda en lo absoluto, al contrario, me parece que deberías recibir un premio por eso.
Reí.
-Te amo con todo el corazón.
-Yo más pulga, mucho más.
-Tengo que colgar, James ha llegado para llevarme a casa.
-Dale un saludo de mi parte y recuérdale que, si te lastima, aunque sea un poquitito, le enviaré a todos los soldados de Noruega a buscarlo.
-Le daré tu mensaje... te quiero, cuídate.
-Adiós Eva. – Colgó.
Sonreí al ver a James acercarse.
-¿Con quién hablabas?
-Con David, te envía un mensaje.
-¿Ah sí? Déjame adivinar, ¿Enviara a su séquito de soldados si no te hago feliz?
-¡Vaya señor Acker! Últimamente está acertando. Me pregunto, ¿Qué pócima está tomando?
-Sin duda alguna la del amor. – Me besó. - ¿Nos vamos?
Asentí con la cabeza y subimos al auto para partir a casa. En el trayecto a casa ninguno mencionó palabra alguna. Solo nos quedamos juntos tomados de la mano y admirando el paisaje. Me sentí en plena paz al estar a su lado, el día me pareció como si nunca nos hubiésemos separado.
Agradecí al universo por encontrar una persona como él. Miré hacia la carretera por un instante y visualicé un auto inusual detenido a media carretera. Traté de mirar al conductor, pero este estaba con gafas oscuras y los vidrios no hacían visible su interior. Si mal no recordaba era el mismo que visualicé en la mañana al irme, pero no tomé importancia pensando en que podría ser alguien que tenía un fallo con su auto.
Lo miré hasta que me fue imposible visualizarlo de manera correcta. Mi cerebro emitió una pequeña alarma.
-¿Sucede algo? – James miró a donde lo hacía.
-No, solo que... olvídalo, pensé que había visto un animal cerca.
-¿Estas segura que ves bien? ¿No estás cansada por el viaje?
-Estoy bien. – Le sonreí para tranquilizarlo. – Posiblemente es el cansancio de hoy.
-Mi madre me llamó hoy.
-¿Necesita algo? ¿Le pasó algo a tu familia?
-No, tranquila, fue una llamada para decirnos que nos ha enviado un regalo a casa y de paso también me regañó.
Reí al imaginarme a Claire llamando la atención de su hijo.
-¿Por qué?
-Dice que no debería estar trabajando, sino haberme quedado en casa contigo.
-¿Y cómo se enteró de que regresamos al trabajo?
-Posiblemente Damián le dijo que nos encontraríamos en la empresa.
-Por cierto, ¿Le das muy buenas vacaciones a tu hermano?
-¿Estás pensando en que exploto a mis empleados?
-No, solo quiero corroborar que no eres el único que toma vacaciones largas.
-Todos tienen vacaciones más que considerables, y mi hermano es igual que yo, aunque estemos de vacaciones trabajamos a distancia.
-Por cierto, hablando de las vacaciones de tu hermano, invité a tus sobrinos a quedarse unos días en casa.
-¿Si sabes lo que significa?
-Son niños, no pueden hacer mucho.
-Eva son tres, un bebe de meses, un niño de seis y una niña de tres.
-Acepto que la de mayor personalidad es Ava, no hay problema para mí para cuidarlos un fin de semana, ¿Por qué no le adelantas un poquito las vacaciones a tu hermano?
-¿Me estas pidiendo que nos quedemos un fin de semana al cuidado de nuestros sobrinos?
-Se lo prometí a Ava y estaba muy feliz, no quiero que piense que no cumplo mis promesas.
-Encontraré la manera de que tengamos un poco de trabajo reducido, ¿Te parece bien?
-Estoy satisfecha.
-Solo prométeme que no volverás a hacer promesas a Ava sin estar yo presente.
-Algo me dice que ya te has quedado con Ava a solas y no quieres volver a hacerlo.
-Te contaré algo, Ava siempre sabe como salirse con la suya.
-Entonces no es tan distinta que su tío.
-Podría decir que estoy orgulloso de eso, pero ella es peor que yo.
-¿Tan mal ejemplo has sido?
-En sí, he asistido pocas veces a casa desde su nacimiento, así que no creo que la pequeña siguiera mi ejemplo, creo que Damián le heredó los genes de rebeldía que a él le faltaron.
-Me agrada Ava, es como una adolescente en miniatura.
-¿Por qué en mujeres se entienden bien?
-¿Y por qué no? Los hombres también tienen sus propios rollos y nadie dice nada.
-Buen punto señora Acker. Cada día me siento más afortunado de haberme casado con la mujer más inteligente de este planeta.
Llegamos a casa y ambos entramos. Saludamos a quienes se encontraban cerca y avanzamos a nuestra recamara, nos cambiaríamos antes de bajar a cenar.
-Podría quedarme ahora mismo dormida. – Mencioné recostándome en la cama un momento.
-Descansa un rato y cuando despiertes te subo la cena.
-No James, hoy fue oficialmente nuestro primer día de regreso al trabajo, y quiero terminarlo bien.
-Si lo deseas. ¿Te ducharas ahora mismo? O prefieres antes de acostarte.
-¿Te duchas conmigo?
-No tienes porque pedirlo.
Se acercó, me besó y nos encerró en el baño.
Media hora después, ambos nos reunimos en la sala.
-Señora, han traído esto por correo.
Dos hombres del servicio se acercaron con un gran paquete cubierto de papel.
-¿Qué es esto?
-Tal vez el regalo de mi madre. – James me abrazó por detrás. - ¿Deseas abrirlo?
Asentí y me ayudó a rasgar el papel. No podía creer lo que veía.
Era un cuadro blanco y negro de nosotros dos del día de nuestra boda. James y yo estábamos posando de frente mirándonos a los ojos. Mi vestido claramente estaba proyectado en el cuadro toda la parte de frente y él con su esmoquin me tenía tomada de la cintura.
Sonreí ante el recuerdo. Aquel regalo era tan especial, porque, aunque parecía ser una fotografía tomada como tal significaba tanto. Toque el lienzo y la sensación de alegría me inundó.
-Tu madre siempre sabe dar los mejores regalos.
-Mi madre no es la única.
Hizo una señal y los hombres trajeron otro regalo similar al que habíamos abierto.
-¿Qué es esto?
-Es para ti.
-¿Otro regalo de gran amplitud de nuestra boda?
-Algo mejor.
Rasgué el papel sin esperar a que hiciera lo mismo. Me quedé con la boca abierta.
-James... esto...
-Si, eres tú y es para ti.
Mi cerebro no podía unir frases, aquel nuevo cuadro, era una fotografía de medio cuerpo pintado a mano de mi rostro. Sonreía directamente a la cámara y mis facciones demostraban tranquilidad plena. Con toques suaves recorrí un lateral de la foto, los colores eran vivos y la pincelada parecía ser sutil para poder retratar lo colores.
-¿En que momento...? – Fue lo único que pensé.
-¿Recuerdas nuestra foto en la luna de miel?
-No me digas que lo planeaste.
-No, pero se me ocurrió en el momento. Estabas tan bella que decidí que lo necesitaba en un cuadro.
-¿Por qué pintado y no solo una fotografía para un álbum?
-Porque quiero que todos sepan quien es el pilar de esta casa.
-¿Y dónde lo pondrás?
Miró arriba de la chimenea, claro, aquel espacio había sido despejado a propósito. Así quien llegara casa podría visualizarme, aunque no estuviera presente. Los dos trabajadores de la casa se pusieron en marcha y comenzaron a colgar la pintura donde James ya había dicho. Terminaron rápido y de alguna manera me veía directamente.
-Ahora si cariño, cualquiera que entre a esta casa sabrá que eres la que manda.
Me besó.
-Me pregunto, ¿Dónde pondrás el regalo de tu madre?
-Tengo un lugar especial.
-¿Me dirás?
-No, ya lo verás.
-¿Por qué creo que no es la única sorpresa que me tienes?
-Porque no lo es.
-¿Me dirás las demás?
-No, aún faltan por llegar, me han dicho que tardarán un poco más.
-Solo dime de que tratan.
-No puedo hacer eso. Sino ya no serán sorpresas.
-Señores la cena está servida. – El ama de llave nos interrumpió.
-Te ha salvado la campana. – Le dije en forma de broma.
Nos sentamos a cenar e hicimos un repaso de los acontecimientos del día. Me preguntó sobre la situación incomoda de Nicolás y si había algún cambio o si la mujer misteriosa ya había aparecido. Le contesté que aún no había novedades, pero Nicolás ya no estaba tan preocupado como el primer día que llegó de visita.
Nos sirvieron el postre.
-Charlotte, la próxima semana debo ausentarme unos días.
-¿Estarás lejos?
-Tengo que ir a suiza. Una de las compañías que manejamos ahí tienen problemas legales y debo estar presente.
-¿No es nada grave cierto?
-No, pero prefiero resolver las cosas por mi cuenta.
-¿Cuánto tiempo estarás fuera?
-Creo que serán dos o tres días.
-Podré con ello.
-Puedes venir conmigo.
-James, hemos regresado de nuestra luna de miel y he programado mis reuniones de esta y la próxima semana, no puedo ausentarme.
-Puedes hacer videollamadas.
-¿Me lo estas diciendo con anticipación para convencerme de ir contigo?
-Lo estoy intentando.
-Me parece que esta vez no tendrá efecto alguno, señor Acker.
-¿Puedes pensarlo? No quiero dejarte sola, sé que dijimos que no nos separaríamos, pero debo conocer las circunstancias de la empresa de propia mano.
-Debes ir, es tu trabajo, como el CEO. No quiero que dejes tus obligaciones, lo comprendo, pero tampoco me pidas ir contigo cuando tengo responsabilidades y lo sabes.
-¿Lo pensarás?
-Te tengo una mejor idea, ¿Por qué no ideamos un plan para estar en contacto? Puedo vivir estar unos días sin ti, sé que será raro, porque estos últimos meses estamos juntos, me gusta despertar y dormir contigo.
-A mí también cariño, no sabes cuánto.
-Nuestra primera separación, espero que estos días sean lentos.
-Cuando regrese te compensaré los días que este fuera.
-Eso me agrada. – Sonreí.
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