Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 42

Laura mencionó que la cena estaba servida y todos comenzamos a tomar nuestros lugares. Sirvieron a cada uno y todos los presentes parecían estar gustosos con la cena. Entre charlas cortas y algunas risas causadas por los mas pequeños toda la familia se unió, mis padres estaban cómodos, la familia de James olvidó las formalidades y entre James y yo no dejaban de sobresalir nuestros coqueteos por debajo de la mesa. 

Ava comió el último pedazo de carne emitiendo un sonido de satisfacción absoluta.

-¡Esto está absolutamente riquísimo! – Terminó diciendo con lo dedos en la boca.

-Ava, la servilleta. – Mencionó su madre para recordarle los modales. – Deberíamos pedirle la receta a la tía Eva, lo han terminado por completo.

-Es que mamá, tía Eva cocina mejor que tú. – mencionó con inocencia.

Todos rieron.

-¿Ah sí?

-Tía Eva, ¿Puedes cocinar para nosotros en casa?

-Bueno, el merito no es solo mío, Laura me ha ayudado.

-Laura, ¿No quieres venir a casa para preparar la comida?

-Bueno... tengo una idea mejor, ¿Qué tal si les enviamos la receta completa?

-¡Sii! – Chilló. – Mamá debes seguirla al pie de la letra.

-Haré un esfuerzo.

-¿Hoy habrá postre? – La niña pareció no interesarle más las intenciones de su madre.

-Es una sorpresa. – Mencionó James.

-¿Tendré que esperar? – Su cara se volvió triste.

-Solo un poquito.

-Entonces... papá ¿Puedo...? – Se refirió a ir de la mesa al sofá a entretenerse con los aparatos tecnológicos.

-Solo no peleen.

-Si capitán – Y de manera automática su mano derecha tocó la frente en forma de saludo militar.

La plática de adultos continuo con normalidad y Laura hizo el favor de traer el postre. Se partió la tarta en porciones iguales añadiendo una bola de helado de caramelo al lado. La familia degustó su postre y se rindieron en halagos a mi persona.

-¡Es delicioso Eva! – Mencionó mi suegra.

-Lo mejor que he probado hasta ahora. – Repitió mi padre.

James sonrió con orgullo.

-Bueno, esta vez no me den los méritos, el postre no ha sido mío.

-Lo he preparado yo solito. – Un James orgulloso de sus logros salió a flote.

Todos se quedaron sorprendidos.

-¡Sabia que mi nieto no era solo bueno para los números! Felicidades hombre. – La abuela fue la primera en hablar. – Por lo menos sabemos que Eva disfrutará de buenos postres en su vida independiente.

Todos rieron. Y ahora se dirigían a James diciéndole que por fin había encontrado algo de vocación en otra cosa que no fuese finanzas.

-¿No nos han avisado para el postre? – Una Ava refunfuñada llegó a la mesa.

-Ven, pruébalo. – Laura le sirvió un poco.

La niña introdujo la cuchara pequeña en sus labios y los ojos se le agrandaron.

-¿Y que tal? – Mencionó su madre.

-¡Está riquísimo! – se relamió los labios. - ¿Lo has hecho tú tía Eva?

-El mérito es de tu tío James.

La niña abrió la boca sorprendida.

-Yo quiero vivir aquí, ¿Puedo?

-¿Por qué quieres vivir aquí? – Su padre la miró divertido.

-Tía Eva hace buenas comidas y el tío James los postres más deliciosos. – La niña sobó su estómago. – Creo que seré feliz aquí.

Todos los presentes rieron al conocer que lo único que le importaba a Ava era mantener el estómago contento.

Las horas tomaron su curso y las charlas se convirtieron en anécdotas del pasado de ambas familias, principalmente de nuestra niñez vergonzosa. James y yo parecíamos ser la causa de todas las carcajadas. Nuestro amor se mostraba antes todos y por momentos James tenía la valentía de darme un beso protector en la frente cuando me ruborizaba o simplemente por placer.

Estábamos abrazados todo el tiempo que eso no fue objeción de bromas por parte de la abuela.

-Ya quiero verlos así de tortolitos cuando lleguen a mi edad jovenzuelos.

-¡Mamá! – Clare trató de evitar sus próximas bromas. – Son recién casados no debes espantarlos.

-Después de los hijos ya les digo yo que la llama de la pasión se termina.

-¿Llama de la pasión? – Una inquietante Ava salió a relucir.

Todos quedamos a la expectativa de la respuesta de los padres.

-Si, es cuando dos personas se dejan de dar cariños, tú lo entenderás cuando seas mayor.

-¿Eso significa darse besos?

-Y más que eso. – Dijo la abuela sorbiendo de su copa de vino.

-¡Puah! Eso es asqueroso. – Mencionó la pequeña. – No quiero ser grande para descubrir la llama de la pasión.

Todos reímos por la inocencia de la pequeña y sus ocurrencias de unir frases y oraciones que no estaban ligadas en el mismo contexto.

-Te aseguro sobrina mía, que a tu padre tampoco le hace gracia la idea de imaginándote, descubriendo la llama de la pasión.

James atacó a Diamond y este no se rio. Creo que a ningún padre le haría gracia imaginarse a su hija teniendo relaciones.

El tema de la vida adulta de Ava y nuestra primera semana como matrimonio paso a segundo plano, pues ahora ambas familias estaban organizando su regreso a sus propias casas. Mis padres fueron los primeros en despedirse y la familia de James les siguió. En menos de media hora nuestro departamento volvió a quedar en silencio y en compañía de Laura y los meseros que nos habían acompañado en todo momento.

Con una corta señal, nos quedamos a solas, Laura desapareció con los demás.

-¿Por qué te has unido a hacerle una broma a tu hermano?

-Me pareció correcta. Aunque conociendo a mi sobrina creo que el karma estará a la vuelta de la esquina.

-¿Y tú no le temes?

-¿Al karma? ¿Por qué debería hacerlo? - Lo miré sonriente por unos momentos. – No me digas qué...

Miró mi estómago plano y regresó a mis ojos esperando una respuesta.

-No, aún no... - Enredé mis brazos a su cuello y me abrazó por la cintura. – Pero creo que el día que estemos esperando un bebé y sea una niña te dará el doble de dolor de cabeza que pudiste darles a tus padres.

-No fui un hombre problemático.

-No a sus ojos, pero tampoco eras un buen hombre.

-¿Está diciendo que no me porte como un caballero?

-Estoy pensando en que quizás a tu hija tampoco le toque un hombre tan bueno.

-Ella no tendrá permiso de tener un noviazgo hasta que cumpla los treinta.

-¡Oh vamos! – reí. – tú no esperaste a que tuviera treinta para tenerme debajo de ti.

-Vaya señora Acker, ¿Está insinuando que le he robado la purificación de su alma?

-Tampoco fui una santa, pero digo que un padre no puede exigir algo que no hizo.

-Mi hija no lo sabrá, así que hasta los treinta me aseguraré de que tenga su primer novio y llegue virgen al altar.

Reí alto.

-¡James! Su madre precisamente no llegó virgen al altar.

-Pero siempre tuvo su placer con el único hombre de su vida. ¿Cierto?

-¿Lo dudas?

-No, pero quiero estar seguro.

-Has sido el único hombre en mi vida. – Le di un corto beso.

-Y así será hasta el final de nuestros días cariño.

-No lo creo.

Levantó las cejas.

-¿No?

-No, porque posiblemente tengamos un varón y obviamente no serás el único hombre en mi vida.

En sus labios se dibujó una sonrisa.

-Cariño, yo siempre seré el hombre de tu vida, aunque todos nuestros hijos sean varones, porque les enseñaré a que deben cuidar a su madre de cualquier persona que se acerque.

-¿Serías tan protector?

-Si no lo soy ahora, entonces no sé que tipo de protección te estoy dando.

-Me refiero a que si fueras capaz de inculcarle eso a nuestros hijos.

-Por supuesto que sí. Eres y serás mi prioridad, sin ti mi vida no tendría sentido.

-La mía tampoco, soy tan egoísta como para dejarte ir.

-Cariño nunca me apartare.

Me besó lentamente que me sentí derretir a sus encantos. Me cargó en brazos y supe que nuestra velada no había terminado. Nuestra promesa de hacer el amor hasta el amanecer había sido cobrada. Nuestra habitación sería testigo de la unión de nuestros cuerpos y como lo dijo Afrodita sentiría celos de lo apasionante que estábamos siendo.

-Señora, tiene visitas. – Laura entro al despacho.

James y yo nos miramos.

-¿Quiénes son? – La miró James por debajo de las gafas.

-El señor Sebastián y la señorita Susana.

-Enseguida voy.

-No me dijiste que vendrían.

Guardé el libro que tenia entre las manos en la estantería.

-Tampoco sabía que vendrían han llegado de sorpresa. Iré a verlos, además tampoco podemos salir de aquí.

-Bien. – Se acercó a mí. – Estaré trabajando un poquito más y si aún están aquí para la cena me uno a ustedes. – Me besó.

-Es un plan perfecto, solo no te quedes hasta tarde, recuerda que establecimos límites.

-Si señora Diamond, me ha quedado claro. – Me volvió a besar más profundo. Y antes de separarnos, me propició una nalgada.

Salí al encuentro con mis mejores amigos y me abrazaron al verme.

-¿Cómo estás? – Habló Sebastián.

-Bien y ustedes, no pensé verlos por aquí, ¿Cuándo regresaron?

-Hace una semana. – Susana intervino.

-Dos días – dictaminó Sebastián.

Miré confusa a ambos.

-¿No llegaron juntos?

-No, querida, hemos llegado hace dos días.

-¿Por qué mentirme?

-¿Le dices tú o le digo yo?

Susana estaba callada, muy raro en ella.

-¿Decirme qué? ¿De qué debo enterarme?

Sebastián miró impaciente a Susana quien evitaba nuestras miradas.

-Tu mejor amiga se ha cogido a tu primo desde la boda. Sin parar.

Me quedé con la boca abierta. Sí sabia de la situación gracias a Nicolas, pero no creí que fuese una aventura de muchos días.

-¿Cómo? – Tartamude.

-Como me escuchaste, tendrás una nueva prima. Ya quisiera yo que Nicolás fuese gay y nos uniéramos los tres, ¿Qué juego del destino no?

-Susana, di algo... ¿Es esto más que una aventura?

-No, no... sino que... eres mi mejor amiga y él es tu primo, lo siento, no creí que pasaría.

-¡Ay cariño! – Sebastián rodó los ojos. - ¿Ahora tienes vergüenza cuando antes te lo follabas con la boca toda la noche?

-¡Sebastián! – Ambas lo reñimos.

-¡Uy perdón! No recordaba que hablaba con las hermanas de la caridad.

-Susana, no deberías tener pena por decírmelo, son adultos y además la vida de mi primo no me incumbe, aunque si me hubiese gustado que fueses tu quien me lo hubiera dicho y no Nicolás.

-¿Ya lo sabías?

-Sí, días después de la boda.

-Te dije que tus gritos de perra en celo se escuchaban por todo el palacio.

Reí.

-Exactamente, te vio salir de la habitación.

-Lo siento, fue algo que... no estaba premeditado.

-No me importa, por lo menos ya todos sabemos que no es gay y disfruta del placer. Comenzaba a creer que se quedaría solo de por vida, después de la decepción amorosa que sufrió.

-No volverá a ocurrir.

-No debes prometerme nada, te lo he dicho, no me importa y si a ti te gusta estar bajo las sabanas de seda de mi primo, bien por ti. Solo que tengan cuidado, la reina no es devota a relaciones sin compromisos.

-Lo tenemos en cuenta.

-Bien, entonces ya que hemos arreglado el asunto, ¿A qué viene su visita?

-Exactamente a saber como estabas y si ahora como señora Diamond ya no tienes permitido salir con este par de mejores amigos.

-¿A dónde tenían pensado ir?

-A celebrar tu casi primer mes de casada. ¿El bar de Joe está bien?

-Lo lamento, declinaré la invitación, no puedo salir de este departamento y mucho menos del edificio.

-¿Qué? ¿Estás encerrada de por vida? ¿Esa es tu nueva vida de casada? – Sebastián se alarmó.

-No, sino que hemos decidido mantenernos ocultos, no queremos que los paparazis nos tomen fotos y que comiencen a perseguirnos sin descansar.

-Es tu luna de miel, deberías disfrutar de todo el mundo.

-Nos va bien quedarnos en casa. – Me encogí de hombros.

Sebastián abrió la boca.

-¡Pues claro! Mírale el brillo en los ojos Susana, a esta mujer le dan como cajón que no cierra.

-¡Sebastián!

Susana no dejó de reír.

-Con razón las visitas están prohibidas. No sabes como nos costó convencer a los de seguridad de que somos tus amigos.

-Solo dejan pasar a quienes avisamos que van a llegar, me imagino que llamaron al departamento y Laura los dejó pasar.

Laura se acercó con una bandeja con bebidas y bocadillos. Le sonreí pronunciando un gracias apenas audible.

-¿Tienen un itinerario acaso?

-No, solo hacemos lo que se nos ocurre al momento.

-¿Se quedarán en Canadá mucho tiempo? – Susana preguntó.

-No, nos iremos la otra semana, tengo que retomar mi agenda, las fundaciones no pueden quedar desprotegidas.

-¿Estas segura que quieres regresar? ¿No prefieres volver a ser "normal"?

-Claro que me gustaría poder salir y demostrarle al mundo que soy la mujer más feliz caminando al lado del hombre que amo y darnos muestras de cariño por donde sea sin esperar que nos juzguen o que deseen tomarnos fotos. Pero ambos conocemos mi realidad y aunque James renunció a un titulo que le correspondía por matrimonio y aunque pudo dejarlo todo a último minuto, está a mi lado y eso me da fuerzas para regresar a mis orígenes. Además, me di cuenta de que puedo hacer muchas más cosas con mi titulo que bajo una sombra.

-¿Y cómo será cuando regresen?

-No lo sé, me aterra un poco pensar en ello, pero James y yo lo estamos postergando la conversación, porque deseamos vivir el momento.

-¿Vivirán con tu abuela? Digo en el palacio.

-No, James y yo nos iremos a nuestra casa, está lejos del centro de Italia, así que probablemente hagamos uso de los autos muy a menudo o del helicóptero.

-Charlotte, sé que a tu edad no lo has pensado, pero James tiene que, ¿30? ¿Han hablado de los hijos? – Sebastián tomó un bocadillo.

-Como lo dije antes, hemos decidido vivir el momento, podemos esperar unos años.

-Se te nota tan enamorada, ¿Quién diría que fuiste la primera de los tres en casarte? – Susana sonrió.

-Tengo envidia. – Sebastián se cruzó de piernas. – Ya quisiera yo que un amor así se me apareciera detrás de esa puerta.

Justo en ese momento James salió de su oficina y se acercó a nosotros.

-Lastima hombre, tu ya estas casado. – Sebastián terminó su frase y Susana y yo reímos.

-¿Me he perdido de algo? – Me besó la cabeza y se sentó a mi lado.

-No mucho - respondí.

-Hemos cumplido con nuestras promesas, visitarnos constantemente. – Ambos se pusieron de pie.

-No vamos. – Susana se colgó su bolso.

-¿Qué tan pronto? ¿No se quedan a cenar?

-Querida, ya sabes que noche nos espera y aun debemos pasar a cambiarnos. – Sebastián se acercó a abrazarme y darme un beso en la mejilla.

-¿Me prometen que se cuidan? – Susana me abrazó.

-Te enviaremos un mensaje cuando lleguemos a casa, ¿De acuerdo?

-Me basta.

Se despidieron de James y ambos los acompañamos a la puerta.

-¿Han venido para llevarte con ellos?

James y yo regresamos a nuestros lugares en el sofá.

-Si, pero he tenido que rechazarlos, les dije que tengo un esposo muy dominante.

-¿Ah sí? ¿Y puedo saber de que más hablaron?

-Me contaron sobre la aventura de Susana y Carlos. – Tome una uva.

-¿Crees que sea algo serio?

Negue con la cabeza.

-Carlos es un romántico, Susana es un alma libre, si llegasen a tener algo sería tan raro como lo nuestro.

-¿Lo nuestro es raro? – Me miró confuso.

-Antes lo era.

-¿Era?

-Me refiero a que una relación profesor-alumna nunca es bien vista y mucho menos con un temperamento como el tuyo, fue raro el comienzo, pero ahora estamos bien.

-No me pareció raro.

-¿Tu forma de enamorarme o acecharme?

-No estaba acechándote como un asesino serial.

-No fue exactamente así, pero si lo pareció. ¿Eso de presentarte casualmente en los mismos eventos a los que asistía? O tener comidas con mi padre sin avisarme o darle favores sin que el lo pidiera. ¿No es raro?

-Estaba tratando de acercarme más para que notaras mis intenciones.

-Pues debiste ser más obvio.

-A decir verdad, ni yo reconocía que hacía en algunas ocasiones. Era como un impulso hacer las cosas sin ningún fin.

-¿Y ahora? ¿Ya tienes un fin?

-Tú eres mi vida entera. ¿Te ha quedado claro?

Comenzó a besarme el cuello y en aquel momento perdió la batalla la cordura.

Dos días antes de regresar a Italia.

-No quiero regresar. – Pronuncié después de abrir los ojos.

-Buenos días también para ti cariño. – Me besó los labios.

-Buenos días. – dije riendo.

-Si quieres podemos quedarnos y atender nuestros asuntos desde aquí.

-Por más tentadora que me parezca la oferta la declino, porque sé que será difícil manejar todo, tú apenas puedes sobrellevar el trabajo.

-Lo que no sabes es que siempre he trabajado a distancia.

-Entonces te has acostumbrado.

-Te diría que sí, pero odio cuando tengo que solucionar las cosas de primera mano.

-¿Viajaras mucho a Francia?

-No, por el momento hemos abierto unas oficinas corporativas en Italia, cerca del palacio, sé que aún así está lejos de casa, pero por lo menos estaré cerca de ti cuando estes trabajando para tu abuela.

-Aun así, viajaras diario.

-Si me pides que me quede no lo haré.

-No puedo pedirte que te quedes a mi lado siempre.

-¿Quién se ha negado? Tu eres mi todo y si me pides renunciar a todo lo que tengo lo haré por ti.

-Eso sería muy egoísta de mi parte.

-Me gusta que seas egoísta conmigo.

-¿Te das cuenta que mañana cumplimos un mes de casados?

-¿Tan pronto? A mi me pareció que ayer nos hemos casado.

Reí.

-Las mejores cosas siempre pasan rápido.

-Por eso debemos vivir el momento.

-¿Qué quieres hacer hoy?

-¿Quieres la verdad o la mentira?

Pensé por un momento mi respuesta.

-La verdad.

-Quedarme contigo todo el día en la cama.

-¿Y el desayuno?

-Ese eres tú. – Quedé bajo su fornido cuerpo.

-¿Y cuál era la mentira? – Reí al sentir sus labios rozar mi cuello.

-Qué haríamos lo que tu quisieras.

-Pues en ambas opciones estamos de acuerdo.

-¿Cómo?

-También me quiero quedar en la cama contigo.

Este día sin duda ambos estábamos de acuerdo en algo. Nos amaríamos hasta el anochecer.

Un día antes del regreso.

-Señora, ¿Necesita algo más? – Miré a Laura sobre mi hombro.

El sol ya comenzaba a ocultarse.

-No, creo que por hoy es todo. – Comencé a quitarme el mandil de la limpieza.

-Las maletas están lista en su habitación, mañana a primera hora las retiraré y se las daré al chofer.

-¿Has dejado la muda de ropa para mañana?

-Si, si desea puede subir a corroborar.

-Más tarde, ¿Has dejado los pijamas de esta noche?

-Como usted lo ordenó.

-Bien, gracias... subiré a darme una ducha más tarde. ¿No sabes si James ya se desocupó?

-Escuché que estaba en una conferencia.

-Hoy tardaremos para cenar entonces.

-¿Por qué no se da un baño y baja a cenar?

-Es probable que me quede dormida después de la ducha.

-Hoy trabajó mucho, mire la casa está reluciente.

-No quería pasar sin hacer nada mi último día.

-Pero podría hacerlo yo.

-Laura, no soy una muñequita de aparador, también puedo hacer las cosas... muchas gracias por tu ayuda, aunque tu debiste ir a descansar a casa temprano.

-Me gusta estar aquí para ayudarlos.

-Y lo agradecemos.

-Como hoy es su último día en esta casa, ¿Por qué no me deja prepararle la bañera para que se relaje?

-No es necesario. – Miré la puerta que separaba la oficina de James de todo lo demás. – Iré a descansar un poco, ¿Me puedes avisar cuando James termine? – Dije con la voz apagada.

-Con gusto señora.

Nuestra burbuja de cuentos de hadas había terminado y estábamos a horas de partir a nuestra realidad. El sentimiento me inundó de nostalgia, hoy había pasado mucho menos tiempo que el de costumbre con James, solo nos vimos en el desayuno y la comida, nuestras charlas fueron limitadas, ¿Así será nuestra nueva vida? Me rechazaba a contestarme.

Una caja negra con un lazo plateado se encontraba sobre nuestra cama. Me quedé sorprendida al verla.

-¿Laura? – La llamé.

No escuche respuesta y me acerqué a la caja.

-¿Te gusta? – James se quedó en el umbral de la puerta.

-¿Tu lo has dejado aquí?

-Laura me ayudó.

-¿Por eso la insistencia en venir a la habitación?

Se encogió de hombros.

-¿Por qué no lo abres?

Lentamente retiré la tapa de la caja.

-¿A qué se debe esto?

Un hermoso vestido rojo sin tirantes y con una abertura pronunciada en la espalda y en la pierna fue lo que cautivó mi atención.

-¿Por qué no tenemos una cena de despedida tú y yo?

-¿Has estado guardándote esto todo el día?

-No debía arruinar la sorpresa.

-Tendré que mentalizarme que cuando estes distante es porque tienes una sorpresa en mente.

-Espero que nunca te des cuenta. – Me besó la frente. - ¿Por qué no te arreglas? Te esperaré abajo.

-¿Y tú?

-Me arreglaré en la habitación de invitados, tomemos esto como nuestra primera cita.

-Siempre tenemos primeras citas.

-De eso se trata el matrimonio cariño, de enamorarte cada primera cita. – Se despidió con un beso en los labios.

Tomé una ducha larga me vestí únicamente con la ropa interior y la bata, me senté frente al tocador y comencé con mi rutina de la cara para después maquillarme, aunque estuviésemos en casa, aquello no era un límite para verme hermosa.

Me alisé el cabello, coloqué algunas horquillas y comencé a vestirme, aquel vestido rojo se deslizó como si fuese hecho a la medida, sin problema alguno subí la cremallera invisible. Y me calcé los tacones del mismo tono con abertura en los dedos.

Caminé al espejo de pared y me miré por última vez antes de salir. James no solo era un experto en negocios, sino que también sabía elegir vestidos muy adecuados a la ocasión. Recordé que tenía un collar pequeño para ponerme y lo saqué del joyero, aquello sin duda fue la cereza de este pastel.

Baje despacio para no caer. James escuchó los tacones resonar en las escaleras y me miró de arriba abajo, se acercó al último escalón y me extendió la mano, besó la mía al recibirla.

-Señora Acker, usted no puede estar más espléndida esta noche. ¿Me permite? – Dijo entrelazando nuestros brazos.

-A usted siempre señor Acker.

-Soy un total hijo de puta con suerte.

-Me parece que esa frase es más de tu hermano.

-Tengo que aceptarlo, tiene razón. – Sonrió y miró mi cuello. – Lo llevas puesto.

-Creo que es una ocasión especial para llevarlo ¿No?

-Lo deberías llevar siempre.

-¿No te basta con el anillo de compromiso y el de casados para decir que soy tuya?

-Nunca es suficiente.

-Para ti nunca es suficiente.

-Yo no me quito la pulsera. – Levantó la manga de su camisa y del saco.

Observé el detalle de la pulsera artesanal con mi inicial.

-Debo pensar en regalos más costosos. ¿Cómo los comparas?

-Para mí todo lo que me obsequies, aunque sean insignificantes tiene tanto valor, te tengo completa para mí, ¿Qué más puedo pedir?

-Tienes razón, no debes buscar nada porque estoy aquí.

Abrió la silla para que pudiese sentarme. Y sirvió nuestra primera copa de vino. El ambiente estaba adornado con flores rojas y blancas, el mantel de ocasiones especiales estaba puesto y la mesa era específicamente para dos, aquel comedor de diez personas había desaparecido.

-¿En qué momento te ha dado tiempo de hacer todo esto?

-Tengo un As bajo la manga.

-¿Dónde he oído esa frase? – Reí al recordarlo.

-Siempre es bueno tener un As bajo la manga señora Acker. – Me guiñó el ojo.

-¿Has cocinado tú?

Laura se acercó y comenzó a servir la cena, primero la entrada.

-He obtenido ayuda.

-¿En qué momento? – Miré a Laura.

-Puedo hacer muchas cosas a la vez. – Se encogió de hombros.

Vaya que aquella mujer nunca dejaba de sorprenderme. Según mis ideales ella estaba limpiando conmigo en la tarde, pero al parecer hizo más que limpiar. Este año tendría un gran aguinaldo.

-¿Cómo se te ocurrió todo esto?

-No hemos tenido una cita desde que nos casamos y celebrar nuestro primer juntos, me pareció una buena idea.

-James para mí todos los días tenemos una cita.

-Pero deseaba que esta fuera especial.

-Aun me sorprende tu romanticismo, cuando creíste no serlo.

-Por ti cambie Charlotte, solo por ti.

La noche siguió su curso y el platillo principal se hizo presente. Nuestras charlas sobre los momentos románticos del pasado y los futuros se hicieron presentes, todo se volvió trivial, que si el trabajo, que si nuestros fines de semana, que las reuniones familiares, que las fechas de navidad y año nuevo, toda nuestra vida se unió en una sola conversación.

Llegó el postre y aquel famosísimo pastel de chocolate con fresas se hizo presente. Sin secreto aquel postre era de mis favoritos y siempre lo pedía cuando estaba al lado de James.

-¿Lo has hecho tú? – Dije al dar el primer bocado.

-Esta vez lamento rechazar los cumplidos, Laura nos ha hecho el favor de buscar la mejor pastelería.

-Bueno, entonces no está tan mal. – reí.

James se acercó a mi lado con su silla.

-Déjame darte el postre.

Tomo en la cuchara un pedazo y lo acercó a mis labios con una cara seria y a la vez sensual o eso me pareció observar.

-Alimentarte es el acto de amor y placer más grande que he tenido que hacer.

-Los places de la vida no siempre son en una habitación.

-Qué fácil es descender al infierno. – Mencionó antes de atrapar mis labios con los suyos. Al separarnos sentí un vacío inexplicable. – Tenías algo de chocolate en los labios.

-Señor Acker, ¿Está coqueteando con técnicas joviales?

-¿Han dado efecto?

-Me parece que no. – Hice una mueca conteniendo la risa.

-Entonces debo intentar otra cosa.

Sin algo más me tomó de la barbilla y volvió a unir nuestros labios. La danza de ambos era fuera de control, las lenguas se rozaban con firmeza. Nos faltaba el aire al separarnos.

Laura se acercó con un gran ramo de rosas rojas y una caja pequeña de terciopelo.

-¿Y esto?

James se puso de pie y yo con él. Tomo albas cosas y me entregó las flores besándome en la frente. Se hincó enseguida.

-Señora Acker, mi esposa. Hoy cumplimos un mes de casados y no sabes como ha sido el mejor mes de toda mi maldita vida, unido desde los días que te conocí. Hoy, en una fecha tan especial quiero pedirte algo... - Comencé a derramar lágrimas. - ¿Pasarías el resto de tu vida a mi lado?

Abrió la cajita y un anillo deslumbró por todo nuestro alrededor, aquel anillo era al que llamaban de eternidad, ya que simbolizaba que ambos estarían juntos hasta el final de los tiempos. Con ojos llorosos asentí con la cabeza y extendí la mano donde el anillo de matrimonio y el de compromiso estaban juntos. Deslizó el nuevo anillo y se puso de pie, me atrapó entre sus manos y me besó con intensidad.

Nos separamos, me limpió las lágrimas con el pulgar y le dio las rosas a Laura.

-¿Me concedes esta pieza?

Lo acordes de un piano comenzaron a sonar, la reconocí cuando el cantante comenzó a decir las primeras frases. Nuestra canción de boda estaba sonando por los altavoces de la cocina <<All lof me>> Nuestros pies se movieron de manera automática y nos encerramos por segunda vez en nuestra propia burbuja, nada importaba, solo él y yo.

Me transporté a nuestra noche de bodas y lo suertuda que había sido al conseguir a este hombre sin esfuerzo alguno. Ambos sonreíamos al vernos, estaba segura que el también pensaba en todos nuestros momentos y en cada intimidad que habíamos tenido, nos amábamos demasiado y el universo era testigo de eso.

La melodía terminó y ambos unimos nuestra frente como forma de agradecimiento por complementarnos.

-No sé como recompensar esto en nuestro próximo mes. – Reí con la voz ronca.

-Tu siempre me das regalos, aunque no lo creas.

-¿Ah sí?

-Si, cuando por ejemplo te quedas más tiempo en la cama, cuando me esperas hasta altas horas de la noche para dormir juntos, cuando estas a mi lado siempre en el despacho, cuando haces la comida con tus manos, cuando me tranquilizas, cuando me dices que me amas... nunca terminaría de decirte cada cosa que me has regalado.

-Has roto con los mitos de que no se necesita seguir enamorando a la mujer después de casados.

-Son unos idiotas quienes creen que por tener a la mujer a su lado ya no deben enamorarla como el primer día.

-¿Por qué las finanzas y no la literatura romántica?

-Señora Acker, creo haberle explicado que el romanticismo no me va.

-Pero mírate aquí, a los pies de una princesa. ¿Muy cliché no?

-Creo que el comienzo no fue cliché. Más bien diría que el destino nos unió.

-¿Lo crees? Porque yo recuerdo a un profesor algo cabeza dura.

-¿No habías pensado que fuese su técnica de ligar? – Me acercó más a él.

-¿A eso se le llama ligar? Creo que estaba desactualizada. – Lo abracé por el cuello.

-Bueno, tampoco es como que el profesor siempre fuera por su amada.

-¿Amada? – reí bajito. – ¿Hoy te has puesto muy romántico no?

-¿Prefieres al tipo rudo sin sentimientos?

-Prefiero que mi marido... - Me acerqué a su oreja. – Me lleve a la habitación y me haga el amor hasta el amanecer.

-No tenías porque pedirlo.

Me cargó en brazos y subió las escaleras en par. Cumplió su promesa. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro