Capitulo 41
Me levanté por la luz que nos rodeaba, toqué el lado contrario de la cama esperando toparme con el torso desnudo de James, me sobresalté al no verlo. Con los ojos entrecerrados mire alrededor y él iba entrando con una bandeja de desayuno.
-Buenos días esposa.
-Buenos días, amor mío. – Dije con la voz ronca.
Me incorporé en la cama al verlo acercarse con la bandeja en la mano. Los pétalos de rosas y las velas habían desaparecido. Observé alrededor.
-¿Pasa algo?
-Solo... ¿Dónde están las flores y las velas?
-Ha entrado una mucama a limpiar.
-¿Mientras estaba durmiendo?
-Si, pero tranquila me he quedado aquí a todo momento.
-Pensé... pensé que no querías que nadie nos viera.
-Así es... la mucama paso por varios filtros.
-Pobre, me imagino que hasta firmó un contrato de confidencialidad.
-Así es.
Me sorprendí.
-¿Es enserio? – Me miró como si no me entendiera. – Lo dije en broma, no pensé que fuese cierto.
-Primero tu seguridad.
-Hubiese preferido que se hubiese quedado todo como estaba.
-No tiene caso, nos iremos hoy mismo.
-¿Tan pronto?
-Si, ya te había dicho, tengo otros planes.
Desayunamos entre risas y demostraciones de amor. Estuvimos una hora en la terraza mirando nuestro hermoso paisaje antes de tomar una ducha juntos, que después se convirtió en sexo mañanero.
Me vestí y en media hora estábamos caminando hacia el yate para abordar el auto blindado hacia el aeropuerto.
Subimos al avión sin previsto alguno y este se puso en marcha al destino que James ya había asignado.
-¿Sabes? Lo he pensado mucho y por el momento no deseo que nos mudemos.
-¿Qué? ¿Lo dices por nuestra casa?
-Está algo retirado de mis deberes reales, podemos quedarnos en una de las propiedades de la abuela, también está lejos para tu trabajo.
-Charlotte, solo es una hora y media de vuelo y tu abuela dijo que siempre tendrás el helicóptero de la familia a tu disposición.
-¿Y en auto? James, tu estarás apartado de tu empresa y no quiero que día con día la distancia sea un problema.
-Tranquila mi amor, te prometo que la distancia de nuestros trabajos nunca será nuestro impedimento para estar juntos, te dije que todas las noches estaré a tu lado, además aun tienes que agendar tus eventos antes de dar algo por sentado.
-Pero James compréndeme, no quiero que esto nos separe.
-No pasará confía en mí, además si lo deseas podemos hacer algo, por una semana al regresar al mundo real vivamos en casa y si es mucho para ti, nos mudamos al castillo o alguna propiedad de tu abuela, no objetaré en eso.
Exhale.
-Esta bien, si no estoy cómoda te lo diré.
-De eso se trata esto cariño, de hablarlo, de comprendernos.
-¿Entonces me dirás a donde vamos?
-No.
-¿No estamos hablando de comunicarnos?
-Si, pero las sorpresas no entran aquí.
-¿Quien dijo eso?
-Yo, la comunicación de pareja se basa en decir lo que nos molesta o inquieta, no las sorpresas.
-Eso es inaceptable.
-Bueno, eso no se discute, se dijo.
Mi celular comenzó a sonar.
-Solo esta vez ganas. Nicolás interrumpe.
-Yo siempre gano cariño.
Le guiñé un ojo y contesté. James puso los ojos en sus informes empresariales, unió nuestras manos.
-¿Si Nicolás?
-Llamo para saber como van las cosas, ¿Ya le llamaron a la cigüeña o todavía?
-No contestaré a eso, ¿Qué pasó?
-Aguafiestas. Pero en otras noticias... mi hermano se tiró a tu amiga Susana.
Me quedé en silencio y me llevé la mano a la boca. James me miró enfadado cuando le solté la mano. Regresé mi mano con la suya.
-¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Qué?
-¿En verdad quieres saber cómo y cuándo?
-No, sino que... ¿Te lo estas inventando verdad?
-No, ¿Por qué te voy a mentir?
-Porque Susana y Sebastián nunca se despegan. Y además Carlo no es el tipo de Susana. Estas equivocándote.
-La vi salir de su habitación en la mañana después de tu boda, cuando te fuiste de luna de miel.
-¿Y por qué me lo dices hasta ahora?
-¿Y qué querías? ¿Qué te llamara en plena luna de miel para avisarte que mi hermano y tu mejor amiga se habían acostado?
-No, pero... pudiste mandarme un mensaje o algo.
-No, así no es bueno dar noticias.
-Sigo sin creértelo.
-Solo se cogieron, no es como que se van a casar y vivir felices para siempre.
-Pero... no, es que no puede ser.
-Bueno ya te lo conté ahora dime, ¿Si follaron o no?
-¿Te estas escuchando?
-Eva desde que te fuiste no tengo diversión, ya siento que falta una parte de mí, ni he salido con mis amigos porque están con su familia y al parecer ahora todos quieren a sus familias que ir al antro es lo ultimo de su lista.
-Nicolas apenas han pasado dos días desde que me fui.
-¡Es como una semana!
-¿Dónde estas ahora mismo?
-En mi cama recostado, mirando el techo y tratando de saber si has tenido acción para que pueda reírme un rato.
-¿Y Sebastián? ¿Y Susana? Ellos probablemente estén planeando algo para hoy en la noche.
-No, tu amiga está con mi hermano y me da miedo que tu amigo gay me lleve a un pub gay.
-Te divertirás, ya lo veras. No es nada del otro mundo. Deberías conocer otras cosas fuera de tu zona de confort.
-No. Me rehúso a eso. Mejor me iré con la abuela de James ella si es divertida.
-Nicolas, por favor no la lleves a un antro y hacerla que se emborrache.
-¿Yo? ¿Cómo crees posible eso?
-Nicolas te conozco. Prométemelo.
-Esta bien. Te prometo que no me llevaré a la abuela de James.
Si lo pudiese ver, he de decir que estaba con los ojos en blanco.
-Te tengo una solución, ve con Leticia al igual que yo está de vacaciones y no es muy mayor. Le hará bien algo de compañía siempre esta las veinticuatro horas a mi lado.
-¿Qué? ¿Ir con tu secretaria al antro? No, ni que estuviera muy necesitado de compañía. Mejor me quedo encerrado a mi papá le dará gusto y a la abuela ni se diga.
-Si así lo quieres entonces abúrrete solo y no me llames a menos que sepas algo importante.
-No quieres que te llame para dejar de aburrirme, pero si para que te cuente cuantas veces se ha follado tu amiga a mi hermano, no pues vaya Eva, si eres muy discreta.
-¡Nicolas! No he dicho eso.
-Si, si... lo que digas.
-A y por cierto, tu primo político, ese tal Mario, Mateo... Mariano... no ese no... bueno como se llame ayer estuvo aquí metido en el palacio porque la abuela nos invitó a todos a comer antes de que cada uno se fuera y mantuvo una charla muy largo con ella en privado.
Mi corazón latió de prisa.
-¿Sabes de que hablaron?
-En la mesa solo estaban compartiendo el tiempo que según se conocen, pero me dio mal espina y siento que algo trama, así como su supuesta novia, toda la comida estuvo encimándose y si no fuera por su novio ahorita tendría con quien distraerme.
-Nicolas ni se te ocurra, ella no está ahí precisamente por buena persona, podría hacer cualquier cosa con tal de quedarse contigo o tu dinero.
-No soy ingenuo Eva, no es a la primera de su tipo que conozco.
-Aún así anda con cuidado. ¿Ya se fueron?
-Si todos después de la comida se marcharon, por eso la abuela los cito antes, ¿No me escuchaste?
-Si, sí, pero... necesito saber si realmente se fueron.
-Eva eso dijeron, que tenían que tomar un vuelo para Francia, no sé más, no soy parte del equipo que los tiene que cuidar hasta que lleguen a su casa.
-Cualquier cosa por favor llámame.
-Está bien, te contare todos los chismes que pasen en el palacio.
-¡Nicolas esto es serio!
-Si, lo he comprendido. ¿Entendido? Te dejo, estas comportándote de un humor, dile a hombre buenas cogidas que haga su trabajo, no quiero que regreses con telarañas.
-¿Estas de coña?
Se rio.
-También te amo Eva. ¡Cuídate! Y lo digo en el buen sentido, aún no quiero bebes corriendo por los pasillos, sabes que no me caen bien.
-Ay Nicolas, tendré que buscarte una novia muy pronto.
-¿Qué? ¿Qué vaya a emborracharme? No tenias porque decirlo allá voy.
-Cuídate por favor.
-Te quiero.
-Y yo a ti.
-A hombre buenas cogidas también lo quiero, dile que se ponga condón.
-Adiós. – Colgué antes de que otro de sus chistes fuese liberado.
Deje el celular sobre nuestra mesa y James me miró.
-¿A pasado algo?
-Al parecer Susana se acostó con Carlo.
-¿Es enserio? – El también se sorprendió.
-No lo sé, tendría que preguntárselo. Aunque creo que Nicolas se equivoca y por mucho.
-Cuando se lo preguntes a Susana saldrás de muchas dudas. ¿Algo más te dijo?
Pensé por un momento mi respuesta.
-Mi abuela invitó a ambas familias a una comida antes de que partieran y al parecer tuvo un tiempo a solas con Matthews.
-Mi madre me llamó para decirme eso de la comida y que quería organizar una en nuestro nombre, pero no mencionó a ese pedazo de mierda.
-Tal vez lo omitió porque no quería preocuparnos.
-¿Sabe de que hablaron?
-No, dice que no logró escuchar, pero que en la mesa dijo que nos conocíamos.
-Hijo de puta. Hablaré con tu abuela cuando lleguemos para que no le preste atención.
-No, no... - le puse una mano en el pecho para tranquilizarlo. – Estoy segura de que no dijo cosas fuera de contexto, mi abuela se daría cuenta y no se lo permitiría.
-Aún así hay que estar alertas con Matthews nunca se sabe que esperar.
-Disfrutemos de nuestra luna de miel sin pensar en él, ¿Por favor?
-Claro que si vida mía. – Me besó ambas manos. – Estos días solo serán tuyos y míos.
-Me parece que deberíamos bautizar nuestro primer viaje aéreo como marido y mujer, fuera del territorio europeo.
-¿Cómo estas segura que estamos saliendo de Europa?
-Veo el océano bajo mis pies y si mis zonas horarias no fallan estaremos llegando al amanecer al lugar donde vayamos.
-¿Y qué es lo que tienes en mente?
-¿Qué te parece sí...?
Me deshice de la hebilla del cinturón, desabotoné el pantalón y una de mis manos bajó hacia su amplio pene. Me miró detenidamente y comencé a acariciarlo por encima de su ropa interior. Regué besos desde su mejilla hasta el lóbulo de su oreja. Mordisqueándolo despacio. Contuvo el aliento y tomó mi muñeca fuertemente deteniendo mi objetivo.
-Yo tengo una mejor idea.
Nos desabrochamos los cinturones del asiento y caminamos como jóvenes con las hormonas alborotadas a la habitación del avión. Nos desvestimos como si el tiempo se nos fuese a ir de las manos.
Me colocó de espaldas a la puerta y comenzó su recorrido con besos suaves del cuello hasta la parte baja de la espalda. Sus manos tomaron ambos pechos y los masajeó lentamente mientras mordisqueaba el lateral izquierdo del cuello.
-¿Cuántas veces has soñado con esto desde que nos conocimos?
Susurró en la oreja y mordisqueó el lóbulo.
-No creo saciarme nunca.
Pegué un brinco cuando pellizcó ambos pezones.
-Esta es mi chica. Apóyate sobre los codos.
Me tomó del cuello y posicionó mi torso encima de la cama. Los pezones se irguieron ante el tacto de las sábanas frías. Gemí bajo.
Una de sus manos recorrió la parte interna de la pierna derecha desde la pantorrilla hasta el muslo, sus caricias enviaban espasmos directos a mi entrepierna.
-James. – dije entre gemidos.
Un dedo rozó mi vulva.
-Aún no cariño.
Sus labios comenzaron a trazar un camino desde el cuello por toda la espalda. Por inercia elevé las caderas hacia su dirección y sentí rozar su pene en mis nalgas.
Tomo el tiempo necesario para ser tierno y dejar besos en toda la espalda hasta la unión de los glúteos. Escuché el sonido de la hebilla del cinturón caer contra el suelo y dejé de sentirlo. Posiblemente se estaba colocando el condón o estaba disfrutando torturarme.
Un dedo me rozó toda la columna vertebral y me sentí caer en un precipicio. Me inundó abruptamente que mis caderas se balancearon hacia adelante. Gemí de dolor.
Balanceó las caderas adelante-atrás. Me sostuve sobre los codos, el contacto de nuestras pieles rozándose en cada embestida me robaban el equilibrio. Sin darnos cuenta ambos alcanzamos el orgasmo en los cielos.
Agotada me esparcí sobre la cama. Lentamente James me colocó boca abajo y se acostó a mi lado. Lo abrazaba de lado a su cadera, como un koala cuando se aferra a su cuidador por más comida y en demostración de cariño.
-Te hice el amor en las alturas. – Sonrió tímidamente.
-Señor Diamond, me asombra su capacidad para tomarse las frases románticas tan literal.
-Por mi bella esposa soy capaz de bajarle la luna si es necesario.
Me reí.
-¿Me estas malcriando, no crees?
-¿Más? No sé como puedo competir con tu titulo y todo lo que tienes.
-No me importa mi título. Con tenerte me siento la más afortunada.
-¿Puede ser posible que te ame tanto como parar no dejarte escapar?
-¿Escaparme? Lo veo muy difícil me encanta estar contigo.
-Entonces deberíamos repetir una segunda ronda.
-Pensé que la edad estaba pasando factura. – sonreí cómplice.
-¿Cómo te atreves?
Su cuerpo quedó encima del mío. Y comenzó a besarme. Ambos nos estábamos entregando por segunda ocasión al amor pasional.
El clima cálido de Canadá nos recibió. Sonreí al ver el sol estar en su auge.
-¿Por qué me ocultaste a donde vendríamos?
-¿Cómo lo sabes?
-Deje este lugar hace un año y exactamente recuerdo este paisaje, al irme no quería olvidar lo hermoso que es.
-Estamos rodeados de una pista de aterrizaje. No es hermoso.
Me reí.
-Me refería a su cielo, el calor, el verde del pasto, no exactamente a la pista de aterrizaje. Nunca podría olvidar el lugar donde nuestra historia comenzó.
-Creí que sería el mas adecuado para pasar nuestras semanas de luna de miel. Posiblemente nadie creería donde estamos.
-Tengo una pregunta más. – Caminamos hacia el auto blindado que nos esperaba. - ¿Dónde nos quedaremos exactamente?
-Señora Acker. ¿Dejaría las preguntas en paz?
-Profesor, creo una vez escuchar la frase <<El que no pregunta siempre quedara con la duda>>.
-Bueno, eso aplica únicamente con lo académico, en mi experiencia le digo que a veces es mejor no preguntar. – Me besó.
-¿Es lo mejor que tienes para callarme? – Subimos al auto.
-No, pero no quieres darles un espectáculo a los guardias o ¿Sí? – Susurró en mi oído.
Sonreí y los colores me inundaron las mejillas. El auto dio marcha por las calles que antes transitaba para salir con mis amigos o ir a la universidad. Una idea me inundó la cabeza.
-¿Iremos a casa de mis padres? – Me alarmé.
Se rio al ver mi expresión.
-No cariño. No iremos a casa de tus padres, ¿Acaso crees que podríamos tener la privacidad que merecemos?
-Por eso pregunté.
-Me parece que es hora de vendarte los ojos.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Esto es una sorpresa.
Un pedazo de tela negra estaba siendo colocada en mis ojos. Mi corazón latió de prisa y se me entrecortó la respiración. Mi cerebro lanzaba una aleta de que algo iba mal, mientras que mi subconsciente lujurioso salió a flote comentando <<Te llevará a un club privado de desnudos>>. Sentí el auto detenerse y las puertas se abrieron y cerraron.
La puerta de mi lado se abrió y James me tomó en brazos, chillé ante la sorpresa. Escuché un timbre sonar al frente nuestro. Podría ser un levador o la entrada principal de donde fuese que estuviéramos. Sentí que pasaron minutos sin movernos, mi nerviosismo comenzaba a salir y el cuerpo me temblaba, estar tapada de los ojos nunca era una idea que me agradara.
-Te dejaré despacio en el suelo.
Procesé las palabras y cuando menos lo esperé la venda de los ojos fue retirada. Ante mi se encontraba una puerta blanca. ¿Qué significaba aquello?
-Bienvenidos señores Acker. – Laura abrió la puerta del otro lado.
Me quedé sorprendida. Estábamos en su antiguo departamento. Inesperadamente James me cargó en brazos y cruzó el umbral de la puerta.
-Como recién casados. – Dijo dándome un beso en los labios.
Nos adentramos en el departamento y seguimos a Laura hasta la cocina donde la mesa estaba puesta únicamente para los dos.
-Les he preparado la comida. Posiblemente estén cansados, así que también he dejado la cena en el horno. – Comenzó a servirnos.
-Gracias. – Respondí al oler el delicioso platillo.
-Que tengan un agradable día.
Minutos después la puerta sonó al cerrarse.
-Creí que se quedaría con nosotros. – Pregunté con el primer bocado.
-Aceptó solo venir para hacer las comidas, decidió darnos nuestro momento a solas.
-No hace falta, puedo cocinar.
-No creo que tengas tiempo querida.
-No planeo hacer nada, son unas minivacaciones.
-Lo decía porque no pretendo sacarte de la habitación.
-Oh. – Me sonrojé.
Los minutos pasaron, estar los dos solos sin alguien que nos pudiese interrumpir, disfrutar de la privacidad, se sentía diferente, hace meses que no había regresado a este lugar y aún lo sentía como mi hogar. Me alegraba que no se hubiera desecho del apartamento, pero la imagen de Nicolette me perturbaba la paz.
-¿Deseas una copa de vino?
Ambos nos encontrábamos en camino al sofá para disfrutar de una película romántica.
-Si.
En su regreso de la cocina al sofá ambos nos quedamos juntos abrazados uno al otro.
-¿Por qué has decidido traernos aquí a sabiendas que fue donde todo terminó?
-Porque, así como terminó también empezó. ¿Recuerdas que en la mudanza de alguna manera comenzamos a conectar?
-Aquella vez pensaba que solo era una atracción que pasaría después de algún tiempo.
-Bueno señora Acker, ¿Cree que fue solo una atracción?
-¡Por supuesto que no! - Reí. – Ahora estoy más que convencida, de que ambos estaremos juntos hasta el final.
-Me hubiese gustado que en nuestro primer año por lo menos viviéramos aquí.
-Debimos considerarlo antes.
-Pero estoy contento con nuestra elección. Mientras no haya gente mirándonos y pueda hacerte el amor en cada rincón de nuestro hogar estoy feliz con ello.
Comenzó a besarme el cuello.
-¿Y si tenemos hijos? – Reí con el roce de sus labios a mi clavícula.
-Podemos enviarlos con tus tíos o con tu abuela para un día de campo.
-¿Lo tienes todo planeado ya, cierto?
-Desde el comienzo.
Y así fue como nuestro momento de ver una película se fue como segunda opción, en la mitad del departamento ambos nos entregamos, como si la fogata decembrina nunca se llegase a apagar. Una vez más nuestro amor se consumió.
Una semana después.
-He convencido a mis padres de que hoy podremos hacer la cena que tanto han esperado.
-¿Una cena? ¿Por qué no me lo has dicho antes? – Me coloqué los pendientes.
-Conoces a mi madre y sabes que nunca desiste de una idea, así que le he dicho que puede ser hoy.
-Tendré que avisarles a mis padres.
-Ya lo he hecho. – Me besó la coronilla
-Debo arreglar la cena de hoy.
-Estoy seguro de que Laura y tú se las arreglaran.
-¿Por qué has acordado la fecha con prisa?
-No quería compartirte con nadie y aunque mi madre no ha dejado de insistir le dije que hoy sería para que así puedan regresarse pronto a casa.
-James, tu madre quiere tenernos cerca, ¿No crees que es injusto que desees apartarla? – Me acerqué a él.
-Somos esposos y únicamente quiero estar contigo.
-Y yo contigo, pero tu madre y tú no han estado muy unidos desde hace tiempo y comprendo que desee vernos seguido, está consciente de las reglas en mi familia y tampoco deseo que por mis tradiciones estés lejos de tu familia.
-A mí no me importa eso. Tú eres mi familia y eso me basta.
-Promete que en algunas festividades estaremos con tu familia.
-Te lo prometo si me das un beso. - Me coloque de puntillas para darle un beso corto. – Eso no es un beso.
-¿Ah no?
-No.
Meneo la cabeza y nuestros labios se fundieron a un mismo ritmo. Sin darme cuenta mi espalda estaba tocando la cama y sus manos recorrían mi muslo derecho. El sonido de su celular hizo despegarnos. Miró la pantalla.
-Deberías contestar.
-Odio esto.
Me mordí el labio.
-Creo que sonó en momento oportuno.
Frunció la ceja ante la pantalla. Me alarmé.
-¿Qué es?
-Son correos del trabajo. Nada por lo que preocuparse.
-Deberías atenderlos. Iré con Laura para realizar el menú de la cena.
-No son importantes. – Guardó el celular en los bolsillos, y me tomó por la cintura.
-James, no podemos estar encerrados toda la mañana.
-Es lo que hemos hecho esta ultima semana.
Me reí.
-Hoy es la cena con nuestros padres y no seremos buenos anfitriones si terminamos cenando comida rápida.
-Por mi no hay problema. – Comenzó a besarme.
Tomé iniciativa y nos separé antes de que termináramos en la cama de nuevo.
-James. – Di pasos atrás. – Aunque me encanta mucho estar entre tus brazos no creo que hoy sea posible, ¿Podríamos...?
-Lo aceptaré si prometes que mañana nos quedaremos en cama todo el día.
-Puede ser. – Salí lo más pronto de ahí antes de que pudiese aceptar.
-¡Eso es trampa! – Escuché detrás de la puerta.
-Laura hoy tendremos una cena con mis padres y los padres de James, ¿Tienes algo en mente? – Me reuní a ella en la cocina.
-Él señor ya me lo había comentado, así que pensé en que podríamos cocinar un pavo con vegetales, una sopa de mariscos y añadir carnes frías con quesos frescos.
-Me encanta la idea, de postre me encantaría preparar una tarta de frutos rojos con helado. – Comencé a revisar el refrigerador. - ¿Será posibles que puedas ir al supermercado por algunas cosas?
-Claro que sí señora.
-Laura sabes que puedes decirme Charlotte.
-Me sentiría mal – Miró al suelo. – Ahora es la esposa del señor y también es una...
-Princesa. Lo sé. Pero para mí todo sigue igual y estaría encantada que me llamases por mi nombre, pero si no puedes está bien... creo que debo ir acostumbrándome ¿No es así?
-Si seño...
Sonreí y comenzamos a hacer una lista para el supermercado.
Después de tres horas la cena de hoy estaba lista, solo la carne estaba terminando de cocinarse. Todo estaba quedando listo, se adornó la mesa central adecuándose a un gran número de personas. La florista hizo un enorme trabajo y el centro de mesa lució espectacular.
-Todo esta magnifico.
James me abrazó por detrás alrededor de la cintura.
-He aportado poco.
-Eres muy buena en la organización. – Me besó la mejilla.
-Gracias, ¿Dónde has estado todo este tiempo?
-He revisado algunos documentos de la empresa y he recibido videollamadas. No quise molestarte.
-Estamos en nuestra luna de miel, me gustaría que no estuvieras enfocado en el trabajo, aún no deseo que la realidad nos atormente.
-¿Hubieses preferido que te tuviera en la cama mientras Laura organizaba todo?
Reí.
-No, digo que hubiese preferido verte haciendo alguna afición o en todo caso apoyar con el postre.
-¿Crees que uno de mis hobbies es estar en la cocina?
-No, pero deberías involucrarte. ¿Te gustaría aprender no?
-No estoy convencido de ello.
-Ven te enseño.
Ambos nos quedamos detrás de la barra de la cocina, le coloqué un mandil para no estropear su pulcra camiseta azul marino y sus pantalones color cafés claro. Nuestra receta de esta noche sería la tarta de frutos rojos. Comenzamos preparando la base de la tarta. Harinas, huevo, leche, cada ingrediente estaba siendo añadido de acuerdo con el manual. A decir verdad, la cocina no era una de las virtudes de James, la mayor porción de ingredientes quedaba fuera del molde o sobre su mandil.
-¿Y ahora? – Mencionó al cerrar el horno.
-Debemos esperar a que se cocine para decorarla después.
-Pensaba que los postres entraban y salían rápido.
-Eres más impaciente que tus sobrinos.
-¿Ellos lo han hecho mejor?
-Hicieron la tarta de tu cumpleaños.
-Esta sabrá mejor.
-Espero que sí. – Mencione en tono burlesco.
-¿Está diciendo que no soy buen aprendiz?
-Creo que deberías practicar más.
-¿Por qué no fijamos unas fechas para clases extras? – Se acercó lentamente.
-¿Me esta diciendo que debemos contratar a un profesor externo?
-Tengo una mejor propuesta, ¿Por qué no era la profesora?
-¿Desea intercambiar papeles?
-Deseo esta vez ser el alumno que se acuesta con su profesora.
-¡Que descaro! – reí. – Por su incumplimiento de respeto a sus profesores, creo que debería merecer un castigo.
-¿Eso cree? – Rozó nuestras narices.
-Debe cubrir horas de penitencia.
-¿Ah sí? ¿Algo más? – Nuestros labios se tocaban ligeramente.
-Debe... debe... - La mente se me nubló.
El temporizador comenzó a sonar y ambos nos separamos por sorpresa. Laura se detuvo antes de mirar de donde provenía el ruido. Se quedó mirándonos. Rápidamente saqué la tarta del horno.
-¡Wow! Eso es una delicia para la vista. – Laura menciono.
-¿Puedes creerlo que lo hice? – Orgullosamente James mencionó.
-Deberíamos probarlo antes de servirlo. – Jugó Laura.
-¿Dudas de mis dotes culinarios?
-Señor sería muy hipócrita de mi parte decir que la cocina es lo suyo. Admiro su inteligencia en otras cosas, pero definitivamente le falta practica en la cocina.
-Esta vez Laura lo he hecho bien, mi esposa me ha enseñado.
-Me retractaré entonces señor. – Sonrió y nos dejó a solas.
Partí un pedazo a la orilla de la tarta y lo probé como si fuese uno de los críticos más reconocidos de Europa.
-No esta nada mal. – Fue el veredicto.
James atrapó en sus labios el pedazo que sobraba.
-Laura debe probar esto.
-Aún no, debemos partirla cuando lleguen todos.
-¿Y no podemos simplemente hacer otro?
-No nos dará tiempo.
-Esperaremos entonces.
Una hora después James por fin terminó de cortar las fresas y colocarlas alrededor de toda la tarta con un poco de mermelada, sin duda alguna la paciencia era el fuerte de este hombre, porque estaba trabajando meticulosamente con la decoración.
Dejamos los mandiles en la cocina y avanzamos hacia la habitación para comenzar a prepararnos.
En la planta baja se escuchaban murmullos, todos comenzaban a llegar. James se colocó el saco y yo los pendientes. Me acerqué a él.
-Estas deslumbrante, soy un jodido hijo de puta por tenerte.
-Que dulce de su parte señor Diamond.
-¿Sabes que haré?
-No puedo imaginarlo.
-Dejaré esperando a la familia unas dos horas más, mientras te quito ese vestido a mordiscos y te hago mía en nuestra cama. – Me susurró al oído y lo mordió al finalizar la frase. Mi cuerpo se electrizó.
-Sus halagos dejan sin sorprenderme.
-Estoy haciendo mucho uso de la fuerza de voluntad para contenerme y salir con nuestras familias. Ese vestido debe estar en las reservas únicas para tu marido.
Mi vestido satín color naranja, sin mangas y con abertura en la pierna había dado en el clavo con las expectativas de esta noche, mi lección fue neutra porque necesitaba algo sofisticado pero que no llamase la atención. Aunque con James había pasado lo contrario, le parecía sexy e imposible de dejar de mirar.
-¿No crees que has exagerado con el saco? La cena será en casa.
-Y nosotros los anfitriones.
-Por lo mismo, es una cena familiar.
Se quitó el saco y su camisa blanca adherida a sus músculos me dejaron con la boca abierta.
-¿Así es mejor?
-Mucho mejor. – Dije lamiéndome los labios.
-Te has quedado con la boca seca, creo que estamos de acuerdo en hacer esperar a ambas familias. – Se acercó para besarme.
-Por más tentadora que me parece la idea la rechazo porque no quiero que Laura suba a tocar esa puerta y sepa que exactamente no estamos tardando por vestirnos.
-Terminaré esta cena lo más antes posible.
-No puedes autosabotear la cena.
-¿Quieres comprobarlo?
-James no te comportes sin modales.
-Haré lo que esté a mi alcance.
-Es una cena de celebración.
-Me gustaría celebrar en privado.
-Al terminar.
-¿No huiras?
-¿Por qué tendría que hacerlo?
-Entonces adelante señora Acker. Tenemos una cena que dar.
-Así es esposo mío.
-Esta noche hasta afrodita tendrá celos de nuestro placer.
Aquellas palabras prometían una noche de éxtasis total. Mi cuerpo se estremeció y en la parte donde se unían mis muslos se humedeció. Mi celular sonó antes de salir de la habitación. Regresé por el.
En la pantalla se leía desconocido.
-Debo atender, ¿Por qué no bajas sin mí? Es Nicolás. – Respondí a su pregunta no formulada.
-No tardes.
-Seré lo más rápida posible.
Cerró la puerta detrás.
-¿Sí?
-Pensé que no lograrías responder.
-¿Quién eres?
-Querida prima, como si no me conocieras.
-¿Qué quieres?
-¡Oh vamos! ¿A caso has creído que llamé por interés?
-Matthews, conozco tus intenciones. ¿Por qué te empeñas en arruinarnos?
-Solo llamaba para felicitar a la pareja por su primera semana de casados.
-Debo colgar.
-No de prisa Charlotte. – Su voz sonó amenazadora. – Solo recuerda que estás jugando sobre una cuerda.
-¿Qué quieres?
-Darte las felicitaciones, sé que tendrán una cena, por cierto, que irrespetuoso que no hayan enviado una invitación a mi madre. Me lo esperaba de James, ¿Pero tú?
-Estas perdiendo tu tiempo.
-Estoy valorando cada segundo. ¿No lo crees? Deberías hacer lo mismo.
Colgué las palabras de Matthews nunca me hacían bien, siempre las sentía impregnada de algún tipo de plan que estuviese ideando, me daba mala espina y lo que menos deseaba era que mi felicidad quedase destruida. No ahora que James y yo estábamos bien.
Baje las escaleras con una gran sonrisa en el rostro, sin mostrar preocupaciones. Esta cena era para celebrar lo feliz que estábamos con nuestro matrimonio.
-¡Querida! – Clare me abrazo. – Estas estupendamente guapa, es bien conocido el dicho, de que el matrimonio nos asienta y contigo no hay excepción.
Sonreí.
-Gracias y gracias por estar aquí. Sé que querías que la cena fuese en tu casa, pero no se podría por el momento, James prefirió quedarnos aquí hasta el fin de mes.
-Lo comprendo Eva y estoy feliz de que sea en su casa.
-¡Tía Eva! – Los sobrinos de James corrieron abrazarme las piernas.
-Hola pequeños. – Les devolví el abrazo. - ¿se han portado bien en el vuelo?
-Hemos dormido todo el camino, ¿Puedes creerlo? Mamá hizo un juego, quien durmiera más se llevaba un premio, aún no nos han dado nada, pero Marco perdió. – Comento Ava – Es pequeño aún, no entiende los juegos.
-¿La luna si es de miel? – preguntó su hermano.
-¿Perdón? – No entendí su pregunta.
-Si, oímos hablar a los adultos que estaban tío James y tú en su luna de miel, así que pensamos en que fueron a la luna, ¿Verdad que no es de miel? ¡Es de queso!
Me quedé asombrada con la mentalidad de los pequeños.
-Bueno... exactamente no fuimos a la luna porque tío James debe encargarse de algunas cosas.
-¿Pero si es de queso?
-No exactamente.
-¡Te lo dije! – Su hermano la señaló con el dedo. – Mi profesor ha dicho que es un satélite, Ava no entiende que es eso y sigue diciendo que es de queso porque lo ha visto en la tele.
-¡Lo he visto en un programa de científicos!
-¿Qué les parece si al regresar a casa vamos de excursión al museo y conocemos la verdad de la luna?
-O si vas antes con el tío James también podrías decirnos.
-Niños, ¿Qué hablamos sobre hostigar a tía Eva? – Alice la madre se acercó a ellos.
-Mamá tía Eva y tío James no han ido a su luna de miel como lo dijeron papá y tú.
Alice abrió los ojos al escuchar a su hija.
-Les he explicado que no hemos ido a la luna, como ellos piensan, que solo tomamos vacaciones.
-Y nos ha prometido llevarnos de excursión, ¿Si podemos verdad?
-Si se portan bien hoy y van al sillón a quedarse sentaditos como buenos niños.
-¡Hecho! – Ambos corrieron y se perdieron de vista.
-Lo siento y gracias. – mencionó apenada.
-No hay problema, creo que puedo lidiar con ello a menos que pregunten de donde provienen los bebes.
-Damian y yo aun corremos de responder eso. – rio.
El pequeño Marco comenzó a incomodarse en los brazos de su madre e hizo señas para que lo cargase. Acepté a su petición no hablada. Lo balancee lentamente.
-Ha crecido demasiado.
-A veces pienso que es la versión de Ava, pero un torbellino mayor.
-Supongo que los bebes son inquietos por naturaleza.
-Se te dan bien, estoy segura de que James y tú sabrán cuidar a los suyos.
Me quedé estática.
-Espero que aún la cigüeña tarde para ello. – sonreí con el pequeño.
-Pensaba lo mismo y mírame es el tercero y último.
-Eres buena con tus hijos, no creo que hayas dudado con tu primogénito.
-Tenía miedo y Damián igual, sucedió sin darnos cuenta, a mis ojos fue precipitado cuando quedamos embarazados, pero me apoyó en todo momento y mi familia igual, Clare fue como mi segunda madre, todos estuvieron al pendiente, cuando lo asimilas todo y tus sentimientos se conectan con el bebe te aseguro que no te quedan dudas de nada.
-Puedo imaginarlo. Aunque por el momento me gustaría disfrutarnos.
-Eso sí, ámense cada día, cada hora, cada minuto, hasta los segundos son sagrados, porque cuando crecen y se vuelven un torbellino como los míos, las horas no alcanzan para descansar.
El pequeño Marco comenzó a impacientarse y reclamó el alimento.
-A final de cuentas creo que no soy tan buena.
-Lo estabas haciendo fenomenal, solo que este caballero tiene hambre, ¿No es cierto?
Curiosamente Marco introdujo su dedo en la boca afirmando lo que su madre dijo.
Me encaminé al centro de la estancia y mi madre se acercó.
-Mi vida, ¿Lo estas disfrutando?
-Amo que todos estén aquí.
-Me refería a tu vida de casada.
-Es como la imagine.
-Me alegro por ti, aun tenemos esperanzas de que una tarde llegues a casa quejándote de la universidad, ha pasado tan rápido todo que no creemos en que te has convertido en la señora Acker.
-También los añoro mamá, pero durante toda mi vida han sido mi referente del matrimonio perfecto y estoy agradecida con ello porque elegí a un hombre que me ama inmensamente. – Miré rápidamente a James.
-Aunque tu padre no lo acepte esta agradecido con él por protegerte siempre.
-Sin darse cuenta papá fue quien nos unió.
-¿Hablando de mi a mis espaldas? – Papá se acercó.
-Si, de que eres el mejor hombre del mundo. – Lo abracé y le di un beso en la mejilla.
-Y tú la hija mas hermosa del planeta. – Reí.
-Mientras sigas diciendo que David es el adoptado me basta.
-No te he contradicho.
Ambos reímos.
-Estoy feliz por ti hija, te has convertido en una mujer y un padre no puede estar más orgulloso que ello y por supuesto tranquilo, sé que al hombre que tienes a tu lado te ama y protege más o como pudiese hacerlo yo.
-Gracias papá, por ustedes soy lo que soy he tenido los grandes mentores.
-Señora... - Laura interrumpió. - ¿Desea...?
-En cinco minutos.
-Con permiso.
-¿Dónde está mi nieta y por qué no ha venido a verme? – La abuela de James reclamó desde la comodidad del sofá.
Reí.
-Creo que esta vez hay competencia. – Sentenció papá.
-Si me disculpan.
Los dejé solos y caminé a quien ahora también era mi abuela.
-Querida abuela, ¿Cómo has pensado que me he olvidado de ti? – Me senté a su lado.
-He visto que no venias y dije, mi nieta ya no quiere a su abuela.
-Mentiras abuela. – reí. - ¿Quién no te quiere? Si eres la rencarnación de un ángel en persona.
-¡Vaya! Sé que estoy vieja, pero no para tanto Eva.
-No, no... - reí. – no me refería a eso. Sino que todos quieren estar a su lado.
-Bueno, bueno... dejemos mi edad para un lado, ¿Por fin puedo decir que tendré un bisnieto del cabeza dura de James?
-Aún es muy pronto abuelita, ¿No lo cree?
-Tienes razón, aún deben estar haciendo la tarea, por eso le dije a mi hija que no era buena idea venir, ustedes deben estar ocupados de la cama al sillón, a la cocina, en el auto...
-¡Abuela! ¿Cuánto tiempo has pasado con Nicolás?
-¡De ese cara dura no deseo saber nada!
-¿Sucedió algo?
-¿Puedes creer que me llevó a un asilo de ancianos?
Reí alto.
-¿Qué?
-Si, dijo que íbamos a ir a un lugar donde la diversión era hasta amanecer y me llevó a un asilo de ancianos donde estaban teniendo una noche disco. Le di tres golpes en la cabeza y tuvimos que regresarnos al palacio. Desde aquel día ya no le hablo, ¿Quién se creyó? Vieja no estoy y aún puedo divertirme con ustedes. Aunque no lo crean, este cuerpo aun tiene magia.
-No lo dudo abuelita, y ten por seguro que Nicolás recibirá su merecido por mi parte.
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