Capitulo 39
Mi habitación se volvió a llenar de ayudantes para quitarme el vestido y empezar los preparativos para las próximas horas. Me duché y salí a ponerme el nuevo vestido.
Para nuestra cena más íntima donde la mayoría de los invitados de la misa no podían estar presentes, elegí un vestido más provocativo, semejante al de la boda civil. Un vestido de pedrería con abertura en v de ambas partes y a los costados con una ligera capa que descendía desde los hombros hasta el suelo, era el perfecto atuendo para cerrar la noche. La posible transparencia, podría ser del desagrado de la reina, pero posiblemente no habría discusión alguna.
-Alteza, todo listo.
Marco terminó de retocar el maquillaje y hacer un pequeño recogido en el cabello, colocó orquídeas con cristales zwarosky, me calcé las nuevas zapatillas estilo cenicienta. Di las gracias a todos y salí a mi reencuentro con James.
-¿Han llegado todos ya?
-La mayoría alteza, si desea podemos esperar un poco más, aunque se hizo una estadística y con el tradicional recorrido es tiempo suficiente para que sean los últimos en llegar.
-Estoy emocionada por lo que me espera así que creo que tenemos el tiempo suficiente.
-Entonces pediré el auto.
-Gracias.
Al pie de las escaleras se encontraba un James absolutamente impecable, su traje negro de dos piezas con la pajarita y sus relucientes zapatos. El cabello de lado y algo alborotado.
-¿Segura que usted es mi esposa?
-¿Dónde han dejado al profesor? Creo que me lo han cambiado. – Sonreí y tomé su mano.
-Hola cariño.
-Hola.
Me besó.
-Ahora mismo me gustaría regresar arriba y que nos esperen toda la noche.
-Por mucho que la idea parece demasiado tentadora, esta vez declinaré, estoy ansiosa por la noche que nos espera.
-No me van mucho las fiestas, pero esta por ser nuestra estoy de acuerdo contigo.
Ambos estábamos abrazados a punto de besarnos. Un carraspeo hizo voltearnos a la puerta principal.
-Su majestad los espera en el salón continuo.
-¿Ahora?
-Si alteza. Síganme.
Avanzamos unos metros y las puertas abiertas de par en par nos dieron la bienvenida a la reunión con la reina.
-Abuela, ¿Nos has llamado? – La miré incrédula.
-Tengo algo que comentarles antes de la recepción. – Volteo a vernos.
Se quedó en silencio unos minutos y nos miró de arriba – abajo. Se quedó unos segundos más mirando nuestras manos entrelazadas.
-¿Es algo grave?
-No, no... - caminó hacia una mesa pequeña y recogió una cajita metálica – Quería darles este regalo de bodas antes de terminar la noche.... Exactamente es un regalo para el señor Acker.
James y yo nos miramos sorprendidos.
-Majestad... no es necesario.
-Me parece que sí. Y si lo aceptas estaré tranquila. Sé que les debía algo por no aceptar su felicidad al inicio, esta es mi manera de compensarlo.
-Abuela, no, no... no nos debes nada, lo hemos olvidado y ahora estamos felices de que apruebes lo nuestro, es más que suficiente.
-Solo déjenme compensarlos. – Ambos guardamos silencio. – Es una tradición otorgarle a la nueva pareja un nuevo titulo real, en su caso no podría ser posible, porque el señor Acker ha rechazado ser parte de la institución... soy la reina y por ello, he tomado la decisión.
-¿Qué decisión? – Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente.
-Los nombro duque y duquesa de Florencia.
Nos quedamos en silencio sin saber que respuesta dar.
-Majestad... - James no encontraba las palabras adecuadas.
-Antes de que digan algo o piensen en rechazar los títulos, les diré que estos ya han sido discutidos con todo el parlamento y los abogados de la familia, se los otorgo sin condición alguna. La población estará enterada de esto mañana a primera hora.
-Abuela... pero ¿Crees que estén alegres?
-Eva, te aman y además es una decisión que no se puede cambiar. Sus ducados son simplemente títulos, no recibirán una contribución por parte del estado, en tu caso Eva, solo se sumará un porcentaje adicional, porque eres de la familia, para James solo es un titulo ante de su nombre, si desea usarlo.
-Majestad... gracias. – Rindió un homenaje.
-Tengo algo más para ti.
Nos miramos. James se quedó al frente de la reina. Abrió la caja pequeña y de ella sacó un broche dorado circular con picos, si mal no recordaba aquella era la orden italiana que se le otorgaban a todos aquellos que habían sido parte de la corona por nacimiento o a quienes habían realizado trabajo en nombre de la reina, pero por muchos años de servicio, nunca por casarse con un miembro de la familia real.
-Te otorgo la orden italiana como muestra de que ahora eres parte de la familia. Y también como símbolo de tu ducado. Puedes utilizarlo cuando desees o mantenerlo en secreto. – Le sonrió y le puso el broche en el saco. – Bienvenido James.
-Gracias majestad. – Le dio un beso en la mejilla y por primera vez la abrazó.
Sonreí desde lejos al verlos juntos. Esta noche no podía iniciar mejor.
-Los dejo a solas. Tenemos una noche larga por hoy.
Salió y ambos volvimos a nuestra burbuja.
-Así que de profesor pasaste a convertirte a duque de Florencia.
-Aún no creo que tu abuela me haga digno de esto, ¿Es una broma? ¿Se lo has pedido?
-No, no... claro que no, no pensé que nos hubiese llamado para esto.
James se quitó el broche y lo sostuvo entre sus manos.
-No soy digno de llevarla porque no he realizado ninguna obra de caridad, aprecio que tu abuela me considere parte de la familia, por el momento lo mantendremos guardado.
-Es una idea razonable señor Acker.
-¿Qué opina si ahora mismo aprovechamos nuestro momento a solas señora Acker?
-Creo que es tarde para irnos.
Caminé de prisa y lo escuché reírse.
Llegamos a nuestro auto y los fotógrafos invitados para apreciar nuestra salida del palacio comenzaron a capturar cada momento. Salude sonriente sin olvidar mi trayecto al auto. James me abrió la puerta y juntos partimos por las calles principales de Italia, muchos turistas y la población estaban siguiendo nuestro trayecto por las orillas de la calle, saludamos, sonreímos y platicamos en el corto trayecto. Regresamos al palacio por la parte trasera y nuestra noche de fiesta, apenas iba a comenzar.
La entrada al jardín se encontraba decorada por cortinas amarradas a bases de maderas, lo cual nos daba la bienvenida a la fiesta. Todo tenía la decoración natural y al aire libre, fotos de nosotros desde el día que nos comprometimos, hasta las de hace unas horas atrás decoraban todo el pasillo.
-Damas y caballeros, el señor y la señora Acker-Mozzi.
Un par de lacayos nos abrieron las cortinas finales y todos nos recibieron con aplausos y gritos de felicidad. Sonreí por la inesperada efusividad de todos. La música fue alegre. James y yo nos adentramos a la pista tomados de la mano y saludando a todos de lejos.
-Querido público, por favor. Démosle la bienvenida a este podio a John Legend quien invita a los novios a realizar su primer baile como esposos. Fuertes aplausos.
Me quedé atónita al escuchar lo que el maestro de ceremonias acaba de decir. John estaba aquí, estaba presente para interpretar nuestra canción.
-¿Lo has hecho tu cierto? – Mire a John subir al podio y mirarnos sonriente.
-¿Complace a este hombre en darle su primer baile? – James flexionó la espalda en señal de reverencia y me extendió la mano.
-¿Alguna vez podría decirte que no? – Tome su mano y nos fundimos en un abrazo.
Los primeros acordes de la canción <<All of me>> comenzaron a escucharse por los alrededores, James y yo nos balanceamos al ritmo de la música por toda la pista, me hizo girar sobre mis propios talones, me elevó en sus brazos e inesperadamente nos creamos una coreografía con la conectividad de nuestros corazones.
-¿Recuerdas cuando me dijiste que creías en encontrar el amor verdadero al escuchar a John Legend en sus conciertos? – Nuestras manos entrelazadas descansaban sobre su pecho a la altura del corazón.
-¿Lo has hecho por eso?
-Puedes decirles a nuestros hijos que nos enamoramos con John.
Sonreí.
-Gracias por todo.
-Gracias a ti por volver a mí.
Los acordes de la canción terminaron y todos aplaudieron nuestra inesperada coreografía y la auténtica voz de John. Él nos dirigió una señal de agradecimiento y nosotros le respondimos de la misma manera. Al bajar del podio se acercó a ambos y nos abrazó.
-Felicidades alteza.
-Gracias por estar aquí.
-Ha sido todo un placer. Señor Acker. – Se abrazaron como si se conociesen de años. – Felicitaciones por tener una maravillosa mujer.
-La has hecho feliz esta noche, gracias.
-A usted. Con permiso.
Se retiró y nos dejó a solas de nuevo, esta vez avanzamos a nuestra mesa nupcial y el maestro de ceremonias se hizo cargo de lo que seguía.
Un grupo de danza se hizo presente y como obsequio de bodas nos regaló un espectáculo completo para todos los invitados a la fiesta, técnicamente no era algo que de manera voluntaria hubiésemos buscado, pero como parte de las tradiciones esto se llevaba a cabo, era la parte del entretenimiento antes de la cena.
Momentos después el lugar se amenizó con música para bailar, todos los presentes se levantaron y para mi sorpresa, hasta la abuela se había animado, tener mi familia italiana y canadiense disfrutando de un momento único me hizo rebosar de alegría. Alrededor éramos más de 300 invitados en la fiesta, quienes sin importar nivel social estaban teniendo relaciones sociales unos entre otros, amigos, conocidos, la realeza, los aristocráticos, la servidumbre que esta vez cumplía solo la función de invitados.
-¿Puedes pellizcarme? Creo que esto es un sueño.
-¿Qué me dices si mejor te beso que ahora todos están distraídos?
Me mordí el labio en respuesta y no tardó de juntar los suyos a los míos, un beso apasionado, lleno de amor, promesas intangibles y sobre todo nuestro deseo no cubierto.
-¡Pero tortolitos! ¿Acaso planean dar un espectáculo de recién casados?
Nicolás nos interrumpió como un niño curioso.
-Deberías conseguirte a alguien por ahí, ¿No hay alguna disponible? – Comenté limpiándome los labios discretamente.
-No me apetece hoy. La abuela no me permitiría desaparecer.
-Bueno, ya que has venido ¿Se te ofrece algo en específico?
-Si, que bailes conmigo. ¿Te importa hombre buenas cogidas?
Me quedé con los ojos abiertos.
-¡Nicolás! – Le golpee la solapa de su traje. - ¿Puedes decirle que ese no es tu nombre? – Mire perpleja a James quien se reía de mi acción.
-No tengo problema, él reconoce a los sementales.
Esta vez ambos se rieron y yo me quede asombrada. James por primera vez le había seguido el juego. Si había tomado la palabra literal de mi abuela que ahora era un miembro más de la familia y esta era su forma de demostrarlo, ya me veía con muchas travesuras entre ellos.
Tomé la mano de mi primo y entre carcajadas nos adentramos a la pista de baile. Nicolas y yo nos complementábamos en todos los sentidos, teníamos una conexión como si fuésemos mellizos, pero la realidad era que durante mis cortos años de vida él y yo aprendimos a congeniar y quien nos viese podría decir que nuestra madre concedió a dos tornados y no a uno.
-¿Qué tan feliz eres esta noche?
-¿Cuál es el limite de la felicidad?
-El que tu consideres.
-Pues te diré que rompo los limites de la felicidad ahora mismo. No hay cosa que me arruine la noche, James por fin esta a mi lado sin escondernos.
-Lo mereces y él por supuesto no es digno de ti, pero ha sabido como ganarte, cabrón.
Reí.
-Ves, el amor verdadero existe.
-No, no para mí.
-Solo encuentra a la chica correcta, abre ese caparazón.
-Estoy bien, bastante tengo con aguantar a mi hermano.
-Por cierto, lo he visto muy poco hoy, ¿Ha decidido atender los papeles de la realeza a estar aquí?
-Míralo.
Un Carlos muy elegante se encontraba sentado en la mesa de sus padres mirando a todos, como si estuviese buscando a alguien en especial.
-¿Ha venido solo?
-Si, me dijo que dejó a su tal novia hace semanas atrás, porque cuando ella se enteró que te casabas le hizo un alboroto en un restaurante privado. Gracias al cielo que el siempre pide el lugar vacío.
-Pobre Carlos, parece ser el príncipe solitario.
-¿Escuchaste los rumores cierto?
-La gente habla de ello fuera del palacio.
-Él se merece una buena chica.
-Y tu también. Oh si claro. – Rodó los ojos.
-¿Han venido tus amigos hoy?
-Con todo y familias.
Miramos a una dirección opuesta y cada uno de sus amigos estaban acompañados por sus padres y unos familiares más.
-Si no fuera por ti y tus conocidos creo que esto se hubiese resumido a nuestra familia.
-¿Por qué invitaste a Frederick?
-Lazos constitucionales y políticos, tampoco fue de mi agrado y de James no se diga.
-Debiste decirles a los guardias que lo mantuvieran vigilado.
-No creo que se atreva a algo. Hay muchas personas aquí.
-Nunca es bueno confiarse Eva.
-Me basta pensar que no existe.
-¿Ya has descifrado tu viaje de luna de miel?
-No aún.
-¿Y qué esperas?
-¿No recuerdas que interrumpiste?
-Era bailar contigo o con una de las hijas de los aristócratas que para anda son mi tipo. ¿Te das cuenta de que todos vienen a las bodas a buscar pretendientes?
-Si les dices que no buscas algo serio te respetaran.
-Si conoces mi reputación ¿Verdad?
-El príncipe rebelde.
-Exacto amada Eva.
-Eso debería terminar.
-No por ahora, no por ahora.
Terminamos de bailar y me reuní a James en la mesa.
-Creí que me dejarías solo toda la noche.
-¿Celoso?
-Si, me prometí no compartirte y Nicolas fue el primero en retirarte de mi lado.
-Tú se lo has permitido.
-Con ese indiscutible apodo, ¿Quién no? – Se rio.
-¡Vaya! señor Acker, ya se siente parte de la familia ¿Cierto?
-Solo con él, me cae bien.
Ambos miramos a su dirección.
-Me preocupa que por la presión de ser quien es no encuentre al amor verdadero y termine casándose con alguien que no ame.
-No es tu trabajo ser su cupido, aunque si te digo algo... yo creo que el sabrá elegir muy bien.
-Eso espero, quiero que encuentre al amor verdadero.
Comenzaron a servir la cena por tiempos, la música se escuchaba de fondo y todos estaban inmersos en platicas ajenas. James y yo por el momento contemplábamos nuestro próximo futuro juntos.
-¿Ya me dirás por fin a dónde vamos?
-Por el momento no planeo moverme de aquí, todo me parece perfecto, más tu compañía.
-Sabes que no me refiero a eso.
-¿Entonces a qué? – Se metió una cuchara de carne a la boca. – Esto está estupendo, mejor de lo que probamos antes.
-¿Estas pretendiendo cambiar el tema para que olvide nuestro asunto?
-¿No te parece bueno? – Me dio una cucharada a la boca.
Escuché dispararse un flas. El fotógrafo personal estaba captando todos nuestros momentos de la noche.
-¡James! – Me reí por su nuevo juego.
Hubo una pausa entre los platos e inesperadamente el maestro de ceremonia captó nuestra atención. Todos lo miramos desde el podio.
-Dama y caballeros, con ustedes el trío del momento Il Voló. Un fuerte aplauso para ellos por favor.
La pista se volvió a iluminar y esta vez el trío comenzó a cantar una balada muy conocida. Los acordes de Más que amor inundaron nuestro espacio y ellos se hicieron dueño de toda nuestra atención.
Ignacio Boschetto, Gianluca Ginoble y Piero Barone, eran quienes nos estaban arrebatando sonrisas con sus grandes voces y detrás de ellos una gran mampara se deslizó de poco en poco, y comenzó a proyectarse una especie de película sobre James y yo.
Me quedé atónita. Estaban siendo proyectadas fotos de nosotros en el inicio de toda nuestra aventura. Nuestros días de universidad, nuestro primer viaje, nuestras comidas fuera de Vancouver, nuestros encuentros en sus departamentos, nuestras salidas de fiesta que técnicamente no tenían nada que ver con notros juntos, pero siempre terminábamos encontrándonos. Las fotos inéditas de nuestro compromiso, mi navidad con su familia, nuestro día en la playa, fotos besándonos y las fotos que nos habían tomado, desde la iglesia hasta este momento.
Inesperadamente mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas mientras que más fotos se reproducían, como mi viaje al extranjero con mis primos, mis obras de caridad, mi relación con los niños. Aquello era más de lo que podía esperar, primero la sorpresa de John Legend para inmortalizar nuestro primer baile juntos como esposos y ahora esto que todos estaban presenciando. Me llevé las manos a la cara con intención de dejar de llorar y limpiarme un poco las lagrimas para que el maquillaje no se escurriera tanto.
El trío terminó de cantar y todos aplaudieron y se pusieron de pie. Yo quería esconderme por verme tan mal, estaba llorando cuando mi día debía ser solo felicidad, pero en cierta manera estaba llorando de felicidad porque James era más de lo que podía desear.
-James, princesa Eva. – Piero tomó la palabra por los tres. – Estamos agradecidos de ser invitados y les tenemos un obsequio, deseamos que nuestra siguiente canción sea más que un himno para ambos, que sea el recuerdo de su maravillosa noche. Por favor, los invitamos a la pista.
James me dio la mano y avancé con el al centro de la pista mientras que Il Voló se colocó al fondo de nosotros. Grande amore comenzó a ser interpretada por los tres. James y yo nos movimos a los compas de la canción, sonreí en todo momento.
-Eres más de lo que he planeado una vez. Recibí más de lo que merecía.
-Yo soy quien está agradecido con todo el universo.
-¿Tengo que saber de alguna otra sorpresa? Sino terminaré derramando el maquillaje antes de que nos marchemos.
-No te lo diré, aunque para mí estas perfecta mirándote como mapache.
Ladee la cabeza.
-¿Estas bromeando cierto?
-Tu siempre estas hermosa.
-Eso espero, no quiero verme como un mapache en las fotos que faltan.
Reposé la cabeza en su pecho y seguimos moviéndonos, miré al trio que nos acompañaba con su voz y aquello era más que satisfacción. Los ángeles celestiales habían bajado del cielo para complementar este momento. La música terminó y todos aplaudimos. Se despidieron por ultima vez y se unieron a la fiesta.
Todos regresamos a nuestras mesas y los últimos dos tiempos de la comida se sirvieron.
-Debí pensar como una esposa romántica, me has hecho más sorpresas tú a mí.
-Tú eres la esposa más romántica que conozco, por ti es que tengo este lado cursi.
-Y espero que solo sea para mí.
-Para siempre cariño, para siempre.
La comida terminó con el postre y para mi sorpresa, la música nunca se detuvo, no me esperaba que los invitados subieran a deleitarnos con sus maginificas voces, pues algunos de los que llegaron a consumarnos la noche fueron Ed Sheran con <<Perfect>>, Ellie Goulding <<Love me like you do>>, la banda sonora y cantante del palacio con <<The One>> la misma que habíamos presenciado en la iglesia. Andrea Botticelli y su hijo Mateo con <<Ven a mí>> y su colaboración con Ed Sheran, la cual fue guirnalda en el pastel.
Sin pasar desapercibidos un numero de cantantes más se hicieron presentes, ¿Quién lo iba a decir? Nuestro círculo de amigos, de repente también hicieron una pequeña aparición en privado para nosotros y los demás.
Mis zapatillas no fueron el impedimento para levantarme a cada momento con James y quedarnos acompañados de todos los asistentes con sus parejas invadiendo la pista. Mi familia se unía a nosotros con cada interpretación. El jazz, la cumbia y la salsa, tampoco pasaron desapercibidos, una parte latina debía estar presente. Mi madre me había inculcado estar en clases de baile de todo tipo y por obvias razones, aquella era mi oportunidad.
James nunca se había demostrado fan de las pistas de baile, pero no sé si solo era por ser nuestra ocasión o que había sucedido, pero él estaba a mi lado en cada canción y en cada momento. Estaba segura de que quien terminaría con los pies cansado seria otro.
Leticia se acercó a nosotros cuando hubo una pequeña pausa para cambiar a la música pop de estos tiempos.
-Alteza, señor Acker. Felicitaciones.
Me entregó una pequeña caja dorada.
-Leticia no tenias porqué. – Le sonreí. – Por cierto, te vez muy guapa.
-Gracias alteza, lo mismo digo.
Por primera vez esta mujer se había sonrojado y estaba vestida sin pantalones de tela y su camisa manga larga. Tenia un traje verde esmeralda que le cubría los pies y le dejaba un escote en toda la espalda, dejó su cabello suelto y estaba hermosa, era otra.
-Muchas gracias por esto. – Levante un poco la caja dorada.
-Es un pequeño obsequio, espero que les agrade.
Lo abrí y dos pulseras estaban unidad por un diamante en forma de corazón, aquello lo sostenían hilos de seda color dorado. Leticia debió por lo menos gastarse un sueldo para conseguirlo. No valía el precio, sino la intención. Algo ligero para recordar nuestro amor.
-Es un gran detalle.
-Me pareció el correcto para ambos, son una pareja idea, espero que lleguen mayores alegrías a su vida.
-Gracias Leticia. – James respondió y ella nos dejó a solas.
-Estas piezas parecen encajar perfectamente. – Tome el dije entre los dedos.
-Es una escala diminuta de nuestros corazones, ¿Puedo? – James sacó uno de la caja.
-Siempre mi amor. – Respondí dándole la muñeca derecha.
Ajustó la pulsera a mi mano y yo hice lo mismo con su muñeca izquierda, las pulseras tenían colgando la mitad del corazón, pero si se rozaban podían unirse en uno solo, como si tuviesen un imán dentro. Un regalo con demasiado símbolo para ambos.
-Alteza, señor... - Un mesero nos interrumpió. – Es hora de partir el pastel de bodas para comenzar con el segundo tiempo de la fiesta.
El segundo tiempo consistía en dar un acceso de barra libre a todos los invitados y que se terminaban los formalismos, esto podría llegar a ser una boda completamente americana.
Ambos avanzamos a cortar la tarta nupcial, sonreímos ante el fotógrafo e hicimos sus poses mas convincentes para dejarlas inmortalizadas en recuerdos que después nos inundarían el alma.
Con una rebanada, James y yo nos comenzamos a embarrar el betún sobre la cara, cada uno tomaba un trozo de pan y se lo otorgaba al otro en la boca. Saboreé el relleno del pastel y no pude elegir una opción más apetitosa, el pan estaba suave que parecía derretirse, el betún perfecto y el relleno le da ese toque a dulce y cítrico.
Nos dimos un momento para visitar todas las mesas mientras que se repartía el pastel y así podíamos dar las gracias por acompañarnos toda la noche.
Comenzamos con las mesas de los invitados que habíamos tenido muy poco contacto para finalizar con la familia. Las palabras cortes nunca faltaban y los halagos tampoco, sí todos querían seguir siendo invitados a las bodas reales o a los próximos eventos.
Llegamos a la mesa de la madre de Matthews.
-Tía, buenas noches. – James le dio un beso en la mejilla.
-Pensé que ya nos habían tenido olvidados. – Su tía contestó en modo reproche.
-¿Todo bien? – Dije para irnos de ahí rápido.
-Pensé que no podías ir desnuda entre los presentes, profesor, ¿No cree que esté exhibiendo mucho? Digo, ahora que es tu esposa ¿Debería tener prudencia no? – Lucia atacó.
-Un gusto verla señorita Cornell y como recomendación le pediría que mantenga la boca cerrada, sino los guardias no tardan en venir. Mi esposa puede vestir como lo desee porque siempre se ve hermosa, además siempre es bueno verla con poca ropa ¿No es cierto cariño? – Me besó en los labios.
-No recuerdo haber incluido un pase extra, pero un gusto lucía. – Le sonreí hipócritamente.
-¿Qué son esos modales primos? – Matthews hizo acto de presencia.
-Nos alegra verlos. Que disfruten la velada, si prefieren irse al hotel cualquier chofer esta a su disposición. – James me tomó de la cintura para seguir caminando.
-¿No se quedaran un momento más? Deberían sentarse, debemos brindar por su unión. No nos harán este desliz ¿Cierto?
Voltee a todos lados en señal de ayuda, pero hoy aprecia nadie estar al pendiente, todos estaban divertidos en la pista de baile o charlando con otros. James como buen caballero, me abrió la silla para ocupar un lugar, él hizo lo mismo.
-¿A qué viene esto? Espero que no pienses dar una escena Matthews, recuerda que estas aquí por tu madre y la abuela, no por algo más.
-Tranquilo primito, hemos venido a enviarles todos nuestros buenos deseos.
-Todo menos eso. – murmuré.
-Eva que buen vestido, la verdad el de la misa estaba muy mozo, aburrido, ¿Entiendes no? Muy anticuado, ¿Quién te asesoró? Opino que lo deberías despedir. ¿Qué te parece si nos reunimos un día en el palacio? Estoy segura de que tienes tiempo, con tremendo espacio y la servidumbre a tu lado es claro que no debes hacer nada, puedo quedarme una temporada...
La interrumpí.
-Lo siento, pero creo que te has hecho una idea errónea, mi tiempo es limitado y por supuesto que hago muchas cosas, nacer con este don no es fácil y para nada es deslindarse de obligaciones como piensas, estuve muchos años fuera de mi país que ahora les estoy recompensando el tiempo.
-No me malinterpretes. – Dijo con la voz chillona. – Yo lo decía para recuperar nuestro tiempo como amigas, ¿No recuerdas lo bien que la pasamos en la universidad? Hasta compartíamos al mismo hombre.
Respiré hondo, hoy no necesitaba dar un espectáculo en mi propia boda.
-¿Hemos terminado ya? – Le comenté a James. Quien estaba sumergido en otra discusión con Matthews.
-Pero, qué ¿Tan pronto? Primita Eva, disculpa a mi amada, aún no se recupera del trauma de mi primito. – James cerró el puño con fuerza.
-Nos tenemos que ir.
-Mesero, por favor. – El mesero se acercó cuando nosotros estábamos de pie. – Trenos copas de Champagne por favor.
-¿Podemos brindar no? Aún hay tiempo. ¿Es mucha su prisa?
El mesero llegó con copas de champagne para todos.
-Brindemos – Matthews y Lucia se pusieron de pie. – Mamá, ¿Pretendes quedarte sentada? ¡Levántate! – Miró mal a su madre y James estaba a pocos metros de cometer la primera estupidez.
La señora se levantó de un brinco y levantó su copa.
-Bien, brindo para que su felicidad dure por años, ¿Es lo que se les dice a los recién casado no? – Hizo una mueca. – O bueno lo que sea. Salud. – Bebió de su copa y sus dos acompañantes hicieron lo mismo.
James y yo lo vimos repugnante y para no ser mal educados, solo bebimos un sorbo, yo apenas y me mojé los labios.
-Vámonos. – Dije en un susurro.
Estábamos partiendo de ahí en silencio cuando Matthews volvió a abrir la boca.
-¿Estuvieron bonitas las rosas de esta mañana Eva? Hubiesen combinado con tu ramo.
Me congele al escucharlo. James me miró extrañado.
-¿De qué flores hablas?
-¿No te has enterado? Pensé que tu amada te las había dicho, es un secreto a voces en el palacio. ¿o no Eva?
-¿De que flores hablas? – James repitió.
-Las negras, ¿No lo sabias? Al parecer alguien envía un mensaje subliminal, ¿Puedes creerlo? Yo que tú la protejo mejor.
Se terminó su copa y ocupó su mismo lugar. Respiré con anormalidad y a jalones me llevé a James de ahí.
-Mírame, mírame. ¡James mírame!
James tenía el rostro apretado y si le fuese posible golpearía lo que estuviese a su alcance.
-Escúchame, es algo que no tiene importancia, ¿Sí? No te lo conté porque no quería arruinar nuestra noche y aun no quiero, ¿Entiendes? James por favor, no lo hagas, no ahora, James...
Volvió en sí, su respiración se mantuvo pausada y le cambió el rostro.
-Lo lamento pequeña, pero ese estúpido de Matthews sabe como sacarme de mis casillas. Te prometo que no haré nada fuera de los limites esta noche, ¿De acuerdo? Solo prométeme que lo hablaremos después.
-Te lo contaré, pero no ahora.
-Está bien, todo está bien.
Me besó la frente y me abrazó, repitió un par de veces más <<Todo está bien>> como si fuese un mantra, creo que lo debía hacer más por él que por mí.
-James debemos continuar.
-¿Vamos con nuestras familias?
-James... lo sabes, nos falta la realeza. – y por realeza me refería a la mesa de Frederick.
-Oh cariño, que Dios nos aguarde.
-Será rápido piénsalo así.
-Más vale que lo sea.
Llegamos a la mesa de la familia de Dinamarca y por los lazos que una vez mantuvimos y la calidez de la familia, los recibí con las mejores sonrisas, abrazos y besos. Para mi sorpresa la abuela de Frederick, así como sus padres y un par de tíos me recibieron entre halagos y felicitaciones, con James sucedió lo mismo. Todo parecía ir bien, intercambiamos algunas palabras y ellos se sentían tan emocionados por mi felicidad a pesar de que no fue con su futuro rey.
-Frederick. – solté el aire que tenia en los pulmones.
-Eva, felicidades, lo lograste, te has casado con quien en verdad amas.
-¿Gracias? – Me miró confuso. – Lo lamento es que... es raro escucharte decirlo por nuestros problemas.
-Descuida se ha quedado eso atrás. Supe que no estábamos destinados, lamento por querer obligarte a algo que no estaba bien. ¿Podemos recuperar lo que teníamos?
-Disculpas aceptadas. – Sonreí, él era mi amigo de la infancia y era muy cercano a la familia, nuestros lazos nunca se podrían romper. – Nos llevará un tiempo, pero creo que podremos volver a ser amigos.
-Me basta escuchar eso. ¿Puedo...?
-Claro.
Nos abrazamos y rápidamente nos separamos al escuchar el carraspeo de James.
-Señor Acker. Felicitaciones, ha sido una ceremonia y fiesta fantásticas. – Le tendió la mano.
James se la estrechó fuertemente.
-Gracias por asistir. – repitió sin emoción alguna.
-Cariño, ¿Continuamos?
-Discúlpanos Frederick, pero ya conoces esto... el protocolo.
-No hay inconveniente, algún día también me tocará. Buena velada.
-Bunas noches.
Nos caminamos rápidamente, por el bienestar de ambas familias.
-¿Puedes decirme que fue eso?
-Se disculpó James.
-Las disculpas no vienen con abrazos y mucho menos el día de tu boda, se dan un día después de lo sucedido.
-¿Estás hablando de disculpas?
-Si y te aseguro que él no tiene intenciones buenas.
-James es mi amigo y por si no lo recuerdas a ti también te di una segunda oportunidad y mira donde estamos.
-Cariño, deseo que lo comprendas.
-No James, entiéndelo tú, no puedes ir por la vida desconfiando de personas que una vez nos hicieron daño, ellos también merecen segundas oportunidades, o ¿Hubieses preferido que no te la diera?
-Charlotte, esto es diferente.
-James las oportunidades no se miden por diferencia solo se dan.
-Charlotte, no seas ingenua.
-¿De verdad quieres debatir esto?
Se tocó el puente de la nariz.
-No cariño, no hoy. - Me abrazo y me besó al frente. - ¿Podemos ir con mis padres?
-Si me parece un buen momento.
Caminamos a la mesa de los Acker y todos sonrieron al vernos llegar.
-¿Sucedió algo? – Damián susurró hacia James.
-Todo va bien. – Respondí con la mejor sonrisa.
-Matthews y el príncipe hipócrita.
-Me lo imaginaba. – Damián le dio la razón.
Me separé de ellos fastidiada.
-¿Pueden dejar de hablar de cosas que no son bien recibidas? – Alice salió a la defensiva. – Damián también es la noche de Eva, no seas parte de tu hermano. Y tú cabeza dura, deberías ser amable con tu esposa. A nadie nos gusta que nos arruinen la noche, mucho peor si es nuestro esposo. – Bebió de su margarita y lo miró fulminante.
James se acercó por detrás y me beso el pelo. Reposé mi cabeza en su hombro.
-Lo siento. – murmuró bajito.
-Yo también.
-¡Pero miren a los tortolitos! – La abuela se acercó tambaleándose.
Nicolas estaba cerca de ella, muriéndose de la risa, algo no andaba bien.
-¡Mamá! – Clare se acercó a ella para ayudarla.
-¿Estás bien?
Toda la familia la rodeo para saber su estado de salud.
-Mucho mejor que siempre. – Arrastró cada letra, señal de que estaba muy ebria.
Me contuve la risa, por ser una persona mayor y ser la abuela de mi esposo.
-¿Qué has tenido que ver en esto?
-¿Yo? – Se hizo el indignado. – Nada, ella pidió sola los tragos, yo como buen caballero la acompañé en todo momento.
-Nicolas, quien no te conoce que te crea... pobre Amelia, le espera una buena resaca.
-Lo sabrá sobrellevar, de mientras que lo disfrute.
Me reí junto con él. Esto se veía venir.
Avanzamos a la siguiente mesa donde se encontraba mi familia. Todos nos abrazamos y sus felicitaciones y buenos deseos no se hicieron esperar.
-Ahora si pulga, ya eres toda una mujer, te has convertido en una mujer ejemplar y digna de James. – Mi hermano me abrazó.
-Bueno, digamos que por el momento lo sabré sobrellevar. – Miré a James que aun estaba con los nuestros.
-Te digo que no será fácil, pero sabrán salir adelante. Además, amaras cada momento que pases junto a él. – Miró a su esposa que se encontraba con mis padres.
-Aún se te nota la chispa del primer día, también estoy feliz por ti. – Voltee en su misma dirección. – Papá y mamá ya desean un nieto pronto.
Se quedó perplejo.
-Bueno, no será de mi parte por estos momentos. He odio que por ahí le dicen a alguien <<Hombre de buenas cogidas>>
Lo miré sorprendida y él se rio.
-Tampoco será de mi parte, quiero disfrutar de nuestro momento a solas. Me hace bien.
-Disfrútalo siempre hermana, a partir de ahora es el hombre con quien compartirás todo. ¿Te lo imaginabas? Ambos casados y amando a nuestras parejas. ¿Quién lo fuese a decir? La pequeña Eva ahora mismo se había convertido en una gran mujer.
Un sentimiento me inundó.
-Lamento por oponerme al inicio. – Dije al recordar que fui egoísta al decirle que no se casara. – Pero no sabia que este sentimiento existiera y ahora me siento más conectada a ti. Estamos compartiendo otra etapa de nuestras vidas.
-No hay que disculparse. Te comprendí, había sido al único hombre que conocías y siempre fuimos muy conectados, obviamente tenias celos de que ya no te prestara toda mi atención. Nunca estuve enfadado contigo. Sabía que algún día lo comprenderías. Eres mi hermana después de todo. – Me abrazó.
-Te quiero tanto.
-Y yo a ti.
Aquellas palabras las sentí como nuestra despedida final. Ambos ya teníamos caminos diferentes y aunque fuese difícil de aceptar. Muy difícilmente nos volveríamos a cruzar, ambos lo sabíamos y nos amábamos más por ello. Nunca dejaríamos de ser hermanos.
La fiesta continuó y para esta parte la música ya no fue tradicional, ni romántica, sino que cambio de genero continuamente. El reloj marcaba las tres de la mañana y todos los asistentes parecían pasarlo bien, solo algunos eran quienes estaban contados que se habían pasado de copas.
El maestro de ceremonia nos invitó a admirar los fuegos artificiales para cerrar con broche de oro la velada.
James y yo nos quedamos de pie a unos metros al frente de todos y como si fuese una lluvia de estrella, el cielo se iluminó con cada fuego artificial. James y yo nos abrazamos y nos besamos una vez más, ambos estábamos rebosando de felicidad. Los fuegos artificiales continuaron alrededor de quince minutos y la belleza del cielo con los diferentes destellos fue un espectáculo digno.
Todos regresamos hacia nuestros asientos y continuamos con las charlas, bailes por unos minutos más. James pidió champagne para ambos y al recibirla se levantó excusándose de que iría al baño. ¿Por qué llevaba su copa al baño?
Minuto después lo comprendí, tomó el micrófono y pidió la atención de todos.
-Señoras y señores. – carraspeó. – Primero que nada, quiero reiterar mis sinceros agradecimientos por su presencia y acompañarnos esta noche.... Ahora bien, me gustaría decir unas palabras a mi hermosa esposa.
Tragué con dificultad y él hizo lo mismo.
>>Amada Charlotte... Eva... hoy por fin puedo decir a los cuatro vientos que eres mía, mi mujer, mi novia y mi esposa. Vaya, no puedo dejar de presumirte. – Rio nervioso. – quiero que sepas que me has hecho el hombre más feliz de todo el universo al aceptar unir tu vida con la mía, desde que te conocí hubo algo que me hizo atraerme hacia ti, como Ícaro hacia el sol. Como Dante buscando a Beatriz en los infiernos. Te puedo decir que a pesar de saber que eras como un imán, siempre me negué a creerlo hasta que te perdí y supe que no habría otra mujer en mi vida que no fueses tú.
>>Te amo desde el primer día y ten por seguro que te seguiré amando, doy gracias a tus padres por aceptar que estemos juntos, y doy gracias a la vida por hacerte tan fuerte para aguantarme y tan paciente para seguir a mi lado. Compartiré contigo mi vida hasta que deje mi ultimo respiro a tu lado. Nunca me separaré, es una promesa. Seré tuyo, te perteneceré para la eternidad y nadie ni nada podrá hacerme cambiar de opinión. Querida mía, hoy brindo por ti y tu belleza, por ser el hombre afortunado y por un futuro juntos. ¡Salud!
Levantamos las copas en señal de brindis y solo sorbí un poco. El llegó a mis brazos rápidamente y no pude contener las lagrimas un segundo más. Me besó lleno de amor y me abrazo con el corazón. James era un hombre que cualquiera pudiese desear y yo había sido la afortunada de todas.
Bailamos por ultima vez nuestra canción, todos se acercaron para despedirnos por ultima vez y juntos salimos por la puerta que habíamos llegado, ahora nuestra luna de miel nos esperaba.
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