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Capitulo 37

-Cuéntame que tal la noche de bodas, ¿Tuviste demasiada acción con el hombre buenas cogidas? 

Nicolás estaba recargado sobre mi cama sosteniendo su cabeza con un brazo.

-No, no tuvimos noche de bodas.

Ya no hice hincapié sobre el apodo, pues nunca lo cambiaria.

-¿Qué? No me digas que dejo de ser hombre buenas cogidas.

-No es eso, sino que él decidió esperar hasta el día de mañana.

Seguí doblando mi ropa en la maleta que llevaría a nuestra dichosa luna de miel.

-A ver... creo que esta vez no te entendí, ¿Cómo que él no quiso?

-Nicolas, si él fue quien... ¿Por qué te estoy contando esto si es personal?

-Porque nos contamos todo.

-Pero no mi vida sexual.

-¡Ay Eva! Esas son las cosas más interesantes de una princesa.

-¿Por qué mejor no vas y te buscas con quien tener algo serio? En vez de entrometerte en mi vida sexual.

-Porque las cosas románticas no me van y porque no existe el amor verdadero.

-¡Oye! – Le aventé mi bata de seda.

-No lo digo por ti, sino por mí, tu claro que serás muy feliz y encontraste a tu amor verdadero, pero seamos realistas, eso pasa solo dos veces en un millón.

-Si tan solo dejaras de ver a las mujeres como un objeto sexual, ahorita y tendrías a alguien con quien presentarte en la boda.

-No, estoy mejor así, sé que mañana podre embriagarme todo lo que quiera y si corro con suerte tendré sexo en uno de los baños del castillo.

-¡Nicolas!

Atrapó una nueva prenda.

-¿Qué? ¿Seguirás aventándome toda tu ropa o ya la incluirás en la maleta? – Levantó el short. - ¿Esto llevaras?

-Si, James no me dijo a donde iremos así que pretendo empacar un poco de todo, además no podemos durar mucho fuera de Italia debo comenzar a cubrir los aspectos de mi agenda cuanto antes.

-Aquí solo llevas ropa de viejita y mira que la abuela es viuda pero no monja.

-¿Qué? Tengo miedo de preguntar como sabes que ropa lleva la abuela.

-Solo fue un accidente una vez. – Le dio vuelta a la maleta abierta.

-¿Qué haces? ¡Nicolás!

-En nombre de los dioses del sexo no puedo permitir que vayas con esta ropa. ¡Ni un par de lencería sexy llevas y mucho menos traje de baño! Bueno, ¿Tu que crees que son las lunas de miel?

-¡Nicolás no! Te prohíbo que....

Intenté zafarlo de quitar todas mis cosas de la maleta, pero era demasiado tarde. Ya había visto hasta mis toallas sanitarias.

-¿De verdad llevaras esto?

Me mostró una pantaleta hasta la cintura, las cuales ayudaban para los cólicos menstruales.

-Mi periodo es irregular, debo llevarlas por si acaso.

-Estarás en tu luna de miel y ¿Estas diciendo que te preocupa más tu menstruación que si James te toma todo el día en la cama?

-¿Podrías dejar de hablar de mi vida sexual? Y sí, la menstruación es algo importante para una mujer. Se debe considerar para cualquiera ocasión.

-¿No has pensado que a James no le importa tanto si estarás en tus días? Es solo sangre Eva.

-Me alegra que lo llames por su nombre, pero repito, ¿Podemos dejar de hablar sobre lo que pasará en mi viaje?

Traté de arrebatarle mis bragas.

-Yo te haré la maleta. – Las quitó de mi alcance.

-¿Qué? ¡No! Estás loco si crees que dejaré que toques algo de la maleta.

-¿Te pedí permiso?

-¡No te atrevas Nicolás!

-Me da pena que aún sigas sin conocerme. – Sonrió.

-Alteza. – Leticia abrió sin tocar.

-¿Sí? – Traté de disimular mi enfado.

-La cena de esta noche, en su honor. Debemos comenzar a prepararla. ¿Está lista?

Entrecerré las cejas y miré mi reloj de muñeca.

-Es hasta las siete, aún son las cinco, ¿No debemos esperar una hora más?

-A estas alturas Eva, ya deberías estar lista. – Nicolás interfirió. – Se supone que es una fiesta para celebrar el compromiso, es su cena antes de la boda.

-Lo sé, pero en la lista de entrada de los invitados se leía que éramos los últimos, así que no exactamente llegaremos a las siete en punto. Por primera vez me están dando la oportunidad de llegar tarde.

-No es literal, es como una metáfora, debes estar aún así puntual.

-¿Estas de mi parte o me obligas a llegar temprano?

-Te estoy apurando.

-Alteza, en media hora regrese con el equipo. Recuerde no mojarse el cabello, son especificaciones de Marco. – Leticia nos dejó a solas.

-¿A ti que te pasa? – Me crucé de brazos. – Nunca estas del lado de la corona y mucho menos te pones a discutir conmigo sobre mi itinerario. Mucho menos me das órdenes.

-¿Yo? Pero si estoy bien, soy el mismo de siempre, ¿Tú estas bien? La boda es mañana y pareces exagerado con todo, incluida la maleta.

-Por primera vez dices James sin usar un apodo, ¿Qué te pasa?

-Te he dicho que estoy bien.

Quitó cada prenda y la clasificó sobre mi cama.

-¿Conociste a alguien?

-No.

Caminó a mi closet.

-¿Alguien te rechazó?

-¿Cómo crees que puedan rechazarme? Y por si no te ha quedado claro. No.

-¡No me digas! ¡Embarazaste a alguien! – Abrí los ojos como platos.

-¿Qué? – Volteo a mirarme sorprendido. - ¡Claro que no! ¿Por quien me tomas? Soy muy responsable en mis acciones, hasta creo que más responsable que mi hermano, tu hermano y tu juntos.

-¿Entonces?

-Tus amigos me invitaron a un club gay.

-¿Qué? – Comencé a reír.

-¿Por qué te ríes?

-Porque no creo lo que me has dicho.

-Pues es la verdad.

-¿Y fuiste?

-Si.

-¿Entonces? No entiendo. – Me puse seria.

-No lo sé, yo también lo estoy asimilando. Nunca había asistido a un lugar como esos y al estar ahí todo me pareció diferente, fue encontrarme con otro mundo.

-Yo fui varias veces, no sé a cuál te hayan llevado, pero yo asistí con ellos y la primera vez también fue impactante, pero sobreviví, solo es mantener la mente abierta. ¿Hay algo en especial que te preocupa?

-No, solo que... es difícil de digerir.

-Tranquilo, solo necesitas tiempo para procesar lo que viste. Y después sabrás que ellos son iguales a nosotros.

-Puede ser, pero por el momento no creo volver, fue mucho.

-Debo apurarme, ¿Te quedas?

-Tengo una maleta que arreglar.

Rodee los ojos.

-Ni se te ocurra.

-Ya lo estoy haciendo.

Caminé a mi baño y esperé a que la bañera se llenara completamente para descansar los nervios por un momento.

Como lo dijo Leticia, media hora después Marco y su equipo se encontraban esperándome en el centro de mi habitación. Me aferré más a la bata y solo hice mi recorrido hacia donde ellos se encontraban. Nicolás ya no se encontraba alrededor, tal vez también se había ido a cambiar.

Marco hizo su magia, el cabello suelto en ondas. El maquillaje sofisticado y elegante, la joyería exclusiva de la reina y un vestido largo con tonalidades azul y rosa pastel se extendía desde el corsé en forma de corazón hasta los pies, donde unos cómodos zapatos de tacón rosa con detalles dorados en el talón me daban la facilidad de estar a la altura de James.

Todos se despidieron halagando el trabajo que habían hecho, leticia me indicó que regresaría cuando nuestro momento de salir a saludar al mundo era el adecuado. Me quedé sentada sobre el pequeño sillón y encendí el televisor que había usado muy pocas veces.

-Eva.

Mi abuela entró sin tocar y me puse de pie rápidamente.

-Abuela, no te escuché entrar.

-He querido venir antes para verte, he de preguntarte algo.

-¿Sí? Espero que no sea nada malo.

-¿Está todo bien?

La miré sin comprender.

-¿A qué te refieres?

-Si te sientes abrumada por el momento más importante de toda tu vida.

-No abuela, estoy bien, estos días al lado de James solo me hicieron dar cuenta que es lo que más deseo en mi vida, estar a su lado.

-Me alegra escuchar eso. Cuando yo era joven y me case con tu abuelo, estaba nerviosa, pensando que me arrepentiría en el momento, que tal vez estaba muy joven o que no podía ser lo suficiente como princesa consorte y esposa, muchas dudas me saltaban en la cabeza que solo quería salir corriendo. Y es por eso por lo que decidí traerte algo.

En sus manos me mostró un dije algo desgastado con las iniciales PM. Lo tomé entre mis manos y lo visualicé detenidamente.

>>Las iniciales PM significa Princesa Mozzi lo cual siempre debes recordar, que pase lo que pase a partir de mañana al unir tu vida con un hombre que no lleva la sangre de un noble, no debes olvidar tus orígenes. El collar ha pasado de generación en generación únicamente entre mujeres, mi padre me lo otorgó, porque como recuerdas fue el primogénito y al no tener hermanas este debía otorgárselo a su primera hija. Como sabes fui hija única y tampoco tuve hijas y sí en algún momento pensé en que tampoco tendría una nieta, pero al verte supe que la tradición seguiría. Así que ahora es tuyo y espero que siempre que lo lleves puesto recuerdes tus orígenes y estés orgulloso de ello. No tengo duda que serás muy feliz al unir tu vida con James y es por ello por lo que te otorgo todo mi apoyo en lo que este por venir.

-Abuela, no sé que decir, esto es especial. Y me alegra mucho que lo compartas conmigo.

-No tienes que decir nada, solo lleva con orgullo tus raíces a donde quiera que vayas. Y si en algún momento crees que tu vida no es lo que deseas no olvides en hablarlo conmigo y encontraremos juntas la solución.

-Gracias abuela, muchas gracias por todo, sé que al principio fue difícil de comprenderlo y ahora que tengo tu confianza no te defraudaré, llevaré en alto nuestro apellido y mis hijos igual, te prometo que no le fallaré a la corona.

-No tengo duda de ello Eva, solo recuerda, no te falles a ti misma, siempre estás primero tú.

-Majestad. – Un secretario nos interrumpió. – Es momento de irnos.

-Te veo en la fiesta Eva.

-Si abuela.

La vi partir y comencé a relajarme un poco, compartir momentos con mi abuela eran demasiados nostálgicos y siempre terminaba llorando, ya fuese de tristeza o de emoción, me coloqué el collar en la muñeca izquierda en forma de pulsera, mañana este sería mi complemento principal en mi vestuario, la reliquia que siempre atesoraría.

Una hora después Leticia entro por mí y me indicó el camino.

-Hola señora Acker. – Me susurró y me besó la frente.

-No pensé que estarías aquí, pero me alegro señor Acker. – Le sonreí.

Miró mi pulsera.

-¿Es nueva? ¿PM? Pensé que deberías llevar algo con JAD o el collar que te regalé en tu cumpleaños.

-¿Celoso? – Reí.

-Esta ocasión diré que sí, mi esposa lleva otras iniciales en su muñeca e hijos no tenemos para que diga que es su nombre.

-Es una reliquia familia, son las iniciales de Princesa Mozzi, mi abuela me lo acaba de dar, es para no olvidar mis raíces y es tradición familiar que siempre sea entregado a las mujeres de la familia.

-Entonces no tengo nada de que preocuparme. – Me besó la muñeca de la cual colgaba el dije.

-Solo tengo una duda. ¿Crees que estás dispuesto a compartirme?

-Por supuesto que no. – Dijo cortante.

-Me refería a nuestros hijos.

-Con ellos sí, pero no con alguien más. A partir de mañana serás únicamente mía.

-Comienzo a pensar que con ellos tampoco.

-Aun es muy temprano que comencemos a formar una familia, ¿Vamos? – Dio el tema por terminado.

Nos subimos al auto y juntos con las manos entrelazadas vimos pasar los edificios, una multitud estaba ubicada a las afuera del palacio, al vernos emocionados gritaban mi titulo y el nombre de James, mostraban carteles de nuestras caras juntas recortadas en forma de corazón con las palabras de <<Felicidades>> sonreí ante algunas cámaras que trataban de captar nuestro momento y no podía imaginarme lo que nos esperaba a mañana.

Llegamos al restaurante en donde nuestra cena para festejar el gran compromiso nupcial se llevaría a cabo, la cantidad de personas expectantes a nuestra llegada era mayor que a la que se encontraba en el palacio. No podía descifrar el inmenso cariño que esas personas me demostraban cuando apenas y me conocían.

-Alteza, al detenernos, debe ingresar al restaurante. – Mencionó uno de los guardias que nos acompañaban.

No respondí y me quedé mirando a la multitud. Nos detuvimos, James me abrió la puerta y caminó a mi lado. Apreté su mano y la multitud vitoreo. Sonreí ante las cámaras y me detuve a admirarlos a todos, un gran número de policías cuidaban que la multitud no sobrepasaran las vallas de seguridad.

Articulé un gracias y moví la mano en señal de saludo, pero mi cerebro decía que no era suficiente. Muchos tenían en mano regalos de bodas, cartas y flores. Olvidando el protocolo me acerqué a todos ellos y comencé a darles la mano a quienes podía, repetí varias veces las gracias y sonreí demasiado. James hizo lo mismo del lado contrario.

-Princesa, ¿Qué siente al estar a pocas horas de su boda? – una mujer atrajo mi atención.

-Creo que estoy nerviosa como todas las novias, tengo un nudo en el estómago. – Reí.

-¡Esta espectacular! – Dijo otra.

-Muchas gracias.

-¿El vestido es muy hermoso como este?

-Sin duda. Espero con ansias poder compartir el momento con todos.

-Princesa, le he traído algo. – Una mujer de la tercera edad me mostró una caja de regalo. – Es un pequeño obsequio, aún es muy pronto para dárselo, pero con mi edad no creo llegar a verla en tener hijos.

-¿Puedo? – Dije con relación a la caja.

-Por supuesto, es para usted.

Deshice el moño lentamente y abrí la tapa de la caja. En su interior se encontraban dos pequeños osos tejidos a mano con una sabanita colgando de uno de los brazos, uno era color rosa y otro azul. Sonreí.

-Muchas gracias.

-Lo tejí en ambos colores porque no sé cual pueda ser su primogénito y si no logro estar presente para verlo llegar a este mundo por lo menos he cumplido con mi regalo.

-Estoy segura de que lo conocerá, aún falta mucho para ello, pero aprecio demasiado el detalle, es hermoso.

Seguí caminando y Leticia se acercó.

-Alteza debemos continuar. ¿Puedo? – Se refirió a las flores y obsequios que ya llevaba en las manos.

-Muchas gracias a todos, nos esperan adentro, mañana es un día especial y espero compartirlo con todos, gracias de corazón por estar aquí.

Agité por última ocasión la mano y me uní a James para adentrarnos al restaurante. En la recepción los aplausos de todos nos recibieron dándonos la bienvenida, nos unimos a algunos conocidos en charlas y bebimos un poco. Degustamos los aperitivos. Momentos después mi abuela hizo la mención de que todos podíamos pasar al gran comedor.

En el comedor las mesas estaban todas completamente unidas, la nuestra que correspondía a la familia se encontraba en forma horizontal mientras que las demás se unían verticalmente. James y yo tomamos nuestros asientos correspondientes en el medio de nuestra mesa, nuestras familias estaban intercaladas unas con otras, un miembro Acker, un miembro Mozzi. Esta vez la abuela y James compartían el mismo lado de la mesa.

-Yo recuerdo que un día antes de mi boda estaba aún corroborando que los recuerdos estuvieran completos, hasta no dormí de la emoción. – La abuela de James inició la conversación.

-Creo que me sentiría más nerviosa si no estuviésemos unidos antes. – Hice recordatorio de nuestra boda por el civil.

-Puede ser que mañana aparezcan los nervios, las novias siempre somos nerviosas por naturaleza.

-Espero que todo marche a la perfección, es el día mas esperado por una mujer.

-Sin duda alguna, pero te aseguro que al lado de mi nieto todo estará bien, ese hombre es un posesivo del control – Hizo un gesto de desagrado.

Rei ante su frase y gesto.

-Estoy consciente de ello abuela.

-Me alegra que me llames abuela, solo que la reina no te escuche, sino me lleva al calabozo. – ambas reímos.

Los platillos comenzaron a servirse y todos parecían estar encantados con el servicio, esta vez la regla de que todos los platos se levantasen cuando la reina hubiese acabado estaba exenta pues no se trataba de una comida formal o a beneficio de la reina, esto solo era un momento de celebración antes de la boda.

Todas las mesas estaban enfrascadas en conversaciones con sus acompañantes. Mire a todos y algunas caras se me hacían conocidas, los trajes y vestidos formales me daban una idea de lo que me esperaba mañana. Unos ojos color caramelo se cruzaron con los míos y mi corazón palpitó. Por inercia le apreté la pierna a James y el solo me apretó la mano en respuesta, estaba enfrascado en una conversación con mi abuela que era casi imposible que pudiese ver lo mismo que yo.

Esa mirada elevó su copa en modo de saludo y sonrió, desvié la mirada y traté de tranquilizarme. Su presencia no podía inquietarme, no ahora.

El siguiente plato llegó y al terminar mi abuela pidió la atención de todos para decir unas palabras. El salón se quedó completamente en silencio.

-Buenas noches a todos. Como sabrán hoy celebramos la unión próxima de mi nieta y el señor Acker, que se celebrará mañana en la catedral de la ciudad, agradezco a todos por su llegada y a los novios, les deseo la mayor de la felicidad en esta nueva etapa, se unen dos familias para comenzar una nueva. Salud.

Todos chocaron copas y repitieron la ultima frase. Papá se levantó y todos quedamos expectantes para escucharlo.

-Técnicamente mañana es el día en que los discursos deben ser dichos y escuchados, pero no me gustaría dejar pasar la ocasión, principalmente para agradecer a todos de estar presentes y de preguntarle a mi hija ¿Sigues segura de lo que harás? – La multitud rio y yo asentí con la cabeza. – Bueno, dado que todos somos testigos, no puedo describir el sentimiento que estoy teniendo en mi interior, mi pequeña ha crecido y aunque me negase a creerlo en todos estos años, hoy es un día donde me digo a mí mismo que es tiempo de dejarla volar y estoy aun más tranquilo de saber que James la acompaña y estoy también agradecido por ello. Te amo hija y eso nunca cambiará.

-Gracias papá. – Respondí y todos aplaudimos.

El micrófono fue dado al papá de James, todos pusimos los ojos en él.

-Mi familia y yo estamos completamente agradecidos por la acogida que nos ha dado la familia Mozzi, conocemos lo que conlleva de responsabilidades la posesión que se encuentran y por ello damos las gracias porque no solo nos han guiado a comprender el papel que tienen en el país, sino que desde el primer día nos recibieron con los brazos abiertos y siempre apreciaremos eso, Eva también ya es parte de nuestra familia desde que James y ella hicieron oficial su noviazgo, y sin duda esperamos que nuestros lazos familiares duren para siempre. James y Eva sean felices siempre y nunca duden pedir consejos a ambas familias, siempre los apoyaremos.

James y yo sonreímos en agradecimiento. Todos aplaudimos y el postre se sirvió. Pastel de chocolate con fresas. Combinación perfecta para los nervios y mi pequeño bajón de azúcar. Nos quedamos unas horas más con todos en el comedor, la abuela nos indico que ya era hora de salir, los novios debían dormir lo necesario para mañana.

Nos levantamos y todos hicieron lo mismo.

-Agradecemos que nos acompañaran hoy y esperamos que la cena haya sido de su agrado. Nos marchamos, pero no se preocupen, el espacio es para ustedes. Esperamos recibirlos mañana en el día más especial de nuestras vidas. – Recité y tomada de la mano de James avanzamos a la salida.

Un equipo de la realeza nos guio hasta el auto y ambos nos miramos por unos minutos, James me besó la frente como despedida.

-Mañana por fin estaremos unidos para toda la vida.

-No puedo esperar más.

-Todo será para mejor cariño, me pone mal pensar que te veré hasta mañana, pero estoy ansioso por mirarte de nuevo vestida de blanco.

-Solo espero no llorar.

-Puedes llorar todo lo que quieras, es nuestro día y no me importa otra cosa que solo tú y yo.

-Te amo James.

-Yo más querida. – Nos besamos cortamente y ambos nos subimos en automóviles diferentes.

Él con ruta a su departamento, y yo al palacio. Al lado de mi asiento se encontraba una carta, no tenia remitente ni destinatario.

-¿Y esto? – Pregunté al chofer y al copiloto.

-Han dicho que es para usted de parte de sus amigos.

Mire extrañadamente el sobre, Susana y Sebastián no eran personas que escribían cartas para decirme algo, siempre buscaban un momento para hablar o si el asunto era extremadamente importante llamaban al celular. El auto seguía en marcha, abrí el sobre.

¿Te estas divirtiendo?

Estoy seguro de que su felicidad durara hasta la muerte.

Estoy ansioso por mañana.

Leí tres veces más la hoja doblada dentro del sobre y no podía encontrarle sentido. ¿Quién mando aquello y con que intención? No había un remitente y estaba escrito a computadora, claramente ni un detective podría demostrar a quien se encontraba detrás de aquello.

-¿Quién les ha dado esto?

-Una servidumbre del restaurante.

-¿Dijo algo más?

-No alteza.

-¿Ocurre algo?

-No, no... solo que... no es nada.

El corazón no dejaba de palpitar de prisa, no podía decirle a alguien más sobre esto, pero si sería muy difícil olvidarme de este momento amargo. Mi esperanza de que mañana sería el mejor día de todos estaba por encima de las preocupaciones.

Llegue a mi habitación y Carla comenzó a ayudarme a desvestirme, trataba de mantener la cabeza ocupada con otra cosa, pero era casi imposible, el mensaje daba vueltas una y otra vez en mi memoria. 

-¿Alteza está bien? ¿Necesita algo?

-No, no... Todo bien. Creo que los nervios se han duplicado para mañana.

-Le traeré una taza de té, eso siempre tranquiliza, ¿Le parece bien? 

-Si, creo que será lo mejor.

La mucama estaba a punto de irse.

-¿Sabes quienes están hospedados en el palacio?

-Solo su familia alteza, los invitados de las casas reales están en la residencia de su tío y las personas externas en hoteles.

-Gracias. – Respiré un poco.

-Llegaré pronto con su té.

-Si.

Me senté en el sofá de la habitación y tomé el celular entre mis manos, mi cerebro me decía que debía contárselo a James, de todas formas, ya éramos pareja, pero mi subconsciente solo hablaba de que estaba paranoica, de que el mensaje no cumplía ningún tono amenazador, y que posiblemente un admirador lo había escrito, nada de que preocuparse.

Sin darme cuenta una llamada de James había entrado, respondí para no levantar sospechas.

-¿Cómo estás?

-Bien, ¿A que viene tu pregunta? Nos acabamos de separar hace que... ¿Una hora?

-Tengo el presentimiento de que algo te preocupa, por eso he llamado.

-Son los nervios, la boda es mañana y apenas he pensado en la gente que nos estará mirando.

-Aunque no lo parezca, también tengo algo de nervios.

-¿Tú? – Reí. – Eres el hombre más autocontrolado que conozco y ahora me dices que estas nervioso, no te creo.

-¿Se está burlando de mí señora Acker?

-¿Cree que sea eso posible?

-En mis años de profesor en una prestigiosa universidad, había una joven que me ponía nervioso al grado de que debía enfadarme siempre al entrar al aula para que no se notase.

-¿Debo sentirme celosa? – Pregunté de broma.

-No, porque ahora mismo esa joven es mi esposa.

-Pero ella no conocía estas razones.

-Era un secreto que no compartía, me gustaba mantenerlo como recuerdo.

-Yo tenía un profesor que desde que la primera vez que lo vi supe que algo me hacia sentir, pero no sabia que era, por ello creo que decidí ponernos distancia de una manera no muy amable.

-Espero que ese profesor no hubiese sido muy estricto.

-Fue el hombre más megalómano que conocí en toda mi vida. Por no decir sus adjetivos menos favorables.

-¿Qué habrá sido de ese hombre?

-Me comentaron que se caso con una mujer muy guapa y que ahora mismo está completamente enamorado.

-Es un hijo de puta con suerte, entonces.

-Y no solo él, la chica también. He de decir que la chica tuvo más suerte en conocerlo.

-Eso no es verdad, yo fui el suertudo al tenerte como mi esposa, me perdonaste a pesar de todo y no tengo como pagártelo.

-¿Recuerdas cuando establecimos las nuevas reglas del juego?

-Aun me parece que fue tan estúpido proponer aquel juego y yo fui quien lo propuso.

-Pues gracias a esa proposición, a casi un año, tuvimos otra y no precisamente para jugar, sino para establecernos como pareja y en las nuevas reglas se estipulaba amarnos sin que existiera el mañana.

-Y es la regla que nunca romperé.

-Hasta que exista el fin del juego.

-Contigo cariño, nunca le daría un fin a lo que tenemos y mucho menos a nuestra intimidad.

-Me encanta que ambos mantengamos estos momentos de diversión siempre, me hacen amarte más y descubro una nueva personalidad tuya.

-Y a mi me encanta escucharte todo el tiempo, estar a tu lado. ¿Lo he dicho ya?

-Demasiadas veces.

-Entonces me estoy volviendo un hombre empedernido del romance. ¿Qué me ha hecho señora Acker?

-Le he dado una pócima mágica para quedarse conmigo.

-Sin duda, ha hecho efecto. Debería poner su empresa de ello. 

-No planeo compartir mis secretos.

-Mucho mejor, más para mí.

La mucama regresó con una charola de té.

-Tengo que colgar, es hora de dormir.

-No sé si pueda resistir esta noche.

-A partir de mañana comienzan las mejores noches de nuestras vidas.

-Así será cariño mío. Solo prométeme algo.

-¿Qué cosa?

-No llegaras tarde.

Rei ante su confesión.

-Señor Acker, ¿Está pensando que lo dejaré plantado en el altar? Que poco profesionalismo.

-No, estoy pensando que tardaras mucho y la ceremonia deberá ser más larga, un martirio.

-Haré mi mayor esfuerzo para llegar a tiempo.

-Te esperaré con ansias.

-Trata de dormir, no quiero que desveles. Las novias no esperamos un novio zombie en la iglesia.

-¿Tan viejo le parezco?

-¡No! Lo digo para que no se note que no has dormido.

-Estoy seguro de que no podré, pero lo intentaré. También deberías hacerlo tú.

-Carla me ha traído un té, así que espero dormir como un tronco.

-Te amo Charlotte, no lo olvides.

-Nunca James y tu tampoco lo olvides, te amo demasiado.

-Te esperaré mañana y si es posible llamaré a cada momento para estar seguro de que no te has escapado.

-Por si no lo recuerda ya me han hecho firmar hace cuatro días un documento.

-No es suficiente.

-Prometo estar ahí mañana.

-Descansa cariño.

-Igual tú. – Colgué.

Carla me dio la taza de té. 

-¿Carla ya llegaron mis padres?

-Aun no señorita, posiblemente tarden una hora más.

-¿Hay alguien en el palacio?

-Todo el servicio, están realizando las limpiezas finales y comienzan a acomodar cosas para mañana.

-Iré a ayudar. – Comencé a ponerme las pantuflas.

-¿Qué? Pero, alteza.... Usted es la novia.

-Eso no importa, tal vez necesiten ayuda extra. – Deje mi taza de te en mi mesita. Y camine al pasillo.

-No... pero yo creo que no es necesario que vaya.

-Claro que sí, además es mi boda, tómalo como si fuese una supervisión.

-Pero alteza solo me dieron ordenes de mantenerla en su habitación relajada para mañana.

-Toma esto como una acción relajante.

-No me parece buena idea.

-¿No ha llegado nadie no? Puedo aprovechar a que nadie me ve y cuando escuchemos que van llegando regresaré a mi habitación como si no hubiese pasado nada.

-Alteza, pero...

No escuché y seguí mi camino, como lo había dicho Carla, algunas mucamas y lacayos estaban dando brillo a los objetos y limpiando las alfombras, la ardua tarea no parecía terminar hoy. 

-Buenas noches. – Saludé a un grupo de trabajadores que estaba colocando la alfombra roja.

-Alteza – Se levantaron rápidamente del suelo e hicieron una reverencia. – Buenas noches.

-No se detengan, pueden seguir, solo he venido a apoya en algo.

Les sonreí y seguí mi camino. Llegue al pie de las escaleras y las mucamas estaban colocando los jarrones de las flores en todas partes.

-¿A que hora llegaran las flores?

-Se comienzan a colocar a partir de las cinco de la mañana alteza.

-Es casi media noche, ¿A qué hora se irán a descansar? – Pregunté preocupada.

-Nos hemos dividido en grupos, alteza.

-Las ayudaré. – Tome un jarrón de una de las mucamas que iba caminando. - ¿A dónde va?

-No... alteza, disculpe, pero... usted debería estar descansando para mañana. 

-Ayudare, aunque sea un poco, aún no es muy tarde.

Caminé al centro del salón y visualicé un espacio libre de jarrón, lo coloqué y me separé para imaginarme el resultado final, sí era un buen espacio.

Tome otro jarrón y pregunté donde debería ir, la ama de llaves responsable de todas las mucamas me señalo un nuevo lugar para colocarlo e hice caso.

-Alteza... - Alguien llamó mi atención.

-¿Si? – No la miré.

-Han traído esto para usted.

Me giré a verla. Tenia entre las manos una caja rectangular cerrada con un moño de color crema.

-¿Quién lo ha traído?

-Me imagino que un mensajero, solo me lo han entregado. Han dicho que es para usted.

Tomé la caja entre los brazos.

-Gracias, la miraré en mi habitación.

Me despedí de todos y avancé a mi habitación, le dije a Carla que ya no la necesitaría. Cerré con llave y miré la caja sobre la cama. El corazón me dio un mal presentimiento. La abrí con manos temblorosas.

Un ramo de rosas negras con una tarjeta yacía dentro. Me llevé las manos a la boca.

¿Lo has pasado bien no?

Disfrútalo, porque es lo único que podrás tener.

Xx.

En la caja no había ningún remitente y la letra obviamente había sido diseñada a computadora. Mi celular sonó.

-¿Hola?

-¿Lo viste?

-¿A quién? – Reconocí la voz de Nicolás.

-A Frederick, estuvo en la cena, se acaba de despedir de la abuela y de la familia.

-Si lo vi.

-¿Y?

-¿Y qué?

-Estas muy tranquila como para no decirme que te preocupa.

-Me preocupa.

-¿Pero?

-No es la principal preocupación. Me han sucedido cosas extrañas esta noche.

-¿Anónimos?

-Si y no puedes contárselo a nadie. – Miré la nueva caja de rosas.

-¡Diablos Eva! Debes decírselo a James, no puedes lidiar con esto sola.

-No le diré nada hasta que sepa quien los envía, no quiero solo culpar a alguien.

-Eva, tú y él únicamente saben quienes quieren hacerle daño, debes decirle.

-No, aún no, además mañana es nuestro día y no quiero estar paranoica con muchos guardias de seguridad, sabemos como es James con la seguridad.

-Pero tampoco puedes dejar pasar esto, llevas dos anónimos.

-Han sido tres y aún no ha sucedido algo muy trágico, puedo lidiar con esto.

-¿Estás esperando a que suceda algo para que te des cuenta que son peligrosos?

-No, no quise decir eso, pero no quiero solo alarmarlos.

-Eva debes decírselo.

-Lo haré, pero más adelante, por favor guárdame el secreto, solo por esta noche y mañana. Por favor.

Escuché un suspiro en la otra línea.

-Solo porque mañana es tu gran día lo haré, pero no esperaré más.

-Gracias.

-Cuídate Eva.

-Te quiero. – Colgué. 

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