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Capítulo 36

Unas caricias suaves me recorrían el brazo.

-No, cinco minutos más.

-Llegaremos tarde, nos están esperando.

-Que sigan esperando. – Me aferré a su pecho.

-Señora Acker, ¿Esta segura que quiere hacer esperar el día que he organizado?

-Si no me harás el amor, no me importa lo demás.

James rio.

-¿Pero que ha dicho usted? ¿Acaso he creado un monstro?

-Se supone que es nuestra luna de miel y hemos dormido – Lo miré a la cara.

-Te prometí que después de nuestra boda religiosa no saldríamos de la habitación por semanas. ¿Alguna vez he fallado a mi promesa?

-No, pero.... También quería que ayer nuestros cuerpos conectaran.

-Conectamos cariño, todas las noches conectamos. – me besó la frente.

-No me refería a dormir y lo sabes.

Volvió a reír.

-Si mi abuela llegara a escucharte que ruegas por una porción de amor en la cama aseguraría que no soy un semental en la cama y me lo reprocharía en la cama.

-Bueno, pues le diría que esta en lo incorrecto, que eres un autentico dios en la cama y en cualquier lugar.

-¿Segura qué harías eso?

-No. – sonreí apenada.

-Lo suponía aun no eres tan valiente para hablar de tu sexualidad con otros y eso me gusta, solo conmigo debes compartir todo. Nuestra sexualidad nos corresponde solo a los dos.

-Me gusta la idea de pensar que de ahora en adelante así despertaremos para siempre. Antes lo hacíamos, pero debíamos de escondernos o mentir sobre lo nuestro, en cambio ahora somos esposos – Miré mi dedo anular izquierdo – Y no puedo estar más contenta por ello.

-Yo también estoy feliz de tenerte ya solo para mí, el resto me importa muy poco. – Me dio un casto beso. – Ahora que por fin te tengo despierta creo que es hora de ducharnos.

Se separó de poco en poco y se levanto de la cama para dirigirse al baño de la habitación.

-¿No nos ducharemos juntos?

-No creo poder contenerme.

-¿Estas bromeando cierto?

-Señora Acker creo que ya debería saber que yo nunca bromeo.

-No te conozco. – Lo mire entrecerrando los ojos.

-Lo dudo. – Se deslizó el pijama y la ropa interior.

Cabrón, estaba tentando al diablo y el lo sabia perfectamente. Con su cuerpo escultural ingreso al baño y escuche la ducha caer. Me quede otro rato en la cama y mire al techo aun sin creerme todo lo que nos estaba sucediendo.

Minutos después salió del baño y ahora era mi turno, hice lo mismo que él y me acerqué para darle un beso mis pezones rozaron su torso desnudo con gotas de agua y se endurecieron ante su contacto. Él inhalo fuertemente.

-Deberías apresurarte, estamos justo a tiempo.

-Por si no lo sabias te casaste con la mujer más impuntual. – Le rocé los labios.

-No juegues así.

-¿Así como? – Me tomó de la cintura.

-Tenemos poco tiempo. – Dijo tajante.

-¿Si? Yo pienso que tenemos todo el día.

Caminó conmigo en brazos, sonreí pensado en que me dejaría en la cama y por fin caería a mis encantos, fracasé, me dejó en el baño.

-Tienes quince minutos. – Y cerro la puerta en mis narices.

¡Mierda! James poseía de un autocontrol indestructible.

Un vestido color cereza ceñido a la cintura, era la ropa elegida para comenzar mi vida de casada, por último, me coloque los tacones y James volvió a entrar a la habitación con el celular en la mano.

-Nunca me cansaré de tu belleza. – Me abrazó por la cintura.

-Y yo de tus cumplidos. – Lo besé. - ¿Ya me dirás a donde vamos y por que tanta urgencia?

-Tenía planeado un desayuno, pero debido a que has tardado en levantarte de la cama creo que tomaremos el desayuno en el avión, algo improvisado.

-¿Volaremos? ¿A dónde vamos?

-Es una sorpresa.

-No me digas que regresaremos a Italia y me dejarás en el palacio.

-No, eso no, no te he visto en meses y lo que menos quiero es separarme.

-¿Entonces?

-No seas impaciente, solo confía en mí.

Me mordí el labio.

-Sabes que con las sorpresas vuelvo a ser una niña pequeña inquieta por saber que es.

Con su pulgar aflojó la presión.

-Esta te gustará, estoy seguro, ¿Vamos?

-Ahora mismo.

Tomados de la mano, bajamos al estacionamiento y caminamos a mi auto blanco. Me dio las llaves. Lo miré asombrada.

-Puedes manejarlo, es tuyo disfrútalo.

Chillé de emoción y le di un beso en forma de agradecimiento. Sin esperar más me adentre y él hizo lo mismo. Encendí el auto y este rugió en respuesta.

-Maneja despacio, tiene una gran potencia, puede que te cueste trabajo, pero ya te acost...

No lo dejé terminar y me puse en marcha, sí aquello tenia una potencia diferente a mis pequeños autos del palacio.

-¿Con cuidado sí? No quiero que suceda algo.

Seguí sin responder y aceleré más, la adrenalina en mi cuerpo estaba tomando las riendas, doble en una esquina y las llantas chillaron con la acera.

-¡Charlotte! – Gritó y se tomó fuerte del asiento. – Si no bajas la velocidad tendré que quitarte las llaves y no lo volverás a conducir.

Poco a poco regresé a una velocidad considerable. Rodee los ojos.

-¿Así esta mejor?

-Mucho mejor, lo hago por nuestra seguridad.

Apreté el volante para evitar una discusión y llegamos al aeropuerto por la entrada privada. El imponente avión de James nos esperaba listo en la pista para despegar. Le entregué las llaves y él se las dio a un chofer.

-Reconsideraré mi idea sobre dejarte manejar.

-Pero he sido un buen piloto.

-No tengo duda de ello, pero me preocupa que manejes como si estuvieras en una pista de carreras.

-No ha sido para tanto, creo que exageras un poco.

-¿Eso crees? – Se acercó lentamente.

-Si. – Hice una mueca y él me tomó en brazos.

Grite por la sorpresa y subió las escaleras hasta llegar a la puerta del avión, el piloto, el copiloto y la azafata nos recibieron con sonrisas y felicitaciones por el compromiso. Las mejillas se me tiñeron de rosa al imaginarme la impresión que se estaban haciendo de nosotros al vernos de aquella manera, agradecí tímidamente.

Me dejó en el asiento y se quedó a mi lado.

-No era necesario.

-Es una tradición. – Se encogió de hombros y se acomodó la camisa.

Sonreí viéndolo.

-¿Cómo puede seguir siendo todo perfecto?

-Porque nos amamos y al amarnos todo es perfecto.

-Entonces amémonos toda la vida.

-Así será esposa mía. – me besó la muñeca y me abrochó el cinturón. El avión comenzó el despegue.

Ya en el aire la azafata nos entregó una charola con un desayuno básico de los vuelos, panes, jugos, café y huevo con tocino.

-Ya que tardamos más de lo planeado en la mañana, nos toca reducir el tiempo del desayuno y esto es el resultado.

-Aún así me parece delicioso, no me quejo, me gusta. – Pinché un poco de huevo y tocino.

-Espero que te agrade más la sorpresa que te tengo.

-Estoy ansiosa por saber que es.

-Tenemos dos horas para llegar.

-¿Dos horas? Eso quiere decir que no seguiremos estando cerca de Francia.

-Si, pero no exactamente en el mismo país.

-Entonces estamos volando hacia otro. ¿Puedes decirme solo el nombre?

-No, también es parte de la sorpresa, mejor come. Me gusta verte disfrutar de la comida.

-¿Por qué la comida es un problema para ti?

-Estuve en África alrededor de un mes como excursión cuando era joven y observé todas las precarias con la que viven y dije que era tan afortunado de que nunca me faltase nada en la mesa y de haber nacido en el núcleo familiar que me fue otorgado, por ello odio cuando se desperdician cosas, como la ropa, la comida, lo material.

-Lo siento no tenia idea.

-No importa, no había tiempo de decirlo, pero ahora sé que puedo contarte todo.

-¿Qué otras cosas me escondes?

-Nada, solo el pasado que ya no tiene solución.

-Nunca hablamos sobre lo que te gusta y que no, tu vida de rebeldía, tus miedos, tus alegrías.

-Pensé que ya lo sabias todo, no soy un hombre con muchas cosas.

-Sigues siendo mi profesor cerrado en sí mismo, aunque lo niegues, pero he aprendido que ambos tenemos una parte difícil por compartir, aunque claro mi vida ya la conoces y no hay mucho por saber.

-Pues me gustas tú y solo tú. No me gusta desperdiciar cosas que para otras son valiosas, ni hombres que se quieren comer con los ojos a mi esposa. No tuve una época de rebeldía.

-¿Qué? ¡Oh vamos! Todos tuvimos una, la mía fue en la adolescencia cuando mis padres me negaron ir a un concierto porque obviamente debíamos mantenernos bajo perfil, aquella vez me escapaba de casa y regresaba en la madrugada entrando por la ventana de mi habitación, ellos claramente se daban cuenta de ello y me reprimían al día siguiente, pero no me importaba, el capricho me duró como una semana después comprendí que de todas formas el concierto no volvería a repetirse y que era mejor estar en secreto que regresar al palacio de donde no sabia nada.

-No recuerdo tener una, aunque si tu piensas que lo que te diré fue rebeldía, entonces lo consideraremos, en la edad de instituto en los últimos años era un chico que descuido sus estudios y solo buscaba con quien pasar el rato, estaba explorando mi sexualidad y además quería ser el macho alfa que todos idolatraban, continúe con esa vida hasta poco antes de ingresar como profesor, por eso todas las mujeres sabían a que abstenerse y muchas no buscaban algo más y las que lo hacían terminaban con el corazón roto, yo nunca tenia otras intenciones, ni siquiera repetía por ello cuando llegaste y desapareciste de repente todo se fue a la mierda y hasta el día de hoy es la anécdota favorita de mi hermano.

-¿Por eso él se empeñaba en decir <<te traen de las bolas>>? – Repetí la frase que una vez escuché a Damián decirle a mis espaldas.

-Si, y hasta ahora lo comprendo, muchas de aquellas mujeres que se iban con el corazón partido me lanzaban una maldición que era semejante a lo que vivimos, que de quien me llegase a enamorar ojalá jugara conmigo y me dejara.

-No es por estar de su parte, pero creo que si lo merecías.

-Bueno era un cabrón de los mil cabrones. Pero ahora que te tengo no te dejaré marchar. – me besó.

-Mi época de rebeldía ya no lo veo así después de que me contaste la tuya – me quedé pensando en ello.

-Regresando a tu pequeña lista, mi miedo es perderte y mi alegría es tenerte todas las mañanas en mis brazos.

-Prometo que no me iré, nuestra ruptura me afecto tanto que me niego a repetirla y por supuesto que amo despertar a tu lado.

-Por cierto ¿de quien era el concierto al que no asististe? – Me miró con las cejas entrecerradas.

-De John Legend, el mismo de la canción que elegiste para nuestro primer baile, soy una romántica empedernida y en aquellas épocas pensaba que en sus conciertos encontrabas al verdadero amor, era un mito que había surgido dentro de mi grupo de amigas porque casi en todos los conciertos una pareja se comprometía y se volvía tendencia en redes sociales.

-Bueno, ahora me tienes a mí y no hace falta ir a un concierto.

-Y aunque tuviese la oportunidad no podría ir, soy la princesa y cualquier cosa que haga ya lo miran millones de personas.

-Conmigo estarás a salvo.

-No lo dudo, amo estar contigo.

Terminamos el desayuno y el tema ya no giro sobre nuestro entorno, sino que comenzamos a platicar sobre cosas triviales sobre las noticias y sus asuntos en el trabajo por resolver, por un momento ambos nos centramos en nuestros trabajos individuales, yo en arreglar mi agenda después de la boda y de la luna de miel, él en revisar sus contratos y hacer que la empresa siguiera marchando bien ante su ausencia.

El avión aterrizo y a diferencia de como subimos, pude saludar directamente todos los que nos asistieron en el vuelo, un nuevo auto nos esperaba y esta vez teníamos un chofer.

Nos pusimos en marcha una vez todos estuvimos adentro.

-¿Ya podrás decirme por lo menos donde estamos?

-Descúbrelo por ti misma.

El auto tomó las calles principales de la ciudad y por la arquitectura y los letreros, nos encontrábamos en la Toscana, ciudad donde vivían la mayoría de los vinicultores de todo Italia, aquella región no solo era un lugar de campo, sino que transmitía amor y una vida lejos del bullicio de Roma.

-¿Hemos venido a probar un vino en el que este trabajando tu empresa?

-Lamento desilusionarte, pero por el momento no pretendemos invertir en ello, tal vez más adelante.

-¿No me dirás nada verdad?

-Solo disfruta.

Las ruedas seguían moviéndose y atravesamos toda la ciudad, vi recorrer un camino donde las casas mantenían un tamaño considerablemente grande y estaban alejadas una de otras, nos detuvimos en medio de la nada.

-¿Me permites ponerte esto? – Me mostró un pañuelo de seda.

-¿Qué? ¿Ya me mostraras la sorpresa?

-Si.

Sonreí y dejé que me cubriera los ojos. El auto volvió a estar en movimiento y escuché que se estaciono. James bajo y pacientemente esperé a que me abriera la puerta. Me tomo de la mano y me indico caminar un poco más, con pasos indecisos hice caso, me pidió detenernos. Lentamente retiró la venda de los ojos.

-Puedes abrir los ojos. – Susurró en mi oído.

Quede asombrada sobre lo que esta enfrente de nosotros, una gigantesca mansión de dos pisos se extendida enormemente a los lados con estructura similar al del palacio. El enorme arco que adornaba la puerta principal y el césped verde con las flores adornaban aquello como un cálido hogar.

-Esto... No me digas qué.

-Tranquila no lo he comprado, es una residencia real, tu abuela dijo que este podría ser nuestro hogar.

-¿Cómo? Pero ¿Qué?

-Lo estropee lo siento, si, también es un regalo de tu abuela. Ella no quería que te enteraras hasta el día de la boda. Si te gusta podemos iniciar nuestra vida de casados aquí, sino podemos mirar otras residencias, así lo ordenó.

-¡Me encanta! – Me llevé las manos a la boca. – Es muy hermosa.

-¿Deseas verla por dentro?

-Por supuesto.

Me tomó de la mano y caminamos hacia la entrada principal. La gran puerta nos dio la bienvenida junto con el recibidor, la altura de los techos y de las lámparas que colgaban de ellos me sorprendió. Eran replicas exactas del palacio. Las paredes blancas resaltaban la luz natural, los muebles colores beige, blancos y cremas mostraban lo acogedor que aquello resultaba.

La primera planta estaba conformada por el recibidor que se componía de una mesa pequeña y un almacenamiento pequeño, la sala mantenía colores grises con un piso de mosaicos blancos y negros, lo adornaban la gran chimenea de gas y un gran televisor, la decoración la hacia mirarse espaciosa y enorme, la cocina se encontraba del lado izquierdo con a vista a la parte trasera del jardín, esta se encontraba equipada con todos los electrodomésticos y una gran isla donde se podría servir un desayuno para cuatro personas.

Con el espacio abierto de la cocina y la sala se encontraba la mesa para doce personas, las paredes se adornaban con cuadros que aun contenían imágenes de internet o algún otro recuerdo del palacio. Doblando a la derecha se encontraba un pasillo que guiaba a la alacena, la lavandería, y dos habitaciones acondicionadas para ser las oficinas. Así mismo una biblioteca con capacidad de doscientos mil libros se extendía desde arriba hasta abajo, mi lugar favorito sin duda.

En el lado contrario se ubicaba un pasillo con ventanas tipo francesas que se dirigían a las habitaciones de visitas, una sala de juegos de billar con un pequeño bar completo, una sala de cine y un espacio únicamente para reuniones. Estas ventanas daban al igual que la casa una vista externa al patio trasero, donde se ampliaba la vista desde la piscina hasta el comedor externo.

Las escaleras al segundo piso se encontraban entre el recibidor, y la sala de estar, dos enormes columnas con forma de medialuna adornaban la entrada del segundo piso. Detrás de estas por la parte de la cocina se extendía un enorme espacio para los vinos y bebidas altas en alcohol, seguramente uno de los espacios favoritos de James.

En la planta de arriba se encontraban cuatro habitaciones con sus baños y armarios individuales, la habitación que ocupaba el mayor espacio de todo era la principal, donde una enorme cama abarcaba toda la atención visual, esta recamara era una copia idéntica a las habitaciones del palacio, porque las tonalidades en blanco y dorado eran las que reinaban en el lugar. Una televisión con un tamaño enorme estaba en la pared contraria, a un lado se encontraba la puerta de madera, las que nos guiaban a un enorme baño, se componía de una tina, una regadera, un buro para el maquillaje y dos lavamanos muy espaciosos, podría decir que aquello solo era la mitad de donde se encontraba la cama.

Detrás de la cama toda la magia de los armarios era visible, los espacios para él y ella estaban divididos solo por las divisiones del armario, pero sin duda todo seria abarcado por mi propia ropa. En el centro, un mueble con varios cajones para accesorios o ropa más pequeña daba la impresión de una isla pequeña para hacer más lugar, recargada sobre la pared otra mesa de maquillaje con un amplio espejo ayudaba con la iluminación y por si no fuera poco, en una de las esquinas se encontraba un espejo de pared y al frente un sillón pequeño para poder descansar. ¿Acaso nunca parece haber espacio suficiente para la ropa?

Nuestras ventabas estaban acompañadas de balcones para poder tomar el sol en la mañana si era apetecible o observar de una manera más cercana quien había llegado. Sali al pasillo que dividían la habitación principal con otras dos habitaciones, pero estas mantenían vistas hacia el jardín trasero y una terraza espectacular. La terraza estaba amueblada en tonos madera con sillones muy suaves tapizados en color gris, acompañado de plantas y un techo que se podía recorrer a control remoto para disfrutar de una noche con estrellas.

La parte del jardín era la más hermosa de todas sin duda. Se extendía metros y más metros de césped muy bien cortados, una espaciosa piscina con jacuzzi integrada solo eran una pequeña parte de todo lo que nos rodeaba, en la puerta trasera estaba instalada una sala de estar con fogata a la intemperie que se convertía en mesa cuando no fuese necesaria ocuparla, así mismo una mesa de doce personas se encontraba al lado y unos espacios de descanso al aire libre eran el toque perfecto.

Un poco mucho más lejos de la piscina y el césped verde se encontraban las canchas de tenis, baloncesto y un pequeño cuarto para poder guardar todo lo de mantenimiento. Si en algún futuro pudiésemos pensar en hijos también estaba el espacio perfecto para poner juegos de madera.

-No has dicho ninguna palabra, ¿Te ha gustado?

-Me he quedado sin palabras al ver lo espaciosa y moderna que es.

-Bueno, vives en un palacio no creo que sea mejor.

-¿Sabes que lo hace mejor? Llamarlo nuestro hogar y solo con pensar en ello para mí es un lugar mucho mejor que el palacio.

-Entonces, lo que te enseñaré te gustará más.

Caminamos cuesta abajo y no podía encontrarme más asombrada, se encontraba un establo completamente moderno, si mis números no fallaban, se podían instalar diez caballos sin problema alguno, también se encontraban resguardados algunos automóviles de la familia con años de antigüedad y como si de un parque privado se tratase, grandes arboles se extendían detrás y hasta un pequeño viñedo apenas creciendo se observaba.

-¿Esto viene en la propiedad?

-También me asombré cuando la vi por primera vez.

-¿Habías venido antes?

-Tu abuela me pidió que les diera el visto bueno antes de mostrártelas y además pedí que se hicieran algunos ajustes.

-¿Cómo supiste que esta podría gustarme?

-Porque a mí también me pareció un grandioso lugar, creo que tiene todo lo necesario para que sembremos nuestras raíces.

-¿Te has dado cuenta que elegimos esta propiedad antes de hablarlo?

-Si prefieres visitar las que hacen falta por mi no hay problema.

-Me encanta esta y deseo que ambos vivamos aquí, solo tengo una pregunta, ¿Hasta donde termina todo esto?

-Aún hay más metros de tierra por explorar, exactamente caminando serian dos a tres horas.

-Eso quiere decir que somos dueños de casi toda la extensión de tierra en esta villa.

-Bueno, estamos en casi a medio de la nada y tu abuela es la reina, toda Italia le pertenece.

-¿Alguien más sabe sobre esto?

-No porque como es nuestro regalo de bodas se supone que lo deberías saber apenas hasta después de la boda religiosa.

-¿Y por qué me has traído antes?

-Porque necesitaba saber que te gustaba antes de pedir que la acondicionaran para los dos.

-James contigo me iría hasta a una casa de campo alejada de todo sin muebles.

-Lo sé, pero yo deseo darte todo, hasta lo que no se ha inventado porque te lo mereces. – Me abrazó.

-Con tu amor me basta y sobra.

-Tengo miedo en perderte ahora que todo marcha bien y por ello quiero darte todo, no quiero perderte nunca. – Sostuvo mi cara entre sus manos.

-Nunca me iré de tu lado. Estaremos juntos hasta el ultimo día. – Me beso.

-Para siempre.

-Para siempre. – Repetí.

-Te tengo otra sorpresa.

-¿Aún hay más? Comienzo por sentirme mal por no darte algo.

-Tu compañía me basta y sobra.

Subimos escaleras y regresamos a la puerta principal. Sin soltarme de la mano me llevó al auto y partimos del lugar.

-¿Tampoco me dirás a donde vamos esta vez?

-No.

El auto junto con los de seguridad se estacionaron a unos metros de distancia de lo que parecía ser un pequeño parque en medio de la nada. Baje con su compañía y caminamos juntos por un sendero de terracería.

-¿Ya me dirás a donde vamos?

-No seas tan impaciente.

Voltee la cara sobre mi hombro al escuchar otros pies contra las piedras del camino.

-¿Por qué nos acompañan los de seguridad?

-Porque necesitaremos su ayuda.

-¿Ayuda? – Volví a mirar y me fije que uno de ellos traía consigo una cesta de picnic. - ¿Comeremos aquí? – Sonreí.

-¿Nunca te cansas verdad? Has estropeado parte de la sorpresa.

-Bueno, me gana la intriga, no descansaría hasta saber lo que tienes entre manos.

Llegamos a un pequeño circulo donde la sombra de los arboles nos protegían, en medio de ellos se encontraba una mesa de cristal para dos personas.

-Es esta....

-Sorpresa – Me interrumpió antes de que siguiera hablando. – Debí taparte los ojos de nuevo, error mío.

-No es ningún error, aun estoy sorprendida por esto. ¡Me encanta!

-Entonces esposa mía, permítame acompañarla a sentarse. – Me guio a la silla y después tomó su lugar.

Hizo una seña con la mano y uno de los guardias comenzó a servirnos el vino. Le sonreí en señal de agradecimiento.

-¿Hoy nuestros asistentes serán la seguridad?

-Así es, no podía pedir más personal sino esto no sería tan íntimo.

-¿Y tenerlos aquí de pie si lo será?

-¿Sabes cual es la ventaja de ellos?

-¿Son casi invisibles?

-A parte de ello, ellos han sido instruidos para mantener todo en secreto, tomar distancia y hacer como si nada pasara.

-Aún así me sentiré mal si nos ven comiendo y no hay un lugar para que descansen.

-Tranquila no los notaras. – Hizo otra señal y dos nuevos guardias pusieron los platos con comida. – Decidí pedir un poco de pasta Alfredo para ambos, espero no te incomodes, no podía pedir mucho si nos estamos moviendo.

-No te preocupes soy feliz con esto, lo sabes, sabes que me satisfacen las cosas simples.

-Aún así lo recompensaré cuando regresemos a casa.

-¿Te refieres a la que acabamos de ver?

-No, aún no, faltan pequeños arreglitos, por el momento debemos regresar a Francia.

-Lo olvidaba.

Comimos entre risas y algunos recuerdos de nuestras primeras aventuras como profesor y alumna, lo diferente que fue nuestro camino hasta llegar a donde estamos ahora, ¿Podría ser mejor lo que nos pasaba? Esperaba con ansias reencontrarnos en la iglesia y ahora si jurarnos el amor eterno ante las divinidades.

-¿Me acompañas? – Se levantó y me dio la mano.

-¿Ahora que tienes para mí?

-¿Deseas bailar?

Ambos nos acercamos y nos colocamos para bailar.

-¿Ahora mismo? ¿Con qué música?

Hizo la señal y de la nada un reproductor de música fue puesto en nuestra mesa y el sonido fluyo por todo el lugar.

-Con esta.

-¿Has pensado en todo cierto? – Le sonreí.

-Con mi esposa pensaré en todo.

-Amo cuando me llamas tu esposa.

-Eso eres desde que te conocí.

-¿Cómo que desde que me conociste? Si ayer apenas nos unimos como marido y mujer.

-Porque supe que contigo terminaría casado, esas cosas siempre se saben a la primera.

-¿Sabes? A estas alturas no pienso en cambiar nuestra historia, doy gracias porque hubiera iniciado así, sino probablemente no estaríamos aquí juntos.

-Posiblemente lo estaríamos, pero no casados, las cosas se hubieran puesto más turbias y espero no se vuelvan así.

-¿Lo dices por tu primo?

-Si, él se hubiera entrometido a toda costa.

-Por el momento solo piensa que ambos estamos juntos y nos amamos, hablar de tu primo nos estropeara el día.

-Estoy de acuerdo con usted señora Acker.

-Amo estos momentos contigo.

-Yo también, antes éramos personas ordinarias que, aunque ocultábamos lo que teníamos por represalias de tus padres y la universidad, ahora todo es mayormente complicado.

-Lo sé y por eso aquí te quiero prometer que, aunque tenga que cumplir con mi papel de princesa siempre será primero mi familia, nuestra familia.

-Es lo mismo que te prometo Charlotte, nuestra familia siempre será primero antes que todo. Y por el momento tú eres mi familia.

-¿Cómo que por el momento? – Lo abracé del cuello y él se aferró de mi cintura. La música aún marcaba nuestro balanceo.

-Si, más adelante puede que no solo seamos dos, sino tres o cuatro o cinco.

-¿Me estas diciendo que debemos incluir un perro? – Me hice la desentendida.

-Usted sabe perfectamente señora Acker a que me refiero.

-Pensé que en tus planes no estaba involucrado tener hijos.

-En nuestro pequeño susto de meses atrás no lo estaba, pero ahora que te tengo aquí para mí si lo estoy. Estoy completamente seguro de que quiero formar una familia completa contigo.

-Tomémoslo con calma aún ¿Sí? Nuestra vida juntos apenas esta comenzando.

-Por supuesto cariño, nunca te obligaría a nada, cuando te sientas preparada y yo esté más, podremos volver a plantearnos esto de nuevo.

-Podemos aprender con un perro.

-¿Crees que una mascota nos ayudara con esta ardua tarea?

-Si, muchos dicen que son como un hijo más.

-Voy en contra de tener mascotas, en casa no tuvimos uno porque papá siempre nos dijo que eran gran responsabilidad y además Damián y yo no somos devotos de andar limpiando suciedades.

-Lo has dicho bien, son una gran responsabilidad y los hijos igual.

-Pero los perros dejan regado su pelaje por todos lados y son más propensos de tener garrapatas e infectar la casa.

-Todo se arregla llevándolo al veterinario.

-Lo lamento, pero esta es la única cosa en la cual no puedo complacerte.

-En casa teníamos a Siller y yo era quien se encargaba de bañarlo y llevarlo a sus citas con el veterinario, podemos hacer eso nosotros.

-Charlotte, es una decisión difícil.

-¿Pero? Sé que en tu cabeza tienes algo más por decir.

-Pero lo pensaré.

-¿Es enserio?

-Así es cariño. He tolerado cosas peores y aun sigo de pie, aunque me tendrás que enseñar a cuidar un perro.

-Si a Lucia. – Reí – Y mira que ella era un animal sin domesticar.

-¡Charlotte! – Me riño y se rio. – No pensé decir esto, pero tiene algo de razón.

-Di que tengo completamente la razón, ya puedes dejar a un lado tu ética de profesor, por el momento solo somos James y Charlotte.

-No puedo hacerlo mi ética de ser humano y caballero no me lo permite, es una mujer al igual que tú.

-Bueno, pero.... Esto es diferente.

-Dejemos a un lado el tema ¿Sí? Aún nos queda mucho por disfrutar y no deseo regresar a los demonios del pasado para que arruinen esto. Debemos regresar.

-¿Ya? ¿Tan pronto? Me comenzaban a gustar las sorpresas.

-Nos esperan en casa para que nos podamos despedir y regreses al palacio, el trato solo era hasta hoy. – Comenzamos a caminar hacia el auto.

-¿Se lo prometiste a mi abuela?

-No, a tu padre, aunque no lo creas, él también respeta las tradiciones de la corona.

-¿Has estado hablando con mi padre?

-Si.

-¿Desde cuando mantienes conversaciones con mi padre?

-Desde el momento que le dije que nunca te dejaría sola.

-¿Cuándo fuiste a pedirle permiso para que nos casáramos? – Pregunté sin recordar la frase.

-No, eso fue cuando Nicolas organizo una despedida de soltero en casa. No tenia idea de ello.

-Ni yo de la mía y ahora le debo una apuesta.

-¿Qué? – Se detuvo por un momento y retomó su camino.

-Él me dijo que te llevaría a festejar tu ultimo día soltero y yo le dije que no aceptarías, así que como siempre si asististe le debo un viaje al caribe todo pagado y de paso cualquier cargo extra a mi tarjeta.

-¿Por qué no me lo dijiste antes? Pudimos escapar juntos y casarnos en secreto antes.

-Porque no pensé que él ya lo había organizado todo y mucho menos que a ambos nos tomarían por sorpresa.

-No importa, como mi esposa que eres, ahora no debes faltar a tu palabra, le extenderé un cheque por los gastos o le proporcionaré mi tarjeta.

-¿Qué? No, el trato fue conmigo y si como dices que no debo faltar a mi palabra lo mejor es que yo cumpla con la apuesta. Si te preocupa la desviación de fondos, tengo una tarjeta individual con mis ahorros no esta ligada al del palacio.

-Soy tu esposo y me toca solventar esos gastos.

-No James no, así no funcionan los matrimonios, prométeme que no interferirás. Promételo. – Lo miré directamente a los ojos.

-Esta bien, no interferiré porque se que eres una mujer que puede defenderse sola.

-Gracias. Y retomando lo de mi padre, ¿Han hablado desde entonces?

-Solo cuando nos vemos, tu padre es un tipo platicador, lo tenía en un concepto más reservado.

-Con sus mas allegados suele a conversar demasiado, estoy intrigada por lo que te haya contado.

-No romperé la confianza de tu padre, pero te puedo decir que solo hablamos de cosas de hombres y de negocios.

-¿Eso es todo? Se escucha aburrido.

-Si es todo. Y no son tan aburridas nuestras platicas.

-Te diré que te creo cuando yo he estado presente en reuniones entre hombres.

-¿Nos estas llamando aburridos?

-Solo un poco. – Guiñe un ojo.

-No creo que esto te parezca aburrido.

Me tomó bruscamente y unió nuestros labios ferozmente, me pareció escuchar un tronido de dedos y después su mano subió por debajo del vestido hasta mis bragas. Abrí los ojos por sorpresa y vergüenza de los guardias que nos estaban siguiendo. Sentí un apretón en una nalga y él se separó, dejándome sin razonamiento por lo que había sucedido. Todo regresó a la normalidad.

-¿Aún soy aburrido?

-Sabias que no me refería a eso. – voltee de reojo para saber si alguno de ellos había presenciado eso y los cuatro hombres que nos escoltaban estaban de espaldas.

-Tranquila, ellos son muy discretos. – Me susurro y besó la oreja. 

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