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Capitulo 32

Diamond me apretó tan fuerte la mano que no me importo si me la llegase a romper, la tía de James entró a saludar a toda la familia y Matthews con su acompañante la siguieron. El señor Joe estaba igual de asombrado que nosotros y solo nos dio una mirada para tratar de tranquilizarnos.

Como buena persona, saludé a la hermana de Clare con respeto. Y solo quedé expectante a lo que podría pasar.

-¿Qué haces tú aquí? – James dijo muy enojado entre dientes.

-Primo, primito, me da mucha alegría volver a verte. – Lo abrazó. – Lo mismo que tú, he venido a disfrutar en familia.

-Señor Diamond, un gusto volver a verlo, me imaginaba que había encontrado un mejor puesto en Italia, ¿Sigue ejerciendo su profesión?

La descarada de Lucia hablaba y le tocó el brazo a James como si yo no existiera. Hija de puta.

-Señorita Cornell, no tenía conocimiento que era la pareja de Matthews le aconsejo que se ande con cuidado.

-¿Pero qué dices primo? – Mathews se rio alto. – Por favor, si mi chica sabe con quién le conviene estar, o ¿no preciosa? – Se besaron sin escrúpulo alguno. – Eva ¡Querida Eva! ¿Puedo llamarte prima, cierto? – Me abrazó como si él no hubiese sido el causante de muchos problemas.

Sonreí con tensión.

-Lo puedes hacer. – Me limité.

-Espero que esta noche sea muy agradable podemos conocernos mejor, ¿Recibiste mi regalo cierto? – Seguía sonriendo.

-Fue un obsequio muy grato gracias. – seguí respondiendo con la mayor amabilidad que podía.

-¿Acaso eres tú? – Lucía estaba haciendo un espectáculo - ¡No lo puedo creer! – Me abrazo sin mi consentimiento y como si fuésemos amiga, no respondí a su abrazo. - ¿Es verdad que estas aquí? No me digas que... ¡No! – Se tapó la boca con los labios. – Tu y el profesor... - Dejo la frase a medias con intención.

-Nos vamos a casar. – Terminó James y me abrazó con un brazo en la cintura, era su forma de protegerme.

Lucia seguía sorprendida. No me lo creía era probable que ella ya estuviera al tanto de todo.

-¡Muchas felicidades! ¿Puedo? – Dijo y sin mi aprobación me levantó la mano y miró el anillo. – Profesor, ¡Vaya que se ha lucido! Pero díganme, ¿Cuándo, ¿cómo? No pensé Charlotte, que ustedes tuvieran algo, él era el profesor y su relación no estaba tan bien.

-Matthews, ¿No pretendes presentarnos a tu chica? – Damián intervino y ahora Mathews se vio obligado a seguir con los saludos.

James y yo volvimos a sentarnos, me apretó la rodilla y solo me dejo más nerviosa.

-¿Por qué ha venido? ¿Qué quiere? – Susurré.

-Estoy igual de sorprendido que tú, pensé que ya no vendría, se lo planeo muy bien el imbécil. Pero tranquila- me besó la mano – no dejaré que esto te afecte.

-Perdón, ¿pero ustedes se conocían? – Joe nos miró extraño a James, Lucia y a mí.

-Si padre, nos conocimos en Canadá.

-Exactamente Charlotte y yo fuimos sus alumnas. – soltó Lucía – Su hijo es un buen profesor y si me lo permite, el señor Diamond ha heredado sus genes, es guapo igual que usted. – Damián carraspeo. – Oh, pero claro no más que mi amorcito – se refirió a Mathews.

-Mathews no nos avisaste nada de que traerías a la señorita Cornell, mi madre pudo pedir que prepararan una habitación más. – Dijo James.

-Me parecía mejor la idea de presentarla por sorpresa a la familia, ¿Buena idea no?

James tensó el cuello. Le tome la mano debajo de la mesa.

-¿Comenzamos? – Clare hizo referencia a la cena.

El ambiente se tensó, todos comenzamos con la degustación de platillo, pero solo entre cercanos se conversaba poco, el ambiente al inicio de la noche no era la misma, los niños trataban de volverle un poco de magia a los adultos con sus ocurrencias, mantenía mi esfuerzo de hacer como si Lucia y Mathews no existieran esa noche, en cambio, James se le notaba lo molesto que estaba.

-¿Se han comprometido cierto? ¿Cómo sucedió? – Lucia habló.

-Solo sucedió - contesté a medias.

-¡Vaya! Felicidades de nuevo - se mostró entusiasta. - ¿Quién diría que ustedes terminarían juntos? La verdad yo ya lo sospechaba, algo pasaba entre ustedes, pero pensé que era normal el señor Diamond, era un coqueto con todas.

A James se le saltaron los ojos y la mesa quedó en silencio.

-¿Iban en la misma universidad? – Joe comenzó a buscar información.

-¡Claro! – siguió con la lengua suelta. – Y yo que pensaba que el profesor era muy serio, pero veo que no, aunque no puedo negar que fueron buenos los viejos tiempos profesor, suertuda Charlotte, si anduviéramos en la universidad serías la envidia.

-Lucía creo que lo has malinterpretado.

-¿Cómo? ¿Apoco a ti no se te tiraba en los ratos libres?

-Señorita Cornell, creo que me falta el respeto y usted ahora mismo esta en casa de mis padres, así que le pediría un poco de respeto hacia este momento familiar, sino con la pena puede retirarse.

-¿Qué he dicho algo malo? Lo lamento profesor, señores – miró a la demás mesa apenada. – No era mi intención darles un doble sentido a mis palabras, doy mis sinceras disculpas si ofendí.

-Amor, me parece que solo mi primo malinterpreto todo, tranquila todo está bien. ¿Verdad James? - Salió a la defensiva el primo.

James apretó los labios con fuerzas y le acaricié los nudillos por debajo de la mesa. La situación no estaba mejorando.

-Mathews creo que esta vez mi hijo tiene razón, es una noche familiar y señorita Cornell me parece que su comentario estuvo fuera del lugar, así que le pediría modificar sus palabras por favor, no solo estamos los adultos también hay niños presentes. – La señora Clare salió a la defensiva.

-Lo lamento, no fue mi intención.

-A ver familia ¿Por qué no lo intentamos de nuevo mejor? Mi novia pensará que solo somos problemas aquí. – Quiso simpatizar el descarado de Mathews.

-Bien, entonces, ¿Puedes decirnos que has hecho durante estas temporadas? – El padre de James tomó la palabra.

-Verán, he estado muy ocupado esta semana solo he...

Olvidé su conversación y estaba segura de que James igual, solo miraba su plato y comía de manera automática, lo vi levantarse sin decir palabra alguna y fue en busca de un trago. La familia se percató, pero cada uno sabía que era mejor no preguntar que pasaba. Pedí disculpas y lo seguí al jardín, estar en la mesa tampoco me era grato.

-Lo lamento, lo siento tanto, no deberías pasar esto. Debiste quedarte con tu abuela. Esto no es una noche agradable.

-No te tienes que lamentar, no has hecho nada malo. – Le tomé el rostro ente ambas manos. – No sabias que esto iba a suceder, es tu familia no puedes escapar de ella.

-Era nuestra primera navidad juntos y mira lo que pasa. Lo arruiné en traerte aquí, debí suponerlo.

-¿Qué te parece si mejor en vez de lamentarte vamos a hacer que esto mejore?

-¿Cómo piensas que algo así puede mejorar? Charlotte, hay dos personas aquí que planean hacer algo contra nosotros o por lo menos esperan que nosotros cometamos algo para burlarse.

-Bueno, no hay que darles esa dicha, hagamos como si no existieran, eso hice todos los años que estuve compartiendo algunas materias con Lucía, es algo ordinario.

-Es tan fácil decirlo, pero no puedo evitar que ellos deseen que esto termine mal, Charlotte, no permitiré que se burlen.

-¿Acaso crees que me importa? James, ahora soy una princesa y tu futura esposa, unas pequeñas palabras sin sentido por parte de tu primo y la estúpida de Lucia no me hacen ni cosquillas. Hay cosas más importantes de las que nos debemos ocupar como para darles importancia.

-Eres una chica tan valiente.

-He aprendido del mejor maestro. – Uní nuestros labios.

Un carraspeo nos separó.

-Mamá ha pedido que regresen o pescaran alguna pulmonía con la nevada. – Damián nos sonrió de lado.

-Dime que se ha ido. – Respondió.

-No, lo lamento.

-Prefiero quedarme aquí.

-James, no seas inmaduro, has podido convivir con el durante tantos meses sin tomarle importancia, lo puedes volver a hacer ahora mismo. – Lo miré con la ceja fruncida.

-Nos iremos a un hotel al terminar esta noche.

-Tu mamá estará muy triste si haces eso.

-Prefiero seguir conservándote.

-Esto no cambiará mi opinión sobre casarnos o no, y por si no lo recuerdas ya estamos solo a tres meses, así que no me puedo retractar. – Sonreí divertida.

-Lo mantengo a raya si lo deseas. – Intervino su hermano.

-No hace falta, después ajustaré cuentas. Debemos ir adentro la nieve comienza a bajar.

-Me preguntaba a qué hora regresábamos al calor de hogar.

Me abracé a su torso e hice como si aquello no hubiese pasado, la familia ya se encontraba en la sala charlando sobre muchas cosas, aunque la principal era el espectáculo que nos brindaban los niños describiendo los garabatos que ellos llamaban dibujos.

-¿Y donde quedo yo? – Preguntó Lucía al mirar que Ava me había dibujado solo a mí.

-¿Eres princesa? – respondió la pequeña.

-No, pero soy la amiga de Charlotte.

-No cuentas, yo también soy la amiga de tía Charlotte, pero ella es princesa y ella es la única que puedo dibujar, me gusta dibujarla a ella.

-Bien, entonces puedes hacerme un retrato a mí también para que lo guarde como recuerdo.

-No, no puedo.

-¿Por qué no? – preguntó extrañada.

-Porque no me caes bien.

La sala permaneció en completo silencio y Lucía no volvió a pronunciar palabra alguna.

-¿Pero el tío Mathews si te cae bien cierto? – Salió a reducir la oveja negra.

-No, tú tampoco. – Respondió sin mirarlo.

-Esa es mi sobrina. – James dio una larga carcajada y su madre le golpeo las costillas.

-¿Alguien desea más ponche? ¿Prefieren juego de mesa o karaoke?

-¡Karaoke! – gritaron los pequeños y su abuela fue en busca de los micrófonos.

La familia comenzó a cantar, las canciones estaban siendo guiadas por rondas, primero los más pequeños y después los grandes. Cada uno debía escoger su canción y entonarla con la mejor voz, las imitaciones eran casi exactas que terminábamos riendo cuando las notas altas no llegaban a su punto final.

Este tiempo con la familia de James era muy diferente, si estuviéramos en el palacio era muy probable que aun siguiéramos hablando sobre los compromisos de la semana pasada o del nuevo escándalo aristocrático que por suerte divina no debía afectarnos.

-¡Tío James! Va el tío James. – Los pequeños gritaron cuando la ronda de abuelos enfrente del televisor había terminado.

-¿Con que nos deleitaras hoy hermano? – Damián llevaba el bando del equipo tecnológico.

-Fly me to the moom.

Los acordes acompañados de la voz del musico y compositor Frank Sinatra resonaron por los altavoces del equipo tecnológico. Sí James no era buena cantando, pero estaba haciendo su esfuerzo.

Lo miraba detenidamente, esta era una nueva faceta que no conocía, ¿Dónde había quedado aquel profesor egocéntrico? Sin duda alguna cada día me asombraba más al descubrir lo que escondía debajo de esa cara bonita.

Miré atentamente y él parecía estar concentrado, la letra la sabia de memoria no veía la pantalla, me miraba, me extendió su mano y me invitó a bailar, gustosa acepté, nos movimos al compás de la música. Me perdí en sus ojos color océano. Este momento solo nos pertenecía a los dos.

Fill my heart with song
Let me sing for evermore
You are all I long
For all I worship and adore
In other words please be true
In other words... I love you

Repitió la estrofa con memorización y agradecí por tenerlo en la vida. También lo amaba y tal vez mucho más que él, ambos estábamos en el mejor momento de nuestras vidas. Sin duda alguna Fly me to the moom, se había convertido en mi canción favorita del momento.

Terminó nuestra canción y me besó en la frente, nos sentamos juntos de nuevo y esta vez el turno estaba en manos de su hermano, quien decidió dejar las cosas románticas y pasar a un ritmo algo más fuerte, el rock, siendo un hombre casi serio nadie creería que le gustasen ese tipo de músicas, pero lo cierto era que las apariencias engañan.

Me levanté en busca de un vaso de agua y algún aperitivo, las tripas me rugen por la falta de alimento, opté por buscarlo con mis propios pies y llegué a la cocina.

-¿Así que todo este tiempo te lo tiraste mientras yo también lo hacía? – Lucia se quedó del otro lado de la barra.

-Dudo mucho que te lo estuvieras tirando si pasaba todo el rato conmigo.

-¡Que descarada! – Se hizo la sorprendida – A decir verdad, en su oficina quedaron nuestros gemidos como recuerdo.

-¿Segura? Porque creo que esos se confundieron con lloriqueos cuando el te rechazaba.

Seguí mi búsqueda en algo dulce pero salado a la vez. La fruta parecía ser buena opción, pero aún nadie había probado el postre, tal vez lo dejaban al final.

-Tú eras el plato de segunda mesa. – Respondió sin argumentos.

Reí entre dientes. 

-Creo que te has confundido. Por si no lo notas, soy el plato principal y siempre repite.

La escuché bufar y supe que había ganado esta vez.

-Eso no dicen las estadísticas, al parecer sigues siendo una más y solo se casará contigo porque quiere financiarse a futuro.

Por fin la encaré. Me acerqué tanto para que nadie nos pudiese escuchar.

-Creo que es momento de que tengas conocimiento sobre quien soy y no se te olvidé. – Le sonreí para no levantar sospechas. – Soy la princesa de Italia y una de verdad, así que te aconsejo que te andes con cuidado con tus próximas palabras sobre James o mí persona porque puedo enviarte a juicio por faltarle el respeto a la princesa, solo necesito tronar los dedos y verás como todos los guardias de seguridad de afuera vienen por ti, ¿Por qué creías que estábamos protegidos? Por tu linda carita claro que no. – Le levanté la ceja. – Así que te recomiendo que también le envíes el mensaje a tu noviecito, que solo hace molestar igual que tú.

-¿Crees que me intimidas? No estamos en Italia por si no sabes geografía.

-Al ser princesa de un país europeo tengo el derecho de ejercer mi poder donde sea y por si tu no lo sabías, entre naciones nos cuidamos, así que si no quieres ser deportada a América ahorita mismo sin permiso de por vida de regresar a esta parte te recomiendo que dejes de meterte conmigo y con mis cercanos. – No la escuché quejarse y tomé una fresa. – A y por cierto, ante ti soy su alteza real princesa Eva, aunque te cueste. – Le di un mordisco a la fresa. – Y debes saludarme de reverencia. Dóblate con las rodillas.

Caminé de regresó a la diversión familiar y minutos después Lucía se unión con el semblante algo pálido, no era la misma fiera que se creía cuando llegó. Sonreí para mis adentros y me enfoqué en mi futura familia.

-¿Qué ha pasado en la cocina?

-Nada de que debamos preocuparnos. – Le ofrecí la fresa y la mordió.

-Madre, nos iremos a la habitación, debemos partir mañana a primera hora de regreso a Italia. – James se puso de pie al lado de su madre.

La diversión aún seguía con la familia, pero era cierto no podíamos seguir disfrutando y mucho menos amanecer con ellos. Los pequeños ya se habían adelantado en ir a dormir, solo los mayores ahora comenzaban a beber mucho alcohol refinado y comenzar con juegos típicos europeos.

-¿Se van tan pronto?

-Lo lamento. Es parte del trabajo, casi no existen vacaciones. – Me disculpé por la idea egoísta de mi abuela de no pasar mucho tiempo juntos.

-Esta bien, me ha dado gusto que por lo menos hayan pasado la noche con nosotros y lo lamento por el mal rato Charlotte.

Le sonreí para calmarla.

-No pasa nada, me he divertido ya los inconvenientes no les he tomado mucha importancia.

James me abrazó por la cintura y salimos en silencio de la vista familiar. Todos comprendían la situación así que esta vez no hacia falta despedirnos de cada uno.

-A sido una noche agotadora, lo lamento por el espectáculo al inicio.

Le acaricié la mejilla.

-Te he dicho que no me importaba, ya pasó, hasta lo he olvidado. Mi padre dice que debemos hacer oídos sordos a las cosas que no nos parecen, así estaremos mas tranquilos y disfrutaremos el momento. Mírame, me he divertido con tu familia y ni les he prestado atención a esos dos. – Lo besé cálidamente.

-¿Qué haré con usted señorita Reynolds? Siempre me sorprende con su sabiduría.

-Tengo una idea.

Entramos a la habitación y puse el seguro.

-¿Hoy quieres llevar el mando cierto? – Preguntó sabiendo a que me refería.

-No, pero si me lo coincides no me opongo.

-No, hoy no.

Comenzó a besarme y ambos nos perdimos, esta noche no seriamos bruscos con nuestra pasión, sino que disfrutaríamos el momento, no hacían falta palabras para dejarlo claro, el tacto hacia el trabajo por los dos. Esta noche solo el amor dominaba las cuatro paredes.

-Buenos días, cariño. – Sus roces de las yemas entre los pechos me robaron una sonrisa.

-Buenos días, James. ¿Cuánto tiempo llevas mirándome? – Me estiré y bostecé.

-Toda la noche.

-¿No has dormido? - abrí los ojos como platos.

-Solo me he levantado minutos antes. – se rio al ver mi preocupación.

-Conociéndote no dudo que te hayas quedado toda la noche mirándome dormir.

-Esta vez no, lo prometo. – Levantó la mano. - ¿Después del desayuno partimos? Mi madre se sentirá contenta.

-Me parece bien, no creo que a la reina le moleste, el trato era solo llegar un día después de la cena, no más.

-¿Qué dices si nos duchamos juntos? Me gusta ahorrar agua. – Sonrió de lado.

-¿Desde cuando te has vuelto ecologista?

-Desde que estoy contigo.

-Solo porque esta vez me apetece y además creo que te debo un reembolso por el trabajo de anoche.

-No me debes nada cielo, siempre será un placer hundirme en ti. – comenzó a besarme.

-¿Por qué no terminamos esto en la ducha señor ecologista?

-Cuánta razón tiene señorita Reynolds.

Me cargo entre sus brazos y nos ubicamos debajo de la regadera caliente. Afrodita nos había envuelto en sus deidades del amor. Media hora después ambos estábamos bajando las escaleras mirando a todos estar reunidos en el comedor con sus platos.

-Familia buenos días. – Mencionó James a todos y saludó únicamente de beso a su madre y abuela, a su padre le estrecho la mano. Hice lo mismo. – Se han levantado temprano, ¿A que se debe eso?

-Conoces las razones. – Damián y él intercambiaron miradas a las dos pequeñas cabezas de la mesa.

Saludé a Alice y Damián con sonrisas y un, buenos días.

-¿Desayunaran con nosotros?

-Si madre, después partiremos.

-Adelante entonces, pediré que les sirvan. – Su madre desapareció en la cocina y James y yo tomamos nuestros lugares.

-¿Se van tan pronto? – Preguntó el ser despreciable.

-Tenemos asuntos por atender.

La servidumbre nos puso los platos del desayuno enfrente. Les di las gracias. La mesa volvió a ponerse tensa y todos decidieron por cambiar de tema sobre el clima o las noticias, no presté atención, pues mi mirada seguía a aquella mujer que alguna vez me hizo sentir insuficiente. Lucia no me miraba, pero se notaba extraña, tal vez estaba intimidaba por la plática que habíamos tenido ayer.

Casi los platos estaban vacíos cuando los mas pequeños pidieron correr al árbol y abrir los regalos. La familia les concedió el derecho y todos nos cambiamos al cómodo sofá, los pequeños esperaron la indicación de su padre y pacientemente empezaron abrir sus primeros regalos.

Curiosamente había regalos con mi nombre para la familia, cuando yo no recordaba haberlos comprado, solo sonreía cuando ellos me daban las gracias, esto era obra de James no tenia dudas. Le sonreí a él cuando me miró.

Momentos después y con la alegría de los niños de haber recibido muchos juguetes, nos tuvimos que despedir. Era momento de irnos antes de que la abuela amenazara con cancelar la boda. Prometimos volver a vernos antes de la boda y mantenerlos al tanto con las actualizaciones de toda la preparación.

Sin ánimos de voltear a ver a Mathews y a Lucia quienes misteriosamente parecían estar pacíficos con la despedida sin lanzar alguna frase sarcástica, nos siguió la familia a la puerta principal. Ya nos esperaba un auto blindado y otros dos coches más con guardias. Les dimos un ultimo abrazo a todos, menos a quienes no lo merecían. Curiosamente Lucía hizo reverencia al verme pasar a su lado y replicó el <<Alteza real>> bien, por lo menos ya conocía su papel, esta vez estaba por encima de ella.

James y yo nos subimos al auto y el chofer partió al aeropuerto, por la parte privada.

-¿Así que eso has hecho?

-¿Hacer qué? – Pregunté confundida.

-Con Lucía, ¿Has usado tu posición para hacerte notar?

-Solo un poco.

-Eso estuvo mal.

-¿Qué? – lo mire incrédula. Parecía enfadado.

-No debes usar tu estatus social para hacer menos a alguien.

-No la hice menos solo le indiqué donde estaba. ¿Me estas riñendo cuando ella es la que nos ha estado atacando y yo solo nos defendí?

-No, pero me parece que esa no es la Charlotte que conozco.

-¿Entonces?

-Mi ego ha levantado las manos gritando ¡Esa es mi chica! Cuando te vi enfrentarla anoche y al ver que tus palabras causaron algo de miedo al verla hacerte una reverencia. Pero mi lado moralista dice que esta mal, así que solo te lo digo. 

-¿Para no sentirte culpable?

-No, sino que... ¿Sabes qué? Olvídalo y que jodan a la parte moral del cerebro. Estuviste muy bien y sí ¡Esa es mi chica! – gritó con orgullo.

31 de diciembre.

-¿Podremos estar juntos? ¿Esta bien la pajarita?

James y yo nos encontrábamos unas puertas antes de la principal donde se llevaría a cabo la recepción de fin de año.

-James ya te he dicho que hay una pequeña probabilidad de que estemos juntos en la recepción, pero te aseguro que en la cena familiar si estaremos juntos, Leticia me lo ha garantizado. Y en cuento a tu pajarita. Está estupendamente bien. – Le di un beso corto en los labios.

Llegamos a la puerta doble donde aproximadamente treinta funcionarios de gobierno y familiares nos estaban esperando. Me anunciaron y después a James. Como estaba previsto fuimos separados por cosas políticas, yo me reuní con un funcionario, mientras que él tenia que entablar una conversación con una tía lejana quien era baronesa. Al parecer esto era un examen para los dos, él debía poner en practica todo lo que le habían enseñado sobre la familia real y a mí sobre la política del país.

Pasamos al comedor y como era de esperarse ni por cerca estábamos a corta distancia para poder hablar o comunicarnos telepáticamente. James se encontraba cinco asientos mas alejados que el mío y las personas se interponían como muros indestructibles.

Sentía sus ojos observarme sobre toda la cena y eso me desconcentraba para poder establecer comunicación con los mandatarios, esperaba que él lo estuviera manejando bien. La abuela se levantó y todos los presentes hicieron lo mismo, dio el brindis oficial de año nuevo y pidió para que la nación creciera mucho más de lo que era ahora, como si eso pudiese ser un deseo mágico.

¡Salud! Repitió toda la sala y se continuaron en los asientos correspondientes por minutos más, después la señal de la cena finalizada llegó, la abuela se levantó y la familia le siguió. A nuestras espaldas solo quedaron los mandatarios y otros miembros de la familia sin rangos tan representativos. También James.

-¿Es cierto que el hombre buenas cogidas se quedó en tu habitación ayer?

-No. – respondí bajito.

-¡Oh vamos! Puedes contarme todo.

-He dicho que no.

-¿Entonces porque no estaba en su habitación cuando entré para pedirle un favor?

-Porque... porque... ¿Yo que debo saber? – hice como si no supiera nada.

-A mi no me quieras engañar te conozco. ¿Durmió ayer aquí si o no?

-No. – respondí tajante.

-¿Entonces por qué tu tampoco me respondías?

-Porque estaba durmiendo.

-¿A las diez de la noche? – Ni la abuela se cree ese cuento.

-Aunque no lo creas ahora ya tengo una alarma para dormir.

-Eva, no soy tu papá quien puedes convencer.

-Bueno, ¿Tú que clase de favor querías?

-Solo pedirle que me cubriera, ayer iba volver a salir, mi padre me ha limitado las salidas nocturnas en la semana y la de ayer era importante.

-¿Una nueva conquista?

-Algo así.

-Altezas, ¿Desean algo de beber? – Un lacayo se acercó.

-Solo agua por favor.

-Un güisqui. – fue en busca de las bebidas. - ¿Agua? ¿Me estas tomando el pelo? No me digas que tú y hombre buenas cogidas... - Se quedó sin terminar la frase.

-¡No! ¿Cómo crees eso? Eso solo vendría a arruinar nuestra mediana relación con la abuela.

-Pensé que ya se estaban apurando a ser la familia feliz, ¿Por cierto donde está el nuevo príncipe?

-Sabes que no será un príncipe. No lo sé, tal vez aún se dará la orden para que se una a nosotros.

-¿Crees que le guste estar con nosotros?

-No tengo idea, pero espero que sea lo más cómodo para él.

-Estas nerviosa, ¿Por qué?

-Porque el hizo todolo posible para que en navidad olvidara que soy una princesa y quiero que él aquíno se sienta con el deber de comportarse como príncipe, sino que debe ser élmismo.

-Tranquila ese hombre siempre sabe arreglárselas.

Las puertas se abrieron de nuevo y él estaba esperando la orden para entrar a reunirse con nosotros. Le sonreí e hizo lo mismo. Hizo una reverencia general y se quedó de pie a mi lado.

-Es bueno volver a verte.

-Lo mismo digo.

-Uy no. – Nicolas rodó los ojos. – Mejor me voy, aquí esparcen solo romanticismo. – se marchó.

Me reí ante su dramática salida.

-¿Qué tal ha dio todo allá?

-Un infierno, no podía esperar más para reunirme contigo.

-Buenas noches. – Se acercó papá.

-Señor Reynolds. – Le hizo reverencia – Buenas noches. – Miró a mi madre. – Señora. – Hizo el mismo ademan.

-Ya somos casi familia puedes llamarnos Louis y Ella o si lo prefieres suegros.

-Gracias, pero creo que debo familiarizarme un poco más.

-No debería costarte tanto. Eva lo lleva muy bien con tu familia, puedes hacerlo. – Mi madre le dio ánimos.

-Si y estoy muy orgullosa de ella, mi familia la adopta como un miembro más.

-Nosotros también James, puede ser que mamá sea la más difícil de convencer, pero déjame decirte que le importas al igual que Eva. – Papá lo tranquilizó.

-Espero que así sea. – James sonrió.

Las horas pasaron y la familia estaba sumergida en juegos tradicionales familiares, repetían una y otra vez una canción antigua. Lastimosamente aquí no existía un karaoke y mucho menos unos pequeños que reanimaran los ánimos. La sala volvió a convertirse en silencio o cotilleos entre los asistentes. Se prendió el televisor por unos momentos y de pronto la música comenzó a sonar.

Cada uno tomó a una pareja de baile y los que se quedaron sin acompañante solo miraban a los demás. Nicolas era uno de los segundos.

-¿Me concede la pieza hermosa dama? – James em extendió el brazo.

-Siempre amado mío.

Nos dejamos llevar por los suaves acordes y nos quedamos tan unidos uno al otro. Podíamos sentir el calor de nuestras pieles al unirse. James conocía la melodía así que la tarareaba en mis odios, aquello me parecía tan romántico, hablaba sobre el amor de una pareja juvenil y la intensidad del sacrificio que realizaban cada día, en pocas palabras, describía nuestra situación.

Seguimos así por unos instantes más hasta que se detuvo el reproductor antiguo de música, el banquete entro de nuevo para dejarnos un bufet en la sala, cada uno tomó su nuevo lugar en la mesa y se sirvió la porción de comida adecuada para su estómago.

-¿Aún has quedado con hambre? – Preguntó James al mirarme levantarme por pequeñas porciones de carne.

-He comido muy poco antes, y además estoy acostumbrada a esto que la comida siempre es bienvenida.

-¿Qué crees tú? – Nicolas interrumpió. – Si la has dejado agotada por toda la acción que tuvieron ayer.

Lo miré con los ojos como platos. La familia estaba demasiado cerca para escuchar.

-Carlos, ¿Puedes alcanzarme alguna rebanada de tiramisú por favor? – Pedí el postre por adelantado.

-Creí que tú ya te habías ido. – James le respondió.

-Fui en busca de tu ayuda y no estabas. ¿Por qué no me avisaste para salir antes contigo?

-No salí.

-¡Oh si claro! Eres el único que puede salir a la hora que se le de la gana a satisfacer sus deseos sexuales.... Espera ¿Qué? ¿Acabas de confesar que ayer si tuvieron sexo a escondidas?

-¡No! – respondí rápido.

-Si. – James respondió al mismo tiempo.

La familia volteó a vernos y tragué con esfuerzo. Necesitaba que Nicolás cerrara la boca.

-¿Si o no? – respondió sin importarle la mirada de los demás.

-¿Puedes ya solo callarte? – repliqué.

-¿Son tan amables de avanzar? Preferiría llegar a tomar un poco de pato para mi plato. – Carlos intervino.

Los tres nos caminamos a la mesa. 

-O sea que la que estaba en la habitación eras tú y no él en el otro palacio. – Nicolás no se daba por rendido.

-Nicolás, ¿No pretenderás cenar nada? – La abuela lo interrumpió. Espero que no haya escuchado nada.

-Si abuelita, solo que... - Nos miró. – Teníamos una charla pendiente sobre el vestuario de la boda, pero lo resolveremos luego. – Regresó la mirada a ella. - ¿Qué me recomiendas?

Parecía que Nicolás solo por esta vez estaba callándose por una vez. La cena transcurrió sin inconvenientes y esta vez la abuela no fue la primera en terminar y aunque lo hubiese hecho los demás podíamos seguir comiendo solo en ocasiones únicas la norma se rompía. Nos trasladamos a otra sala con vistas al gran jardín a nuestros pies. Los meseros comenzaron a servirnos bebidas con un grado de alcohol más fuertes comenzaban a escuchar anécdotas chistosas de cada miembro o alguno que otro chiste.

El servicio entro cinco minutos antes de la media noche para dar comienzo con los últimos conteos del año. Sirvieron champagne e hicieron los honores como siempre de dar la cuenta regresiva. 5...4...3...2...1 ¡Feliz año nuevo! Los fuegos artificiales no se hicieron esperar y el castillo y el balcón desde donde observábamos se iluminaba con grandeza.

-Feliz ano nuevo cariño, que el próximo sea el mejor y estemos juntos toda la eternidad. – Me tomó de la cintura y me besó.

-Feliz año nuevo para ti y que este año venga con menor carga para ti. Te amo y nunca lo olvides.

-Nunca pequeña. – Me besó de nuevo.

Un recuerdo que perduraría para ambos, nuestro primer año nuevo como pareja comprometida. No podía estar más feliz que en estos momentos. Todo lo que alguna vez soñé se me había cumplido. Ya lo tenia todo. 

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