Capitulo 31
-Cuéntame, ¿Qué tal ha ido el sexo?
-¿Por qué siempre es lo que preguntas cuando llegas a mi habitación?
-¿Por qué tu siempre evitas el tema y lo cambias?
-Nicolás, no es de tu incumbencia. – Terminé de acomodar la cama.
-¡Oh vamos Eva! Solo quiero saber si el hombre buenas cogidas se ha superado.
-Si quieres algún consejo, puedes ir y preguntárselo.
-¿Quién dice que no soy bueno?
-Tus preguntas me hacen pensar que no lo eres. ¿Cuántas fallas has tenido en estos días?
-¡Que te pasa! – exclamó ofendido. – Mis acompañantes nunca se quejan.
-Comienzo a pensar que sí, o ¿Quieres experimentar algo nuevo?
-No, que va, todas las técnicas me las sé de memoria.
-¿Seguro?
Rodeo los ojos.
-Solo quería saber porque últimamente sonríes, y por supuesto lo asocié con el sexo y el hombre buenas cogidas.
-Se llama James y se apellida Acker Diamond. ¿Puedes tratarlo por su nombre?
-No, me gusta más su apodo. Creo que le va bien.
-Algún día lo llamaras así enfrente de la reina o en publico y será lo peor.
-Se contenerme Eva.
-A todos pasa una primera vez.
-Hablando de primera vez, ¿Qué pensaste en usar para tu noche de bodas?
-¿Por qué debo contarte algo así? – Caminé a mi mesita del almuerzo.
-¡Te has sonrojado! ¿Ya lo pensaste verdad?
-No, para nada y si así fuera, no te contaría sobre lo que pudiese pasar.
-¡Vamos Eva! Soy tu consejero personal, ¿Qué tienes en mente?
-Nicolas por segunda vez no planeo tener conversaciones contigo sobre mis relaciones sexuales.
-Que aburrida eres.
-Tú eres un desvergonzado, preguntas eso como si fuese un tema de comida.
-A ti te comen cada dos noches y mira lo radiante que estas.
Le aventé una manzana a la cabeza que supo perfectamente agarrar.
-Haré como si esto nunca ha pasado.
-Antes te enojabas porque yo te invitara a un antro a media madrugada y ahora te escabulles como delincuente.
-No lo hago.
-Si lo haces.
-Nuestro ultimo encuentro fue hace semanas.
-Lo sé, pero pareces tan feliz y no estas estresada con facilidad así que pienso que alguna especie de telepatía sexual tienen los dos.
-Solo es nuestro amor en el aire.
-¡Oh si claro! – dijo con sarcasmo.
-Bueno, seguirás ahí tratando de descifrar mi vida sexual o me vas a ayudar con la lista de invitados.
-¿Para eso me llamaste?
-Has llegado solo a mi habitación.
-Es cierto. – hizo una mueca. – creo que es la costumbre al llegar al palacio, por cierto. – se sentó a mi lado. - ¿Dónde van a vivir después de que se casen? Sé que el no tiene título, y se supone que solo las personas con títulos deben vivir en el palacio, ¿Vivirán separados?
-No, ya lo platicamos una vez y llegamos a un acuerdo de que viviremos cerca del palacio para que yo pueda atender mis asuntos mientras él hace los suyos.
-¿No crees que eso será darle oportunidad a la prensa de invadir tu vida privada?
-Aún no pensamos en los detalles, pero estamos buscando una manera de que todo sea para bien.
-¿Has hablado con la familia de James?
-¿Por qué debería hacerlo?
-Es que he querido que la abuela de James me recomiende nuevos sitios, ella conoce más Italia y deseo buscar nuevas conquistas.
-¿No piensas cambiar verdad?
-Eva, la vida se hizo para disfrutarse no para casarse a los 23.
-Cuando encuentras a tu amor verdadero, te casarás cuando creas que no la quieres perder nunca.
-Pues no me ha sucedido.
-Porque no te has fijado en las mujeres más que para tener sexo. Si quieres ser su amante debes ser uno que las trate bien, no solo para sexo y ya. James me enseño que los amantes no solo se basan en compartir orgasmos, sino que deben amarse mutuamente.
-Por favor. – rodó los ojos. – ahora pareces una maestra de literatura inglesa, ¿Eres una especie de Jane Austen?
-Nicolás no se trata de querer venderte la idea del amor, sino que en verdad busques a alguien con quien compartir tu vida.
-Por el momento no, además mi hermano es el que debería buscarse a alguien, míralo es el futuro rey y aun no se le conocen novias, yo estoy igual que los reporteros, estoy buscando la exclusiva.
-¿Por qué evitar hablar de amor y compromisos?
-Porque no es para mí y punto. ¿Quién es el señor William Astorga? – Cambio el tema y yo hice lo mismo.
-No conozco a casi nadie, más que a las personalidades de alto rango, creo que dejaré que la abuela invite a los que desee y solo agregaré a las personas que conozco.
-¿Invitarás a trescientas personas? – Miró el número de hojas.
-Esos solo son los números de las personas que al parecer conoce la abuela. ¿Me ayudaras o no?
-¿Tengo algo mejor que hacer? ¿Cómo debo ayudarte?
-Si reconoces a alguien y crees que debe ser invitado por favor paloméalo.
-¿Tienes un lapicero? - Le indique que al lado de mi cama en el primer cajón se encontraban dos lapiceros más. Tomó uno y regresó a su lugar. - ¿Cómo usas esto? No abre.
Lo mire y en sus manos no tenía el típico lapicero. Me alarme, en manos de Nicolás aquello no podía estar. Se lo arrebate.
-¡Oh no! Ese no sirve lo enviaré a que lo arreglen. – Caminé rápidamente a mi cajón y tomé un lapicero normal, guarde el otro y rece para que Nicolás no hiciera más preguntas.
-¿Los lapiceros se envían a un lugar de mantenimiento? ¿No se desechan y ya?
-Es un lapicero valioso. – Le entregue el nuevo - ¿Podemos seguir con nuestra tarea? – Cambie tema.
-¿Viste esto?
Me señaló la lista de las familias reales. Frederick estaba incluído.
-No puede ser. – Leí su nombre completo y mi cerebro se puso en estado alerta.
-¿Le has dicho a la abuela que recibiste amenazas de él?
-No estoy segura si hayan sido de él o del primo de James, no puedo imaginarme a otra persona que quiera hacer daño más que ellos dos, así que sería acusarlos sin pruebas.
-Eva una amenaza es un peligro, venga de quien venga, ¿No has recibido alguna otra?
-No te lo puedo ocultar, he recibido dos más.
-¿Y qué esperas para decirlo a la monarca?
-Nicolás, solo son amenazas en correos electrónicos.
-Eva, las amenazas son amenazas, sean en donde estén escritas, así sea una pared, un papel, un correo electrónico, hasta estoy seguro de que no se lo has dicho a James.
-No puedo Nicolás, no quiero que se preocupe, estamos bien, ambos somos felices, no quiero alarmarlo.
-Eva, me preocupa a mí, eres mi prima, casi mi hermana y aunque a ti no te lo parezca, yo sí creo que con muy peligrosas.
-Sé que debo decirlo, pero por favor, siento que las cosas van bien con lo de mi matrimonio así que te pido que aun me guardes el secreto.
-Eva te apoyo solo porque no quiero que te estrés con todo esto, lo estas llevando bien. Pero si no dejan de llegarte tendré que hablarlo, no podemos dejarlo pasar.
-¿Y como se supone que ahora le diga a James que él estará en nuestra boda?
-No puedes no invitarlo se levantarán sospechas, solo queda que ambos sepan llevarlo.
-James se molestará. Lo conozco.
-¿Has visto esto otro? – Recordó el nombre del primo de James.
-Esto no puede ser.
En la lista de James estaban incluidos miembros que no conozco, pero el menos esperado, estaba en los seis primeros Mathews Diamond, me imaginaba la reacción de James al notificarle. Esto no podría ser peor.
-¿Lo eliminaran de la lista?
-No lo sé, James y él no tienen buena relación, pero su abuela ha insistido en nuestro compromiso que debemos invitarlo, es el otro nieto y James ama mucho a su abuela como para no hacer lo que le pida.
-Pero el también te ha amenazado.
-Lo sé, fue quien envió las flores negras en el anuncio del compromiso, James dijo que no me preocupara por él, pero en realidad no temo por él, temo por lo que pueda hacer James.
-¿Entonces? Recuerda que máximo tienes dos días para verificar esto.
-Lo tengo que hablar con él.
Mi celular comenzó a sonar y la pantalla se iluminó con su nombre.
-Cariño, ¿Lo sabes ya?
-¿La invitación para tu primo?
-Si. He dicho que lo eliminen de la lista, no aprobaré que él este cerca.
-James, pero también es nieto de tu abuela. ¿Sabes lo que causará para ella esto?
-Lo comprenderá la conozco.
-James tu abuela no tiene la culpa de lo que pasa entre ustedes y no puedes privarla de ver a toda su familia reunida.
-Ese idiota no es mi familia. – su tono de voz era amenazador.
-James, debemos ser serenos, no es la única persona que asistirá.
-Lo he leído también y lo he tachado.
-No podemos no invitarlo, es de la monarquía y ellos deben acompañarnos, nunca se ha omitido sus participaciones.
-Charlotte, no quiero que nadie nos arruine ese día.
-No pasará si les restamos importancia a su presencia. Solo debemos mantenernos serenos.
-Entonces... ¿Lo has decidido ya?
-Si, además no conozco a la mayoría de las personas, así que lo dejaré en manos de la reina, solo añadiré a quienes creo deben acompañarnos. ¿Deseas agregar a alguien?
-Si he marcado unas diez personas más, son gente de la empresa que siempre me ha apoyado.
-Bien, entonces avisaré que la abuela tiene la última palabra. Tengo que dejarte, te amo.
-Y yo a ti pequeña.
Nicolás rodó los ojos.
-¿Pueden dejar de ser tan cursis?
-¿Es Nicolás cierto? – James rio.
-Si, me acompañaba a escoger a los más adecuados, pero él tampoco los conoce.
-Hombre buenas cogidas también estoy de acuerdo en no invitarlos, pero tu prometida ha denegado. – grito para el auricular.
-Gracias por apoyarla.
-De nada hombre buenas cogidas, hasta he visto que le ha cambiado el semblante. ¡Lo haces estupendo!
-¡Nicolás! - Escuché reír a James. – Debo colgar, lo siento.
-Adiós cariño, te veré pronto.
-Y yo a ti. – colgué.
-¿Siempre serás tan inoportuno? – Pregunté a Nicolás.
-Si. – contestó sin pensarlo.
-Acompáñame mejor a entregar esto a la reina, después iremos a mi prueba de calzado.
-¿Por qué debo acompañarte si se supone que solo van las damas de honor?
-Porque mi dama de honor no puede venir y mi madre está ocupada con algunos papeleos.
-Solo es una prueba de calzado. No veo tanta dificultad.
-Hay diez pares diferentes y debo escoger el adecuado. ¿Sabes que significa eso para mí? Indecisión.
-Solo estas cosas les pasan a las mujeres.
Caminamos fuera de mi habitación y con quejas me acompañó.
-¡Hola! ¿Cómo están?
Susana y Sebastián estaban conectados detrás de la pantalla.
-¿Cómo van los preparativos?
-Bien Susana, hemos avanzado con el buffet, los zapatos y los arreglos.
-Perdónanos por no estar ahí.
-No hay de que preocuparse, por el momento estoy contando con el apoyo de James, lo estamos llevando bien.
-Es raro no decirle profesor. – Sebastián concluyó.
-Lo sé, a veces me cuesta trabajo.
-¿Ya has diseñados nuestros vestuarios?
-He pedido que los hagan de acuerdo con su personalidad Susana. Tal vez les llegue un boceto pronto, recuerden que todo esto debe ser en secreto.
-Lo se nena. Por cierto, ¿Si podré estar en tu séquito?
-Lo lamento Sebastián, sabes que en la realeza no es posible. Pero aun así te enviaré tu traje, te dije que corría por mi cuenta.
-¿Puede ser algo fuera de lo básico? Me aburre el negro.
-Tranquilo. Solo será necesario para la iglesia y la recepción en la gala de la noche puedes usar algo más tu estilo.
-¡Perfecto!
-¿Cuándo nos enseñaras tu vestido de novia?
-Lo lamento será únicamente secreto, solo las tres mujeres del palacio pueden verlo, es arriesgado que más personas lo conozcan.
-Un adelanto nada más.
-El boceto está en construcción estamos haciéndole modificaciones porque quiero que sea especial.
-Nos tendremos que quedar con las ganas Susana.
-Seguiré exigiendo tener una exclusiva.
-Les mostraré algo pequeño la próxima vez tal vez.
-¿Cuándo será la próxima vez? Sabes que el horario es un desastre.
-Si me cuesta mantener la agenda algo libre por estas horas, yo les avisaré con anticipación, ¿Cómo van con sus nuevos horarios de trabajo?
-Soy el asistente de mi padre. – respondió Sebastián sin ánimos.
-¿Es algo bueno no? Así aprendes muchas cosas.
-Es exigente no lo puedo negar, no me trata como su hijo y eso lo agradezco, pero el corto tiempo que tengo para almorzar no me basta. Y si fuera poco salimos menos a fiestas. Es la parte dura.
-Bueno, eso es trabajar, no podemos ir en contra del sistema. ¿Qué tal tú Susana?
-Estoy bien, por fin he conseguido empleo en una empresa industrial, por el momento soy la asistente de coordinadora de los eventos masivos, no es algo tan relacionado a la carrera, pero puedo decir que aplico pequeñas cosas.
-Hablando de la carrera, ¿Sus títulos ya están listos?
-En dos semanas nos hablaran para ello, ¿El tuyo como va? Estudiaste casi toda tu vida como para no tenerlo ahora.
-Me lo dieron hace un mes, lo tuve que terminar en un examen general. No había más tiempo para seguir con las clases.
-Por supuesto, ¿Cómo no lo aprobarías? Eres la princesa y además tienes a un profesor sabelotodo a tu alcance.
-No son ventajas, pero ayudan, debo aceptarlo.
-Mi hora de comer ha terminado chicos, debo regresar. Nos hablamos luego.
-¡Suerte en el trabajo Susana!
-Ya que hemos quedado nosotros solos dime algo.
-¿Serás ahora el inquisitivo Sebastián?
-Si, estamos solo así que puedes mostrarme el vestido. – Sonrió ampliamente.
-No lo haré, lo siento ha sido decisión propia que esta se mantenga en secreto.
-¿Ni un poquito?
-Sebastián lo he dejado claro ya. – reí. – a la próxima les mostraré a ambos un poquito, les aseguro.
-Eres una persona egoísta.
Escuché una voz en la otra línea.
-Creo que es hora de ir a trabajar, lamento interrumpir.
-Es mi padre, lo he dicho ya es exigente. Besos Charlotte, cuídate niña.
-Gracias, saludos a tu familia. Los extraño hasta la próxima.
Diciembre.
-¿Estas segura que así lo deseas?
Papá, mamá y yo teníamos una reunión privada.
-Si, creo que es mejor.
-¿Lo has hablado ya?
-No, pensaba en primero llegar a un acuerdo con ustedes y al final poder decirle a la reina.
-Creo que es un acuerdo justo, aunque lo he dicho ya y te he aconsejado antes mi niña, en la realeza está escrito que los prometidos no pueden pasar festividades, ni eventos de la familia real hasta mantener su unión matrimonial.
-Lo sé papá, pero correré el riesgo, además si eso llega a suceder, accederé al plan B que es unirme a ustedes y a mi hermano.
-No puedo creer que ustedes hayan crecido. – mamá comenzaba a estar al borde de las lágrimas. – tú y tu hermano han hecho su propio camino, eso me llena de felicidad.
-Lo sé madre, hemos crecido. Y aunque al principio fui egoísta con la relación de David, al fin he comprendido lo que él trataba de decirme.
-¿James está notificado de lo que harás?
-Si papá, él y yo lo hemos hablado antes y aunque el fue quien se resistió por las represalias que pudiese tomar la abuela, terminó aceptándolo.
-Charlotte, espero que todo sea para bien, por su felicidad.
-Yo también papá, no pensé en vivir este momento de alegría.
-Te lo mereces, has sido una chica que solo emana amabilidad.
-Es porque ustedes han sido mi mejor ejemplo para seguir.
El celular de papá sonó y se disculpó, debía atenderlo.
-Charlotte, ¿Sabes que debemos partir cierto?
-Si mamá, papá platicó conmigo noches anteriores, es importante que estén de manera física en Canadá.
-Así es cielo, pero no quiere decir que dejaremos de estar al pendiente de ti y si nos necesitas tomaremos el primer avión para regresar a tu lado.
-Tranquila mamá, sé que serán dos semanas hasta que nos volvamos a ver, puedo lidiar con ello, hace un año me quedé sola por siete meses aquí y mírame ahora, sé manejarlo, con dificultad, pero trato de hacer las cosas bien.
-Has crecido tanto que me cuesta trabajo reconocer el cambio, antes eras mi pequeña y ahora ya eres toda una mujer a punto de casarse, estos meses han pasado rápido y aun faltan.
-A mí también me ha costado trabajo mirar todos los cambios por los que he pasado. Aún no me lo creo, siento que todo es un sueño y me da miedo despertar.
-Te aseguro que no es un sueño, es tu vida real y la has moldeado de manera tan ordenada que todo parece un cuento de hadas, has crecido tanto, tu madurez se percibe fácilmente.
-No siempre, aún tengo pequeños defectos.
-Todos los tenemos, si fuésemos perfectos, ¿Qué caso tendría la vida?
-Ninguna.
-Así es cielo. Nuestra vida no siempre debe ser perfecta.
-Altezas. – Leticia dio una reverencia por mi madre. – Lamento la interrupción, pero su alteza real princesa Eva, tiene una reunión en cinco minutos.
-Enseguida voy.
-Ve cielo, recuerda, el deber es primero. – Mi madre me abrazó y me besó la frente. Hice lo mismo y acto seguido caminé al lado de Leticia.
-Agéndame por favor una reunión con la reina lo más pronto posible.
Leticia comenzó a teclear en su iPad.
-¿Tema en específico?
-Es un asunto urgente y privado.
-Lo he enviado, en cuanto me notifiquen la fecha y hora se lo hago saber.
-La reunión la necesito para ayer.
Entré a la nueva sala y Leticia caminó en sentido contrario, sabia que lo que debía decirle era mas que urgente.
Dos horas más tarde, iba camino a encontrarme con la reina. Caminaba lo más rápido posible, esta vez el asunto que debíamos debatir era importante y no dejaría que algo más se interpusiera.
El mayordomo me presentó y solo quedamos la abuela, su secretario y yo en la oficina privada. Hice una reverencia al verla.
-Me han dicho que tienes algo importante, ¿De que se trata?
-Es privado. – Mire fijamente a su secretario.
-Puedes retirarte.
Su secretario dejó los papeles que sostenía y se marcho con reverencia.
-Ya puedes hablarlo, me imagino que es muy delicado, ¿Es algo sobre fondos fantasma?
-No, es sobre mi vida.
-Eso no es de importancia, ¿Me has pedido dejar mis asuntos por un nuevo capricho?
-Abuela... - Me miro fijamente. – Majestad, no es un capricho. He pensado mucho sobre las próximas fechas.
-No puede estar la familia del señor Acker en la cena navideña y fin de año.
-Quiero pasarlo con él.
-Es inaceptable, no pueden compartir fechas hasta que se casen.
-Seremos familia en pocos meses, no creo que esto sea un problema, estamos comprometidos.
-Pero no hay un vinculo que los una, es inaceptable.
-¿Por qué? ¿Por qué últimamente todo lo que hago o digo para ti es inaceptable?
-Eva, somos una institución que ha sido respetada por años por mostrarse fuerte y muy consolidada a sus tradiciones y protocolo.
24 de diciembre.
La puerta sonó. Cerré la pequeña maleta y abrí la puerta.
-¿Estas lista para irnos?
Sonreí al verlo con ropa informal.
-Mucho más que lista. – Tome la maleta.
James se hizo cargo de llevar la maleta y me tomó de la mano.
-No creo poder acostumbrarme a esto.
-Estar contigo ha sido la cosa más maravillosa que me ha sucedido.
Un mayordomo se acercó para llevarse la maleta.
-Mi madre esta encantada de volver a verte y mis sobrinos aún más.
-Tu familia me hace bien, me siento bien recibida y estoy agradecida por ello. Tengo que despedirme antes de mi abuela no me gustaría irme sin avisarle.
-Te acompaño.
Llegamos a la sala privada y la abuela se encontraba firmando papeles.
-Majestad. Me marcho ya.
La abuela dejó sus gafas y se levantó de su escritorio. Le proporcioné dos besos en la mejilla e hice reverencia. James hizo lo mismo.
-Confío en tu palabra Eva.
-Así será abuela.
-Puedes marcharte.
Nuestra salida del palacio fue discreta, los guardias de seguridad nos siguieron hasta el aeropuerto y nuestros perfiles se mantuvieron en secreto. El avión despegó y sentí tranquilidad.
-James, ¿Estará tu primo presente?
-He hablado con mi padre del tema, pero no hemos podido evitarlo, es nuestra tradición familiar, mi abuela es apegada a ello y desde la muerte de mi tío, mi tía y la escoria de Mathews han estado presentes en nuestra cena de navidad y año nuevo.
-¿Qué podemos hacer? Luché por compartir esta fecha con tu familia, porque sé lo importante que es para ti estar al lado de tus seres queridos, pero tengo la angustia de que tu primo nos juegue sucio de nuevo.
-Tranquila, me he encargado de ello, la residencia está protegida por elementos de seguridad, no se permitirá que algún fotógrafo este escondido o estén volando un dron, a la familia se la ha pedido que vuelva a dejar cualquier aparato telefónico o lo que pudiese captar imágenes en privado.
-¿Han firmado un nuevo acuerdo de confidencialidad?
-Si.
-James me siento mal por eso, ellos no deberían hacerlo. Es tu familia.
-Lo sé cariño, pero me importas tú, le prometí a tu padre que no dejaría que algo te hiciera daño o volviese a ponerte en peligro.
-¿Has hablado con mi padre?
-Él me lo ha pedido. Quiso asegurarse que siempre vigilare por ti en estas semanas que no estarán.
-¿Te llego a amenazar de nuevo verdad?
-Llego con un séquito de guardaespaldas, pensé que era una amenaza, pero solo lo hizo en broma, tu padre es un buen hombre, se nota serio, pero es divertido, tomamos unas copas y me hizo prometerle eso, sé que eres su prioridad y ahora también la mía, no pensé que el amor de padre podría llegar a ser demasiado, pero al verlo a él y a mi hermano confirmo una vez más que cuando eres padre de una niña harías lo imposible para que siempre este bien.
-¿Es esta una indirecta para formar una familia?
-Podría ser si solo tu quieres.
-¿Podemos esperar un poco más? Apenas esta comenzando todo esto.
-Esperaremos todo lo que sea necesario, primero quiero disfrutarte antes de compartirte con un ser más.
Me beso y nos perdimos en la cabina trasera del avión.
Tres horas después estábamos llegando a la entrada principal de la casa Acker-Diamond. El número de personal contratado por James rebasaba lo que me había imaginado. La seguridad solo estaba dispersa por unos cuantos metros unos del otro y la casa se encontraba rodeada.
Baje del auto con ayuda de uno de los de seguridad y entre a casa de James más escoltada que en un evento de la realeza.
-¿Qué es todo esto?
-Lo necesario.
-James es más que necesario.
-¡Tío! – Los niños corrieron a sus brazos y él los elevo como plumas.
-Querida Charlotte, un gusto volver a verte. – La mamá de James se acercó.
-El gusto es mío señora.
-Charlotte, ya casi seremos familia. Puedes hasta llamarme mamá.
-Lo lamento es la costumbre. – Me encogí de hombros.
Toda la familia se acercó a recibirnos y el calor de hogar era perfecto. Nos acomodamos en la sala y la familia se inundó en una plática amable. Sin darme cuenta las horas pasaron y la mamá de James nos pidió pasar al comedor. En la comida nada fue diferente, la familia seguía unida y por el momento no había indicio alguno de Mathews, estaba agradecida con ello, pudiese ser que al final no vendrían, todo parecía marchar a la perfección.
Al terminar de comer James nos excusó diciendo que estábamos cansados para poder estar solos por un momento.
-Yo también estuve casada y se que siempre quieren estar enredados, ya se habían tardado. ¿Acaso no es bueno hija? – La abuela lanzó su primer comentario sarcástico.
-Abuela, solo dormiremos un poco.
-Yo también decía eso muchacho. ¿Les han reservado la habitación más alejada? Los niños no deben escuchar.
Mis mejillas comenzaron a tornarse de color.
-Mamá, creo que no deberías meterte en su vida privada. Ten consideración por Charlotte.
-¿Qué Clare? Si es normal tener noches de pasión con tu esposo, o ¿Cómo crees que Damián y Alice tienen tres hijos?
-Abuela, estoy seguro de que esta vez solo descansaremos, tenemos suficiente con los planes de la boda. – Besó la frente de la anciana.
-De todas formas, les he dejado una caja de condones en la habitación.
-¿Qué son los condones? – pregunto Ava, sobrina de James.
-¡Mamá los niños! – Clare la regañó.
-Tú papa sabrá explicarte, bombón.
James rio, al ver la cara de conflicto de Damián y nos escabullimos de ahí.
-Creo que no podré acostumbrarme a tu abuela. – mencioné sin más.
-Si, me di cuenta de que volvías a sonrojarte. Solo piensa que es una versión más adulta de Nicolás.
-Pero es diferente, Nicolás es mi primo y me llevo con él, a tu abuela le tengo respeto, no puedo ser igual.
-Con el tiempo te acostumbraras ya lo veras.
Esta vez solo nos enfocamos en recostarnos un momento antes de la cena navideña. Ambos abrazados mirábamos el techo de madera. No podía pensar en mejor vida.
-¿Quién lo diría? Esta es mi primera navidad que traigo alguien a casa y lo mejor de todo es que pronto se convertirá en mi esposa.
-Esto es solo nuestro comienzo. Quiero envejecer a tu lado.
-Y yo al tuyo cielo. No tengas duda, que no te dejare ir nunca.
Nos quedamos tumbados en la cama hasta dormirnos o bueno eso sucedió en mi caso. Desperté por sus suaves caricias y me indicó que era hora de comenzar a prepararnos, la casa estaba en silencio absoluto probablemente el resto de la familia estaba haciendo lo mismo.
Tome una ducha y comencé con el maquillaje, aquello debía ser sutil, no exagerado, no estaba en una fiesta privada con grandes celebridades, solo era la familia, me ondule las puntas del cabello y lo dejé suelto, el invierno estaba presente a través de la ventana los primeros copos de nieve se hicieron notar.
James salió del baño con la toalla enredada a la cintura. Su escultural cuerpo estaba luminoso bajo las luces de la habitación, era una perfecta tentación de la serpiente en el paraíso.
-¿Estas disfrutando de la vista? – pronunció frotándose una toalla en el cabello.
-No creo aburrirme.
Se puso la toalla en el cuello y miró hacia la ventana.
-Me refería a la nieve. - Me convertí en un tomate. Se acercó a mi silla y puso su mano a ambos lados – A sí que, ¿Te gusta lo que ves? – Se acercó un poco más.
-Puedo decir que no solo me gusta, me apetece.
Junto nuestros labios en un beso apasionado, fuerte y sin decencia. Nos separamos con las respiraciones aceleradas.
-Me pones como un crío en plena adolescencia.
-James no podemos ahora, nos esperan abajo.
-Si no valorara el esfuerzo que has hecho con tu peinado y maquillaje ahora mismo te tendría debajo de mí, pero no soy un egoísta, así que solo por estos momentos mantendré mi cordura a raya.
Me dio un último beso y procedió a cambiarse. Mientras arreglaba un poco el maquillaje de los labios, miraba a través del espejo cada uno de sus movimientos, dejé de hacer mis cosas y como si de una escena de película se tratase todo me pareció ir en cámara lenta, se abrocho la camisa, los pantalones, se puso los calcetines, se amarró la corbata y se calzó los zapatos. Nuestros ojos chocaron en el cristal y me sonrió coquetamente. Se acercó a mí de nuevo y pensé en que tardaríamos más al bajar, tomó el peine y comenzó a arreglarse el cabello, como novata de secundaria al mirar a un hombre sexi no podía quitarle la mirada, cada movimiento me tenía atrapada.
-Deberías apurarte, mi abuela vendrá pensando que estamos haciendo algo malo.
Salí de mi transé y fui en busca del vestido. Él se puso la americana, se roció un poco de perfume y se colocó el reloj de mano.
-¿Seguirás mirándome? Porque si es así creo que debería cambiarte.
-No, no, no... estoy bien, solo que... no me acostumbro, ¿Sabes?
Se acercó y me tomó de las mejillas.
-Pues futura señora Acker debería comenzar a creerse que a partir de ahora compartiremos habitación mas a menudo y que si sigue con los ojos clavados en mí, me temo que no podré resistirme y la terminaré tomando antes de que podamos salir de la habitación. – Me besó. – Iré a verificar que la seguridad siga en orden, así puede que te alistes sin distracciones. Te veo en cinco minutos.
Me besó la frente y salió. Reorganicé mis ideas y volví a enfocarme a cambiarme. El vestido color rojo con mangas largas, y olanes de la cintura para abajo, eran la elección de hoy. Abroché los botones de la parte delantera y fui en busca de los tacones negros con abertura enfrente. Aplique un poco de la loción de vainilla en el cuerpo, guardes las cosas básicas en la cartera de mano. James regresó a la habitación.
-¿Te he dicho ya que te vez hermosa cada día?
Sonreí.
-Llevo la cuenta y hasta ahorita creo que han sido un millón de veces.
-Entonces iré por dos millones. - Me tomó de la cintura y me sonrió. - No puedo esperar a vivir toda una vida contigo.
-La espera me está matando, pero sé que cuando por fin tu y yo seamos marido y mujer nada me importará más. – Lo besé.
-Creo que es hora de bajar, me he cruzado con mi abuela y me ha insinuado que mandará a poner más condones en la habitación.
-Tu abuela creo que es más peligrosa que Nicolás. – Rei.
Ambos bajamos las escaleras con los brazos entrelazados, la familia se encontraba dispersa en la planta baja.
-Tía Eva, te ves muy bonita hoy – se acercó Ava. – Mi mami también me compro un vestido.
-Es muy hermoso tu vestido Ava y tu lo haces relucir muy bien. Eres la más guapas de todas.
-¡Ya escuchaste Michell! Tía Eva dice que mi vestido es bonito y que soy hermosa. – Le enseñó la lengua a su hermano.
Michell solo le rodó los ojos a su hermana, gesto muy característico de los Acker y escabulló de los incansables gritos de su hermana menor.
-¡Vaya muchachos! Que bueno que han bajado, estaba punto de ir y abrir la puerta, no me importaría que escena seria la que encontrara.
-¡Mamá! - La señora Clare nos halago al vernos. – Los estábamos esperando. ¿Podemos pasar?
James y yo seguimos a la familia a donde sería nuestra, como no podíamos ir al jardín por el invierno, la familia Acker adecuo una de sus habitaciones más despejadas de la casa, aquello era tipo una terraza. La mesa era el centro de atención con los múltiples adornos navideños por todas partes y solo había unos enormes ventanales que nos separaban del exterior.
-No te lo dije antes, pero mi familia todos los años hace un retrato de estas fechas. Si crees que es exponerte al ojo publico podemos no participar.
Le apreté el brazo.
-No te preocupes, si es un recuerdo familia no veo problema alguno.
Toda la familia se acomodó enfrente de los ventanales, aquello sería nuestro fondo maravilloso. Mientras el señor Acker configuraba la cámara en un tripié, la encargada de acomodarnos era su esposa, ella nos pidió ser el centro de aquella foto, ya que éramos los futuros esposos y porque ella consideraba lo mas adecuado, a nuestro lado se encontraban los papás de James, su abuela del lado izquierdo y su hermano con sus hijos del lado derecho.
De nuevo me sentía como una foto oficial o debajo del mandato de la reina, ya que la señora Clare se empeñaba en tener varias fotografías de nosotros dos, posamos abrazados, con su hermano y su familia, en otra solo estaba la abuela con nosotros y una última con los jefes del hogar.
James le hizo una señal discreta a su madre diciéndole que era suficiente, no estaba molesta con aquello, pero si incomoda, aún no podía acostumbrarme a tanta atención con su familia. Las risas y la bienvenida de la noche no pudieron faltar, bebimos copas de champagne y algún pequeño aperitivo.
La encargada de todo Clare nos pidió que comenzáramos a disfrutar del banquete que contrató, su servicio de confianza comenzó a servir la entrada de la noche, los asistentes apenas empezábamos a tomar nuestros lugares cuando una peculiar voz salto a mis oídos.
-¡Familia! ¿Están por empezar sin nosotros?
El corazón se me detuvo y supe que este diciembre sería diferente. Volteé a ver de quien provenía la voz y me quedé helada Matthews estaba tomado del brazo de su madre y de la persona que nunca más volví a creer mirar en mi vida. Lucia Cornell, la estudiante que se empeñaba en hacerme la vida académica en cuadritos.
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