Capitulo 30
-Esta su majestad, su madre y su tía esperándola en la sala de reuniones.
-No hemos terminado, ¿Debemos ir ahora mismo?
-Son las reglas.
Regresé la mirada a los asistentes.
-Señores, si me disculpan tengo otra reunión ahora mismo, esperaré con ansias la próxima mesa de diálogo.
Me levanté y todos hicieron lo mismo, con una reverencia y pronunciando mi título, me pude marchar. Caminé hacia donde se me había indicado y entre dando una reverencia para todas.
-Has tardado. Teníamos un acuerdo. – La reina la miró enfadada.
-Estaba en una reunión con los directivos de tres fundaciones. – Dije tomando asiento en una de las sillas.
-Bueno, ya que está aquí podemos comenzar.
-¿Sobre qué va esto?
-Tenemos que elegir las flores para la boda.
-He escogido con mi madre algunas del jardín, ¿podemos darnos una idea de acuerdo con ellas?
-¿Cuáles fueron las elegidas? – Por primera vez la abuela no se opuso.
-He pensado en que pueden ser rosas, tulipanes, lavanda, mirto... he considerado más bien los colores, me gustaría algo pastel, pero he pensado que al ser primavera debemos considerar tonos fuertes.
-Bueno con su elección de flores me he puesto a diseñar algunas propuestas, ¿Considera verlas? – respondió la florista.
-Claro para eso estamos aquí, ¿Qué tienes para mostrar?
Conectó sus dispositivos a la pantalla que el servicio instaló y comenzó a mostrar la primera imagen, el concepto se trataba sobre los adornos en color salmón acompañados con el rosa pastel y el tradicional blanco sin dejar de fuera el color verde de las ramitas. La segunda imagen, era únicamente colores fuertes, rosa, morado, violeta, vino, el blanco y verde eran escasos. La siguiente imagen mostraba los colores fríos, un verde, azul, gris, eran colores contraste, la combinación era buena, pero más acorde a una boda de invierno. En otra foto los colores de las flores y los distintos tipos de ella eran diferentes entre sí, aquello parecía ser un arcoíris o una fiesta de carnaval, eran bonitos, pero no exactamente lo que buscaba.
La única gama de azul y rosa estaban combinados con el blanco y verde, daban un aspecto veraniego y a la vez de otoño, tal vez la elección de flores de no era la correcta, pero comenzaba a inclinarme por los colores. Mostro colores únicos acompañados con el blanco y verde, pero la abuela dijo que las bodas no podían ser así, que un naranja no podía ir con el blanco, porque sino no solo se alteraría la gama de los colores, sino que aquello no tendría lógica. Por último, nos presentó colores fuertes y no usuales en boda, como el vino, guinda, el morado, etc. Dando una perspectiva diferente en las bodas tradicionales.
-Me parece que los colores no son adecuados, sí es una boda de primavera, pero no debemos olvidar la tradición.
-Bueno, si por lo menos modificamos un poco no crea que sea demasiado la diferencia, además creo que aún debemos seguir en búsqueda de colores. – contrataqué.
-¿Qué flores nos ofrece? – Omitió mi comentario.
-Si majestad... - hizo una señal a sus acompañantes para que nos dieran una muestra de las flores que había traído. – Empezaré con las rosas tradicionales, estas pueden cambiar de color de acuerdo con...
Me concentré en el portafolio que nos había dado con las descripciones de cada flor y su nombre, no pensé que existieran mas de un solo tipo, entre las que pude distinguir estaban la lavanda, las rosas, la gardenia, claveles, orquídea, margarita, narcisos, las peonias y a pesar de que analizaba cada una con detalle y me las imaginaba para mi mejor día no podía elegir una. La florista terminó una hora después de presentar todo su portafolio y nos anunció que mostraría un poco sobre los adornos de cada flor o la combinación de estas.
Otra media hora bastó para definir cada arreglo. Me decanté por adornos de pie para las hileras de los asientos en la iglesia, aunque el color aun no estaba definido, pude visualizar que, si quería incluir el blanco y verde, en especial nuestras flores con mayores votos fueron las rosas, el mirto, las hortensias, paniculatas, peonias, ranúnculo, margaritas, las fresias, y las gerberas.
Mi expectativa de los adornos era una combinación completa, para que así los asistentes pudiesen apreciar de manera más cercana cada una de aquellas que también completaría mi ramo personal. El altar de la iglesia estaría adornado en cantidad de flores, sin opacar a las divinidades religiosas. Fuera de la iglesia en la entrada, esta estaría acompañada de un arco enorme que permitiese observar a la multitud lo bello que era por dentro.
Y aunque no estaba definido el lugar para la fiesta después de la boda, se establecieron los posibles adornos. La mesa de los novios tendría un arreglo floral a mitad de la mesa que se visualizaría con todos los presentes, en cada mesa el adorno central se constituiría de altos jarrones dorados en donde especialmente, rosas, margaritas, gerberas, hortensias, peonias y el mirto serían el principal atractivo.
-¿Será el mismo arreglo para la recepción y la fiesta de noche?
-¿Qué?
-Lo pregunto para tomar en cuenta que debemos mantener las flores lo mas frescas posibles.
-Hija, comúnmente las bodas se realizan en la mañana, a esa hora solo se hace la misa y después una pequeña recepción donde algunos invitados pasan a acompañarnos, se dan las felicitaciones a los novios, se comen aperitivos y se disfruta de un pequeño espacio privado. – Mi madre comenzó a explicarme todo – Y en la fiesta, en esta es un poco más informal, los novios invitan a más personas que tal vez no estuvieron agregados en la misa ni en la recepción y las personas llevan vestidos de noche, tú también por supuesto. Hay música con diferentes ritmos, se sirve una cena y hasta pueden existir fuegos artificiales.
-¿No podemos solo hacer una sola fiesta y que dure lo más que se pueda?
-No, no podemos cambiar las tradiciones. – La abuela contestó.
-Solo decía que, si podíamos hacer una modificación o excepción, no cambiarlo. No me gustaría hacer eso.
-Si me lo permiten, puedo mostrarles cómo se vería un arreglo de noche y si planean hacerlo en el jardín, también tengo opciones dentro del palacio.
Asentí con la cabeza y la florista no perdió tiempo. Me asombre con los múltiples diseños que ella mostró, cada uno me hacia pedir la fiesta en el jardín, todo era un simple cuento de fantasía, flores que colgaban del techo, paredes con luces, adornos sutiles y una infinidad de cosas más. Me maraville con cada uno que elegir fue una opción difícil.
-Si quiere podemos darle tiempo a esto, para que se decida por uno.
-No hay tiempo. – La reina limitó mis pensamientos.
-Bueno, en sí aun no me decido si hacerlo en el jardín o dentro del palacio no lo hemos hablado, pero si es posible, me gustaría que se quedara detallado ambas opciones para que cuando escoja una ya esté lista.
-Me parece correcto. – La modista comenzó a tomar nota.
-Me gustó la idea de un techo completamente de flores en el jardín, me parece fantástico, eso podría ir como en la entrada a donde estaría todo. Si utilizamos carpa me gustaría que de esta colgaran luces de distintos tamaños, como si fuese una cascada cayendo sobre todos, siento que al ser extravagante el techo, el adorno de la mesa central puede ser menos, tal vez un arreglo pequeño.
-¿Qué le parece este? – Me mostro un arreglo que era sobre la mesa y se guiaba como si fuese una sola línea de todas las flores.
-Si me parece bien. Si es dentro del palacio, solo me gustaría algunos adornos de pie en lugares esquinados o intermedios entre mesas, claro que no obstruyan el paso, y que las escaleras estén adornadas en cada escalón, así como los centros de mesa pueden ser los mismos que las que se escogieron para después de la misa, no quiero ocultar el techo la arquitectura me parece muy buena, que debe ser presumida.
Mi madre y mi tía concordaron con mis ideas y me dieron apoyo en que aquello seria mucho mejor que en la imaginación, la abuela parecía no estar convencida, pero esta vez no interfirió tanto como antes.
-Bien, he captado ambos conceptos, nos queda solo conocer si será todo blanco o ¿añadiremos algún color?
Lo pensé detenidamente.
-Necesito ver un boceto donde se involucre el rosa pastel y uno un poco mas clarito.
-De acuerdo. – La florista comenzó a dibujar y asemejar su diseño en una realidad virtual. - ¿Qué le parece?
Me convenció el resultado que terminé aceptando sin decir algo más. La reunión para todas terminó y cada una se volvió a involucrar en sus deberes reales, en mi caso, aun debía asistir a una reunión más, esta ocasión se trataba sobre la comida que se serviría para ese día.
Regresé a mi dormitorio para cambiarme como era la regla, en esta ocasión no necesariamente llevaría un vestido, me puse unos pantalones de mezclilla con una blusa y suéter, zapatos cerrados y el cabello suelto. Camine hacia una sala privada donde el chef tenía preparado platillos de degustación.
-¿Qué haces aquí? - Lo miré llegar a mi lado.
-Me han dicho que debemos probar el menú para nuestro día. – Me sonrió y besó la frente. – Buenos días, me alegro de verte.
El corazón se me derritió.
-Buenos días a ti. También me alegro de verte. – Le sonreí bobamente.
Leticia carraspeó.
-¿Seguimos?
Nos abrieron las puertas de la sala y el chef se encontraba detrás de unas mesas acomodadas en forma de n, lo saludamos a él y a su acompañante y nos comenzó a explicar cada platillo en la esquina derecha nos encontramos con platos principales.
Dijo que todas las muestras dependían de cuantos tiempos quisiéramos en la boda, tantos platos estaban ante nuestros ojos y ya podía considerar que no sería algo fácil de llevar. Probamos el primer platillo y era un tipo de crema, exactamente una crema de elote con papa, en mi opinión no fue la mejor y James estuvo de acuerdo, le faltaba algo para estar mejor.
Continuamos probando el siguiente y el siguiente. Invitamos a Leticia y al secretario de James a ayudarnos a probar, puede que hiciera falta más que dos opiniones. Lo siguiente a probar fue el plato intermedio o segundo plato. Este era mas sencillo solo se trataba de pequeños aperitivos como ensaladas y canapés. Al ver las ensaladas James arrugó la cara.
-¿Es necesaria una ensalada?
-No exactamente señor.
-Que bueno, porque pensé que comeríamos solo eso. – se rio.
-¿Qué tienes en contra de las verduras?
-No me gustaría verlas solo en la boda.
-Pues a mi si me gustan, ¿Podemos añadirlas?
-A su orden alteza.
-¿Es enserio? – James cruzó los brazos y arrugó la frente.
-No – me reí. – Tampoco me gustaría ver la ensalada.
-Por un momento lo creí.
Tomó un nuevo platillo de canapé y dio por terminada el debate de las ensaladas. Decidimos que en vez de ensaladas lo que se sirvieran fueran espárragos envueltos en jamón al horno, junto con tortitas de papa. Diez platos después de diferentes tipos de preparación de canapés entre los cuatro decidimos que el mejor había sido el de langosta envuelto en salmón ahumado con crema de frutos rojos.
La hora de escoger el plato principal había llegado. Y la mesa estaba llena, más que las anteriores. El chef comenzó a describir el primer plato, James y yo solo nos encargamos de degustarlo mientras nos explicaban, pasamos a otro plato y la dinámica era la misma. Habían pasado cinco platos en ser probados y mi paladar comenzaba a confundir sabores, exactamente no podía disfrutar del sabor. El chef recomendó que entonces era mejor debatir la bebida exacta que acompañaría a los primeros platillos, para poder tener una variedad.
En la sala estaban acomodados los mejores vinos tintos, blancos, rosas y el champagne. Yo no tenía conocimiento a cerca de algún tipo de vino, solo me gustaba probarlos; este era de conocimiento completo para James, verlo tan enfrascado con los distintos tipos de vino, era una sensación maravillosa, por fin encontraba algo que le gustaba y no había oposición de la corona por alguna parte.
Me sonreía al verlo embobada cuando él probaba una nueva copa. Sí, él no era solo guapo en un día común, sino también cuando probaba un vino.
-¿Tiene alguna objeción princesa Eva? – Dijo en tono burlón.
-Creo que el vino es un tema de mi interés, ¿Qué le está pareciendo?
-Han sido buenos, pero creo que ya escogí mis favoritos. – Se dirigió al chef. - ¿Cuántos se deben servir?
-Los que desee señor, la mayoría de las bodas reales sirven cuatro o cinco.
-Creo que he escogido los dos primeros.
-Han sido buenas elecciones.
Dejamos los vinos a un lado para seguir con los platos principales, esta vez con un poco de mejor gusto terminamos el total de treinta platos diferentes, escogimos el que nos pareció más adecuado para un medio día y le hicimos añadiduras. Nuestro plato final es el postre. Mi parte favorita sin dudarlo. Al igual que los platos principales, la mesa estaba repleta de postres. Desde las fresas con crema, hasta pequeñas tartas. Sin pensarlo y ni un minuto más de espera. Tome el primer plato, eran macarrons de frutos rojos con champagne.
Pasamos a los pasteles de chocolate y me tenían encantada, sonreía de satisfacción cada vez que introducía la cuchara en los labios.
-¿Está tan delicioso que no lo añadiremos en nuestro menú, cierto?
-Ajá. – Dije sin dejar de comer.
-¿Nos dejarás al por si acaso?
Tomé un poco en la cuchara y se le acerqué a la boca. Hice como si se lo dejara en los labios, pero regresé la cuchara a mi dirección y el se quedó con la boca abierta. Se rio y los presentes le siguieron. Era pastel de chocolate y cuando se come un pastel muy delicioso de chocolate la regla dice que no se debe compartir.
James tomó un plato de fresas con cremas y lo miré, saboreó una fresa y me dejó con ganas de probarlo. Cobró su venganza y me aplicó la misma técnica. Esta vez había sido yo la burla, me miró sonriente y solo dejó una mancha de merengue en mi nariz.
Después de jugar quien tenia un mejor postre en las manos, escogimos el adecuado y lo añadimos al menú. El chef terminó con James sobre la bebida y por fin pensé que había terminado el momento de solo probar y disfrutar.
-Creo que hoy no tendré hambre por el resto del día, hemos probado demasiado.
-Aún no hemos terminado, alteza.
-¿No? – voltee en dirección de Leticia.
-No, aún debe elegir su menú de noche.
-¿De noche? Pensé que... - James intervino.
-Te lo explicaré después. – Mire a James - ¿Seguimos?
-Vamos por la segunda ronda entonces.
Iniciamos de nuevo nuestro primer proceso, pero esta vez fue más fácil, ya conocíamos el sabor de cada plato y solo descartábamos aquellos que no nos convencieron.
Menú del banquete de bodas medio día.
Plato de entrada.
Crema de elote
Canapés de langosta.
Intermedio.
Espárragos envueltos en jamón con puré de papás.
Plato principal
Salmon al horno con judías verdes, tomate, Cherry
Rosbiff acompañado de pure de papa, chiviria asada, zanahoria baby, guisantes y salsa.
Postres
Macarrons de frutos rojos con champagne.
Tiramisú
Menú del banquete de bodas nocturno.
Plato de entrada.
Salmon ahumado con verduras.
Timbal de mariscos.
Intermedio
Camarones empanizados con salsa de tomate
Mil hojas de manzana y queso
Plato principal.
Solomillo de ternera acompañado con verduras asadas y salsa de chipotle, con puré de papas.
Filete de cordero con especias y salsa de tomillo.
Postre
Tartaleta de frutos rojos con salsa de fresa.
Cassatta.
Gelato de vainilla con sirope de chocolate y fresas, arándanos.
Bebidas para ambas ocasiones.
Vino blanco
Le fure'l contineux 1845
Chartoniel abrassor 1999
Vinícola Sicilia 1950
Vino tinto
Romaneé continental 2000
Altta Fantasya 1803
Blué tettié 2000
Champagne
Möet Gold 1999
Rousee Gustav 1890
Champagne royal Italy 1650
Repasamos nuestro menú una vez más y estuvimos de acuerdo en lo que se había elegido. Por primera vez después de todos los conflictos con la abuela y sin su intervención me sentía feliz, la boda si comenzaba a sentirse nuestra.
James y yo salimos de aquel salón y nos tomamos un tiempo antes de despedirnos.
-¿Nuestros encuentros serán ahora así?
-¿Cortos y solo para la boda? Me temo que sí.
-Odio pasarme días lejos de ti. ¿Cuándo podremos ser solo tu y yo?
-Me temo que hasta la boda.
-¿Por qué no puede ser ahora?
-Es el protocolo.
-Me contengo por ti, sino ya hubiera mandado todo al carajo.
-Somos dos.
-¿Por qué no nos escapamos y nos casamos lejos de todo esto?
Rei ante sus ocurrencias.
-James sabes que no podemos hacerlo, la abuela nos encontraría donde fuese.
-No lo creo, conozco lugares recónditos que a tu abuela no se le ocurrirían.
-¿Por ejemplo?
-Mi habitación.
-¿Esa es tu idea de escondernos y casarnos? O ¿Es una invitación para pasar la noche?
-Creo que ambas cosas. – me besó.
-Alteza, señor... Lo esperan en el auto. – Un mayordomo nos interrumpió.
-Voy enseguida. – Respondió James.
-Creo que es todo por hoy. – sonreí a medias.
-Espero poder estar aquí mucho antes de lo previsto, no soporto seguir apartado de ti.
-Tranquilo cariño, los días pasan volando.
Nos despedimos con un beso apasionado lleno de promesas y cada uno regresó a sus agendas individuales.
Noviembre.
-¿Estás segura que mi abuela lo ha dicho?
-Si alteza, hoy será el día de una reunión exclusiva, el señor Acker ha llegado.
-¿Está con ella solo?
-No, su majestad espera que ambos estén en la sala para su espera.
Abrió las puertas dobles y sonriente llegué al lugar de James.
-Me acaban de avisar que has llegado, ¿Por qué tan formal?
Su traje de dos piezas me traslado a viejos tiempos, a aquel dominante profesor que no soportaba el incumplimiento de ordenes y mucho menos que se le negaran cosas.
-Pensé que te lo habían dicho ya, hoy se definirá mi título en esta familia.
-¿Lo has pensado bien?
-Creo que sí, lo he platicado muchas veces con Sergio y aunque sé que debí decírtelo, bueno hoy lo sabrás.
-Por favor, dime que no aceptaras servir a la corona y dejar todo lo que has logrado, por favor, James no lo hagas por mí.
-Tranquila cielo, sé que es lo mejor para ambos.
-James...
-Buenos días.
Mi abuela entro y ambos la recibimos con una reverencia. Al lado de ella se encontraban otros dos señores de confianza con uniforme militar y un mayordomo que cargaba la espada con la cual se daban los títulos nobles, al lado de esta la insignia de la casa real.
-Señor Acker, ¿Está listo? – La abuela se escuchaba tan serena que no podía descifrar que pasaba en realidad.
-Si, majestad.
Caminó al frente y se hincó ante ella en un pequeño banco. Miré ajena a todo lo que podría pasar.
-Señor James Acker Diamond, ¿Renuncia a todo su derecho como ciudadano italiano para servir únicamente y siempre a la corona italiana?
Lo vi cerrar los ojos y suspirar, no podía creer aquello, James no estaba preparado únicamente para servir a la corona, él tenía una vida afuera de estas paredes y si casarse conmigo era renunciar a ello no se lo permitiría.
-No majestad, no renuncio.
Solté el aire que contenía, mi corazón se alivió, pero a la vez se alteró. Esta decisión podría hacer que las cosas se volviesen difíciles en la relación.
-¿Es usted consciente que su decisión no le otorgará beneficios de la corona?
-Si majestad.
-Por la ley que se me concede, le otorgo – levantó la espada y la puso sobre un hombro. – el derecho de mantener su vida empresarial – movió la espada al otro hombro. – en nombre de la casa real italiana – le dio la espada al mayordomo y miró fijamente a James. – lo nombro miembro de la familia real como esposo de la princesa Eva de Italia, señor James Acker Diamond.
Mantuvo la cabeza mirando al suelo hasta que la abuela terminó de hablar. Se levantó le estrechó la mano a la reina e hizo una reverencia. Se mantuvo en su lugar hasta que la abuela y sus acompañantes se retiraron.
-¿Por qué lo has hecho?
Me tomó entre sus brazos.
-Porque es lo que debía hacer.
-Pero... pero... ¿Sabes de que trata esto verdad? ¿Sabes que sucede ahora cierto?
-Si cariño, sé lo que pasará y no me preocupa.
-James... - por alguna estúpida razón mis emociones cambiaron a tristes. – creo que hubiese sido peor si hubieras dicho que aceptabas ser príncipe y vivir bajo todo esto.
-Cariño, lo pensé por un momento, pero me pregunté ¿De qué serviría? Ambos hemos vivido fuera de todo esto y creo que ha sido la mejor de todas las opciones de la vida.
-¿Ahora qué pasará con nosotros?
-Por el momento creo que me tendré que ir de aquí.
-Lo sé, pero esto nos pone en un distanciamiento mucho más difícil de lo que era antes.
-Pero no puedo quedarme, así lo marca la corona.
-A veces siento que cuando estamos a punto de avanzar, retrocedemos dos pasos y eso me molesta.
-Tranquila no me iré lejos, encontré una villa cerca, solo nos separan una hora y media de camino.
Suspiré resignada.
-Prométeme que, aunque estemos lejos podremos estar en contacto.
-¿No he dicho ya que aunque me quieran separar de ti siempre encontraré la manera de regresar a estar a tu lado?
-¿Sabes qué? Vámonos, vámonos de aquí.
-¿Qué has dicho? ¿Estás segura?
-James llevamos casi tres meses sin estar juntos y no puedo con ello, sé que esto me traerá problemas, pero prefiero arriesgarme a estar separados una vez más.
-Charlotte, no quiero que esto sea una discusión con tu familia, deseo lo mejor para ti, ¿Qué te parece si solo planeamos esto como una visita al lugar donde me quedaré?
-Ya me importa poco lo que piense mi abuela.
-Señor Acker. – Sergio interrumpió. – Debemos marcharnos.
James apretó mi mano y avanzó conmigo a la puerta. Nos detuvimos en el auto. Me indicó subir primero y el chofer con los guardias nos miraron asombrados.
-¿Alteza? – Sergio intervino.
-Los acompañaré.
-Pero su majestad...
-No importa corro con el riesgo.
Tomé mi lugar en el auto y todos parecieron esperar órdenes. Sergio señaló con la mirada de aprobación y el equipo de seguridad se multiplicó. Nuestro chofer y guardia se pusieron en marcha, Sergio y los demás nos seguían detrás.
-¿Estas segura de esto?
-No había estado más segura antes. ¿Has conseguido la villa tu solo? – Cambié de tema.
-Será nuestra estadía por el momento, he pensado en una nueva casa para ambos.
-No creo que sea necesario gastar.
-Charlotte, sé que las propiedades de la familia real son varias, pero me gustaría poder darte algo... ¿Sabes?
-James, contigo lo tengo todo y no hablaba sobre las propiedades de la familia, sino que... de las tuyas, sé que tienes las de Canadá y no dudo en que puedas tener en otra parte del mundo, pero no creo necesario comprar otra, me basta con tener una casa pequeña, así solo te tengo para mí.
-Solo... ¿Déjame consentirte sí?
-Contigo siempre cariño. – lo besé.
Llegamos a nuestro destino y como si se tratara de una emboscada o de trasladar el objeto mas preciado de todo el mundo, todos los guardias bajaron de los autos y nos vigilaban cada paso que dábamos. Sergio abrió la puerta y nos hizo entrar. Me detuve para verlo.
-Nos quedaremos solos, no hay peligro. Nos iremos cuando lo decida.
-Pero, alteza...
-Lo siento Sergio.
Le cerré la puerta en las narices y solo quedamos dentro de la gran casa James y yo. Aquel lugar tenía años de antigüedad. Estaba construida de ladrillos, techos altos y un sinfín de pinturas de la época del romanticismo por todas las paredes. El pasillo de la entrada era largo, la sala abarcada una gran cantidad de metros cuadrados aproximadamente para quince personas.
-Esto es demasiado grande, ¿Por qué has decidido esto?
-Exactamente no lo he decidido.
-¿Lo pagará la corona?
-No. Lo pagaré yo, solo que me dieron las opciones y dentro de ellas esta me pareció la más lejana del mundo mediático y siento que permaneceré con algo de paz y tranquilidad a parte del anonimato. ¿Te gusta?
-Es un poco antigua, con el palacio me basta. ¿La has comprado? – La idea me cruzó por la cabeza.
-No, aún no, deseaba saber si era de tu agrado, y he acertado en que deseabas algo más.
-James... no es necesario.
-No volvamos a lo mismo ¿Sí?
-Tienes razón. Aprovechemos este momento.
-¿Tienes algo en mente?
-Si, muchas cosas.
Lo besé y él mantuvo sus manos alrededor de mi cintura. Profundice nuestro beso. Me tomó por sorpresa y me cargó en sus brazos. Avanzó por las escaleras y llegamos a lo que parecía la habitación principal.
Sutilmente me dejó en la cama y comenzó a dejar besos por todo el cuerpo. El vestido de tirantes se desvaneció. Desde mi posición admiré su maestría para quitarse la ropa de manera sexi, acaricio cada parte de mi piel y la saboreo.
La unión de nuestros cuerpos fue delicada, ambos nos admiramos, el calor no invadía, bajó a mi vagina y comenzó su danza de placer, lo tomé por el cabello y lo guie a un ritmo placentero. Curvé la espalda en resignación, lo vi sonreír y acto seguido dos de sus dedos estaban dentro.
-James por favor... - supliqué. – No soy de cristal.
-¿Me dejarás complacerte por hoy?
-Si, pero... - sus dedos comenzaron a estimular el clítoris al mismo tiempo. – necesito más.
-Iremos a mi ritmo ¿Sí?
-No. – Contesté con la mente nublada.
-¿Qué has dicho?
-James por favor.
Sus dedos salieron de mi interior y sentí un vacío. Me recargué sobre los codos y lo miré. El me miró.
-¿Qué deseas?
-A ti, en este momento.
Se colocó un condón.
-¿Dónde me quieres?
-Adentro.
Me embistió de manera rápida. Gemí de dolor y placer.
-¿Y ahora?
La cara se me puso roja de la vergüenza y con voz más débil pronuncié.
-James, por favor no me hagas esto.
-¿Hacer qué? Cariño me has pedido que haga algo, dime, ¿Qué debo hacer ahora?
-James... - desvié la mirada. – Solo...
Me tomó de la barbilla e hizo que lo mirara directamente a los ojos.
-No debes tener vergüenza de pedirme lo que quieres, sabes que estoy aquí para complacerte. Tener sexo es un acto de amor entre dos personas y no debemos avergonzarnos. Hemos compartido cama varias veces y si no me dices que deseas ahora mismo tendré que dejarte sola.
Sin pensarlo dos veces respondí.
-Hazme tuya.
-¿Qué debo hacer?
-Solo mueve dentro.
Siguió mirándome.
-¿Cómo?
-Rápido.
Sin previo aviso, comenzó a moverse de manera rápida, gemí por la sorpresa, el choque de nuestros cuerpos completaba el silencio que nos invadía, apreté las sabanas. Su frente comenzaba a emitir pequeñas gotas de sudor recorriéndole el rostro. Masajeo mis pechos y sus gemidos de estar cerca del climax lo delataron. Encorvé la espalda en respuesta a mi orgasmo y a él lo escuché gruñir.
Lentamente me arrastro consigo y quedé encima. Nuestras respiraciones aceleradas regresaban a la normalidad. Admiré su abdomen bien trabajado bajo una fina capa de sudor, repasé suavemente con el índice cada línea de los músculos. Le deje un pequeño besó en el corazón.
Sus dedos comenzaron a acariciarme el cabello, apenas mantenía los ojos abiertos.
-No deberías avergonzarte por darme órdenes. – pronunció con la voz ronca.
-Me gusta que siempre seas mandón.
Emitió una risa ronca y su pecho me hizo cosquillas en la mejilla.
-¿Soy mandón? Creí que era dominante.
-Son sinónimos.
-Olvidaba que estoy con la alumna más brillante.
-Me he metido con mi profesor, ¿Es eso un delito? – Lo miré a la cara.
-Creo que no, además mi licencia ha caducado.
-Pero usted se ha metido con una princesa, eso sí es un delito.
-¿Ah sí? ¿Debo ir a la cárcel?
-Podemos solucionarlo. – lo miré divertida.
-¿Qué me recomienda?
-¿Qué tiene para ofrecerme?
-Me parece que estoy escaso de herramientas.
Entendí la referencia. Y le sonreí.
-¿Qué ha traído hoy? – me senté sobre los talones en la cama.
Se levantó, se quitó el condón y lo dejó en la papelera del baño. Fue hacia su chaqueta y por dentro sacó un lapicero. Abrí los ojos como platos.
-No creerás que...
-Tranquila, no es un lapicero. - Pulso un botón y aquel aparatito comenzó a emitir una ligera vibración. – Siempre lo llevo conmigo, es una herramienta secreta. Ve aquí.
Antes de darme instrucciones me mostró aquel pequeño aparato un poco más grueso de lo normal, literal parecía un lapicero de alta caligrafía, solo que esta vez no se podía quitar la tapa por así decirlo. Me mostró que la parte sobresaliente de todos los lapiceros que se enganchaban a los bolsillos, este rozaba al clítoris para tener una mayor liberación. Me pidió que lo tocase para familiar. Tomó un banquito que se encontraba en la habitación y me pidió que dejará el culo al aire. Mi abdomen reposaba sobre la suave tela.
-Solo relájate. El vibrador hará todo el trabajo.
Expulsé el aire que contenía y me dejé llevar. Él introdujo el vibrador y me levantó, mi cuerpo tembló al sentir el roce con el clítoris, aquello parecía indefenso, pero prometía más de lo que se pensará.
-¿Lo has sentido ya?
Asentí con la cabeza.
-¿Puedes levantar mi chaqueta y dármela?
Apenas y di un paso cuando me sentí desfallecer. El contacto que tenia el vibrador con el clítoris era indescriptible, lo estimulaba sin esfuerzo alguno, pude sentir su sonrisa en mi espalda, caminé con dificultad unos pasitos más y cuando me iba agachar el me detuvo.
-No, así no. – Esperé su siguiente instrucción. – Baja como si fueses a sentarte. Recuerda tus modales.
Comencé a doblarme con las rodillas y el vibrador lo sentía hundirse más y más como si fuese reemplazado por un pene, aunque quisiese cerrar las piernas en el proceso el vibrador lo impedía, así que, con cada movimiento, abría las piernas un poco más. El clítoris comenzaba a ponerse sensible, la estimulación era más que la correcta. Me apresuré no quería correrme ahí mismo. Levanté su chaqueta y me quedé de pie frente a él.
-Buena chica. ¿Te ha gustado?
Tragué.
-Sí. – Acepté con las mejillas rojas.
-Solo el mejor placer para mi mujer. - Lo vi sacar de su chaqueta un pequeño artefacto tipo control remoto. Lo mostro en el aire. – Esto nos ayudará a que la experiencia sea mejor. – Apretó el botón y me sorprendí del nuevo movimiento en mi interior. El vibrador comenzaba a cobrar mayor ritmo. - ¿Te gusta? – Asentí y apretó el botón una vez más. Doblegue el estómago, aquello no me lo esperaba y el vibrador me estaba llevando alto.
El comprendió las señales y lo dejó en modo lento.
-¿Puedo complacerlo señor? – Lo miré a la cara.
-Siéntate sobre tus talones.
Hice caso, gemí al sentir el vibrador hundirse un poco más. Sin esperar otra orden introduje el pene en mi boca y lo comencé a saborear. El vibrador cobró vida propia y me detuve en mi tarea. Tomé unos segundos para acostumbrarme y seguí con mi acto.
Comencé mi propio ritmo con su pene en mi boca. Lento, saboreando cada centímetro. Sus gemidos fueron música para mis oídos y sonreí por complacerlo. Me acaricio el cabello y en su mano lo tomó, comenzó a tomar el ritmo que deseaba, cada vez más rápido.
-Respira con la nariz, así no te ahogaras. Si es mucho dime que pare.
Como buena aprendiz, hice lo que me dijo y seguí sus órdenes. Gemía con cada embestida y el vibrador comenzaba a ser más rápido, sentí desfallecer las piernas. Estaba al borde, él siguió manejando el ritmo de mi boca y después de dos movimientos más se dejó ir dentro de mis labios, lo trague. Me sostuve en las rodillas y arqueé la espalda, evitaba correrme quería hacerlo con él dentro.
Se hincó a mi altura y se metió un pecho en la boca, el otro lo masajeo y pellizco. No podría aguantar un poco más.
-No te resista déjate llevar.
Eso fue todo lo que necesitaba para liberarme. Me tomó entre los brazos y descansé mi pecho en el suyo, no tenía fuerzas para sostenerme. Me levantó del suelo y se sentó en la cama, aún yo descansaba en su pecho. Introdujo la mano en la unión de los muslos y temblé al sentir que el vibrador salía de mi interior lentamente. Lo dejó sobre la cama y miré como aquel artefacto con fluidos había hecho que el orgasmo se sintiera muy placentero.
-Vamos debes ducharte.
-Mmmm. – Respondí con las energías agotadas.
-¿Te has quedado sin fuerzas verdad?
-Mmmm – Los parpados se cerraban de cansancio.
-Solo nos ducharemos y después volveremos a la cama a dormir.
Seguí casi inconsciente y en sus brazos me llevó a la bañera del baño principal, me dejó sobre esta y comenzó a llenarla con agua tibia, lo vi incorporar un tipo de jabón en el agua para hacer espuma, cerró el grifo y se metió en la bañera a mi espalda. Con movimientos suaves comenzó a recorrerme todo el cuerpo, mis pezones se endurecieron a su contacto, estaban sensibles, lavó con una esposa cada centímetro de piel y al rozar la esponja con mis labios vaginales mi cuerpo se estremeció.
-Tranquila, por hoy hemos terminado. – besó mi pelo.
Masajeó mis muslos, los pies y la espalda, eliminó el agua de jabón y comenzó a llenarla de nuevo. Eliminó todo rastro de jabón de ambos cuerpos, se levantó y fue en busca de toallas, se enredó una a la cintura, me puso una bata y me sentó en el filo de la bañera. Secaba mi cabello con toques suaves.
-¿Por qué haces todo esto? – pronuncie lentamente.
-Porque es lo que un hombre debe hacer por su amada después del sexo. Es la ley de la lujuria, todo amante lo sabe.
-Te escuchas tan diplomático que a veces no creo que seas una persona amorosa.
-Todos tenemos varias personalidades.
-Pero tu eres muy diferente, eres enigmático, a veces eres un hombre tan comprensible, otras veces un dominante. Aún no sé en que momento me encontraré con quien.
-Creo que ya lo has descifrado.
-En la cama. – completé su frase.
Sonrióde forma complaciente. Me guio a la cama y ambos terminamos juntos abrazados,no aguantaba más, mis ojos se cerraron por completo y escuché un <<duerme,dulce princesa, te amo>> sonreía tontamente con mi subconsciente. Sabia queestaba en el mejor de todos los lugares, debajo de sus brazos.
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