Capitulo 28
La puerta se abrió y los miembros de la familia de James caminaron hacia nosotros. Reconocí a cada uno con la sonrisa inundándome el rostro. El señor Joe fue el primero en saludar, después su esposa. Ambos me elogiaron y se mostraron un poco nerviosos, al parecer todos no sabíamos que esperar de esta cena.
-Vaya chica, ¡Si que eres otra! – Me tomó de ambas manos y las abrió para admirar un poco más el vestido. Temblé de nerviosismo.
-Gracias señora Diamond.
-Abuela muchacha, dime abuela.
Sonreí ante ello y James hizo un comentario para que su abuela lo saludara. Aquello no estaba planeado y mucho menos mi estabilidad. Mi pronto cuñado con su esposa, se acercaron y también saludaron, los niños me llenaron el alma de alegría y al ver su inocencia sonreí. El pequeño Marco esta vez se había quedado en casa.
-Majestad un honor. – La abuela hizo una reverencia casi perceptible. – Que honor que nuestros nietos se unan en matrimonio, espero que no le importe que su nieta comparta el termino abuela conmigo. – rio.
-Gracias por estar aquí. No creo que sea un inconveniente.
-Entonces podremos decir que tenemos un lazo familiar majestad.
-Será un hecho.
Mire disimuladamente a su dirección y tenía una sonrisa forzada, la conocía tan bien que sabía cuando la propia reina hacia gestos impropios.
Al presentarse todos, el mayordomo nos invitó a pasar tomar asiento en la sala, esto indicaba que primero tendríamos una charla amena antes de comenzar con el banquete, esperaba que aquello fuese bien, apreté la mano de James y él con su pulgar acarició los nudillos. Ambos no sabíamos que esperar de esta noche.
Cada uno tomó un lugar en los amplios sillones de aquella habitación, los niños quisieron tocar cada adorno de la estancia y su madre los reprendió, sonreí ante aquel acto, pues para ningún niño sería imposible no tocar las piezas brillantes de oro. Se mantuvieron sentados, mirando para todos lados con los pies balanceándose.
-Es un placer por fin conocer la familia del señor Acker. He de decir que me siento segura de que mi hija tiene otra familia. – Papá sonrió.
-El placer es nuestro, por fin nos hemos conocido. – Joe respondió. – Mi familia se siente agradecida por la invitación.
-Bueno, creo que han sido muchos formalismos, ¿No? – Mamá intervino. – Seremos una familia unida por el lazo de nuestros hijos, ¿Así que porque no tratarnos de usted?
-Se lo he dicho a mi hijo. – Salió a la defensiva la abuela de James. - ¿Somos una familia ahora no? Bueno me presentaré, ha no claro, ya saben quien soy. Que despistada. – Se rio.
-Podemos comenzar preguntando, ¿Cómo se enteraron del romance?
La reina tensó el ambiente.
-Nos tomó de sorpresa. – Joe respondió. – Tampoco teníamos conocimiento majestad. Fue espontaneo, pero estamos felices por ambos. Son una pareja maravillosa.
-Sabemos que estos días James está en el palacio, pero solo es mientras todo se calme. – papá confesó.
-Nos tomó por sorpresa el tabloide y aunque no tenemos conocimiento de quien pudo ser el intercomunicador con los periódicos pedimos una disculpa.
-Son cosas que a veces solo pasan, ahora debemos enfocarnos en seguir felices por la pareja.
La conversación tomó un giro.
-¡Tío! – El sobrino de James corrió a sus brazos. – Esto es demasiado grande. ¿Podremos quedarnos un día?
-Tal vez en un futuro pequeño.
-¿Usted es la reina? – Ava se acercó a la abuela.
Todos quedamos expectantes ante la respuesta de la abuela.
-Bueno, por el momento soy la abuela de Eva.
-¿Eva? ¿Quién es Eva? – Los niños me reconocían como Charlotte.
-Ava, hija, la prometida del tío James se llama Eva también. – indicó Damián, su padre.
-¿Tía Charlotte tiene dos nombres? – Se acercó corriendo a mí. - ¡Que emocionante! Yo solo tengo un nombre. – Los ojos le brillaron.
-En sí, tengo tres nombres. – Le toque la nariz.
-¿Tres nombres? ¡Yo también quiero tener tres nombres! Me llamaré... - puso su pequeño dedo en la boca, señal de que lo estaba pensado. - ¡Eva! Sí, me llamaré como tú, Eva.
-Pero no puede haber dos Eva. – Su hermano contrataco.
-¿Por qué no? – La niña puso los brazos en jarra.
-Porque ella es nuestra tía – Le enseñó la lengua – Y si la llama tío James te vas a confundir.
Las carcajadas sonaron en la habitación.
-Pero a tía le dicen más Charlotte que Eva, ¿Cierto tía?
-Bueno, podemos compartir el nombre, pero cuando estemos en la misma habitación no, para no confundirnos. – Le sonreí.
-¡Si! Me parece un buen trato. – La niña me abrazó.
-Majestad. – La abuela de James la llamó. - ¿No cree que ya es momento de que la familia real se agrande?
Me quedé estupefacta. Nicolas se carcajeó.
-¡Mamá! – Clare la riñó. – Los chicos apenas se van a casar.
-¿Qué? No he dicho nada malo, mira que la reina y yo ya tenemos unos años demás.
Mi abuela abrió los ojos en plato.
-Mamá – Clare dijo entre dientes.
-Abuela de James – Nicolas se acercó a ella. – La apoyo. – Le tocó el hombro. – Yo también creo que ya hace falta unos pequeños corriendo por ahí.
-Pues si muchacho, esto tan grande y vacío a la vez... - Nicolás sonrió victorioso. Tenía una nueva aliada. – Tú también ya es momento de que sientes cabeza.
Nicolás tomó una posición de defensa. Y me reí a sus costillas.
-¿Pero que dice? Aun no, me falta mucho.
-Así decía James y míralo, ahora vive con ustedes, yo creo que a ti te hace falta salir más, conozco lugares para encontrar el amor.
-¿Y de casualidad no lugares de diversión?
-Si te contara muchacho.
-No se diga más, usted ya no será abuela de James – Miró a mi prometido. – Te la robo.
Martín entro a la sala y comunicó que la cena estaba servida. La abuela fue la primera en levantarse y todos quedamos expectantes a sus pasos. Se acercó mi tío a ella y entrelazaron brazos. Cada uno conocía su posición, me sentía intranquila por los Acker, ellos no estaban familiarizados con esto, pero al parecer leyeron un poco sobre esto o alguien se los mencionó antes de entrar. Ya que cada pareja entrelazó brazos. Nicolás esta vez acompañaba a la abuela de James.
Cada uno tomó su lugar correspondiente en la mesa y comenzaron a servir. La entrada fue el punto para romper el hielo.
-Señor Francis, he seguido su trayectoria de cerca, puedo decir que el último año su apoyo en los deportes.
-Muchas gracias, señor Acker, estamos para servir la nación es una rama que me entusiasma mucho, mi esposa es la experta en ello.
-Clare, mi hija dijo que eres una experta en la cocina, creo que debería pedirte opinión sobre unos platillos.
-No soy tan experta, aprecio el halago, casi cocino muy poco, cuando tengo tiempo libre, alteza...
-Llámeme Ella, seremos familia o mejor dicho ya somos familia.
-Ella, tal vez algún día podemos cocinar algo.
-Téngalo por hecho.
-Y bien Joe, ¿Han sido buenas las acciones esta temporada en la empresa familiar? En América el mercado comienza a ser un poco crítico.
-Me lo imagino, por el momento vamos bien, nos hemos expandido poco, tenemos un abarcamiento mayor en Europa y nos parece bien, ahora que James no podrá estar en la empresa, tendré que asumir el cargo con mi hijo.
-¿Se había retirado ya?
-Si, cuando mis hijos crecieron y se titularon pensé en dejárselos, aunque claro no pensé que pasaría esto, la unión de ambas familias.
-Bueno, somos hombres que pueden lidiar con un plan B.
-A decir verdad, hasta ahora me siento satisfecho con lo que llevamos y no había considerados los planes B. Pero esta será la ocasión.
-Abuela, ¿Usted cree que me pueda mostrar los mejores lugares de Francia? – Nicolás hablaba con la abuela de James.
-Muchacho, con que me sigas llamando abuela me la creeré.
-Ya podrá decir que es abuela de un príncipe.
-Te he visto nacer, siempre pensé que eras tan simpático.
-No todos somos aburridos como su nieto James.
-No me lo digas, casi nunca tiene carcajadas.
James y yo nos manteníamos expectantes de esa conversación.
-¿Puede creer que Eva le lloraba a su nieto y a la vez lo menospreciaba?
-¡Nicolás! – Lo patee por debajo de la mesa, pero James se quejó. Apunté mal.
-Me lo imaginaba muchacho, aunque el cabeza dura de mi nieto no sabia luchar. Tuve que darle tres golpes en la cabeza para que entendiera.
Nicolás carcajeo fuerte.
-¿Puedo saber con qué?
-Un sartén.
Nicolás se abrazó el abdomen.
-En verdad que no se te puede querer más. – En medio de lágrimas de alegría, abrazó a la anciana.
Todos en la mesa se habían involucrado en conversaciones individuales, aquello me hizo sentir tranquila, por lo menos una noche sería alegre y ambas familias se estaban conociendo, vi a mi padre intercambiando platicas de empresas, dinero, finanzas con el padre de James y mi corazón dio un vuelco. Parecían complementarse unos con otros.
-¿Te has visto al espejo? Estas demasiado guapa. – James susurró para ambos.
-Creo que ya lo has dicho una vez. – Lo miré.
-Lo seguiré diciendo toda la noche y todos los días. - Se acercó a mis labios y voltee la cara, se estampó con la mejilla. – No hagas eso.
-Sabes que no podemos besarnos delante de la reina.
-Me importa un comino donde estamos.
-James...
-Vuelve a hacerlo y sabrás de que soy capaz.
-¿Ya regresó el James controlador?
-Siempre estuvo aquí, querida.
Me besó la mano. El plato principal llegó a nuestra mesa y el ambiente seguía siendo el mismo. Todos enfrascados en sus platicas, que hasta la reina comía de una forma lenta, como si estuviera aprovechando el momento. Lo estaba disfrutando o se estaba aguantando a hacer una escena. Esperaba que fuese la primera opción.
Una mano se apoyo sobre mi pierna. Me sobresalté y lo miré. Los dedos comenzaron a hacer su recorrido, caminaban sobre mi piel. Seguí comiendo y quise no darle importancia, estábamos en una cena importante, no en su departamento.
-Esto podría restarte puntos con la reina, ¿Lo sabes verdad? – dije entre dientes.
-No puedo estar más debajo de la calificación aprobatoria.
-¿No te detendrás verdad?
-No, así lo has querido.
Llego a la parte de la ropa interior por encima del vestido y cerré las piernas por impulso. Su mano regresó a su sitio. Y su semblante fue serio. Me reí con la cara cabizbajo. Solo él podía enojarse por no tener lo que quería.
El postre llegó y los niños fueron los más felices.
-Tía Charlotte, esto ¡Esta delicioso! – Ava chilló.
-Podemos darle las gracias al chef al terminar.
-¿Tienes un chef?
-Parece que sí. – Me encogí de hombros restándole importancia.
La niña se apoyó en las rodillas arriba de la silla.
-¿Me pueden adoptar cuando se casen?
Reí ante sus ocurrencias y su madre la riño por no sentarse bien.
-¿Qué dices pequeña traviesa? – James intervino.
-Me gusta aquí ¡Tiene todo!
-En casa igual lo tienen todo.
-Pero mamá no nos deja agarrar galletas y aquí la tía Charlotte puede comer galletas y hay muchos cuartos para esconderse, ¿Los has visto ya?
-Algún día se pueden quedar. – Dije sin pensarlo.
-¿Hoy? ¿Podemos quedarnos hoy? ¡Mamá! – gritó – Tía Charlotte nos invito a dormir hoy.
Todos voltearon a vernos.
-Cariño, tía Charlotte tiene muchas cosas que hacer aún, ¿Qué te parece si otro día venimos a verla?
-Pero ha dicho que si nos podemos quedar. – La niña hizo un puchero.
-¿Qué te parece si por hoy dan un recorrido en el palacio y cuando no esté ocupada tenemos una noche de chicas?
Se le iluminó la cara a la niña.
-¡Si!
-Entonces, termina tu postre y después irán a dar una vuelta.
La niña comió tan rápido como pudo y alentó a su hermano, cuando el terminó su platillo le hice señas a Leticia para que los acompañara, los dejaba en buenas manos, la abuela solo me veía en todo el proceso.
-Bueno, creo que es momento de hacer un brindis. – Papá se puso de pie. – El brindis va dirigido principalmente a los comprometidos, esta noche es de ellos... quiero que sepan que ambos ya son uno solo y el día que comiencen a formar su propia familia nosotros seremos ya otra familia, no su familia. James. – Lo miró – Te entrego lo más preciado que tengo, mi niña, mi princesa, Charlotte, es una pieza clave de esta familia y no por su título, sino porque ha sido la niña de todos y te la entrego de la manera más especial que existe en el mundo, el amor.
>>A ambos, les deseo toda la felicidad que exista y que de ahora en adelante nada los pueda separar o hacerlos dudar de ese amor que se tienen, porque si ustedes no lo creen los demás si lo notamos, notamos que se aman más allá de lo normal y que eso no se puede romper. Felicidades a ambos y que duren toda una eternidad. Salud.
Todos nos levantamos y chocamos copas. Me limpié las pequeñas lágrimas y sonreí. El papa de James esta vez levantó la voz.
-En nombre de mi familia me gustaría también hacer un brindis. – Papá se lo concedió. – Charlotte, princesa. El día que la conocimos, al igual que todo el pueblo de Italia estuvimos alegre por su llegada, una pequeña dama había nacido. Y esa alegría se extendió o renació el día que mi hijo nos dijo quien era la mujer que lo traía de cabeza. En sus propias palabras <<La mujer mas bella que pudiese existir en todo el planeta>> Al inicio, no le creímos lo que decía porque pensamos que solo era una broma para dejarlo tranquilo con el tema de <<Formalizar, crecer emocionalmente>> y al verla llegar tomada del brazo de mi hijo fue una sorpresa para todos. Confieso siendo su padre no le creía absolutamente nada.
>>Cuando se presentaron como pareja en casa y mi hijo dijo que aquella noche se comprometerían la felicidad nos inundó. Sabíamos que eras la correcta, desde que mi hijo te conoció es otro, ha dejado de lado tantas cosas que ahora que lo miro no lo creo.
Comencé a derramar lágrimas discretas y me recargué en el pecho de James. El me besó la coronilla.
>>Y sin lugar a duda, estamos tan agradecidos de hacerlo sentar cabeza, aunque en realidad no sé quien sea mejor para quién. Y si es posible le agradezco al universo de que te unas a nuestra familia. También agradezco a tu familia por la oportunidad de concederles el permiso de casarse y de apoyarlos en todo el proceso. Para terminar no me queda más que decirles que sean felices para toda la vida, así como sus ejemplos a seguir, nosotros sus padres. Salud.
Chocamos copas de nuevo, al chocar mi copa con James lo miré a los ojos e internamente di gracias por conocerlo. Sin esperarlo sus labios estaban sobre los míos, unimos nuestras frentes al separarnos. Me mordí el labio, había infringido otra norma.
Regresé la mirada a todos los presentes, en especial a la abuela y no se encontraba especialmente alegre. El momento de partir había llegado. Los niños se despidieron entusiasmados y con unas cuantas golosinas que habían convencido a Leticia para que se los diera.
Despedí a los miembros Acker con la esperanza de volver a verlos, era agradable tener su compañía. La abuela y Nicolás parecían ser muy buenos amigos, solo que, de épocas diferentes, hasta intercambiaron teléfonos para irse de rumba.
James vio marchar a su familia y un momento después partió con mis tíos a su residencia oficial. Sin importarle la presencia de la abuela, me abrazo por la cintura y me beso, cortamente y delicado. Enfatizó que pronto nos veríamos de nuevo.
Mi estado de animo se volvió el mismo que al inicio de aquella mañana y solo mis padres con la abuela nos quedamos de pie en los pasillos.
-Debemos hablar. – La abuela regresó a su habitual tono.
Sin esperar respuesta caminó y la seguí, abrió la primera puerta que vio, la cerré detrás.
-Antes de que...
-No, antes de que tu hables escúchame. ¿Qué son esos modales de una princesa? ¿Qué es ese vestido? ¡Eva! Me he contenido toda la cena porque se que si hacia esto enfrente de todos saldría mal. Toleré el hecho de que te casaras, pero no puedo permitirte más.
-¿Me reclama ahora? ¿Qué son esos modales de reina ocultar una cena importante como esta? ¿Me hablas a mí de ética y valores? Cuando exactamente eres tu quien predica con el ejemplo poniéndome en contra a todos los empleados. ¿Sabias que Leticia y yo hemos tenido una pelea por esto?
-¡Eva! Tenemos un protocolo que seguir, las normas se han seguido por años, no es algo establecido de la noche a la mañana, ¿Seguirás comportándote como infantil?
-¡A la mierda el maldito protocolo! Esto es amor y el amor no debe tener reglas. Me duele que no me apoyes en nada, ¿A caso no lo ves?
-¡He estado haciendo que sigas las normas para que todo salgo bien!
-Pues lastimosamente lo estas haciendo mal, porque siempre que nos encerramos en cualquiera de estas cuatro paredes terminamos en una disputa como esta. Y si en verdad no cuento con tu voto de confianza para hacer esto a mi manera y casarme con quien verdaderamente amo, creo que es mejor ir en partes contrarias.
-¿Estas segura de ello?
-Tanto como el amor que le tengo a James.
-No sabes lo que dices.
-Sé perfectamente lo que hago y digo, no estoy mal.
-Ve a tu habitación, los ánimos ahora mismo no son favorecedoras para ambas.
-No te equivoques abuela, no son favorecedoras para ti.
-He dicho que te marcharas.
-Me iré, pero antes te pido que pienses por última vez lo que pretendas hacer con relación a mi boda, si sigues oponiéndote me estarás arrimando a decisiones infranqueables. Deberías pensar en que soy tu única nieta mujer y que esto debería unirnos más. – Abrí la puerta. – A y por si te lo preguntas, ¿Me estas haciendo feliz en estos momentos? Absolutamente no.
Estaba tan enojada que el buen recuerdo de James se desapareció. Mañana sería un día mejor. Lo conseguiría hacer mucho mejor.
-Alteza, tenemos que estar listas en veinte minutos.
-Solo son unas fotografías.
-Es el anuncio oficial alteza, no se puede dejar pasar por alto.
-¿Ha llegado James?
-Creo que están en camino.
-¿Tienes idea de donde será la locación? Al bajar a desayunar solo vi gente pasar corriendo.
-Se llevará a cabo aquí en el palacio, serán dos fotos en el jardín y una dentro del palacio.
-¿Cuántas se lanzarán al público?
-Se acordó que solo dos, no se ha decidido nada, su majestad debe aprobarlas.
-Oh.
El equipo de Marco hizo su magia, el cabello esta vez estaba suelto y Carolina me ayudo con los accesorios y el vestuario, una vez más les di las gracias por estar siempre ahí cuando los necesitaba.
Baje apresurada a nuestra primera sesión fotográfica. El jardín de la abuela, un espacio donde habitaban todo tipo de colores, pero esta vez estábamos rodeados de tulipanes morados. Al ver a James lo saludé y entrelazamos manos. Sonreí como si no lo hubiera hecho antes. El me devolvió la sonrisa.
James en esta ocasión solo llevaba pantalones de vestir y una camisa blanca, nada de sacos ni corbatas. Algo inhabitual en él, pero me gustaba, verlo así de informal y relajado me recordaba que me había enamorado de un ser humano y no un egocéntrico como parecía.
Escuchamos atentamente al fotógrafo y nuestra primera pose fue juntos, abrazados, él me tomaba por la cintura y una mano mía reposaba sobre su hombro mientras que la otra sostenía mi cabello detrás de la oreja, especialmente era la mano que levaba el anillo brillante. Sonreímos como lo pidieron y nos inclinamos un poco en mi dirección.
La siguiente pose fue agarrada de la mano caminando entre los grandes tulipanes. Algo simple, pero con mensaje de amor. En otra foto con el sol y las flores de fondo, nos abrazábamos apoyando mis brazos sobre los suyos, yo estaba de frente al fotógrafo y James a un costado mío mirando hacia un punto del palacio, la pose se complementaba con un beso suyo en la frente, ideándome la imagen podría confirmar que aquella era mi favorita.
Una última foto en el jardín fue abrazados mirando a la cámara con una gran sonrisa y mis manos recargadas sobre su pecho. Me asombraba el significado de aquello, pues en todas, aunque el amor se notaba, tenía que sobresalir el anillo.
La siguiente locación fue dentro del palacio y aunque estaban acomodando aun algunas luces y las cámaras, fui a mi habitación con la excusa de poderme retocar sin molestar con ruido abajo, la verdad era que me iba a cambiar el vestido por algo mas corto arriba de las rodillas y sin mangas, era sencillo, elegante y algo no planeado, el siguiente vestido era azul marino con moños a la altura de los hombros. Un vestido hermoso.
Llegue para seguir con nuestras sesiones de fotos y al verme cambiada, inesperadamente James lo tuvo que hacer y aunque él ya sabia del plan se hizo como si todo aquello lo hubiese tomado por sorpresa, así que le agregaron solo un saco y corbata del mismo color que sus pantalones.
El salón de esta ocasión contenía todas las pinturas históricas de la familia real italiana, se podía ver a mis ancestros y algunos paisajes hechos por pintores importantes y aquel fondo solo había sido programado para nosotros.
Nos abrazamos como en la última pose. Después repetimos la misma acción solo que con una variante más unimos las frentes y él puso su mano sobre la mía a la altura del corazón, no mirábamos a la cámara, nos sonreíamos entre nosotros.
Nos abrazamos de espaldas y esta vez mi mano sostenía la suya por encima de mi hombro. Nos miramos y sonreímos.
El fotógrafo estaba decidido que habían sido fotos suficientes para ser publicadas mañana, así que sin pudor alguno James me hizo girar sobre mí, y escuché la cámara capturar el momento. Al verlo, el fotógrafo solo dijo que no le tomáramos importancia, a veces las fotos espontaneas eran lo suyo.
James me abrazó y me elevó en el aire y otra vez escuchamos flases, nos tomamos una última foto besándonos y pedimos que no fuesen enseñadas a la reina, sino que nos la diera en privado, confiábamos en su discreción, así como en su buena mano para hacer las mejores fotografías.
James y yo caminamos hacia la parte trasera del palacio.
-¿Sabes que es lo duro de todo esto? – Mencionó.
-¿Tener que contenernos cada vez que queremos estar juntos? – Respondí.
-No solo eso, sino que parece que una boda agobia, pensé que solo iríamos nos casaríamos y después nos mudaríamos a una casa nueva y podríamos formar una familia.
-Te dije que no sería fácil, tal vez si estuviera en Canadá o si no hubiese nacido con esta responsabilidad podría ser.
-¿Por qué no nos escapamos y vivimos nuestro amor como nos gustaría?
-Porque el compromiso ha sido anunciado a millones de personas y ahora están a la expectativa de la boda.
-Pero podemos escaparnos y solo postear fotos.
-¿Él correcto señor Diamond esta pidiendo que rompamos las reglas?
-Solo por esta ocasión. Ahora que has aceptado ser mía durante toda la vida deseo pasar cada momento a tu lado, no quiero preocuparme por los demás, ni pensar si lo que hacemos esta bien o mal, solo deseo tenerte y protegerte el resto de mi vida.
Me abrazo en la cintura y nos miramos a la cara.
-¿Quién podría decir que terminaríamos aquí a punto de casarnos? Ni en mis peores sueños lo pensé.
-¿Te estas arrepintiendo ahora mismo? – Elevo una ceja.
-No, lo que quiero decir es que al principio te aborrecía y ahora mírame, estoy a punto de convertirme en tu esposa.
-Creo que le dicen el encanto Diamond.
-Espero que eso solo lo diga tu mamá, porque si me entero de que lo ha dicho una tal señorita Bennett, me pondré celosa.
Se carcajeo fuerte.
-Siempre y únicamente seré tuyo. – Me besó.
-Alteza... - James y yo volteamos a ver a Leticia. – Tiene una reunión. – comentó nerviosa.
-Ahora mismo voy. – La vi marcharse.
-Comienzo a odiar a todo el servicio, casi nunca tienes privacidad.
-No deberías asombrarte, ya es algo normal.
-Cuando tengamos una noche juntos, espero que sea fuera del palacio, no puedo imaginarme estar encima de ti y con tu abuela entrando a la recamara de sorpresa.
-¡James! – me reí. – Creo que Nicolás comienza a contagiarte su humor.
-Si, me esta afectando un poco.
Nos besamos por última vez y su secretario personal llegó por él para regresar a sus labores. Mañana será nuestro día oficial ante la mirada de todos.
-Alteza, mañana habrá una comida después de su anuncio.
-¿Tenemos que hacer cosas en familia siempre que haya un compromiso sobre mi boda?
-No exactamente, en esta ocasión solo se celebrará que se ha anunciado públicamente, el compromiso anterior fue para conocer ambas familias.
-¿Y cómo regresara la familia Acker si han viajado a Francia?
-La familia Acker se ha quedado hospedado en un hotel de la ciudad, la familia real se encarga de todo esto.
-¿Debo saber algo más? Siento que me entero muy poco de los asuntos de la corona.
-Por el momento es todo, se lo he querido comunicar.
-¿Has querido o son ordenes?
-Han sido órdenes.
-Lo imaginaba.
-¿Podemos comenzar con la agenda?
-Adelante.
5:00 am. Día de la presentación del compromiso a todo el público. Mi día estaba por comenzar.
-Alteza. – Leticia entró con las mucamas y el desayuno.
-Lo sé, apenas he podido dormir.
Me levanté de la cama y me puse la bata. Leticia ordeno que tuvieran listo el baño e hizo un repaso del pequeño itinerario que teníamos para todo el día. Al estar el baño listo me dispuse a comenzar con lo primero de la lista, mantenerme limpia y fresca para las próximas horas.
Después de la ducha, un equipo exclusivo para el cuidado de la piel comenzó a hacer su magia, aplicaron los cuidados necesarios para la cara, como para el resto del cuerpo, aquello tenía como objetivo dejarme tan radiante como nunca, y mostrarme tan fresca como una lechuga, tanto James como yo, debíamos ser los representantes dignos de un compromiso real.
Todo el equipo de Carolina se dispuso a ayudar con el vestido verde elaborado para la ocasión. Me puse la bata y marco entró con su sequito a iniciar con el maquillaje. La paleta de sombras eran tonos cálidos, el rostro debía lucir lo más natural posible y el cabello esta vez sería suelto con pequeñas ondas. Media hora después terminamos, me coloque los tacones y Carla comenzó a ponerme las joyas, en este caso una pulsera casi perceptible con cristales incrustados unos con otros, y por supuesto, el anillo de compromiso estrella.
Me coloque el abrigo al quitarme la bata, ya que aquel vestido debía ser una sorpresa para casi todos y los suspiros en mi habitación no se hicieron esperar. Todos halagaban tanto mi persona como el gran trabajo de Carolina.
Leticia me hizo una seña que era hora de bajar y comenzar con todo aquello. La seguí fuera de mi habitación.
-¿Hay mucha gente esperándonos?
-En los jardines están únicamente los fotógrafos, en la sala donde se pintan los retratos solo esta la cadena televisiva.
-¿Ha llegado James?
-El señor Acker estaba en camino.
-¿Iniciaremos a las ocho cierto?
-Tenemos media hora alteza, por el momento pasaremos a la sala de reuniones, su majestad está tomando el te ahí.
-¿Sabes de que quiere hablar?
Bajamos escaleras y doblamos a la derecha.
-Estas solo han sido mis indicaciones.
Tres puertas después, ingrese a la sala y mi cuerpo se tensó, camine al asiento disponible frente a la reina.
-¿Te? – Señalo la taza que tenía entre las manos.
-No, gracias majestad.
-¿Tienes una idea de que hacemos aquí?
-¿Esperar? – Fue mi respuesta.
-Si, pero no es lo único. – Tomó un poco de su taza y la dejó sobre la mesita que nos separaba. Se acomodó la servilleta entre las piernas y me miró. – Hoy es tu anuncio televisivo y solo quería mencionarte que espero lo sepas llevar a cabo. – No respondí. – habrá millones de personas mirándote a través de sus televisores y no eres únicamente una joven enamorada, sabes que llevas un título.
-Lo tengo en cuenta. – respondí en automático.
-Entonces, podre mantenerme con confianza mientras estas afuera. – miro su reloj de muñeca. – Esto está por comenzar.
-Majestad. – Ingreso un lacayo y al lado estaba James.
La reina se puso de pie y la seguí. James se acercó a la reina, la saludo con un apretón de manos y besándole el dorso de la muñeca, hizo su reverencia y se acercó a mí. Lo miré con una sonrisa en los labios y al tenerlo frente a mí, me beso en ambas mejillas y me hizo una reverencia.
Me quede anonadada. ¿Qué había sido aquello? Era su prometida, no la princesa de Italia.
-Bueno, ahora que están ambos aquí, les deseo suerte.
La reina fue cortante y llamó al lacayo, dando por terminada nuestra platica. Ambos salimos dando nuestras reverencias. Aun no podía procesar lo que había pasado fuera de aquella sala.
-¿Qué fue eso? – Me detuve en seco a mitad del pasillo.
-No lo sé, he llegado y mi secretario dijo que la reina quería hablar antes.
-No James, eso no.... – lo miré a los ojos. - ¿Por qué hiciste aquello?
El ahora se encontraba confundido.
-¿Hacer qué? Apenas he entrado y vamos saliendo., me
-James, ¿Por qué me hiciste una reverencia? – Me irrité.
-Porque es lo que debo hacer ¿No? Eres la princesa, yo solo soy alguien ordinario. Siempre debo hacerte una reverencia.
-No lo vuelvas hacer jamás.
-¿Qué? ¿Por qué no? ¿Lo hice mal?
-James, soy tu prometida, casi esposa, las reverencias solo se hacen cuando son personas externas, y tu no eres eso, eres mi familia.
-Pero... - Se miró confuso. – Me han dicho que siempre debo hacerte una reverencia, por ser la princesa, es el protocolo.
Le tomé las manos.
-Pero creo que omitieron algo, eres mi prometido, mi familia de ahora en adelante y no hay necesidad de reverencias. ¿Esta bien?
-Creo que lo he comprendido, a mí también me pareció estúpido.
Sonreímos y nos fundimos en un beso corto. Nos separamos y caminamos a nuestro primer acto.
Aquello me había molestado, ¿Cómo decirle que debía hacerme una reverencia cuando el y es parte de esta familia? ¿Qué planeaba ahora la reina? Me sentí indignada y también un poco humillada, ¡Se convertiría en mi esposo! No era un desconocido y mucho menos un mandatario de estado. Al verlo hacer reverencia, sentí como si estuviera dispuesto a servirme toda la vida, no como esposo, sino como alguien parte del personal y James era mucho más que eso, es el amor de mi vida.
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