Capitulo 22
El sol a plena media mañana me golpeo la cara al bajar del avión. ¿Quién lo diría que regresaría a mi querido Vancouver con el titulo de princesa y comprometida al hombre que amo? mi corazón palpitaba de prisa, lo que alguna vez me hizo correr de este continente, estaba trayéndome de vuelta. El amor.
-¿Decidiste que haremos?
El chofer puso en marcha el automóvil, y si no mal recordaba estábamos transitando hacia su antiguo departamento.
-Creo que tendremos la mañana libre, quiero un buen desayuno – mire el reloj – si mal no recuerdo, a esta hora se serviría la comida en Francia, así que mi estómago ruje por algo.
-Lo he escuchado hasta aquí. – rio.
-¿Se esta burlando de mí señor Diamond?
-Por supuesto que no amada señora Diamond.
-James, hemos hablado de ello. No me siento cómoda.
-Deberías acostumbrarte, lo escucharas muy a menudo.
-No lo creo... además aun no podemos definir nada, la corona debe saber todo.
-¿Te harás para atrás? – su mirada cambió.
-¡No! Por supuesto que no. Lo que mas deseo es estar contigo, pero no podemos definir nada, si las cosas se tornan feas debemos ser fuertes. ¿Podrás estar conmigo en cualquier momento?
-Solo muerto harán que no te busque por donde sea. – Me besó dulcemente que me sentí perdida. – Hemos llegado cielo.
Por primera vez íbamos agarrados de la mano hacia el ascensor por la parte del estacionamiento, no sabía si él tenía algo que ver, pero aquel lugar parecía solitario, cuando comúnmente las personas salían de sus departamentos o entraban por haber olvidado algo. Llegamos a la habitación que una vez fue mi lugar secreto y mi lugar de lágrimas. Le apreté la mano y mi corazón latió, la imagen de aquella noche se reproducía en mi cabeza.
-No pasa nada cariño, esta vez solo somos tú y yo. – respondió ante mis recuerdos.
Abrió la puerta y un dulce aroma me invadió, la cocina estaba puesta en marcha. No éramos solo dos. La ama de llaves salió a darnos la bienvenida.
-Señor, señora. Bienvenidos. – Laura nos sonrió. – Tengo preparado el desayuno por si lo desean.
-¿Cómo lo sabias Laura? ¡Muero de hambre! – James caminó a la cocina. Sin antes besar a su mujer de confianza.
-Gracias Laura. – La abracé.
-No es nada señora.
-¿He envejecido con tantos viajes? – Pregunté alarmada.
Laura se rio.
-No, sino que...
-Laura llámame, Charlotte, por el momento soy una visita del señor Diamond, ya no me veas como su estudiante.
-No lo decía por eso...
Capté su indirecta.
-Oh ya. ¿Podemos por el momento solo tutearnos? Aun no es definitivo. Solo un anillo.
Levanté la mano para que ella lo mirase. Mi corazón brinco de alegría.
-¡Es hermoso! ¡Muchas felicidades! Ambos lo merecían, lo sabía desde el momento que cruzaste aquella puerta el señor James solo necesitaba una patada en el trasero para darse cuenta.
-¿Puedes creerlo nana? Esta mujer ha aceptado ser mía para toda la vida. – James me abrazó por detrás.
-Si no la hubieras buscado como te obligué, aún estarías llorando la perdida. A veces todos necesitamos un impulso y el tuyo era una golpiza.
Escuchar a Laura con un tono de voz informal, era de risa, imaginarme a Laura regañando a su jefe no podía creerlo.
-¿Así que fuiste la causante de todo este cambio?
-En parte sí.
-Bueno, ¿ya podemos dejar de acusarme en la cara y desayunar tranquilos?
Ambas reímos.
El desayuno tomó su curso, comí todo lo que había servido en el plato y por primera vez conseguimos que Laura nos acompañara, el tema del desayuno era contar las anécdotas del pequeño James, conocí un poco de la historia de su unión, al parecer Laura trabajaba para la familia Acker-Diamond desde que nació James y cuidó de él todos estos años, solo el tiempo que él se fue a la universidad y se independizó fue cunado no coincidieron en ninguna ocasión. Hasta después que se hizo hombre de negocios y decidió instalarse en Canadá, ella volvió a aparecer por peticiones de él. Por suerte Laura y su esposo pudieron trasladarse de Europa a América y ahora viven en un pueblo tranquilo, en donde cosechan su propio huerto y mantienen a su familia unida en las fiestas.
Quién lo diría, a toda persona que conocía y pensaba que no tenía una relación directa con James parecía esconder todo un pasado lleno de recuerdos. El desayuno termino y con ello las anécdotas vergonzosas de James que hicieron doler el estómago por las risas. Laura se despidió y teníamos el día libre.
-Lo he pensado y creo que la mejor opción es ir a casa de mis padres a partir de las 18:00 hrs.
Nos sentamos en el sofá.
-¿Les llamaras?
-Creo que es lo correcto, solo les diré que tendremos una cena y que hablaremos después.
-Tenemos toda la tarde libre entonces.
-¿Te molesta si me reúno con mis amigos aquí? Me gustaría contarles la noticia.
-Me parece bien, así pueden hacerte compañía, mañana tendré un día ajetreado, pero necesito tener algunos avances con el trabajo, no puedo seguir posponiendo las cosas, así puedes no sentirte sola.
-Me parece bien. ¿Te puedo pedir algo más?
-Todo lo que desees.
-¿Puedo decírselo a Julián?
Su postura cambio. Se volvió serio.
-Está en la ciudad, ¿Deseas verlo?
Lo miré con sospecha.
-¿Cómo sabes eso? Si no mal recuerdo tú mismo hablaste de que el se encontraba en Londres.
-Así es, ahí estaba trabajando como decano de la universidad de Cambridge, pero terminó muy rápido. Ha regresado a Canadá, solo que ahora tiene una casa propia y ha venido con sus padres.
-¿Me dirás que es lo que sabes de él?
-Le conseguí el trabajo en Londres, creo que no le gusto y por eso ha regresado a Canadá, exactamente no sé en lo que trabaja, ya no me importa, pero a veces le sigo la pista.
-¿Por qué crees que es un peligro si ya me tienes?
-No lo consideraba peligroso hasta ayer.
-¿Si no hubiera aceptado lo tendrías en la mira aún?
-Si. Podría tener intenciones de recuperarte.
-¿Sabes que nunca fuimos nada? Hemos sido muy buenos amigos desde que me mudé a Australia cuando mi familia estaba queriendo empezar de cero. Era mi vecino se convirtió en el mejor amigo de mi hermano y por ende lo veía casi diario, teníamos muchos recuerdos.
-El nunca te miró con ojos de amistad.
-Lo sé James. Toda chica sabe cuando el hombre tiene otras intenciones, pero ambos sabíamos que era imposible, primero porque en aquel entonces éramos muy pequeños y no duramos mucho ahí porque un familiar de uno de los otros compañeros de mi hermano se enteró de quienes éramos y anduvo diciéndole a todos y en menos de veinticuatro horas tuvimos que escondernos de nuevo, ya los fotógrafos andaban detrás.
-¿El ya sabía tu vida pasada?
-De alguna manera se enteró y la última vez que nos despedimos éramos unos niños y solo mis padres con los suyos les dijeron que era un cambio de vivienda temporal, que nos tomó años buscar el lugar donde no fuéramos tan vistos. O por lo menos que ignoraran el hecho de saber quienes somos. Mis padres apostaban porque ambos nos quedáramos juntos, pero mira, al parecer me quede con alguien que no se lo esperan.
-He ganado de todas formas. Y volvería a ganar en cualquier otra dimensión.
-Por cierto, debo hacerte otra confesión. ¿Recuerdas el día que te dije que me acosté con él? Lo intenté. – James volvió a su postura rígida. – Ese día estaba despechada y sucedió justo después de verte con Nicolette, le llamé y me llevo a su cuarto de renta, me entregue a él en charola de plata, tenía unas copas de más. – Su puño se cerró fuerte que lo nudillos se volvieron blancos. – Tranquilo. – Le acaricie la mano. – No pasó nada, el se negó. Dijo que no podía ser y que él ya sabía que quería a otra persona. No sé si se había dado cuenta de lo nuestro o lo dijo solo para regresarnos a nuestra lógica a ambos. Esa noche me quedé a dormir en su departamento y a la mañana siguiente yo creí que había pasado algo, pero no, él hasta durmió en el feo sofá que tenía y creo que no durmió, me sentí tan apenada de usarlo como si fuera el plato de segunda mesa y le pedí muchas disculpas. Claro que a ti te hice creer que nos habíamos acostado. Lo siento.
-No te había creído ese día porque el corazón me lo decía, aunque la cabeza me confesaba que debía matarlo, si tan solo te había mirado desnuda, la idea me martillaba en la cabeza al pensar que tal vez pudo acariciar tu piel desnuda. Esa tarde recuerdo pagarlo muy mal con él, destrocé mi despacho de la universidad y el pobre se encargó de recogerlo todo, pero no me lo recriminó, lo di de baja ante el sistema de la universidad y lo mandé lejos donde no pudiera encontrarlo.
-¿Londres fue lo primero que se te ocurrió?
-No, solo di la orden que lo alejaran sino lo mataría al encontrármelo cerca de nuevo. Mi equipo se ocupó de todo y no me dijo nada, hasta semanas después que pregunté por su nuevo lugar. Me sentía tranquilo en un punto, porque sabia que lo tenía entretenido con su nuevo puesto y así no estaría buscándote o algo.
-¿No crees que si hubiera querido algo lo hubiera intentado desde que nos volvimos a encontrar?
-Para ese punto, ya teníamos algo así que si lo intentaba se iba a topar con pared y sin salida. No se lo iba a dejar tan fácil.
-Entonces, ¿Todo esta bien? ¿Crees posible contenerte si lo volvemos a ver?
-Haré lo posible. ¿Deseas irlo a ver ahora mismo? ¿Por qué no le llamas?
-James... ese pobre hombre necesita explicaciones.
-No debes dárselas.
-Salí de su vida la segunda vez sin darle explicaciones, creo que es justo.
-Mañana iremos.
-¿Cómo dices? – Me sorprendí por su respuesta inmediata.
-Sí, mañana podrás volver a verlo. Solo que deberá ser una visita corta partiremos a Noruega.
-Esta bien, me conformo con que me acompañes.
-Espero que no desee tocarte.
-¿Acaso esta celoso señor Diamond?
-¿Debería estarlo?
-¿Por qué no?
-Te tengo a mi merced de ahora en adelante.
-¿Esta seguro?
-Tan seguro como que ahora mismo tu y yo recordaremos nuestros viejos tiempos.
-¿Ha si? ¿Qué desea ahora mismo profesor?
-Debo considerar mis opciones. – Comenzó a acorralarme en el sofá. – Estos días se ha comportado de una manera inadecuada.
-¿Tiene un castigo para mí?
-Se me ocurren varios ahora mismo.
-¿Cuál es el peor?
-Ninguno cariño, ninguno.
Me acerqué a sus labios y apenas nos rozamos cuando hice mi huida hacia las escaleras. A mitad del escape, James me alcanzó y me cargó sobre sus hombros.
-¡James! ¡Suéltame, bájame! – Golpee su espalda.
-Lo veo imposible cariño.
-¡James! – Su mano golpeó una nalga.
-Un largo día nos espera.
Entramos en la habitación y James me dejó sobre la cama mientras el buscaba algo dentro de los cajones, lo vi voltearse y entre sus manos tenia una corbata, lo miré confundida y sin darme tiempo a reaccionar entendí lo que hacía, me amarró las muñecas entre sí y con voz grave mencionó no moverlas.
Nuestros cuerpos quedaron desnudos y todo el placer a manos de James, esta vez no solo era follar, nuestro placer era inmenso, el amor fluía entre ambos, mi orgasmo se elevaba y se detenía en las manos de James, sus dedos sabían elevarme y aterrizarme sin mirar las estrellas. Mis suplicas no eran suficientes y mis pezones dolían de la presión que ejercían sus labios alrededor, mi espalda se tensaba cada vez que estaba al borde, pero no podía dejarme ir, las palmas de mis manos estaban enrojecidas de la fuerza que se presionaba con las uñas, mis gemidos comenzaron a ser omitidos y conocía que era la única manera de llamar su atención, de hacerle saber que necesitaba correrme una vez, su pene me embistió sin notarlo y mi cuerpo tembló.
Ambos cuerpos se complementaban, los ritmos eran sensuales, lentos y rápidos éramos la pieza correcta de un rompecabezas, nuestros gemidos se sincronizaron y el ambiente cambio dentro de la habitación, ambos estábamos al borde y conocíamos nuestros limites, una embestida más y nuestras almas se elevaron juntas. Mi turno había comenzado y no tendría piedad por su cuerpo. El placer solo sería completamente mío.
-A veces me pregunto si cada día puedes estar más bella. – Me besó el cuello.
-Tú no te quedas atrás.
-A tu lado parezco un don nadie.
-Eres mi don nadie.
Me volteé a verlo, le acomodé el cuello de la camisa.
-¿Dónde ha quedado el saco?
-Esta vez no lo necesito, tus padres deben verme como el prometido de su hija, no su profesor.
-Estoy tan nerviosa, apenas y he conseguido ponerme los pendientes sin temblar.
Me tomó de las manos y me quitó el collar que lleva su inicial. Me volteo para ponérmelo.
-Pase lo que pase esta noche, estaré siempre contigo no lo dudes.
Abrochó el collar y me besó el cuello.
-Confío en que todo irá mejor.
-Todo irá mejor cariño, todo irá mejor. – Te espero abajo.
Terminé de peinarme, me maquillé sutilmente y me puse los zapatos de tacón. Me miré a través del espejo y me noté diferente, esta versión era otra yo. Mis mejillas parecían tener un color distinto y no por el maquillaje, mis pupilas estaban dilatadas y se notaba un pequeño destello, todo parecía ser distinto, ¿Acaso eso pasaba cuando una mujer se comprometía con el amor de su vida? Miré el anillo de compromiso en el buró y centelló contra la luz del sol, que pensé en todo aquello como irreal. Mi corazón palpitó deprisa que mi vida parecía ser otra, estaba comprometida y ahora mismo iría con mis padres a decirles la verdad, ¿No era mejor casarnos ahora mismo y dejar que el mundo estallara a nuestro alrededor?
Agité un poco la cabeza, si me ponía a pensar en planes tomaría decisiones equivocadas, pero ¿Qué mas da? Lentamente me puse el anillo de compromiso, tome mi bolso y baje a mi encuentro con James. Él pulcramente vestido se encontraba a pie de las escaleras.
-¿Puedo preguntarte algo?
-Todo lo que desees. – Entrelazó nuestras manos.
-¿Por qué tus zapatos parecen ser nuevo cada día? – Miré una vez mas sus zapatos.
-Tengo pares iguales y cada vez que utilizo uno la servidumbre sabe que los debe limpiar bien, no me permito tener zapatos en mal estado.
-¿Quién cuida tanto los zapatos como tú? Me imaginaba que siempre sacabas un par nuevos de algún lugar.
-Digamos que me preocupo por el estado de mis zapatos, son también una carta de presentación.
-Eres un hombre con muchas incógnitas.
-Siempre seré un libro abierto para ti cielo.
Me beso la frente y nos subimos al auto. Lo puso en marcha hacia la casa de mis padres y por primera vez desde que vivía con ellos entraba con un mar de nervios en la cabeza. James me tomó de la mano y mis ojos reflejaban el temor que tenía sobre lo que podría decirse en nuestra cena.
Toqué el timbre y una alegre Gail nos recibió.
-¡Charlotte! – Me abrazó. – Un gusto volver a tenerte en casa.
-El gusto es mío Gail, he extrañado tanto tu comida que no puedo esperar a lo que nos tienes preparado.
-Entonces no se diga más, pasa.
Se sorprendió al ver a James y de manera formal lo saludó. Ambos entramos de manera sigilosa al pasillo que nos guiaba a la sala, para tener el encuentro con mis padres.
-¡Charlotte cariño! – Mamá al verme corrió a abrazarme.
-Señor Diamond, un gusto verlo de nuevo. – Papá saludó.
-Buenas noches. El gusto es mío señor Reynolds. – Ambos estrecharon manos.
-Mamá, buenas noches, te he extrañado tanto.
-El sentimiento es mutuo hija. La casa esta vacía sin ti y tu hermano.
-Papá, buenas noches. – Abrace a mi progenitor. – También te he echado de menos.
-Buenas noches pequeña, ¿Cómo has estado? Puedo hacerme una idea de lo cansado que es para ti tantos viajes.
-No tienes idea padre.
-Señor Diamond, buenas noches, una extraña sorpresa tenerlo aquí.
Saludo a mi madre de besos en la mejilla.
-Buenas noches, señora Reynolds, esta vez he venido por otros planes. Un gusto poder volver a verla.
-El gusto es mío señor Diamond.
-Tomemos asiento por favor. – Papá nos miró a ambos.
Inhale para tomar valor en lo que se avecinaba. Me apreté las manos. Y me mordí el labio inferior. James unió nuestras manos y mis padres se miraron asombrados. La mirada de papá exigía respuestas a preguntas no realizadas.
-¿Podemos hablar de lo que pasa? – Su voz se elevó.
-Papá, mamá... - Debía encontrar las palabras adecuadas. Mire a James y en sus ojos mostraba la valentía que necesitaba. – Hoy tengo que confesarles algo. Sé que pueden estar decepcionados o enojados, pero he decidido todo por cuenta propia.
-Charlotte...
-Papá, por favor déjame terminar.
Gail nos ofreció unos aperitivos y vasos con limonada. El ambiente estaba tenso para todos. Sorbí un poco de mi bebida. James me motivo a seguir con un apretón de manos.
>>Sé que tal vez lo que les diré no lo hayan considerado nunca, o bueno, no hasta el día de hoy y estoy preparada para afrontar las consecuencias.... ¡Rayos! Es tan difícil. – Ver a mis padres sorprendidos y pensar en que se pueden sentir decepcionados era un golpe bajo. – Hace ya un año, saben que me fui repentinamente a Italia por querer cumplir con mi rol de princesa real, pero esa no fue la verdadera razón. – Inhalé – Hace un año les oculté algo que no debía ser. – Miré a James. – Sé que será difícil de comprender, pero... el profesor Diamond y yo mantuvimos una relación en secreto. – Ya estaba, lo había dicho y mis ojos cayeron al suelo.
-¿Qué acabas de decir Charlotte?
Levanté la vista y cruce mirada con mi padre. Estaba furioso y lo sabía. Mi madre estaba conteniendo el llanto.
-Papá, lo siento, todo pasó premeditadamente que ni yo supe en que momento estábamos teniendo una relación.
-¿Cómo fue posible? ¿En que momento? – Se puso de pie - ¡Te confiamos a mi hija!
Todos nos levantamos de un salto.
-¡Papá!
-Señor Reynolds, las cosas sucedieron sin poder darnos cuenta, existe una explicación detrás de todo, no fue como piensan, no me aproveche.
-Louis por favor, Charlotte y el señor Diamond tienen que explicarse. – Mamá tomo del brazo a papá.
-Papá, al principio todo era una relación únicamente formal, profesor-alumna, es cierto no nos llevábamos bien, es un hecho... las cosas se fueron dando repentinamente con el tiempo, ninguno de los dos sabíamos que era y por lo mismo no lo habíamos formalizado hasta que por un malentendido se terminó y cada uno tomó malas decisiones. Te puedo prometer que la relación fue consensuada, en que momento lo decidimos no, no lo sé. – Sí lo sabía, pero no podía contarles la verdad. – Tal vez estén molestos conmigo o piensen que durante todo este tiempo les he mentido a la cara y acepto la responsabilidad. Solo que hemos decidido que era hora de que ambos lo supieran.
-Charlotte, ¿Sabes lo que estas diciendo? ¿Te estas escuchando? – Su voz estaba mas grave de lo normal. Sus manos cruzadas mostraban lo molesto que estaba. – Eres una jovencita aun, usted. – Señalo a James – Tiene que ¿35? ¡A caso no ven la diferencia de edades!
-Señor, esto no es manipulación, Charlotte y yo somos adultos para ser responsables por nuestras acciones y ambos fuimos conscientes de lo que estaba pasando. Y tengo 30.
-Papá, no estoy aquí diciéndotelo en contra de mi voluntad y mucho menos amenazada, manipulada, si he decidido contárselo es porque tanto James como yo, nos dimos cuenta de que esto es lo que queremos, que ya no podemos seguir escondiendo nuestros sentimientos y que la gente a nuestro alrededor lo sepa.
-Louis por favor, si Charlotte ha venido hasta aquí desde Italia, para ella tampoco ha sido fácil, sí, nos ocultó su relación por casi un año, pero ambos sospechábamos algo – La miré incrédula. – Sí, no quisimos decir nada a ninguno de los dos porque tu padre se negaba, pero una madre no es ciega cuando se trata de sus hijos.
-¿Por qué no lo preguntaron mamá?
-Tu padre es tan orgulloso al aceptar que su pequeña niña ya creció, así que solo se evadía el tema y sí, en un punto los dos estamos molestos por ocultarlo, por lo menos el señor Diamond debió ser quien avisarnos o hablarlo antes en privado, tiene mayor experiencia que tu cariño, pero no importa, ambos han venido y es lo que se debe considerar.
-¿Entonces podremos decir que esto es una aceptación a nuestra relación? O me debo marchar ahora mismo.
Papá apretó los labios.
-No nos apuremos a tomar una decisión, pasemos al comedor, el alimento puede aliviar las tensiones entre todos. ¿Se quedarán? - mamá trataba de calmar los ánimos.
-He venido a visitarlos y mañana mismo nos regresamos a Italia – Sonreí a medias. – No me importa cuál es su decisión al final, no desaprovecharé la oportunidad de cenar con ustedes.
-Entonces pasemos a cenar.
Mis padres se adelantaron y solté todo el aire que estaba reteniendo.
-¿Por qué no les dijiste sobre el compromiso de una vez?
-Quiero que se lo tomen con calma, además papá cuando se enoja arremete contra todo y lo que menos quiero es que los dos hombres a quienes amo tanto terminen peleando. Solo dame tiempo hasta terminar la cena.
-Se hará como tu digas cariño.
Me abrazó y besó la frente.
La cena transcurrió en pleno silencio, cada uno estaba sumergido en sus propios pensamientos, mamá trataba de que el ambiente se relajara preguntando cosas sobre el palacio, mis visitas de estado, convivir todo un mes con mis primos, los cosas buenas que estaba haciendo con las fundaciones del palacio y me preguntaba si tenia alguna nueva idea para poder desarrollar mi papel como princesa de manera solitaria, es decir sin tener acompañantes de por medio o que la abuela quisiese estar enterada de todo, tener iniciativa propia.
James como buena pareja, me elogiaba ante los ojos de mis padres, papá se mantenía serio y sumergido en sus propios pensamientos, pero mamá cada vez se familiarizaba con James que ya no le decía señor, las mamás comprendían con mayor facilidad a los hijos, con papá tal vez no lo aceptara hoy nuestra relación, pero sabia que no me dejaría sola, nunca lo hacía y a pesar de estar muy enojado siempre me perdonaba, esta vez podría ser la excepción.
Miré a papá y su plato estaba vacío, Gail estaba poniendo los postres, le tomé la mano por sobre la mesa y le sonreí, para mi sorpresa me regresó el gesto y un apretón de manos, su enojo no era mucho aún.
-¿Por qué se irán tan de prisa? ¿Sabe toda la familia este anuncio?
-No mamá, necesitaba que ustedes lo supieran primero, y aunque su decisión puede ser no aprobatoria, no pienso rendirme a este sentimiento, James y yo hemos pasado por muchas cosas que ambos sufrimos por el otro. Nos iremos mañana en la noche porque la reina aun no lo sabe y no quiero que esto se vuelva un problema.
-¿Pero no es todo verdad? – Papá intervino.
-No... Papá, mamá. – Ambos estaban expectantes. – James y yo, nos hemos comprometido. – Levanté la mano y les mostré el anillo.
Mamá se cubrió los labios con las manos y papá soltó un bufido.
-¡Dios mío Charlotte! – Mamá comenzó a llorar. - ¿Cuándo sucedió todo esto?
-También fue una sorpresa para Charlotte, señora Reynolds, se lo propuse hace dos días en casa de mis padres, hemos pasado por mucho dolor que estar separados es un golpe para ambos, estoy decidido a luchar por nuestro amor y que no les quede la menor duda, del amor que siento por ella. Hemos pasado demasiadas adversidades que no veo un futuro sin ella.
-¿Han venido a mi casa para que estemos enterados de su compromiso o están aquí para pedir la aprobación?
-Papá hemos venido para compartir la felicidad con ustedes y por supuesto para que pueda contar con tu apoyo en este nuevo paso que estoy dando. No habría cosa mas feliz que tener tu aprobación en estos momentos y regresar a mis labores de princesa con tranquilidad.
-¿Sabes como afecta esto a la corona cierto?
-Papá por el momento espero disfrutar de mi felicidad, no había sido tan feliz así, desde hace tiempo.
-Señor Reynolds, si me lo permite, nunca dejaré sola a Charlotte, ambos somos una pareja y afrontaremos todo juntos.
-¿Y qué pasa con Frederick? – Ignoró a James.
-Papá, Frederick y yo solo somos amigos, nunca fuimos algo más, el lo malinterpreto y se aprovechó de mi situación, yo estaba vulnerable por nuestro repentino rompimiento y porque en verdad irme a Italia no había sido una buena idea, amaba a James, y lo sigo amando papá, pero si no me apoyas esta vez, lo entenderé, entenderé tu postura y no me opondré a ella.
Papá se levantó de la mesa y caminó al jardín, su silencio me golpeo y supe que habíamos roto nuestra relación.
-Charlotte. – Mama se acercó y me tomó de la mano. – Solo dale tiempo, tu hermano también se acaba de casar y ahora casarte tú para él es dejar ir a su pequeña y aunque no lo muestre siempre se ha preocupado y te ama con todo su corazón.
-Lo sé, mamá, sé que el siempre quiere lo mejor para mí, le daré su espacio, y espero que antes de irme pueda por lo menos despedirse.
-Cariño. – James me abrazó. – Tranquila, tu papá comprenderá, sé que eres su prioridad y le prometeré que también serás la mía y nunca dejaré que nadie te haga daño, ni yo mismo.
-Gracias James, estoy orgullosa de la mujer que se ha convertido Charlotte, y que ambos por fin se hayan dado cuenta que el amor no se puede ocultar, si el sentimiento es mutuo, debe ser correspondido. Estoy feliz por ambos. ¡Vengan aquí!
Mamá me abrazó y no dejo de desearme la mayor de las felicidades en este nuevo paso de mi vida, hizo lo mismo con James y le agradeció por buscarme y no rendirse a pesar de que pude ser muy cabeza dura para darnos una segunda oportunidad.
Por lo menos uno de mis progenitores estaba feliz con la noticia.
-Iré a hablar con el señor Reynolds, tal vez pueda comprender las cosas desde mi perspectiva.
-Se sentirá mejor si escucha lo mucho que amas a su hija. – Mamá lo alentó.
Me besó la frente y fue en busca de papá al jardín. Mis nervios incrementaron.
-Señora, ¿Puedo levantar la mesa? – Gail entro silenciosamente al comedor.
-¡Oh Gail ven aquí! – Mamá la unió a un abrazó entre las tres. - ¿Sabes que la pequeña se nos casa? – Nos separamos y Gail detonó alegría.
-¿Es eso cierto mi niña? - Le mostré el anillo. Chilló. - ¡Muchas felicidades querida Charlotte! No me lo creo. – sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. – Te he conocido desde pequeña y ahora eres toda una mujer, es un honor poder compartir contigo cada etapa de tu vida.
-Para mi es el honor Gail, de tenerte siempre ahí, y lo sabes. Muchas gracias por seguir en casa.
-Esto se debe celebrar. Iré por una botella de champagne rosa. – La vi perderse entre la cocina.
-Creo que debemos ir preparando todo lo relacionado a la boda ¿Dónde te gustaría que fuera?
Mientras mamá, Gail y yo nos sumergíamos en posibles ideas de vestidos de novia, lugares para la ceremonia, los invitados, la comida, la bebida, las flores, el cortejo, la iglesia, los zapatos y todo lo que se puede relacionar con la boda, los dos hombres mas importantes de mi vida mantenían una conversación muy alejada de la nuestra, la respuesta de papá me ponía demasiado nerviosa, por lo menos desearía que los pilares de mi pequeña familia estuviesen apoyándome, tendría demasiado con la posible negación de la reina.
Lo que me pareció ser horas, mi padre entró al comedor para acompañarnos, detrás lo acompañaba James y algo me decía que él lo haba arreglado todo. Si pudo convencer a mi padre de que nuestro compromiso no era un error, definitivamente era un buen negociante.
-Charlotte. – Todos guardamos silencio. - ¿Sabes que el único permiso que importa es el de tu abuela verdad?
-Estoy consciente padre. Sé el gran papel que ocupa la abuela sobre toda la familia.
-¿Planeas decírselo cuanto antes o esperaras un tiempo?
-Al regresar de Noruega, le daré la noticia padre, no pretendo demorar más.
-¿Se lo contaras en persona a tu hermano? ¿Él sabe su relación?
-Si papá. – Me apreté los labios. – Él lo sabía, pero no te enojes con él, fui yo quien le pidió que no te dijera nada, sí te lo oculté y tardé en decírtelo, pero necesitaba tener el valor para hablarlo.
-¿Alguien más lo sabía?
Miré el suelo.
-Nicolas, se enteró cuando conoció a James en una fiesta. James y yo aun no fijábamos nuestra relación, en ese entonces pensábamos en no regresar.
-¿Por qué lo ocultaste tanto tiempo?
-Porque no quería darles problemas, sabía lo mucho que les había costado tener esta estabilidad y si por alguna razón mi secreto se supiera fuera de nuestro círculo familiar, echaría a perder todo. Tanto su vida privada como la mía.
Papá se tocó las sienes.
-No te voy a ocultar el hecho de que estoy decepcionado de ti... - Mis lagrimas estaban al borde. – Pero de lo que siempre estoy seguro es que cuando las personas se aman de verdad, las imposiciones de las personas son las de menos y yo no quiero imponerme, quiero ser parte de este nuevo capitulo tuyo, quiero acompañarte al altar y estar ahí para cuando James se comporte como un capullo y te haga llorar.
Comencé a llorar de felicidad.
-Señor Reynolds, nunca lastimaría a Charlotte, la amo tanto que podría morir antes de lastimarla.
-Lo sé, lo sé. Y a partir de ahora. – Me tomo de ambas manos. – Te encomiendo a mi hija para que la hagas feliz cada uno de sus días, le proporciones la estabilidad que se merece, la ames por sobre todas las cosas y nunca le hagas dudar de lo hermosa que es. – Entrelazó las manos de James con las mías. – Y una ultima cosa, nunca, por favor, nunca se dejen de amar, ya que el pilar de un buen matrimonio es el amor. – Abrazó a mamá. – Se los digo yo, que he construido con esta bella dama un hogar comenzando desde cero.
-Señor Reynolds, le puedo jurar que viviré solo para su hija y el amor nunca le faltará, mucho menos recordarle lo bella que se ve, aunque engorde diez kilos cuando decidamos tener nuestros hijos, para mí siempre será la mujer mas bella de todos los tiempos y nuestro amor sobrevira por sobre los años.
-Espero que lo de los hijos sea en un par de años más.
Reí con la cara toda llena de lágrimas. James me limpio con una servilleta la cara y me abrazó a su pecho. Miré a papá y corrí a sus brazos. Nuestro abrazo sellaba todos nuestros malentendidos y daba comienzo una nueva etapa, su hija convirtiéndose en mujer y dejarla volar alto para encontrar su propia felicidad.
-Gracias papá por apoyarme siempre. Eres el mejor de todos.
-Siempre estaré para ti cariño, nunca te dejaré sola.
-Bien, entonces ya que todos estamos de acuerdo en la próxima boda del siglo. Gail acompáñanos con otra botella, debemos brindar por Charlotte y James.
Nos quedamos una hora más con nuestra familia y después partimos hacia nuestro departamento, mamá pidió que nos quedáramos un día más en casa, pero papá comprendía lo complicado del asunto si tardábamos en avisarle a la reina de nuestro compromiso. Así que ambos, con una última despedida nos vieron salir de casa y tal vez en poco tiempo podría estar de vuelta.
-¿Qué le dijiste a papá para que aceptara nuestro compromiso?
-Solo le hice ver lo enamorado que estaba de su hija. Y que al igual que él me pondría furioso si en un futuro nuestra hija hiciera lo mismo, pero que comprendería y terminaría aceptándolo, porque lo que siempre importa es el amor y apoyo de la familia. Y que, si deseaba quitar su enojo, frustración, lo hiciera gritándome, golpeándome, pero que no te hiciera sufrir. El responsable de todo era yo.
Me sorprendí al escucharlo.
-¿Y papá no contrataco?
-Me amenazó y me dijo que si ya sabia donde estaba parado que me anduviera con cuidado porque si el se enteraba que te había roto el corazón me mandaría a matar y nadie sabría quien lo había hecho.
No podía creerme su confesión.
-No puedo imaginarme a papá diciéndote eso.
-Lo hizo cariño, pero no le tengo miedo, porque a partir de hoy y todos los días no dejare que te me escapes, te seguiré al fin del mundo, porque soy un tipo jodidamente egoísta que no pretende compartirte con nadie.
Abrió la puerta de nuestro departamento.
-¿Entonces que fue eso de amarme aunque aumente diez kilos por el embarazo de nuestros hijos?
-Solo con ellos estoy dispuesto a compartirte, aunque cuando sean mayores de edad los correré de la casa para tenerte para mí solo.
-Vaya señor Diamond, aun no tenemos ni planes de concebir y usted ya esta pensado en correrlos de nuestro hogar.
-Podemos empezar hoy.
Me cargó y atrapó mis labios con los suyos, con tal destreza que lo caracteriza subió las escaleras y la noche nos perteneció dentro de la habitación.
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