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Capitulo 21

Con la cara por supuesto hinchada de tanto llorar y sorbiendo aun por la nariz, comenzamos con la cena de cumpleaños de James y nuestro nuevo comienzo como prometidos.

Nuestra cena comenzó en plena armonía, la abuela como siempre no dejaba de decidir sobre nuestro futuro pidiendo que antes de que la muerte llegase por ella le diéramos algún nieto, me sonrojé cuando comenzó a hacer las insinuaciones que podríamos practicar desde hoy o ahorita mismo, que todos se podrían encerrar en las habitaciones y nosotros escoger cualquier parte de la casa. ¡Diablos! Si tan solo ella supiera que acabábamos de pasar por una falsa alarma de embarazo. Pedía a la tierra que me tragara.

Si había días que me quejaba en el palacio de la mayoría de comida que nos servían y que a veces solo probábamos bocados, esta vez la ocasión era diferente y se perdonaba que la familia se había preocupado por esta noche tan especial, eran dos celebraciones en uno, el compromiso y el cumpleaños del mejor hombre que podría pedir. Sé que nuestro camino no era fácil, pero lo haría posible, sería la mujer que alguna vez soñaba con los finales felices, ya esta a un paso de lograr mi felicidad absoluta, no estaría dispuesta a que algo me lo arrebatara, no, ya no.

Al termino del postre, James susurró que tenía una sorpresa más, pero tendría que esperar. Su padre pidió llenar nuestras copas de champagne.

-Bien familia. – Joe se puso de pie. – Me gustaría hacer un brindis.

Toda la familia se puso de pie.

>>Primero, doy gracias por un banquete más de alimentos sobre nuestra mesa, y por tenerlos a todos un año más, así como le deseo a James que este haya sido el mejor de toda su vida.

James me abrazo por la cintura y nos miramos por un momento.

>>Por consiguiente, familia, me gustaría que todos levantaran su copa para no olvidar este 12 de septiembre como no solamente un año más de vida de mi primogénito, sino la celebración que tanto él como Charlotte, tienen por delante ¡Enhorabuena por su compromiso! Muchas felicidades de nuevo, y que vivan felices para siempre ¡Salud!

Todos chocaron copas y las felicitaciones para nuestro nuevo camino como pareja no faltaban.

Bajo aquella noche llena de estrellas y una luna llena, nos quedamos otros momentos conversando sobre distintos temas, los hombres se habían juntado en uno solo, las mujeres en otro y los más pequeños de la familia jugaban alrededor de todo el césped. La imagen perfecta de familia feliz se extendía ante mis ojos, los pequeños habían ido por su tío favorito para jugar, el los seguía por detrás mientras ellos no se dejaban atrapar. ¿Quién lo diría? Aquel estúpido profesor que había conocido hace un año ahora mostraba su faceta familiar.

-¿Qué tal le pareció la noche señora Diamond?

-Aun no soy señora Diamond. – Lo tomé por las solapas de su saco. – Y además sería señora Acker y tu madre lleva muy bien el apellido en alto. No quiero ocupar su lugar.

-No ocuparas su lugar, llevaras su legado muy en alto, eres digna.

-¿Eso crees? Ante tu familia me siento muy pequeña.

-Eres mi pequeña.

Me mordí el labio.

-A todo esto, lo siento por olvidar tu regalo de cumpleaños. – Miré a sus zapatos.

Me levantó la barbilla con el índice y me abrazó para disminuir distancias.

-He dicho que eres mi mejor regalo y más aun al saber que has aceptado casarte con este egocéntrico.

Me reí.

-Eres el egocéntrico con el corazón mas grande que conozco.

-Espero ser el único egocéntrico que conozcas.

Hice una mueca.

-Creo que no.

Levantó la ceja y me besó, si una muestra de marcar territorio. Su muestra de marcar territorio.

-¡No te la tragues hijo! – La voz de la abuela hizo reír a James y mi cara tomó todas las tonalidades de rosa.

-Abuela si supieras... - James le siguió el juego y me escondí en su pecho.

Definitivamente no volvería a ver a su familia a la cara.

-¡Ese es mi chico! – Levantó el pulgar por el aire.

-Charlotte, lamento mucho los comentarios de mi madre. – Se acercó la señora Clare para despedirse.

-No se preocupe. – Estaba segura de que el color rosa de las mejillas no desaparecía.

Dos despedimos con un abrazo y besos en la mejilla. El señor Joe se acercó y nos deseo las buenas noches y se despidió, la que ahora se convertiría en mi cuñada me felicito una vez más y me abrazó con los niños, Damián, me susurró lo feliz que estaba por James y porque yo era la mejor cuñada que él podría desear, me abrazó y se fue acompañado por la abuela, quien solo dijo que usáramos protección o que mejor no, que los nietos ya debían llegar.

James solo contestó que el también deseaba lo mismo, pero lo primero era lo primero, casarnos ante los ojos de la familia.

-Tu familia esta muy orgullosa del paso que hemos dado. Me siento como en casa.

-Hablando de familia. – Me tomó de la mano y nos sentamos en la mesa vacía.

-Tenemos un viaje que hacer a Canadá.

-¡Mis padres! ¿Cómo pude olvidarlos? ¡La prensa! – Oh no, mi cuento de hadas había llegado muy lejos.

-Tranquila. – Me acarició los nudillos. – Mi familia ha firmado un acuerdo de confidencialidad.

Lo miré con las cejas alzadas.

-¿Has hecho firmar a tu familia un acuerdo de confidencialidad?

Se encogió de hombros.

-Es necesario. Además, puedo hacerlo.

-¿Eso no va en contra de tus valores familiares?

-Es una manera de mantener a raya a la abuela, a veces no puede guardarse todos los secretos. Y los demás es una manera también por si se les sale antes de tiempo.

-¿Sabes los posibles problemas que llegaran ahora?

-¿Podemos no pensar en eso? Hoy es nuestra noche.

-Hoy estaré a tus órdenes. – Enredé mis manos en su cabello.

-Entonces creo que debemos hacerle compañía a la familia adentro.

Caminamos en la ruta anterior para ingresar a la gran casa y todo se encontraba en completo silencio, algo extraño, pensé que la familia por lo menos estaría comiendo un aperitivo más en la sala o estarían en la cocina hablando sobre su futuro y la familia real.

Extrañamente James se encontraba en silencio y no me soltaba las manos al subir escaleras para poder llegar a nuestra habitación y no había escuchado voz alguna de la abuela.

-¿Tu familia se fue a dormir?

-Posiblemente, aunque nosotros no haremos eso.

-¿Qué dices?

James abrió la puerta de nuestra recamará y me quedé sin palabras. Nuestra habitación estaba decorada con pétalos de rosas por todas partes, el piso apenas y se veía, las luces estaban tuenes y las velas por todas partes hacían que se iluminara un poco más la habitación. Teníamos una pequeña charola con aperitivos como chocolate derretido, fresas, uvas, kiwis, quesos, tocino, pepperoni, y una botella de vino con dos copas.

-¿En que momento hiciste todo esto?

-Los caballeros no revelan sus secretos.

-¿Tu madre te ayudo?

-Todo el crédito me lo he llevado yo.

-Te otorgare mi voto dudoso.

Nos juntamos en un apasionado beso, que elevó el calor. Tomó mi cabello entre sus manos y profundizó el beso. Ambas lenguas bailaban un compás desenfrenado.

Su mano comenzó acariciando mi rostro, cuello, hasta posicionarse cerca del cierre del vestido para poder deslizarlo lentamente. El vestido cayó a mis pies y sus besos recorrieron el corto camino de mis labios al puente entre el cuello y la clavícula. Con la vista nublada del deseo que se extendía entre nosotros, deslicé el saco por sus hombros, con manos temblorosas desabroché el cinturón, el botón y el cierre del pantalón, ya no eran un obstáculo. Sus expertos dedos acariciaron el borde del sostén de encaje y mi piel se erizo ante su contacto tan suave.

-Me encantas cuando tu piel se eriza ante mi contacto.

Los pezones se irguieron ante su contacto. Me mordí el labio y levanté su suéter por la cabeza, su torso marcado era una delicia exquisita, el tacto de nuestras pieles parecían tener una conexión. Desabrochó el sostén y me beso mientras con una mano experimentaba la tortura de concederme el placer acariciando uno de mis senos.

Deslicé sus pantalones con las manos hasta escuchar que la hebilla tocó el suelo de madera. Se quitó los zapatos y como si fuese un experto en la materia se quitó los calcetines sin perdida de tiempo y de deshizo del pantalón, ambos solo teníamos la ropa interior.

Caminamos a ciegas, hasta llegar al borde de la cama y con suavidad me dejo sobre ella. Besó cada parte de mi torso desnudo. El placer me consumía por dentro. Mientras los pechos recibían la atención necesaria, mis manos fueron en busca de su ropa interior. Me detuvo.

-Los ángeles como tú se deben devorar despacio.

-Me he convertido en un demonio a tu lado.

-Debemos ir despacio, esta vez.

-Solo quiero que me inundes de placer.

Se levantó y caminó a su mesita de noche. Se quitó los boxers sin pudor, se tomó unos segundos más y levantó el condón.

-Esta vez debemos ser consientes de las consecuencias.

Mi subconsciente grito <<¡Vamos hazlo!>>. Me puse de pie y me hinqué ante sus piernas, apoyada sobre los talones. Acaricie con astucia su pene que se extendía en una enorme erección y sin consentimiento este desapareció entre mis labios. Escuché un gruñido escaparse de sus labios y mi satisfacción me llenó por dentro. Me tomo del cabello y me deje llevar por el ritmo de sus manos.

-Has sido una chica sorprendente. – Poco a poco se separó. – Pero esto no ha terminado.

Retomamos nuestra posición en la cama y con una calma ante mis ojos deslizó las bragas por las piernas. Lo vi perderse entre mis muslos, su contacto del aliento cálido y su lengua rozando los labios vaginales hicieron que la espalda se contrajera. El placer me inundó al completo y estaba al borde del abismo.

Lo sentí separarse y un vacío me inundó. Se puso de pie y lo miré. Arrugué las sabanas en señal de tensión.

-James... - supliqué.

Se colocó el condón y envolvió mis piernas alrededor de su cadera.

-Nuestro placer debe ser siempre compartido. – Sus hábiles dedos acariciaron mi vagina por ultima vez. Y su pene se colocó en la entrada. – De ahora en adelante. – Me embistió. Erguí la espalda al sentirlo dentro. – Nuestro placer deberá ser compartido con ambos. – Volvió a salir y entrar. - ¿Lo has entendido?

Las palabras me fallaban. Me mordí los labios ocultando un gemido. Sus embestidas estaban siendo suaves pero el roce de nuestros cuerpos me estaba llevando al máximo. Sus gruñidos roncos era música para mis oídos. Aumentó las embestidas.

-Necesito escucharte cariño. - Mis labios se separaron. Mi respiración era agitada. - ¿Lo has comprendido cariño?

-Si – pronuncié apenas audible.

El placer me tenia al borde. Mis dientes se enterraban con fuerza sobre los labios. Sus labios consentían mis pechos como si de un caramelo se tratase. Levantó la vista y sus dedos tocaron mis labios haciéndolos libres del martirio. Me besó. Sus embestidas aumentaron a un ritmo profundo y apenas pude respirar. El orgasmo estaba a punto, él dejó ir un gran gruñido y ambos nos dejamos inundarnos por el placer.

Poco a poco nuestra respiración tomó su ritmo. Se levantó y temblé ante la sensación. Tiró el condón en la basura y se recostó a un lado abrazándome. Ambos corazones latían de prisa.

Con su pulgar recorrió el labio inferior y su tacto me hizo separarme un poco. Me había hecho daño.

-No vuelvas hacerlo. Gemir es un acto de satisfacción.

-Lo siento. – Contesté avergonzada. Parecía reñirme.

-No debes tener vergüenza de gemir, somos una pareja y las relaciones se construyen en confianza, si no gimes me harás sentir como si no lo disfrutaras.

-No es eso... solo que. – Me relamí los labios. – Esta tu familia. – Bien lo dije sin rodeos.

-¿Y crees que mi familia no tiene relaciones sexuales?

La pregunta me tomó por sorpresa.

-No... bueno no lo sé... pero... - Busqué la palabra correcta. – Es casa de tus padres y me sentiría incomoda, que nos escucharan, es algo inapropiado.

-Charlotte, estamos en la habitación más alejada, ¿Por qué crees que nos la dieron? Y además cariño, tener intimidad es lo que todas las parejas hacen.

-Si, pero...

-Nada de peros. Cariño, bendito sea el que te escuche gemir. – Me besó. – Eres la mejor obra de arte de toda Europa y yo tengo la dicha de disfrutarte a cada momento.

Nos besamos y de poco en poco me recostó sobre su cuerpo.

>>Ahora quiero escucharte gemir. – Su erección creció. – Abre el cajón de la mesita y saca un nuevo condón.

Hice caso, y sin esperar indicaciones, sabía lo que debía hacer, abrí el condón y lentamente se lo coloqué. Me puse arriba de él y de poco a poco su pene me penetró. Gemí de satisfacción. Mi cuerpo estaba preparado para continuar con nuestra noche de placer.

Subía y bajaba apoyada de su torso, sus abdominales se contraían cada vez que estaba cerca, pero esta vez las riendas las llevaba yo y cuando lo veía al borde continuaba lento. No vi venir sus intensiones y al acariciar mis pechos con cariño y meterse a la boca uno a uno para poder incrementar el placer, inconscientemente mis embestidas aumentaron y ambos cuerpos logramos alcanzar el orgasmo una vez más.

Agotada, me recosté en su pecho. Sus dedos trazaron pequeñas caricias de arriba a abajo. 

-¿Logras ver la diferencia? Gemir es nuestro acto de placer.

-Estaré avergonzada con tu familia mañana.

-Nadie te habrá escuchado.

-Eso espero.

-Te prometo que a partir de ahora nuestras noches siempre serán especiales. – Me besó la cabeza.

-Estar contigo me basta y sobra. – Me quedé mirando el dedo anular izquierdo por unos momentos. - ¿Qué haremos ahora?

-Disfrutar nuestro momento.

-Tengo miedo.

-Tranquila pequeña, estoy contigo y esta vez nada nos va a separar. Te amo, y ahora estaremos unidos para toda la eternidad.

-Primero debo arreglar muchas cosas.

-Lo afrontaremos juntos.

-No James, es mi familia, debo arreglar unos asuntos pendientes y después juntos diremos que estamos comprometidos.

-Esta bien, lo haremos a tu manera. – Me abrazó.

-Tengo que contarte algo... - Lo pensé – Antes de que volviéramos y estableciéramos las nuevas reglas de nuestra vida, había tenido algo con Frederick un...

-Shh, lo sé todo cariño, lo sé todo.

-No James por favor, déjame.

-Charlotte, sé que no tenias intención alguna con Frederick y solo lo hiciste por despecho y presión. Lamento por orillarte a todo eso.

-James, pero ¿Cómo?

-Es muy noche cariño, hoy no.

Me hice de oídos sordos, nuestra noche era especial, no debía arruinarla con mi pasado, solo importaba el presente y el futuro. Nos levantamos de la cama y nos metimos a la ducha, lo único que nos faltaba era dormir y esperar a que el mañana nos sorprendiera.

Los rayos del sol entraron por los grandes ventanales. Mi cuerpo se estiró para retomar energías y mi brazo buscó la compañía, pero no había nadie. Me levanté y miré a mi alrededor. James estaba sentado en la silla del balcón. Salí a darle los buenos días.

-Buenos días - contestó al verme.

-¿Cómo es posible que ya estés con un café en la mano y yo aun siguiera en la cama? – Me senté en sus piernas.

-Te veías tan relajada. Además, es solo un café.

-¿Te he dicho que me encanta verte despierto con el cabello alborotado? – Enredé los dedos en su cabello.

-Al parecer nos hemos levantado de buenas. – Dejó el café a un lado.

-Contigo siempre los días son buenos.

-Pensaba que solo las noches. – Sus manos se perdieron debajo de mi blusa de tirantes. Y los pulgares comenzaron a acariciar los pezones.

-Cada momento es placentero a tu lado.

-¿Si? ¿Y que más señorita Reynolds? - Una de sus manos se metió debajo del short de seda.

-¡Oh James!

Sus dedos comenzaron a masajear mi clítoris y me sentí perdida. La fricción que creaban sus dedos cada vez aumentaba los niveles de placer, introdujo uno en los labios vaginales y encontró el punto exacto para mantenerme en la cima. Su segundo dedo acompaño el ritmo del primero, me apoyé sobre sus hombros y le di pequeños mordiscos cuando el orgasmo me inundó.

Respiré con dificultad. Saco los dedos de mi interior.

-Lo has hecho bien pequeña. – Me besó la mejilla. - ¿Nos bañamos juntos?

-Mmm. – contesté con pocos ánimos.

-¿Puedes ponerte de pie? - Dije no con la cabeza. – Bien, te llevaré cargando.

James se hizo cargo, preparó la bañera y me desvistió. Me dejé consentir y por segunda vez en la mañana, hicimos el amor dentro de aquel baño donde nuestros gemidos inundaban el silencioso lugar.

Me arregle para nuestra ultima mañana en la casa de los Acker, James había dicho que nos iríamos a Canadá después del desayuno en casa, lo primordial ahora era decirles a mis padres de lo nuestro y lo demás vendría como fuera. Una falda plisada negra, el suéter de lana color crema, los zapatos de tacón, el pelo suelto y los pendientes de mi colección eran lo más acorde de la ocasión. Ahora el único accesorio que me importaba era el anillo que llevaba en la mano izquierda.

-Creo que te falta algo. – Se posicionó detrás. Ambos nos miramos a través del espejo.

Me colocó la cadena con el dije que me había regalado el día de mi cumpleaños.

-¿De donde lo has quitado?

-Lo he sacado de tu joyero, ahora si puedes llevarlo. Estamos lejos de los ojos de la prensa.

Acaricié el dije.

-No hay mayor joya que la que llevo en la mano que simbolice que soy tuya mucho antes de comprometernos.

-Nunca nada será suficiente cariño.

Me besó y juntos llegamos al comedor. La familia esta situada en sus asientos, dos personas más nos acompañaban y no los conocía.

-Buenos días. – James tomó una postura rígida al dirigirse a todos. Su aspecto cambió.

-Hijo buenos días estábamos a punto de desayunar ya, tomen sus asientos por favor. – Clare sonrió ante nuestra presencia.

-¿No nos presentaras a tu invitada querido primo?

Un hombre con la misma estura de James se acercó y con una radiante sonrisa nos miró de arriba abajo, mi corazón latió rápido, algo no me convencía del tipo. Por inercia escondí mi mano donde tenia el anillo.

-¿Cuándo han llegado? ¿Quién los ha invitado?

-Tranquilo primo, mi madre y yo hemos decidido pasar a saludar al cumpleañero, espero que aun no sea tarde. ¡Muchas felicidades querido James! – Abrazó a James y le dio pequeños golpes en la espalda, James no hizo lo mismo. – Creo que no han tenido el placer de presentarnos. – Me dirigió la mano.

-No hace falta. – Intervino James y no soltó nuestras manos entrelazadas.

Damián se posicionó al lado de James.

-James hazlo por mamá. – Le susurró.

-Soy Charlotte. – Estreché manos con el desconocido.

-¡Qué hermoso nombre! Encantado adorada Charlotte, soy Mathews Diamond, primo-hermano de mi querido James. Nuestras madres son hermanas. – Me besó el dorso de la mano y sentí sus intenciones.

James respiraba entrecortadamente.

-¿Nos sentamos? – Habló para mantener distancia.

-Por supuesto.

Mathews sonrió de lado y se encaminó a la mesa. James por su parte me guio hacia la otra persona que parecía ser la madre de Mathews, estaba sentada al lado de la abuela en la mesa.

-Tía Margaret, un gusto. – Se abrazaron afectuosamente. – Le presento a mi... - se detuvo a pensarlo. – Novia.

-Hijo, feliz cumpleaños, lamentamos perdernos la cena de anoche, acabamos de llegar. – James solo sonrió.

Mi rostro se curvó un momento, pero no dejé que me afectará, volví a la sonrisa.

-Charlotte. Un gusto. – Estreché la mano de la señora.

-El gusto es mío Charlotte, por fin James se atreve a traer a una de sus novias a casa. ¿Cómo fue esto? ¿Te han amenazado esta vez? – Miró a James.

-Que ocurrencias tía. Charlotte y yo somos felices, ¿Cómo van las cosas por Nueva Zelanda?

-Nos hemos mudado. Mathews ha conseguido un nuevo trabajo, y por el momento quiero pasar tiempo con mi hijo.

-Me alegro mucho, tía, pero ¿No era mejor la vida en solitario?

-A veces queremos seguir los pasos de nuestros hijos. Cuando perdemos a nuestra pareja es lo que anhelamos el calor de la familia.

-Sabes que en casa con la abuela estarás mejor.

-Por el momento con Mathews y su nuevo trabajo estamos bien. Tiene una nueva novia y parece ser la definitiva, ¿Puedes creerlo? Escucho enlaces de matrimonio muy pronto.

-Esperemos así sea tía.

-¿Nos sentamos? – La señora Clare intervino y todos ocupamos los espacios vacíos en la gran mesa.

Esta vez James y yo estábamos ubicados al lado de su madre y al frente teníamos a los nuevos invitados.

El desayuno era delicioso, la carne de hamburguesa con verduras, tortitas de patata y el tocino tenían un balance exacto de calorías, a este punto podría ser que el postre lo evitara. Al final terminé aceptando las fresas con crema, nadie se resistía a ellas.

-Querido sobrino, lamento preguntar esto, pero... ¿El anillo en su dedo es de compromiso? – Mi cuchara estaba a medio camino de mis labios.

-¡Por supuesto que es de compromiso Margaret! ¿No ves la cara de los prometidos? – LA abuela respondió por James.

-¡Enhorabuena hijo! ¿Por qué no lo habías dicho antes? ¿Cuándo se piensan casar? ¿Se han comprometido hace poco?

-Preferimos mantenerlo en secreto aun tía. Apenas avisaremos a sus padres.

-¡Vaya primo! No has perdido el tiempo. ¡Vamos familia démosles un brindis a los novios! – Mathews se puso de pie y todos lo miraron. – No sean penosos ¡Familia! – A regañadientes los demás se levantaron de sus asientos y elevaron sus copas de vino. - Brindo por la nueva adquisición de la familia ¡Charlotte! – Su voz era desconcertante, parecía ser enojo y a la vez despecho. O celos.

El desayuno terminó en una tensión entre todos los miembros. Clare para aliviar un poco de tensión nos invitó a pasar a la sala para poder charlar a gusto.

-Debo arreglar unos asuntos con papá antes de irnos. – Me besó la frente.

Le habló a su hermano y le susurró algo como "no dejes que se le acerque". Para después dirigirse con su padre a lo que parecía ser la oficina.

-Charlotte, ¿Me acompañas? Vigilaré a los niños en el jardín. – Me levanté y caminé al lado de Alice.

-¿Puedo preguntarte algo? – Recorríamos el césped.

-Claro, seremos cuñadas en un futuro.

-¿Por qué creo que James y Mathews no se llevan bien?

-Problemas familiares, él te lo explicará, solo no te acerques a Mathews te lo digo por tu bien y el de todos. James a veces pierde la cabeza cuando ambos están en el mismo entorno.

-¿Su situación es para preocuparse?

-Es complicada. Si te digo la verdad nadie lo soporta en la familia, ni la abuela.

-¿Entonces por qué esta aquí?

-No lo sabemos, pero intuimos que la abuela le dijo a la tía Margaret donde estábamos, la abuela le tiene algo de pena a la pobre Margaret, es su hija mayor y hace cinco años se murió su esposo, desde aquel entonces la pobre ha estado bajo el mando de Mathews. Es sumisa ante él. La familia la quiere, pero lejos de Mathews.

-¿Por qué el hijo es el malo?

-No me corresponde decirlo Charlotte, pero solo toma mi consejo no estés a su lado a solas. Puede ser una serpiente venenosa cuando se lo planeta.

-Señorita su celular. – La ama de llaves me entregó mi celular que contenía una llamada perdida.

-Gracias. – La pantalla se volvió a iluminar, era una nueva llamada de Nicolas.

-Lo siento contestaré.

-Adelante. – Alice me dejó a solas.

-¿Cómo te la vas pasando Eva?

-Bien, han sucedido cosas.

-Si me vas a contar como te esta follando hombre buenas cogidas, no lo quiero saber.

-Nicolas, ¿Por quién me tomas? Te he dicho que esas experiencias no te las contaría o bueno serias el ultimo en saberlas.

-Pues yo te contaré las mías, verás ayer, me quedé de ver con una rubia y no sabes...

-No quiero saberlo, ¿En donde estas? Te escuchas tranquilo. Deberías tener una buena cruda.

-¿Acaso no crees que sobreviva una noche libre sin tomar?

-No.

-Voy de camino a España, la familia de Gio nos acaba de invitar a una fiesta de gala anual, no me la pierdo, siempre van buenas damas.

-Recuerda que nadie debe saber que no estamos en el palacio.

-Tranquila es un evento de exclusividad, además no estaremos mucho tiempo ahí, después nos iremos a un antro.

-Tengo algo que contarte, pero... no puedo ahora mismo.

-¿Te tiene secuestrada hombres buenas cogidas?

-No es eso, es algo más serio.

-No me digas que estas embarazada.

-¡No! ¿Cómo se te ha ocurrido?

-He escuchado rumores.

-Pues son mentiras.

-Eso espero.

-¿Estas dudando de mi palabra?

-No, pero si de que ocupes protección.

-Contigo no se puede de verdad. – Escuché voces en la otra línea.

-Me tengo que ir Eva, han llegado por nosotros. Cuídate.

-Igual, te quiero, estamos en contacto.

-Besos. – Colgó.

-Charlotte, ¿Puedo pedirte un favor? – Alice se acercó.

-¿Si?

-¿Puedes acompañar a Ava al baño? Tengo que darle de comer a Marco y no me es posible acompañarla.

-Tranquila, la llevo yo. – Tomé la mano de Ava - ¿Me enseñarías el baño? – La niña sonrió y me encaminó por un pasillo.

Pasamos por la oficina donde se habían quedado James y su padre a solas y escuche sus voces algo fuertes.

-¡James no puedes hacer eso! ¿Conoces por lo menos las leyes de la monarquía? Si se llegan a separar la corona italiana tendría el acceso a la empresa familia al cederle todos tus derechos a Charlotte.

-Padre, nada de lo que digas me hará cambiar de opinión y guárdate ese contrato prematrimonial, no lo firmaré y mucho menos Charlotte.

-Solo estoy cuidando nuestro patrimonio.

-Soy yo quien lo cuida por todos, no hagamos esto una discusión mayor, he dicho no y es mi ultima palabra.

-James no sabes en que lío te metes, escúchame por lo menos, será muy tarde cuando reacciones.

-Me casaré con Charlotte y todo lo mío será suyo. No me interesa el dinero de su familia solo me interesa ella y quiero protegerla.

-Tía, ¿Podemos avanzar ya? – reaccione ante la suplica de la pequeña.

Terminamos nuestro deber en el baño y una alegre Ava estaba contándome una de sus mejores anécdotas en el colegio. Pasamos por la oficina y James junto con su padre iban saliendo. No estaba tan feliz.

-¡Tío!

James la alzó en brazos.

-¿A dónde han ido ustedes dos hermosas damas? – Me abrazó de la cintura y me besó la frente.

-La tía Charlotte me ha llevado al baño y le he contado sobre mi maestra del colegio.

-Qué bueno pequeña, ¿Te has lavado bien las manos?

-Si la tía Charlotte me ha ayudado con el jabón, la tía Charlotte es muy buena.

-Lo sé cariño, lo sé. - La beso en la frente y la dejo correr hacia el jardín. – Creo que es hora de irnos. Le avisaré a la familia.

Nos reunimos todos en la sala y James comunico que debíamos partir por cuestiones de trabajo, de ambos y que pronto nos volveríamos a reunir, abrazó a su madre y abuela. Se despidió de Alice con cariño y a su tía también. Con su hermano y padre les dio un apretón de manos y un abrazo, a su primo apenas y le dirigió la mirada. Se tomo su tiempo con los niños.

-Muchas gracias por la estadía señora Clare. – La abracé.

-No agradezcas cariño, eres ya un miembro más, los echáremos de menos. – Estaba al borde de las lágrimas.

-Abuela ha sido un placer conocerla, espero verla pronto.

-No te olvides que soy la mejor abuela. – Se rio. – Anda cielo, vayan con cuidado, los esperaremos pronto.

Con frases cortas y abrazos me despedí de los demás miembros y a pesar de sentir la tensión entre Mathews y yo le estreché la mano para no verme descortés y le dije un <<hasta pronto>>. Fui mas gentil con los pequeños que se habían robado mi corazón y les prometí a la próxima traerles algunas golosinas que solo podríamos comer a espalda de sus padres.

Esta vez un chofer nos esperaba en el auto, antes de subir vi como los pequeños lloraban y Damián hacia malabares para cargarlos y detener su llanto. Casi pido quedarnos un momento más. James y yo nos subimos a la camioneta y con despedida de mano partimos al aeropuerto. 

-Te noto preocupada, ¿Te molesta algo?

-Aún no sé cómo decirles a mis padres esto. Estamos viajando a que ellos se opongan.

-No va a ocurrir te lo prometo. – Me besó el dorso de la muñeca.

-Hay algo más.

-Siempre estoy dispuesto a darte respuestas.

-¿Por qué creo que tu relación con tu primo no es la mejor?

-En pocas palabras Mathews quería más adquisición en la empresa de papá, porque su papá trabajaba ahí antes de morir, él murió en un accidente fue lamentable, y obviamente las acciones pasaron a ser suyas, pero eran un mínimo y papá les dio a su cuñado acciones por parte de mamá porque lo acababan de despedir cuando papá comenzó a subir con la empresa.

Inhalo.

>>Así que exigió tener más responsabilidades y al tener una junta familiar lo dejamos, yo estaba en desacuerdo, él apenas era un crío y yo estaba teniendo en mis manos contratos importantes junto con Damián. Cuando se le dio el cargo de director general del área de finanzas, todo se fue a piqué. Les enseñó a los empleados a omitir informes y cada vez sus gastos se elevaban en bebidas, hoteles de lujo, viajes en donde la empresa pagaba todos los gastos, pero eran más viajes de placer que de trabajo. Les informé a toda la familia y papá se molestó demasiado, decidimos que lo mejor era sustituirlo de cargo, pero mantenerlo en la empresa. Él no estuvo de acuerdo y se enojó con la familia diciendo que eran falsos que mi hermano y yo le habíamos inventado.

Se sobó la sien.

>>Para esto Damián y yo ya lo teníamos vigilado, cada paso que daba, cada cosa que hacía, solo necesitábamos que él cometiera un error y se fuera. Un día despidió a empleados solo porque se le dio la gana, lo enfrenté y le dije que eso no se podía hacer él debía pasar por la aprobación de la junta directiva, le valió y vendió a una revista una exclusiva donde exponía mi vida privada, es por ello por lo que para limpiar la imagen de la empresa tuve que entrar a ser profesor y pagar mucho dinero por la exclusiva papá volvió a estar a la cabeza de la empresa y él fue despedido. Eso le dolió tanto que utilizó a su madre de chantaje con la mía, trató de manipular a mi familia y no lo consiguió desde ese día nadie lo aguanta y aún creo que él fue quien vendió las fotos de aquella noche donde casi lo pierdo todo.

Me besó el dorso de la mano.

>>Y lo que no soporto es que se metan en mi vida privada cuando soy a él único a quien debe interesarla.

-Me preocupa después de contarme esto. ¿Crees que diga algo antes de arreglar todo?

-Te juro que siempre velaré por tu bienestar cariño, no haré que nadie ni nada te perjudique.

El auto se estacionó enfrente del avión. Ambos subimos por las escaleras, el interior me pareció familiar.

-¿Es tuyo?

-Exactamente de la familia.

-Siento que es familiar.

-Lo has ocupado alguna vez.

-¿Si?

-Tengo que contarte algo. – Me sentó en sus piernas. – Hice algunos negocios con tu padre en nombre de la empresa de papá, él no sabe que era socio mayoritario, le dije que era un trabajador más porque el puesto de profesor no dejaba mucho y así podía estar más cerca de ti.

-¿Así que siempre has estado detrás de mí?

-Desde el primer día cariño. Cuando te vi llegar aquel lunes a la universidad, supe que te conocía de alguna parte, moví cielo mar y tierra o bueno, le pedí a los de sistemas de la empresa que lo hicieran por mí y me lo dieron todo.

-¿En qué momento planeabas decirme esto?

-Cuando no me miraras como paranoico. Caminaste con tu ropa casual y tu sonrisa al ver a tus amigos me dejaron pasmado. Te diré la verdad, investigue a cada uno, debía asegurarme que no tenias a nadie en tu vida para poder interferir. No había día que no te pensara, que te deseara, que anhelara este momento, en aquel entonces obviamente no pensaba en que podríamos estar enamorados, solo te veía como la joven que deseaba tener entre mis sabanas. – Me besó con ternura. – Al llegar Julián en tu vida algo crecía y me di cuenta de que no solo te quería con mis condiciones, sino que te quería para siempre, solo que esta vez no sabía como hacerlo, había sido un hijo de puta con todas las mujeres porque no me interesaban y al tenerte tenía el miedo de perderte. – Exhaló – por eso cuando desapareciste de mi vida todo se derrumbó, hasta que mi hermano y el tuyo me hicieron ver que los dos sufríamos.

Apoyé mi cabeza en su pecho.

-Lo siento tanto, pero me sentía usada, pudiste contarme la verdad y podría entenderlo o por lo menos no separarme.

-Ya no importa cariño, lo importante es que ambos estamos juntos y ahora lucharemos juntos.

Durante todo el vuelo me quedé dormida. Solo me levanté para comer y charlar un poco con James, nuestros temas no eran sobre nuestra vida en estos momentos sino nuestras experiencias sobre la vida tan anormal que habíamos llevado. Estar con él en el pequeño espacio del avión me hacia sentir como en casa, mi hogar era él.

-¿Qué haremos al llegar a casa? ¿Me quedaré contigo o con mis padres? Estamos cruzando el mundo. Llegaremos al amanecer para ellos.

-Pensaba en que al llegar vayamos a tu casa y le digamos a tus padres.

-¿Así nada más? ¿Crees que lo tomen bien?

-La verdad no, pero no podemos aplazarlo más o si lo deseas podemos citarlos para una cena y les decimos. Prefiero mantenernos ocupados todo el día para que el cuerpo no sienta el cambio de horario o por lo menos podamos dormir en la noche.

-No he visto a mis padres así que creo que será buena idea. Y quiero pasar una tarde con mis amigos.

-Si quieres pueden verse en la casa o rentamos un restaurante, así nadie sabrá que hemos estado aquí, ¿Sabes que no podemos quedarnos mucho tiempo?

-Lo sé, ¿Saldremos al día siguiente?

-Si quieres podemos quedarnos hasta la noche y amanecer en Noruega.

-¿Noruega?

-Si, pensaba que se lo dirías a tu hermano en persona.

-No lo había pensado aún.

-Tienes un día para hacerlo cielo.

-¿Crees que sea mejor que hable primero con mis papás y les explique como sucedieron las cosas? Temo que su reacción no sea la buena.

-Charlotte, somos adultos, nadie puede entrometerse en lo que hemos planeado.

-Lo sé, pero... los engañé casi un año sin decirles todo, para ellos tu y yo solo teníamos una relación escolar y profesional, nada más.

-Comprendo, pero no pienso dejarte sola. Cualquier cosa que suceda de ahora en adelante lo afrontaremos juntos. – Me besó la mano.

-Debemos pensar muy bien que vamos a decir.

-Solo la verdad cariño. Únicamente la verdad.

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