Capitulo 20
-Princesa. Charlotte. Cariño, te has quedado dormida de nuevo.
-Mmmm. – Contesté entre sueños.
-Hemos llegado, deseas bajar por tus méritos o prefieres que te lleve cargando en brazos.
Me restregué los ojos y me estiré.
-¿Dónde estamos? – Miré a mi alrededor. Todo estaba casi a oscuras, una enorme casa estaba frente a nosotros.
-Hemos llegado a la casa de campo en Burdeos.
Mi cuerpo se alarmó, James había dicho algo sobre que estábamos viniendo aquí y que su familia estaba feliz por conocerme. No recuerdo mucho, pero algo se me escapaba de las manos.
El abrió la puerta del copiloto y me ayudó a bajar.
-James, ¿No pudiste rentar por lo menos una habitación de hotel antes? O ¿Pasar a un baño público? No estoy presentable para tu familia. – Con manos nerviosas me peiné el cabello.
-Tranquila. – El me detuvo en mi intento fallido. – Estas perfecta. – Me besó la frente. – Además a mamá no le importa como vengas vestida, solo quiere conocerte, venga vamos ya. Debemos descansar.
-James no, pero y si tu mamá... piensa mal de mi o no le gusto o se sienten incomodos. – Mi cuerpo se tensó. - ¿No le dijiste que soy la princesa de Italia verdad?
-No creo que haya necesidad Charlotte, todos te conocen ya a estas alturas.
-¿Y si mejor regresamos mañana? No quiero que tu familia se sienta comprometida con mi presencia.
-Charlotte, cariño, te aseguro que no pasará nada de eso. ¿Te preocupa tanto la opinión de mi familia?
Me abrazó.
-James esto es tan extraño para mí que tengo un nudo en el estómago. ¿Prometes que no me dejaras sola en ningún momento?
-Te lo prometo.
Unió nuestros labios, un beso tan cálido que se sintió como si fuésemos los únicos humanos en la tierra. Después de tanto tiempo estábamos demostrando nuestro amor de nuevo.
Un carraspeo nos hizo separarnos y miré el suelo, el color había subido por toda mi cara, en vez de una princesa parecía una adolescente infraganti con su novio a escondidas en la habitación sin la aprobación de sus padres.
-Hijo. – Un señor casi idéntico a James se acercó para abrazarlo.
-Papá. – Respondió. – Madre. – Por consiguiente, besó y abrazó a su mamá.
Me mordí el labio al contemplar la pequeña incomoda situación, sus padres estaban vestidos formalmente y yo de pie con sudadera y pantalones de algodón, con la cara de acabar de despertar. Sí, de seguro James había traído a mejores novias que yo a presentarlas con sus padres y yo era la más inapropiada.
-Padre, madre. Ella es Charlotte, mi novia.
Les sonreí a ambos con timidez.
-Buenas tardes, señor Diamond. Un gusto conocerlo. – Me acerqué al patriarca de la familia y le estreché la mano. Me sorprendió al darme dos besos en las mejillas y abrazarme.
-Solo llámame, Joe y Diamond es el apellido de mi esposa. ¿Cómo ha sido el viaje? ¿Te ha dado dolores de cabeza este muchacho?
-Lo lamento señor Acker, mil disculpas.
-No hay problema jovencita a todos nos pasa, una vez.
-Joe, por favor, no queremos que nuestra invitada se sienta bombardeada de preguntas. – Interrumpió con carisma su esposa.
-Señora Acker, buenas noches, un placer.
-Anda cariño, no me digas señora Acker, llámame, Clare. – me saludo con dos besos en mejilla y me tomó de las manos. – Deben estar cansados, ¿Por qué no vamos adentro?
James entrelazó nuestras manos y nos adentramos por la gran puerta del recibidor. No tenia palabras para describir aquella casa, que parecía ser una cuarta parte del palacio. Las paredes eran de una altura más que considerable. Todo estaba en rustico y tallado en madera, sí, tenia toques modernos, pero el calor de hogar se sentía.
Llegamos a la sala de estar y más personas nos esperaban.
-¡Tío! – Un pequeño aproximadamente de cuatro años corrió a los brazos de James.
James lo levanto al aire y le daba besos por toda su rechoncha cara. Una niña de aproximadamente dos años de igual manera pedía la atención de su tío.
-¡Me toca, me toca! – chillaba la niña para ser el centro de atención de James.
-¿Cómo se saluda a los invitados? – Reconocía la voz, pero exactamente no sabía de quien era.
-Buenas noches. – Pronunciaron los niños.
-Buenas noches. – Les sonreí.
Reconocí a Alice al verla levantarse del sillón. Nos abrazamos en un saludo cálido.
-Me alegro de tenerte aquí, no pensé en que por fin James se dignara en presentarte con la familia.
-Muchas gracias, yo tampoco pensé encontrarme aquí. Ha sido una sorpresa para todos creo. – Me encogí de hombros y sonreí.
Damián se acercó y de igual manera me saludó. Por lo menos tenia dos caras familiares para sentirme cómoda.
-Un gusto volver a verte Charlotte.
-El gusto es mío.... ¿Así que... ustedes son hermanos?
-Lamentablemente, pero creo que soy el que tiene los mejores genes, con James no hubo tiempo de planearlo, hasta creo que es adoptado, pero con el parecido de papá lo dudo. Aun busco una buena prueba de ADN. – Ambos reímos.
-¿Pero cuales son esos modales en no presentar a la novia de James ante mis ojos primero? Si yo soy...
Voltee a ver de quien provenía la voz y la anciana palideció como si hubiera visto un fantasma.
-Abuela, apenas acabamos de llegar. – James dejó a los niños en el suelo. – Estábamos a punto de ir a verte...
-Calla, cállate.... Alteza. – Con piernas temblorosas hizo una reverencia y mi corazón latió de prisa.
-No, no... señora. – Corrí para ayudarla a quedarse de pie. – Solo Charlotte.
-¿Por qué nadie me dijo que teníamos de invitada a la princesa de Italia? – Miró a toda su familia. – Lo siento alteza, si mi casa no es diga de su altura, pero creo que estos adultos no aprecian la personalidad que nos acompaña. ¿La han invitado para conocer a la novia de James? ¿Desde cuando conocen a la princesa?
-Abuela... - James se acercó a nosotras y le tomo la mano a su abuela. – Ella es mi novia.
-¿Pero que dices muchacho? – La abuela se sorprendió. - ¿Están jugando conmigo? ¿Acaso me quieren ver muerta antes de lo previsto?
-¡Madre, pero que dices! – Interrumpió la señora Clare. – Pasemos a la sala, creo que necesitamos beber algo antes de pasar al comedor.
Alice tomó de las manos a los niños y los entregó a quien parecía ser su nana, o por lo menos la servidumbre de la noche. Toda la familia acompaño a la abuela a tomar asiento, me quedé a su lado y James del otro. Los tres sillones estaban ocupados por cada pareja, los padres miraban hacia la pared de donde provenía la chimenea y un gran televisor, mientas que Damián y Alice se encontraban frente a nosotros.
La servidumbre nos entregó bebidas naturales a todos y algunos aperitivos para disfrutar.
-Alteza, dígame que este sin vergüenza me esta mintiendo y usted ha llegado aquí por invitación familiar.
Me sonrojé.
-Me temo que no es así.
-Muchacho, pudiste avisar antes, y yo pensando que ibas a traer a una de esas viejas que solo andan detrás de tu dinero, como las que traías antes.
-Abuela por favor.
Me mordí la lengua, tenia una idea sobre quien podría estar hablando la matriarca de la familia.
-Alteza, si me permite. Le doy la bienvenida a nuestro humilde hogar y espero que sea de su agrado, apreciaré sus gestos de muy buena manera.
-Muchas gracias, señora...
-Pero que maleducada soy, lo siento alteza, soy la madre de Clare, Amelia, aunque puedes llamarme abuela, digo en confianza o si lo deseas granmy, por supuesto si es que a su majestad no le vaya a molestar.
-No se preocupe señora Amelia, estoy segura de que a la reina no le incomodará compartir su titulo de abuela con otras personas. Y muchas gracias de nuevo por la calurosa bienvenida, no lo esperaba.
-¿Ustedes porque no dijeron que la princesa venia?
Miró a su yerno y a su hija.
-Madre, creo que la princesa preferiría mantenerse en el anonimato, somos la familia de su pareja no contribuyentes fanáticos, espero que no pienses eso Charlotte.
Sonreí.
-De ninguna manera señora.
-¡Habrán uno de los vinos más añejos! ¡Tenemos vista de honor! – La abuela gritó y me pareció ser una orden.
-De ser así pasemos al comedor entonces, la cena está servida. – Anunció Joe y todos caminaron al comedor que se encontraba cerca de la sala.
James y yo nos quedamos un poco detrás de ellos.
-Estoy avergonzada con tu familia. Creerán que tendrán el deber de complacerme.
-Tranquila amor, la abuela siempre exagera un poco. – Me tomó de las mejillas. – Para mañana se le olvidará y te tratará como uno más. – Me dio un beso rápido.
-¡Tortolitos los estamos esperando! – La abuela gritó y los colores me invadieron la cara.
En la cabeza de la mesa de madera de caoba recientemente cortada, se encontraba sentado el papá de la familia, de su lado derecho su esposa, quien a su vez esta acompañada por Damián y Alice, a su lado los dos pequeños, del lado izquierdo estaba la abuela y por consiguiente yo y James.
El servicio comenzó a servir los primeros platos y la abuela no dejaba en ningún momento de hablar sobre si todo estaba al nivel o debería mandarlos al calabozo por darme una cena no digna de realeza. En un punto mi cerebro decía, sal de ahí, pero no podía hacerlo, no por James.
La cena seguía su curso y pude conocer un poco más de la familia que absolutamente no conocía. Joe, la cabeza de la familia fue el primero en fundar las empresas Acker, donde a sus hijos los había dejado como socios y dueños de aquel gran imperio, esto resolvía el porque James siempre se podía dar el lujo que se costeaba. Clare, era originaria de Italia y conoció a Joe cuando sus padres firmaron un acuerdo de agencia inmobiliaria y el manejo de las fundaciones que después de años se encargaba la empresa Acker.
La madre de Clare se había casado con un sargento importante de aquellas épocas, pero lamentablemente su esposo había fallecido diez años atrás por complicaciones de las consecuencias de las grandes batallas que había liderado. A Damián y Alice los conocía ya, pero no me había dado cuenta de lo importante que eran hasta estar sentados en aquella mesa. La pareja llevaba ocho años de casados y cinco años de novios, se habían conocido desde el colegio y su amor perduró a pesar de las mudanzas que se enfrentaron.
Como James lo había dicho en una ocasión, su niñez la paso en Italia, exactamente en la Toscana, ya que en aquel entonces su padre Joe tenia la idea de que hacerlos crecer en el campo les daría la motivación de superarse cada día y aunque Joe alcanzó el éxito de su empresa hace quince años, para aquel entonces en la niñez de los pequeños Acker no había nada de lujos.
Cuando por fin Joe pudo establecer un contrato con su primera empresa, toda la familia Acker-Diamond tuvo que mudarse a Estados Unidos cuando apenas los hermanos eran unos adolescentes. En Estados Unidos estuvieron cinco años toda la familia unida, hasta que cada hijo decidió trazar su propia carrera escolar y fue cuando Damián fue hacia Londres y James regresó a su natal Italia.
Los años obviamente pasaron y el primero en casarse fue Damián una vez la empresa de su padre comenzó a tener éxito y con la hermosa Alice ya habían construido una familia de cinco, los dos pequeños que acababa de conocer en el recibidor y uno de aproximadamente dos meses que aun no era presentado.
Las anécdotas se siguieron acumulando mientras nuestra cena estaba llegando a nuestro fin. Estar en aquel lugar con las personas que amaban a James me hacia sentir en casa, y aunque la abuela era algo quisquillosa con la palabra alteza mencionándola a cada rato, se había ganado una gran parte de mi corazón.
James le dio las gracias a su madre por la cena y pidió disculpas por retirarnos antes, pero había sido un recorrido tan largo que el cansancio comenzaba a ser presente. La madre se ofreció a acompañarnos a nuestra habitación, pero James se negó.
La abuela hizo un comentario sarcástico con <<he dejado condones en la habitación por si se ofrecen>> que comenzaba a sospechar que ella era la copia exacta de Nicolas solo que con unos años demás y en versión mujer.
Las habitaciones estaban en el segundo piso de la casa y la nuestra era la más alejada de todas, ya que cada familiar se había apropiado de una. Nuestra habitación tenia baño propio, un balcón con su mesa de té propia, dentro se encontraba una mini sala, la gran recamará y mas que paredes de madera estaba compuesta por ventanales mostrando toda la belleza del jardín que nos acompañaba.
James mencionó que aquel lugar era privado y ellos tenían una gran extensión de terrenos para contemplar toda la naturaleza posible, así como a los lejos se extendían unos pequeños campos de sembradío de uvas, la familia apenas se había intrigado por ese mercado y aun no se conocían por ello, pero ya estaban dentro.
-Toda nuestra ropa está colocada en los armarios, ¿Deseas ducharte conmigo? Ha sido un día tan largo que si pudiese me tiraría en la cama sin despertar hasta mañana.
-Está bien, también necesito una ducha para relajarme. Estar en tu casa es muy agradable.
-Prepararé la tina, te espero.
James fue al baño y mientras escuchaba el agua caer, me di cuenta de lo mucho que no habíamos estado así, como una pareja normal, últimamente nos escondíamos de todos y no nos habíamos dado el tiempo de amarnos.
Escuché dejar de caer el agua de la tina y al entrar al baño no podía esperar algo mejor. El baño era tan espacioso que comenzaba a preguntarme si los baños podían medir lo mismo que las habitaciones normales. James me ayudó a desvestirme e hice lo propio con él nos metimos en la espaciosa bañera, uno frente al otro y solo nos consentimos, expresábamos nuestro amor en silencio y con caricias. Al terminar la ducha cada uno se cambio y se posicionó en su lado de la cama, aunque eso fue en vano, pues nos dormidos abrazados contemplando las palpitaciones del corazón del otro.
Mi reloj interno se encendió; el sol apenas comenzaba a notarse entre las colinas que cubrían la casa, me encontraba envuelta aun en los brazos de James y mi corazón saltó de alegría, en que futuro me pudiese imaginar esto si alguien me lo hubiera dicho casi un año atrás.
Acaricié su hermoso rostro cubierto por la gran melena que llevaba por más de un mes, su incipiente barba me hizo cosquilla bajo la mano y no pude imaginarlo rozando cada parte de mi piel. Su torso al descubierto era una replica de la escultura romana, el musculo definido era la atracción visual. Mi subconsciente erótica, me daba porras para tomar aquel torso entre mis labios, desde el largo cuello hasta la comisura de los boxers. Recorrí con la palma todo el territorio por explorar, de manera suavemente para no ser descubierta. Estábamos tocando terreno peligroso, pues mi mano comenzó a descender al infierno.
-¿Así que esta es la manera de decir buenos días? – Su mano atrapo a la mía.
Sonreí.
-¿Podía escoger una mejor opción?
-Me ha encantado esta manera. – Me besó
-Buenos días. – pronuncié antes de que los colores me inundaran la cara.
-Buenos días preciosa, ha sido la mejor mañana de todas. – Me acarició la espalda debajo del pijama.
Nos quedamos juntos abrazados contemplando el amanecer.
-¿Alguna vez has contemplado que este sea nuestro futuro?
-Me he imaginado situaciones similares, pero por el momento me preocupo por el presente. – Le acaricié el rostro. – Por cierto ¡Feliz cumpleaños! – Le sonreí y lo besé.
-Este ha sido el mejor cumpleaños de todos los tiempos. Solo con estar contigo me siento satisfecho.
-Por cierto, te he comprado un regalo, y me gustaría dártelo antes de bajar con tu familia.
Me levanté y fui en busca de la pulsera.
-No debías comprarme nada, contigo es más que suficiente me he ganado el mejor de los regalos.
Regresé con la pulsera en mano y le pedí que cerrara los ojos, para este punto, verlo ahí sentado en la cama y conociendo al imponente hombre del cual me enamore, me sentía tonta con aquel regalo, tal vez su familia tendría algo mejor que darle. Le pedí que abriera los ojos y le puse la pulsera.
-Se que es algo muy insignificante, pero no tuve de tiempo de ir en busca del mejor regalo, ya sabes por lo de la corona y esas cosas... - Agache la cabeza mirando las sabanas blancas.
-No me importa el valor del regalo, lo que más importa es que estés tú aquí conmigo y por supuesto amándome cada día.
Profundizó nuestro beso, que quedamos uno encima del otro.
-Aun me siento avergonzada con tu familia, no he podido traerles un obsequio en agradecimiento.
-Creo que no hacia falta, te has dado cuenta de que mi madre esta feliz con tenerte y no se diga de mi abuela, sigue impresionada con tu visita.
-Solo espero que me trate como a esas chicas que traías.
-¿Acaso estas celosa por las anécdotas de la abuela? – Rozó su nariz con la mía.
-¿Por qué tendría que estarlo? Soy yo quien te tiene ahora.
-Ahora y siempre, amada Charlotte.
Besarnos era nuestro acto de compromiso, de amor, de fidelidad con cada beso nos impregnábamos en el alma que uno esta muy enamorado del otro, que nuestros cuerpos siempre estarían perteneciendo a la otra piel y que nada de lo que no pudiésemos mostrarnos sería imposible para amarnos.
-Me encantaría quedarme en la cama todo el día contigo, pero estoy seguro de que nos esperaran a desayunar.
-¿No podemos hacerlos esperar un poco más? – Hice un puchero.
-Me encantaría, pero si no vamos mi abuela vendrá y tocara esa puerta hasta derrumbarla. Lo hizo con Damián cuando pasó su primera noche aquí con Alice.
-Entonces debemos ser rápidos, no pretendo molestar a la matriarca de la familia.
Después de ducharnos y poder arreglarnos sin pasar nuestros momentos de intimidad, James y yo bajamos escaleras para encontrarnos en el comedor con la familia.
-Buenos días. – Comentó James para todos.
-¡Tío!
Los más pequeños que ya desayunaban en la isla de la cocina, bajaron del taburete y corrieron a los brazos de su amado tío. Le dijeron feliz cumpleaños y se fueron corriendo para traer los dibujos de cumpleaños.
-Feliz cumpleaños hijo. – Su padre lo abrazó.
-Gracias papá.
-Feliz cumpleaños, adorado James, no puedo creer que hoy sea el mejor día de todos.
-Eso espero madre.
Ambos se sonrieron y percibí el amor de una madre a su hijo.
-¡Hermano! Feliz cumpleaños adoptado. Espero que ya sea la edad definitiva en madurar, porque mira que te quedas atrás.
-Gracias Damián, aunque veo que puedes completar el equipo de futbol familiar. – Ambos se rieron y terminaron en un abrazo.
-Cuñado, feliz cumpleaños. – Se acercó una Alice radiante con un bebé en brazos.
James lo sostuvo por unos minutos y agradeció a su cuñada la felicitación. Los niños regresaron y le entregaron dos dibujos de lo que parecía ser James con una tarta de cumpleaños y en otra James con sus sobrinos.
Los besó en las mejillas a ambos y se los llevó cargando a colgar los dibujos en el refrigerador. Sonreí ante la escena.
-Siempre ha sido bueno con sus sobrinos, aunque parece que los niños no son lo suyo.
-No lo he dudado antes.
-¿Te gustaría sostenerlo? – Asentí.
El pequeño Marco (sí como mi estilista), seguía dormido en los brazos de su madre que, al pasarlo a los míos, hizo un pequeño bostezo y seguía consumiendo su sueño.
-Tenerte aquí me hace sentir muy feliz por los dos, siempre que veníamos James a veces solo se negaba a venir o decía que estaba muy ocupado y la verdad no es buena idea quedarse a solas con Clare y la abuela. – Rio.
-Bueno, espero poder ayudar en algo mientras mis deberes no me llamen.
-Tranquila aquí nadie sabrá quien eres, la abuela ya fue puesta en advertencia. – Rio.
-Cierto, ¿Dónde esta ahora? No la he visto desde que bajamos.
-Está en el jardín trasero, le gusta pasar ahí las mañanas.
-Es una muy buena persona me agrada.
El pequeño Marco comenzó a despertarse y sus ojos miel miraron los míos. Sonrio o eso fue lo que me pareció ver y comenzó a reclamar la atención de su madre.
-Creo que es su hora del desayuno. – Alice lo tomó entre sus manos y fue en busca del biberón.
-Siéntense, el desayuno ya será servido. – Anunció la señora Clare, después de entrar al comedor.
-¿Te sientes bien? – James me tomó de las manos.
-Me siento feliz por el amor que te tiene tu familia, deberías venir más a menudo.
-Siempre que sea contigo, aquí estaremos.
El desayuno fue similar a la cena, la abuela no dejaba de parlotear durante el desayuno y le daba unos buenos apretones de mejillas al cumpleañero, así como lanzaba indirectas al aire de un nuevo casamiento o bebes en camino, si tan solo supiera que la alarma de bebés ya había sido controlada y sobre el casamiento debían resolverse primero nuestros problemas individuales para después plantearnos una vida juntos.
Al término del desayuno los hombres se encerraron en la oficina para consolidar unos acuerdos de trabajo, ya que James había estado ausente de la empresa durante un tiempo y se necesitaba que el aprobará los últimos proyectos. Las mujeres de esta casa se habían quedado solas encargadas de mejorar el menú para la tarde y aunque solo éramos cuatro la señora Clare quería hacer un festín por el cumpleaños de su primogénito.
-Iré al supermercado por algunas cosas que hacen falta para la cena de esta noche, será muy importante, por fin James ha decidido celebrar. Mamá, ¿Podré dejar en tus manos a nuestra invitada Charlotte sin que la atosigues de preguntas?
-No siempre tenemos invitadas de prestigio como ella, así que haré mi esfuerzo, no prometo mucho.
-Clare, ¿Puedo acompañarte? Debo comprar las cosas esenciales de Marco, dejaré a los pequeños con la niñera.
-Claro Alice, te veo en el auto.
Clare se despidió de mi con besos en la mejilla.
-Tranquila, la abuela no muerde, además los hombres no están muy lejos. – Alice me abrazó y se fue a acompañar a su suegra.
¿Qué podría yo hacer en aquella casa? Era tan grande que no sabia por donde empezar.
-¿Te apetece acompañarme al jardín? Hoy es un día soleado y eso que se acerca el invierno, debemos procurar que las flores estén listas para recibir las nevadas.
-Claro. – Ayudé a la abuela a caminar. – Sé muy poco de flores, aunque en el palacio la reina es quien se encarga de velar por ellas, creo que cuando se conozcan se llevaran muy bien.
-¿Tu vida no es aburrida dentro? – Habíamos hecho un cambio, por fin me hablaba de tú y no de usted.
-En un principio me fue difícil, pero me he acostumbrado, además al estar al lado de mi primo Nicolas todo se lleva mejor.
-Conozco a Nicolas desde que nació y el día que el comenzó a dar sus primeros pasos supe que era el huracán de tu familia, siempre me ha agradado ese muchacho.
-Si, igual creo que se llevaran bien, ambos están enamorados de la vida que el puede aprender mucho de usted.
-¡Vaya niña! Pero si no estoy tan anciana como crees. Aun puedo mover este cuerpo en la pista de baile.
-No, no era mi intensión.
-Venga ya, quita esa cara de espanto que solo ha sido una broma. – Se rio. – Mira ven te contaré un poco de mis magnificas flores.
El escuchar hablar a la abuela de sus flores, era tan bello y admirable de su parte, trataba a cada una como si fuese un hijo más. Mientras la veía, me ponía a pensar si alguna vez mi abuela se habría comportado de aquella manera o siempre fue tan recta a su papel de monarca que no vivía la vida como se debía.
Los dos pequeños salieron al jardín y se unieron a la abuela y a mí.
-¿Tú eres nuestra nueva tía? – La pequeña Ava me interceptó con preguntas.
-Solo soy la pareja de su tío James, pero pueden llamarme Charlotte, seré como su amiga.
-¿Entonces por qué tío James te da besitos como papá y mamá? – el niño se unió a nuestra platica.
-Porque... - Mi cerebro no buscaba una respuesta adecuada. - ¿Qué tal si mejor le cocinamos un pastel de cumpleaños al tío James?
-¡Si! – Gritaron los dos y me tomaron de las manos.
-Iré adentro con los niños, haremos el pastel de cumpleaños de James, ¿Desea acompañarnos?
-Vayan adentro, me quedaré otro rato más afuera, estaré bien no te preocupes.
-Esta bien, gracias.
Entre con los niños a la cocina y les pedí que me guiaran para encontrar los utensilios adecuados y unos mandiles para no manchar la ropa. Obedientes me ayudaron con todo y colocamos los materiales en lista. Con precaución se subieron en los bancos de la isla de la cocina y comenzamos a mezclar la materia prima.
-¿Podremos decorar también?
-Por supuesto, este pastel será hecho con nuestras manos.
-¡Le va encantar a tío!
Continuamos con todo el proceso de fabricación y mientras ellos me apoyaban con las mezclas, jugábamos un poco con lo que estaba a nuestro alcance, harina había volado por todas partes, el azúcar regado sobre nuestra isla, la coca en polvo esparcida por todos lados, la leche destapada y nuestros moldes a medio llenar. Nuestro caes era un ejemplo de película de cine, solo que esta vez había sido por una causa en particular, divertirnos mientras cocinamos.
Los tres moldes de distintos tamaños con la mezcla ya estaban en el horno. Solo deberíamos pensar cómo hacer una decoración digna del cumpleañero. Y por supuesto comenzar con el relleno y glaseado.
-¿Alguien sabe si hay frutas suficientes en el refrigerador o debemos ir a comprar?
Michell, corrió y abrió el refrigerador, con sus pequeñas manos y en ayuda de su hermana, sacaron fresas, frambuesas, arándanos, uvas.
-Aun hay melón, sandia, manzanas, peras, naranjas, limones, pero no los alcanzamos.
-No importa con esto creo que nos será suficiente. – Los ayude a poner todo en la mesa. - ¿Será que tendremos escondidos algunos chocolates, galletas, chicles, paletas de caramelo por ahí?
-Shh... no le vayas a decir a mamá, pero estar en el gabinete de arriba. Piensa que no lo sabemos, pero a veces robamos con ayuda de nanis.
-No diré nada, mientras vigilen que nadie me vea, veré que tenemos ahí que nos sea útil y podremos comer algo de paso. – En susurros completé nuestra operación.
Ya teníamos galletas, barras de chocolate, paletas de caramero, chispas de chocolate blanco y negro, frutas. Así que solo nos faltaban mas materia prima para poder comenzar a hacer nuestro glaseado.
Nuestro relleno consistía en frutos rojos, con chispas de chocolate y algunos trozos de galleta, añadí un poco del vino que se había abierto en el desayuno y complementé con esencia de vainilla. Nos agradaba la idea de que nuestro pastel tuviera la mezcla de los alrededores y una personalidad de los pequeños, los dulces.
Al sacar los pasteles del horno esperamos para poder partirlos por la mitad y comenzar con el relleno, después cada uno se encargó de decorar el pastel como le fuese posible, les ayudé a poner el mismo glaseado de manera uniforme, el color era gris, blanco y algo negro, los niños habían decididido que fuese como el color de la barra de mármol que estaba sobre la mesa, porque eso fue lo primero que vieron al tratar de elegir un buen color. Cada uno después de poner el glaseado uniformemente, tenia una parte del pastel por adornar. Uní los tres pisos en uno solo, el de en medio era parte de Michell y el de arriba de Ava, los niños colocaron trozos de galleta por todas partes y algunas chispas de colores que habíamos conseguido en el ultimo momento. Hasta el último piso agregaron mas galletas, barras de chocolate, bolas de chocolate, avellanas y algunas almendras. Dieron el toque final con chocolate derretido y acordamos en mantenerlo escondido en el refrigerado para que su tío no lo notara.
-¿Pero que es lo que ha pasado aquí?
Los tres hombres por fin salían del despacho a nuestra dirección. Me daba pena con ellos pues la cocina estaba hecha un desastre y yo era la responsable de aquello.
-¡Tío! ¡Te hemos preparado un pastel! ¡La tía Charlotte nos ha ayudado!
Me sorprendí al escuchar tía, habíamos quedado en ser solo Charlotte.
-¿Así que has planeado todo?
James se acercó para besarme en la frente.
-He tenido ayuda. – Sonreí.
-¿Dónde esta el pastel? ¿Puedo verlo?
-¡No!
Los niños corrieron a detenerse frente al refrigerador.
-Es una sorpresa lo veras hasta la noche. – Michell comentó y se cruzó de brazos.
-¿Así que le hemos preparado una sorpresa al ti James? – Damián se unió a nuestra conversación. – Vengan pequeños traviesos, iremos a cambiarnos antes de que llegue mami. La nave espacial va a despegar. – Hizo sonidos con la boca y los niños corrieron a sus brazos. Les quito los mandiles manchados de la mezcla, golosinas, harina, azúcar y un poco de glaseado.
<<Lo siento>> mencione sin emitir voz. Me sentía apenada por no cuidar mas el atuendo de aquellos pequeños. Damián solo sonrió y asintió con la cabeza.
-Entonces tenemos una repostera entre nosotros. – Joe había tomado la palabra.
-Lo lamento por el desorden.
-No te preocupes querida, no todos los días nos visitas, además los niños se han divertido tanto que estoy seguro recordaran el momento por mucho. Estaré en la biblioteca por si me necesitan. Los dejo.
James y yo estábamos solos en aquel pedazo de la casa.
-Me da pena por tu padre, me tienen de invitada y yo estoy haciendo un desastre. Lo limpiaré y esperare a que llegue tu madre por si necesita ayuda con algo.
-No te preocupes el servicio lo puede hacer.
-James, no yo lo he hecho, yo lo tengo que recoger.
-Si así lo deseas entonces te ayudo. – Limpio un poco de harina de mi pelo y nos pusimos manos a la obra.
Tiempo después su madre y su cuñada habían regresado.
-¿Aun siguen en casa? Pensé que saldrían a dar un paseo por los alrededores.
-Estamos terminando de acomodar todo madre, Charlotte con los niños me han organizado un pastel que aun no debo de ver.
-No debiste molestarte Charlotte. – Alice tomó la palabra.
-Ha sido bueno, los niños han ayudado mucho y la obra es completamente suya. ¿Necesitan que las ayude en algo?
-No querida, por el momento todo esta bien, ¿Por qué no se toman el tiempo para ustedes? Lo necesitan.
-Bueno Charlotte, nos han corrido de la cocina. – James me tomó de la mano y salimos a la habitación.
-¿Sabes donde ha quedado mi celular? Me gustaría saber que estará haciendo Nicolas, me preocupa dejarlo solo.
-Creo que lo hemos dejado en el auto, también he olvidado el mío, voy y regreso enseguida.
-Esta bien.
Mientras me quedé sola en nuestro amplio dormitorio, me di cuenta de que la tarde comenzaba a ser fresca, los niños habían salido al jardín de nuevo y estaban jugando con una pelota, esta vez los acompañaba su madre y la abuela junto con Joe se encontraban disfrutando de un aperitivo antes de la comida. Me recosté en uno de los sillones al aire libre y mis ojos comenzaron a cerrarse.
Al despertarme estaba en la cama y no recordaba haber llegado sola, la tarde comenzaba a ocultarse y estaba sola en toda la habitación. ¿Qué clase de invitada era si me la había pasado durmiendo?
En mi mesita de noche se encontraba mi celular. No tenia llamadas perdidas, no había ningún mensaje. Todo era extraño.
Para: Nicolas.
¿Está todo bien? Cualquier cosa avísame.
Cuídate, te extraño.
El mensaje para Nicolás era corto y conciso, si él estaba bien yo lo estaba, pero no tener noticias suyas era una sorpresa. La puerta de la habitación se abrió y entro James.
-Buenas noches, bella durmiente. – Me besó.
-Me siento tan apenada con tu familia, solo he dormido durante nuestra estadía, deberán pensar mal de mí.
-Tranquila no te mortifiques, saben que has tenido viajes largos para ellos es bueno que estés descansando.
-Pero hoy es tu cumpleaños, se supone que debería estar contigo todo el tiempo no metida bajo las sabanas.
-Cariño mi mejor regalo eres tú y además he estado con algunos pendientes de la oficina que, aunque estuvieras despierta no pudiésemos salir.
-Juro que ya no dormiré de ahora hasta que den la media noche, debemos compensar el final de tu día.
-Debemos alistarnos, mi madre ha organizado una cena familiar, solo estaremos nosotros presentes, pero antes quiero mostrarte algo
-¿Qué es? ¿Estas seguro que solo estaremos nosotros de invitados? No se como debo vestirme.
-Ve en pijama si quieres, no me molesta.
-¿Cómo iré en pijama James? Es tu cumpleaños.
-Te lo he dicho con que estés conmigo me basta y sobra.
Nos besamos. La calidez de los labios al unirse era nuestra prueba de amor tan inocente, algo que antes nos hubiese parecido pasional e incorrecto.
Ambos disfrutamos de nuestra ducha entregándonos todo el amor posible, mi cuerpo le pertenecía y a mí el suyo. Cada uno conocía los estremecimientos que el cuerpo del otro emitía al estar cerca del climax. Juntos parecíamos ser el rompecabezas perfecto, porque a pesar de tener personalidades diferentes, aquí estábamos de nuevo amándonos, besándonos, acariciándonos, entregándonos uno al otro. Aquellas cuatro paredes, la regadera, los cristales opacos, eran testigos de nuestro amor.
Desde hace meses que llegue al palacio no me había preocupado en debatir sobre lo que me pondría en cada acto oficial, pero esta vez estaba más confundida que en una prueba escolar, no sabía si debía ir tan elegante, casual, formal, atrevida, ¿Qué diablos me debería poner? Un vestido rosa pegado a la cintura, brillaba dentro del perchero, tenia una abertura en la pierna derecha y un hombro al descubierto, no lo pensé más y lo elegí, el tiempo me consumía, así que ya andaba corriendo, eligiendo los zapatos adecuados, aquellos de brillos en los tacones y abierto de la parte de enfrente y amarrados a los tobillos era la opción. El maquillaje casi al natural porque no sabia que era bueno y el cabello recogido con unos mechones rizados por la parte de enfrente. Si combinaba aquello con el vestido no lo sabía, los nervios de presentarme ante la familia de James en aquella noche importante me hacían dudar más que otra cosa.
Tomé la cartera rosa palo rectangular y abrí la puerta. Un James perfectamente disfrazado de manera casual estaba caminando del lado contrario. Saco color café, camisa de cuello alto negra, pantalones de mezclilla y sus zapatos del mismo tono del saco que pareciesen que habían sido comprados eran su complemento perfecto. Le acomodé el pañuelo que sobresalía del bolsillo del saco y nos tomamos de la mano.
-Te vez demasiado hermosa, que aun no se como te tengo a mi lado.
-¿Crees que voy bien para la ocasión?
-Todos quedaran deslumbrados por tu belleza.
-James, me siento nerviosa, creo que es mucho.
-Tranquila. – Me beso la mano. – siempre estaré a tu lado.
Bajamos escaleras y para mi sorpresa todo estaba en silencio como si nosotros dos solo estuviéramos presentes aquella noche.
-¿Dónde están todos?
-Han de estar cambiándose, vamos adelantándonos por si podemos ayudar.
Caminamos del lado opuesto de la salida al jardín, era verdad, aquella casa no la conocía bien y debía tal vez tener lugares secretos. Llegamos a una puerta corrediza y ante mis ojos se extendió un camino de pétalos de flores por todo el suelo acompañado de velas a todo alrededor.
-James, ¿Esto que es?
-Mi madre ha organizado todo, me imagino que es parte de donde será la cena. – se encogió de hombros.
Iniciamos el recorrido y pasamos por un pequeño camino que a pesar de estar decorado de velas a nuestros pies lo acompañaban pinos, era una imagen campestre y una frescura inigualable. Al final del camino el verde pasto nos recibió. Como lo decía James, a los lejos se encontraba la mesa de manera vertical con todas las sillas y platos para los asistentes, parecía una foto tomada de Pinterest, focos colgaban, las flores eran nuestro centro de mesa, el gran roble que nos acompañaba en una esquina de lo que pareciese ser una pequeña colina estaba adornado de luces por todas partes, como si de navidad se tratase.
-¿Te ha gustado?
-Es hermoso, no pensé que tuvieran tantas extensiones de naturaleza, tu madre ha hecho un gran trabajo.
-¿Te das cuenta que hoy parece ser una noche tan agradable? La luna llena nos alumbra como un faro más.
-Todo es tan hermoso. – Mis sentimientos comenzaron a florecer. – Ni en mil años me pudiese imaginar algo así. – Lo abracé. – Tu familia te ama tanto.
-No tanto como te amo a ti. ¿Te das cuenta de hasta donde hemos llegado?
-¡Oh James! Esto es más de lo que hubiese imaginado, si tan solo no estuviera en esta situación de la realeza estoy segura que aun seguiríamos escondiéndonos de mis padres. – Reí.
-¿Sabes? Lo he pensado mucho y Charlotte... No puedo esperar más a estar junto a ti. Estamos a casi nada de cumplir un año en donde las circunstancias fueron otras.
-No lo recuerdes, hoy no por favor. Es tu cumpleaños. – Lo besé para silenciar los demonios que comenzaban a levantarse.
-Y por eso, hoy que es mi cumpleaños, te pido que seas mi todo. – Juntamos las frentes. – Deseo que seas la primera persona que vea al levantarme y la ultima al acostarme, deseo pasar mis días completos pegado a ti, ser el que te traiga problemas y también los soluciones, ser el grano en el culo que no te deja en paz y también el hombre que te folla por las noches, quiero ser el hombre que tu familia no quiere y con el que estas dispuesta a fugarte, quiero ser eso y todo más. ¿Sabes que haría cualquier cosa por ti verdad? No te imaginas lo enamorado de ti, y sí lo he dicho pocas veces, pero te amo, te amo tanto que me duele pensar que no te tendré si cometo algún otro error. – Le acaricié la mejilla. – Y por esto y más deseo que compartas tu vida conmigo.
Se separó unos pocos centímetros.
-Charlotte... princesa... ángel, pequeña. Eva Charlotte Valentina, ¿Estarías dispuesta a compartir tu vida conmigo y ser la única mujer en todas mis vidas? – Se hincó y sacó una pequeña cajita color roja de terciopelo del saco. - ¿Aceptas casarte con el hombre que te hará feliz toda la vida o lo intentará?
Me llevé las manos a la boca y las lagrimas comenzaron a brotar. Abrió la cajita y un anillo de oro rosa, con una piedra en el centro y con dos pequeños halos alrededor llenos de diamantes brillaban ante las luces que nos acompañaban.
-¿Deseas enfrentarte a todo lo que venga? ¿Deseas ser mía para siempre? ¿Deseas casarte conmigo?
Asentí en medio de lagrimas y corrí a besarlo, era un beso de aquellos cálidos donde le entregaba mi amor por completo. Nos separamos despacio y el se levantó lentamente me puso el anillo en el dedo anular izquierdo y me besó abrazándome por la cintura y levantándome. Lloré como nunca. Lo observaba, observaba el anillo, observaba el lugar y simplemente aquello no me lo creía.
Las lagrimas no dejaban de cesar, mi sentimiento era de felicidad y amor puro. Nos quedamos abrazados por un momento sintiendo el calor de piel contra piel y de la emoción del momento. De pronto el bullicio de la familia restante comenzó a llegar por el mismo camino de poco en poco.
Me limpie las lagrimas y los mocos, al verlos llegar. La primera en abrazarme fue Clare, mi futura suegra.
-Sabía que eras la correcta, solo al verte con James me hacen demasiado feliz. ¡Muchas felicidades Charlotte, serás una más de nosotros!
Se acercó Joe.
-Enhorabuena Charlotte, son una pareja excelente.
-¡Ahora eres mi nieta! – Rei aun con la cara llorosa. – Si mi nieto mete la pata me lo haces saber y entre las dos lo mandamos al mismo infierno. Muchas felicidades, jovencita, serán demasiado felices no hay duda.
-Felicidades Charlotte. Ya eres una más de la familia. Desde la primera vez que los conocí supe que estaban destinados. Se lo merecen.
-¿Podre decirte cuñada a partir de ahora? – Sonreí. – Muchas felicidades Charlotte, se merecen esto y más.
Los niños corrieron y me abrazaron de las piernas.
-¡Ya eres nuestra tía!
Los abracé con la misma energía.
James se unió a mi lado y me abrazó por la cadera.
-Oficialmente familia, Charlotte y yo seremos esposos muy pronto.
-¡Esto debemos brindarlo! – Joe se posicionó en la cabeza de la mesa y los demás lo seguimos.
-¿No te lo esperabas cierto?
-Ni en mil años, todo ha sido tan repentino que aun no me lo creo. – Sorbí por la nariz.
-Pues de aquí a mil años te amaré siempre.
Me mordí el labio y su pulgar hizo que lo soltase, como si aquello fuese cámara lenta se acercó para besarme y sentirme tan amada y protegida como antes.
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