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Capítulo 13

-Altezas. – Leticia nos Interrumpió en nuestros momento de libertad. – En Kenya han sido un éxito.

Nos mostró las tablets con los primeros tabloides de Kenia, donde abarcábamos la portada en casi todas las revistas internaciones, algunas habían optado por nuestra fotografía al llegar aquel país, otros usaron nuestras fotos más caritativas que encontraron y los títulos solo reconocían nuestro trabajo por ser los más caritativos y la monarquía moderna del siglo.

Al leer a fondo los artículos, nos dedicaban a cada miembro una página casi completa de nuestros recorridos y como cada uno se involucraba con las personas, los cambios que se habían logrado con los más jóvenes de la monarquía Italiana. No pasaron desapercibidos mis cambios de vestuario y la tendencia en moda que imponía, la otra personalidad que nadie conocía de Nicolás y como Carlos ya estaba más que listo para ser el próximo rey. Sí, habíamos sido un éxito y debíamos seguir así.

-Esto es mucho más de lo que me esperaba, pensé que solo estaríamos en las portadas de Italia no en el mundo entero. – Nicolás no se creía la magnitud de lo que cargábamos en los hombros.

-Alteza, al ser ustedes la nueva cara de la monarquía es claro que todas las revistas quieren hablar de ustedes.

-¿Por qué no hablan del país? Así se aplicaría un turismo para ellos. Esto parece como si estuviéramos comercializando en su nombre.

-No tenemos influencia en lo que escriben las revistas, ellos son como sus críticos para saber si lo hacen bien o mal.

-No me parece justo, además ustedes son los que envían las fotos. A la próxima deben por lo menos brindarle una página al país en visita para aumentar su turismo, si no se hace dígale a la prensa que ya no se le enviaran las fotos.

-No se puede hacer eso alteza, pero lo hablaremos con el secretario de la reina.

-Por lo menos que esta vez se haga algo bien.

Leticia se retiró de nuestro pequeño espacio. Cómo si eso bastará para tener nuestra privacidad.

-Eva, ¿Si eres consciente que no decidimos sobre lo que publica la prensa y menos si se envían las fotos o no?

-Carlos, yo creo que lo menos que puede hacer la prensa es hablar del país que visitamos para que no nos veamos cómo aprovechados.

-Carlos si lo ves desde un punto sociedad, Eva tiene razón, los únicos que pueden abolir la monarquía son el pueblo y si ellos creen que venimos a comercializar o aprovecharnos en nombre de países pobres, no es un buen punto a nuestro favor.

-Aun así la corona no tiene la decisión sobre lo que se escriba o no.

-Esto lo sabemos pero solo se le está haciendo una corrección, no otra cosa. – contrataque

Los tres nos quedamos en silencio y nos sumergimos de nuevo en las revistas, leer por lo menos me distraía aún de mi dolor y me hacía soportar lo que se venía a continuación, fotos por todas partes, personas pidiendo la atención y actos formales que solo quedaba sonreír.

Esta vez viajábamos casi un día entero, por la distancia entre los países, estar casi 24 horas con mis primos no podía ser buena idea. Con Nicolás era soportable pero con Carlos, era andarse con cuidado, era el más incorruptible de los tres y siempre estaba en su papel de príncipe heredero. Era una versión de su padre pero aún más estricto.

-Eva, ¿Qué te parece si le pintamos la cara a Carlos?

-Nicolás déjame dormir, es mi único día para dormir todas las horas de vuelo.

-Anda vamos, míralo él ya está dormido y yo estoy aburrido, si te duermes la que terminara pintada serás tú

-Como molestas, ¿Crees que tú hermano se va dejar pintar?

-Esta muy dormido, no lo va sentir.

-Si se levanta tú correrás con la culpa.

-No me importa, además siempre se la pasa acusándome – se encogió de hombros. - ¿Tienes labial?

Busqué en mi bolsa de mano y por suerte tenía lo básico dentro. Labial, delineador, sombras. Nicolás se levantó de su asiento y le tocó la cara a Carlos para saber si estaba profundamente dormido o apenas estaba durmiendo, para nuestros planes Carlos ya estaban en un sueño del que no despertaría a menos que quisiera ir al baño. Nicolás no perdió el tiempo y con el delineador comenzó a dibujar sobre la cara de Carlos, yo solo aporté en darle un poco de color a sus mejillas, ojos y labios. El que se encargó de lo peor era Nicolás. Carlos se movió un poco y ambos dejamos las manos quietas. No debía descubrirnos con las manos en la masa.

Al ver nuestra obra abstracta terminada, nos aguantamos las ganas de reírnos para no levantarlo y decidimos que ya era suficiente. Tomé mi maquillaje y lo metí de nuevo a la bolsa. Revisé que todo estuviera en su lugar para no levantar sospechas. El delineador se me cayó y mis ojos se abrieron como platos.

-Nicolás – susurré para llamar su atención.

-¿Qué Eva? Espera estoy tomando fotos de nuestra obra de arte, esto nos puede hacer ricos – No aguantaba la risa.

-Nicolás, mira esto. – Le golpee el brazo para que me hiciera caso.

-¿Qué Eva? Estoy deleitándome con lo que hice. – Le mostré el delineador – Si Eva, es tu delineador.

-¡Ya se que es mío tonto! Lee lo que dice ahí.

Ambos leímos la etiqueta y claramente decía "A PRUEBA DE AGUA" ¡Diablos! Habíamos llenado la cara de Carlos con frases infantiles y alguna que otra imagen que se le hubiese ocurrido a Nicolás. Ambos nos quedamos asombrados y sabíamos que estaríamos castigados al regresar. Optamos por cubrirle la cara con una servilleta de papel y regresar a nuestro lugar, si alguien preguntaba, no sabíamos cómo se había hecho aquello.

-Nos van a matar al saber lo que hicimos – Aún reíamos por la travesura.

-Si decimos que no hemos sido nosotros nos van a creer. - Rió Nicolás.

El vuelo siguió su curso y nos trajeron la cena, la aeromoza estaba por descubrir nuestra fechoría pero Nicolás le dijo que era mejor que lo dejara dormir porque a veces se ponía de un humor si alguien lo levantaba y yo solo asentí dando la razón al pecador.

Una hora antes de llegar a Nigeria, al parecer Leticia se había recuperado de un pequeño sueño y nos pidió que nos fuéramos alistando para el aterrizaje y la bienvenida que casi, era irnos directos al hotel pero bien vestidos. Nicolás y yo hicimos como si no la hubiéramos escuchado y seguíamos compartiendo auriculares en la película que veíamos. Leticia tocó el hombro de Carlos y ambos nos hicimos sordos, de perfil miramos que ella le quitaba la servilleta y su cara de asombro se reflejo. Cómo buenos cómplices nos aguantamos la risa y Leticia no dijo nada.

-Alteza... - se aclaró la voz. – Estamos a una hora de aterrizar, creo que es momento de que se cambien.

-Me pareció muy corto el viaje ¿He dormido tanto?

Nos miró y nosotros sonreímos en su dirección.

-Me parece que sí alteza, ¿Desea que nos encarguemos de...?

-Voy al baño un momento a lavarme la cara y vuelvo para colocarme el traje.

Carlos se levantó y entro al sanitario. Nicolás y yo solo observamos sus pasos y como esta vez no podíamos correr, buscábamos un escondite seguro.

-Esta vez se han sobrepasado.

-No creo que se de cuenta – respondió Nicolás – además se lava la cara y ya está.

Lo mire con la sonrisa a punto de delatarnos.

-No se salvarán de está. Si la reina les da un castigo se lo merecen.

Carlos tardo aproximadamente 15 minutos y al verlo salir, ambos corrimos a refugiarnos detrás de Leticia.

-¡Nicolás! ¡Eva! – Grito más de lo necesario. - ¿Qué carajos has hecho?  - En su mirada se encontraba más que furioso.

-Hermano tranquilo, solo son letras y dibujitos se puede quitar con agua. – Respondió en tono muy inocente.

-Nicolás esto no se quita con agua y mucho menos jabón, lo he intentado, he raspado tanto que me duele la piel. – Se acercó demasiado que Leticia y yo comenzamos a temblar.

-Bueno el maquillaje de Eva puede ayudar.

-¡Nicolás eres un hijo de....! Ten por seguro que esto no se quedara así, la abuela lo sabrá.

-No creo que sea tan grave, siempre exageras todo.

-Nicolás no se te ocurra decir algo más, porque yo mismo te lanzo de este avión, ni se te ocurra hablarme en todo el viaje, por favor entiende ya no eres un niño.

-Y tú mucho menos mi padre, que aguafiestas.

-Alteza... si lo desea puedo encargarme de tratar de eliminar las travesuras de su hermano y prima. - Leticia intervino como la mediadora. – Alteza, princesa, si no le importa su cambio está en la otra habitación, trataré de arreglar esto.

Nicolás y yo nos reímos fuertes por primera vez y nos metimos a cambiar en el otro cuarto ya que Carlos al vernos reírnos nos aventó una botella de soda que encontró cerca.

-¿No crees que nos pasamos esta vez?

-No, se le pasará. Es Carlos, como futuro rey no debe tener rencores.
Nicolás comenzó a quitarse los pantalones y la camisa para cambiarlo por su traje.

-¿Cuándo aprenderás que debes avisar si vas a desnudarte?

-Eva no creo que sea necesario, o acaso crees que será buena idea decirle a mi conquista, espera me voy a desnudar. ¿Es ilógico no?

-Me refiero enfrente de mí, por lo menos deberías pedirme que me tapara los ojos.

-Haz visto más de una ocasión un pene, no creo que te afecte esto, además solo estoy en boxers.

-Nicolás claro que he visto penes ¡Pero no me interesa los de mi familia! ¿Por qué no lo entiendes? Y por respeto deberías decírmelo.

-Esta bien lo siento, es solo que contigo me siento tan en confianza que se me olvida que eres niña. A veces pienso que eres mi yo en hombre.

-Bueno si no hay más asuntos pendientes, creo que te debes vestir afuera, me toca cambiarme.

-¿Qué? ¿Acaso no hay confianza?

-¡Nicolás!

-Mujeres, tenían que ser mujeres.

Lo empuje a la puerta y le aventé su traje ya no me importaba si se le había arrugado. Aquí estaba de nuevo cambiándome por un traje nuevo que solo se vería una vez y probablemente no me lo volvería a poner. Los especialistas en moda habían decidido que era buena idea presentarme a los pies del avión con un conjunto color blanco, el pantalón era acampanando y la blusa tenía unos pliegues en el hombro izquierdo con una manga larga, y el hombro contario se encontraba al descubierto. Los tacones eran color crema y la cartera vacía o mejor dicho con algo de relleno era del mismo color. El avión aterrizó y con los problemas técnicos de Carlos se tuvo que llamar a mi equipo de maquillaje que entraron al avión sin hacer mucho ruido y en discreción. Leticia había fallado en su misión de borrar el delineador y tuvo que llamar a los expertos. Mientras los de maquillaje con la base y sus infinidades de polvo trataban que aquello se viera lo más natural, los de peinado decidieron ir por mí, se suponía que por ser la bienvenida más corta de todas no necesitaría arreglos extras pero al estar ya aquí sí debían hacer algo, así que arreglaron mi cabello un poco y le dieron volumen, los de maquillaje se encargaron de hacer que mi cara se encontrará como si nunca hubiera estado cansada, resaltaron un poco con maquillaje de noche pero dieron toques naturales.

Nuestro llamado y muchas preguntas del equipo sobre lo que había pasado con Carlos, nos tuvimos que ubicar como en la llegada a Kenya, primero Carlos, Nicolás y después yo. Dimos las gracias por el viaje al piloto y a las aeromozas, bajamos escaleras como la primera vez y para está ocasión estaba más segura de mi personalidad, al parecer en la noche todo se veía más relajado y sin mucha presión. Saludamos al presidente y los mandatarios. Hicimos una foto al pie de las escaleras en solitario y con las personalidades importantes.

Como si de una película se tratara todo era igual, el mismo protocolo en el hotel y muchas limitaciones hacia nuestra persona. Entre en mi habitación asignada y tire los tacones a cualquier parte, lo único que necesitaba en estos momentos era deshacerme del sueño que me traía agotada. Vi a mi guardia sentado en una esquina de la habitación y le pedí amablemente que se retirara, no tenía ningún plan, mas que dormir toda la noche.

-¡Eva! – se escucho antes de ver la puerta abierta.

-¿Puedes decirme si alguna vez planeas tocar o por lo menos no gritar? – Me aventé sobre la cama.

-No, ¿Podemos hablar?

-Dime lo que tengas que decirme estoy agotada. Te escucho.

-Eva – alargo la <<a>> mas de lo deseado.

-¡Nicolas! Estoy demasiado cansada como para aguantar tus berrinches y además por si no te has dado cuenta, tengo un guardia de seguridad privado que no me dejara salir de la habitación, es como mi propia cárcel.

El guardia solo levanto la cabeza y me miro fijamente.

-¿Puede dejarnos a solas? – Nicolas tomo la palabra. – Son cosas de primos, no planearemos salir de aquí, si quiere puede quedarse afuera, estamos casi en el ultimo piso no creo que sea posible que nos escapemos por la ventana.

A regañadientes el guardia salió de la habitación no sin antes darnos una ultima vista.

-Lo que tengas que decirme, dilo ya. Solo tenemos cinco minutos.

Su celular vibro y me lo dio. Lo mire raro y solo conteste.

-Reynolds.

-¡Charlotte! Gracias al cielo.

-¿James?

-¿Esperabas alguien más?

-En realidad no esperaba llamadas de nadie. El viaje esta siendo agotador y ver a Nicolas solo son mas problemas. – Lo mire de reojo y tenía los brazos en jarra.

-¿Podremos hablar por estas horas?

-Tengo solo cinco minutos.

-¿Por cuantos días estarás en Kenia?

-Nos hemos movido. Estamos en Nigeria.

-¿Por cuánto tiempo?

-Creo que media semana, no lo recuerdo muy bien, nos actualizan la agenda todos los días.

-Está bien, seré paciente hasta que regreses o bueno tengas tu celular de nuevo.

-Lo siento James, pero esto está fuera de mis manos.

-No te preocupes cariño, lo arreglare de alguna manera. – Colgó.

Sabia que por su tono de voz estaba enojado o mejor dicho irritado, cuando por fin volvíamos a ser algo o a tener algo, el mundo parecía conspirar en nuestra contra. Le tendí el teléfono a Nicolas y me miro con la ceja fruncida.

-¿Qué? ¿Eso es todo?

-¿Qué puedo decirte? Esto es complicado, si no te importa me quiero dormir ya.

-No te has cambio.

-No me importa Nicolas estoy cansada en todos los sentidos que en lo que menos pienso es en cambiarme de ropa.

Me tumbe en la cama por segunda vez y lo escuche acercarse. Me beso la frente.

-Duerme bien pequeña Eva, veras que todo se resolverá rápidamente. – Lo escuche marcharse.

Me prohibí llorar por mi estabilidad mental, no debía levantar sospechas que había hablado con el amor de mi vida, en cualquier momento regresaría mi guardia privado y mas tiempo encarcelada no quería.

La puerta se abrió de nuevo y supuse que seria la cena.

-Alteza. – Esta vez era Leticia.

-¿Si? – respondí mas dormida que despierta.

-Tiene una llamada al teléfono, desea cenar primero y contestar después o, al contrario.

-¿Puede esperar hasta mañana? No estoy en condiciones ni para cenar.

-Creo que no.

Me levante de mala gana.

-¿Puedes decirme quien es por lo menos?

Apretó los labios y movió la cabeza de un lado a otro. Me dio el teléfono.

-¿Quién habla? – conteste de mala gana y como toda una estadounidense.

-Lamento molestar, creo que he llamado en mal momento.

Me golpee en la frente. Inhalé y comencé de nuevo.

-Lo siento, fui una mal educada. Frederick, hola ¿Cómo estás?

-Solo llamaba para preguntar como estabas pasando lo de tu primer viaje extranjero como realeza.

-¿Cómo sabias que no tenia celular?

-Tu abuela, la reina me dijo que por el momento te encontrabas incomunicada y me dio el numero de tu asistente. Espero no te moleste.

-No en absoluto, solo que no pensé recibir noticias tuyas.

-Lamento ser inoportuno entonces. – Un silencio incomodo se apropio de ambos.

-Bueno por el momento estaba disponiéndome a dormir. ¿Se te ofrece algo en especial?

-No, por el momento no, no quería molestar. Descansa podremos hablar en otra ocasión, no te preocupes si necesitas algo, me puedes llamar por el numero de tu secretaria y te atenderé al primer tono, ya sabes estaré aquí para ti.

-¿Gracias?... Frederick....

-¿Si?

-Creo que debemos hablar sobre nosotros. Creo que hemos llegado muy lejos.

-¿Espera, qué?

-¿Podemos hablarlo en persona?

-¿Necesitas que este ahí contigo? Para que ahorita mismo planee un vuelo privado hacia Nigeria.

-¿Qué? No, no, no, lo que yo trataba de decirte es que... ¿Sabes qué? Mejor olvídalo, estoy un poco cansada y mis ideas estas demasiado esparcidas, te llamare después ¿Esta bien?

-Esta bien, esperare tu llamada. Que descanses cariño, te amo.

Colgué. Esto ya me estaba sobrepasando. Me toque el puente de la nariz y le regrese el celular a Leticia.

-Por favor, Leticia si vuelve a llamar Frederick me debes decir que es él, sino yo misma enviare un articulo a la prensa diciendo que estoy a la fuerza en este viaje y parezco carcelera de mi propia visita extranjera. – Me miro confusa. – Sí, se lo del guardia personal. – Abrió los ojos. – Y para que estés más tranquila no saldré corriendo por las ventanas del hotel, si es que eso le preocupa a la reina.

-Alteza... yo...

-Por favor, Leticia déjame descansar, si no tenemos algún otro pendiente sobre la visita de mañana.

-Buenas noches alteza, que descanse.

-Gracias, igualmente.

Al irse escuche como intercambiaba palabras con mi guardia de seguridad y este entro unos cinco minutos después de que ella se fue. Apenas y reconocí el sonido de la puerta, pues Morfeo ya estaba llevándome entre sus brazos.

Me frote la cara con las manos y me senté en la cama, estire los brazos y con la vista nublada aun por el sueño visualice a Leticia abriendo las cortinas de mi habitación.

-Buenos días – pronuncie con la voz adormilada.

-Alteza buenos días, disculpé la intromisión, pero creí que era lo mejor.

-No te preocupes, ¿Debo acostumbrarme no? Tomare una ducha y salgo para cumplir con los deberes.

Asintió con la cabeza y no la vi mas por veinte minutos. Al salir de la ducha tenia el atuendo listo en la cama, unos pantalones de tela rectos, unos zapatos deportivos y una blusa con colores llamativos. Marco con su sequito de siempre se encargaron de dejarme el cabello en una coleta y el maquillaje lo mas natural posible. Me reuní en el pasillo con mis otros dos primos y los tres fuimos hacia el comedor. Nuestra mesa era la única vigilada por cinco o siete guardias de seguridad y las mesas mas cerca de la nuestra estaban vacías, mejor dicho, casi todo el lugar estaba casi vacío, el mesero llego con nuestros platillos y los tres solo hicimos lo que correspondía comer. Carlos se notaba aun algo enojado, Nicolas esta vez parecía más entretenido con su celular y yo solo tenia falta de apetito. Lo que parecía ser un tiempo de primos se había convertido en un calvario.

Nuestros asistentes se acercaron al ver que ya habíamos terminado con el postre y nos leyeron el itinerario del día, el cual consistía en una pequeña reunión con la organización de las naciones unidas en el mismo hotel después del desayuno y de ahí una visita al lugar donde poco hace un mes había tenido fallas de electricidad y termino por dejar a casi una colonia sin casas, se habían quemado y algunas hasta explotado.

Nos levantamos del comedor y caminamos juntos hacia la sala de reuniones, al entrar todas las personas con quienes trabajaríamos cada día ya estaban presentes y algunos hasta traían el desayuno entre sus manos, como representantes de la monarquía, nos sentamos a la cabecera de la mesa y nuestros asistentes a nuestro lado, todos guardaron silencio al vernos sentados y nos pusimos en marcha para definir detalles de esta visita. Tomo la palabra el secretario de Carlos y todos nos pusimos en acuerdos sobre lo que iba bien y lo que no.

Al terminar la reunión nos levantamos para irnos hacia nuestro lugar de encuentro con las familias afectadas. Esta vez Carlos iba en un auto diferente al nuestro.

-¿Aun sigue enojado tu hermano?

-Me da igual, hasta puedo decir que nos ha levantado un reporte con la abuela.

-¿Cómo que te da igual? ¿No sabes que esto nos puede traer más problemas? ¡Ah claro! Como no eres el que tiene un guardia personal.

-Eva, mira si lo vez como yo lo veo, mientras mas nos quejemos y no disfrutemos nuestro viaje todo será negativo, mejor hagamos lo que queramos sin salirnos de lo "bueno" y todo estará bien y hasta lo disfrutaremos, si a mi hermano le parece mal y le molesta pues allá él. Yo por el momento me dejo consentir. – Se encogió de hombros.

-¿Cómo que consentir?

-He desayunado lo que he querido, no he comido a prisas, hemos viajado viendo las películas, series, la música que queremos escuchar o ver y hasta me pongo lo que quiero. Eso es estar bien para mí, no que con la abuela todo era rápido y lleno de gente, por primera vez duermo sin la sensación de que me ven. – Se rio.

-Ya dime que te traes. Eso a nadie le alegraría o bueno si, pero... no tanto como tú.

-Me siento bien, no veo tanta presión y convivir con gente que no es de nuestro circulo social me parece aun mejor.

-¡Vaya! El viaje si te hace bien.

-Disfrútalo, dale tu firma y ya verás que todo será mejor.

El auto se detuvo y ambos bajamos para dar un espectáculo más, esta vez hice caso a lo que Nicolas había dicho y sonreí teniendo planes en mi cabeza. Había muchas personas a nuestro alrededor detenidas por vallas de metal a una distancia, hablamos con las personas de los hogares afectados y revisamos cada lugar. Prometimos darle seguimiento al lugar y poder cooperar con algo, nos involucramos un poco más en sus vidas y aprendimos que los que tienen muy poco son los que valoran demasiado cuando algo les falta. Cuando el tiempo termino, y era hora de volver a los autos me acerque a unas personas que tenían ramos de flores a mi alcance. Conversé muy poco con ellos y les di la mano en forma de saludo a varios, ver sus sonrisas y saber que teníamos su respeto fue muy bueno.

Nuestra actividad del día estaba completada, habíamos terminado antes de las seis de la tarde y nos dispusimos a regresar al hotel para organizarnos para mañana, una visita al hospital. Al llegar al hotel nos dimos la oportunidad de comer y como antes, el comedor estaba vacío, los tres no compartíamos palabra alguna y todo parecía verse programado, terminamos la comida y subimos a las habitaciones para encerrarnos. Para mi suerte esta vez estaba sola en mi habitación.

Apenas me había acostado en la cama cuando tocaron la puerta.

-Adelante.

-¿Ves que si puedo tocar?

-Ah, eres tú, ¿Qué se te ofrece?

-¿Cuáles son esos modales?

-Perdón – Voltee los ojos. - ¿Qué desea su alteza?

-Por el momento nada, solo vine a buscar a quien molestar, ya sabes a mi hermano no porque anda sentido.

-¿Entonces a mi si? Porque aun no he colgado un letrero en la puerta de mi habitación que diga, bienvenidos todos pasen a molestarme.

-Si no quieres que este aquí puedes decirlo. – Me miro fijamente.

-Me agrada que estés conmigo, pero encerrado en cuatro paredes no se que podemos hacer tu y yo.

-Yo si sé. – Me sonrió de forma sarcástica.

-¡Nicolas! ¿Cuándo dejaras de ser...?

-Tranquila no te me haces atractiva, te hace falta senos y además tu ropa interior creo que es lo que ocupa la abuela.

-¡Oye! Para tu información mi cuerpo esta bien y me siento feliz por ello, aunque mis senos sean pequeños, pero no tanto como para decir que no tengo, son promedio diría yo. – Mire a mis amigas de confianza. – Y sobre mi ropa interior... ¿Quién te dio permiso de revisar mis cajones?

-Buscaba ropa cómoda, como unos shorts o algo por el estilo, pero llegue a ese cajón. – Se encogió de hombros como si fuera lo mas normal del mundo.

-¿Quién dijo que la ropa de encaje es de abuelitas?

-Bueno mis conquistas la mayoría de las veces llevan tanga o algo mas diminuto que eso, hay veces que no llevan nada.

-Es mucha información para mí, ¿Por qué te empeñas en contarme tus actos sexuales?

-Es lo más común del mundo, solo que tu quieres hacerte la virgen y hacer creer a todos que no te has acostado con nadie. Por cierto, ¿Ya te acostaste con Frederick también?

-¿Por quien me tomas?

-Por nadie, solo tengo curiosidad porque si ya vas enserio con ese tal James deberías recordarte que debes cortar con Frederick.

-¿Por qué cortar si no somos nada?

-Porque dudo mucho que él sepa que no son nada, si ya hasta se iban a comprometer.

-Entiende que no. No somos nada.

-Si no se lo aclaras esto será una confusión peor. Lo aclarare al llegar a casa.

-¿Vas a esperar un mes?

-¿Qué pretendes que haga? ¿Qué vaya hasta Dinamarca en un día le diga lo que tengo que decirle y regrese o que el venga y se lo diga?

-Cualquiera de las dos opciones son buenas.

-No Nicolas, no quiero verme como la mala de la historia.

Mi guardia de las noches entro a mi habitación sin tocar.

-Lo siento... es mi turno.

-Si no te preocupes Nicolas ya se va – Me dirigí a Nicolás. – Ya vete a tu cuarto que mi carcelero llego.

-Solo piensa lo que dije.

-Si lo hare. – Le dije con los labios apretados.

Me beso en la frente como siempre cuando se despedía y me dejo a solas con miles de dudas en la cabeza.

Los días siguientes de nuestro viaje en Nigeria fueron iguales a los anteriores, el desayuno y la comida no había cambiado nada. Los tres parecíamos no conocernos o estar de mal humor, en los recorridos de auto a nuestros lugares como nos tocaba ir juntos Nicolas y yo, inventábamos juegos de lo que se podía ver en la calle, a veces se le escapa y comentaba sobre como extrañaba sus encuentros sexuales o planeábamos como sacar de sus casillas a nuestros asistentes haciendo cosas que no estaban planeadas. 

En la mayoría de nuestras visitas siempre hablábamos un poco mas del tiempo estipulado con las personas, en el hospital me tome la libertad de sentarme en la misma camilla de un enfermo en edad terminal, me tomo la mano y me contó sobre su vida, su familia y lo descuidado que había sido con su salud a pesar de que su familia siempre le decía que se cuidara mas y el no hacia caso. Al despedirme de él me beso la mano y me transmitió el amor por la vida, lamentablemente a él le quedaba muy poco.

En otra ocasión cuando visitamos una de las comunidades mas pobres de Nigeria y llegamos a una escuela con pocos recursos los niños se nos amontonaron como hormigas en un tarro de azúcar. Llegaban con varias preguntas que apenas y podía prestar atención quien las hacía. Habían retado a Nicolas en saber cuantas dominadas en el futbol podía hacer y por lo menos eso había ganado en tanto tiempo, los niños habían quedado asombrados que le pidieron que les enseñara y el amablemente acepto. Sí gracias a su amabilidad ahí aprendimos muchas cosas, como el valor que le dan los niños a las cosas nuevas y su imaginación que no tiene límites. Recuerdo que una niña quería un pequeño beso de Carlos porque se le hacia guapo, pero eso estaba fuera de nuestro limite.

-Princesa, ¿Los chicos como él son guapos?

-¿Cómo él? ¿Quién él? - Con su pequeño índice señalo a Carlos quien hablaba con el encargado del grupo. - ¡Oh no! Te puede apostar que él para nada es guapo, así como lo vez se enoja rápido.

-¿Puedo darle un beso?

La mire asombrada.

-No lo creo cariño, ¿Por qué mejor no dármelo a mí? ¡Vamos que no muerdo!

La niña negó con su cabeza.

-Él me gusta.

Aun no sabia como quitarle la idea de la cabeza, ¿Cuántos años podría tener? ¿Siete, ocho? ¿Cómo saben los niños que gustar no solo aplica para los helados o dulces?

-Veré que puedo hacer, ¿Qué te parece si lo llamamos?

Con mejillas sonrojadas, la niña aceptó.

-Carlos – Me miro a la primera - ¿Puedes venir?

Se disculpo con el encargado y se dirigió a la mesa donde estaba con las niñas.

-¿Si? – Me puse de pie al verlo llegar.

-Mi nueva amiga te tiene una petición.

-¿Ah sí? Dime pequeña, ¿Qué se te ofrece? – Se encogió un poco a la altura de la niña.

-¿Me das un beso?

-¿Disculpa? – Se sorprendió al igual que yo al escucharla por primera vez.

-Que si me puedes dar un beso...

Leticia y el encargado del aula iban a intervenir por la indiscreción de la niña, pero los detuve le dije al secretario de Carlos que les dijera que todo estaba bien, solo era una niña y nosotros adultos para saber que hacer.

-¿Qué te parece si mejor te doy un abrazo? Creo que es un buen acuerdo ya que aun no estas en edad de andar besando personas adultas. Claro a papa y mama sí.

-Esta bien. – No muy convencida la niña aceptó.

Carlos y ella se abrazaron y eso quedo plasmado en una bonita fotografía con el titulo que la nobleza italiana estaba más que comprometida en este viaje.

Otro día. Visitamos a deportistas en el palacio de gobierno de Nigeria. Donde conversamos lo difícil que son los comienzos dentro del mundo del deporte en ese país, no todos tienen la oportunidad de sobresalir. Compartimos bocadillos y los felicitamos por seguir día con día en el deporte y ayudar a otros a seguir sus metas, firmamos un acuerdo donde se ayudaban aquellos nuevos deportistas por si necesitaban estudiar en Italia mas a fondo su deporte o especializarse y tal vez en un futuro podrían establecerse en Italia sin dejar de servir a su patria en los juegos de alta categoría. 

Muchos futbolistas alagaron a Nicolas por su dominio del balón y lo invitaban a darles una demostración, pero el se negaba al decir que no estaba ya en condiciones, pero a la próxima los derrotaría. De reojo miré a Carlos y me di cuenta de que estaba molesto porque esta vez Nicolas robaba el protagonismo de los tres, por mí no había problema, estaba feliz de verlo feliz, pero al parecer a Carlos no le parecía buena idea.

Tuvimos una cena con el presidente de Nigeria y después de eso nos fuimos directamente al aeropuerto, pues un nuevo vuelo nos esperaba y esta vez como la anterior era aproximadamente de 24 horas o 18 dependiendo si el mal clima no nos alcanzaba.

-Por fin estamos solos de nuevo.

-Me quedare durante todo el vuelo en la habitación.

Carlos ni nos miro al subir al avión, solo se encerró. Esta vez su secretario personal era el acompañante de todos. Los demás acompañantes como en todos los vuelos viajaban en otro avión de primera clase.

-¿Por lo menos puedes darnos algunas almohadas y unas mantas?

Sin previo aviso nos aventó dos almohadas y una manta.

-¿Gracias? – respondí sin saber su mal humor. 

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