Capitulo 12
-Alteza, ¿Me está escuchando?
Volví de mi trance.
-¿Si? Perdón, no he puesto atención.
-Alteza estamos a pocas horas de aterrizar y le he dicho las indicaciones que debe hacer en cuanto lleguemos y al parecer solo hable a la pared. Se los volveré a repetir, ¿Esta vez tomara atención?
Asentí. Y le di la palabra.
-Esta bien, de nuevo le repito, al aterrizar el avión, o mejor dicho minutos antes, usted debe cambiarse de atuendo, no se preocupe ya lo tenemos listo y su orden de nivel jerárquico según los títulos usted debe ser la última en bajar del avión, por favor procure, guardar la distancia y....
-Leticia, yo me encargo. - Escuché a Nicolás y volví a la realidad. Sí de nuevo no estaba prestando atención.
-¿Qué? - Pronuncié. Nicolás ocupo el lugar de Leticia. - ¿Me he ido de nuevo verdad?
-¿Qué carajos te pasa? Estamos a nada de llegar a Kenia, el viaje me ha dado dolores de cabeza y ver a mi hermano más de 12 horas en el mismo vuelo solo me pone de malas y no sé porqué y ahora súmale que tú ni enterada estás de lo que debemos hacer.
-No puedo concentrarme eso es todo.
-¿Qué pasó en la reunión con la abuela? Desde hace dos días estás perdida, como si habláramos con un muerto viviente.
-Nada, solo que...
-¿Qué Eva? Ni el celular me contestas.
Me acerqué un poco a él y le dije en susurros.
-Por si no te has dado cuenta, no tengo el celular, me fue retirado indefinidamente.
-¿Qué dices? - Su gesto cambio a confusión.
-No puedo decírtelo ahora mismo, pero pasaron muchas cosas el día que llegue tarde al Palacio. Tengo que cambiar, debo de ser una princesa.
-¿Estás bien? Me parece como si me contarás una historia de suspenso, ¿Quieres decirme qué carajos pasa?
-Cuando estemos en el hotel hablaremos, no puedo decirte nada por ahora.
-Eva más te vale que me tengas una respuesta porque esto no me está gustando.
-Te lo contaré todo, eres en el que más confío.
-Altezas, es hora, deben cambiarse.
Seguí a Leticia y entramos en una habitación pequeña, mis fuerzas eran nulas y tenía ganas de llorar. Leticia vio mis intenciones y fue ella quien se encargó de cambiarme. Para la ocasión cambiamos la ropa de vuelo por un vestido floreado rojo de mangas cortas con olanes a lo largo de la rodilla, el maquillaje sutil, casi al natural, el cabello suelto y las tan distinguidas zapatos de tacón color rosa pastel. Leticia me entregó una cartera color cereza y me dio el consejo de que no dejará de sonreír por más cansada que estuviera.
Salí del pequeño cuarto de cambio y mis primos ya estaban en posición para bajar, Nicolás me vió y me sonrió, mientras que Carlos se limito a una señal con la cabeza. Cómo estaba previsto al aterrizar el avión, esperamos unos minutos más arriba y Carlos estrecho la mano de las azafatas y el piloto, Nicolás y yo hicimos lo mismo dando las gracias por el viaje. Mis mejillas apenas y se podían curvear por la sonrisa, pero no fue hasta que vi a todos aquellos paparazzis de frente a nosotros. Cómo nos habían indicado antes, esto debía pasar y el que debería ir primero es Carlos, una escalera detrás Nicolás y yo con la misma distancia hacia Nicolás. Esta debía ser la primera imagen para todas las revistas, mostrar que la familia italiana había llegado y que los futuros en la monarquía sabían que lugar tenían. A los pies de la escalera nos esperaba una alfombra roja y estaban parados el presidente del país, junto con sus secretarios de rangos importantes que solo me limitaría a saludar.
-Eva sigue caminando.
Volví de mi trance e hice de manera correcta lo que ya sabía, bajar con la cabeza en alto las escaleras, conservar la postura y sonreír en todo momento. Carlos saludo cordialmente a todos los mandatarios, Nicolás y yo hicimos lo mismo y como era de esperarse, unas camionetas llegaron para llevarnos a las oficinas de gobernación para tener una charla y recibir una comida de cortesía por parte del presidente para después ir a nuestro primer compromiso real.
-Eva no se que te pasa, pero ¿Podrías no ser tan obvia?
-Nicolás no es el momento - intervino Carlos
Nicolás nos vio a los dos.
-¿Qué mierdas se traen ustedes y yo no estoy enterado?
-Por favor Nicolás lo hablaremos en el hotel, te prometo que ahora sí me comportare bien, como debe ser ya no estaré distraída. Lo prometo.
Llegamos al Palacio presidencial y entramos a lo que debía ser la sala de reuniones. El presidente ya nos esperaba ahí. Carlos se sentó al lado del presidente y nosotros dos a su lado, como era la sucesión, primero Nicolás y después yo. La plática se trató sobre los planes que se tenían, lo agradecido que estaba el presidente de llevar nuestros proyectos a cabo en aquel país, las inversiones que estábamos dispuestos a hacer, y la alianza que se intensifico con las Naciones Unidas. Al finalizar la plática que fue un poco informal, debimos enmarcar el recuerdo con una foto. El presidente estaba al lado de Carlos y su esposa al lado de él. Nicolás y yo al lado de Carlos y solo sonreímos como si aquello fuera lo mejor de nuestras vidas.
Nos despedimos cordialmente y el secretario personal de Carlos fue el que nos indico que debíamos regresar a los autos para ir a una casa hogar del lugar. Nuestra agenda había empezado. En el auto, Nicolás y Carlos debían cambiarse ya que ahora debían ser la imagen más caritativa que las personas de todo mundo estuvieran viendo. Sus sacos y corbatas desaparecieron. Nicolás se arremango la camisa y nadie dijo nada, tal vez ahora era el momento de ser nosotros mismos.
Al llegar al lugar nos esperaban muchos fotógrafos y el presidente de la fundación nos estrechó la mano a los tres. Cómo estaba planeado, me acerqué a las niñas que esperaban para darme la bienvenida, con pequeños ramos de flores. Al sentarme sobre mis talones para estar a sus alturas pude estrecharles la mano y ver cómo delicadamente hacían sus reverencias para brindar respeto.
-Muchas gracias por las flores son encantadoras.
Las pequeñas sonrieron y esa era la señal de que debíamos seguir con lo planeado. Al levantarme una de las niñas tomó mi mano y me sorprendió por el cambio repentino de planes.
-¿Me acompañas en la visita? - La niña sonrió y asintió.
Le estreche la mano y le devolví la sonrisa. Nicolás nos vio y se acercó.
-¿Quién es la pequeña que nos acompaña hoy?
-Mi nueva amiga. - respondí ante la falta de palabras de la niña.
-Bien, creo que también debo buscar nuevos amigos. - Le guiñó un ojo a la niña. Y con un gesto del Secretario de Carlos avanzamos hacia dentro del lugar.
La casa hogar era pequeña, sus pasillos estrechos y no tenía buenas estructuras, parecía como si apenas la hubieran pintado, pero se notaba que algunas partes se veían los cimientos de la estructura. Carlos era el encargado siempre de conversar con las personas importantes y Nicolás y yo solo sonreír y no hacer travesuras. En nuestro recorrido por el lugar todos se hacían a un lado al vernos pasar y en un punto me causaba inconformidad, pero recordé que mi deber era sonreír.
Llegamos a un cuarto que parecía de gran tamaño y habían mesas con varios niños y las encargadas de diferentes puestos. Mientras a Carlos le explicaban las logísticas del lugar y como se organizaba todo, Nicolás y yo nos sumergimos en platicas individuales sobre el trabajo que se hacían ahí, los niños que ya tenían más tiempo, la frecuencia con que hacían ver al lugar bien, sus roles y muchas otras cosas sobre el lugar.
Cómo si tuviera dulces en el vestido los niños se acercaron a pedir mi atención, sabía que esto era una prueba de la reina, pues si no mal lo recordaba no debía tener mucho contacto con las personas que visitábamos y aquí estaban los niños cerca para que todos supieran de mi reacción.
-¿Es usted una princesa? - Un pequeño reclamo mi atención jalando del vestido.
-Soy una persona como tú, ¿A qué somos iguales?
-Nos dijeron que vendrían unos príncipes a visitarnos. - Susurro una niña con su vestido algo manchado por chocolate o tierra tal vez.
-¿Ves esos dos hombres por allá? - Señale a Nicolás y Carlos. La niña asintió - Son unos apuestos príncipes, pero hoy solo vienen a jugar con ustedes.
-Si no eres una princesa ¿Qué haces aquí?
-Vengo a visitarlos, quería conocerlos. Muchos han dicho que ustedes se comportan muy bien y les gusta jugar, ¿Saben a quien le gusta jugar? A él. - Señale a Nicolás. - Es muy bueno con el balón de fútbol.
El niño rápidamente corrió hacia Nicolás y al parecer le dijo que si jugaban, porque Nicolás lo vio con las cejas levantadas y después me miró a mí. Solo me encogí de hombros y sonreí como respuesta.
-¿Te gustaría tomar una tasa de té con nosotras? - otra niña preguntó.
-¡Por supuesto!
Sin terminar la frase ella me jalo a otra habitación o lo que podría ser su jardín trasero, no era de buen tamaño, pero habían mesitas pequeñas para las niñas y juguetes de patio y una pequeña portería que estaba oxidada y la malla rota. Las niñas me hicieron sentarme en sus mesitas y rápidamente montaron toda una mesa de té. Me preguntaban, si con azúcar, galletas o pan, si caliente o frío, si podía tener compañía o no, que opinaba del señor Toodlo el cual era un oso de peluche que apenas tenía el relleno en su lugar. Y una infinidad de preguntas más que cada niña soltaba en menos de medio minuto.
Cómo si esto fueran escenas de películas, vi pasar rápidamente a Nicolás con un grupo de niños a su alrededor. Todos querían ser parte de su equipo, pero el decidió estar solo en ir en contra de todos, tenían un balón de fútbol de por medio. Vi arremangarse más la camisa y empezar a demostrar sus dotes para correr con el balón. Lo que parecía ser un momento tranquilo en una casa hogar se volvió una visita de juegos informal, ninguno de nosotros dos estaba en su papel de príncipes y mucho menos estaban en platicas con las personas adultas, más bien teníamos platicas con los pequeños, sobre si ahora se me apetecía un café o en caso de Nicolás, si el podría hacer un truco súper difícil con el balón.
-Princesa ¿usted tiene novio? - me sorprendí, pero respondí con toda la formalidad posible.
-No, por el momento me siento muy bien donde estoy. Ustedes son increíbles ¿A qué este lugar es bonito?
-En la televisión las princesas tienen príncipes.
-Bueno, en la televisión no muchas cosas son ciertas.
-Yo quiero conocer a un príncipe.
-Nicolás te puede ayudar. Es un buen príncipe.
-¿Vendrán mañana?
-No creo, pero haremos lo posible para visitarlos antes de irnos.
-¿Se irán pronto?
-No aún tenemos muchas cosas por hacer.
A lo lejos vi la figura de Leticia marcando el reloj, era la señal de partir. Carlos había terminado su compromiso y nosotros el nuestro.
Me despedí de las niñas con abrazos y diciéndoles que pronto les enviaré un regalo, estreche la mano de las señoras que se hacían cargo de la limpieza y la comida y de las cuidadoras, así como también del maestro particular que tenían todos para aprender temas diferentes aunque no fueran de las mismas edades. Nicolás se despidió de los niños y antes de salir le cambiaron la camisa por una igual. Al parecer la anterior se le había estropeado al jugar y con eso no podría salir.
Salimos y nos montamos de nuevo en el auto, Nicolás y yo ya estábamos algo relajados. La convivencia con los niños había sido reconfortante. Al llegar al hotel, una flota de guardias nos seguían tan juntos que apenas podíamos ver las personas que se encontraban en la recepción para obtener su habitación o irse.
-¿Sabes por qué estamos rodeados? Pensé que por lo menos serían discretos. - Le platiqué a Carlos.
-No siempre estaremos con la seguridad a distancia, a veces ellos estarán tan cerca para protegernos.
-Si alguien nos saca fotografías así va cambiar la perspectiva de las personas hacia nosotros.
-No se tiene permitido tomar fotos en este hotel, hasta que nos vayamos
-¿Qué? ¿Acaso eso no afecta más nuestra reputación?
-No, a veces los hoteles toman las responsabilidades.
Subimos por el elevador a nuestras habitaciones. Por suerte no teníamos la misma habitación pero si en el mismo piso, las puertas estaban continuas por si algo pasaba y el pasillo solo era nuestro, nadie tenía acceso a ocupar alguna otra habitación.
Al llegar a mi habitación, me deshice de la ropa y me metí a la ducha, me cambié por una pijama corta y solo planeaba descansar, el viaje largo y las horas intensas de la llegada fueron muy difíciles para mi cuerpo. Me metí a la cama y vi una silueta en la silla opuesta a mi cama.
-¿Qué hace usted aquí?
-Debe estar protegida las 24 HRS.
-Es la hora de dormir, puede irse a su habitación.
-No podemos, todos tienen una misión, sus altezas reales deben ser vigilados las 24 horas, por dentro y fuera de la habitación.
-¿Es esto una broma?
-No alteza, son órdenes directas.
-Alteza, ¿Desea la cena o se acostara ahora mismo? - Leticia entro en la habitación.
-¿Qué es esto Leticia? Es aceptable la seguridad fuera de la habitación pero no adentro. ¿Qué pretenden que salte por la ventana?
-No alteza, pero han sido órdenes de su majestad, los tres tienen un guardia en su habitación. Y dos más afuera. El hotel está resguardado por policías. La seguridad ante todo.
-Esto es una broma, se está violando la intimidad, acepto los guardias siempre que estén fuera de mi habitación.
-No está en discusión.
-¿Me permiten? - Un Nicolás furioso entro a mi habitación.
-Alteza no...
-Leticia solo estaremos los dos, por favor.
El guardia y Leticia salieron de mi habitación pero estaba segura que se quedarían afuera por cualquier cosa.
-¿Ahora sí me vas a contar que está pasando? Me han llegado infinidades de mensajes de tu amor secreto pidiéndome explicaciones de dónde estás y porque no contestas. Acabo de contestar su llamada y casi me dijo que a la próxima que nos veamos me cortará los huevos por ir de chismoso con la abuela. Apenas y sé que pasa entre ustedes cómo para andar de lengua suelta.
-Nicolás, por favor tranquilo, lo que te diré es delicado.
-Habla de una vez sino voy a creer que esto es una broma pesada de los dos.
Me senté en la cama con las piernas flexionadas.
-Cuando llegué al palacio, Leticia ya me esperaba en las puertas y me llevó directamente a la oficina de la reina. Ella se veía como un perro regañado con la cola entre las patas y sabía que había sido por mi culpa pero no dije nada, sino que al llegar a la oficina de la abuela mi alma cayó a los pies.
>>La plática con la abuela y todo su séquito de consejeros, secretario, relaciones públicas, fue sobre mi vida personal. Nunca había visto a la abuela tan enojada y fue un horror - Mi cuerpo tembló - Me dijo que cuando seguiría con esto, de salir a coger a James, era una princesa y se supone que las princesas son vírgenes hasta el matrimonio, que era la tradición real y ahora no sabía si esto sería un impedimento para la iglesia y el apoyo que tenían entre ambos. La noche anterior se había filtrado a la prensa una foto mía con James en el restaurante dándonos un beso y a pesar de que se le veía muy poco la cara el título era atrayente. La abuela hizo eliminar esa noticia y me dijo que era la única vez que iba a ver a James, que esto era una mala reputación para la corona. Los consejeros le dijeron que lo mejor era ponerme en compromiso con Frederick y me negué rotundamente pero ellos seguían diciendo que era eso o que saliera a la luz la verdad muy pronto. - Mis lágrimas se soltaron. - La abuela me dijo que está sería mi única y última advertencia que si volvía a verlo o solo mensajear con él mandarían el compromiso a la prensa sin mi consentimiento. Fue por eso que me quitaron el celular, la computadora, el iPad, y todo dispositivo electrónico que fuera posible para contactarme con él.
-¿Por qué hizo algo así la abuela si ella no es tan cruel? Y menos contigo Eva, ella se portaría conmigo así, pero no contigo.
-No lo sé.
Llore sin consuelo, por fin había encontrado la felicidad con James y la realeza lo arruinaba todo. Nicolás me abrazo y me dijo palabras de consuelo.
-¿Quién sabe todo esto?
-La familia entera, menos mis padres y hermano porque pedí que no se los dijeran hasta que yo lo hiciera, no quiero que se decepcionen de mí, he logrado tanto que verlos mal por mí me rompería el corazón.
-¿Por qué no lo sabía?
-También entrabas en ese trato, Nicolás solo tenía dos opciones seguir con las mentiras de Frederick y futuras especulaciones de nuestro compromiso futuro o ir con James y romper la monarquía Italiana por las críticas y de paso llevarme entre las piernas a la danesa.
-¿Y que elegiste?
-¿No estamos haciendo este viaje?
-Eva, debiste decirme lo que había pasado, no debiste renunciar a tu futuro, tu ya tenías un futuro fuera de la realeza, ¿Para que sufrir ahora?
-Estar con James no es solo llevarme entre las piernas mi futuro, sino que dejarlos fuera de la realeza a toda la familia porque últimamente se está votando para dejar de mantener a la monarquía, el ministro está preocupado y la abuela también, por eso está gira, para ganar popularidad.
-A mi no me importaría vivir en la ciudad en una casa pequeña.
-Lo sé Nicolás, pero entiende me tú hermano solo fue educado para está sucesión, tu padre igual, mi hermano tiene ahora una esposa y esto lo involucraría mucho por ser de la familia y también podría llevarme entre las piernas a la familia de Noruega y no seria justo que por unas noches de placer tire todo a la basura.
-¿Por qué mis padres no dijeron nada e hicieron algo?
-La abuela prefirió tomar sus decisiones y a pesar de que tu papá dijo que era algo muy pequeño como para hacerlo grande ella se negó a dejar las cosas en el aire.
-¿Y ahora que planeas hacer?
-Cumplir con el viaje y al llegar a casa tratar de llegar a un acuerdo.
-¿Crees que a la abuela se le haya bajado el enojo?
-Es mi única esperanza.
El celular de Nicolás sonó y me mostró la pantalla, una llamada de David estaba entrando. Me dio el celular para contestar.
-David - conteste con los labios temblando.
-Eva ¿Qué pasa? Te he estado llamando estos dos últimos días y solo me manda a buzón de voz. Estoy preocupado.
-La abuela me retiro todo medio para tener contacto con el mundo exterior.
-¿Qué ha pasado? La abuela nunca haría algo así.
-Se entero de la relación con James y tomó medidas muy drásticas - Resumí mis últimos problemas.
-¿Qué dices? La abuela no es capaz.
-Deberías hablar con ella, te lo explicaría mejor.
-¿Papá y mamá lo saben?
-No, pretendo decirles hasta llegar de nuevo a Italia, por favor no les digas nada.
-Esta bien Eva, ahorita mismo le marcaré a la abuela y pediré explicaciones, se que no me has contado casi nada del problema pero presiento que es grave.
-Lo es David, pero no me encuentro en condiciones ahora mismo.
-Descansa pequeña ya lo resolveré. Te amo.
-Te amo más hermano.
Le tendí el celular de nuevo a Nicolás. Una nueva llamada entró y supe que el número desconocido era de James.
-¿Qué harás? - Pregunto Nicolás.
-No le diré nada, lo conozco y se que armaría una batalla con la reina y mataría a Frederick si le cuento todo. Haré como si esto siguiera normal.
-Pero Eva, vas a empeorarlo.
-Voy a tratar de no hacerlo Nicolás, pero entiéndeme, apenas estamos volviendo y la abuela lo quiere destruir. No es justo y además si lo tengo que alejar, ¿Qué mejor manera de hacerle creer que ya no lo quiero estando a su lado?
-Solo no hagas mal las cosas.
-Tratare que no sea así. - Me devolvió el celular. - James - Contesté.
-Eva, me tenías muy preocupado, ¿Por qué no contestas tu celular?
-Me han sido decomisados por salir del palacio sin avisar y llegar hasta el día siguiente.
-¿Por cuánto tiempo?
-Indefinido.
-¿Cómo me comunicaré contigo?
-Llámame a este número, si está en mis manos podré contestar, sino lo lamento.
-¿Podemos vernos?
-No, estoy fuera del país.
-¿Dónde estás?
-En Kenya, es una visita real.
-¿Cuándo regresas?
-Dentro de un mes, estaremos visitando varios países.
-Es mucho tiempo, ¿Cómo sabre que podemos vernos?
-James es muy precipitado decir algo ahora, apenas comienza mi viaje y solo tengo cabeza para esto.
-Esta bien, ya después lo hablamos, de mientras descansa y recuerda que eres lo mejor que me ha pasado, estaremos en contacto. Por favor trata de contestar.
-Hare lo posible.
-Te amo cariño.
-Y yo a ti, James. - Me puse a llorar de nuevo y colgué.
Nicolás me abrazo por última vez y salió de mi habitación, me coloque en el colchón de espaldas a la puerta y me dormí llorando. El día había sido muy pesado y muchas cosas circulaban por la cabeza.
Los días siguientes eran los mismos, mi estado de ánimo había mejorado un poco gracias a Nicolás que diario me hacía reír y se quedaba unos minutos antes de dormir en mi habitación y hablábamos de lo triste que era su vida en comparación a la mía, en las visitas siempre íbamos a lugares de pobreza o muy lejanos, junto con UNICEF y la ONU hacíamos actividades para convivir con las personas e inaugurar cosas útiles como la nueva tubería de filtración para que les llegará agua limpias, escuelas en mejor estado, casas construidas con otros patrocinadores sin costo para las personas más marginadas, nuevos equipos básicos para las familias y ayuda económica.
Esta vez la familia real se había expandido en cheques con la pobreza de África. Cada visita quedaba registrada en los sitios de internet y mostraba a una familia real distinta, Nicolás y yo nos mezclábamos entre la gente mientras Carlos hacia lo importante, más de una vez Nicolás trato de que su hermano dejará las platicas formales y conviviera pero siendo Carlos era imposible, el hombre apenas y le sonreía a las personas que nos veían entrar a los lugares y los saludaba. Era la versión de la abuela solo que masculino.
Al visitar el ambiente natural de Kenya, Nicolás y yo lo disfrutamos como nunca, era como estar en alguna película ambientada en animales salvajes en medio de la nada. Nuestros guías turísticas que solo hablaban inglés y muy poco de Italiano nos mostraron todo el lugar, caminamos demasiado y encontramos un sinfín de animales que por poco nos comen, y sí todo gracias a Nicolás, el pensó que a los animales se les podía hablar como un perro domesticado, pero nunca imagino que los animales en pleno libertinaje reaccionaria de otra manera que todos salimos corriendo de la vista de los elefantes que se enfurecieron al ver qué Nicolás los había engañado con un poco de semillas que no eran maníes.
Las jirafas fueron lo más hermoso que visualice, el turista me dijo que si una se acercaba podía tocarlas y para mí suerte así era, toque a una y fue lo más emocionante, el fotógrafo de la familia había capturado el momento y no podía estar más feliz, las jirafas eran una especie muy especial, ellas al tener el cuello largo podían ver todo y eran capaz de identificar si un depredador se acercaba.
El día del Safari, fue un momento único, había sido la primera vez que me relaje desde la llegada del viaje, el contacto con la naturaleza y los animales había sido mejor. Solo por aquella vez debíamos pasar la noche en medio de la nada. Era un hotel de turistas y cada uno tenía una habitación con las increíbles vistas de lo que los rodeaba. En un principio me dio miedo porque tal vez un león o un animal hambriento se podría acercar, pero los del lugar habían dicho que ellos no se acercaba al lugar que estábamos seguros. Sin creerles algo, aún así nos quedamos ahí. Y rece por mi vida por lo menos no quería que esté fuera mi final.
-Alteza, la estamos esperando en el comedor.
-Enseguida voy.
Termine de levantarme el cabello y cambiarme la ropa del día que ya estaba sudada por algo nuevo y más cómodo para ir al encuentro con todos los asistentes y disfrutar de nuestra cena al aire libre.
Al llegar al gran comedor todos ya me esperaban y tome mi lugar, en este caso Carlos fungía como el monarca reinante y nosotros dos como los príncipes, algo que seguiríamos siendo hasta que termináramos con esto.
-Princesa usted siempre tarde - Soltó Nicolás.
-Usted tan importuno, ¿Por qué no dejamos que se lo comieran los elefantes?
-Por que los elefantes no comen gente.
-Podríamos disfrazarte de maní.
-A ti debemos tirarte a los leones.
-Debimos perderte en el camino.
Todos rieron ante mi falta de argumentos y tomar nuestra pelea muy infantil. Esta vez Nicolás y yo no teníamos planeado ser formales. Todos nos sumergimos en platicas sobre el lugar y como aquello se llevaba a cabo, los cuidados, la seguridad de las personas, los certificados, entre otras cosas mientras cenábamos bajo la luz de la luna y algunos grillos sonando a lo lejos. En la cena todos nos fuimos relajando de poco en poco, los asistentes se reían de sus chistes y nosotros también, pues esta noche todo parecía tranquilo y nada como una visita real, hasta Carlos se estaba riendo de verdad por primera vez en todo el viaje.
De pronto nuestro chef traía una tarta de cumpleaños y entre todos comenzaron a cantarme el feliz cumpleaños, en nuestra visita a Kenya, no había día o lugar al que visitarnos y no me recibieran o me despidieran con regalos de cumpleaños hasta los espectadores me llevaban regalos. Al tener el pastel a mis ojos, las personas esperaron a que pidiera mi deseo y cada uno fue dándome un abrazo por mi reciente cumpleaños aunque ya hubieran días de diferencia. Agradecí su gesto y dije que era innecesario, pues estar con todos era mejor regalo. Partimos el pastel y la cena termino en brindis por la cumpleañera y la mejor prosperidad para aquel país.
Todos regresamos a nuestras habitaciones, pues al día siguiente iríamos a la capital a un último acto oficial y después tomaríamos nuestro vuelo al siguiente país Nigeria.
-¿Cómo estás? – Pregunto Nicolás al montarnos en el auto antes de regresar a la ciudad.
-Bien, más tranquila que cuando llegué, pensé que sería una más malo, pero me relaje ya un poco.
-Me alegra, aún espero tener de vuelta a la risueña Eva, pero me conformó con que tus sentimientos estén a flote por lo menos.
-No puedo hacer mucho sobre eso, trató de no pensar en las cosas que pasaron después de mi cumpleaños, porque mi cumpleaños fue bueno.
-Puedo decir lo mismo, tu cumpleaños si que fue bueno. – Me guiñó un ojo de cómplice.
-Nicolás, ¿Cómo vas con tus no salidas nocturnas por esta vez?
-En mi opinión voy bien, el viaje me tiene cansado que lo que menos quiero es salir por las noches después de andar en tu habitación llegó a la mía y duermo por completo.
-¿Y cómo le haces con el guardia, no te incómoda?
-¿Guardia? ¿Qué guardia?
-¿No tienes uno en tu habitación que te vigile por las noches?
-No, solo están los de la puerta y el pasillo pero en mi habitación solo estoy yo.
-¿Qué dices? Yo tengo un guardia que me vigila por las noches. – como si fuera un valde de agua fría reaccioné. – No puede ser.
-¿Y ahora qué?
-Me han puesto solo al guardia a mi por las razones obvias, piensan que me voy a desaparecer o encontrar la manera para comunicarme. Con el exterior. ¡Mierda!
-¿Estás segura?
-Nicolás siempre antes de dormir Leticia entra a revisar, es de rutina y el guardia entra y se queda en la silla contraria a mi cama hasta el día siguiente.
-¿Y que piensas hacer al respecto?
-Le diré a Leticia que la descubrí y si no me dejan tener mi privacidad renunciaré ahora mismo.
-No creo que en sus manos este la solución.
-Me importa poco si ella lo resuelve, lo debe resolver. No soy una niña más. Sé que debo hacer y que no.
-Espero que lo resuelvas.
Regresamos a nuestras habitaciones, solo para cambiarnos y cumplir con nuestro último compromiso con el país, este consistía en dar una vuelta por la ciudad y llegar al Palacio presidencial donde estábamos antes para una última charla con el presidente y una comida que el nos ofrecía. En el camino al lugar las personas estaban aglomeradas en los caminos y varios llevaban flores y recuerdos de Italia, también obsequios. Antes de entrar al palacio bajamos y me acerqué a las personas discapacitadas y platique con ellas un poco a pesar de que hablaban poco inglés nos comunicamos bien y me regalaron ramos de flores con pequeños recuerdos del país y obsequios por mi cumpleaños atrasado.
En la reunión con el presidente solo agradecimos la hospitalización que nos había brindado el país y lo bien que nos sentíamos con las cosas logradas, prometimos volver y firmamos el libro de visitas nacional.
Comimos y nuestra hora de partir al aeropuerto llegó. La gente nos seguía a dónde íbamos y llegamos al aeropuerto por una entrada privada y una pista única para nosotros, subimos y el avión se puso en marcha al próximo destino.
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