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Capítulo XXXVII: La ley de la Selva

Con motivo de un aniversario más de Santa Bárbara, están cordialmente invitadas a la cena y posterior fiesta a realizarse este viernes, citada en el lugar donde inició todo este proyecto. Esperamos contar con su presencia, sin ningún tipo de obligación ni gastos.

Mark lee.

Mina gesticuló confundida, incluso en palabras sobre papel Lee era un tanto extraño.

— ¿Qué es eso? —le preguntó Chaeyoung abrazándola por detrás. Sonrió, la sintió aspirar de su perfume y luego dejarle un sonoro beso en su cuello.

— Una invitación de Mark. Hará una fiesta este fin de semana, en su casa.

— ¿Una invitación para ti?

— Para toda la familia, Chaeyoung ¿quieres ir? —le preguntó girando pero sin romper el contacto. Pasó los brazos por el cuello de la castaña y tironeo de el hasta su altura.

— Mmm, no lo sé —Ronroneó la castaña jugando con su nariz en el cuello de esposa— habrá demasiada gente y gente que no me cae bien.

— Pero me pondré un vestido —susurró ella echando su cabeza hacia atrás. Los dientes de Chaeyoung rasparon su piel y dejaban pequeñas mordidas a cada paso— y será corto.

— Ni se te ocurra.

— Con unos zapatos de tacón...negros— continuó con su voz más seductoramente posible. Sabía cuánto amaba Chaeyoung verla con algo negro. La oyó gruñir y ella abrió la boca, liberando un suspiro cuando comenzó a succionar su cuello.

— ¿Y qué más?

— No lo sé...va a ser un vestido tan pequeño y apretado que... Chaeyoung... se interrumpió cuando la castaña se pegó a ella y comenzó a mover sus caderas— quizá hasta no lleve ropa interior —Chaeyoung se detuvo al instante y dio un paso atrás. Sin embargo, sus manos sostenían aún su cintura y sus ojos vagaban en todo su cuerpo— ¿Qué?

— Pues no iré si vas con ese tal vestido corto.

— Entonces iré sola. Esto es como una entrada gratuita al último paso que necesitamos para terminar nuestro trabajo, Chaeyoung y no voy a desaprovecharlo. Además, en el sobre había otra carta. Mark quiere que haga uno de mis platos para Hee Seung esa noche.

— ¿Entonces irás sola? —Mina bufó molesta ¿todo lo demás no lo había escuchado?— Pues sí. Si tú no quieres acompañarme y yo no voy a obligarte, no me toca más que ir sola.

— Me obligas a tener sexo ―abrió la boca sorprendida y sus mejillas enrojecieron. Nunca, jamás obligaría a nadie a algo, mucho menos a tener sexo. Está bien, se pasaron la noche anterior como la anterior y la anterior a todas las demás, golpeando la cama contra la pared hasta pasada las 3 a.m ¡pero eran sus hormonas! Y Chaeyoung era su esposa y debía satisfacerla. Solo eso implicaba algo de obligación.

— No te obligo, Son Chaeyoung no digas tonterías. Además, la que habla y comienza una posición distinta eres tú. Así que básicamente tú me estarías obligando a cumplir tus fantasías.

— No son fantasías. Estás siempre tan estrecha que podría vivir dentro de ti —sus ojos se separaron orbitalmente e intentó bajar de la mesada para mojar su caliente rostro. Pero Chaeyoung la atrapó por los muslos y escondió el rostro en su cuello, besándolo suavemente y moviendo sus dedos cual lenta caminata de verdad, Mina. Eres la mujer más hermosa. Podría vivir abrazada a ti y sería suficiente para mi.

Ella sonrió y pasó sus brazos bajo los de Chaeyoung, apretándola en un abrazo diario. Cada día, encontraban un momento para realizarlo, para entregárselo a la otra y mantenerse en esa posición por unos segundos.

La castaña descansó el mentón en su hombro y la rodeó de manera protectora. Mina sonrió, cuánto le encantaba que la sujetara así, en un inconfundible mensaje de que dejara su mente en blanco y ella pensaría por ambas.

— Hablaré con Namjoon. Cuanto antes No quiero dejar pasar más días —el silencio continuó. Chaeyoung era poco predecible. Si estaba abrazándola con seguridad, era porque a cambio pasaría algo por lo que tendría que protegerla. Y ella no era agradable a Namjoon ni Namjoon a ella, así que no la dejaría sola.

— Iré contigo.

— No.

— Sí.

— No —repitió Chaeyoung separándose para mirarla a los ojos.

— Sí.

— He dicho que no, Mina.

— Me da igual, ya no eres mi jefe. Si tiene algo para decirte, me lo dirá a mí también —otro silencio. Solo unos segundos después, Chaeyoung curvó una media sonrisa y ella la imitó completandola— ¿y ahora qué?

— Eres la mujer más hermosa y testaruda de este mundo —aseguró acercándose a su boca. Atrapó su cuello y le dejó un fugaz y violento beso que la desestabilizó. Chaeyoung sonrió para sus adentros, amaba separarse y dejarla aún con los ojos cerrados y sus labios hacia arriba, en una petición por más.

— ¿A dónde vas? —le preguntó al verla caminar hacia el living. Su camiseta aún estaba en el piso y no se molestó en tomarla.

— A ducharme. Quiero ir a la oficina antes de que lleguen los niños —Respondió Chaeyoung subiendo las escaleras. Se detuvo al terminar y, con su mano aún en el barandal, se giró al sentirse observada— ¿vienes?

Regla número 13 de su trabajo: donde hay gente, hay trabajo. Y donde más gente, más trabajo.

Chaeyoung llevó la copa a su boca y olió el vino: no, no era de su gusto favorito pero le dio un trago mientras observaba a Mina a lo lejos, hablando animadamente con Jennie y Mark Lee. Somi estaba a su alrededor pero le daba la espalda y lo agradeció, para no tener que demostrarle su molestia.

No había nada referido a su trabajo allí para ella. Mina estaba ocupándose de todo y parecía haber congeniado con Mark por primera vez. Volteó y dejó la copa, sacudiendo sus manos antes de guardarlas dentro del bolsillo de su pantalón.

Infló su pecho, y miró a su alrededor: no, definitivamente no iba a ser su noche porque odiaba socializar por mucho que se le diera bien. Quiso caminar hacia su esposa cuando Taehyung se detuvo frente a ella y no llegaba solo.

— Chaeyoung, la cabeza creadora de nuestras ganancias ¿Quién hubiese dicho que un poco de cereal nos posicionaría como uno de las ciudades más productivas de los últimos meses? —él la abrazó sin vergüenza un segundo y el olor a alcohol en exceso llegó a su nariz.

— Oh, bueno...es una manera de devolverle la buena acogida a este lugar.

— Chaeyoung, ella es Yunjin, la sucesora de los emprendimientos Huh. Yunjin, ella es...

— Sí, sí. Son Chaeyoung, una de las mujeres más hermosas e inteligentes de tu ciudad. Por no decir la más de ambas cosas —aquella muchacha se acercó con un excesivo movimiento de caderas. Incluso los ojos de Taehyung fueron a parar bajo su espalda mientras continuaba bebiendo.

Chaeyoung estiró su brazo para saludarla pero la chica la ignoró, tomando uno de sus hombros y ayudándose con el a llegar a su mejilla. Le sonrió con esfuerzo y regresó las manos dentro de su pantalón. La chica se quedó a su lado, con sus codos rozándose y ella se aclaró la garganta, intentando formular una idea para salir de esa incómoda situación.

—0He escuchado de tu padre. Richard es el dueño de la mecánica más grande de los alrededores. Todo un logro.

— Mi abuelo lo comenzó, en realidad —la corrigió Yunjin— y es el típico legado de un padre hacia otro. Y como soy hija única, pues me toca continuarlo. Aunque no sé mucho de mecánica.

— Oh bueno, Chaeyoung sabe mucho de eso —intervino Taehyung y ella lo miró. Pero sus ojos se desviaron tras el, a Mina observándola con los ojos entrecerrados y lejana a la conversación con los demás. Jennie le hablaba y Mark la miraba, pero estaba fuera de ese lugar por mucho que su cuerpo permanecía de pie entre ellos. Parpadeó varias veces y agitó la cabeza, antes de sonreírle a Taehyung fingiendo escucharlo— Una vez cambió el neumático de mi auto. Su esposa dice que es muy buena haciéndolo y sinceramente, Chaeyoung, nunca te lo he dicho pero no volvió a pincharse. Eres buena eh —bromeó él palmeando su hombro y ella solo continuó sonriéndole— Así que cualquier cosa que necesites, tienes que ir con esta morena —el tipo estaba ebrio, pensó Chaeyoung. Ella ni siquiera había cambiado tal neumático y toda esa farsa la había comenzado Mina.

Él se fue y lo maldijo mentalmente, aquella muchacha se paró frente a ella y obstaculizaba su vista a Mina.

— Taehyung o te halaga mucho o te halaga mucho —bromeó la chica― aunque en realidad, ya había oído hablar de ti por boca de mi padre. Han asistido a varias reuniones juntos y dice que eres muy capacitada.

— Oh, gracias por eso, no lo sabía. De igual manera, hago lo que mejor puedo.

— ¿Pero Taehyung tiene razón? ¿Hablo contigo ante cualquier duda en un futuro? Realmente no sé nada de mecánica y ella tampoco. Estúpido Taehyung con su estúpida boca enorme por la que solo lanzaba tonterías.

— Taehyung está un poco ebrio. Incluso sin estarlo suele exagerar. No le hagas mucho caso.

— Está bien, eres modesta. Me gusta — terminó la chica y ella la observó un segundo: demostraba a primera vista ser la consentida de papá. Vestido costoso, cabello arreglado por horas, moreno y joyas en sus dedos y cuello— ¿quieres beber algo?

— Oh, no, no, gracias. Acabo de dejar una copa y aún es temprano.

— Sí, lo sé. La noche es larga —agregó Yunjin estirándose contra ella para llegar a la barra y tomar una copa de champán. Chaeyoung volteó su rostro al lado contrario y rascó bajo su ojo, rogando internamente que alguno de sus hijos se acercara y la quitara de allí.

Con sus ojos de vuelta al frente, cuando la chica se reincorporó, tragó fuertemente al descubrir a Mina acercándose a ellas.

Iba a saludarla, sonreírle o dedicarle algún gesto pero la rubia se le adelantó y se colgó de su cuello, besándola con rapidez y dominio. Apenas tuvo tiempo de seguirle el ritmo y responderle como le hubiese gustado.

Mina le dejó un último corto beso y se separó, deteniéndose frente a ella y uniendo sus caderas con total intenciones de fastidiarle. La conocía, estaba celosa y no tenía ninguna razón para reclamárselo. Le encantaba sentirla así.

— Buenas noches —se sorprendió de que su voz saliera tan natural y amistosa. Mina estiró su brazo y se presentó frente a aquella morena sin vergüenza— Soy Mina, la esposa de Chaeyoung. Mucho gusto.

— Yujin —-murmuró la chica— igualmente...bueno, tengo que hablar con Taehyung otras cosas. Hasta luego—Chaeyoung apenas movió su cabeza en un saludo y Mina se despidió exageradamente por ambas, besando la mejilla de la chica dos veces y sonriéndole como si de su mejor amiga se tratara.

— Hasta nombre de zorra tiene —Chaeyoung apretó los labios y sus mejillas se inflaron al retener la risa. Mina seguía con la mirada en la partida de aquella muchacha pero se había controlado― Jennie me habló de ella. Es una niña de papi que se gasta su dinero en operaciones. Nada en ella es natural.

— Mina —susurró rodeándole la cintura y girándola para que la viera― nunca me habías besado así.

— Por supuesto que sí. Siempre te beso igual.

— Myoui Mina ¿cómo puedes ser tan poco romántica y decir eso? Tienes un beso distinto dependiendo la hora.

— ¿Yo poco romántica? ¿Estás oyéndote? —asintió, divertida y ejerciendo fuerza para que se pegara a ella. Pero Mina tenía sus pies clavados en su lugar y sus brazos cruzados, negada a ofrecerle su deseo.

— Tus besos de buenos días son entrecortados. Me das uno cuando despiertas antes, justo bajo el lóbulo de mi oreja y luego en mi boca hasta despertarme. Si nos vemos en la cocina, solo salpicados.

— ¿Salpicados?

— Entrecortados.

— Entrecortados, ajá.

— Cuando me voy o regreso del trabajo, te cuelgas de mi corbata, camisa o cuello y son los besos más deliciosos que recibo. Cargan una ternura especial y haces que no pueda separarme. Son los besos de una esposa completamente enamorada...Y los de la noche, antes, mientras y luego de que hacemos el amor —agregó por lo bajo reteniéndola finalmente contra ella— no tienen control. Tus labios se hinchan apenas y arden, además siempre me dejas manejarlos. Te beso a mi antojo y se convierte en mi parte favorita del día contigo.

Mina descruzó sus brazos y los relajó bajo los codos de la morena. Chaeyoung bajó las manos tras su espalda y apretó los dientes al recordar dónde estaban. Sin embargo se inclinó y la besó de todos modos.

Sus bocas chocaban con hambre, en una pequeña batalla por separarse y recomenzar para tomar el control. Pero ella no cedió y Mina terminó haciéndolo, suspirando cuando la invadió con su lengua y quedó indefensa y a su merced.

— Tengo algo. Lo Mark en medio del beso y ella bajó la intensidad. No quería apartarse pero tampoco podían continuar.

— ¿Qué es?

— Te lo mostraré en casa. Además, lo tengo escondido en mi brassier —se mordió el labio inferior con fuerzas y hundió sus manos en los bolsillos, acomodando su miembro bajo su pantalón para intentar calmarse— ¿tienes hambre?

— Un poco. Mark solo ha hecho platos vegetarianos —Mina rió y negó ligeramente con la cabeza.

— Te pregunté si tenías hambre. De verdad —la rubia alzó una ceja, sugestiva y Chaeyoung lanzó una bocanada de aire.

— ¿Aquí? —bueno, la casa era lo suficiente espaciosa, dividida en decenas de cuarto e incluso había un garaje que podía ser del tamaño de una casa normal. Y afuera, el patio estaba poco ocupado y algunos rincones oscuros. De repente su mente se inundó de imágenes allí, su espalda contra un árbol y Mina arrodillada frente a ella, abriendo su pantalón y liberando su miembro duro y erecto. Sus manos en la cabeza de la rubia mientras le proporcionaba placer y terminaba eyaculando en su boca. La boca de su esposa era su cavidad caliente favorita para descender en un fuerte orgasmo— ¿los niños?

— Todos los niños en la planta alta.

— ¿La vas a tragar toda? —su pene estaba ya apretado entre sus piernas y no iba a esperar por horas a que se esa estúpida reunión acabara. Mina se pasó la lengua por el contorno de sus labios, de manera cuidadosa y ella rodeó su muñeca— toda, Mina.

Tiró de ella y comenzó a abrirse paso entre los invitados. Agradeció que nadie se interpusiera para detenerlas y bajó las escaleras de entrada con rapidez, volteando solo para ver que la rubia la siguiera sin problemas.

— Es tu culpa, Chaeyoung —dijo la rubia sorprendiéndola.

— ¿Mi culpa?

— No puedes poner celosa a una mujer embarazada. Sus hormonas se alteran el doble —ella no había hecho nada pero no podía contrariarla. Llegaron al final del patio y allí, a completa oscuridad y con la música a lo lejos, giró y Mina se lanzó a abrir con rapidez su cinturón.

Eso era algo así como la ley de la selva, fue lo último que pensó Chaeyoung. Mina con sus hormonas era la presa y no tenía de qué culparla. Porque ella era el león hambriento que la devoraba cuando tenía hambre. Y estaba hambrienta cada vez que lo recordaba.

— Traga toda y nos vamos a casa —le ordenó con su mirada en ella y Mina asintió. Antes de pasar su lengua en la punta de su glande y obligarla a echar su cabeza atrás.

— Esto no tiene sentido —murmuró Chaeyoung con la mirada fija en la pantalla de su computador. Estaban en su oficina, ella, Mina y los niños luego de que cada uno registrara algo de información en la fiesta de la noche anterior.

— Pues lo tiene —la contradijo Olivia, arrojándose contra un sillón en la esquina— eso quiere decir que esos dos se acuestan.

— ¡Olivia no hables así! —le reclamó Mina. La niña solo rodó los ojos.

— Si esa es la cuenta bancaria, con el número que tomaste al quitarle su tarjeta...no hay error y coincide con la de Somi...es porque se acuestan y comparten la cuenta.

— Pero si Somi está aquí por lo mismo que nosotros —les recordó Beom-gyu confuso— no entiendo nada.

Chaeyoung lo miró. Ella tampoco estaba entendiendo y había algo más de trasfondo ya de manera obvia. Sin embargo no sabía descifrar qué.

— ¿Y si Mark es un estafador también? —preguntó la niña y Mina volteó a verla. Ella negó con seguridad.

— No tendría sentido ¿por qué Somi habría planeado aquello contra Mina para separarnos y querernos lejos de aquí? Solo Somi es la estafadora...

— Solo entre ellos —agregó Mina y Chaeyoung asintió lentamente. Los niños en cambio las miraban confusos— no está trabajando sola. Hay alguien con ella, o más de alguien y quien conoce a Lee y falsificó la tarjeta que yo tomé.

— Si esto es una guerra con Somi sola, se volverá un caos cuando descubramos con quiénes trabaja y qué son capaces de hacer.

Hubo un pequeño silencio en el que Chaeyoung terminó de tipiar algunas cosas y finalmente apagó la máquina. Se meció en su silla y le dedicó una mirada a su familia: no iba a quedarse a esperar el ataque de los demás.

— Podemos salirnos ahora ―les dijo y los tres giraron a verla— no voy a arriesgarlos.

— No —aseguró Olivia negando con énfasis y poniéndose de pie— este es el golpe que Soon-young ha estado esperando. Y nosotros hemos estado esperándolo para salirnos —agregó señalándose y a su hermano— así que vamos a quedarnos, lo llevaremos hasta el final y nos iremos con el premio mayor. Eso y la ayuda de su boda, ayudará a que dejemos esa empresa. Yo no me voy.

Chaeyoung se pasó una mano por la cara y suspiró frustrada; definitivamente cuando ellos dejaran ese trabajo, no iban a volver a el jamás. Soon-young era un titiritero mediocre pero ahora estaba recibiendo ayuda de Namjoon. Y ella conocía los límites de su jefe. Justo antes del final, él cortaría las sogas.

— Está bien —murmuró al darse por vencida— nos tomaremos cinco días en planear una estrategia para el golpe final. Y el golpe final solo se da una vez, lo saben. Después de eso nos largamos, sin peros ni reproches ¿estamos de acuerdo?

Todos asintieron. Inseguros y con lentitud, pero lo hicieron.

Observó a Mina y bajó la vista hasta su vientre: solo un poco más, se dijo. Un poco más y su tiempo para consentir a su esposa comenzaría.

Solo un poco más, luego del golpe final que las cosas cambiarían.

Rogó, internamente, que hasta que eso ocurriera continuar siendo el león hambriento. Y no la presa a ser devorada salvajemente.

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