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Capítulo XXXV: Escape

Debería inventar una nueva regla para esto que estaba viviendo. Movió sus dedos en un rápido conteo y gesticuló decepcionada al notar que no podía, tenía sus lugares y números ya ocupados y además esto no estaba afectándole a su trabajo. Quizá solo agotándola más cada día, pero las horas de insomnio y los cabeceos a punto de dormirse en su oficina valían la pena.

No, negó ligeramente con la cabeza al alzar un plato de madera y arrojar la verdura cortada sobre una gran olla en el fuego. No haría una regla para esto porque eso implicaba aplicarla y no iba a hacerlo.

Pero tenía que detener a Mina en algún momento ¿Tenía que hacerlo? Se preguntó al sentir sus brazos alrededor de su cadera y volvérselo a preguntar. Tampoco era como si literalmente la rubia hubiese abierto su caja de hormonas y las hubiese expandido por todo su cuerpo. Solo la buscaba unas horas más luego de acostarse, otros minutos antes de regresar al trabajo al mediodía y ahora, como la y noche anterior, mientras tenía tiempo libre antes de ducharse.

— ¿Qué haces? —le preguntó antes de morder su camiseta y jugar con ella entre sus dientes.

— La cena. Algo de sopa caliente. A los niños les gusta... ¿podrías poner los platos en la mesa?

— ¿Sabes en que pensaba? —le preguntó la rubia en cambio al separarse y recostarse contra la mesada. Le dedicó una rápida mirada: llevaba ya su pijama y su cabello húmedo, producto de que acababa de salir de la ducha— en una de las visitas a la casa de Mark, cuando le lleve el almuerzo a Hee Seung, podría tomar el número de su cuenta bancaria y todo se acabaría más rápido ¿no crees?

— ¿En eso piensas mientras te duchas? —inquirió divertida mientras continuaba cortando algo más— no habrá visitas a la casa de Mark, no quiere que toques su timbre solo que le envíes lo cocinado y no quiero arriesgarte hasta eso. Y solo es cuestión de tiempo para que su hijo le cuente lo que oyó hoy en el parque. Nada se acabará rápido si continuamos este ritmo y si se acaba será porque ese niño habló con él. Nos descubrirá y nos echará con una cantidad de denuncias que...

— Bueno, ya, ya, Chaeyoung —la cortó Mina con sus brazos en alto— relájate. Nada de eso pasará. Olivia lo convenció.

— ¿Eventualmente por cuánto tiempo? Nos quedan unos meses aún aquí, no saldremos ilesos de eso —cortó con rudeza la última zanahoria en dos partes y la echó con el resto. Sí, Olivia había callado las preguntas casi ahogantes de Hee Seung e incluso se había armado un discurso propio que incluía una sonrisa especial al niño y un abrazo que lo hizo sonrojar. Porque, al parecer, ese gustito infantil de él por la niña en un acto inocente lo mantendría silenciado tras la petición de Olivua. Pero Chaeyoung sabía que no duraría mucho. Que su "ellas no estaban casadas legalmente, solo en ceremonia" quizá no terminó de convencerlo y su "suelo llamarlas por su nombre" mucho menos. Sin embargo no podía quitarle crédito, Olivia no tenía problemas de lanzarse con sus propios instintos si de salir de un resbalón se trataba. Sonrió. Sí, se vería como ella en unos años, pareciendo invencible y llevándose sus logros bajo el orgullo propio y el de los demás.

— ¿Me estás escuchando? —sacudió la cabeza y carraspeó la garganta.

— No, lo siento Mina ¿qué decías?

— Que qué significa aquello de que nada acabará rápido o sí pero tus peros ¿cuáles son tus peros? —desvió su mirada hacia ella y entrecerró los ojos, en su cabeza sonaba de otra manera y ella lo comprendía.

— No entendí nada de lo que dijiste, Mina pero lo que intento hacer es cuidarnos, prevenir y adelantarnos un paso a Lee. Si nos quedamos, creo que tal vez esto se extenderá más de lo debido.

— No podemos hacer eso. Hay un contrato establecido —la ignoró; conocía de memoria que eso había pero debía dejar de ligarse a el por un momento.

— Si nos marchamos porque el se nos adelantó y nos descubrió, nos tenemos que adelantar a ese adelanto de él e irnos sin confirmar sus sospechas —Mina ladeó la cabeza y la miró como si de repente le hubiese salido un tercer ojo.

— No te quieres ir con tu orgullo herido ¿cierto?

— No. No me quiero ir con una denuncia en contra de ustedes y problemas para los niños.

— En ese caso también te pasaría eso a ti.

— No me interesa lo que me pase a mí. Me importa lo que pueda llegar a pasarles a ustedes —se miraron, casi sin parpadear y silenciando la cocina por un momento. En esa conversación tan cotidiana, tan hogareña pero tan lejos de parecer familiar para ser laboral comprendió que no solo eran ellas. Que había tres niños, sus hijos y debía comenzar a pensar y responsabilizarse si todo aquel plan salía mal; si Mark Lee descubría qué hacían allí realmente o si HeeSeung o Somi se acercaban a ella con esa intención. Ya había esas dos personas más implicadas y paradójicamente eran las más cercanas al hombre, a quien era su objetivo y tenían una orden que aplicar sobre el y no alejarse hasta cumplirla.

Abandonó el cuchillo y se pegó a la rubia, abrazándola contra ella y respirando contra su cuello en un intento por detener sus miedos. No los había tenido nunca en su vida y se generaban ahora, porque nunca temió por su seguridad; la confianza que se tenía a sí misma era suficiente para continuar. Pero ahora no estaba sola. Y Mina y los niños era lo único que iba a terminar protegiendo incluso cuando no pudiese.

— ¿Quieres continuar en esto, Chaeyoung? —le preguntó Mina acariciando su espalda. No, en ese momento no quería seguir allí.

— Cuándo esto acabe nos iremos todos juntos y tendremos nuestro escape hacia algo nuevo ¿cierto? —aquellas palabras le salieron casi en un ruego. Se alejó hasta verla a la cara pero sus manos aún sostenían la cadera de la rubia, allí donde cuándo la tocaban quedaban más firmes que nunca— ni tú ni los niños volverán a esto y nuestras vidas no correrán peligro como ahora ¿Cierto, Mina?

— Nuestras vidas no corren peligro, Chaeyoung.

— ¿No? —repitió con ironía— ¿después de lo que Somi te hizo con aquellas fotografías dices que no corren peligro?

— Está bien, lo siento, lo siento. No vivo con ese recuerdo en mi cabeza.

— Pues intenta no olvidarlo —le ordenó con seriedad— Estuvimos a punto de separarnos por su culpa —agregó y Mina dio un paso atrás. Solía actuar algo nerviosa y paranoica cuando la encaminaban al límite y los pensamientos sobre Mark y quién lo rodeaba estaban haciendo eso; estragos en ella y pensar las cosas con poca claridad.

Tiró del agarre antes de que se alejara y buscó su boca con ansiedad. Incluso la forzó a que le correspondiera y cuando la rubia envolvió sus hombros suavizó el contacto.

Se pegó a ella y marcó el ritmo imponiéndose como solía hacerlo a diario. Porque a ella le gustaba y Mina lo disfrutaba y más ahora con sus hormonas cual adolescente gracias al embarazo.

La tapa de la olla comenzó a moverse y el agua caer por sus costados cuando llegó a su punto de hervor. Quiso alejarse, apagarla y llamar a los niños pero la rubia mordió su labio inferior y solo jadeó contra ella.

— No puedes provocarme e irte —susurró Mina masajeando su miembro por sobre su pantalón. Aún llevaba el de trabajo y era cuestión de segundos para que llegara a su cremallera y la bajara.

— No, Mina. No ahora —sus ojos se cerraron cuando lo hizo. Sus cuerpos se pegaron del todo y los dedos de Mina ya hurgaban bajo su ropa interior— Mina...

— Si no levantas la voz, no oirán nada —le dijo sobre sus labios al escuchar la risa de los niños mientras veían una película. Gruñó tras volver a besarla y se movió hasta tenerla completamente contra la mesada.

— Me lo haces a propósito, Mina —metió una mano bajo su pantalón y maldijo por lo bajo al descubrirla sin ropa interior. Lo tenía planeado, ya lo había pensado con anterioridad y eso solo hizo crecer el bulto entre sus piernas. Acarició sus labios inferiores y con rapidez movió el pulgar sobre su clítoris. Se supone que ella no debía alzar la voz y era Mina la que ya había comenzado a gemir.

La besó nuevamente. Con más hambre, más desenfreno y oyendo el ruido desesperado de sus bocas al chocar. El fuego comenzaba a arder en su máximo esplendor y el de la hornalla también. El agua que caía chocaba y si seguía así se apagaría por cuestiones de lógica.

Comenzó a mover sus caderas y echó su cabeza hacia arriba: Mina había liberado su miembro y estaba masturbándola a una velocidad que ni ella lo había hecho en sus primeras experiencias.

La embistió con dos dedos y la sintió moverse sobre ellos, buscando impaciente el punto de placer para correrse cuanto antes. Los quitó, hasta chocarlos contra su clítoris y los regresó dentro de ella con más fuerza. Una y otra vez hasta que el olor de su excitación llegó a su nariz. Gruñó entre dientes, quería llevarlos a su boca y comprobar por si misma si el sabor era el exquisito de siempre.

— Por dios, Mina, no te detengas —le exigió cuando su dureza ya no podía aumentar pero de repente Mina lo hizo. Se detuvo pero no alejó su mano. Bajó su mirada para reclamarle pero la rubia emitió un grito.

— ¡Niños! —se mantuvo de pie, de espalda a ellos y con su respiración alterada— vayan a lavarse las manos —les ordenó mientras reiniciaba su labor— la cena está lista.

Los oyó subir las escaleras y jadeó sin miedo. Agarró un mechón de su pelo y la tironeó hacia atrás para besar su cuello, escondiendo allí sus gemidos.

Aumentó la velocidad de sus caderas, la de sus dedos dentro de Mina y la rubia la de su mano. Mordió su piel cada vez que agitaba su miembro con más rudeza y finalmente un chorro de semen salió disparado a la mano de Mina.

La tapa de la olla cayó por el vapor que la impulsaba y el orgasmo de la rubia en sus dedos. Los movió con suavidad unos segundos antes de retirarlos y separarse de Mina también.

— Ve haciéndote la idea de que hoy también trasnocharás —le advirtió chupando sus dedos. Chaeyoung lanzó un resoplido con diversión mientras guardaba su miembro y acomodaba nuevamente su pantalón.

— Mi amor, esto lo comencé yo ¿lo recuerdes? —le dijo dejándole un beso en su mejilla. La vió caminar hacia el fregadero y ella frunció las cejas.

— Sí ¿y qué con eso?

— Que yo digo cuando continuamos o no —le respondió mientras sacudía sus manos para escurrir las gotas de agua tras lavarse.

— ¿Y por qué no lo continuaríamos?

— No dije eso. Solo te quiero aconsejar que lo aprovechemos porque se irá en unos días. Mis hormonas descenderán en unas semanas —Apagó la hornalla y regresó contra ella sin comprender nada aún.

— ¿De qué hablas?

— Cariño, esto es temporal. Lo de los antojos, Chaeyoung. Solo dura los primeros dos meses del embarazo. Tres como mucho —alzó las cejas asombrada y trató de descifrar si solo estaba jugando con su frustración. Está bien, debía admitir que no se imaginaba haciéndole el amor tras los ocho meses de su ciclo ¿pero terminarlo todo a los tres? ¡Quedaba poco más de un mes para eso! No iba a aguantar otros cinco meses sin tocarla.

— ¿Estás hablando en serio?

— Puedes averiguarlo si quieres. O preguntárselo al médico cuando vayamos en unos días —oh por supuesto que iba a preguntárselo ¿Con que derecho se creía Mina de quitarle todo tan rápido?

— ¿Sopa? —escuchó tras ella y volteó descubriendo a Olivia hurgando en la olla.

— Así es, siéntense que voy a servirles —les ordenó Mina antes de buscar los platos— y tú también ve a lavarte las manos —agregó de reojo a ella y asintió lentamente antes de obedecerle.

— ¿Y mis hamburguesas? —oyó a Beom-gyu mientras avanzaba por el living.

— No más comida chatarra a la noche —le informó la rubia— eso te genera pesadillas.

— ¡Claro que no!

— Claro que sí.

— ¡Mina! —la llamó tras subir las escaleras y esperarla para caminar con ella al baño— eso de los antojos ¿es verdad? —La vió apretar sus labios y luego reír— ¿qué te parece tan divertido?

— ¿Aún piensas en eso? —enrojeció de repente pero no le importó. Alzó los hombros y abrió el grifo para lavar sus manos y humedecer su rostro.

— Quiero decir...no sabía que eso era así.

— Pues yo tampoco, nunca había estado embarazada.

— Eso quiere decir... ¿pasados los tres meses dejarás de desearme?

— Oh, Chaeyoung —se derritió la rubia llegando a ella y rodeándole las mejillas con sus manos— no, eso no es así ¿No te has visto al espejo? Jamás dejaría de desearte. Solo que...a medida que el embarazo avance, mis antojos de otra manera también. Ya no querré ciertas cosas y sí otras ¿entiendes? —gesticuló confundida.

— No mucho.

— El bebé comenzará a crecer y con ello ya no podré tener tanta actividad física a diario. No caminatas, ni ejercicios, ni sexo. Y tendré que alimentarme de otra manera. Comeré otras cosas y en más cantidad. Tendrás que salir a la madrugada por mis chocolates, postres o cualquier cosa que quiera a esa hora.

— ¿Subirás de peso? —Mina la fulminó con la mirada quiero decir, está bien amor— Te acompañaré en eso y compraremos otro tipo de cosas. Lo que tú necesites —la rubia le sonrió y le dejó un beso en los labios antes de palmear su pecho.

— Sabía que lo entenderías —le dijo tras dejarla sola nuevamente y ella giró a verse en el espejo.

— No más sexo y subirá de peso —se lamentó y abrió el grifo con más fuerza. Juntó agua con ambas manos y la echó contra su rostro en repetidas ocasiones — y no puedo evitarlo —continuó al buscar una toalla.

— ¡Chaeyoung, se enfría la sopa! —le gritó Mina desde la cocina.

— ¡Ahora voy, ahora voy! —respondió mientras se secaba. Se miró una última vez en su reflejo y se señaló, reclamándose por lo bajo al recordar la primera vez que hicieron el amor sin protección— la próxima vez mira hacia dónde apuntas, Son.

— Bien, tenemos un pequeño problema —Somi ingresó a la casa dos días después y camino directo a ellas que estaban acostadas en el sillón.

— ¿Qué sucede? —le preguntó Chaeyoung debajo de Mina que quitaba la mano de su cremallera y se ponía de pie.

— ¿Estaban a punto de tener sexo? —les preguntó Beom-gyu al cerrar la puerta y detenerse contra ella.

— ¿Qué? ¡No! —se defendieron ambas a la vez.

— Si dicen que no, es sí. Lenguaje corporal detectado —aseguró la niña cruzándose de brazos— como sea, pero no lo hagan en mi sillón ¡veo allí mis series!

— ¿De qué problema ibas a hablarnos? —la interrumpió la rubia.

— Mark Lee. Hablará con su padre hoy sobre lo que oyó el otro día —informó Olivia.

— Y es su culpa —la señaló su hermano molesto no quiso besarlo en uno de los recesos.

— ¡Pues porque no me gusta, tonto! No tengo por qué hacerlo.

— Sí debes si todo está en peligro —insistió él.

— No, Beom-gyu —lo detuvo Chaeyoung llegando a ellos— no tenías por qué hacerlo, Olivia, eso no es parte de nuestro trabajo.

— Lo sé —dijo la niña mirando sus uñas— además él no es Connor.

— ¿Quién es Connor? —preguntó Mina.

— El niño más lindo de todo el colegio y el que se sienta delante de mí —suspiró la pequeña y la rubia apretó su boca para no reír. Chaeyoung en cambio entrecerró los ojos y negó con su cabeza.

— Tienes nueve, niñita.

— ¿Y qué con eso? Es tan lindo, siempre huele bien y me convida de sus papitas los miércoles. Los miércoles es día de papitas fritas agregó rápidamente.

— No, no, no, a ver —la cortó ella— eres muy pequeña para esas cosas ¿si, Olivia? Mejor ocupa tu tiempo en libros, parques y... ¡y series! Esas que ves en la televisión.

— Solo una veo en televisión. Las otras online porque es muy desesperante esperarlas cada semana.

— ¿Online? —repitió Chaeyoung.

— En la computadora —respondieron los otros tres al mismo tiempo— como sea —continuó Olivia— estamos perdiendo el punto importante de lo que dije. Hee Seung hablará con Mark ¡Debe estar hablando ya! El autobús a su casa llega antes y estaba muy enojado.

Mina cerró los ojos: el miedo de Chaeyoung iba a florecer. Podían llegar a descubrirlas y a decir verdad a ella también le daba terror siquiera pensar eso. Pero sobre todo no quería a Chaeyoung en el estado de la otra noche, nerviosa y diciendo cual verborragia saliera producto de sus pensamientos.

— Si fuese ustedes ya estaría corriendo hacia el registro civil más cercano —Olivia la regresó de vuelta a la realidad y parpadeó unos segundos antes de notar a Chaeyoung mirándola.

— ¿Qué dices? —preguntó la rubia.

— Si Lee no ve su libreta de matrimonio, descubrirá todo. Descubrirá que le mentimos, que estamos aquí por algo y sobre todo nos echará hoy mismo ¡Somi argumentará en su apoyo también!..Si hay una firma de algún juez que las casó realmente, algo que certifique estén casadas por la ley...quizá podamos ahorrarnos tiempo y poder continuar con nuestro plan —terminó la niña y ambas la miraron un momento ¿Había que hacer eso?

— ¿Qué esperan? —las apuró Beom-gyu tomando la mano de las dos y guiándolas a la puerta casi a rastras― Olivia, toma mi GPS y que nos diga a dónde debemos llevarlas...en mi cuarto —agregó y solo bastaron segundos para que la niña bajara con el aparato— ¿las llaves del coche?

— Pues si estaban a punto de tener sexo en el saco de Chaeyoung no...en la mesa ratona, espérenme aquí —Olivia volvió a correr hacia el interior y las tomó, efectivamente donde creía estaban.

— Tú no puedes manejar —despertó Mina arrebatándole las llaves a la niña cuando intentó subir al asiento que siempre ocupaba Chaeyoung. La rubia se acomodó en el de acompañante y se colocó el cinturón de seguridad, observando de reojo a Beom-gyu hacer lo mismo.

— ¿Chaeyoung? — la llamó la niña preocupada al ver a la castaña aún de pie, a metros del auto— Chaeyoung...¿estás bien?

— No puedo hacerlo —murmuró la castaña bajando su vista a Olivia.

— ¿De qué hablas? Tú le pediste matrimonio porque la amas ¿No quieres casarte con Mina? La amas —repitió como si eso fuese suficiente.

— Pero no puedo hacerlo ahora. Así, tan rápido y en este momento. No, Olivia, no puedo hacerlo —volteó Chaeyoung intentando ingresar a la casa pero la niña se le adelantó, obstaculizando su paso y obligándola a bajar a su altura.

— Oye, Chaeyoung eres rara, muy rara para mi gusto —le dijo sosteniéndola de sus hombros— pero la amas. Amas a Mina y ella te ama a ti. Se lo dicen sin necesidad porque es obvio y eso me hace desearlas como madres. Cuando se miran se olvidan de mi presencia o la de Beom-gyu y los ojos de ambas brillan, estoy hablándote en serio por mucho que disfrute molestarte o hacerte enojar. Están hecha la una para la otra, está escrito en algún lado ¡estoy segura de eso! No puedes decirme que no porque cualquiera puede notarlo. La cuidas, comparten los celos y van a tener un hijo...quizá un hermano para Beom-gyu y para mí. Es solo un momento de adrenalina y temor cuando ingreses y pongas tu firma junto a la de ella ¿O crees que Mina no está igual ahora esperándote? Está sucediendo rápido, sí, hace tan solo dos días le pediste matrimonio...

— Tres.

— Tres, pero lo agradecerás el resto de tu vida. Se quieren como cualquier otra Son Chaeyoung querría a otra Myoui Mina en un universo alternativo u otra realidad...Por favor, no me hagas escucharlas cada noche tener sexo para nada, ¡haz eso valer la pena! —Sacudió sus hombros y Chaeyoung se irguió, tragando saliva fuertemente— ¿Qué te sucede ahora? —insistió al ver la palidez en su rostro.

— No me siento bien —balbuceó. La niña se separó de ella y buscó algo en la cocina, entregándoselo rápidamente al regresar y ella lo usó al instante.

— Gracias ―le dijo antes de abrir la bolsa de papel y vomitar dentro de ella.

— Te espero en el auto —murmuró Olivia dejándole una pastilla de menta dentro de su saco y reuniéndose con los demás en el coche.

Ella escuchó la puerta cerrarse y volvió su cara dentro de la bolsa.

Regla número 20 de su trabajo: Nunca puedes echarte atrás en el proceso. Pero puedes retirarte a tiempo.

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