Capítulo XXX: Supernova
Flashback
Su mano sobre una mano de Mina. Y la otra sobre su abdomen, a un lado del transductor, el aparato que se movía en busca del bebé.
El médico lo apartó hacia un lado y la velocidad de los movimientos descendió lentamente. Se detuvo, rozando su dedo meñique y apuntó la pantalla de un computador.
— Bueno...esa pequeña bolita es él. O ella — agregó con rapidez y Chaeyoung se acomodó con sorpresa. No podía distinguir aquellos que las madres solían ver como cada parte del cuerpo y reconocía apenas el círculo que el hombre señalaba. Sin embargo, no pudo ocultar su emoción y lo vió todo cual niño por primera vez en un parque de diversiones.
El doctor señalaba el posible lugar donde crecerían sus brazos, sus bracitos, pensó Chaeyoung y luego las piernas. Apuntó con determinación el latido de su corazón y les indicó que todo estaba marchando a la perfección; que Mina solo no debía abandonar sus consultas.
Se estiró un poco más hacia adelante y la rubia tomó su mano, entrelazando sus dedos y llamando su atención. sy
— Es nuestro hijo —susurró y no pudo evitar la sensación que ahogó su garganta ¿Su hijo? ¿Un hijo de ambas? ¿Mina esperaba un hijo de ella? ¿Había pasado aquella noche que no usaron protección? No lo sabía, no sabía si de ese momento se trataba. Pero sabía lo que significaba ese bombeo violento de su corazón y no era más que la verdad de las palabras de Mina; podía reconocerlas y sobre todo sentirlas.
Sí, era un hijo de ambas. Mina llevaba su hijo y en nueve meses, o menos, lo tendría con ella. Lo cargaría por primera vez en uno de sus brazos y con el otro lo cubriría mientras acariciaría su cabeza. El dedo que la rubia tocaba ahora era con el que ella palparía su pecho y verificaría que todo estuviese bien con él.
O ella. Cerró los ojos y lanzó un resoplido divertido. Si esperaban una niña, ya podía imaginarse horas y horas dentro de una tienda de ropas o ahuyentando posibles candidatos. Su imaginación se inquietó y fue más allá; cuando la ayudara a bajar de su automóvil para llevarla al primer día de clases, con una mochila rosada en su espalda y su uniforme lisamente amoldado. Abrió los ojos y lanzó aire en un pequeño círculo que formó su boca: ¿estaba preparada para esto? No, quizás no. Pero cuánto se moría por comenzar a aprender.
Ignoró las demás indicaciones del médico y se inclinó hasta Mina, arrebatándole un beso que silenció al hombre y segundos después borró su presencia.
— Dios santo, vamos a tener un hijo, Mina —susurró recostándose contra su frente. El abrazo de la rubia cubrió sus hombros y parte de su espalda. El llanto de Mina opacó el suyo y su te amo se adelantó al de ella.
Pasó sus brazos por la cintura de la rubia y lloró, desahogándose de emoción contra su cuello.
Fin del Flashback.
Tomó su taza de café y la vió; Mina ingresó a la cocina y ella se puso de pie al instante. La observó pasar directo a la mesada, buscando algo para preparar su desayuno y ella se aclaró la garganta, antes de gesticular nerviosa y hablarle.
— Preparé café...en el microondas —agregó llegando casi de un salto a el y abriéndolo.
— En realidad —murmuró la rubia, tomando la taza que ella le tendía— con esto del embarazo, no puedo beber café.
— ¡Oh! Dios, lo siento. Sí, sí, tienes razón —enrojeció con motivo, se sintió tonta y se echó un poco de aire con su boca a sí misma para ocultarlo— ¿quieres que te prepare un té?
— Estoy bien, no te preocupes. Lo haré yo misma —la vió girar y no pudo evitar recorrerla de arriba abajo. Se mordió el labio inferior con fuerzas, cuánto la había extrañado y hablar de manera habitual ahora la llenaba de nervios. Dio un paso hacia ella y estiró su brazo, quería tocar su hombro y voltearla, saludarla cómo realmente sabían hacerlo. Pero se detuvo a mitad de camino y regresó a la silla, dándole un rápido sorbo a su café mientras no quitaba sus ojos de ella— el médico dijo que puedo beber un mínimo de café, no lo prohibió pero...ya sabes —le dijo por sobre su hombro y ella le sonrió— prefiero evitar esas cosas.
— Sí, me parece bien ¿Cada cuánto debes regresar a las consultas?
— Cuando sienta que algo no anda bien...o al menos una vez al mes.
— Todo irá bien ¿cierto? —le preguntó con dudas y miedo. El bebé apenas llevaba un mes dentro de la rubia y quedaba mucho camino por delante. Y Mina aún debía acabar ese trabajo, como ella y como los niños y someterse a los últimos meses que siempre eran los más estresantes. Y quería que ambos estuvieran bien; la rubia y su hijo pero sabía que debía cuidarla a ella y el bebé continuaría en perfecto estado, como hasta ahora. Tal vez haría eso, le quitaría peso al trabajo de Mina y adelantaría todo para acabar cuánto antes.
— Debo cuidar la alimentación y algo de mis emociones —respondió la rubia sentándose a su lado— parece que los cambios y el temperamento pueden afectarlo también. Es muy probable que todo vaya más que bien —le aseguró y ella apretó sus labios en una sonrisa.
— ¿Cómo cuidas las emociones? —le preguntó tras su taza y Mina la observó un momento, pensando la respuesta que su mente ya creaba.
— Serán normal los cambios de humor, quizás pueda evitarlos con menos estrés y no intranquilizarme tan rápido frente a una situación. No lo sé, todas esas cosas de las emociones.
— Lo cual es irónico porque vivirás muchas ¿Te imaginas cuando pateé por primera vez? Nos ahogaremos en lágrimas de emoción —soltó con sinceridad y no notó la intensidad hasta que Mina la miró con determinación, analizando cada palabra con su mirada fija en ella. Enrojeció por segunda vez y a causa de la misma persona, sintiéndose cohibida por la realidad que estaba comenzando a crear— lo siento. Sé que aún falta para eso.
— Creo que sí...pero fue muy dulce que lo dijeras —le susurró y Chaeyoung dejó su taza a un lado. Estiró su mano con nervios y la dejó sobre la de Mina, acariciándola lentamente cuando no sintió oposición. Quería decirle algunas cosas y sabía que debía hacerlo, una disculpa, sobre todo, pero era tan mala con las palabras que temía arruinarlo todo. Sin embargo se humedeció los labios y abrió la boca, comenzando una conversación entre ambas como si tuviera la experiencia necesaria.
— Lamento mucho lo que pasó estos días —murmuró y la rubia no asintió ni intentó interrumpirla. Simplemente la observaba, esperando porque llegara al punto por lo que había comenzado― sé que actúe un poco...extrema, demasiado quizás, pero no podía hacerlo de otra manera. Estabas allá, lejos con alguien que nunca me agradó y al regreso pasó todo tan rápido que no quise detenerme a pensar si había sido así. Para mí había sido así, no tenía si quiera la posibilidad de creerte inocente de esa situación. Me equivoqué y es algo con lo que posiblemente cargue por siempre.
— No seas tan drástica contigo misma.
— Pero es la verdad.
— Pero no lo cargarás por siempre.
— Está bien, no lo cargaré por siempre —le sonrió derrotada y Mina reinició las caricias que ella detuvo— Pero ayer, cuando vi la ecografía y luego el médico dijo aquello que me habías adelantado, aquello de que había puesto algo en tu bebida, con todo eso quise detener un momento el tiempo. A veces uno simplemente quisiera volver el tiempo atrás y arreglarlo todo.
— Pero no se puede, Chaeyoung.
— Lo sé pero ¿si pudiese?
— No, Chaeyoung.
— ¿Si pudiera reconstruir todo lo que dañé? ¿todo lo que te dañé a ti? ¿Me darías esa oportunidad? Dijiste que me amabas.
— Eso no tiene nada que ver.
— Pero yo te amo, también. No sería justo que me dijeras que no se lo había dicho —La amaba. No tenía ninguna intención de ocultarlo porque no llegaría a nada haciéndolo. Era ahora más que nunca que quería demostrárselo pero antes debía hacérselo saber.
Mina interrumpió sus movimientos, con sus ojos sobre ambas manos y luego la miró, sorprendida y con el vaivén de su pecho acelerado.
La oyó balbucear pero la cortó, regresando a su discurso antes de que la rubia pudiese hablar con claridad.
— Además...vamos a tener un hijo. Y sé que eso no es justificación pero ambas fuimos conscientes de aquello que pasó esa noche; sabíamos que podíamos llegar a este punto. Y si lo hicimos era porque en el fondo, muy en el fondo o no tan fondo, lo deseábamos... ¿Mina?
— Sabía desde hacía días que tendríamos un hijo —le dijo la rubia y ella se enderezó lentamente. Lo sabía y no se lo había dicho y por ende debió enterarse en esa consulta médica ¿Por qué no se lo había contado antes? Merecía saberlo igual que ella— eso era lo que quería decirte al regresar del viaje con Beom-gyu —sacudió la cabeza, debería haberlo sospechado. No se lo contó porque a su vuelta todo se desmoronó de un segundo a otro.
— ¿Lo ves? Cargaré con esto por siempre —posiblemente iba a hacerlo. Había jugado con las emociones de la rubia en ese estado y la había tratado de manera pésima. Incluso si Mina le decía que no a su segunda oportunidad pedida, la entendería.
— No quiero que lo hagas. Estás queriendo remediarlo todo y es lo mejor que podemos hacer. Hay parte de mi culpa también. Si tú cargas con eso, será un peso doble porque yo también lo haré. Y si vamos a intentarlo nuevamente, debemos despojarnos de eso.
— Eso quiere decir qué... ¿puedo sanarlo todo y regresarlo a cómo estaba antes? — si le respondía que si, se lanzaría de lleno contra su boca y las estrellaría en algo más que un beso de agradecimiento. Sería el voto de confianza definitivo y algo así como el inicio de una nueva etapa. Ahora con un futuro hijo de ambas.
— No quiero que sanes nada, Chaeyoung. Solo no volvamos a lastimarnos —eso sonó como un sí para ella. Asintió con una sonrisa y se estiró hasta Mina, deteniéndose frente a ella cuando la rubia la frenó con una mano en su hombro— realmente dolió la manera en que me trataste. No quiero esto ahora —le dijo refiriéndose al beso que ella tanto deseaba y con los ojos sobre su boca.
— Dolió también verte en esa situación y no entenderlo nada, Mina —susurró ejerciendo fuerza para continuar con su cometido.
-Pero tú no querías oírme.
— Dime si tú lo hubieras hecho —insistió rodeando su cuello y tirando levemente de el.
— Lo hubiera hecho —murmuró Mina aflojando su agarre y bajando lentamente su brazo.
— No es cierto —aseguró ella— quiero que esta noche vuelvas a nuestra cama.
— Dormimos juntas anoche.
— Pero no me miraste.
— Y tú no me abrazaste —le reclamó la rubia.
— Tenía miedo de hacerlo —le confesó ella y tomó la mano de Mina, alejándola y llevándola tras su espalda para que no insistiera en negarle el acercamiento. Abandonó su silla y se agachó hasta la altura de su boca, donde la respiración de la rubia ingresaba por su nariz y se perdía en cada parte de su interior.
La pegó a su pecho y la miró una última vez antes de besarla.
No hubo más distancias ni reniegos por parte de Mina. Abrió la boca y ella coló su lengua sin hacerla esperar. Se había vuelto su momento favorito cuando la besaba que, si pasaban más días y no la tocaba, iba a comenzar a juntar más emociones frustradas que la rubia con su embarazo.
Rompió el contacto tras su espalda y acomodó sus manos en la cintura de Mina, atrayéndola más a ella y sintiendo las caricias en sus mejillas. Podía volver a repetirle que la amaba y ese beso se intensificaría, lo intuía. Y el calor comenzaría a azotar sus cuerpos.
— Te amo, Mina —le susurró sobre su boca antes de volver a besarla con más hambre, devorando cada parte de sus labios y demostrándole lo mucho que la había extrañado. Lo mucho que lo sentía y se arrepentía de lo sucedido.
La abrazó, aferrando sus manos a la cintura de Mina y se puso de pie, girándola y acomodándola sobre la mesa.
Besó su cuello, mordisqueó su mentón y coló sus dedos bajo la camiseta de la rubia. Esa dulce y tierna camiseta de pijama celeste llena de corazones rojos.
La sintió rodear su cintura con las piernas y Mina se apartó apenas para abrir su camisa. Botón por botón con su mirada en ella y sonriéndole con picardía y ese amor que no temió en ningún momento de demostrarle.
Cuando la cremallera de su pantalón estuvo abajo, regresó su boca a la boca de la rubia y el beso fue tan apasionado que gimieron enredando sus lenguas.
Hicieron el amor allí, una mañana de martes y con los niños en el colegio.
Respondieron sin dudas ni vergüenza al deseo de sus cuerpos tan rápido como cuando alguien carga un arma y el sonido del disparo se oye. La bala no puede evitar llegar a su destino; luego del disparo, se estrella contra algo y rompe hasta la capa más dura que podría soportarla.
El orgasmo golpeó a Mina y Chaeyoung se corrió en su interior segundos después, escondiéndose en su cuello para recobrar la respiración. La rubia clavó sus uñas en la parte baja de su espalda y ella apretó los dientes, suspirando cuando las caricias ocuparon ese lugar.
Se quedaron así. Acariciando el cuerpo de la mujer que amaba y la otra besando el hombro de la mujer que amaba. Como cuando el disparador siente su mano temblar, luego de que el arma se encuentra completamente vacía.
Regla número 48 de su trabajo: no tienes nada de que despedirte porque nada y todo allí te perteneció. Incluso aquello que jamás viste.
Chaeyoung sonrió y acomodó el saco negro que portaba esa mañana, bajo una simple y corta camiseta dentro de su pantalón oscuro también. Tomó su maletín del piso y presionó el botón para detener el ascensor.
Le cedió el paso a la mujer que la acompañaba y caminó tras ella, deleitándose con el panorama que brindaba: una corta falda gris, una le musculosa amoldada dentro de ella y sus piernas al descubierto sobre unos zapatos de tacón.
La vió detenerse para tocar una puerta y ella se paró a su lado, guiñándole el ojo antes de ingresar primera cuando se le dio el permiso.
— ¡He aquí la responsable de nuestro gran emprendimiento! —la presentó Taehyung y los hombres de cada reunión respondieron entusiastas de igual manera y hoy vino junto a su bella esposa porque ambas son mujeres de negocios.
Tomó la mano de la rubia y la guió por un costado de la mesa, fingiéndoles una sonrisa a los presentes y deteniéndose al lado de Taehyung.
— Bueno, mientras nosotros estamos aquí, firmando y planeando nuevas cosas, aprovechando nuestros recursos...
— Tus recursos —la interrumpió Taehyung.
— Nuestros recursos —insistió ella— mi esposa tiene proyectos más familiares. Algo más pequeño, para nuestros hijos y cosas del hogar.
— Si mi esposa llega a ver esto, lo comprará todo —bromeó una mujer al fondo de la mesa y Chaeyoung observó de reojo a Mina: ya tenía el plan que había ingeniado a la madrugada dentro de su bolsillo. Ella misma quería acabar con todo esto rápido y darle a Namjoon la parte que le correspondía; incluso si eso significaba sacar dinero de otros clientes que no fueran Mark.
— Bueno, creo entonces que sería agradable hacer una reunión directamente con ellas —interfirió Mina— Jennie ya me dijo que también quiere de esto —continuó ladeando su cuerpo para ver a Taehyung y notar sus ojos cerrados, a modo de diversión de que, si se trataba de cosas femeninas, su mujer no dudaría en comprarlo— Oh y para los maridos que les gusta el deporte —agregó mirando a tres hombres que se removieron en su silla— habrá para ellos también.
— Mina cree que mientras nosotros hacemos negocios, las parejas que se quedan en casa, con esos quehaceres, pueden tener un pequeño espacio con cosas dedicadas a ellos —explicó Chaeyoung rodeando la cintura de su esposa― ¿entonces?
— Sería como un regalo que ustedes le darían. No será costoso ni nos excederemos en lujos ―mintió. Habían averiguado los gustos personales y casi excéntricos de los presentes y sus parejas y algunos sobrepasaban el límite de lo normal. Lo conseguirían todo, desde un simple palo de golf que uno de ellos no quería dejar de usar por la firma de su jugador favorito hasta alguna joya histórica para las mujeres.
Solo se trataba de convencerlos, firmar y más dinero correría en sus cuentas bancarias.
Uno de los hombres acomodó su corbata y asintió, gustoso de la idea de gastar algo de su exuberante dinero en algo para su pareja.
Casi 45 minutos después, Mina firmaba un contrato con cada uno de ellos.
— Eso fue lo más fácil que hice en mi vida —le dijo a Tzuyu cuando le abrió la puerta de su automóvil.
— Entraste y eras como una estrella que llamó la atención de todos —le recordó la rubia antes de besarla y observarla acomodarse en el asiento acompañante— como una supernova —agregó al acomodarse en su lugar y encender el motor.
— Bueno...en general lo soy —bromeó Mina.
— Oh, si, lo olvidaba. Eres como mi estrella favorita.
— ¿Es eso sarcasmo?
— Es eso totalmente real —aseguró ella moviendo la palanca de cambios y alejándose de la empresa.
Mina lanzó un resoplido divertido y acomodó una mano en su muslo; disfrutando del espacio reducido que contenía a ambas.
— Tenemos que decirles a los niños.
— ¿De qué hablas? —preguntó Chaeyoung deteniéndose frente a un semáforo.
— De que estoy embarazada. Bueno, Olivia ya lo sabe pero Beom-gyu...ella me dijo que él quiere quedarse con nosotras.
— ¿Quedarse con nosotras? ¿Así como...como hijos? ¿Adoptarlos? —Mina alzó los hombros. No lo sabía pero era lo más probable— Mina...
— Lo sé. Sé que esto no es fácil pero... ¿podemos al menos pensarlo? —asintió lentamente pero segura. Casi un año atrás no sabía nada de niños y ahora de repente tenía tres hijos. Bueno, uno veía en camino pero ya sonaba igual en su mente.
— Está bien, lo pensaremos —le sonrió acelerando nuevamente y conduciendo camino a casa.
— Estoy empezando a pensar que eso de ser estrella brillante es mejor para ti —Rió y sacudió la cabeza.
— No —aseguró volteando a verla— mejor para ti.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro