Capítulo XXVI: 24 horas
Aquellas tres palabras le taladraron los pensamientos. Todo, en realidad. El cuerpo, las sensaciones, los sentimientos, su vida. Y debía admitir que no estaba lista para aquello, a veces lo deseaba, antes nunca lo deseó, pero ahora se veía en un laberinto avanzando tanto como retrocediendo al punto de salida.
Todo el aire se sintió caliente de repente, ardiéndole en cada rincón de sus pulmones y dificultándole la respiración. Su boca entreabierta, sus manos arrastrándose por sus muslos y su aliento pesado. Todo lo hacía más terrorífico aún.
— Felicidades, está embarazada —volvió a repetir el médico al ver quizás su mirada perdida, que lo hacía ver todo borroso y el movimiento de su cabeza que no llegaba a asimilar tal información ¿Debería vivir con ello ahora? ¿Con lo qué esa corta frase significaba?
Ya podía imaginarse más mareos, más náuseas o el crecimiento de su abdomen a medida que pasaran los meses. Llevó las manos por instinto allí y apretó por sobre su chaqueta con algo de miedo; no, definitivamente nada de eso sonaba a un sueño por mucho que lo deseara.
¿Cuánto tiempo llevaba en este estado? ¿Ya estaba creciendo ese bebé dentro de ella? ¿Sabría cuidarlo cuando lo tuviera en brazos tanto cómo tendría que hacerlo mientras estuviese en su interior? ¿Qué pasaría cuándo los dolores comenzaran a frecuentarla? ¿Qué pasaría cuando todo comenzara a notarse y cientos de cosas comenzarían a cambiar?
La compañía de Olivia y Beom-gyu la había hecho encariñarse con ellos y desear un futuro similar, con sus hijos y una familia pero no imaginaba que ese futuro llegaría tan rápido. No lo asimilaba, no iba a asimilarlo y cuando lo hiciera ya seguramente habría pasado tiempo desde esta sonrisa que el hombre frente a ella no borraba.
Lo observó unos segundos y se preguntó qué estaría pasando por su mente ¿por qué él estaba contento si ella era la embarazada y llena de miedo ahora?
Quería irse de allí. Ya se había hecho el chequeo, él la había revisado minutos atrás y le acababa de dar la noticia como si ella hubiese ido a buscarla. Se puso de pie y abandonó la silla sin siquiera mirarlo, necesitaba el aire fresco cuánto antes o sus preguntas podían empeorar.
— Señorita Myoui —la detuvo él cuando llegó a la puerta― mi esposa reaccionó igual cuando se enteró de nuestro primer embarazo.
— ¿Nuestro? —preguntó con sarcasmo volteando a verlo.
— Nuestro, sí. El embarazo es el resultado de una relación íntima, conllevada la mayoría de veces por el amor entre dos personas. La mujer solo lleva el niño dentro de ella por unos meses, pero nosotros estamos allí esa cantidad de tiempo también, para apoyarlas y no hacerlas sentir solas. Solo háblelo con su esposo y todo se verá distinto terminó él con una sonrisa y ella lo observó de arriba abajo, nada de esos alientos moralistas le importaban ahora.
— No tengo esposo.
— Oh —murmuró el médico antes de aclararse la garganta― en ese caso el niño recibirá el doble amor de su madre. Lo cual es excelente.
— No, no quise decir eso. Usted no entiende, déjelo ya —balbuceó regresando a la puerta.
Chaeyoung. La rubia pasó por su mente al tomar el picaporte y la respiración volvió a dolerle ¿Cómo se lo diría? Ella no quería hijos, no le gustaban los niños y probablemente eso no iba a cambiar solo por ella.
Se maldijo mentalmente, acababa de romper la relación que con tanta paciencia había formado con ella. Porque Chaeyoung iba a despedirle, lo más seguro y no iba a querer saber nada más de ella, mucho menos de el hijo de ambas.
Se mordió los labios y volvió a abrazarse a si misma: era el hijo de ambas, de las dos, de Chaeyoung y de ella. El nudo en su garganta que pocas veces experimentó apareció y unas lágrimas se juntaron en sus ojos. Iba a tener un hijo con Chaeyoung.
Un niño castaño o una niña con los ojos de la castaña. Con una característica que le recordara a diario que no solo era su madre, sino que Chaeyoung tenía su derecho también. Y no iba anegárselo ni ocultárselo por mucho que le doliera o sufriera si a ella no le agradaba cuando se lo dijera.
Así cómo el doctor acababa de confirmárselo a ella y ella era quien comenzaba a sufrir los síntomas, Chaeyoung no desconocería el resultado de aquella noche de pasión en que le dijo que sí, era consciente de lo que podía llegar a pasar al no usar protección.
Y estaba pasando.
— Mina —volvió a retenerla el médico esta vez a su lado, sosteniendo delicadamente su espalda con comprensión— por favor, debes verme o ver tu médico de confianza más seguido ¿de acuerdo? Todos los cuidados que tenías hacia ti misma ahora se multiplicarán ¿Lo harás?
Alzó su mirada y lo vió, sonriéndole por su dulzura a pesar de que nada de eso lo había tomado bien cuando ingresó. Asintió sin dudas y él acarició su hombro, antes de verla alejarse a lo largo de un pasillo.
— Chaeyoung...estoy embarazada. Estoy esperando un hijo tuyo —se golpeó la frente— vamos, Myoui puedes hacerlo mejor —se reclamó a sí misma mientras caminaba a casa— No puedes tirarle la noticia como si nada, Myoui. Esto es delicado y es real.
Avanzó los últimos metros hasta la puerta y apoyó su oreja contra ella al oír las risas desde el interior. Las risas de Olivia y las de Beom-gyu. Las risas de Chaeyoung.
Sonrió confundida y abrió, descubriéndolos en el living como si de un sábado a la tarde se tratara. Chaeyoung estaba parada sobre la mesa ratona, una locura, pensó, pero tenía a Beom-gyu colgado en sus hombros cual costal de harina y lo sacudía sin problemas.
— ¡No, Olivia! Aún no la lances —le ordenó él y ella buscó a que se refería. La niña estaba en el segundo escalón, con una pequeña pelota de goma en sus manos y moviéndose de un lado a otro intentando buscar una posición más fácil.
— ¿Ahora? —preguntó Olivia entusiasmada.
— ¡No, aún no! Espera que se canse un poco más.
— Oh, no, no me cansaré niñito —le advirtió Chaeyoung sacudiéndolo una vez más y ella apretó los labios. La castaña estaba divirtiéndose, como solía hacerlo con ellos pero nunca lo demostraba. Dio un paso en silencio y solo Olivia notó su presencia pero rápidamente volvió la vista a su destino— Dijimos que había un helado en juego ¿no? Pues te aguantaré el tiempo que sea necesario.
— ¿Ahora, Beom-gyu? —insistió la niña.
— Espera —murmuró él intentando llegar a un muslo de Chaeyoung con sus brazos― ¡Vamos, Olivia! —se abrazó a el y el sonido de la respiración agitada de la niña le advirtió el lanzamiento.
Mina abrió desmesuradamente los ojos cuando la pelota golpeó la entrepierna de la castaña y su primera reacción fue caer hacia un costado. Corrió hasta ella y ayudó a Beom-gyu a alejarse para asegurarse de que estuviese bien.
— ¡Chaeyoung! —la llamó al arrodillarse a su lado.
— Esa niña dejará las pastas —susurró la castaña con dificultad y cubriéndose el lugar golpeado. Mina lanzó una pequeña risa y la ayudó a ponerse de pie.
— Oye, lo siento mucho, Chaeyoung —se disculpó Olivia bajando su mirada; después de todo, llevaban más de una hora jugando y la había golpeado en todos lados pero no era su intención derribarla de esa manera.
— Está bien, Olivia, fue un accidente ¿si —masculló la castaña ocupando el sillón.
— Te traeré hielo —murmuró la niña antes de correr a la cocina.
― Oye... —comenzó Beom-gyu— de igual manera tú caíste, así que perdiste —agregó estirando su brazo y abriendo la palma de su mano es un helado para mí y otro para Olivia.
— Beom-gyu —le reclamó Mina sentada junto a Chaeyoung.
— No, no, déjalo Mina. Sabemos de negocios después de todo —susurró la castaña quitando unos billetes de su bolsillo y entregándoselos al niño.
— Oye, Olivia aquí tengo el dinero! —gritó él hacia la cocina mientras caminaba a la puerta.
— ¿Y qué hay de Chaeyoung? —preguntó la niña preocupada regresando al living.
— Dámelo —le pidió Mina estirándose a tomar la bolsa de hielo— yo me encargaré de ella. Vayan por su helado.
Ambas los vieron abrir la puerta y, antes de cerrar, Olivia se asomó nuevamente a hablarle a Chaeyoung.
— Lo siento, de verdad.
— Está bien, cariño... Y no, esta vez no es la costumbre —terminó la castaña al ver la cara de sorpresa de la niña y finalmente su sonrisa. Alzó su mano y la niña las saludó antes de cerrar y correr rumbo a su hermano.
— ¿Estás bien? —preguntó Mina desprendiendo el pantalón de la castaña.
— No, duele mucho —susurró Chaeyoung alzando sus caderas para bajarlo un poco— realmente esa niña tiene fuerzas.
Mina sonrió de medio lado y guió con cuidado su brazo a la entrepierna de la castaña. Dejó la bolsa y rodó los ojos al oírla quejarse. Acarició uno de sus muslos intentando tranquilizarla y se acercó para besarla, encontrándose a medio camino con la boca desesperada de la castaña.
Se separaron segundos después y retuvo la mano de Chaeyoung sobre su mejilla, mientras acariciaban sus rostros en un acto que solían repetir cada noche antes de dormir.
— ¿Y la intrusa? —preguntó por lo bajo. Por mucho que le gustara ver a la castaña en ropa interior, no iba a darle esa vista a otros también. Chaeyoung lanzó un resoplido divertido.
— Salió temprano y aún no ha vuelto... ¿Cómo te fue con el médico?
Abrió los ojos con violencia y recordó después de todo la realidad que ahora vivía.
¿Pero de esta forma debía decírselo a Chaeyoung también? ¿Después de haberla encontrado en esa imagen adorable compartiendo con los niños? No, no lo quería así.
Si a ella le costó entenderlo al oírlo, no podía llegar a imaginar el estado en qué iba a encontrarse Chaeyoung. La castaña era la más distante en temas sentimentales y eso incluía niños. El hijo que ambas iban a tener.
No merecía tampoco oírlo con hielo en su entrepierna y cuál momento ordinario se trataba. A ella no le gustaría recibir esa noticia así y ella era de las dos la que menos se molestaba por las cosas.
Recostó su frente contra la de Chaeyoung y le acarició la mejilla; iba a preparar algo especial, distinto. Una cena, tal vez, algo íntimo entre ellas que sirviera de anestesia antes de otro golpe.
Y luego Chaeyoung podía reaccionar de la manera en que quisiera o cómo ella imaginaba; pero iba a decírselo de una manera especial.
— Tengo algo para decirte —le susurró contra sus labios y la castaña la besó al instante.
— Te escucho.
— No, no ahora —la detuvo con un dedo en su boca
— Mañana te vas con Beom-gyu ¿cuándo entonces? —cierto, había olvidado ese pequeño detalle y ahora menos que nunca quería viajar. Pero era su hijo el que estaba más entusiasmado y no podía ni iba a fallarle, después de todo solo eran unas 24 horas. O menos.
— Cuando regrese —le aseguró y Chaeyoung suspiró algo molesta. Pasó sus brazos por los hombros y la retuvo contra ella, besándola nuevamente y sintiendo sus manos en la espalda.
— El domingo entonces —le recordó la castaña y ella sonrió en medio del beso— ¿Mina?
Se separó apenas pero se mantuvieron enfrentadas. Ella acariciando el rostro de la persona que amaba y Chaeyoung tocando su cadera, apenas en un roce cariñoso. Asintió levemente para que continuara y pudo sentir por segunda vez en el día aquella opresión en el pecho.
Con la misma cantidad de palabras. Con tres que estaban cambiando el ritmo de su vida.
— Te quiero demasiado —le dijo Chaeyoung con sus ojos fijos en ella.
La castaña no esperó y tiró otra vez para besarla.
Había un cambio en el ritmo que ahora marcaba. Más pasional y sentimental como si en medio de un acto sexual estuvieran. Sin embargo no, aún conservaban la ropa y su respiración normal.
Sonrió, eso era signo de que estaba besando a la persona correcta.
— Chaeyoung, solo será un día ¡o menos! Quizá ni siquiera 24 horas —ella rodó los ojos y se cruzó de brazos. 24 horas de imaginarse a Mina con Somi no ayudaba mucho a que le fuera fácil verla irse.
La rubia estaba terminando de preparar su bolso porque debía estar en la terminal de autobús en media hora; para organizar a los niños y cada detalle sin olvidar hasta el mínimo.
Y ella sabía que no se lo estaba haciendo fácil, estaba retrasándola, quizás, pero lo consideraba un estúpido torneo. No tenía obligación alguna de ir.
— El domingo estaremos esperándolos con Olivia e iremos por ustedes. Me avisas cuando llegues ¿está bien?
— Si, Chaeyoung. Nada se saldrá de nuestro orden ¿de acuerdo? Verás que las horas pasaran rápido y... ¿y tú por qué estás planteándote así? —preguntó Mina al notar su seriedad desde que se habían levantado.
— Es Somi, Mina. No es de nuestra confianza y que vayas con ella realmente puede alterar las cosas.
— Tú te quedarás con Nancy —replicó la rubia lanzando una última camiseta a la cama.
— No me refiero a eso —aseguró llegando a Mina y tomándola del brazo para que la viera hablando de Somi en cuánto a negocio se trata.
— Oh...bueno, puedes averiguar más ahora con ella fuera de su casa ¿no crees? Pudimos entrar a un banco, puedes entrar a su casa ahora.
— No haré eso —murmuró rodeándole la cintura y pegándola a ella— pero regresando a eso de tú con ella y yo con la intrusa...mantente alejada de Somi.
— Lo mismo digo —la apuntó Mina en amenaza y ella imitó una mordida en su dedo antes de hacerlo realmente— Voy a extrañarte —agregó y le sonrió al abrazarla.
Ella también. Era ella la que estaba pidiéndole indirectamente que no se fuera porque iba a extrañarla.
— ¿Cómo sigue tu amiguito? —le preguntó la rubia al separarse y rozando su entrepierna. Chaeyoung apretó sus dientes.
— Aún algo mal...pero creo que le hace falta unas caricias. De tu parte.
— No te pases —fingió seriedad Mina.
— Estoy hablándote en serio —aseguró ella tomando una mano de la rubia y guiándola a su pantalón— No aprietes que duele —susurró cuando Mina hizo el intento.
— ¿Y cómo sé que realmente esto es lo que le hace falta?
— ¿Es que no lo ves? Le agradas y tú a el —suspiró ella cuando Mina comenzó a masajear su miembro por sobre su pantalón. La rubia se escondió en su cuello, acariciándolo con su nariz y ella le rodeó la cintura, obligándola a caminar hacia atrás hasta golpear la cama.
Cayeron sobre el colchón y Chaeyoung acomodó sus manos más arriba de los hombros de Mina, a cada lado y para aligerarle su peso. Se movió una vez contra su cadera y agachó su rostro para besarla.
Podía sentir las caricias de la rubia aumentar y con eso el tamaño de su miembro. Entendió allí por qué la deseaba de esa manera y por qué. Porque la amaba, porque se había enamorado de ella y así se lo hacía saber su cuerpo al reaccionar a ella.
La rubia las volteó y se sentó sobre ella, privilegiándola de esa vista: el sol de la mañana que ingresaba por la ventana, golpeaba directo su espalda y la hacía brillar más que nunca. Mina se meció una vez y el dolor del golpe anterior regresó.
— Lo siento —susurró la rubia con picardía al arrastrase sobre ella y arrodillarse en el piso. La oyó y sintió abrir su pantalón y azotó su cabeza contra el colchón cuando separó sus rodillas. Se supone que la molestia no debería dejar que su pene reaccionara así, en un bulto duramente apretado bajo su ropa.
— ¿Qué haces? —le preguntó bajando su vista a verla. Mina se estiró y le dejó un beso sobre su ropa interior, a lo largo de su miembro y dibujó un camino de ida y vuelta.
Seis besos contó o eso le permitió contar su raciocinio. Empuñó las manos sobre las frazadas, haciéndole notar su desesperación y que seguramente se quedaría en eso. Un poco de frustración porque no contaban con el tiempo a su favor.
— Para que no te duela durante las horas que estaré fuera —terminó la rubia palmeando su entrepierna y prendiéndole nuevamente el pantalón— ¿Me acompañas a la puerta? ―le preguntó con una sonrisa burlona y ella se tapó el rostro con ambas manos, ahogando un grito al oír a Beom-gyu también apresurarlas desde el living.
Hizo un conteo y se echó un poco de aire para bajar su excitación. Lanzó un suspiro cuando lo logró y abandonó la cama.
Se puso de pie y tomó el bolso, caminando tras la rubia que avanzaba sin prisa.
— Mina —le dijo mientras bajaban las escaleras.
— ¿Si?
— Cuídate ¿si? Y cuida a Beom-gyu —le pidió cuando llegaron a la puerta.
— Lo haré. Y tú cuídate y cuida a Olivia. Y no la dejes dormir tanto agregó al notar que la niña no estaba cerca porque aún estaba en su cama.
— Lo haré —repitió Chaeyoung abandonando la casa y siguiéndola a la vereda, donde un autobús los llevaría a la terminal— Adiós, hijo cuídate saludó a Beom-gyu al abrazarlo y retenerlo unos segundos contra ella.
— ¡Hasta mañana, mamá! —lo oyó mientras subía al transporte con total alegría y de inmediato se acomodaba al final junto a otros niños.
Mina subió el primer escalón y volteó a verla, sosteniéndose del barandal y sonriéndole una vez más.
—Hasta mañana, Chaeyoung —le dijo y ella se acercó para besarla otra vez. Una mano en la mejilla de la rubia y una de la castaña en su cintura le dieron el impulso necesario para soltarla de a poco y saludarla de otra manera. De aquella manera que nunca había hecho.
— Hasta mañana, mi amor.
La siguió con su vista hasta verla acomodarse en el primer lugar, sobre la ventanilla que daba directo a ella. Un último saludo y finalmente el transporte se puso en marcha.
Los vió alejarse y, cuando desaparecieron tras una esquina, comenzó a sentir el vacío que la partida momentánea de ambos le generó.
Se sentía raro y totalmente distinto a cada día cuando se levantaban y el autobús se llevaba a los niños al colegio. Porque regresarían en unas horas y en el mismo día.
Se sentía más raro porque Mina nunca se ausentaba tanto tiempo durante el día. Y no tenía miedo en reconocer que iba a hacerle falta e iba a extrañarla. Sobre todo esa noche, cuando no tuviera más que la almohada para abrazar y no el calor de la rubia.
Sacudió la cabeza y trató de recordar las palabras de Mina: solo serían 24 horas. O menos. Forzó una sonrisa y regresó a la casa, Olivia había quedado a su cuidado y compañía después de todo.
Regla número 6 de su trabajo: a nada te aferres porque nada conservarás.
18: 15. Mina sonrió y corrió al oír sonar su celular. Era un mensaje de Chaeyoung, cómo lo había imaginado y mientras respondía no podía parar de mirar la fotografía de la castaña adherida a un costado.
"¿Lo ves? Dormiremos y mañana bien temprano estaremos de regreso" le respondió y dejó el móvil a un lado. Estaba en el cuarto del hotel y se arrojó contra la cama: habían ganado cómodamente el primer partido y todo era felicidad para los niños. Sobre todo para Beom-gyu y no podía negar que eso la llenaba de felicidad a ella.
Su celular volvió a moverse y estaba por tomarlo cuando alguien golpeó la puerta. Extrañada, caminó hacia ella y abrió con rapidez pensando que Beom-gyu o alguno de los niños podía llegar a necesitarla.
Sin embargo no. Una tímida Somi se alejaba de la pared y se detenía frente a ella.
— Buenas noches, Mina —la saludó y ella hizo lo mismo por lo bajo, no esperaba su presencia luego de que apenas se cruzaron desde la mañana— Los niños estarán en la parte de juegos, festejando su triunfo.
— Sí, lo sé. Tienen permiso por una hora.
— Me preguntaba entonces... ¿aceptarías si te invito a tomar algo? —alzó las cejas. Eso la tomó por sorpresa y, aunque afuera la noche era agradable, prefería aún más quedarse encerrada, hablando con Chaeyoung hasta que cualquiera de las dos se durmiera primera.
— En realidad, estaba por ducharme y acostarme.
— Por favor, Mina —se acercó Somi y la rubia dio un paso atrás, notando como cerraba la puerta al pasar— Si quieres tomamos algo aquí ¿qué dices?
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