Capítulo XXIV: Fases del trabajo
Lo había escuchado repetir aquello de que Mina lo acompañara pero, por mucho que tuviera uniforme policial, no iba a dejar que se fuera con él.
Chaeyoung lo vió estirar su brazo, intentando tomar el de la rubia y lo detuvo; envolviendo el pecho de Mina con su brazo y atrayéndola a ella.
— Debe haber un error —aseguró con su mirada fija en aquel desconocido.
— Si ella es Myoui Mina no, no lo hay.
— ¿Dónde está su placa? —le preguntó Chaeyoung y lo vió tragar con nerviosismo. Sin alejarse de la rubia, se estiró hacia el exterior y no vió un móvil policial. Regresó su vista a él y apartó a Mina hacia el interior de la casa— Definitivamente hay un error.
— No, no lo hay —lanzó un resoplido con frustración y agitó su cabeza; Namjoon se acercaba a ella cual titular de una causa y para manejarla a su antojo. Con su saco volado por el viento, su corbata ajustando la camisa y aquel bolígrafo que siempre colgaba en uno de los bolsillos. Chaeyoung se irguió en su lugar y esperó tenerlo frente a ella, ladeando apenas su cuerpo cuando él pretendió ingresar a la casa— No vengo por ti, Chaeyoung. Quiero hablar con tu compañera —le dijo al insistir para avanzar.
— ¿Y para eso armas toda esta estupidez? Es una locura, estás poniendo en riesgo nuestro trabajo.
— Ella quedó fuera del equipo ¿cómo querías que la sacáramos? Inventariamos algunos problemas con la justicia y nunca más la verían por aquí...Myoui, ven aquí.
— No, Mina, no vengas —lo contradijo Chaeyoung y empujó al supuesto policía cuando intentó ingresar— ¿Quién te ha dicho que Mina está fuera de esto?
— Sabes que me gusta mantener nuestro orden. No lo cumpliste esta vez y...—Chaeyoung giró sobre sus talones y tomó del brazo a la rubia, guiándola hacia las escaleras y ordenándole que allí se quedara. Se apresuró a cerrar el bolso con el dinero robado la noche anterior y lo cerró.
— Aquí tienes tu estúpido orden —le dijo a su jefe, arrojándole el bolso contra su pecho— ahora vete o las sospechas comenzarán.
— ¿De dónde sacaste esto? —le preguntó Namjoon— ¿No me digas que vaciaste tu cuenta bancaria para salvar a tu compañera?
— Verifica mi cuenta y respóndete por ti mismo —masculló y cerró con un fuerte portazo. Pasó el pestillo y se recostó un momento contra la pared: no iban a repetir lo de la noche anterior otra vez. Era una locura y podrían salir perjudicadas en el proceso.
Se alejó de allí con brusquedad y caminó hacia la rubia, deteniéndose a unos pasos cuando la miró con dudas, con algo de miedo y su respiración acelerada se lo demostraba.
— ¿Tú sabías que él iba a venir?
— No, Mina.
— No me digas —ironizó la rubia— porque sonó como si ya te lo hubiese advertido.
— Te había hablado de esto antes. Si no avanzamos serás tú o los niños pero los sacará de esto... ¿estás culpándome? —le preguntó acercándose a ella cuando Mina resopló con sarcasmo— ¿Crees que esto está pasando por mi culpa?
— Por supuesto que no, Chaeyoung, no dije eso.
— Pero lo pensaste.
— No digas estupideces ¡por supuesto que no!
— Ay pero miren que adorable —ironizó Nancy desde el barandal de las escaleras— la parejita está teniendo un discusión matrimonial ¿Cuál es el problema? ¿Chaeyoung está teniendo muchas pretendientes y Mina no puede controlar sus celos? —agregó al bajar y acomodándose en el sillón.
— Cierra la boca.
— Uy, Mima pero tranquila —continuó— he escuchado por ahí que tienes a Somi muertita por ti.
— Cierra la boca —la calló esta vez Chaeyoung.
— Está bien —alzó las manos Nancy mientras se ponía de pie— todo lo que tu me ordenes, yo lo haré gustosa, Chaeyoung — le sonrió, le guiñó un ojo y la castaña la vió desaparecer en la cocina.
Volteó nuevamente a Mina y estaba acercándose a ella cuando la joven regresó, bebiendo tranquilamente un vaso de agua.
— A mí Somi me parece sexy —murmuró al regresar al sillón— tiene un cuerpo de modelo y su rostro tan apetecible como pocos ¿A ti, Mina?
— Pues si tanto te gusta ve y búscala — masculló la rubia.
— ¡Por favor! Babea litros y litros por ti. No habría manera de que se fije en alguien más. Tengo entendido que estás soltera, Mina, tal vez le diste a entender algo y por eso le gustas ¿no crees?
— No, no lo creo —la tajó Mina, cruzándose de brazos y moviendo su mandíbula de un lado a otro.
— Bueno...pero que tienes algo de culpa, la tienes —siguió Nancy luego de darle otro sorbo a su vaso— vas a las prácticas de futbol con ropa muy corta o ajustada y Somi tiene hormonas. Y está contigo todo el tiempo en esos días ¿segura que no haz...
— ¡Dije que no! Ya cierra la maldita boca y hazme un momento feliz al no oírte hablar —le escupió Mina entre dientes. Estaba cansada de esa niña y aquel plan de chantajear a Namjoon por echarla a cambio del dinero ya se había ido por un caño. Iba a tener que soportarla obligadamente un tiempo más. Sin embargo, no terminaba de entender qué significaba su estadía allí ¿solo observar esos detalles estúpidos de Somi y exponerlos frente a Chaeyoung? ¿O solo vigilarlas y molestarla a ella en el proceso?— Solo mantente callada, tú no me agradas y yo no te agrado a ti así que...evitémonos ¿no te parece?
— Me parece perfecto —sonrió Nancy triunfante y caminando hacia ella— solo que no estoy aquí para hacerte feliz ni un solo minuto. Pero empezaremos por evitarnos, tenemos algo en común —terminó y dejó el vaso sobre la mesa ratona. La chica le dio una última mirada a Chaeyoung y se alejó de allí, caminando a la puerta y abandonando la casa finalmente.
— Es grandioso cómo puedes intervenir a veces —murmuró Mina con ironía y Chaeyoung frunció las cejas.
— ¿No te parece que estás culpándome de muchas cosas por hoy? ¿Qué querías? ¿Qué le dijera algo y hacer lo nuestro obvio? Le dirá a Namjoon y...
— Namjoon, Namjoon, Namjoon estoy hasta el techo de tu jefe ¡estoy cansada de él!
— Créeme que yo también, Mina pero puedo asegurarte que él no es así. No lo ha sido nunca conmigo, solo está sorprendido por mi cambio y tal vez tenga algo de miedo. No puedo juzgarlo por eso.
— ¿Miedo? ¿Miedo a qué?
— Miedo a que me enamore de ti —se lo dijo con seguridad y sin aviso. Mina estaba nerviosa por lo pasado minutos atrás y la entendía, pero no iba a permitirle que la siguiera culpando de cosas que escapaban de su manejo. Se detuvo frente a la rubia y le acomodó aquel mechón de cabello que la invadía también cuando le hacía el amor; cuando Mina gemía bajo ella y el sudor lo pegaba a su frente. Acarició su mejilla y le sonrió, el miedo de Namjoon solo era miedo de él. Porque a ese paso iba a terminar enamorándose de la persona frente a ella.
— ¿Y vas a evitárselo? —le susurró Mina y ella se inclinó para besarla. Pudo rozar su boca cuando la pantalla tras ella, sobre una mesa en una esquina, comenzó a emitir señales y el sonido las ensordeció un momento.
Se separaron y caminaron hacia el computador: Somi aparecía frente a sus ojos de manera dificultosa hasta que la señal comenzó a emitirse de manera casi perfecta.
— Anoche, en el banco, tomé una tarjeta de su padre —murmuró la castaña con sus ojos sobre la pantalla—lo investigué en la madrugada. El tipo solo es dueño del banco de aquí.
— ¿Entonces?
— En su sueldo anual había demasiado ceros, Mina ¿cómo los consigue si solo tiene una fuente de trabajo?. Y además ¿hay información de él pero no de su hija?
— Exacto ¿cuál es la diferencia? En su historial hay viajes de vacaciones, dinero derrochado en casas, joyas, empleados y otros gastos completamente inútiles. Además, cada cuenta bancaria inscripta en su banco está segura, no le falta dinero a ningún cliente y es de total confianza —dijo Chaeyoung volteando a ver a Mina.
— Entonces robarles a ellos está descartado... ¿Y qué tal si lo hace su hija por él?
— Es lo que estaba pensando —murmuró regresando su vista al monitor— o tenemos que conseguir algún indicio dentro de la casa que nos diga que Somi es de alguna asociación policiaca y de seguridad. O entonces está aquí por lo mismo que nosotras.
— Jennie dijo que lleva más de cuatro años aquí ¿por qué se tardaría tanto?
— Si no forma parte de nuestro negocio, entonces es parte de la otra opción.
— ¿Y qué ganaría siendo policía encubierta? —preguntó Mina y ambas se miraron un segundo; como si la respuesta estuviese en el pensamiento de ambas y la obviedad no les permitía decirlo en voz alta. Regresaron la vista a la pantalla y allí estaba Somi, acomodando unas bolsas sobre la mesada y un bolso oscuro dentro de una de las alacenas— ¿Qué hace?... ¿Qué es ese sonido?
— Hay algo que nos interesa allí dentro — murmuró Chaeyoung refiriéndose al contenido que acababa de esconder— Beom-gyu conectó el micrófono a nuestro detector portable —agregó señalando el aparato de mano que descansaba sobre la pantalla— Cada vez que dinero, gas o algo metálico pase cerca de sus 20 metros cuadrados, escucharemos el sonido por el que acabas de preguntar.
— Ese niño es un genio en tecnología.
— En realidad fue mi idea —aclaró Chaeyoung recibiendo un golpe en el hombro— ¿Qué crees que haya allí dentro entonces?
— ¿Por qué guardaría algo metálico? Está casi escondiéndolo y vive sola... ¿es dinero?
— Vamos a tener que averiguarlo y controlar sus próximos movimientos. Si Jeon Somi está metida en nuestro negocio también, va a ser un gran problema para nosotras, Sana. Un problema en todo sentido.
5 meses y 2 semanas; ese era el tiempo pasado ya desde que se conocieron y comenzaron este nuevo trabajo.
Chaeyoung acomodó el cuello de su camisa y prendió los botones de sus mangas. Se observó una vez más en la pared metálica del ascensor y revoloteó un poco su cabellera. Regla número 33 de su trabajo: aquello que estés a punto de lograr y solo falta un empuje, lógralo con efectos secundarios.
Tomó el maletín del piso y le sonrió a una muchacha que subía los pisos junto a ella. El ascensor se detuvo y estiró su brazo para cederle el paso. La escuchó reír avergonzada y supo que nunca iba a dejar de aprovechar esa cualidad que su porte físico le regalaba.
Caminó hasta el final de un largo pasillo y se detuvo frente a una puerta bien pulida. Golpeó, se aclaró la garganta y pasó cuando se le dio el permiso.
— ¡Chaeyoung! Estábamos esperándote, adelante, ven que te presentaré —Taehyung estiró su brazo y ella lo saludó con una sonrisa. La gran mesa de junta en su mayoría eran hombres, mayores y solo dos mujeres de similar edad.
Se presentó cómo solía hacerlo y su decisión al hablar llamó la atención de todos así como los planes que comenzó a relatar minutos después. Taehyung tenía pensado abrir un pequeño negocio en Santa Bárbara dedicado solo a los productos de Chaeyoung.
Si a la gran mayoría de sus socios le agradaba la idea, un nuevo contrato terminaba firmado con ella y otro casillero avanzado en su negocio.
Uno de los presentes era el único que, pasado el tiempo de decisión, no presentaba la de él. Chaeyoung lo observó; era el único acompañado por su hija, una jovencita que había descubierto mirándola más de una vez. Se acercó a ellos mientras los demás murmuraban sobre los nuevos y futuros planes y se acomodó al lado de la muchacha, sonriendo internamente al verla aspirar su perfume sin vergüenza alguna.
Solo minutos fueron necesarios para que la chica convenciera a su padre y finalmente su deseo allí se viera cedido: tomó un bolígrafo y, bajo la atenta y brillosa mirada de los demás, acabó por firmar un nuevo negocio.
Mina bajó la velocidad de su trote diario y sacudió sus brazos mientras llegaba a la puerta de casa. Abrió y de inmediato recibió los ladridos de un Oliver más crecido y exigiéndole algo más que un poco de cariño.
— ¡Nancy! —gritó hacia el segundo piso y segundos después la vió asomarse al barandal.
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