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Capítulo XXIII: Señora y Señora Son

A Mina no le pareció raro que Chaeyoung esa mañana haya decidido acompañarla al gimnasio, no. Lo raro fue que, cuando creyó que era para mantener vigilada a Somi, no era esa la razón, sino tener su propia hora de ejercicios.

Caminó en silencio hasta ella y la descubrió al final del lugar, tras un largo pasillo ocupado por pesas y algunas máquinas. Se detuvo a metros de la castaña, que golpeaba una bolsa de arena con molestia y precisión.

Entreabrió la boca y no se sorprendió que una ola de calor la recorriera; Chaeyoung llevaba un short corto, solo un top blanco y, cada vez que producía un golpe, las gotas de sudor de su frente caían hasta su abdomen.

— Tienes que ponerte algo en las manos—su voz la delató. El susurro ronco hizo a la castaña detenerse pero, alzó los hombros y reinició sus movimientos— No sabía que hacías boxeo.

— No lo hago —dijo Chaeyoung con la respiración totalmente agitada— es la primera vez y lo necesito.

— ¿Por qué? ¿Qué sucede? —la castaña no le respondió. Continuó sus golpes por lo que ella se acercó y sostuvo la bolsa con sus manos, mirándola atentamente y recibiendo un gruñido por lo bajo— Te pregunté qué sucede.

— Estoy teniendo algunos problemas.

— ¿Con qué? ¿Con quién? ¿Por qué?

— Con Namjoon —murmuró la castaña alejándose para tomar una toalla.

— ¿Sobre nuestro trabajo?

— Sobre el mío en realidad —dijo Chaeyoung, limpiándose el rostro y Mina frunció las cejas.

— Somos un equipo, siempre nos lo recuerdas. Tu trabajo es el nuestro también ahora ¿qué hay con Namjoon?...¿qué hay con él? —insistió ante el mutismo de la castaña.

— El dinero que le sacamos a Taehyung no es suficiente para él —murmuró Chaeyoung, acercándose a la rubia para que cualquiera que ingresara no las oyera— Sé que tiene razón, llevamos cinco meses en esto y para este tiempo siempre he sabido conseguir casi el 80 por ciento de los resultados.

— ¿Y el problema? Aún nos quedan cuatro meses. Cinco tal vez.

— Mina, si para el fin de semana no tengo otra cantidad grande que entregarle... Namjoon va a sacarte del grupo —alzó las cejas como acto reflejo, sorprendida y asustada por las palabras. No le daba miedo quedarse sin ese trabajo, aún podía conseguir otros y menos estresantes, pero salir del grupo significaba alejarse de Chaeyoung y los niños ¿Y a quién iba negárselo? Estaba acostumbrada a ellos, al calor de la castaña en situaciones cariñosas y a la responsabilidad con Beom-gyu y Olivia puertas afueras, porque adentro ambos insistían en qué sabían cómo cuidarse.

La imagen de ser restablecida con Dong-min o alguien más bajo otro contrato cruzó su mente. Se paralizó, casi atormentada por la idea de que a Chaeyoung le ordenaran lo mismo o peor aún, algo comenzaría con aquella jovencita que no paraba de rondarla cuando estaban en casa.

Dio un paso atrás y sintió las manos de la castaña pasar por su cintura, rodeándola y golpeándola ella con suavidad.

— De igual manera eso no va a pasar ¿de acuerdo? Él es...

— Él es el que puede hacer y deshacer con nosotros a su antojo —susurró ella.

— No, no es así, Mina.

— Sí, si es así. Tú me lo dijiste una vez, Soon-young fue la idea pero él pone el dinero y el dinero es poder. Por lo tanto si él es tu jefe, tú eras mi jefa ahora y...

— ¡No será así Mina! Estoy diciéndote que él no va a hacerlo.

— ¿Y por qué te ha dicho eso, entonces?

— No lo sé pero no voy a permitírselo. Mejor...ayúdame a pensar cómo podemos llegar directo a Mark lo más rápido posible.

— No quiero pensar en eso ahora.

— ¿Y cuándo entonces? Mina, por mucho que odie decir esto, Namjoon tiene razón. Tenemos que ir a su paso o desintegrará el grupo.

— Quitaré algo de mi cuenta bancaria y se lo entregaré como dinero del trabajo.

— No harás eso ¡Por supuesto que no!

— Es la única alternativa, ambas y él también lo sabe, no conseguiremos otro cheque en unos días. Iré al banco, tomaré algo de mi cuenta y se la daré.

— Dije que no Mina— murmuró la castaña entre dientes y ella lanzó una bocanada de aire— encontraremos otra solución.

— No hay otra —aseguró la rubia, dando media vuelta e intentando salir de allí. Estaba molesta, como pocas veces en su vida y no quería transmitirle a Chaeyoung la misma sensación ni pagar con ella el momento.

— No te hagas la testaruda conmigo —le susurró Chaeyoung contra su oído y abrazándola por detrás— Realmente no te quiero fuera de esto —agregó y ella sintió los nervios flechar sus piernas hasta hacerlas flaquear. Los cambios que la castaña generaba desde ser la que ordenaba a sincerarse cuando estaban solas, la sacudían cada vez que pasaban. Cerró los ojos y se recostó contra su pecho, sintiendo el latir pausado y tranquilo de Chaeyoung, comenzando a generarse el mismo en ella.

— ¿Haz robado alguna vez? —le preguntó por lo bajo y Chaeyoung frunció las cejas: lo hacía todo el tiempo.

— Estoy en ese negocio —ella negó ligeramente y giró sobre sus talones, manteniéndose pegada a la castaña para que notara la realidad en sus palabras.

— Una vez estuve con Dong-min en esta situación, necesitábamos terminar el trabajo mucho tiempo antes de lo pactado y no sabíamos cómo. Él me propuso algo pero terminamos olvidándolo... ¿haz cubierto tu rostro y tomado un arma para robar un banco?

— Mina, de qué demonios estás hablando.

— De que si no quieres que retire dinero de mi cuenta, solo nos queda otra opción. Y ya estoy pensando en ella —aseguró con una sonrisa antes de estirarse y dejarle un beso en la mejilla— Te espero en el auto.

Posiblemente iba a ser la locura más grande que iba a hacer a lo largo de toda su vida. Sus manos le temblaban, su garganta flaqueaba y sus ojos no dejaban de mirar hacia todos lados. Pero Mina tenía razón, en dos días Namjoon aparecería en busca de su dinero y por el momento no veían otra solución cercana.

La rubia se quitó el cinturón de seguridad y se apoyó contra el asiento, observándola con un gesto que le encogió el corazón: su sonrisa de medio lado entendiendo su miedo y su boca hablando sobre cómo lo iban a hacer.

Puedes esperarme aquí si quieres. Solo serán unos minutos.

— Ni lo sueñes, iré contigo.

Se bajaron tan rápido que avanzar hacia el objetivo fue en cuestión de segundos. Rodearon el lugar y se detuvieron cuando Chaeyoung quitó su móvil y le envió un mensaje a Beom-gyu. Hicieron un conteo por lo bajo y, cuando las luces de las calles más cercanas se apagaron, se colocaron un pasamontañas solo hasta la nariz.

— Ya quisiera él parecerse a mi —le sonrió ella con sorna, ajustándose una soga al arnés y bajando sin dificultad alguna. Mina rodó los ojos y la siguió, iba a reclamarle más pero contaban con unos segundos antes de que Beom-gyu regresara todo a la normalidad— ¿A dónde vas? —susurró Chaeyoung, reteniendo el brazo de la rubia cuando intentaba adelantarse— Tenemos que hacerlo rápido y largarnos. Juntas.

— Por supuesto que no. Este lugar es enorme, nos separaremos y en menos de cinco minutos nos vemos aquí. En eso habíamos quedado ―terminó Mina, soltándose de ella y perdiéndose tras una puerta corrediza, antes de llegar a la bóveda.

Chaeyoung la maldijo por lo bajo y tomó el lado contrario, recorriendo algunos escritorios y oficinas. Se preguntó si había una parte que ocupara el padre Jeon Somi, ese era su banco y por esa misma razón estaban allí.

— Bingo —susurró victoriosa frente al cartel de Director, en la única oficina que tenia puerta.

Tomó algunos papeles y desparramó otros en distintos escritorios para no marcar la obviedad. Estaba llegando al lugar de encuentro cuando alzó la cabeza al notar las luces encendidas, posiblemente la alarma había sido activada y no tardaría la policía en llegar.

Corrió hacia el pasillo y el cuerpo de Mina se impactó contra ella al intentar hacer lo mismo. Tomó su mano y la jaló con intención de volver a las cuerdas, pero retrocedió cuando la puerta principal fue abierta y alguien ingresaba, apagando su linterna.

Se agacharon, caminaron encorvadas entre unas góndolas y permanecieron escondidas tras una, observando los movimientos de aquel intruso.

— Es el de seguridad —le susurró Mina señalándole la placa que él utilizaba en su camisa.

— Si descubre las cuerdas, estamos muertas.

— Iré por él.

— Pero qué...ven aquí ―alzó la voz apenas y jalándola de sus hombros cuando Mina se puso de pie— ¿estás loca?

— Es de seguridad, su única arma es la linterna o algunas llaves. O lo atacamos ahora o alguien más vendrá... ¡Chaeyoung!

— Está bien ¡está bien! —masculló la castaña y observó a su alrededor— ve por el otro lado y espérame allí.

— ¿Qué? ¡No! Tú no harás todo —la molestia de Mina fue suficientemente alta como para que la luz de la linterna llegara a ellas, se agachó al instante y se arrodilló, arrastrándose de esa manera hasta donde Chaeyoung le había ordenado.

La castaña lanzó una lapicera a metros de ella y, cuando oyó los pasos del hombre acercarse, le dedicó una última mirada a Mina antes de estirar su pierna y generarle una caída.

La mandíbula de aquel desconocido se estrelló contra el piso y sin pensarlo, ella tomó la linterna y lo golpeó en la nuca, como Namjoon una vez le había enseñado para solo producir un desmayo momentáneo.

— Lo siento —le susurró y finalmente corrió hacia Mina. Corrieron hasta el lugar de salida y el paso por las cuerdas esta vez fue un poco más difícil.

Sin embargo, llegaron al techo, con un bolso colgado tras la espalda de la rubia y colocaron todo como al llegar. Quitaron la cuerda al tocar el piso y finalmente regresaron al Cadillac, con otras placas de patente ahora y algunas rayas que con un lavado podían quitar.

Ocupó esta vez el asiento de acompañante y Mina encendió el motor.

Fueron los segundos en que su corazón latió con tanta furia que realmente creyó iba a salirse de su cuerpo. La rubia apretó el acelerador y el chillido de los neumáticos fue lo último que oyó antes de cerrar los ojos e intentar repasar lo acontecido.

— Esto tiene que volver a pasar —murmuró Mina doblando con descuido en una esquina y haciendo vibrar la parte trasera del automóvil.

— Estás loca ―le dijo volteando a verla luego de quitarse el pasamontañas y respirando con facilidad— Creí que tenías un arma.

— ¡Oye! Soy ladrona, no asesina.

— ¿Notaste si había cámaras de seguridad?

— No lo noté pero estoy segura que había. Espero no hayas matado a ese tipo.

— Que soy ladrona, no asesina —repitió Chaeyoung con diversión las palabras de Mina y no pudo evitar recorrerla de arriba abajo. Estiró su mano y le quitó aquella especie de gorro que le impedía ver su rostro; la sonrisa triunfante de la rubia se presentó nuevamente junto a aquellos carnosos labios que tanta adicción le provocaban.

Humedeció los de ella y los mordió luego: Mina conduciendo a alta velocidad, el traje negro, ajustado a cada parte de su cuerpo y su cabello suelto como si nada lo hubiese invadido era una imagen que por primera vez se presentaba.

Desvió su vista cuando la rubia volteó a verla y se removió incomoda, sintiendo algunas punzadas en la parte baja de su abdomen.

— Ellos se disparan, rompen cada rincón de la casa y luego tienen sexo desenfrenadamente —murmuró Sana y ella agachó la cabeza, escondiendo una sonrisa— si, es una muy buena película. Señora y señora Son —agregó, aumentando la velocidad para llegar cuanto antes.

Había perdido todo el control de su cuerpo. O se lo había cedido en realidad a Chaeyoung, dejándola que la tratase a su merced porque ambas disfrutaban cuando aquello ocurría.

Mantuvo un gemido en su garanta cuando la sintió pegarse a ella y comenzar a mover sus caderas. Estaba de espalda a la pared y la castaña frente a ella, recorriendo con velocidad su cuerpo con las manos y tocando cada parte mientras podía.

Estaba desesperada, podía notar el olor que invadía la habitación que compartían y la rudeza de los dientes en su cuello. Chaeyoung la mordió y succionó hasta que su piel le ardió. Sin embargo no se quejó, le rodeó la cintura con sus brazos y la atrajo más contra ella.

— Voy a comenzar con pastillas anticonceptivas —le susurró desabrochando el cinturón de la castaña y bajando sus pantalones junto a su ropa interior. La escuchó gemir y sonrió, estaba segura que Chaeyoung se imaginó corriéndose dentro de ella sin imposibilidades y finalmente el ambiente terminó por calentarse.

La castaña la giró, bajó el cierre de su traje y ella lo quitó de una patada al sentirlo en sus talones.

— ¿Y ahora qué? —le preguntó Chaeyoung pegándose a ella y haciéndole sentir el miembro erecto entre sus glúteos. Una mano de la castaña llegó hasta su clítoris para pellizcarlo, acariciar sus muslos cerca y volver a el para removerlo con uno de sus dedos.

— No comenzaré hoy ni ahora —le dijo sintiendo las fricciones de la castaña y la respiración pesada en su cuello. No tuvo tiempo de pensarlo ni la conciencia de hacerlo pero no le impidió no usar protección. Si Chaeyoung aumentaba sus movimientos y la penetraba, lo que pasara después podía llegar a ser un problema para ambas.

— Estás pensando demasiado, Mina —su voz sonaba tan ronca y pesada que no pudo replicarle, golpeó su cadera hacia atrás y Chaeyoung la sostuvo de su cintura para juntar sus entrepiernas. Acomodó las manos sobre la pared y empuñó una de ellas cuando el miembro de Chaeyoung se abrió paso entre sus pliegues.

Se mordió los labios y ahogó un gemido cuando su interior se vió invadido en cada rincón. Se mantuvieron quietas unos segundos, con la castaña besando su espalda y acariciando dulcemente el contorno de sus pechos.

Se movió hacia arriba y Chaeyoung entendió el mensaje, comenzando las embestidas hasta aumentarlas con fuerza, producto de su excitación y lo que los suspiros de la rubia le provocaban.

Solo unos minutos le bastó para sentir sus músculos internos tensarse por la proximidad del orgasmo. La castaña masajeaba y apretaba sus pechos, mordía uno de sus hombros y el sonido que se generaba por sus pieles chocando le habían hecho perder la batalla.

— Mina... —comenzó Chaeyoung pero no agregó nada más. Cuando ella alzó su cabeza para gemir, la castaña se salió con rapidez por lo que volteó a verla― quiero que me veas a los ojos —le dijo al caminar hacia la cama y Mina la siguió.

La arrojó con suavidad sobre el colchón y ella abrió las piernas, sintiendo la intromisión nuevamente y la dureza de su pene.

Chaeyoung acomodó las manos a ambos lados de su cabeza y sus miradas no se alejaron de la otra. Movió las caderas con más fuerzas, llegando hasta ese punto dentro de ella que parecía dolerle pero que sabía que solo era anticipación a su éxtasis.

Su espalda se arqueó cuando sus líquidos salían sin aviso pero la castaña no se salió de ella y continuó embistiéndola, aguantando tortuosamente su propio orgasmo.

Cerró los ojos, intentando recuperar fuerzas pero Chaeyoung tomó su mentón y la obligó a verla. Notó sus ojos más oscurecidos y lo que intentaba transmitirle con ellos, solo quería que la viera cuando llegara al orgasmo, disfrutando estar dentro de ella en ese momento.

Chaeyoung la soltó y se inclinó para besarla, buscando su lengua con rapidez y regresando el deseo en ella. Rodeó su cintura con las piernas y finalmente sintió aquel liquido caliente juntarse con los suyos.

La castaña se recostó contra su frente y respiró agitada contra su boca, moviendo apenas sus caderas antes de intentar salir.

— Aún no —la retuvo ella. Los espasmos de Chaeyoung aún continuaban y los de ella no acababan tampoco.

Se quedaron en esa posición, oyendo los suspiros intranquilos de la otra y Chaeyoung se separó cuando un ruido llegó desde la cocina.

— Debemos buscarle un cuarto.

— No —susurró la rubia con su vista en el techo— mañana le daremos ese dinero a Namjoon con una petición a cambio. Quiero a esa mocosa fuera de esto. Y hablo en serio, Chaeyoung.

Sin embargo Chaeyoung no le había dicho nada. Solo lanzó un resoplido divertido y la abrazó por la cintura, arrastrándola hacia ella.

— Eres consiente de lo que acaba de pasar ¿cierto?

—Por supuesto que sí, Mina. Estás a la defensiva hoy ¿qué sucede?

— Nada —murmuró ella, escondiendo su rostro en el cuello de la castaña— solo que nunca...nunca lo había hecho de esta manera. Sé que no es el mejor momento ni la mejor manera de decirlo —agregó con rapidez regresando frente a Chaeyoung— pero es la verdad.

— Está bien por mí... ¿Mina? —volvió a llamarla y, como minutos atrás, no agregó ni dijo más nada. Solo negó con la cabeza y buscó la frazada, cubriendo la desnudez de ambas— Buenas noches —murmuró antes de dejarle un beso en los labios y volver a abrazarla.

Mina en cambio quiso pensar de qué iba todo eso; pero estaba agotada y de esa manera no iba llegar a ninguna parte. Se acomodó más contra Chaeyoung y le dejó un suave beso en la punta de su nariz, observando su sonrisa aún con los ojos cerrados.

La saludó por lo bajo y se acomodó contra la almohada, conciliando el sueño casi instantáneamente.

Regla número 14 de su trabajo: no importa que hagas, qué utilices o cómo engañes a los demás; el trabajo solo está terminado cuando efectivamente el resultado descanse en tus manos.

Sin embargo, podía imaginar el brillo en los ojos de Namjoon cuando le entregara todo el dinero que acababa de contar y eso generaría una pausa en su trabajo que iba a permitirse aprovechar.

Mina bajó las escaleras luego de un baño y alzó su mirada para que la notara. Sonrió, los besos mañaneros de la rubia eran sus favoritos.

— Buenos días —le susurró contra su boca y Mina se alejó al instante, cuando Nancy caminaba rumbo al baño y de allí podía escucharse sus pasos— Le llevaré esto a Namjoon ¿quieres acompañarme?

Pero no pudo escuchar la respuesta cuando el timbre resonó con más fuerza en toda la casa. La rubia caminó a la puerta y ella la siguió con la mirada, extrañada de una visita a casi las 10 am.

— ¿La señora Myoui Mina? —oyó una voz masculina y de inmediato abandonó el sillón, acercándose a la rubia.

— Si, soy yo —murmuró Mina cuando se detuvo tras ella. Un hombre con uniforme policial sostenía las manos en su cadera, sobre el arma que portaba.

— Nos tiene que acompañar. Tenemos unas cuántas preguntas qué hacerle.

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