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Capítulo XVIII: Fuego

¿Eso era un sí? ¿Un no? ¿O un tal vez? ¿O una señal de que se callara y no volviera a repetir la pregunta?

Chaeyoung asintió solo dos veces con su cabeza, de manera lenta y luego la apretó contra ella, negando con rapidez sobre su hombro.

Mina se separó hasta enfrentarla y la llamó por lo bajo, sonriendo al sentir un leve temblor en las manos de Chaeyoung. Chaeyoung podía ser autoritaria, gritaba a temprana hora del día y ordenaba sin esperar refutaciones; pero era dulce y preocupada aún en la misma o más cantidad.

Era Chaeyoung quien llevaba el control del asma de Beom-gyu y compraba los inhaladores necesarios cuando lo creía conveniente. Era Chaeyoung quien despertaba por la mañana y preparaba su café para cuando ella ocupaba la cocina.

Y era Chaeyoung también la que calmaba a Olivia cuando algo le generaba miedo. Como las tormentas, las arañas que solían estar en el baño o cuando Oliver se atoraba con su comida. Era divertido ver a la castaña con su gesto de asco al abrir la boca de Oliver y colar un dedo para que quitar los restos grandes de carne o algo que los niños le daban y no podía aún comer.

Chaeyoung era la contraposición insuperable de sí misma y a ella le fascinaba; le parecía realmente único disfrutar de esa virtud. Y aunque incluso leyó su historial tiempo atrás, la Chaeyoung fría y calculadora que no dejaba de resaltarse en cada línea, con ella nunca apareció. Con los niños mucho menos.

Porque sí, podía ser Chaeyoung la que daba ordenes desde un principio y ser la malhumorada, pero llevaba tiempo calmada y trabajando ahora como lo que eran, un equipo.

Mina repasó su labio inferior contra sus dientes y esperó su respuesta. Sin embargo, esa sí era la Chaeyoung que conocía y que convivía con ella cada noche en la misma cama: la que no decía ni hacía algo de más si no podía controlarlo.

Se aclaró la garganta e insistió, preguntándole de manera distinta para no asustarla:

— ¿A ti te pasa algo conmigo? ¿Estás confundida? —estaba acostumbrada a hablar sin rodeos ni cohibirse sin importar la persona que la estuviese escuchando. Sabía que a veces eso podía ser un defecto o molestar pero generalmente nunca le habían importado las opiniones ajenas hacia su persona.

— No —respondió Chaeyoung al instante y por un momento algo de aire golpeó su espalda. Sonaba segura pero la había visto tragar con dificultad, incluso la había oído— No lo sé, Mina —agregó y de repente su corazón golpeó algo dentro de ella— Creo que...creo que aún no puedo llamarlo de ninguna manera porque no me gustan estas cosas.

— ¿Qué cosas?

— Esto. El que me pregunten por mis sentimientos y tener que responder. No me gusta eso de estar enamorada o sentirme dependiente de alguien; no creo que mi vida funcione de mejor manera en relación a eso.

— No tendrías por qué sentirte así conmigo. Puedes seguir siendo tú en la independencia que quieras.

— Es que no se trata de ti, Mina ― aseguró Chaeyoung y ella lo notó en su mirada. Sus ojos se aclararon por el reflejo de la luna y podía leer algo de miedo en ellos. Todo se trataba de Chaeyoung; de no salir lastimada en el proceso.

— Pero nosotras ya cruzamos un límite. Hemos tenido sexo. Tres veces —le recordó sin vergüenza y Chaeyoung esquivó su mirada, suspirando hacia un costado y humedeciendo sus labios— Y no puedo olvidar cómo me trataste luego. Actuaste como una esposa enamorada realmente.

— No soy una esposa enamorada realmente.

— ¡Eso ya lo sé! —No, no lo sabía y escuchar eso solo la molestó. Porque sí, tal vez Chaeyoung no estaba enamorada de ella, aún, pero no podía negarse la castaña a si misma los abrazos que le daba antes de dormir. Cuando ella ya estaba dormida y despertaba por causa de ellos— Pero solo quiero encontrar una respuesta a tu forma de ser.

— Solo soy así. No puedes flaquear en este trabajo.

— No me refiero a eso la cortó ella entre dientes solo quiero saber si sientes algo por mí. No eres una esposa enamorada realmente pero actúas como ella dentro de nuestra casa. Y ambas sabemos que nuestro trabajo se debe realizar afuera de esas cuatro paredes —se cruzó de brazos y quiso alejarse de ella, pero Chaeyoung elevó sus piernas y las pegó a su espalda, reteniéndola y observándola antes de hablar.

— ¿Qué quieres saber exactamente?

— Solo si sientes algo por mí. Algo que no sentías los primeros días, cuando apenas nos conocíamos.

— No lo sé ―susurró finalmente la castaña— ¿Por qué me preguntas esto? No quiero hablar de esto ¿Por qué no me dices tú si sientes algo por mi? —su tono de voz había cambiado y sonaba frustrada y ella lo estaba aún más. Estaba furiosa y esta vez Chaeyoung no pudo detenerla; se puso de pie y se detuvo frente a ella, separando sus brazos y moviéndolos para demostrar su enojo.

— ¿Quieres saber si me pasa algo contigo, señorita que se cree la madura entre las dos? ¿Qué quería que actuáramos acorde a nuestra edad? ¡Sí! Me gustas, me pareces jodidamente hermosa ¿lo recuerdas? —ironizó, repitiendo aquellas palabras de Chaeyoung antes del primer beso que cambió todo, antes de la primera vez que la sintiera correrse en ella— Y tampoco sé si estoy enamorada ¡Quizás lo esté! Es más ¡lo estoy! Porque nunca me había sentido así. Me gustas y estoy enamorada de ti ¿Contenta?

No esperó respuesta ni la vió por última vez; Mina dio media vuelta y caminó asintiendo sus pasos hacia el interior de la casa. Atravesó la puerta y miró por sobre su hombro a Chaeyoung aún sentada en el césped, con sus brazos hacia atrás y descansando como si sus palabra no hubiesen hecho ni el mínimo efecto en ella.

Le dio un último golpe de pie al piso y corrió escaleras arriba, ignorando las miradas de Olivia y Beom-gyu desde el sillón por interrumpir su película.

Ingresó a su cuarto y cerró con un fuerte portazo antes de echarse a la cama y sentir ese leve rebote cuando la ira invade el cuerpo. Enredó las manos en su cabello y ahogó un grito hacia el techo; tenía ganas de odiar a Chaeyoung, odiarla solo un minuto hasta que esa molestia bajara.

Sabía que se iba a arrepentir, iba a lamentar al día siguiente verla a la cara luego de su declaración extraña de amor. Había actuado con impulso pero es que la castaña la orillaba a eso. Si no quería aclarar sus ideas o sentimientos como la adulta que creía que era, ella sí iba a hacerlo y acabaría con ese raro juego que llamaba relación.

Se tapó los ojos con su brazo derecho y trató de tranquilizarse; Chaeyoung entraría a dormir en unos minutos y no quería que la descubriera en ese estado. Porque ella misma se lo había provocado y todo terminaría a favor de la castaña, aumentando su ego y hundiendo las posibilidades de que volvieran a hablar de lo ocurrido.

La escuchó ordenarles a los niños irse a sus habitaciones ya y que se durmieran cuanto antes. Lanzó un resoplido irónico, allí estaba de vuelta aquella Chaeyoung creyéndose la jefa de cada uno y decretando a su gusto. Ah pero iba a reclamárselo en cuanto ingresara y poco le importaba si la discusión terminaban escuchándola el resto de los vecinos.

Estúpida copa de vino que bebió con ella y estúpida noche que estaba acabando de la peor manera posible, pensó y de la nada un sollozo escapó de su boca. Si esto quería Chaeyoung esto serían: dos esposas no enamoradas realmente.

Oyó el picaporte y luego la puerta cerrarse. Y una pasada de llaves.

No escuchó los pasos de Chaeyoung ni su voz y tampoco quería hacerlo en ese momento. Sintió solo sus manos posarse sobre sus muslos y finalmente expulsó una bocanada de aire. Estaba acariciándola, con cautela sus dedos apenas rozaban su piel. Pero era una sensación que no podía ignorar y su cuerpo mucho menos.

— ¿Qué haces? —le preguntó por lo bajo pero no se movió. Fue consciente de que su respiración estaba aumentando al igual que las caricias. Los dedos de la castaña se colaron bajo su vestido y sus manos tibias la tocaron con total dedicación.

Con lentitud, Chaeyoung separó sus muslos y avanzó en el interior de ambos; llegando al borde de su ropa interior y regresando hasta sus rodillas. Repitió el acto tantas veces, que ella tuvo que morderse el brazo para no suspirar.

Su vestido se alzó hasta su cintura y sus piernas quedaron descubiertas, sintiendo su piel erizarse por el pequeño frío golpearlas. Sintió el peso de Chaeyoung sobre ella y su suavidad al alejarle el brazo, para que sus miradas se encontraran.

La observó y Chaeyoung a ella. Y le pareció ver una sonrisa solo en un momento fugaz.

— Oh, Chaeyoung —gimió cuando sintió sus labios posarse en su cuello. La castaña le dibujó un camino hasta su clavícula y de manera ruidosa; cada vez que se despegaba o se separaba de su piel, los besos sonaban sin temor a ser escuchados.

Era una sensación enloquecedora. Su boca estaba fría y olía al vino dulce aún pero su rostro ardía, las mejillas de Chaeyoung le pasaban calor a las de ella y de a poco la temperatura aumentaba en todo su cuerpo.

La sintió descender su cabeza y se oyó el resorte de la cama, molesto y nítido que ninguna le prestó atención. Chaeyoung besó su pecho y sus manos se perdieron tras su espalda, alejándola del colchón en un brusco movimiento para abrir el cierre de su vestido con rapidez. Los tirantes cayeron a un lado y Chaeyoung volvió al piso, de pie frente a ella para deslizarlo hasta quitarlo.

Estaba nerviosa, como nunca antes en sus encuentros, y le daba algo de vergüenza que Chaeyoung lo notara, que supiera que a pesar de todo estaba allí, a su merced y esperando porque avanzara.

La castaña regresó sobre ella y pasó una mano bajo su espalda, rodeando su cintura y arrastrándola hacia atrás, al centro de la cama. Estaba haciendo todo con calma y cual primera noche de luna de miel se tratara; y ella estaba desesperada. Cada vez que el aliento de Chaeyoung llegaba a su nariz, la desesperación aumentaba.

Sintió sus besos bajar desde su pecho hasta el inicio de su ropa interior. La miró pero Chaeyoung no. Arrodillada entre sus piernas, solo le reflejó una sonrisa triunfal y ella regresó su cabeza contra la cama.

Sintió que quitó su braga y se tapó la cara para ahogar un grito. Estaba desnuda frente a Chaeyoung nuevamente pero sobre la cama que compartían; y sentía que, a diferencia de la ducha, un lugar así hacía todo menos sexual y más amoroso.

La castaña se inclinó hasta su entrepierna y sin aviso pasó su lengua a lo largo de su vagina. Gimió, arrojó aire y juntó más al morder sus labios e intentar retenerlo.

— No te reprimas —le dijo Chaeyoung con la voz ronca. No sabía si estaba tan excitada como ella y que estuviera desesperada no significaba que iba a demostrarlo.

— ¡Dios, Chaeyoung! —no pudo evitarlo cuando la castaña se lo demostró. Se irguió y pegó su miembro duro y esperando contra ella, antes de regresar y comenzar a jugar con sus labios inferiores.

Oía la lengua de Chaeyoung chocar contra sus flujos y separarlos de ella antes de ingresarlos a su boca; estaba probándola. No podía verla pero lo imaginaba y más se mojaba.

Puso una mano en su cabeza y la presionó contra ella. La rodeó con sus piernas y sus talones golpearon la espalda de Chaeyoung, que aumentaba la velocidad de sus movimientos y su cabeza se movía con rapidez. Estaba estremeciéndose sin ser consciente de la fuerza que ejercía en el agarre.

Golpeó con su puño el colchón cuando Chaeyoung chupó su clítoris y tiró de el antes de morderlo. Lo llevó a su boca y escuchó aquel sonido cual bebé con chupetón se tratara.

Sus caderas se elevaron y no pudo controlarse, gritó y continuó gimiendo mientras la lengua de Chaeyoung no salía de su interior. Tomó una mano de la castaña y la dejó sobre su seno, Chaeyoung apretó y estrujó su pezón sin consideración alguna.

— No te separes —le ordenó la castaña cuando intentó alejarla porque estaba al borde del orgasmo. Enredó nuevamente sus dedos en el cabello castaño y de un golpe la pegó a ella otra vez: los primeros espasmos la debilitaron y cayó totalmente exaltada sobre la cama.

Su boca titubeó y sus dientes se golpearon al sentir como Chaeyoung probaba sus líquidos y los tragaba con el mayor de los deseos.

Pasaron unos minutos para que la castaña se separara y ella se pasara una mano por la cara, secando su sudor pero esquivando su mirada. Consideraba que lo que acababa de pasar ya borraba cualquier límite y ponía uno nuevo. Imposible de superar.

— Abre los ojos, Mina —le costó mantenerlos abiertos pero lo hizo. La vió quitarse su camisa por sobre su cabeza y desprender su pantalón. Se adelantó y estiró su mano hacia la mesa de luz, hurgando en el cajón y encontrando un condón.

— Solo queda uno —susurró antes de abrirlo y oír el gruñido de Chaeyoung.

Ya estaba desnuda y abriendo sus piernas cuando ella se acercó y tomó su pene erecto con una de sus manos. Chaeyoung echó su cabeza hacia atrás y gimió sin pudor. Apretó con su pulgar la punta y algo de líquido pre seminal comenzó a salir. Sonrió, le puso el condón a lo largo y regresó a la cama.

Separó sus muslos y la encerró entre sus piernas cuando Chaeyoung se acomodó entre ellas. Estaban tan excitadas y ella lo suficientemente húmeda que no sintió incomodidad ni esperaron nada más.

Las embestidas fueron seguidas, fuertes y ruidosas. Sus pieles chocando, sus gemidos aumentando y sus gritos se mezclaron en la habitación. Cuando un segundo orgasmo iba a sorprenderla, Chaeyoung se detuvo y ella abrió los ojos, reclamándole con la mirada.

— Voltea ―le ordenó pero ella misma lo hizo. La castaña la sujetó y la acomodó boca abajo, acomodándose sobre ella y entrelazando sus manos cerca del respaldar.

La penetración fue más profunda, más placentera y tocaba aquel punto del que ya no podía pasar. No iba a pasar mucho tiempo antes de que las dos se corrieran conjuntamente.

— ¿Mina? —insistió Chaeyoung llegando a su oreja. Golpeó sus caderas hacia atrás en respuesta y la rubia mordió su hombro— ¿Es tarde ya para responderte?

— ¿De qué hablas?

— Si —respondió Chaeyoung, con una violenta embestida y sintiendo el orgasmo de Mina rodear su miembro— me gustas —le aseguró antes de buscar su boca y besarla para demostrárselo.

Era la segunda semana del tercer mes juntos cuando Chaeyoung firmó un contrato válido con Taehyung. Ella le proporcionaría productos de su fábrica y él aseguró que serían la novedad de la cadena de su supermercado.

Ella le había dado distintos contactos para que él se cerciorara de que el negocio funcionaría, distintos compradores que tenía como sus clientes y adquiridos a lo largo de los años. Del otro lado de cada llamada telefónica, Namjoon y un equipo de trabajo se encargaban de responder las dudas de Taehyung.

Ahora tenía que preparar algo más grande, en dos semanas cobraría el primer cheque de los productos y, recordando la poca inteligencia de Taehyung, quería acumularle distintas ofertas con las cuales no pudiese decidirse y terminaba comprando más de una.

Chaeyoung se acomodó en la silla y golpeó el bolígrafo contra la mesa, la hoja aún estaba en blanco y ninguna idea cruzaba por su mente. Tal vez por la hora, eran más de las cuatro de la tarde y el calor no ayudaba mucho.

Sonrió cuando algo llegó a formarse en su mente y volteó a ver con molestia cuando un ruido ahuyentó la idea. Olivia llegaba a la cocina corriendo y se detenía frente a ella con Oliver en brazos.

— Bájalo ya, Olivia. No es un cachorro —le dijo pero la niña negó con su cabeza.

— Lo es.

— Pues está muy gordo para serlo.

— Solo come un poco de todo ¡Chaeyoung! No lo molestes... ¿qué haces?

— Tareas ¿no tendrías tú que estar haciendo lo mismo? —le reclamó, acercando su bolígrafo a la hoja e intentando escribir algo.

— ¿Tareas? ¿Qué tareas?

— Tareas —repitió Chaeyoung entre dientes, observándola pararse a su lado y con Oliver moviéndose de un lado a otro— Asuntos de mi trabajo.

— Nuestro —le recordó la niña con algo de grandeza y ella rodó los ojos.

— Aja, nuestro ¿Necesitabas algo?

— Nada, solo que estoy aburrida y Beom-gyu aún no llega ¿a qué hora llegan?

— El entrenamiento termina a las cuatro y media Olivia.

— Si, Olivia, si. Pueden ir, solo...quiero concentrarme en esto ¿si?

— Dime qué es, puedo ayudarte.

— Lo dudo.

— Pues te sacarás de la duda si me lo dices —insistió la niña y ella lanzó un resoplido; pero estiró su brazo y le tendió una silla para que se acomodara a su lado.

— Está bien. Quiero que Taehyung no deje de interesarse en mis productos, que compre y continúe comprando distintas variedades e invierta más de lo que creyó en ellos ¿entiendes?

— Totalmente, que no tengo cinco años, Chaeyoung —le recordó Olivia, antes de arrebatarle la hoja y el bolígrafo para escribir— Deberías inventar algún producto en especial con los cereales. No lo sé, una barra, un alfajor o algo dulce que los niños consuman. Y Beom-gyu y yo nos encargaríamos de llevarlos al colegio y hacer correr la voz ―agregó, mordiendo su labio pensativa y escribiendo con velocidad— Hee Seung está dentro del equipo, Mina podría llevar el producto y allí obligarlos a que lo compren, como parte de su dieta. Pero distintos productos y armar una pequeña empresa pero a lo grande ¿qué dices?

— Que eres una maldita niña genio —susurró con sus ojos abiertos y parpadeando al salir de su asombro— Eso es genial. De igual manera —la cortó cuando sonrió con victoria— lo del producto que Mina propondría como dieta ya era mi idea.

— Ay por favor, cierra la boca —terminó la niña al abandonar su lugar y acercarse a la mesa, observando por la pequeña ventana la llegada de Beom-gyu y Mina— Iré afuera ¡cuida a Oliver! —le ordenó al correr hacia la puerta luego de dejar el perro sobre sus piernas.

— No me mires así y bájate —le susurró al cachorro pero él acomodó sus patas sobre sus hombros y paso su lengua con rapidez en todo su rostro— Ya, ya ¡Oliver! —intentó sujetarlo pero mientras más pretendía alejarlo, más se movía y continuaba lamiendo su cara— Dios santo, estás gordo, muy gordo. No habrá más comida después de las cinco para ti.

— ¿Estás hablándole a quién creo estás hablándole? —se detuvo con brusquedad y se aclaró la garganta antes de removerse en la silla y voltear a verla; Mina estaba con sus brazos cruzados, contra la pared y con su ceja levantada. Y sudada, le encantaba verla llegar de esa manera luego de cada entrenamiento

— Solo... sácalo de aquí ―le pidió, estirando el cachorro hacia ella y Mina lo tomó sin problemas. Chaeyoung gesticuló con asco al verla recibir sus lamidas sin problemas y notar los besos de la rubia sobre el hocico del perro— Mina, no hagas eso.

— ¿Y por qué no? A él le gustan.

— Pero a mi no.

— Está dándomelos a mi, no a ti.

— Dije que no me gusta.

— ¿Y qué con eso? —inquirió la rubia entre bromas, bajando a Oliver finalmente y observándolo correr hacia el living.

— Que no me gusta, Mina. No es muy difícil de entender.

— Pues la verdad que sí, no entiendo — aseguró la rubia y Chaeyoung le dedicó una mirada con obviedad. Por supuesto que lo entendía, solo que quería oír palabra por palabra lo que solía decirle― ¿Puedes explicarte? —lanzó un suspiro molesta y arrojó la hoja sobre la mesa, recostándose luego contra la silla antes de responderle.

— No voy a besarte con ese olor a perro. Huele horrible —la oyó lanzar una carcajada y tomarse el abdomen por ello. Rodó los ojos y se cruzó de brazos a esperar que terminara.

— Solo huele a leche. Toma eso después de todo.

— No estaría tan gordo si solo se alimentara de eso.

— Bueno ya, deja a Oliver en paz... ¿qué hacías? —iba a responderle. Había tomado su hoja nuevamente pero la rubia rodeó su rostro con las manos y tiró de ella para besarla. Olvidó el cachorro, los besos que le había robado a Mina y el supuesto olor que dejaba en ella; y le respondió con más ansias. Abrió su boca, sus lenguas se juntaron y se sorprendió que fuera ella por primera vez quien se separara, porque el aire le faltaba y Mina no parecía notarlo.

— Ideas, planes —balbuceó aún desconcertada— y esas cosas... ¿qué tal el entrenamiento?

— Que bueno que lo preguntas y hablas de trabajo. Pasó algo raro hoy —se aclaró la garganta al oír la preocupación en Mina y se puso de pie, siguiéndola cuando se recostó contra la mesada a beber un vaso con agua.

— ¿Qué sucedió?

— Somi.

— ¿Y ahora qué?

— Tiene mi número de teléfono —soltó Mina sin anestesia y ella entrecerró los ojos. Ella misma hacía poco más de un mes que lo había obtenido también.

— ¿Cómo demonios llegó hasta ella?

— No lo sé. Pero le dije que el mío había sufrido un pequeño accidente, que no lo llevaba en el momento y le pedí el suyo con el propósito de una foto para los niños. Beom-gyu le insistió y los demás lo apoyaron, entonces cedió.

— Al punto, Mina.

— Hurgué con rapidez entre su lista de llamada y contactos. Y allí aparecí. Pero no bajo mi nombre, estoy agendado como un signo de interrogación. Mi número aparece en su pantalla como ese nombre.

— ¿Quién demonios es esa mujer y por qué está detrás de ti? Porque está detrás de ti ¿lo has notado? De todas las maneras posibles —golpeó el frío mármol de la mesada y se pasó una mano por la cara. Se inclinó hasta la ventanilla y observó hacia afuera, cerrando la cortina al descubrir a JiSung podando sus plantas.

— Hay algo más —murmuró la rubia.

— ¿Más? ¿Algo más? —estaba desconcertada, estaba molesta y cualquier otro dato que Mina aportara solo le generaría el total odio hacia Somi.

— Entre sus fotografías, había una carpeta sin nombre pero ocupada con algunas, pocas.

— Ajá ¿y?

— Ella tomó una desde una revista. Aquella que me fotografiaba cuando fingí un romance con ese actor.

— Qué mierda... ¿estás segura?

— Sería un poco estúpido no reconocerme a mi misma.

— No entiendo nada, Mina ¿por qué tendría ella eso?

— No lo sé pero propongo algo. Si ella conoce de mi pasado es porque algo busca. Entonces averigüemos el de ella.

— No hay manera de hacerlo. No hay registro con su nombre.

— Tú hablaras con Taehyung, quítale información de a poco. Me encargaré de JiSung y Jennie. Si los datos no coinciden, entonces algo oculta.

— Algo oculta, Mina —Regla número 21 de su trabajo: siempre tienes la razón. Incluso si se demuestra lo contrario.

— Y eso averiguaremos. Qué oculta... ¿es un buen plan? —le preguntó con dudas y sonrojada por lo que la estrechó entre sus brazos y la pegó a su pecho.

— Es un muy buen plan y lo único que podemos hacer por ahora —le aseguró ella, alejándola apenas para dejarle un beso en lo labios muy inteligente. Esa es mi chica.

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