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Capítulo XVII: Dos copas y una vela

Le había hecho el amor bajo la ducha. Había buscado su bata luego y había caminado a su lado, rodeando sus hombros para mantenerla pegada a ella. Había abierto la puerta de su cuarto, también, y le había dado paso primera para ingresar. Había apagado la luz, cerrado la puerta y había caminado hasta ella, para detenerse contra su cuerpo, desnudarla nuevamente y volverla a besar.

La había recostado en la cama con cuidado, apoyando su brazo primero y se había mecido sobre ella; sin necesidad de un roce sexual ni en busca de calor, solo en un gesto de cariño que la hizo morder sus labios durante cada segundo que duró.

Y la había invitado a una cita. O algo así.

Chaeyoung hizo todo eso cuando salieron del baño media hora después de su segundo orgasmo compartido y, a ella, le había parecido todo un solo acto bondadoso de amor ¿Podía llegar a enamorarse de ella? Posiblemente; y es que Chaeyoung tenía toda las de ganar: era delicada, su voz ronca contra su oído para gemir y sus caricias en todo momento, la hacían sentir especial.

Se acomodó contra ella, con sus codos flexionados contra su pecho y la castaña le rodeó la cadera, escondiéndose en su cuello para conciliar el sueño.

Respiraba rítmicamente sobre su piel y la sensación la obligó a cerrar sus ojos; estaba cansada, sí pero quería oler un poco más el aroma a vainilla que el cuerpo de Chaeyoung desprendía.

Sintiendo las últimas caricias en su cintura, le susurró por lo bajo un buenas noches que Chaeyoung no respondió. Solo sonrió contra su piel y se pegó más a ella.

— ¿Cómo me veo? —preguntó Mina, girando sobre sus talones y haciendo bailar un vestido color rojo. Chaeyoung sonrió como si de la respuesta se tratara y se acercó a ella, para acomodarle un pequeño mechón de cabello tras su oreja.

— Hermosa —le aseguró antes de acariciar su mejilla e inclinarse para dejarle un beso en los labios— ¿Estás nerviosa?

— Un poco. Es una cena con Mark.

— Todo saldrá bien. Solo recuerda lo que ensayamos ¿si? No será la única que esté en el lugar ¿bajamos?

— ¿Mina? —se coló Beom-gyu al abrir la puerta de la habitación y asomar su cabeza— guao, estás preciosa —le dijo al guiñarle un ojo y Chaeyoung intercaló su mirada en ambos, sorprendida.

— ¿Disculpa?

— No es mi mamá realmente, puedo decírselo cuantas veces quiera...están comenzando a llegar ¿pueden bajar?

— Ahora vamos —le dijo Chaeyoung— Ey, Beom-gyu —lo detuvo cuando él intento marcharse— llama a tu hermana, solo serán unos segundos.

— ¿A Olivia? —preguntó él confuso.

— Pues si, ella es tu hermana. Rápido, no tenemos mucho tiempo apenas dos minutos se tardó en regresar con la niña, con un vestido color pastel y una trenza que ella misma se peinó.

Chaeyoung los hizo pasar, al medio de la habitación y cerró la puerta un momento.

— Bien, esto es como...el tercer paso que damos en equipo y una presentación oficial de los cuatro juntos. Nunca he trabajado en compañía tan grande pero...me agrada mucho hacerlo por primera vez con ustedes. Son unos niños inteligentes —les dijo a ambos y Olivia se cruzó de brazos, ladeando su cabeza y demostrando poco interés.

— No tienes que hacer esto.

— Olivia —murmuró Mina— solo debemos ser una familia. No debería costarnos tanto.

— Bien —interfirió Chaeyoung nuevamente— deberíamos ponerle nombre a nuestro equipo —propuso pero todos rodaron los ojos— bien, bien, no nombre —se rindió al estirar su brazo y abrir la palma de su mano en medio de los cuatro— pero esto si ¿cierto?

El resto solo la vió con algo de rareza pero sonrió cuando vió las otras sonrisas iguales. Mina acomodó una mano sobre la de ella, Beom-gyu encimó la de él y Olivia, con algo de molestia fingida, finalizó la unión y elevaron sus brazos a la vez en un pequeño ritual para darse ánimos.

Chaeyoung sacudió el cabello de Beom-gyu y rodeó la cintura de Mina para abandonar la habitación.

Bajaron los cuatro juntos y Beom-gyu fue el primero a correr a la puerta, tras la insistencia de quién tocaba el timbre. Chaeyoung sintió a la rubia alejarse, junto con Olivia hacia la cocina, para ultimar detalles y siguió al niño.

— Mamá —la llamó Beom-gyu justo cuando se detenía tras él. Ella le sonrió a la familia de Taehyung y estiró su brazo, saludándolos animadamente e invitándolos a pasar.

Taehyung había propuesto una cena, algo más tranquilo de la última reunión compartida y allí estaban ahora; en su casa y esperando por algunos vecinos más.

Jennie la saludó y se encaminó a la cocina luego de preguntar por Mina. A diferencia de Somi, la mujer le caía algo mejor. Tal vez porque estaba casada y se notaba a kilómetros su amor hacia Taehyung o solo porque se notaba aún más su interés en la rubia solo amistoso.

Apretó su mano con Taehyung y él pasó a su lado luego.

Ella tomó el picaporte para cerrar, pero el automóvil de Mark estacionó a unos metros y entrecerró los ojos: Somi viajaba en el asiento copiloto. Recordó que Somi estaría allí también porque Jennie lo creyó conveniente para organizar más detalles sobre el equipo de fútbol infantil. Y Mina estaba entusiasmada por lo que ella no pudo negarle la invitación.

Se aclaró la garganta y se irguió mientras los observaba acercarse. No parecían muy cercanos ni muy distantes o desconocidos, tal vez por eso llegaron juntos. Hee Seung bajó del asiento trasero y gesticuló una sonrisa al verlo frente a ella.

— ¿Está Beom-gyu? — le preguntó con algo de ansiedad y ella asintió con ánimos. Acortando la distancia, Mark llegó hasta él y le reclamó la falta de saludo— Lo siento. Hola, señora Chaeyoung ¿está Beom-gyu?

— Adentro, pasa Hee Seung — palmeó su espalda con diversión y estiró su brazo hacia el hombre, sorprendiéndose gratamente cuando, tras hacer lo mismo con Somi, el la saludó y agregó dos besos. Uno en cada mejilla— Adelante, están en su casa.

Su mirada de reojo chocó contra la de Somi y se mordió el labio al notar su sonrisa sarcástica al alejarse. Por supuesto, solo estaba allí para hacerla sentir incómoda también.

Se acomodó el cabello al ver a JiSung salir de su casa de la mano de su esposo y los esperó un momento; les había comentado de la reunión por la mañana y al chico no le hacía gracia faltar a ese tipo de cosas. Porque era un chismoso, según ella.

Se adentró a la casa y finalmente tras ellos pasó las dos vueltas de llave.

— ¿Puedes ayudarme con esto, cariño? — le preguntó Mina al ingresar a la cocina y sosteniendo dos platos. Tomó ambos y le dejó un rápido beso en los labios antes de acomodarlos en la mesa.

— Esto se ve delicioso —acotó Taehyung, inclinándose a observar la cena— ¿Es lomo?

— Glaseado con mostaza y miel —dijo Mina dejando un plato en cada lugar y papas horneadas. Salpicadas.

— Todo es trabajo de Mina —aseguró Chaeyoung, tomando una botella de vino tinto y buscando algo entre los cajones para abrirla— Creo que si no me hubiese casado con ella, sería una cliente frecuente de McDonald's.

— Seríamos dos, entonces ―agregó Taehyung señalándola.

— Y si no estuvieras casada conmigo, le pagarías a un jardinero para que pode el césped, tendrías una empleada para que lave y planche tu ropa y la casa jamás estaría limpia —bromeó la rubia pasando frente a ella y acomodando el último plato. El de Chaeyoung, en la punta de la mesa como la líder de la familia.

— Serían dos, entonces —repitió Jennie señalando a su esposo y sonriéndole a Mina con complicidad. Chaeyoung rió y sacudió la cabeza, en otro tiempo esa broma no le hubiese parecido nada divertida. Pero el tono de voz de la rubia no le molestaba y, por el contrario, la hacía sentir en un ambiente fresco y habitual.

Dejó la botella en medio de la mesa y retuvo a la rubia cuando intentó llegar a su silla. La abrazó desde atrás y le dejó una caricia en su cuello, con su nariz y se separó al sentirla estremecerse. Quería eso a decir verdad, notarla ansiosa y desesperada para cuando esa reunión acabara.

Podría haberlo preparado para otro tipo de ocasión, tal vez, pero habían pasado cuatro días desde que se lo había pedido y no quería alargar más el tiempo. Ella misma se estaba comenzando a frustrar por tener que prolongarlo tanto.

Alejó la silla de Mina, a la izquierda de su lugar, y observó a los niños acomodarse seguidos a la rubia antes de sentarse. Los demás se habían dispersado en el resto de la mesa y les dedicó una rápida mirada luego de dejar la servilleta en su muslo.

— Mamá ¿puedo dar las gracias? —Lo había olvidado momentáneamente pero no había una sola comida en que Beom-gyu no le preguntara lo mismo. Aunque mientras estuviesen solos, siempre se lo preguntaba a Mina. Los demás la observaron con rareza a excepción de Jennie, que juntó sus manos sobre la mesa y le sonreía al niño esperando porque empezara.

— Claro, cariño. Hazlo —lo incentivó ella y pudo sentir la mano de Mina en su pierna, a modo de agradecimiento.

Todos se silenciaron y Beom-gyu pronunció palabras sin temor ni vergüenza. Terminó y ella le guiñó un ojo, antes de tomar sus cubiertos.

— Es un gesto adorablemente hermoso que le hayan enseñado eso a su hijo — dijo JiSung Cuando comencemos con nuestra familia, le enseñaré lo mismo a los nuestros agregó al recostarse contra su esposo unos segundos.

— Eso es una pérdida de tiempo, en realidad —intervino Mark tomando de su copa de vino— quiero creer que la comida que come cada día tu hijo se la das tú y que la provees como fruto del esfuerzo en tu trabajo.

— Tío —murmuró Taehyung.

— En realidad así es —aseguró Chaeyoung— pero si mi hijo cree que ese trabajo viene por la ayuda de alguien más, no puedo hacer que deje de creerlo.

— Tú tienes tu trabajo por tu experiencia e inteligencia —continuó Mark— ¿o crees que hay una persona exactamente igual a ti? No, no la hay, déjame responder por ti. Porque cada uno no es diferente simplemente porque alguien así nos creó. Tú eres diferente a mí porque tu inteligencia te hace superior o inferior. Nada más.

— Claro —dijo la castaña por lo bajo, fingiendo una de sus sonrisas pensaré en tu idea.

— No te preocupes, Chaeyoung —la incentivó Jennie— solo está bromeando.

— No estoy bromeando —aseguró Mark.

— Jennie me dijo que tienes una fábrica —intervino Taehyung, zanjando el tema de una vez— y de productos integrales. Eso es fantástico.

— Bueno, el campo era de mi padre y él trabajaba otro tipo de verduras; llega un momento en que debes cambiar el cultivo para que la tierra no envejezca ni se gaste. A Mina le pareció una buena idea hacer algo distinto, como el trigo y realmente ha sido un buen negocio.

— Pero ella dijo que tú ya trabajabas el campo mucho antes de conocerla —la cortó Somi.

— Y así es, solo que para aquel entonces trabajaba las verduras ¿Cuánto llevábamos juntas cariño, desde esa idea?

— Unos cinco años —respondió Mina antes de llevar el tenedor a su boca.

— Cinco años, si —agregó Chaeyoung con una sonrisa— Desde allí que manejamos los cereales. Además a Mina le gusta el deporte, las dietas y esas cosas. Ha sido una buena inversión en todo sentido.

— Pues creo que sería buena idea algo así en nuestra cadena de supermercados tío ¿no te parece? —le preguntó Taehyung a Mark, que apenas había probado bocado y solo se limitaba a observarlo y a Chaeyoung.

— Sí, tal vez lo sea.

— ¡Eso sería fantástico! —acotó JiSung en un ligero aplauso— tengo alumnos de ballet.

— Son alumnos de mi hermana —lo corrigió su esposo.

— Somos familia, MinHo, todo queda entre nosotros. En fin, manejamos casi 20 jóvenes y ella quiere mantenerlos bajo una...estricta y necesitada dieta. Si ustedes comenzaran a manejar esos productos aquí, nos ahorrarían muchas cosas. En Santa Bárbara nunca hubo de eso —terminó él y Chaeyoung y Mina voltearon a verse. Regla número 19 de su trabajo: todo negocio nuevo, traerá consigo otros más pequeños. Aférrate a ellos como al objetivo y el dinero será aún mayor.

— Bueno. Mina me había hablado de algo similar también. Con los niños del equipo de futbol ¿cierto, cariño?

— Creo para que rindan dentro del campo de juego, deben comenzar desde afuera —aclaró la rubia con un ligero sonrojo en sus mejillas— Cada entrenador, de cualquier lugar dónde radique su equipo, los obliga a mantenerse...

— Sé cómo es eso, niña —la cortó Mark— he sido entrenador de un equipo de fútbol en mi juventud y los he hecho tomar unos asquerosos zumos verdes hasta verlos vomitar si el peso no era el ideal. Cada gota de sudor será recompensado al final. Me gusta tu pensamiento —la señaló Mark y Chaeyoung sonrió mentalmente— son ambiciosas, ambas y eso me gusta.

— Pues —murmuró Mina— aún nos hace falta un miembro más. El reglamento especifica seis jugadores en la cancha con cinco posibles suplentes. Así que por ahora veo esa ambición un poco lejos.

— ¿Solo uno? —preguntó Jennie con algo de tristeza, ella la había incentivado después de todo para llevar esa idea a cabo.

— Si mis cálculos no me fallan...Somi lleva la cuenta en su planilla.

— Solo uno, sí. Mina tiene razón —agregó la chica.

— Hee Seung ¿a ti no te gusta el futbol? —le preguntó Taehyung y el chico negó tímidamente con su cabeza— pero es divertido ¡Y es deporte de hombre!

— Taehyung, no lo obligues —se coló Jennie.

— Pero sería divertido. A él le gusta ir a ver los entrenamientos contigo. Además, todos sus compañeros están allí ¿cierto?

— Cierto —lo apoyó Somi— algunos niños de su salón están allí también.

— Vamos tío, tú siempre has querido que practique algún deporte. Y él dieta; incentívalo, vamos. ya lleva una

— Acompaña a Jennie a los entrenamientos, si él lo desea podría ingresar ¿verdad? —preguntó Mark mirando a Mina y ella asintió rápidamente.

— Tal vez podría usar tu viejo equipo deportivo —propuso Hee Seung alzando sus hombros hacia Taehyung.

— Es muy divertido, Hee Seung —dijo Beom-gyu, moviendo sus brazos y gesticulando con más emoción de la que debería— verás que no te pasará nada y compartiremos mucho tiempo juntos ¡Oh y podemos ir por un helado al final de cada entrenamiento!

— ¡Si, de chocolate! —agregó Hee Seung ya encantado al imaginarse la situación

— Además, a mis amigas les gustan los niños que juegan fútbol —aportó Olivia un dato sugerente solo para que los niños lo oyeran.

— Y podremos entrenar en el patio de casa ¡seremos los mejores! —siguió Beom-gyu, intentando convencer al niño en ese momento— ¡Y tú podrías ser el capitán!

— ¿Yo el capitán? —se señaló a si mismo Hee Seung, sorprendido pero ilusionado.

— ¡Por supuesto! ¿Cierto mamá que puede serlo?

— Claro que si, hijo —respondió Mina— Mientras más entrenen, mejores serán y Hee Seung podría usar la cinta de capitán...Entonces ¿te gustaría ser parte del equipo? —le preguntó Mina, buscando el muslo de Chaeyoung con su mano.

— ¡Si! ¿Puedo papá? —Chaeyoung estiró su mano y la entrelazó con la de la rubia al ver la respuesta de Mark. Sonrió de medio lado y una frase triunfal se dibujó en sus pensamientos.

Jaque, pensó cuando Mina volteó a tomar su copa de agua y le dedicó una rápida mirada.

Mark parecía tan contento, como inocente, que el resto de la cena pasó sin otro tipo de sus intervenciones altercadas.

No hay momento en el que seamos más sinceros que durante la noche.

Mina elevó sus piernas y las abrazó luego de acomodarse contra el único árbol del patio. Recordó aquellas palabras que su padre le dijo la noche de su graduación, cuando ella recibió la carta de ingreso a al Universidad y una negación estaba inscripta en la misma.

Gritó, rompió el papel e insultó el lugar como si alguien más allá de ellos pudieran escucharla. Su futuro se había desmoronado tan fácilmente que ya no quería otro. Creyó que recibirá palabras de molestia o defraudación por parte de sus padres pero sucedió lo contrario. Taeyang le dijo aquello a modo de apoyo.

— ¿Estás aquí? —le preguntó Chaeyoung, agitando una mano frente a su rostro antes de sentarse frente a ella— ¿En qué piensas? Mira que la cena fue un éxito —ella sonrió. Sí, lo había notado y los niños habían participado de una mejor manera por lo que ahora veían una película con helado a modo de premio.

— En nada ¿para qué me pediste que viniera? ¿Qué haremos aquí?

— Bueno...solo quiero tomar una copa de vino contigo —le respondió la castaña, mostrando dos copas de tras su espalda y una botella de la bebida en su otra mano.

— ¿Más vino? Tendrás que llevarme a la cama luego, no podré caminar con tanto alcohol que tomé hoy.

— Será un placer para mí ―aseguró Chaeyoung, quitando una vela blanca y alta del bolsillo de su chaqueta y acomodándola en un pequeño hoyo a un costado de ambas pero en suficiente distancia para iluminarles el rostro. La encendió con algo de dificultad y sirvió ambas copas luego— Vamos, bebe —le insistió cuando la rubia negó al ver su brazo estirado, ofreciéndola— Vamos, Mina ¿tengo que pedírtelo? He visto cómo degustabas el vino en la mesa.

— Si, tendrás que pedírmelo jugó la rubia —allí dentro lo hacía por una razón.

— Está bien, entonces me beberé las dos copas sola.

— ¡No puedes hacer eso! No podré llevarte adentro, pesas más que yo.

— ¡Ay, por favor! Solo soy un poco más alta, nada más.

— Llevas un peso extra —bromeó Mina, señalando su entrepierna y Chaeyoung bebió un sorbo con rapidez para ahogar su risa— A ver, a ver, dame mi copa que de verdad no pienso cargarte... ¿Crees que todo esto está encaminándose?

— ¿Nuestro plan? —ella asintió, moviendo la copa entre sus dedos antes de beber un trago largo— lo de la cena fue el punto exacto que necesitábamos para avanzar. Ahora solo debemos darle tiempo a lo demás y, en el momento indicado, el ataque final —Asintió y le sonrió con calidez. Cuando Chaeyoung hablaba con total habilidad y sin temor, se generaba en ella la seguridad que terminaba necesitando para creerlo todo.

— Y luego nuestras vidas retomarán su acostumbrado camino. Tal vez nunca más nos volvamos a ver.

Un pequeño aire del viento apagó la vela y todo alrededor de ellas se iluminó por la lejana luz de luna. Chaeyoung llenó nuevamente su copa y se estiró a servir la de ella. Bebieron al mismo tiempo y bajo el mismo ritmo; lento, pausado y disfrutando el sabor mientras se observaban.

Ella cerró un momento sus ojos y los apretó antes de abrirlos y parpadear varias veces: estaba algo mareada y una leve punzada comenzó a golpear su cabeza. La cena había terminado casi media hora atrás y no había comido mucho tampoco.

— Sana ¿estás bien? —echó su mirada al cielo y sacudió la cabeza varias veces. Ahora sí.

— Solo fue un momento —le respondió y la castaña lanzó un resoplido— ¿Qué?

— Es solo vino, no puede hacerte daño.

— He dicho que estoy bien. Y si puede hacerme daño.

— Esta bien, está bien. No pretendo hacerte enojar.

— Chaeyoung —murmuró ella repasando sus propios brazos— tengo frio ya ¿podemos entrar?

— Ven aquí —la llamó la castaña y Mina solo la miró un segundo. Apoyó sus manos a los costados de su cuerpo y se impulsó hacia arriba, caminando hacia la castaña y tomando la mano que ella le estiraba.

La jaló, la sentó sobre ella y la rodeó con total protección y calor que ahora temblaba solo de nervios, no más de frío. Sus rostros se rozaron y se inclinaron en lados contrarios, esperando por un solo movimiento para un beso.

Le rodeó el cuello y acarició su nuca mientras Chaeyoung dibujaba círculos en su cadera.

Le gustaba. Chaeyoung le gustaba y no tendría filtro en decírselo si la castaña llegaba a preguntárselo en ese momento. Estaba en esa etapa en que cientos de preguntas sobre la persona de la que posiblemente te sientas atraída, llenaban su conciencia y todas las respuestas eran la misma: "si".

— ¿Tú crees realmente que ya no volveremos a vernos? —le preguntó Chaeyoung con la voz ronca y ella se mordió el labio antes de responder.

— Es muy probable. Tú dejarás el negocio y yo me instalaré en uno nuevo. En otra ciudad, con otros niños, quizás. Y otra pareja ―la sintió apretar su cadera y juntó sus dientes por el dolor; su piel se estrujó dentro del puño que Chaeyoung pero no pudo reclamárselo.

— Si, tal vez —susurró la castaña casi sin aire y ella se aclaró garganta. Si quería hablar totalmente sincera con ella, debía aprovechar ese momento, antes de que acabara la noche para ambas.

— ¿Chaeyoung?

— ¿Ugh?

— ¿Te has enamorado de mi?

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