Capítulo XV: Luces
— Y esa es Chaeyoung luego de su graduación. Solía llevar ese chándal todos los días —dijo Mina y las risas femeninas estallaron dentro de su living.
— ¿Era parte de las porristas? —preguntó Jennie, al cambiar una página del álbum y encontrar una fotografía de la castaña al lado de una jovencita con un uniforme azul y blanco. Mina se inclinó hasta ella y observó la imagen, no recordaba que hubiesen hablado previamente de eso con Chaeyoung
— Oh, no, no, ella es...Tzuyu, si mal no recuerdo. Su mejor amiga del Instituto.
— ¿No estudiaron juntas? —preguntó Somi, estirándose hasta la mesa ratona a tomar un vaso de limonada.
— Solo en la Universidad pero distintas carreras. Allí nos conocimos.
— Oh si, Chaeyoung contó la historia en la reunión hecha en casa —recordó Jennie— tus libros cayeron y ella los alcanzó ¿no es eso lo más romántico del mundo? —le preguntó a Somi y la muchacha le sonrió con esfuerzo tras su vaso— Taehyung en cambio solo me invitó a una copa luego de su graduación. Compartíamos fraternidad pero como era la única no ebria esa noche, pues me tocó bailar con él. Que estaba demasiado tomado —agregó con algo de fastidio y haciendo reír a Mina.
— Si, Somi nos dijo que amaba el vino blanco —dijo la rubia. Jennie lanzó una carcajada al instante.
— ¡Lo odia! Solo vino tino para él — aseguró con inocencia, ignorando la mirada de Mina hacia Somi— pero ustedes llevaron vino tinto. No sabía que bromeabas sobre eso —le dijo a Somi, palmeando su muslo en un amistoso gesto.
— Tampoco sabía que bromeaba sobre eso —susurró Mina.
— Es pelirroja —continuó Jenna, describiendo con diversión el cabello de la amiga de Chaeyoung— mi abuelo solía decir que los pelirrojos son algo así como...muy divertidos, bromistas. Ya sabes...en fin ¿este es el álbum junto a los niños? —agregó al tomar otro y la rubia asintió, sonriendo y sentándose a su lado para mirarlo también— Oh pero mira esa carita ¿es Beom-gyu?
— Sí, él...él es un año mayor a Olivia — comenzó Mina, observando la fotografía del bebé. Los ojos color café, idénticos a los de ella a esa edad, sus pequeños pies sobresaliendo de un pañal y sus manos aferradas a un muñeco de goma, casi rozando su boca, la hicieron juntar sus labios, apretándolos para ahogar el nudo que se había formado en su garganta.
— Wow y Olivia tiene los ojos igual de profundos que los de Chaeyoung —le señaló Jennie otra imagen. La pequeña estaba dentro de una bañera color rosa y reía, seguramente porque disfrutaba el baño que estaban dándole. No lo sabía con exactitud porque el brazo que acompañaba la fotografía no era el de ella. Ni el de Chaeyoung— ¿dónde es está casa? ¿Vivian allí antes?
— Es de los padres de Chaeyoung. Tenían una pequeña casa de campo que nos dejaron usar el tiempo necesario. Chaeyoung consiguió un empleo fuera de la ciudad luego y allí nos mudamos. Y luego aquí —dijo Mina, sonriendo satisfecha de haber aprendido su guión con solo una lectora.
— ¿Y por qué se mudaron aquí? —preguntó Somi, acariciando la base de su vaso ya vacio y con seriedad. Mina se aclaró la garganta.
— Chaeyoung consideró que podíamos hacerlo. Ella estaba algo ya cansada de una ciudad grande y de las horas pesadas de su trabajo. Entonces me lo comentó y luego ambas a los niños y a todos nos pareció una idea agradable.
— ¿Y cómo sabían del lugar? —siguió Somi— mi padre es amigo de Heechul y por eso registraba Santa Bárbara, de alguna manera todos tenemos una conexión con alguien importante ¿Ustedes con quién?
— Con nadie —aseguró la rubia rápidamente— una amiga de Chaeyoung simplemente había vivido aquí tiempo atrás. Y el resto es papeleo más papeleo.
— ¿Una amiga? —insistió la chica— ¿Cómo es su nombre?
— Dahyun. Kim Dahyun, ya no vive aquí.
— No la recuerdo —murmuró por lo bajo Kyulkyung.
— Tampoco es que lleves años viviendo aquí —intervino Jennie, manteniendo siempre su dulzura y carisma al hablar— creo que si recuerdo su nombre y velozmente su rostro. Pero eso no importa ahora... ¿fotos de la boda? —preguntó emocionada, dejando a un lado el álbum de los niños y girando a ver a Mina. La rubia entreabrió la boca, balbuceando e intentando recordar por qué no había imágenes de ese tipo.
— Solo fue una pequeña ceremonia. El álbum aún lo tienen mis padres, se los pediré cuánto antes —respondió sin miedo y Jennie pareció conforme, asintiendo con su cabeza y poniéndose de pie.
— Bueno, debo irme ya. Taehyung tiene una cena de trabajo y debo llegar a horario. Ya saben, preparar su traje, mi vestido y la casa.
— Oh, claro. Me pasa con Chaeyoung, salimos de paseo si le busco la ropa, de lo contrario no haría nada ella —bromeó la rubia, golpeando accidentalmente su pie contra la mesa y arrojando una guía telefónica. Jennie detuvo su risa y se inclinó a tomarla, sujetando una tarjeta que se deslizó de ella.
— ¿Chaeyoung tiene una fábrica de cereal? — preguntó con interés, luego de leer con velocidad la pequeña tarjeta.
— Oh, si. Creí que te lo habíamos dicho — dijo Mina.
— Tal vez, siempre olvido las cosas. No soy buena con la memoria ―rió Jennie y la rubia la acompañó. Si su forma de ser no cambiaba durante los próximos meses, algunas cosas serían Taehyung de realizar— Pero es interesante, Luhan siempre intenta formar negocios nuevos ¿Te molesta si le hablo de esto?
— Oh no, claro que no. Incluso Chaeyoung cree que sería importante armar algo aquí, en Santa Bárbara. Quiere traer sus productos para algún comprador.
—;¿Y eso es rentable? —preguntó Somi, tomando la tarjeta luego de que Jennie la dejara.
— Chaeyoung trabaja en ello desde antes que la conociera —respondió Mina orgullosa— su padre le dejó una pequeña porción de terreno y ella lo ha trabajado hasta hoy.
— Y no es por alardear pero tiene un Cadillac —agregó Jennie cual adolescente emocionada, antes de dejarle un beso en la mejilla a la rubia— Hablaré con Taehyung, siempre quiso tener algo relacionado al campo. Estoy segura que le gustará.
— Me parece perfecto. Hasta luego, Jennie —se despidió Mina con una sonrisa y la vió sacudir su mano mientras caminaba hacia su auto.
— Bueno, también me voy—murmuró Somi cuando el automóvil de Chaeyoung hacía acto de presencia— Le dejas mis saludos a tu esposa. Ella genera algo...de miedo.
— Claro, se los haré llegar —le sonrió Mina, adelantándose a su beso en la mejilla con su brazo estirado. Somi la observó y movió su mandíbula, antes de estrechar sus manos en un saludo— Chaeyoung es así. Intimidante.
— Y muy sobre protectora.
— Lo es, sí —asintió Mina— pero ya sabe que no debe serlo conmigo. No podría mirar a otra persona de la manera en que la miro a ella.
— Claro...bien, hasta luego, Mina — terminó finalmente la muchacha y se alejó al oír la alarma del auto, signo de que Chaeyoung ya caminaba hacia ellas.
Mina la vió acercarse y, antes de que la castaña la saludara con su acostumbrado beso en los labios, la sujetó de su chaqueta y alzó su pie derecho, cojeando hacia el interior de la casa y quejándose finalmente sin miedo.
— Ayúdame a sentar ¡dios! Me duele horrores....no te rías —le reclamó por lo bajo al oír el soplido divertido de la castaña.
— Pero qué fue lo que pasó —le preguntó Chaeyoung, rodeando su cintura y cerrando la puerta tras ella.
— Golpeé mi rodilla con la estúpida mesa. Estoy segura que me dejará una marca.
— ¿Y es que no la viste o qué?
— Que graciosa —masculló ella al ocupar el sillón, observando a Chaeyoung perderse en la cocina y regresar con hielo dentro de una pequeña toalla— No te burles, estuve todo el día practicando el movimiento y la fuerza con qué debía golpearla ¡Y salió asqueroso!
— ¿Cómo que lo practicaste? ¿De qué hablas? —inquirió la castaña aún riendo y sentándose sobre la mesa ratona. Tomó la pierna de Mina y la acomodó con cuidado sobre sus muslos, dejando descansar el hielo sobre la rodilla.
— Tu tarjeta, la que mandaste a hacer sobre la fábrica, llegó a manos de Jennie.
— ¿De verdad? —Mina asintió, deslizándose más a lo largo del sillón para recostarse— eso es perfecto. No considero a Taehyung un tipo muy inteligente pero si fácil de...espera ¿y la manera en que llegó tiene que ver con tu golpe? —Chaeyoung lanzó otra carcajada, cuando Mina asintió— Podrías haberlo evitado.
— ¿Ah si? ¿Y de qué manera? No iba a dársela directamente; además, Somi estaba aquí.
— Sí, la ví al llegar —susurró Chaeyoung seriamente.
— Pero quiero decir que hizo muchas preguntas.
— ¿Muchas preguntas sobre qué?
— Sobre todo. Qué por qué llegamos aquí, en qué trabajabas y otras cosas, muy raras. Y algo más... ¿recuerdas cuando nos dijo que Luhan amaba el vino blanco?
-Ajá, esa tarde en la tienda de ropa.
—¿A ti te pareció que lo haya dicho en broma?
— No. Bueno, me desagrada el tono de su voz y me parece molesto pero sonaba a cierto. Además qué tiene eso que ver.
— Que Jennie me dijo que su esposo ama el vino tino. Por eso se tomó la botella que llevamos esa noche, en la cena de su casa —terminó Mina y Chaeyoung entrecerró los ojos, observándola algo pensativa.
No tenía sentido que le hubiese mentido por algo serio; más lógico era el hecho de haber sido una broma. Pero se trataba de Somi, y algo había en ella que no le agradaba más allá de su obvia atracción a Mina.
Y no, realmente la chica no había sonado a broma para su gusto. Menos al recordar que fue Mina la que le hizo la pregunta y no ella. A la rubia parecía responderle con amistad.
— La investigaré —dijo Chaeyoung, alejando el hielo de la pierna y dejándolo a un costado de la mesa— ¿estás mejor?
— Sí, creo que si ¿quedó alguna marca? —preguntó realmente preocupada. Chaeyoung negó con una sonrisa y le dejó una caricia antes de ponerse de pie.
— ¿Los niños?
— En sus cuartos, durmiendo una siesta. Pueden hacerlo ¿cierto?
— Mina ―le reclamó la castaña — Y tú también podrías recostarte un rato. Y yo estoy cansada ¿me acompañas por una siesta también?
La rubia asintió y Chaeyoung se acercó a ella para atrapar su cadera nuevamente, ayudándola a caminar escaleras arriba.
Llegaron a la habitación y la castaña se encargó de cerrar las cortinas de la gran ventana. El sol golpeaba más que a la mañana y ella en verdad quería dormir un momento.
Mina se arrojó a la cama sin espera y se quitó los zapatos antes de acomodarse en su lado habitual. La vió desprender su camisa, Chaeyoung lo hacía con tanta delicadeza como profesionalismo, acostumbrada a realizar ese acto a diario.
El colchón se hundió a su lado pero la castaña acomodó sus piernas en el respaldar y su cabeza del lado contrario a ella. La escuchó suspirar con alivio y cerró los ojos un momento, intentando conciliar el sueño.
— ¿Sabes lo qué me dijeron los niños ayer? ¿Cuándo los llevé por un helado? —su voz sonaba cansada, ronca y ella no respondió más que con un simple sonido de negación— Olivia dijo que no lo intentara. Que era notorio que lo hacía por obligación ¿Haz hecho algo alguna vez esperando por una recompensa?
— Mi trabajo.
— Además de eso —insistió Chaeyoung— mi trabajo no es hacerlos feliz. A ellos dos, ni invitarlos a pasar una hora al parque. Pero ayer me gustó, me agradó hacerlo y su respuesta no fue lo que esperaba.
— Son niños, están esperando lo mismo pero más veces. Quieren tu atención pero eso no significa que no les haya agradado lo que hiciste ayer.
— ¿Tú crees?
— Por supuesto ¿no haz actuado de esa manera cuándo eras pequeña? —Chaeyoung alzó los hombros, en realidad solo no lo recordaba.
Mina se movió de su lugar y se acomodó a su lado, boca abajo y sosteniéndose de sus codos. Chaeyoung ladeó su rostro y se dedicó a verla, desde que se acercaban de esa manera, encontraba otra excusa para tocarla o mirarla sin recordarle la verdadera razón por la que debían hacerlo.
Estiró su brazo y el cabello de Chaeyoung hacia un costado, sonriendo al verla cerrar sus ojos pacíficamente.
— ¿Por qué quieres dejar el negocio? —le preguntó por lo bajo. Ningún músculo de la castaña se tenso, señal de que no le había molestado su pregunta.
— Llevo en el mucho tiempo. Y solo gasto el dinero en mi misma o inversiones. Creo que ya es tiempo de darme un descanso.
— ¿Y si lo extrañas? —Chaeyoung lanzó una concisa risa y la observó unos segundos antes de volver a cerrar sus ojos.
— No lo haré. Y si lo hago, tal vez regrese... ¿Cuándo lo dejarás tú?
— No lo sé. Me gusta esto.
— ¿Tener una pareja nueva todos los años?
— Ya te dije que solo trabajo con mi mejor amigo...tal vez por eso me gusta. Dong-min es protector y caballero. Ahora que lo pienso...eres parecida a él —bromeó la rubia y Chaeyoung se removió, apoyándose en su lado izquierdo para estar frente a ella.
— Estoy segura que él es parecido a mí. En todo caso —afirmó la castaña antes de volver contra la cama.
— ¿Cómo son Tzuyu y Dahyun? Nunca hablas de ellas. Hoy le dije a Somi que llegamos aquí gracias a ellas ¿Crees que lo notará?
— Lo dudo. Solo Mark tiene acceso a los nombres y datos de los habitantes y ella no tiene relación directa con Lee. Hiciste bien...Son...mis mejores amigas.
— No me digas —ironizó Mina— pero por qué son tus mejores amigas.
— ¿Te gustaría conocerlas?
— Eso sería agradable. Pero ¿cómo me presentarías? "miren mejores amigas, ella es Mina, mi esposa solo por ocho meses"
— No las llamo de esa manera —rió Chevy. Le había parecido graciosamente infantil el intento de la rubia por imitar su voz— Pero tienes razón, creo que tal vez, en un futuro, pueda presentarlas —terminó la castaña y Mina asintió. Sí, parecía buena idea.
La vió abrir solo un ojo y observarla mientras reía. Ella se echó de cara al colchón y ahogó su risa allí, sin saber por qué se había generado pero Chaeyoung lo hacía y la contagió. Sintió un brazo rodear sus hombros y el rostro de la castaña esconderse en su cuello.
Una pierna de Chaeyoung atrapó su cadera y la oyó respirar tranquila, conciliando el sueño finalmente.
— ¡Chaeyoung!.
Chaeyoung tapó sus ojos con ambas manos y se estiró luego, abandonando la cama finalmente y caminando hacia la ventana. Mina intentaba cerrar las cortinas luego de un repentino cambio de clima y por el viento fuerte que soplaba.
Se oían los primeros signos de una tormenta y algunos relámpagos alumbraban ya la noche de afuera.
Chaeyoung cerró las persianas de la ventana y finalmente las cortinas apaciguaron los sonidos del exterior.
— Esta es la peor manera de despertar a alguien de una siesta ―le reclamó a Mina, con la voz somnolienta y regresando a la cama.
— Es la hora de la cena, acaba con la siesta ya.
— No tengo hambre —le dijo al bostezar y acomodándose bajo las frazadas esta vez.
— Iré a ver a los niños. Parece que todos nos quedamos dormidos... ¡Chaeyoung!
— ¿Qué? Estoy oyéndote, no grites.
— Lo siento —rió Mina caminando a la puerta— ¿puedes preparar algo para ¡Ay, Chaeyoung! ¿Qué demonios fue eso?
— Solo se fue la electricidad —dijo la castaña, abandonando la cama y buscando entre la mesa de luz una linterna— pero ahora tenemos —bromeó al encenderla y apuntar directo a los ojos de Mina.
— Quítame eso de la cara...Vamos por los niños —la jaló la rubia cuando llegó a ella y dejando la habitación— ¿Olivia? —la llamó por lo bajo cuando llegaron al pasillo. Chaeyoung rodó los ojos.
— Mina, puedes hablar normal. Esto no es una estúpida película de terror.
— ¿Qué hacen? —Chaeyoung apuntó al rostro de Beom-gyu, que se asomaba tras su puerta con su pelo revuelto y sus ojos apenas abiertos.
— Beom-gyu, vístete. Es hora de la cena —le ordenó Mina— Ve por Olivia —le dijo a Chaeyoung, palmeando su abdomen y oyéndola suspirar.
Chaeyoung abrió la puerta del cuarto de la niña y avanzó hasta la cama, donde un bulto abrazaba un gran oso de felpa y Oliver no dejaba de observar. Estiró su brazo y giró a Olivia, que lloraba en silencio y de inmediato saltó a ella.
La linterna cayó y todo volvió a oscurecerse. Los gritos de Mina y Olivia invadieron el lugar por lo que Chaeyoung la sujetó de la espalda y la acarició intentando calmarla. La niña se abrazó a su cuello y a su cadera con sus piernas, mientras Oliver ladraba tras a ella.
— Beom-gyu —Lo llamó Chaeyoung y el niño de inmediato corrió a ella— la linterna cayó bajo la cama. El celular de Olivia está en la mesa de luz, alumbra y ármala otra vez...— Ey, Olivia, tranquila. Solo es una tormenta ¿si? —le dijo por lo bajo pero la niña negó contra su cuello, aumentando su llanto y evitándola separarse.
La linterna volvió a iluminar la habitación y Chaeyoung aprovechó de sentar a Olivia sobre su cama, donde su impaciente cachorro saltó a lamerle el rostro y logró una pequeña risa en ella. Se acomodó a su lado y la abrazó por los hombros, recostándole en su pecho para dejarle un beso en su cabeza.
— ¿Le temes a las tormentas? —le preguntó y Olivia negó ligeramente— ¿Entonces?
— Cuando estábamos en el campo, había siempre tormentas —se coló Beom-gyu— y los animales gritaban, los corrales se abrían y JooHyun nos contaba historias. De terror. Y luego no podíamos dormir por el resto de la noche.
— ¿Quién es Sohye?
— Pues la mujer que nos cuidaba — respondió Jihoon con obviedad— ah pero no solo Olivia le tenía miedo. Todas las niñas también.
— Tú también, tonto —susurró Olivia— dormías abrazado a Chaeryeong.
— Pero porque ella me gustaba, tonta — replicó Beom-gyu.
— Bueno ya, ya —los cortó Chaeyoung— Mina quiere preparar algo para comer ¿tienen hambre?
— Pues ahora si porque no voy a poder dormirme —respondió el niño y Olivia asintió, aún abrazada a Chaeyoung.
— Pues...mañana es sábado —les recordó Mina recostada en la puerta— Beom-gyu, acompáñame con la linterna a la cocina y Chaeyoung...podemos cenar todos en nuestra habitación ¿no te parece?
No, no le parecía porque jamás había comido en su propio cuarto. Solo por eso.
Pero si le agradaba la idea y más aún con la sonrisa que Mina se lo pidió. Beom-gyu no dejaba de iluminar el rostro de la rubia y ella se lo agradeció mentalmente.
Asintió y cargó nuevamente a Olivia, caminando tras los pasos del niño pero rumbo a su cuarto.
Regla número 44 de su trabajo: Nunca detengas tu plan, ni siquiera cuando haya lágrimas. O en ese caso, solo lo piensas por quién las derrame.
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