Capítulo XLIV: De sorpresas y sus cambios
— Y debes ponerte esto...esto también oh y esto! ¡Definitivamente esto! —Chaeyoung arrastró una mano por la cara y terminó apretándola en su cabeza, aplastando su cabello hacia atrás para no reclamarle a Olivia de otra manera.
La niña y Beom-gyu llevaban casi dos meses en su nuevo Instituto y, a unas semanas de acabar el año escolar, debían ensayar para una obra final y elegir participar junto a alguno de sus padres.
Ahora, ella estaba sentada sobre su cama y observándola quitar distintas prendas de su armario. Una y otra apiladas a su lado frente a la decisión e indecisión de su hija. Llevaban más de media hora así y no entendía por qué. De igual manera iba a usar una especie de disfraz encima, así que no le veía la gran idea a quitar toda su ropa.
— Esta camisa es perfecta —le dijo al quitar una con pocos usos. Se puso de pie al instante y se la quitó.
— Esta es un regalo de Mina. Y solo quiere que la use con ella —murmuró viéndola rodar los ojos.
— Eres su esclava o qué.
— Nada de eso —aseguró guardándola nuevamente. Aunque sonrió: eso sonaba fascinante en su imaginación— pero no le gustará verme con ella si no me lo permitió con anticipación.
— Definitivamente eres su esclava —afirmó la niña con un gesto de incomprensión y fue su turno de voltear los ojos. Sí, quizá lo era pero estaba locamente enamorada de Mina y no podía negarse a sus peticiones— ¿Chaeyoung? —la llamó por lo bajo y ella se acercó a la cama, volviendo a su lugar.
— ¿Qué sucede?
— ¿Es bueno estar enamorada? —le preguntó con seriedad y algo de inseguridad. Chaeyoung la observó un momento, no entendía el punto de la pregunta. Olivia era pequeña, tan solo con 9 años y a esa edad los niños estaban a miles de kilómetros alejados de la palabra amor. Sin embargo asintió con lentitud. Ella se encontraba en ese estado actualmente y era la mejor sensación que la invadía a diario.
— Sí, bueno si lo es si lo estoy de Mina. Sí ¿por qué lo preguntas?
— ¿Y si no fuese ella? —Chaeyoung se removió con dudas.
— No lo sé. No me imagino ahora sin ella. Me gusta estar así con Mina y creo que no sería lo mismo con alguien más...no, no lo sería ―sonrió segura— Sin ella no estarían ustedes y la hermana que esperas...Sin ustedes mi vida volvería a ser...asquerosa.
— ¿Nos adoptaste por qué Mina te obligó o por qué tú lo sentías?
— Mina no me obligó a nada. Nada es obligación de mi para ustedes —le aseguró estirando su brazo y jalándola para que se acomodara a su lado. Le rodeó los hombros, abrazándola para oír su risa por lo bajo y le dejó un beso en su cabeza— solías hacerme fastidiar pero era recompensado con el crecimiento de nuestra relación.
— ¿Cómo qué solía? —inquirió la niña mirándola a los ojos— ¿ya no te fastidio?
— Pues no.
— ¡Demonios! Estoy perdiendo mi toque. Ah pero la culpa la tienes tú, con eso de estar feliz ahora ya no te enojas tanto —Chaeyoung rió. Si, definitivamente era eso. Antes no tenía ese momento de la relajación, transitada desde dejar el trabajo hasta cuando llegaba a casa. Nadie la esperaba en ella. Solo hacía en su departamento lo mismo que hacía mientras trabajaba. Era una monotonía sin avances en su vida. Y ahora hasta un perro movía su cola y daba saltos al verla cruzar la puerta tras hacer unas simples compras o desaparecer por una hora.
El cambio era mayor a cualquiera y no podía negarlo: era como despertar de un profundo sueño y continuar soñando.
— No, no haz perdido tu toque —la contradijo ella— solo que ahora disfruto de cada momento de mi vida. Y tú estás en ella, Olivia.
— ¿Puedo preguntarte algo más? pero no te vayas a burlar eh —le preguntó apuntándola con su dedo, amenazándola.
— Claro.
— Cuando tu hija nazca...cuando tengan el bebé con Mina...no van a dejar de querernos ¿cierto? Sé que suena ridículo, es decir, es tu cariño, no es la gran cosa pero tenemos una familia y un nuevo miembro debe agrandarla. No dividirla ¿verdad?
— No vamos a dejar de quererlos —aseguró, omitiendo aquello de su cariño porque reconocía los tonos de su hija al hablar y, aquel pretendiendo desinterés, era el que usaba para molestarla— haremos una fábrica de niños con Mina. Muchos y así tener a quién ordenarles las tareas. Unos limpiarán la casa, otros cocinaran y tú con Beom-gyu podrían cortar el césped, lavar el auto y...
— Ay ya le quitaste seriedad a la conversación se quejó la niña fingiendo molestia luego te quejas de mí.
— No bromeo. Realmente podemos hacer eso con tu madre.
— Por supuesto. Si viven teniendo sexo.
— ¡Oye! Cuidado con lo que dices...hacemos el amor, no tenemos sexo. Y yo... —Chaeyoung se detuvo y sacudió la cabeza. Si Mina la escuchaba, la dejaría de ese no sexo por un tiempo ilimitado— no tenemos que hablar de eso. Eres una niña aún ¿lo ves? Tú eres la que no mantienes seriedad en nuestras charlas.
— Bah, solo intentas defenderte...como sea, entonces usa esta camisa —cambió de tema Olivia poniéndose de pie y tomando una color celeste. Tan trasparente que podía ver a Chaeyoung del otro lado— también es un regalo de Mina ¿cierto?
— Cierto —aseguró con una sonrisa orgullosa y Olivia hizo a un lado la prenda.
— Bueno entonces que Mina te elija lo que podrás usar ese día —se quejó la pequeña castaña golpeando los brazos a los costados de su cuerpo tiene un cartel enorme sobre ti de pertenencia que lo cubre con toda esta ropa que dice no puedes usar.
— Está bien —rió ella— yo le diré luego... ¿Olivia? —la retuvo siguiéndole los pasos cuando intentaba dejar la habitación. Allí, bajo el marco de la puerta, la niña se volteó y ella se agachó a dejarle un beso en la mejilla. Pocas veces lo había hecho, o nunca porque no recordaba otra situación igual; pero se sentía otro tipo de tranquilidad cuando le demostraba cariño, el amor que le tenía.
— Me limpiaré el rostro cuando no me estés viendo —bromeó la niña y ella sonrió. No importaba, el beso ya estaba dado de todas formas.
— No olvides que te quiero. A ti y a Beom-gyu ¿de acuerdo? Sé que he sido algo...rara, distante...
— Bestia.
— Bestia, cuando apenas nos conocíamos pero no suelo vivir a la par de mis sentimientos. Pero quiero que confíen en mí, quiero ser una buena madre y estar junto a ustedes no solo cuando me necesiten, siempre quiero estarlo.
— Lo sé, Chaeyoung...lo siento, aún no me acostumbro a decirte mamá —se sinceró Olivia al ver su rostro en reclamo— de igual manera no hace falta decírtelo. Tú lo eres y sabes que me haces sentir así, mi madre y, aunque podría tener otras opciones mejores...por ahora no te cambiaría —escondió una risa y la niña la abrazó, sujetándose a su cadera como si de un salvavidas en medio del mar abierto se tratara.
Quizá porque en realidad era así. Ella el salvavidas que necesitaba que alguien solo la lanzara de su soga. Y Olivia quien la necesitaba, se aferraba de lo más hondo para volver a flote y continuar.
O quizá era al revés. Y solo estaba salvándose mutuamente.
Era la segunda canasta llena de ropa sucia que llevaba directo al lavadero. Iba a poner como una restricción u orden a su familia de que una remera usada solo diez minutos, no era razón para mandarla a lavar.
Estaba agotada. Su vientre crecido no estaba lo suficientemente crecido en realidad para servirle de mesa o soporte donde pudiese cargar esa canasta. Así que con todo el esfuerzo que tenía, estaba llevándola a un costado, bajo uno de sus brazos cuando pasó frente a la habitación de Jihoon y se detuvo en la puerta.
El niño estaba con total concentración desarmando algo y armando algo más grande. Un objeto pero no podía distinguir qué.
Dejó la pesada carga a un lado y golpeó dos veces con sus nudillos antes de caminar hacia él.
— ¿Qué haces, hijo?
— La consola de Hani no funciona, así que le haré unas reparaciones.
— ¿Hani? ¿Quién es Hani? —preguntó con un tono casi celoso, rodeando el escritorio que ocupaba para mirarlo y detenerse frente a él.
— Hani, mamá. La niña linda de mi salón. Ayer le compré un helado y hoy iba a invitarme a su casa, pero sus videojuegos no funcionan.
— Oh... ¿y qué es tu amiguita o qué?
— ¿Amiguita? ¿En serio, mamá?
— Bueno, no lo sé, son pequeños ¿cómo quieres que la llame?
— Cumpliré 11 el mes entrante.
— Claro, eres tan anciano... ¿y qué le pasó a su máquina? ¿tiene arreglo?
— Solo se quemó uno de sus cables, lo estoy cambiando y luego la probaré. Debería funcionar perfectamente.
— ¿Quieres que te ayude?
— Claro, gracias...pásame la tijera. El cable de enchufe está algo viejo también y lo cortaré un poco —Mina asintió, tomando lo que él le dijo y se estiró sobre la mesa, acercándose para cortar ella misma. Beom-gyu le señaló cuál y lo hizo, recibiendo una sonrisa satisfactoria del niño.
— Eres muy inteligente, cariño.
— Sí, lo sé. Era Olivia o yo y bueno... Olivia tiene otras virtudes —rió, sacudiendo la cabeza y tomó la pinza que él le señaló con un gesto.
— Así que esta niña...Hani ¿te gusta?
— No estaría haciendo esto si así no fuera —respondió Beom-gyu cortando unos centímetros de un cable color verde— quiero invitarla al cine ¿me dejarías? —Mina alzó las cejas, asombrada y sintiendo la necesidad de negárselo. Era su niño aún, lo estaba aprovechando de esa manera en un comienzo y no iba a entregárselo a la primera niñita bonita que le gustara.
Se arrastró, hacia atrás sobre la mesa, y se irguió seriamente. Él la miró con aquellos ojos que Chaeyoung solía ponerle cuando le decía palabras que le encantaban oír y luego la besaba. Así que si a la castaña no podía decirle no, a él tampoco.
— Bien, pero irás con Olivia.
— ¿Qué? ¿Por qué? ¡No! No soy la niñera de nadie —se quejó la niña ingresando como si nada al cuarto.
— Solo serán dos horas, Olivia —dijo Mina. Ella no iba a ir en su estado por mucho que lo deseara y Chaeyoung... Chaeyoung solía ser un tanto holgazana cuando de ese tipo de cosas se trataba. Así que era su hija o nadie.
— ¿Tú quieres que te acompañe? —le preguntó la niña a su hermano.
— No —Olivia lo señaló con victoria y volteó a verla, sonriéndole con algo de sorna.
— Ahí lo tienes. Ninguno quiere. Además tenemos que practicar con Chaeyoung la obra de teatro. Incluso debemos ir al colegio a hacerlo antes de la función, estaré ocupada con eso.
— ¿Qué obra de teatro? —preguntó Mina lentamente.
— La profesora nos dio una última actividad como cierre de fin de año. Una de ustedes debe participar así que...aunque deseaba que tú lo fueras, pues bueno, estás embarazada y Chaeyoung da más con el perfil del personaje y...
— ¿O sea que solo no puedo hacerlo porque espero un hijo? ¡Ja! Chaeyoung ni siquiera puede aprenderse otras líneas que no sean de su propio trabajo. Haz elegido muy mal, Olivia.
— Bueno, ensayaremos con la mamá de Taehyung y ella si que tiene carácter. Así que Chaeyoung deberá obligarse a saber todo lo que deba —Mina entrecerró los ojos ¿pero este tipo de cosas estaban pasando en su casa y a sus espaldas? Sacudió sus manos y las acomodó en su cadera, hacia atrás. El peso del bebé estaba sintiéndose en ese momento y un poco más de nerviosismo la haría desear tenerlo cuánto antes.
— ¿Y quién es la mamá de Taehyung?
— Pues la mamá de Taehyung —respondió la niña con obviedad. Ella desvió su vista y observó a Beom-gyu, que ya no les prestaba atención y continuaba en sus labores.
— Me refiero a que no me interesa su carácter. No tiene por qué darle órdenes a Chaeyoung.
— Pues así es su personaje.
— Me da igual —zanjó el tema ella y se pasó una mano por la frente. Algo de sudor se había acumulado también y no quería más— ¿cuándo es esto de la obra?
— Unos días antes del fin de clases. Como despedida, aún tenemos tres semanas para ensayar.
— ¿Y de qué va? ¿Qué tiene que hacer Chaeyoung?
— No podemos decírselo a los demás padres o quiénes asistan. La profesora quiere que todo sea una sorpresa.
— Olivia soy tu madre, cariño le dijo en un tono dulce, agachándose a su altura y acariciando su mejilla con delicadeza. La niña miró a lo largo de su brazo hasta llegar a sus ojos, para ladear la cabeza con ironía está bien, eso no funciona contigo. No eres Beom-gyu.
— ¿Qué sucede conmigo?
— Nada —respondió ella rápidamente— está bien, hija, comprendo si no me lo quieres decir. Esperaré pacientemente hasta el día la obra ¿si? —le dejó un beso en la cabeza y pasó a su lado, ignorando la canasta con ropa y caminando con pasos seguro a su habitación.
— Olivia me contó lo de la obra de teatro. Me parece hermoso y harás muy bien tu parte, cielo —le dijo a Chaeyoung tras abrir la puerta y descubrirla en la cama. Recostada con la computadora en sus piernas.
— ¿De verdad? —le preguntó la morena con inocencia. Ella le sonrió mientras se acercaba para sentarse a su lado.
— Sí, de verdad. Me gusta esto de qué te relaciones con nuestros hijos hasta ese punto. Me habló de tu personaje. Oh, mi amor, lo harás perfecto —agregó rodeándole el rostro con las manos y besándola con fuerzas— ¿a ti te gusta? Es decir ¿te sientes conforme? ¿no quieres cambiarle nada?
— No podría aunque quisiera, Mina. Pero solo serán unos minutos. Una doctora en una obra de teatro ¿qué tanto puede decir? —Bingo, pensó ella y curvó una sonrisa aún mayor, ocupándole todo el ancho de la cara— solo debo hablar del oficio y darle algunas precauciones a los niños, como una reflexión sobre ciertos temas.
— Me parece bien. Olivia también me dijo que ensayarán con algunos otros padres. Pueden reunirse aquí si quieren.
— No hace falta. La maestra dijo que no era necesario, solo debíamos aprendernos nuestras líneas y ensayaríamos en general minutos antes de actuar —Mina mordió su labio inferior internamente: esa niña y sus jugadas por hacerla ver celosa. Ahora la obligaría ir con Beom-gyu al cine a modo de penitencia— oye —susurró la castaña tironeando de la cintura de su camiseta— luego esta doctora puede revisarte ¿sabes?
Chaeyoung se estiró hasta ella, para dejar unos besos en su cuello y Mina la detuvo por los hombros, apartándola y regresándola a su lugar.
— Aún estamos en abstinencia, Chaeyoung. Y además ahora no tengo ganas —la castaña rodó los ojos. Llevaban más una semana en esa situación y ya no era como un mes atrás. Si tocaba de más a Mina, la sensibilidad la invadía y terminaban en una pequeña discusión. Así que solo se pasó una mano a lo largo de su entrepierna y regresó a su computadora— oye pero puedes continuar con tu atención en mi, Son Chaeyoung —le reclamó visiblemente molesta y la castaña la ignoró. Solía ser divertido cuando Mina se exasperaba de un segundo a otro.
— Ajá. Pero ahora estoy con el tema de las casas. Hay unas muy lindas y grandes en el centro de la ciudad.
— Pero... —Chaeyoung volteó a verla al instante— olvídalo. Termina con eso, tenemos turno con el médico en media hora y aún debes ducharteb—terminó dejando la cama y llegando al armario. Quitó un pantalón y una chaqueta para que su esposa se vistiera luego y lo dejó todo sobre la cama— Chaeyoung, estoy hablándote.
— ¿Quieres una casa de dos pisos? Porque hay que tener en cuenta cuando la bebé empiece a gatear o caminar, Mina y nadie esté cerca ¿es eso seguro?
— Olvida eso ahora y ve a ducharte —le ordenó de camino a la puerta— ¡Chaeyoung!
— Ya voy, Mina, ¡ya voy! —la vió dejar el aparato y tomó el picaporte, abriendo y saliendo finalmente.
— Te espero abajo —le dijo cerrando nuevamente. Antes de que lo hiciera, abrió apenas y asomó su cabeza al interior— si te apuras, podemos ensayar la obra de teatro cuando regresamos. Ya sabes, yo tu paciente y tú revisándome. Por todos lados —cerró y se sonrió mentalmente, cuando la oyó casi correr al baño.
Se alejó de allí y bajó las escaleras: así se hacían las cosas a su manera.
"Regla número 40 de tu trabajo: Lo que te lleves de el, deberás conservarlo en ese estado" le recordó Namjoon tras aquel mensaje. Exhaló con molestia y guardó su celular en el bolsillo. Le había enviado uno con anterioridad, pidiéndole consejos sobre el embarazo ya que él había atravesado uno con su esposa, hace 20 años atrás.
Camino a lo largo de aquel pasillo y se detuvo frente a Mina, que estaba de espalda a ella y nerviosamente esperando.
— No había de frutilla, Mina —le dijo y la rubia volteó al instante. Ella cargaba con tres bolsas llenas de chocolates y demás dulces que solo los compraba para Beom-gyu en general. Le entregó una barra de cereal y la rubia se la devolvió, para hurgar entre las otras cosas algo que le gustara.
— ¿Son todas sin relleno?
— Mina, amor, comiste ayer con ciento de rellenos la rubia la fulminó con la mirada y le arrebató una de las bolsas.
— ¿Y todo bajo en calorías?
— Eso dijo el doctor. Nada de grasa ni calorías hasta un tiempo. Lo dijo ayer, Mina, por dios, no puedes olvidarlo —le reclamó entre dientes mientras la observaba tomar una barra de chocolates de su propio bolsillo. Claro, la rubia compraba a sus espaldas y la espera en la tienda minutos atrás fue en vano— debes simplemente...dejar de comer un rato, Mina. Tanta cosas dulces te harán daño.
— ¿Y desde cuándo le obedeces al doctor?
— Desde que cuida a mi esposa y a mi hija —le aseguró y la puerta frente a ella se abrió. El médico que llevaba atendiéndolas en cada consulta se presentó, con un gesto algo incómodo y les cedió el paso para que ingresaran.
Ella arrojó las bolsas a un lado y jaló de la mano a Mina.
— Sé que ayer mismo estuvieron aquí y lamento hacerlas venir otra vez antes de tiempo. Pero esto es importante.
— Lo noté en el tono de voz de su llamada esta mañana —dijo Chaeyoung ayudando a Mina ocupar una silla y sentándose en la de al lado luego— ¿está todo bien con el bebé?
— No —respondió él al instante y ambas se vieron un momento. El hombre juntó sus manos sobre la mesa y ellas las entrelazaron en su muslo izquierdo. Mina llevaba cinco meses de embarazo ¿qué podía salir mal a estas alturas? Con su corazón latiendo violentamente y los nervios de su esposa al estrujar sus dedos, se inclinó más hacia el doctor y le demostró su interés de saberlo todo rápido— verán, no es algo grave...pero tampoco normal.
— ¿Qué pasa con mi hija? ¿Puede simplemente decirlo? —Mina sonaba a tristeza y frustración. La entendía y le dio su apoyó asintiéndole al hombre para que le obedeciera.
— Bueno, Chaeyoung, no sé cómo has llegado tú a tu estado o cuál fue la alteración de tus genes —comenzó él y su respiración se volvió agitada, ansiosa porque acabara con sus palabras— pero su hija combinó a la perfección ambos cromosomas, como un niño normal lo haría. Solo que...al revés de lo acostumbrado.
— No le entiendo —murmuró la rubia y ella volvió al respaldar. Ella sí, lo hacía y ese era el miedo que antes había tenido al pensar en sus futuros hijos. Tragó saliva, con pesadez y mordió el costado de su labio, por dentro, sintiendo algo de lágrimas acumularse en sus ojos.
— Por naturaleza, Mina, tú le haz aportado a tu bebé el cromosoma correspondiente —comenzó él— Pero Chaeyoung no solo determinó su sexo, con su cromosoma, si no que además se determinó uno más —agregó y la rubia pareció comenzar a comprenderlo, porque volteó lentamente a verla y su rostro mostraba cientos de dudas— Se los diré con claridad, su hija tendrá un pene. Nacerá con la misma condición de Chaeyoung.
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