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Capítulo X: Más trabajo

Este no era su plan para salir de compras. Chaeyoung echó su cabeza hacia atrás, bufando y sostuvo la nueva bolsa que Olivia le tendió. Estaba sentada en el banco, frente a una tienda, esperando por los demás. Mina llevaba más de media hora probándole ropa a Beom-gyu y Olivia no paraba de hacer que las vendedoras sacaran prendas y más prendas para que solo ella las viera.

Estiró sus piernas y las cruzó para cambiar de posición, tratando de demostrar que no la estaba pasando tan mal. Inclusive bostezó sin reparos cuando la niña llegó con dos vestidos rosas, iguales para su gusto, y le preguntó cuál le convenía pagar porque no entendía la forma en le dijeron.

— Solo elije el que te guste —le propuso y Olivia alzó uno de sus brazos. La vió alejarse y alzó ambas cejas sorprendida: había tomado el más costoso— Oh por dios, al fin —murmuró al ponerse de pie cuando Mina llegaba con Beom-gyu y dos bolsas de papel en su mano.

— Cuídalo mientras regreso le dijo la rubia antes de caminar nuevamente hacia el interior de lugar —Chaeyoung corrió hasta ella y la tomó del brazo, deteniéndola.

— ¿Qué es eso de que lo cuide?

— Pues eso, cuídalo. Necesito elegir algo para mi ahora.

— Oh, Mina, vamos ¿estás bromeando? Llevamos horas aquí ¡horas! —exclamó soltándola y abriendo sus brazos, demostrando su cansancio de estar allí.

— Lo siento pero aún no compré algo para mi —dijo Mina— puedes volver a casa con Beom-gyu, si lo deseas —Si, eso deseaba, volver a casa. Pero con todos, no sola. Con ella— Cuando terminemos con Olivia, iremos.

— No, Mina —la retuvo nuevamente, acercándola a ella y atrapando su cintura. Podía besarla allí si quería, estaban en un lugar público y con mucha gente a su alrededor y eso eran para los demás; una pareja realmente feliz. Los labios de Mina pintados de ese rojo intenso solo la llamaban a hacerlo. Acarició su espalda y negó ligeramente con su cabeza— No me iré sin ti ―le dijo antes de inclinarse y detenerse sobre su boca, desviando su vista con molestia cuando alguien se acercó a interrumpirlas.

— Buenos días, Somi —saludó la rubia y Chaeyoung pudo ver el beso de aquella muchacha con énfasis en su mejilla. Y a ella solo le dio un movimiento de cabeza.

— ¿De compras? —preguntó la chica.

— Taehyung nos invitó a una cena —dijo Mina, señalándolas y Chaeyoung aprovechó para atrapar su mano en el aire, jalándola contra ella— ¿Tienes idea si le gusta el vino?

— Le encanta ―respondió Somi— ama el vino blanco.

— Vino tinto llevaremos entonces — murmuró Chaeyoung con una sonrisa fingida y Mina volteó a verla, reclamándole— Es una broma, cielo —agregó antes de exigir sus labios y besarla. Regla número 11 de su trabajo: todo lo que te rodee bajo contrato, te pertenece. Pudo oír el sonido de sorpresa por parte de Somi y sonrió mentalmente. Se separó, con un evidente ruido, y abrazó a Mina por detrás— Tengo entendido que varias parejas irán ¿te veremos allí? —preguntó Chaeyoung aparentando importancia. La chica se aclaró la garganta y se acomodó el cabello, negando con la cabeza avergonzada.

— En realidad, le había comentado a Sana que no estoy en una relación. Estoy solt...

— Sola ―la cortó Chaeyoung— Estás sola, te entendemos. Bueno, quizás podríamos armar otra reunión luego e invitar alguna amiga ¿cierto, cariño? —continuó, observando a Mina asentir sin problemas.

— Si, eso sería genial —masculló la chica— ¿y qué iban a comprar aquí? ¿Algo de ropa?

— Pues si, es una tienda de ropa —bromeó la castaña con notable ironía y Mina golpeó su cadera hacia atrás, intentando detenerla y que se callara.

— Estaba por ir a un probador, tengo todo elegido ya —dijo Mina, sintiendo el mentón de Chaeyoung en su hombro derecho— ¿tú ibas a comprar algo?

— Porque si es así no te retrasaremos ― intervino Chaeyoung cuando la chica abrió la boca— de igual manera nosotras ya nos íbamos —agregó tomando la mano de la rubia y jalándola dispuesta a caminar— Hasta luego —se despidió la castaña, dándole una última mirada y arrastrando a Mina con ella.

— Adiós, Somi —saludó Mina con su mano— ¿pero qué pasa contigo? —le reclamó siendo llevada por la castaña— ¿no se supone que debemos ser agradables con todos?

— Ella no nos interesa —dijo Chaeyoung— no está ni cerca de nuestro objetivo.

— Pero tiene más relación con ellos que nosotras.

— Me da igual, haremos nuestro trabajo por nuestra propia cuenta. No me agrada, es insoportable a simple vista y tiene siempre esa estúpida sonrisa molesta —terminó la castaña al abrir la cortina de un probador— ¿Cuál es tu ropa? ¿La que elegiste?

— Aún no lo hice.

— Dios, Mina, apúrate o nunca llegaremos a la dichosa cena...no tiene que ser muy difícil —murmuró caminando hacia la parte de las faldas— ¿quieres una falda?

— ¿Es en serio, Chaeyoung? ¡No dejaré que elijas mi ropa!

— Pruébate esta ―la ignoró lanzándole una color rosa— oh y esta también continuó al ver el largo casi inexistente y notarla corta. Muy corta— ¿Qué talla de remera eres?

— No me gustan esas —susurró Mina pero Chaeyoung abrió sus brazos, atrapó un par y se las entregó contra su pecho— ¿Si quiera estás viendo los colores?

— ¿Y qué talla de ropa interior? —siguió la castaña, pasando sus dedos entre varios conjuntos— Oh, eso puedo recordarlo —susurró, ignorando las miradas de unas ancianas cerca que detallaban otro estilo de prendas. Se aclaró la garganta y tomó uno en especial— y esto —terminó, dejando todo sobre la rubia y tomándola por los hombros, obligándola a girar y guiándola hasta el interior del probador— ¿Puedes empezar así nos largamos cuánto antes?—le preguntó observándola tras el espejo.

— Pues espérame afuera— la empujó Mina y cerró nuevamente las cortinas.

— Rápido cariño, quiero verte con ese conjunto hoy mismo —alzó la voz Chaeyoung al ver a Somi contra el mostrador, pagándole a una de las vendedoras alguna estupidez que compró, pensó mientras pasaba tras ella.

Se pasó una mano por el cabello y llegó hasta la salida, sorprendiéndose y sintiendo algo en su pecho al no ver a Beom-gyu en la banca, solo estaban las bolsas tal y cómo las había dejado.

Atravesó la puerta y giró varias veces en un mismo círculo, buscándolo con la mirada y encontrándolo a metros de ella, conversando con alguien que pensó para él era desconocido.

Corrió hasta el niño y lo alejó, resguardándolo tras de si y mirando con desconfianza al hombre frente a ella:

— ¿Qué hace aquí? —le preguntó entre dientes. Kwon Soon-young le sonrió de medio lado y estiró su mano, pero ella lo miró de arriba abajo e ignoró su saludo—¿Acaso nos está siguiendo?

— Oh claro que no, Chaeyoung. Simplemente cuido y vigilo mis productos.

— ¿De qué mierda está hablando?

— Si no hago yo mismo este trabajo es porque tengo a quiénes para hacerlo. Y si los tengo, es porque son un producto bien pagado...Así que está noche tienen una importante cena ¿eh? Ninguna de las dos lo reportó.

— No estoy acostumbrada a hacer eso — masculló Chaeyoung— Jamás me manejé así, no vuelva a acercarse Beom-gyu ni a Olivia. Me importa muy poco que sea el jefe de Mina. Ahora su jefa soy yo y yo manejaré lo que haga —terminó la castaña, dándole un empujón para pasar a su lado y llevando a Beom-gyu de la mano, tras ella— ¿Ya están listas? —le preguntó a Mina que salía con la niña a su lado.

— Si, ya ¿sucede algo?

— Nos vamos —la jaló ella de su muñeca y los guió hasta su auto, volteando una última vez hacia el lado donde Soon-young había estado. Se montó en el interior del vehículo y se colocó el cinturón de seguridad entre murmullos— No quiero que vuelvas a hablar con él, Beom-gyu —le ordenó al niño, volteando a verlo y apuntándole.

— Momo, lo conozco.

— Eso me da igual —lo cortó la castaña— ¿tú también conoces a Kwon Soon-young? —le preguntó mirando a Olivia por el espejo retrovisor.

— Pues si, es el dueño del edificio donde trabajo.

— Para ti también va esa orden. A partir de ahora la única que hablará con él soy yo ¿entendido? —oyó las respuestas afirmativas, extrañadas y finalmente encendió el motor, acelerando y alejándose de allí llena de molestia aún.

— ¿Nos vamos? —escuchó Chaeyoung desde la puerta y se pasó una mano por la frente, alejándose del colchón y ayudándose con sus manos para abandonar la cama.

Mina estaba a un metro de ella y lucía hermosa. Llevaba una falda negra y una musculosa de encaje rosada. Sonrió, esa estaba entre las remeras que había tomado y le había obligado a probarse.

Tenía unos zapatos de tacón que la hacían ver más alta pero aún unos centímetros menos que ella; y eso le gustaba.

Llegó hasta Mina y notó su cabello recogido de manera prolija, hacia atrás y acabado en una cola lisa. Estiró su brazo y le rodeó la cintura, acercándola a ella con suavidad para oler su perfume. Si, estaba perfecta esa noche.

— Te ves muy bien —le dijo con una sonrisa y pasó a su lado, adelantándose para ayudarla a bajar las escaleras luego.

Le dio las indicaciones para utilizar la alarma a Jisoo, la mujer de 53 años que cuidaría a los niños esa noche y le dejó una última advertencia, que ante una situación rara la llamara al número que dejó pegado en la heladera.

Se despidieron de ellos y finalmente se marcharon.

Llegaron 15 minutos después; la casa de Taehyung estaba alejada y era una de las últimas antes de salir de Santa Bárbara.

— La que está detrás, aquella grande de 2 pisos es la casa de Mark Lee —dijo Chaeyoung, doblando en un pequeño círculo que formaba un estacionamiento. Mina asintió, quitándose el cinturón y estirando su mano hacia atrás, para tomar una caja con el vino que la castaña había comprado.

— ¿Tinto, Chaeyoung? ¿De verdad? —le reclamó pero la castaña ya había bajado y rodeaba el automóvil entre risas. Le abrió la puerta y la ayudó a bajar, extendiendo su mano para que la tomara.

Tocaron el timbre y una empleada las dejó pasar, recibiendo la botella de vino que Chaeyoung le entregó. Mina se asombró, cada casa de ese lugar realmente era de ensueño y lucían cual película con mucho presupuesto.

Finalmente Taehyung, acompañado de una mujer, hizo acto de presencia y las saludó con efusividad.

No hubo miradas incómodas ni saludos fingidos, se acoplaron a esa pareja y a las demás con real trato y la cena fue agradable. A excepción de que no hablaron de lo que a ella le interesaba, pensó Chaeyoung. Pero para eso estaba ahora el postre, en medio de la sala.

— Había visto una de esas motocicletas pero nunca había montado una —dijo Taehyung, en dirección a Mina— ¿dónde la compraste?

— Bueno, es una reliquia, algo así como el regalo que pasa de generación en generación que algún abuelo de mi abuelo compró respondió la rubia.

— Y he visto que tienes dos hijos, decisión difícil ¿a quién se la dejarás? —continuó Jennie, la mujer de Taehyung que era sumamente dulce y amigable en sus tratos.

— Creo que aún no lo decidiré —rió Sana, mirando a Chaeyoung sentada a su lado en el largo sillón color blanco.

— Eso está muy bien, concuerdo contigo —dijo Taehyung, estirándose sobre una pequeña mesa para tomar una frutilla— Estoy a cargo de los negocios de mi tía porque sus demás familiares solo la quieren fuera de todo, ya saben de que manera. Cuando hay algo de poder, las personas se vuelven locas.

— Tengo entendido que tu tío es el creador de tan lindo lugar —habló Chaeyoung, con su voz rasposa, a gusto y cómoda porque así hablaba en sus negocios.

— Seguro que el chismoso de JiSung — bromeó él y todos rieron— en realidad, este es su negocio, ya sabes, cada dinero de nuestros impuestos va a parar a el y tiene millones para gastar en diez vidas, quizás.

— Taehyung —le reclamó su mujer por tal exageración, sentándose en su falda y abrazándolo por los hombros. Parecía un gesto que siempre compartían, observó Chaeyoung, porque algunas parejas los imitaron sin pudor alguno.

— Entonces nuestro trabajo solo es cuidar cada centavo de esos.

— ¿Nuestro? —insistió Chaeyoung.

— Oh, no, no. Mío y de sus demás cuidadores —Cuidadores, pensó Chaeyoung. Si, era un completo idiota para hablar pero menos soltaba cualquier tipo de palabra con facilidad— es que, querida vecina, mi tía tiene muchos empleados que no solo son vecinos —terminó él con una sonrisa victoriosa.

La castaña le dio una rápida mirada a los demás, algunos no escuchaban la conversación y los que sí, desviaban su mirada cuando ella los descubría. Se aclaró la garganta y se inclinó hacia adelante.

— ¿Cuida su dinero con gente encubierta? Eso me parece muy bien.

— Es que son incontable las veces que han intentado robarle —dijo un muchacho, alejando su vista de un cuadro y acercándose a ellos— pero más incontable aún las veces que los maleantes han ido a parar a la cárcel.

— Eso si, amigo —alzó la copa Taehyung, bebiendo con gusto el vino tinto que ella obsequió y sonriéndole— Simplemente no se le puede robar a Mark Lee. No si quieres pasar el resto de tu vida en la cárcel. Esos planes fracasan desde el inicio —terminó él y Chaeyoung sintió la mano de Mina en su muslo. Le sonrió entendiendo el mensaje, cambiar de tema, y se estiró hasta ella para dejarle un beso en los labios.

— ¡Oh! Mina tengo algo que proponerte —le dijo Jennie, poniéndose de pie y haciéndole una señal de que la esperara, antes de perderse escaleras arriba.

— Y cuéntenos —preguntó Taehyung—¿Cuánto tiempo llevan de casadas?

— Se ven muy bien juntas —agregó una mujer, tal vez un poco más joven que ella, de la mano de su esposa o eso mostraba una alianza en su dedo anular.

— Diez años —respondió Mina, acomodando una pierna sobre la otra.

—Oh, cariño eso es lo que llevamos de casadas —la corrigió Chaeyoung, estirando su brazo y dejando una mano en su rodilla— Recuerda que te propuse matrimonio apenas nos graduamos.

— ¿Se conocen desde el Instituto? — preguntó alguien más, asombrado.

— No, no —continuó la castaña— casi. Acababa de terminar la secundaria y nos vimos por primera vez en la puerta de la Universidad. Ya saben, nos chocamos, ella tropezó, sus libros cayeron y yo los recogí ―Mina se tapó la cara, iba a matarla cuando salieran de allí. Ni Dong-min inventaba una historia tan absurda y poco creíble. Sin embargo, algunas suspiraron exageradamente y ella rodó los ojos.

— Oh, Taehyung, no, no. No comiences con eso —dijo Taehyung al ver a su esposa bajar con felicidad y una especie de cuadro que, cuando volteó, era una pequeña vitrina con un equipo deportivo femenino. Una remera blanca, un short azul y una gorra del mismo color.

— ¿Qué es eso? ¿A qué te refieres? — preguntó Chaeyoung.

— Mi mujer está...

— Sé que te gusta el deporte, Mina —cortó Jennie a su esposo. Chaeyoung miró al instante a Taehyung ¿cómo se supone que sabían ese tipo de cosas? El chico le esquivó la mirada y se aclaró la garganta, antes de ponerse de pie llevo años ¡años! Intentando armar un equipo de futbol para niños. Pero nunca nadie se quiere hacer cargo de ellos... ¿qué dices? —preguntó la mujer con ilusión— cada barrio vecino es sede de algo. Bueno, yo quiero que Santa Bárbara sea sede del deporte infantil...Tu hijo puede estar en el equipo también —agregó al ver la cara de sorpresa de Mina.

— Claro —respondió la rubia lentamente— sería algo agradable, solo que Beom-gyu sufre de asma.

— Eso también lo sabemos —continuó Jennie y Chaeyoung movió su cuello, al parecer no eran las únicas en tener un historial de los demás— Pero bueno, al menos puedes hacerlo participar de otra manera.

No hubo más que un abrazo efusivo de parte de Jennie hacia Mina y Chaeyoung regresó su mirada a Beom-gyu. Tal vez podía soltar tan fácil las palabras como ocultar otras.

El muchacho puso algo de música y más copas de champagne y vino recorrieron el lugar.

Chaeyoung extendió sus brazos a lo largo del sillón y se echó contra el respaldar, Mina aún conversaba con Jennie y los demás bailaban e incluso algunas parejas se esparcían en el resto de la casa.

Aceptó una copa que la empelada le ofreció al pasar con una bandeja y bebió el vino sin olerlo. Estaba comenzando a aburrirse y no era buena socializando, no le gustaba ni le importaba hacerlo.

Esa cena fue un fracaso para su gusto y no iba a aceptar otra si se le presentaba la oportunidad.

Alzó la cabeza al techo cuando las luces comenzaron a descender y luego hacia atrás, eso parecía una reunión estudiantil de adolescentes y no de negocios como a ella realmente le importaba.

Tomaría una copa más y se largaría de ahí apenas el alcohol hiciera efecto en los demás.

— ¿No bailas? —escuchó la voz de Mina y las manos en sus rodillas para sostenerse. Se irguió frente a ella y observó el escote que la posición le brindó. Se mordió el labio, la rubia llevaba el conjunto de ropa interior que ella había elegido por la tarde ¿Por qué hacía eso? ¿Acataba sus órdenes sin problemas ahora? Negó con la cabeza y regresó contra el sillón, sonriendo cuando la sintió subir sobre ella porque eso buscaba con su respuesta— Están marchándose al salón, vamos —insistió la rubia rodeando su rostro y hablando contra su oreja.

— Esta reunión es un asco —le dijo sin cuidar el tono alto de su voz.

— ¿Te aburres? —preguntó Mina sentándose sobre ella. Chaeyoung regresó su vista a la rubia y acomodó las manos en su cadera.

— Quiero irme, nada salió como esperaba.

— ¿Nada? Todo es trabajo para ti ¿cierto? ¿No planeabas divertirte?

— No digas estupideces, Mina. No estoy aquí para eso... ¿A dónde vas? —la retuvo cuando la rubia hizo el intento de ponerse de pie.

— Solo tomaré esto —su voz sonó a juego y Chaeyoung la soltó apenas para permitirle llegar a la mesa y agarrar una pequeña fuente. Volvió a ella y esta vez la sostuvo con fuerzas, demostrándole que no la dejaría moverse otra vez— ¿Estás segura que no quieres divertirte? —su aliento olía a vino y su gesto sugestivo lo demostraba. No quería a Sana en esas condiciones pero el movimiento de sus caderas en busca de respuesta, la hicieron repensarlo.

Ladeó la cabeza y entrecerró sus ojos. Mina tomó una cereza y la acercó a su rostro.

— Abre la boca ―le ordenó y ella se echó hacia atrás. Odiaba completamente esa fruta, era asquerosa ante su paladar y no podría tragarla. Nunca podía. Sana rodó los ojos y la miró con protesta— Vete a la mierda —estaba jugando, lo sabía. Su voz y su sonrisa picara se lo demostraban.

Mina se pegó más a ella y pudo sentir como su pantalón, y la ropa interior de la rubia, se tocaban la libertad de la falda. Fue por lenta, sexual y exquisita la manera en que Mina mordió la fruta ante sus ojos.

Una gota del jugo resbaló en la comisura de sus labios y Mina asomó su lengua, repasándolo y llevándolo a su interior nuevamente.

Chaeyoung estiró su brazo izquierdo y metió la mano dentro de su remera. Su abdomen plano y su cintura se amoldaban a su gusto y le encantaban. Acarició cada parte al no recibir queja de Mina rodeó su espalda, alzándola y obligándola a que se sentara justo sobre su pene.

— Estás tan dura —se burló la rubia y ella le sonrió sin ternura ni cariño; la había excitado en un juego ordinario y quería que se encargara de eso. Ahora.

Tomó una mano de Mina y la guió al cierre de su pantalón. Desvió su mirada hacia la puerta de un costado, algunos pasaban y alguien las miró a lo lejos. Sin embargo, si no se acercaban, no iban a notar lo qué sucedía.

La rubia abandonó la fuente y desprendió su cinturón.

— Carajo, Mina —gimió echando la cabeza hacia atrás cuando las manos de la rubia acariciaron su bulto. No podía creer que estaba en una casa de completos desconocidos, casi desnuda con alguien que poco conocía también pero que estaba disfrutando su trato como nunca antes.

Mina bajó la cremallera y su mano llegó al interior de su bóxer, tomando su miembro y jalándolo hacia afuera. Estaba perdida nuevamente a su merced y la rubia sabía lo que hacía. Movía sus manos de abajo hacia arriba y apretaba con furia su pulgar en la punta del pene, retorciéndola de placer. Alzó sus caderas y la rubia lanzó una risa casi silenciosa. Sabía, ella sabía lo que deseaba y solo estaba torturándola.

— Revisa mis bolsillos ―murmuró y Mina lo hizo. Había un condón en el. Se mordió el labio y apretó las piernas, liberando un pequeño grito en Chaeyoung debido al roce.

La rubia llevó el paquete a su boca y lo abrió. Chaeyoung la vió, lo enrolló a lo largo de su duro miembro y lo sacudió al verlo colocado. Ella enredó una mano en su cabello y Sana la alejó al instante.

— Ni lo intentes —gruñó, subiendo nuevamente el cierre y prendiendo su pantalón— No ahora. Vámonos —tomó su mano y la alejó del sillón de un jalón.

— No me jodas, ya se me puso blanda — Mina se detuvo y volteó a verla, observando su entrepierna.

— No es cierto ―aseguró y se pegó a ella, rodeándose así misma con los brazos de Chaeyoung y obligándola a caminar de esa manera.

— Pues lo estará en cinco minutos. O menos.

Llegaron al salón que anticipaba la cocina y se despidieron de algunos invitados y de Jennie, que era la única no afectada por el alcohol.

No había nadie en el estacionamiento por lo que, apenas montaron el auto, Chaeyoung jaló a Mina, retomando la posición del sillón, y la sentó a horcadas sobre ella.

La besó, lo hacía con tanta pasión que la firma del contrato era nada en cada sonido desesperado de sus bocas al separarse. Metió una mano entre las piernas de Mina y sintió la humedad de su ropa interior. Mierda, como le encantaba sentirla así a pesar de que conocía su condición. La hizo a un lado y metió dos dedos de golpes, estaba convulsionando y recién comenzaba.

Mina tocó uno de los botones de la consola central y el asiento se fue hacia atrás.

Mina tocó uno de los botones de la consola central y el asiento se fue hacia atrás. Increíble, simplemente increíble se veía con el sudor en su frente y sobre ella, dispuesta a hacer lo que cualquiera de las dos quisiera.

Quería estar en su interior allí mismo, hundirse en ella hasta el fondo y sentir ese punto con el que se toparía su pene por no poder ir más allá. La tomó de los muslos y los acarició antes de pegarla a ella con violencia. Estaba demasiado excitada y se iba a liberar ahora mismo.

Abrió su cinturón con velocidad y bajó su pantalón hasta las rodillas. Mina tomó su miembro y lo sacudió varias veces antes de apretarlo hacia abajo con fuerza.

— Vamos, Mina —gimió, tomando su cintura y guiándola a su entrada. Pero la rubia se detuvo, la soltó y se irguió contra el volante, observándola con una sonrisa. No había rogado nunca, y nunca lo haría, pero si tenía que hacerlo para ella lo iba a hacer; así se lo recordara el resto de sus días— Por favor, Mina —volvió a acariciar su pene y ella la sujetó por la cintura, girándola y cargándola hacia el asiento de atrás— Levántate la falda y quítate la braga —Le ordenó mientras terminaba de bajar su pantalón.

Chaeyoung se acarició una vez más su miembro, duro y brillante y la penetró. De una sola estocada hasta el fondo y haciendo gemir a ambas. Sostenía los muslos abiertos de Mina y se mantuvo quieta unos segundos. Estaba tan mojada que sus flujos salieron frente a su intromisión. La rubia apretó sus músculos internos y ella se salió hasta la punta, volviendo a meterse hasta el fondo una y otra vez.

Sus embestidas se volvieron rápidas, manteniendo un ritmo constante por varios minutos.

Que bien se sentía. Mina tan estrecha y gimiendo en su auto, por ella y para ella. Se acercó a su rostro y mordisqueó su mandíbula antes de llegar a su cuello. Recordó que al día siguiente la rubia se reuniría con Somi para sus ejercicios diarios, succionó su piel y la mordió para que no ocultara esa marca luego.

Mina la tomó de su chaqueta y tiró para besarla. Su saliva estaba caliente y su lengua contra la de ella iba por el mismo camino. Levantó la remera y se alejaron para quitarla; guió las manos a la espalda de la rubia pero el maldito sostén no salía. Lo jaló hacia arriba y atacó sus senos sin aviso.

— Carajo, que bien sabes, Mina —la oyó gemir y aprisionó un pezón entre sus dientes, tironeándolo y chupándolo con desesperación. Aumentó la velocidad de sus embestidas, el sonido de sus pieles chocando la volvía loca.

Mina elevó sus piernas y dobló sus rodillas, preparándose para cuando el orgasmo la golpeara. Sin embargo ella no lo sentía aún.

— No te corras aún —le dijo y Mina alzó sus brazos, escondiendo su cabeza en ellos sobre la butaca. Le rodeó la cadera con sus piernas y la empujó con fuerzas hasta el fondo, sorprendiéndola a ella misma.

La soltó y volvió a hacerlo unas veces más, hasta que Chaeyoung sintió la dificultad para continuar penetrándola. Estaban cerca por lo que la tomó del cuello y la golpeó a su boca, con una última embestida.

Gimió en sus labios y ella le dio las últimas sacudidas con tranquilidad. Movía sus caderas acompasadas y apoyó sus frentes intentando recobrar la respiración.

Había sido una locura. De unos minutos y sin ideas de qué pasaría ahora.

Mina bajó las piernas y ella se salió de su interior con cuidado. Se sentó a su lado y se quedaron en silencios unos minutos, oyendo la adrenalina aún en la otra.

Chaeyoung se subió el pantalón y la vió hacer lo mismo con su falda ¿Podía tironear de su brazo y besarla otra vez? De manera no sexual ni en agradecimiento, solo quería besarla una vez más. Porque estaba comenzando a extrañar sus bocas unidas.

Mina se pasó al asiento acompañante y ella se aclaró la garganta, ocupando el de conductor que le correspondía.

— Vas a pagarme más por eso ¿cierto? —Chaeyoung giró a verla al instante; Mina sonreía orgullosa, como cuando bajó de su motocicleta la primera vez que la vió. Alisó su falda y un nudo se formó en su garganta, ahora solo tenía que aclararle que era una broma.

— ¿Qué dices? —le preguntó con la voz ronca, apenas estaba bajando de su excitación también.

— Soy tu empleada ¿no? —Si, por supuesto, porque se lo vivía recordando pero llevaba los últimos dos días sin nombrarlo ¿por qué tenía que decirlo justo ahora?— Ayudé a liberarte de tu tensión, no estoy acostumbrada a esto. No te saldrá gratis ¿O qué pensabas?

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