Capítulo VIII: El plan a seguir
El plan no era muy difícil, lo había creado ella misma y mandaría al demonio a Chaeyoung si se llegase a enojar por las consecuencias. Iba a demostrarle que no era para nada inexperta en su trabajo y qué podía hacerlo sin sus estrictas y estúpidas órdenes.
Estaba sobre su motocicleta, a unos metros de la gasolinera y observando los movimientos que ocurrían dentro de la tienda. Llevaba más de cinco minutos allí por lo que, según sus cálculos, solo debería seguir unos segundos más.
Y así fue.
Vió su objetivo abandonar el lugar con bolsas en mano y caminar rumbo al auto que acababa de cargar gasolina. Mina movió la llave de su motocicleta y encendió el motor, acelerando y siguiendo un BMW color azul.
Se cruzó de acera a tan solo unos metros de pegarse a el y lo siguió tratando de que no la notara y lográndolo en el proceso.
Estaba a menos de cien metros de un semáforo por lo que, tras voltear y ver que nadie conducía tras ella, rodeó el automóvil y se detuvo a su lado cuando llegaron y el color rojo los sorprendió.
Miró hacia un lado primero y luego al coche, descubriendo la mirada del conductor ya sobre ella. Sonrió con victoria y apuntó hacia atrás, haciendo que él también observara el neumático trasero.
— Tienes un neumático pinchado —le dijo bajo su casco y el conductor bajó su ventanilla— Tienes un neumático pinchado —repitió y lo escuchó bufar con molestia.
— Maldita sea ¿y esto cómo demonios pasó?
— Oríllate o tendrás problemas ―le dijo ella y señaló con su pulgar hacia atrás, la fila de autos que comenzaban a acercarse.
Mina vió frente a sus ojos el auto de Taehyung estacionarse a un costado y sin dudarlo lo siguió.
Abandonó su motocicleta y se quitó el casco mientras llegaba a él:
— Puedo jurar que cuando cargué gasolina estaba perfecto ¡Perfecto! —gritó él, pateando el neumático y caminando en círculos luego— Por cierto, gracias por el aviso, ni siquiera lo había notado.
— No te preocupes, son cosas que suelen pasar.
— Tengo una reunión en menos de media hora ¡estúpido auto!
— Pues llama a una grúa o al seguro, no puedes dejarlo aquí.
— No tengo tiempo. Con la alarma me esperará hasta que regrese. Tomaré el primer taxi que se detenga —terminó Taehyung, volviendo a la calle y alzando su brazo en busca de uno.
Sin embargo, sus constantes intentos fueron inútiles y regresó para repetir la en su coche.
— Escucha —dijo Mina caminando hacia él— mi esposa sabe de esto, arregla su Cadillac ella misma, si quieres la llamo y en unos minutos lo reparará.
— ¿De verdad? —preguntó él con algo de esperanza.
-— Pues si, no es muy difícil. Solo debe cambiar el neumático ¿tienes el auxiliar? No te preocupes —agregó cuando Taehyung negó ligeramente con la cabeza— le diré que te consiga uno. Solo que se retrasará más por eso.
— Entonces gracias pero no. Volveré luego por él.
— Espera, espera —corrió ella cuando intentó irse nuevamente— puedes llevarte mi motocicleta.
— ¿Qué? —preguntó él sorprendido.
— Lo que escuchaste, puedes llevártela mientras mi esposa hace lo que tenga que hacer.
— Eres una de las nuevas vecinas ¿cierto?
— Cierto —aseguró Mina— y por eso creo que deberías aceptar mi ayuda —Él observó su reloj de muñeca y luego a la rubia; la situación era totalmente rara pero debía llegar a esa reunión con anticipación o tendría problemas.
Asintió con seguridad y Mina le sonrió antes de bajar el cierre de su traje y buscar su celular.
— Puedes llevártela —le dijo mientras marcaba en su móvil y el le agradeció por lo bajo antes de correr hacia el vehículo. Mina escuchó el motor encenderse y apretó los labios, maldito plan que había creado a último momento; por su propio bien que saliera perfecto o se iba a arrepentir toda su vida.
Taehyung pasó frente a ella y le alzó la mano en un saludo. Mina lo imitó y le dijo que era vecina de JiSung, que luego la buscara allí. Lo vió asentir y finalmente lo escuchó y vió alejarse.
Alejó el celular de su oreja para su falsa llamada y lo guardó nuevamente.
Caminó hacia el automóvil y abrió la puerta de conductor, observando a su alrededor el poco tránsito y montándose al interior con rapidez.
Fue directa a la guantera y la abrió.
— Inservible, inservible, inservible — murmuró al ver la cantidad de papeles ajenos e inútiles para ella. Pasó la mano bajó el asiento acompañante y gruñó al encontrarlo vacío.
Recorrió de igual manera el asiento que ocupaba y golpeó el volante luego de continuar sin nada.
Se mantuvo un momento sentada, intentando calmarse y observó por el espejo retrovisor. Se cruzó hacia atrás rápidamente al ver unos abrigos, los levantó y sonrió al ver una agenda color marrón.
La abrió y dio un pequeño salto cuando su celular comenzó a sonar. Lo tomó luego de unos segundos y volvió a guardarlo al ver el nombre de Jimin en una llamada.
— Así que a tu mujer le gustan las compras y gastar tu dinero —murmuró con malicia al ver la chequera con números altos y en la agenda una y otra vez la palabra shopping, dibujada y con detalles seguramente escritos por su propia esposa.
Pasó páginas con velocidad y descubrió algunos números de teléfonos y guía de cenas organizadas con fin laboral. Había un listado además de comida, de compras que al parecer él hacia siempre para cada fiesta.
A su esposa le gustaba gastar en ropa, gimnasio y clases de yogas. Y ella odiaba todo eso pero, si no lo hacía, Tzuyu y nunca avanzarían.
Cerró la agenda y regresó todo a su lugar antes de abandonar el coche y tomar nuevamente su móvil.
Llamó a una grúa y se recostó contra el auto tras cortar la llamada: iban a ser unos largos 45 minutos esperando.
Bajó las escaleras entre pequeños saltos y camino directo a la cocina por algo que beber.
Se había dado una larga ducha mientras se felicitaba mentalmente por su trabajo de horas atrás; Chaeyoung no podía volver a gritarle después de esto.
Regresó al living con una limonada fresca en mano y se detuvo frente al sillón, cuando la puerta se abrió dando paso a Olivia y Beom-gyu.
— Obtuve la mejor calificación de mi salón hoy —alardeó la niña, arrojando la mochila a un costado.
— Eso es genial ¿de verdad? —preguntó Mina y Olivia asintió.
— La mejor y dos puntos arriba de la segunda mejor continuó la pequeña.
— Felicitaciones Olivia ¿y tú Beom-gyu?
— Un asco ¡toda la escuela es un asco!
— Oye, cálmate niño —le dijo, acercándose a él y entregándole su vaso— ¿por qué dices eso?
— Pues porque Olivia ya pudo acercarse a su objetivo, yo aún no —respondió él, ignorando a la rubia y acomodándose en el sillón. Mina alzó ambas cejas sorprendida.
— Oye pero eso no es problema —intentó tranquilizarlo.
—Lo será cuando Tzuyu se entere ― murmuró Beom-gyu cruzándose de brazos con algo de tristeza y ella rodó los ojos, regresando a él y obligándolo a que tomara su vaso esta vez.
— Escucha, Tzuyu es algo....intensa, con su trabajo. Pero no se molestará por eso, apenas estamos comenzando.
— No la conoces —susurró Beom-gyu—ninguno de nosotros y ya hemos notado como se molesta cuando no la obedecemos.
— Hagamos algo —propuso la rubia— no hables con ella de tus avances hasta que los tengas ¿si? Y si te los pregunta antes pues...no es la primera vez que lo haces, Beom-gyu...miente —terminó ella y Beom-gyu asintió con una sonrisa, bebiendo finalmente de su limonada.
— Tengo hambre —dijo Olivia, llamando la atención de los dos.
— Chaeyoung no vendrá hasta la noche ¿quieren que salgamos a comer? —preguntó y ambos niños abandonaron el sillón de un salto, antes de correr escaleras arriba para quitarse el uniforme escolar.
Tuvo que aguardar por ellos apenas cinco minutos, o menos, porque bajaron decididos con ropa cómoda.
Olivia se deslizó por el barandal y Beom-gyu dio un salto desde mitad de escaleras. Ella entreabrió la boca sorprendida, caminando tras ellos con lentitud e intentando alcanzarlos.
— Oigan, tienen que enseñarme a hacer eso —les dijo tras cerrar la puerta y llegando a ellos con velocidad.
— Te saldrá unos 10 dólares —le dijo Beom-gyu y ella golpeó suavemente tras su cabeza.
— Espero que hayan traído dinero para pagar su comida —bromeó Mina, haciendo que ambos niños se detuvieran con brusquedad en medio de la calle— Vamos, vamos que muero de hambre.
— Hay un auto en la puerta de mi casa — escuchó Mina. La voz de Chaeyoung volvía a sonar molesta, pesada y autoritaria. Detuvo un momento el cepillo en su cabello y volteó a verla, bajo el marco de la puerta y apoyada en el. La observó de arriba abajo, impecable como salió a la mañana con su pantalón de vestir verde olivo y su camisa blanca dentro, amoldando y resaltando el cuerpo perfecto que ella consideraba tenía.
Había visto los pequeños cuadrados de sus abdominales noches atrás, cuando Chaeyoung desprendió su cinturón y su remera se alzó tras caer en la cama. Le pareció jodidamente increíble y no podía evitar mirarlos ahora, a través de esa camisa de lino transparente.
Y tenía su maquillaje apenas gastado. Sus labios ocupados por un rosa brillante y sus ojos se veían más cristalinos tras ese sombreado natural. La vió mover la cabeza esperando su respuesta y ese movimiento bastó para que su perfume llegara a ella.
No podía negarlo y debía admitir que Son Chaeyoung era hermosa a la vista de cualquiera y que se vería única al lado de alguien más. Chaeyoung tenía belleza y carácter por igual, como las malditas cualidades que siempre la debilitaban y terminaba exponiéndose en una especie de enamoramiento o gusto pasajero.
Regresó su vista al tocador y reinició el movimiento de sus manos, alisando su cabello antes de ir a la cama.
— En teoría, no es tu casa —le aclaró y la escuchó bufar por lo bajo― y si, hay un auto. Es un BMW.
— Eso ya lo sé —masculló Chaeyoung con obviedad, adentrándose a la habitación y cerrando la puerta tras ella— ¿pero cómo apareció aquí?
— Es de Taehyung —le dijo sin rodeos y la vió clavarse en medio del cuarto con sorpresa. Esperó su reacción por lo que se mantuvo en silencio y, segundos después,la vió caminar hacia ella.
— ¿Qué dices? ¿De qué hablas? —le preguntó deteniéndose tras la silla y observándola a través del reflejo.
— Dijiste que debía acercarme a la mujer, bueno, no la he visto aún pero a él si. Y mantuvimos una conversación, tiene cara de imbécil y actúa como imbécil por lo tanto no creo que sea un problema.
— ¿Puedes explicarme exactamente cómo ocurrió eso?
— Lo seguí. Con la dirección de su casa llegué a ella por la mañana, su auto estaba afuera y estudié los movimientos del lugar. Nadie me vió ni yo a nadie por lo que bloqueé la válvula de aire. Unos minutos después comenzó a desinflarse pero él creyó en una pinchadura. Fácil ¿eh?
— Fácil una mierda, Mina —la rubia rodó los ojos. Ahí iban de vuelta— Te expusiste sin mi permiso y actuaste sin consultarme ¿para qué demonios crees que tuvimos esa reunión el domingo?
— ¿Te refieres a la reunión en el living y tú con una estúpida pizarra y escribiendo más estupideces? Oh, si. Muy eficiente.
— No es nada estúpido y quiero...
— Déjame terminar —la cortó con una mirada penetrante tras el espejo y Chaeyoung suspiró resignada— Este es un trabajo en equipo y nadie te puso a cargo en ningún momento ¿Sabes lo que me dijo hoy Beom-gyu? Que te enfadarías con él si le llegases a preguntar cómo va con su objetivo dijo Mina, abandonando la silla y girando, recostándose contra el tocador — E intenté decirle que se equivocaba pero claramente tiene razón —terminó solo para ver el gesto en el rostro de Chaeyoung. Parecía como si lo último no lo hubiese escuchado y aún se repetía mentalmente lo que le soltó luego de la pregunta.
La castaña se pasó una mano por la frente y rascó su cabeza, desviando su mirada de Mina y dando un paso atrás.
— No estamos aquí para perder el tiempo —intentó excusarse y Mina negó con la cabeza— Además tanto él como nosotros ya ha hecho esto, sabe lo que tiene que hacer.
— Pero no deja de ser un niño de 10 años. Y es el niño que da las gracias antes de cada comida, recuerda eso.
— No me vengas con moralidad, Mina y mejor termina de decirme qué más haz hecho hoy. Sin mi permiso, por supuesto —agregó con frialdad y Mina infló su pecho molesta; todo lo hermosa e inteligente que era terminaba yéndose por un caño con lo lejana y calculadora que podía llegar a ser por momentos.
Así mismo no le importó y le obedeció.
— Tengo los horarios de salida de su mujer junto a las direcciones. Y algunos de él también. Por cierto, vendrá por su coche en una hora, quizá y te agradecerá por tu ayuda. Creerá que tú arreglaste su neumático.
— ¿Algo más que deba saber? —preguntó Chaeyoung y ella negó con la cabeza, justo cuando sonaba su celular.
Ambas dirigieron su mirada al móvil que se movía sobre el tocador y Mina lo tomó, cortando la llamada con fastidio y arrojando el aparato sin cuidado.
— ¿Sucede algo? —preguntó Chaeyoung por lo bajo, avanzando un paso hacia ella.
— Nada importante, solo es Jimin — dijo Mina y la castaña asintió lentamente, guardando las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
— Dijo que te llamaría —le recordó aquel grito de él días atrás mientras abandonaban el edificio de Park.
— Nunca tuvimos una relación. Solo nos conocimos por el trabajo, fuimos amigos y luego...bueno, amigos con derecho, ¿quizás? —preguntó con ingenuidad y vió a Chaeyoung lanzar una sonrisa. Podía jurar que ese hoyuelo que estaba viendo solo se formaba cuando sonreía de verdad y con gusto pero dejó de hablarme de un día para otro y comenzó a salir con otras compañeras. Dijo que no buscaba una relación porque quería darle tiempo y espacio al trabajo, quería y necesitaba el dinero. Y en ese momento yo si buscaba estabilidad con él, el trabajo no me interesaba. Ahora las cosas cambiaron y lo que buscaba antes lo quiere él ahora.
— ¿Realmente ya no sientes nada por él? —preguntó Chaeyoung con la voz ronca y Mina negó al instante.
— Nada ya. Ha decir verdad, en aquel tiempo solía ser algo...caprichosa. Y quería todo lo que comenzaba a rodearme, pero con el tiempo aprendí a desprenderme de todo e inclusive de él. Ahora no estamos en el mismo momento y dudo que lo volvamos a estar.
— ¿Cómo haces para olvidarte de alguien? —insistió Chaeyoung y Mina ladeó la cabeza, intentando entenderla― Tú querías una relación con él y simplemente ahora ya ni contestas sus llamadas. Y pones mala cara al nombrarlo— regla número 36, recordó Chaeyoung: nada ni nadie debe quedar fuera del alcance de tus estudios.
— ¿Nunca te has enamorado? —preguntó Mina y Chaeyoung estudió su rostro un momento. Vagó sus ojos sobre cada rincón de ella: su boca, la punta de su nariz y las extremidades de sus mejillas. Y negó ligeramente con la cabeza.
— No. Bueno quizás si, creo que uno simplemente no dice que no se enamora sin razones; debe de haber algo detrás y tal vez un desamor. Pero, si eso pasó, fue hace tiempo, inclusive antes de comenzar a trabajar en este negocio.
Bueno pues, ahí tienes la respuesta. Siempre se puede olvidar o evitar recordar sin que duela terminó Mina y Chaeyoung bajó su mirada, recorriendo esta vez su cuerpo que escondía tras esa bata rosa pero que ya conocía.
Mina lo notó y estiró sus brazos a lo largo del mueble tras ella. Chaeyoung dio un paso más y nuevamente sus cuerpos allí estaban, rozándose y tocándose sin miedo y con gusto.
— Pero si tu quieres, ya no mantendré contacto con él —susurró ella y vió a la castaña morderse el labio, perdida completamente en su boca y ejerciendo una presión contra ella.
— ¿Si yo quiero?
— Ajá...si crees que interfiere en nuestro trabajo, le haré saber que no puede volver a llamarme.
— Si, si quiero aseguró al instante. Tan decidida y convincente como cuando firmaba exactamente eso, sus trabajos —Él solo será una molestia entre nosotras —susurró Chaeyoung y Mina asintió tan lento como el aliento dulce de la castaña se lo permitió.
Estudió con lentitud los movimientos de Chaeyoung; que se pegó a ella y dejó una mano en su cintura, como el día anterior, tras aquel vestidor en la extraña sesión de fotos.
Se sentía igual. Sus caderas juntas y sus entrepiernas tocándose y un calor la recorría por dentro igual que horas atrás, cuando Chaeyoung la golpeaba contra ella y su pene crecía entre sus glúteos.
Fue la sensación más placentera haberla escuchado suspirar en su oído y gemir contra su hombro mientras acariciaba sus muslos.
Pero todo se había esfumado así tan rápido cómo había ocurrido. Ninguna emitió palabra sobre lo ocurrido y, cuando Chaeyoung llegó a la cama la noche anterior, ella fingió que dormía y la escuchó hacerlo minutos después, tras oír su respiración calma.
A la mañana, cuando despertó, Chaeyoung ya no estaba en la habitación y los niños tampoco en casa: era el primer día que la castaña no la despertaba a la fuerza hacer el desayuno. para ordenarle
Y volvieron a verse minutos atrás, cuando preguntó por el auto estacionado afuera. Y fue en ese momento, cuando el timbre resonó en todo el cuarto, que Chaeyoung asomó su lengua, humedeciendo sus labios, que ella sintió un último notable roce contra su cadera y la erección de la castaña alejarse luego.
Y fue en ese momento, cuando el timbre resonó en todo el cuarto, que Chaeyoung asomó su lengua, humedeciendo sus labios, que ella sintió un último notable roce contra su cadera y la erección de la castaña alejarse luego.
Se tomó el pecho y expulsó todo el aire que había contenido en ese silencioso encuentro y se tomó del tocador para llegar a la cama. Se quitó la bata y abrió las frazadas, perdiéndose bajo las frazadas sin importar que apenas fueran las nueve.
Escuchó la voz de Luhan opacar la de Chaeyoung en el living, mientras conversaban, y se echó boca abajo; intentando dormir antes de que la castaña regresara.
Pero, cuando la puerta principal volvió a cerrarse y oyó la seguridad que echaba Chaeyoung, se sentó un momento y quitó su pijama, quedando nuevamente en ropa interior.
Los pasos de la castaña se acercaban por las escaleras y Mina regresó contra la almohada, evitando cerrar sus ojos mientras Chaeyoung llegaba a ella.
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