Capítulo VI: Fingir y no serlo
Regla número 16: jamás te muestres vulnerable, recordó Chaeyoung cuando Beom-gyu propuso compartir el helado en el living, viendo una película todos juntos. Ella negó con seguridad luego de unos segundos y caminó escaleras arriba, encerrándose en el baño por una ducha caliente.
Quitó su ropa mojada con algo de esfuerzo y se deslizó en el frio piso hasta colar una mano tras la cortina y abrir la ducha. Ni siquiera se molestó en buscar lo que necesitaba, solo quería estar bajo el agua caliente un momento.
Con sus dos pies dentro, mojó su cabello y pasó sus manos hasta aplastarlo hacia atrás. A Chaeyoung le gusta Mina, recordó con molestia y estiró su brazo en busca del jabón. Maldita niña malcriada, pensó cuando le fue inevitable continuar repitiendo esas palabras con la voz de Olivia.
¿Cómo iba a gustarle Mina? Era hermosa, sí pero su voz era irritante, su poca colaboración en el trabajo le molestaba y sobre todo que fuera tan desconsiderada la ponía de mal humor. Era egoísta, eso era Myoui Mina y en una escala aún más alta que ella. Por lo tanto nunca la soportaría.
Ni siquiera Nayeon, aquella chica con la que realizó su primer trabajo, fue tan desesperante como Mina. O tal vez fue porque apenas le dedicó miradas y atención durante esos meses que compartieron casa. Ella misma dividió dos cuartos y nunca hizo coincidir sus horarios con la muchacha. Solo sostenía su cintura cuando alguien más las observaba o fingía una caricia en las fiestas, bajo un ojo público.
Pero inclusive Nayeon acataba sus órdenes con predisposición y pocas veces le reclamaba algo.
El problema era entonces claramente Mina. Era la segunda vez que trabajaba acompañada y su garganta terminaba picándole luego de gritarle porque hiciera las cosas bien. Entonces no, no podía gustarle alguien así.
Escuchó sonar su celular en la habitación de al lado, la que compartía con Mina, y terminó enjuagándose con rapidez.
— Por tu bien, espero que seas tú Namjoon —murmuró al tomar una bata y colocársela, tenía mucho que reclamarle apenas hablara con él. Llevó una de las mangas a su nariz y la olió; movió su cuello con molestia y caminó rumbo a su cuarto— ¡Mina! —le gritó pero la rubia no hizo acto de presencia. Su celular volvió a sonar y llegó a el, atendiendo rápidamente— Namjoon —lo saludó entre dientes luego de leer su nombre en la pantalla.
— ¡Ey, princesa! Una semana ya en tu nuevo empleo ¿eh? debemos reunirnos para verificar los datos y estadísticas. Mañana los espero en mi oficina.
— ¿Nos? —preguntó ignorando el hecho de qué aún seguía enfadada con él.
— Necesitamos armar y detallar algunas cosas. Y para eso los necesito a los cuatro. A ti y a tu familia.
— No es mi familia —aseguró Chaeyoung, observando a Mina pasar junto a ella y volteando tras la mirada de reojo que le dedicó la rubia. Sus ojos quedaron en el espejo del tocador, inmóviles, cuando Mina bajó los tirantes de su vestido y lo deslizó hacia abajo.
— Ajá, claro —le respondió a Namjoon que no paraba de hablar y se aclaró la garganta, intentando desviar su mirada ¿Iba a quitarse la ropa otra vez con ella cerca? Por supuesto, si era desconsiderada y egoísta. Su espalda desnuda quedó visible ante ella y por un momento le pareció imaginarse si la tocara. Parecía tan suave y ese color de piel le sentaba perfecto; seguramente sus dedos se resbalarían en ella sin problemas y a Mina se le erizaría la piel. Y podía hacerlo, al fin y al cabo compartían cama y la morena nunca la sentía cuando apoyaba la cara en su hombro; solo lo notaba a la mañana siguiente, cuando ya la babeaba con algo de intención. Movió su labio inferior bajó sus dientes y enredó una mano en su cabello antes de continuar.
— Si, bien, ahí estaremos. No, Namjoon, no lo olvidaré. Si, adiós —cortó con rapidez al ver a Mina nuevamente en ropa interior y sin signos de incomodidad. Parecía que lo liberal y exagerado que era su carácter cuando no obedecía sus ordenes, lo era también al momento de mostrarse en lo que cualquier otro sería vergonzoso.
Abandonó su móvil sobre el tocador y giró sobre sus talones, evitando quitar su mirada de la mirada de Mina.
— Mi bata tiene olor a humedad, Mina — le reclamó pero la rubia la ignoró. Ella entrecerró las cejas y se cruzó de brazos— ¿Me estás escuchando?
— Déjala en el lavadero —susurró la rubia rodeando la cama y deteniéndose frente a ella para abrir su lado. Chaeyoung vagó la mirada en su cuerpo cuando Mina se inclinó y levantó las frazadas. La rubia la rozó antes de guardar algo en su mesa de luz y se aclaró la garganta, debatiéndose en dar o retroceder un paso— ahora apaga esa luz que quiero dormir —le ordenó por lo bajo y sin pensarlo se alejó de ella.
— ¿Y Beom-gyu?
— Ya acostado, igual que Olivia. Les dejé que llevaron helado a sus cuartos.
— Pero Mina, ensuciarán y...
— Lo limpiaré mañana ―alzó la voz la rubia y ella la vió dar la vuelta y cerrar sus ojos.
No entendía su reacción pero tampoco se dio la libertad de pensar en ello; no tenía por qué preocuparse de Mina, porque era adulta y cualquier cosa ajena al trabajo que compartían le daba igual.
Ella tenía una vida y Mina otra que retomarían cuando el contrato expirara y volverán a ellas con el dinero obtenido. Por lo tanto si a la rubia le gustaba tener sus altibajos emocionales, no le prestaría atención. No estaba acostumbrada a eso y tampoco le importaba.
Apagó la luz y se quitó la bata, tanteando entre el mueble su pijama.
Se acostó al lado de Mina minutos después y se preguntó si ya dormía porque su respiración era baja, calma y había unos centímetros separándolas que nunca existían. Se removió y sus espaldas se enfrentaron, ella lanzó un suspiro y habló por lo bajo antes de intentar dormir:
— Mañana iremos con mi jefe, luego del desayuno. Tenemos que ultimar unos detalles —no recibió respuesta alguna y el sonido de la almohada moverse contra algo tampoco. Quiso alzar su cabeza y girar a verla pero desistió ¿qué tanto podía costarle decirle está bien, al menos?
Regresó contra el colchón y acomodó las manos bajo su rostro; olvidando activar su despertador e ignorando el hecho de que en realidad lo sabía.
Apenas pisó el edificio, caminó sin duda hasta la oficina a las que fueron señaladas.
Chaeyoung avanzó con una Mina más tranquila detrás y abrió la puerta de un pequeño despacho, descubriendo a Namjoon tras un escritorio que no era el de él y bebiendo felizmente su café.
Se abalanzó hacia él y golpeó con ambas manos la mesa, notando la mirada de confusión que por primera vez Namjoon le daba.
— ¿No te parece qué se te pasó algo en tu maldito historial? —le gritó y él se puso de pie, totalmente atónito a su tono de voz.
— ¿Se puede saber qué te pasa hoy día?
— ¿Qué me pasa? —ironizó Chaeyoung— Pasa que en el historial del niño no pusiste que sufría de alguna enfermedad ¡ayer tuvo un ataque de asma! ¿Cómo se te puede pasar algo así?
— Nada en mis trabajos se pasa, señorita Son —escuchó la voz de alguien más y volteó a la puerta. Un hombre mal vestido para su gusto, de camisa, jean y chaleco, ingresó con superioridad y caminó hasta ellos— El problema radica en que usted no leyó la ficha médica ―terminó él lazándole una carpeta verde.
Ella lo miró de arriba abajo y abrió la carpeta, repasando uno de los puntos finales de la hoja que explicaba la enfermedad de Beom-gyu.
— No se supone que yo debería haberlo advertido —masculló Chaeyoung alzando su mentón—¿Y quién es usted?
— Soy Kwon Soon-young —se presentó él estirando su mano pero ella lo ignoró— la cabeza de todo este proyecto.
— Si, conozco algo de usted. Lo poco que hace en realidad, sus logros y que no son muchos —afirmó ella y Kwon le sonrió con malicia— ¿Y este es su edificio? Es de segunda clase y tiene pocos empleados — continuó sin darle tiempo a responder.
— Tengo la cantidad necesaria y son eficientes. Al parecer más eficientes que usted, señorita. Ninguno dejó pasar alguna vez tal información como la que usted evadió ¿es qué se está encariñando con el niño? ¿por eso su reclamo? —preguntó con burla él y Chaeyoung apretó sus labios, se moría por remover esa asquerosa sonrisa con tan solo un golpe.
— Por supuesto que no se trata de cariño —murmuró Chaeyoung— pero se supone que como su madre debería conocerlo ¿Qué hubiese pasado si la crisis empeoraba? Su plan se iba al demonio.
— Para eso Sana trabaja con usted —replicó Soon-young— ella sabe lo que tiene que hacer y cómo salir de los problemas más difíciles incluso.
—¿Podemos dirigir nuestra atención a la razón por la que estamos aquí?—interfirió Namjoon, intercalando la mirada entre ambos y desviándola cuando Mina hizo acto de presencia—¿Y los niños?
—En la entrada ¿por qué estamos aquí?— preguntó la rubia.
—Necesito que los traigan—ordenó Namjoon.
—¿Para qué?—insistió Chaeyoung.
—Tráiganlos y lo sabrán.
Chaeyoung abandonó la oficina de Kwon Soon-young casi tres horas después, sola y con una especie de libro en mano.
El viento que ingresaba por las puertas de entrada a las que se acercaba, volaba las puntas de su camisa y su cabello, ayudando quizás a bajar la molestia que aún llevaba.
Olivia y Beom-gyu estaban sentados con sus celulares, en el piso y bajo el escritorio de la mujer que recibía a cada uno que ingresara y les daba el permiso final para avanzar.
Se detuvo cerca de ellos y les ordenó que fueran al auto, que ya se marchaban de allí.
— ¿Dónde está Mina? —les preguntó pero ambos alzaron sus hombros y desaparecieron afuera.
Se acercó a la mujer tras unos largos lentes y ella le dijo que en la oficina del señor Park.
—¿Quién es él?—le preguntó y la mujer le señaló al final del pasillo, del lado izquierdo, la última puerta. Ella asintió y caminó con velocidad hasta allí, sintiendo como la ausencia de aire de las puertas comenzaba a hacerle falta.
Chaeyoung llegó a la puerta final, la más impecable de todo ese corto trayecto y golpeó secamente dos veces luego de reconocer la voz de Mina dentro. Pasaron segundos y nadie abrió pero las voces continuaban.
Se pasó una mano por la cara y golpeó nuevamente, con su puño y más veces: Sana apareció con la misma seriedad de la noche anterior y Chaeyoung dirigió su vista tras ella. El señor Park no tenía unos 50 años como lo había pensado al oír su apellido. Era joven, tanto como ellas y escondía unos músculos bajo ese traje marrón que portaba.
Él la miró con molestia y ella le sostuvo la mirada hasta que la retiró, abandonando su silla y caminando a ellas.
— Es hora de irnos —le dijo a Mina y la rubia asintió antes de pasar frente a ella y alejarse.
— Mina ―oyó mientras caminaba tras ella pero la rubia no se detuvo. Y Chaeyoung sonrió— Te llamaré luego —gritó el chico y ella lo observó de reojo sin detener sus pasos.
Llegaron a su Cadillac y se montó en su habitual asiento, encendiendo el motor y moviendo la palanca de cambios para salir de allí.
Olivia se estiró hasta ella y recibió lo que cargaba desde el edificio; un gran álbum de fotos tomadas minutos y horas atrás.
Namjoon llamó al habitual fotógrafo que se encargaba del asunto y los cuatros posaron de distintas maneras y delante distintos paisajes; totalmente irreconocible que lo lograron dentro de cuatro paredes.
Olivia y Beom-gyu daban murmullos de admiración y bromeaban tras pasar página y verse junto a ellas, o solos, en distintas tomas.
— El lunes debemos volver —le dijo Chaeyoung y la rubia asintió; Namjoon les había dicho que allí bien temprano debían presenciar otra sesión, pero con dos bebés y se les daría un toque más antiguo, para plasmar en imágenes el supuesto recorrido hasta llegar a la edad de hoy juntas, y con sus dos hijos.
Ninguna de las dos dijo palabra alguna durante el resto del camino por lo que Chaeyoung aceleró un poco más para llegar cuánto antes. Amaba el silencio porque era sinónimo de tranquilidad y soledad para ella. Pero este que compartía con Mina era incómodo, sumamente incómodo y no le agradaba.
Estacionó frente a la casa que compartían y se quitó el cinturón de seguridad. Descendió y notó a JiSung podando el césped, le alzó la mano con una fingida sonrisa y rodeó el auto, llegando a la rubia y pasando a su lado.
— Creí que no te agradaba —la detuvo Mina y ella regresó sobre sus pasos.
— Y no lo hace —aseguró ella, notando a los niños pasar a su lado— pero debo pretender que si.
— Es agradable —murmuró la rubia, cruzando sus brazos y recostándose contra el capó del auto— es muy dulce con los niños y me ha presentado mucha gente ayer, durante la fiesta.
— De eso hablaremos ahora en el almuerzo.
— Claro, luego de que cocine ¿qué le agradará hoy a mi querida esposa? — preguntó Mina con ironía y Chaeyoung le sonrió con la misma intención.
— ¡Yo quiero espaguetis! —gritó Beom-gyu pasando a su lado con patineta en mano y desapareciendo de su vista.
— Y con pollo —agregó Olivia siguiendo los pasos del niño pero con sus rollers color rosa.
— ¡Mina! —escucharon ambas la voz de Somi, pasar tras ellas junto a otras mujeres en sus caminatas diarias. La rubia le alzó la mano y Chaeyoung entrecerró los ojos antes de responderle igual. Sonrió internamente cuando la chica se mostró seria al verla y sin dudarlo se acercó a la rubia, tomando su mentón con una de sus manos, obligándola a que la viera y golpeándola a su boca en un beso hambriento.
Aquella muchacha no le había agradado días atrás, cuando llegó en busca de la rubia y ahora ese saludo por demás efusivo le generó desconfianza.
Mina le rodeó la cadera y la pegó a ella, abriendo su boca e intensificando el beso sin importarle las miradas ajenas.
Que sabor dulce tenía siempre su aliento, cual fruta que nunca dejaba de comer en verano y que suave eran sus labios cuando respondía a cada movimiento impuesto por ella. Mina sabía cómo continuar ese o cualquier beso y eso le parecía tan interesante como gustoso a hacerlo.
Dejaron de oír las voces femeninas porque nuevamente se encontraron solas frente a ese pequeño especio del vecindario. Ni rastros de JiSung quedaron aunque su podadora aún seguía afuera.
Intentó bajar el arrebato del beso pero no lo consiguió. Cuando quiso separarse, Mina la torturó con una inesperada mordida y sus bocas se volvieron a encontrar, marcando un ritmo más acelerado inicio. que al
Finalmente el aire comenzó a faltarles por lo que se alejaron casi a la vez, fingiéndose sus mejores sonrisas cual trabajo ya hecho y felicitándose por el mismo. Sin embargo, había algo en la mirada de la otra que las hacia aún subir y bajar su pecho con euforia.
Tal vez el lápiz labial corrido y ya ausente en la boca de Mina y esparcido seguramente en la de ella. O las manos temblorosas de Mina por haber acariciado su espalda.
Dio un paso atrás y guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón, aclarándose la con mando y volviendo a hablar:
— Primero el señor Park y ahora Somi, vaya me tienes sorprendida — le dijo intentando sonar a broma y no algo molesta como realmente lo estaba.
— ¿Jimin?
— ¿Así se llama?
— Él y yo no tenemos nada ―aseguró la rubia y Chaeyoung cortó la distancia, regresando el paso que había retrocedido— Somos compañeros de trabajo y hace unos días me envío un mensaje, pero no siento nada por él. Ya nada ¿O qué? —preguntó dejando sus manos en los hombros de Chaeyoung y alisando su camisa— ¿mi esposa está celosa? —bien, eso fue como una patada a su estómago porque no se lo esperaba. Mina la miraba con sorna y su voz salió igual de irritante, disfrutando el momento.
Chaeyoung lazó un resoplido irónico y ladeó su cabeza, notando la sonrisa de Mina comenzar a desvanecerse y dejándola a ella nuevamente inmune frente a sentimientos ajenos:
— Si fueses mi esposa realmente si, me molestaría y hasta detendría los avances de cualquiera que se te acercara...pero esto es un trabajo y con quién te quieras acostar a mis espaldas, no es de mi incumbencia —terminó con la voz pesada y sintió el contacto de la rubia alejarse.
Porque de eso se trataba todo esto, pensó al voltear y caminar hacia el interior de la casa, de fingir ser felices juntas.
No serlo.
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