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Capítulo V: ¿Te has dado cuenta que estamos en tu Cadillac?

El chico vestía un traje azul más claro que su vestido, casi celeste y un moño divertido color negro. Saludó a los pequeños con cariño y los dos corrieron directo al patio cuando les dijo que había más niños y juegos para que se divirtieran.

—¿Y Chaeyoung? —preguntó el muchacho luego de dejarle un beso en cada mejilla.

— En su oficina, hoy tiene mucho trabajo. Me pidió que me disculpara por ella. Realmente le hubiese gustado estar aquí —ni su voz sonaba convincente ni el gesto de aprobación de su vecino fueron verdaderos, pero al menos lo intentó. Chaeyoung no le enviaba mensaje ni se había molestado en llamarla desde el mediodía, luego de volver a salir rumbo a su trabajo. Pero eso era a lo que se dedicaba, a fingir más allá de caricias y parejas, también palabras.

— Oh, está bien —se descuidó él agitando sus manos— haremos otra pequeña reunión en cualquier otro momento. Ven, adelante, Mina. Ya hay algunos presentes —la invitó JiSung, guiándola con una mano en su espalda y cerrando antes de caminar rumbo al living.

Mina observó todo sin intentar demostrarlo: la casa era grande, un living lujoso y espacioso con cuadros en sus paredes. Una barra ya ocupada por algunas parejas antes de llegar a la cocina y unas puertas corredizas de cristal, al fondo, daban paso al patio, justo como a ella le gustaba: con un césped tan verde como limpio, una parrilla en un rincón y una piscina llena de agua cristalina.

JiSung la acercó a algunos vecinos que no conocía y todos la trataron con amabilidad y entre sonrisas. Por lo que no pudo dejar de tratarlos de igual manera.

— ¡Mina! —escuchó la voz de Somi con alegría mientras se acercaba a ella. La muchacha la apretó en un cálido abrazo y le dejó luego un beso en su mejilla, sosteniendo sus manos mientras le hablaba— pero mira que hermosa te ves. Lo siento —se disculpó al recibir un codazo de JiSung— pero su esposa no está aquí, no me dirá nada ¿cierto?

— Oh, no, no —dijo Mina— Chaeyoung no pudo venir.

— Que pena —murmuró la chica y enredó su brazo con el de Mina, sonriéndole con victoria a JiSung y alejándola de allí— Acabo de ver a tus hijos en el patio, son adorables.

— Si, lo son ¿tú tienes hijos? —preguntó con inocencia y la chica lanzó una risa.

— Para eso necesitaría pareja. Y no quiero nada de esas responsabilidades por ahora.

— Oh, eres....soltera —susurró Mina, confundida por el hecho de que alguien en ese estado civil viviera en Santa Bárbara.

— Bueno, he tenido una pareja estable y la razón por la que me mudé; pero si la relación se rompe y te has sabido ganar el cariño de los demás, uno de los dos puede conservar la casa —se le adelantó Somi mientras detenían sus pasos en el living— recuérdalo para cuando Chaeyoung llegue tarde a casa. Trabaja en una oficina ¿cierto? O para cuando no pueda llegar a una fiesta —terminó la chica y Mina dio un paso atrás, tratando de que aquel miedo que Somi intentaba imponer no le generara duda.

Si, tal vez Chaeyoung tenía una secretaría en su oficina, como la gran mayoría de personas que trabajan allí y sí, tal vez también compartía tiempo de más con ella o sostenía una relación fuera de lo laboral. Al fin y al cabo ella no era su esposa realmente y el contrato que ambas firmaron se acabaría en un tiempo. Pero no quería imaginar que esa era la razón por la que Chaeyoung no llegó a esa reunión. O comenzara a ausentarse noches siguientes.

Tragó saliva fuertemente y se tomó la frente un momento. Somi acarició su mejilla y le dijo que iría por un vaso con agua, que había perdido apenas algo de su color.

Asintió y la vió alejarse. Acomodó su pelo que con tanto empeñó planchó temprano a un costado y se sostuvo un momento de la pared; inhalando y exhalando intentando recuperar la calma. Porque eso era lo que la invadía ahora, un poco de intranquilidad al recordar cada palabra de Somi.

La chica volvió y la ayudó a sentarse en uno de los sillones. Y ella quería quedarse sola ahora para alejar los pensamientos que pasaban por culpa de Somi; pero la chica se acomodó a su lado y estiró su brazo hasta acariciar su rodilla, elevada sobre una pierna.

Mina le sonrió con esfuerzo y bebió. Tan lento y sin mirarla para que comprendiera el mensaje.

— Te vi llegar con tu motocicleta la otra vez, el día de la mudanza.

— Oh, si. Si es mi motocicleta.

— ¿Y por qué no llegaste con tu familia? —le preguntó con algo de seriedad que a Mina la hizo estremecer, pareciera que quería saber cada cosa y en esos momentos ella no estaba para responder con lucidez.

— Bueno yo...estaba de viaje y Chaeyoung había quedado en casa, con los niños y ellos llegaron antes.

— Entiendo —masculló Somi antes de sonreírle y volver a tocarle la mejilla— Ya estás mejor ―le aseguró poniéndose de pie y estirando su brazo para que lo tomara— Vamos al patio un momento, podemos hablar toda la noche. Vamos.

La casa terminó llenándose de gente minutos después. Mina conoció a distintos empresarios, mujeres distinguidas de algún partido político y solo compartió un saludo con un sobrino de Mark Lee. Un tal Taehyung, hijo de su hermana, que los había presentado Chan-mi.

Terminó de beber su copa y la dejó en la pequeña mesa del patio, observando a Olivia conversar cual adolescente con las demás niñas y a Beom-gyu correr cerca de la piscina. Entrecerró los ojos y quiso caminar hasta él cuando el timbre resonó en todo el lugar y la hizo detenerse un momento, para descubrir quién esperaba tras la puerta. No comprendía dónde iba a terminar acomodándose más gente si continuaban llegando.

Sin embargo, regresó la vista a Beom-gyu y llegó hasta él.

— Beom-gyu, no tan cerca de la orilla ¿si? —le pidió con suavidad al ver que no paraba de rondar los costados de la piscina. Tenía claramente más de unos 2 mts de altura y ni ella misma sabía nadar. El chico asintió con su cabeza y ella le sonrió.

— ¡Sana! —volteó ante el llamado de JiSung que llegaba con una sonrisa de felicidad y acompañado. Chaeyoung caminaba a su lado, con la mano del chico en su espalda, y algo avergonzada porque los demás volteaban a verla.

Y ella podía entender por qué. Su melena castaña, totalmente despeinada, su traje negro y su corbata igual con su camisa blanca. Y sus ojos marrones que en ese momento se posaban sobre ella y algo similar a una sonrisa se aproximaba a su encuentro.

No pudo evitarlo y caminó hacia a ella para cortar la distancia cuanto antes.

— ¡Aquí está la otra invitada! —gritó JiSung para los demás y ella quiso reír pero Chaeyoung se abrazó a su cintura, escondiendo su rostro en su cuello y susurrándole la vergüenza que sentía— Bueno, antes que acabe la fiesta deben hacernos los honores.

— ¿Qué honores? —preguntó rodeando los hombros de la castaña para que no se alejara.

— Cada nueva pareja debe bailar una canción. Son solo unos segundos —explicó MinHo, el esposo de JiSung que caminaba hacia el reproductor musical— ¿Están listas?

Mina llamó a Chaeyoung por lo bajo y le pareció sentir la nariz de ella acariciar su cuello al separarse.

La castaña la vió a los ojos y estiró su brazo izquierdo, ella enredó sus manos y sintió la otra en su cintura: Chaeyoung la pegó a ella con total dominio y comenzó a moverlas cuando la canción invadió sus oídos.

Era lenta. La melodía era tan lenta que no podían apartar sus ojos de la otra, de su boca o de su rostro buscando algún signo de incomodidad. Sin embargo no lo encontraban.

Chaeyoung juntó su mejilla izquierda con su derecha y los segundos de baile lo hicieron así, pegadas como si del matrimonio más enamorado se tratara.

De repente dejó de oír los murmullos ajenos y se dedicó a intentar entender que decía la boca de Chaeyoung, que movía sus labios contra ella y diciéndole algo. Parecía una disculpa, un lo siento que no terminó de escuchar porque otro sonido se oyó y todo se silenció.

Chaeyoung se alejó y desvió la vista tras ella. Y todos oyeron los gritos de Beom-gyu; su voz ahogada y su dificultad al hablar por el agua que invadía su boca.

Ambas corrieron al instante tras él y Chaeyoung se lanzó de lleno a la piscina. Allí, de pie a la orilla, Mina notó inclusive que superaba los 2 mts.

La castaña lo sostenía con esfuerzo y nadó con él hasta la escalera, donde Mina llegó y no dudó en tomarlo y, por mucho que 10 años tuviese, lo cargó en su regazo hasta el césped; donde lo recostó y se arrodilló a su lado.

Cada intento de respiración de Beom-gyu se hacía más corto y difícil y ella no entendía por qué. Chaeyoung apretaba su pecho con ambas palmas abiertas de sus manos y el agua que expulsaba de su boca era mínima.

Todos los rodearon pero un grito de la castaña los alejó. Abrió la camisa del niño y continuó con sus intentos de reanimarlo. Sin embargo algo estaba haciendo mal porque sus ojos no se abrían y su rostro estaba tornándose claro.

Mina lo oyó respirar y acercó su oreja de inmediato a su boca: conocía ese sonido particular al respirar y no era por nada bueno.

— Necesitamos un inhalador —le dijo a Chaeyoung y la castaña no lo dudó; volvió a cargarlo entre sus brazos y corrió con él a través de la casa. Mina la seguía con Olivia de su mano y abandonaron la fiesta sin ninguna palabra.

Afuera, Chaeyoung cruzó la calle nerviosa y cargó al niño dentro de su auto.

Mina se acomodó en el asiento trasero con él y la niña en el de acompañante, moviendo sus manos y pidiéndole a Chaeyoung que se apurara.

— ¡Cómo demonios dejaron pasar el hecho de que es asmático! —gritó frustrada y golpeando el volante— Voy a matar a Namjoon —susurró con la voz quebrada y preguntándole a Mina cómo seguía.

— Solo conduce y detente en la farmacia más cercana o la clínica. Lo que encontremos primero.

Podían sentir el frío de la pared tras ellas, que las sostenía y les recordaba lo triste y distante que era un lugar como esos. Una clínica casi oscura al final del pasillo y con pocos doctores rondándola.

Era totalmente injusto, pensó Mina, estaban todos divirtiéndose y de un minuto a otro todo se convirtió en un pequeño caos. Y Beom-gyu la estaba pasando peor que todos.

El chico estaba dentro de una sala de emergencias, junto al médico de guardia y minutos atrás pudieron escuchar su voz llegar allí, débil y casi apagada.

La rubia se arrodilló frente a Olivia y le acomodó un mechón de pelo tras su oreja, sonriéndole y recibiendo el mismo gesto.

— Siéntate allí —le pidió por lo bajo, señalando la silla a unos metros donde otros niños esperaban ser atendidos. Se estiró y antes de ponerse de pie le dejó un beso en la frente. La vió acomodarse y recostarse delante de todos y volteó hacia Chaeyoung, caminando hacia ella que no dejaba de mover su pierna derecha completamente nerviosa— Necesitas cambiarte esa ropa. Vas a enfermarte.

— No ahora —le dijo la castaña y ella asintió, pasando a su lado y sentándose frente a la sala donde Beom-gyu estaba. Notó de reojo la mirada de Chaeyoung y segundos después la tuvo a su lado— Estará bien ¿cierto?

— Uno de mis padres tiene asma también  —comenzó Mina— este tipo de crisis es frecuente. Cuando salgamos, compraremos un inhalador y tendremos todo controlado. Pero si, estará bien —le sonrió ella, estirando una mano y acomodándola en su muslo. Chaeyoung la tapó con otra de ella y movieron sus dedos a la vez, entrelazando el agarre y sonriéndose con tranquilidad— Hiciste muy bien en lanzarte a esa piscina. Y luego cargarlo por toda la casa.

— ¿Es que lo viste? —preguntó Chaeyoung con la voz quebrada y sus ojos cargado de lágrimas —movía sus brazos y no podía pedir ayuda. Estaba ahogándose.

— No volverá a pasar —aseguró Mina, tirando del agarre y rozando sus rostros — el médico le dará algo y se recuperará  —terminó en un susurro y Chaeyoung alzó su cabeza, rodeándole el hombro y pegándose a ella en un abrazo.

Mina la escuchó sollozar sobre su hombro por lo que se dedicó a acariciarle la espalda. Era lo que siempre hacía su padre cuando Akira se encontraba en las condiciones de Beom-gyu.

La puerta frente a ellas se abrió y ambas se pusieron de pie al instante. El doctor guardaba su lapicera dentro de su bata y les sonrió luego de intercalar la mirada entre las dos.

— No hay nada de qué preocuparse — aseguró el hombre y Chaeyoung movió su mandíbula— Por supuesto que lo había, Beom-gyu había dejado de respirar con normalidad por unos minutos; eso es algo de qué preocuparse—Ingresó algo de agua por su boca y nariz y eso obstruyó parcialmente sus vías respiratorias.

Acabo de darle un calmante, estaba muy nervioso. Necesito que en una hora exacta lo estabilicen con su inhalador.

— Si, claro, está bien —lo cortó Mina, pasando bajo el brazo del doctor que se apoyaba en la pared y llegando a la camilla, donde Beom-gyu estaba sentado y lo abrazó al instante.

— Les daré una receta —continuó él pero Chaeyoung asintió lejanamente. Movió apenas su cabeza y desvió la vista hasta atrás del hombre. Mina no dejaba de mover sus manos en el rostro de Beom-gyu y le preguntaba cómo se encontraba, si quería o necesitaba algo. El niño apenas tenía tiempo de negar cuando la rubia volvía a sujetarlo y lo abrazaba, reclamándole que no vuelva a jugar cerca de una piscina.

Chaeyoung vió la felicidad y tranquilidad en ambos rostros y no pudo evitar sonreír. Realmente se veían cual madre e hijo.

Mina lo ayudó a que regresara al piso y luego de tomar su mano cruzaron sus miradas. Avanzaba hacia ella y sin apartar sus ojos. Fue cuando el doctor palmeó su brazo, pidiéndole que la siguiera a su despacho, que ella finalmente parpadeó y luego de dejarle una caricia a Beom-gyu lo hizo.

Solo una receta médica con cuidados durante el resto de la noche le entregó él y ella caminó con rapidez hacia la salida. Apenas atravesó la puerta quitó la alarma de su automóvil y corrió hasta Mina.

— Ey, Beom-gyu —llamó al niño que se acomodaba en el asiento trasero ¿te sientes bien?

— Muy bien, solo me duele algo la cabeza.

— Claro, entiendo —balbuceó nerviosa porque nunca había estado en esa situación y no sabia cómo reaccionar. El niño apretó sus labios sin saber que más decir y ella se inclinó a dejar un beso en la mejilla— compraremos algo de helado ahora ¿te parece?

— ¡Genial! —alzó los brazos él y Chaeyoung retrocedió un paso, alejándose de la puerta.

— Mina —Susurró roncamente tomándola del brazo, impidiéndole que subiera al lado del niño— ya está mejor. Creo que puedes ir...que puedes ir a mi lado, en el asiento acompañante.

La vió asentir y le sonrió antes de rodear el coche y subir, oyendo ya las risotadas de Olivia con Beom-gyu.

Encendió el motor y esperó a que Sana terminara de colocarse el cinturón de seguridad. Pisó apenas el acelerador y se alejaron de allí finalmente.

— Oye, Chaeyoung —la llamó Beom-gyu y ella lo observó por el espejo retrovisor, asintiendo para que continuara— ¿te has dado cuenta que en tu Cadillac? —bromeó él y no pudo evitar reír, siguiendo las carcajadas de Mina y Olivia.

— Es verdad —se sinceró ella, doblando en una esquina y divisando una heladería a lo lejos— ¿Y sabes que les falta solo ahora?

— ¿Qué? —preguntó la niña.

— Montar la motocicleta de Mina — terminó Chaeyoung, recostándose en su puerta y observando a la rubia rodar los ojos— Oh vamos, Min. No es tan malo. Mi auto sigue igual ¿no?

— A Chaeyoung le gusta Mina.

Ni siquiera lo negó o le pidió que se callara. Tal vez porque todo aquello generaba la risa de Beom-gyu o porque en si solo era una broma.

Se removió en su asiento y se quitó su corbata todavía mojada. Por mucho que su ropa estuviera húmeda aún, su cuerpo comenzó a desprender calor que ninguna de todas esas gotas juntas pudieron bajar.

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