Capítulo XXXII: Cronometrar
75.000 dólares. 2 firmas, 1 cheque que no aceptó y un estrechón de manos. Nada más. Ni todo ese dinero recibido le pareció razón suficiente para comenzar ese día satisfecha; con un día más en ese trabajo y uno menos para lo que faltaba.
Había perdido casi tres horas con Taehyung y otra más con Kwon Soon-young. Ninguno le caía bien y había compartido la mañana con ambos. Taehyung porque le parecía carente de inteligencia y Soon-young porque la tuvo rogándole, 60 minutos, por algo a lo que solo respondía de manera negativa. él
Estaba segura de que los odiaba. Odiaba que Taehyung fuese tan idiota y se dejara quitar el dinero de manera tan fácil, no le gustaba el trabajo fácil pero odiaba el difícil que tenía con Mark. Odiaba a ese hombre porque el tiempo ya comenzaba a jugar en su contra y no había caminado hacia el más allá de un paso.
Odiaba a Kwon Soon-young. Poco había oído de él entre los pasillos de su edificio y no era la única que se burlaba internamente de sus acciones. Si no fuese por sus rescatadas ideas laborales, sería Taehyung con unos años de más y chalecos que nunca se quitaba. Pero lo odiaba por sobre todo porque respaldaba las ideas de Namjoon: no podía adoptar a Beom-gyu y Olivia y no había nada lo que haría cambiar de opinión.
Odiaba en ese momento su trabajo. Odiaba a todos los que no fuesen de su equipo y estaban del otro lado la casa a la que caminaba. Odiaba Santa Bárbara. Odiaba sentirse así, frustrada y odiando a todos y todo a causa de ese sentimiento. Odiaba todo lo que nunca podía conseguir y lo que quería ahora era continuar manteniendo esa sonrisa ilusionada en los niños. Pero Namjoon ya se la había borrado y por eso lo odiaba a él también.
Pateó una pelota de goma que estaba en su jardín, hacia la calle, y rodó los ojos cuando golpeó contra la parte trasera de su propio automóvil. Sacudió la cabeza y regresó su mirada al frente, avanzando con lentitud y cansancio hasta el picaporte.
Chaeyoung abrió la puerta de casa y el aroma a chocolate invadió su nariz con rapidez. Cerró y arrojó el maletín a un costado mientras oía las risas provenientes de la cocina.
— Ey, Beom-gyu ¡Beom-gyu! ¿quién soy? —Olivia estaba sobre una silla, de espalda a ella, mientras gesticulaba con sus brazos cubiertos de chocolate que goteaba y caía a borbotones en el piso.
— ¡Eres JooHyun! —los oyó reír y a Beom-gyu tomar su abdomen en señal de ella. JooHyun. La recordaba tras aquella charla en una noche de tormenta, donde ambos le aseguraron que se trataba de la mujer que los cuidaba de pequeños. Se preguntó por qué estaban riendo de esa mujer ahora ¿harían eso con ella en unos meses? ¿O ya estaban haciéndolo a sus espaldas?
— Olivia, baja de allí y no juegues con el chocolate—la puerta del horno se cerró y una Mina sacudiendo sus manos en el delantal apareció frente a ella. Sonrió, estaban cocinando algo, tan sincronizados, que ninguno pareció notarla aún.
— Pero esto ya no sirve —le recordó la niña lamiéndose una de sus manos— ¡Oh, si! ¡Se la daré a Chaeyoung!
— No puedes hacer eso —reclamó Beom-gyu ofendido— ya lo manoseaste. Chaeyoung no puede comerlo.
— Y no lo hará ―aseguró Mina cerrando la heladera luego de buscar una caja de leche— Puede hacerle daño.
— ¡Claro que no! Solo exageras porque es tu novia. Eres peor que esos niños que jalan el cabello de la niña que les gusta —reclamó Olivia abandonando la silla y llegando a Mina, que removía de perfil a ella algo en una fuente.
— No exagero —refutó la rubia deteniéndose y volteando a ver a la niña— Y Chaeyoung no es mi novia —agregó y luego alzó su mirada, notándola y evitando sonreírle. Ella se cruzó de brazos y se recostó contra la pared, observándolas luego de guiñarle un ojo a Beom-gyu que la había visto con anticipación.
— Pero van a tener un hijo —le recordó Olivia con obviedad eso las hace novias.
— No somos...
— De seguro Chaeyoung es de las novias que te recitan poemas —cortó la niña a Sana— te dice que te bajará la luna y la que armará todo un espectáculo cuando te proponga matrimonio realmente —Ella alzó las cejas sorprendida ¡no hacía nada de eso! Olivia era una niña sumamente inteligente ¿por qué o cómo suponía aquello?— Me imagino también que cuando su hijo nazca lo tendrá todo el día en brazos, ni siquiera irá a trabajar por estar con él ―alzó una ceja y luego la otra, sí, eso tal vez podría ser así— Ah pero ponle audífonos a tu hijo, Mina, porque cuando comience a darle órdenes él sufrirá más que cualquier otra persona en el mundo.
— ¿Lo ves, Mina? Eres una exagerada ― rió la rubia regresando contra la mesada para continuar batiendo. La niña alzó sus hombros y Chaeyoung avanzó hacia ella, deteniéndose tras de si cuando volvió a hablar.
— Quizá lo sea —murmuró la pequeña castaña pero me agrada verle la cara cuando se molesta ¿Lo han notado? Se enfada con facilidad y de la misma manera se tranquiliza. O se enfada cuando realmente algo o alguien le importa— Alguien como tú, Mina. O como nosotros, lo sé —agregó con rapidez al ver a Mina con ganas de refutarle— Y me va a gustar mucho verla así tantas otras veces. Como debe estar ahora justo detrás de mi —terminó y ella abrió la boca admirada. Regla número 7 de su trabajo: dejarás de ser la cabeza creativa cuando alguien ocupe tu lugar, manejando mejor los movimientos y cada segundo trabajado ¿Eso era Olivua ahora? Bufó divertida, no, no podía serlo— Bueno no, no tienes esa cara de enfado —agregó al voltear y observarla con diversión.
— No, no la tengo —repitió Chaeyoung— ¿estás segura que no te contrataron para molestarme en realidad?
— No puedo decirtelo. Secreto de estado —le sonrió la niña con burla antes de meter el dedo en una fuente de chocolate y continuar comiéndolo.
— Olivia, deja de hacer eso. Es asqueroso.
— No te preocupes que de igual manera no es para ti. Tú no lo comerás —le dijo la niña estirando su brazo hacia arriba para dejar caer un hilo de chocolate dentro de su boca.
— ¿Y entonces para quién? —preguntó Chaeyoung mirando a Mina.
— Adivina-ñ —murmuró la rubia divertida.
— No, no estoy para eso ¿Para quién, Mina?
— Oye, tranquila...es para Mark —agregó la rubia observándola un momento con el bols de cocina contra su pecho— Jennie me dijo que tomará el té hoy en su casa e hice que me invitara. Iré y le llevaré este pastel en el que estoy trabajando, tiene del cereal que le dijimos le haría bien a la dieta de su hijo. Por eso perdí toda la mañana en el, quiero que quede perfecto.
Asintió, algo aturdida aún por lo que podría pasar en ese encuentro y aún más por quiénes lo presenciarían. Ella solía encontrarse a Mark y a Somi cuando visitaba la empresa de Taehyung. Pero ella tenía su carácter rígido y seguro. Mina era todo lo contrario y no quería imaginársela en una situación incómoda o insegura para ella.
— ¿Iré contigo? —Mina negó al instante.
— Es solo para nosotras. Jennie, Mark y alguna de sus amigas —gesticuló con desconfianza. Eso implicaba a Somi. Atrás habían quedado sus celos hacia ella, ahora solo temía por lo que pudiese pasarle a Mina y a su hijo. Había una parte de ella que no quería que asistiera a esa merienda— Además, quiero aprovechar para anunciarles de mi embarazo. No voy a poder continuar entrenando al equipo infantil y me parece justo que ellas lo sepan —sonrió con felicidad. Eso sonaba aún mejor y moría por verle la cara a las demás cuando se lo contara.
— ¿Y quién ocupará tu lugar? —preguntó Beom-gyu con tristeza.
— No lo sé —respondió la rubia— pero buscaremos una entrenadora de mi categoría.
— No encontraremos otra, entonces —bromeó Chaeyoung llegando a Mina y rodeándole la cadera con sus brazos. Con su mentón sobre el hombro, respirando el olor a chocolate con el de vainilla que desprendía su cuello, cerrando sus ojos y balanceándose en un baile lento, inexistente y cariñoso, allí, en conjunto con todo aquello, le susurró cuán hermosa estaba. Así, cual ama de casa con delantal y sus hijos acompañándola. Con su sonrisa esperándola, su cabello recogido y su camiseta arremangada. La apretó contra ella y su nariz generó cosquillas en el cuello de Mina, produciéndole una risa que la hizo abrir los ojos, despacio y para mirarla en esa burbuja de diversión.
Le dejó un beso en la mejilla, con ese sonido ensordecedor y casi dominante, eminente a que así lo era, a que había un hilo de pertenencia desde su interior hasta el exterior de Mina y otro que comenzaba igual, pero desde la rubia hacia ella.
De la misma manera quiso dejarle otro pero el carraspeo de garganta de Somi la hizo alejarse, abandonar el contacto con Sana y dar unos pasos hacia atrás, regresando contra la pared.
— Si tú no vas a ser la entrenadora ya no quiero jugar entonces ―aseguró Beom-gyu arrastrando una silla y pisando una pata de Oliver accidentalmente.
— ¡Beom-gyu, ten cuidado! —le reclamó Olivia al oír el llanto del perro y llegando a el, encorvándose a su altura y tomándolo entre sus brazos.
— ¡Lo siento, lo siento! —se disculpó él.
— ¡Eres un tonto! ¡Quebraste uno de sus huesos! —exclamó la niña mostrándoles la pata dañada.
— No es para tanto, Olivua. Apenas y lo tocó. De igual manera la cocina no es lugar para Oliver, llévalo al lavadero —le ordenó Chaeyoung.
— ¡No! Debemos llevarlo con el veterinario, una de sus uñas está rota.
— Ya ni siquiera llora, Olivia. No seas tan dramática —insistió la castaña.
— ¡Bien! Lo llevaré yo sola ¡Sola! —aseguró alzándolo y poniéndose de pie. Chaeyoung echó un resoplido cuando pasó a su lado y de un salto llegó a Mina, arrebatándole un rápido beso de su boca.
— Iré con ella —le susurró sobre sus labios antes de otro rápido beso y viéndola asentir.
Abandonó la casa y casi a rastras tuvo que obligar a la niña a subir su automóvil pero debía admitir que Oliver no mostraba una buena cara. Tal vez la pisada le había dolido más de lo que creía realmente.
Estaba encendiendo el motor cuando la puerta trasera se abrió y Beom-gyu se acomodó con agilidad, sonriéndole cuando lo vió por el espejo retrovisor.
— Sana se irá en una hora. Así que me dijo que las acompañara. Por las dudas.
Asintió ligeramente y movió la palanca de cambios, acelerando para no viajar con lentitud.
Quería que todo aquello terminara en menos de una hora entonces.
Visualmente a todas les había gustado su pastel, habían quedado fascinadas de tan solo verlo reposar en sus manos y caminar con el hasta la cocina.
Estaban Jennie, Mark, Somi y unas cuatro personas más que no reconoció pero claramente eran dos parejas. Se acomodaron en el living y desistió de hablar los primeros minutos. Tal vez por tener a Mark junto a su hombro derecho y a Somi en el otro. Tal vez por esos nervios que entre los dos le estaban acumulando.
Jennie hablaba y hablaba casi sin darles tiempo a que otra acotara algo más. Por lo que, pasado otros minutos, asintió complacida cuando le preguntó que, por ser quién creara tal pastel, podía ser quién lo cortara y lo sirviera.
— Chaeyoung tiene razón...hermosa e inteligente —estaba contra la mesada, cortando apenas la tercera porción cuando Somi se detuvo a su lado y pasó un dedo por la crema batida para luego probarla— haz hecho un pastel con el tipo de cereal que Hee Seung consume. Y que no es fácil de conseguir. Vaya que están haciendo un buen trabajo.
La ignoró, reiniciando el corte en la tarta y con más velocidad. La oyó reír escasamente, con burla y disfrutando de saber que su presencia le molestaba.
— De igual manera no le caen bien a Mark. Chaeyoung no le cae bien —sirvió las últimas porciones en silencio, sin siquiera observarla de reojo o demostrarle que estaba oyéndola― ¿Sabes cuánto tiempo tardé en estrechar su mano por primera vez? Seis meses ¿Y cuánto para saludarlo con un beso en la mejilla? Casi un año más. Fue para una navidad, lo recuerdo. Me paseé con mi auto frente a su casa y amistosamente Jennie me vió, me llamó y me pidió aparcar. Y entonces ella me saludó de manera más cordial.
— Lo hizo por obligación, no porque le hayas caído bien.
— Pero me tardé casi dos años para eso —le sonrió Somi con sorna, retirándole un mechón de pelo hacia su hombro y que caía frente a ella. Se alejo, con brusquedad y acomodó cada pequeño plato servido sobre una bandeja— ¿cuánto tiempo pretenden ustedes llevar en esto? Porque yo trabajo sola, manejo mi tiempo a mis ganas. Pero con dos niños en medio ¿de verdad? —se aferró al aluminio que sostenía todo y caminó, pasando junto a ella y sintiendo un apretón en su brazo que la detuvo— no seas tonta, Mina, no llegarán nunca a nada. Sal de aquí y saca a tu familia contigo.
— Por eso te ha costado tanto —murmuró entre dientes volteando a verla porque trabajas sola.
— Eso no tiene nada que ver.
— Por supuesto que sí. No tienes a quién ocupe tu lugar cuando te equivocas y lo reconstruyas todo de vuelta. No tienes un apoyo ni nadie que te quiera realmente. No tienes un equipo con el que puedas debatir tus ideas y formar otras mejores. No tienes nada y de esa manera seguirás.
— ¿Quieres que le hable de ustedes a Mark? — insistió Somi visiblemente enojada y forzando el agarre. Estaba comenzando a dolerle, el apretón latía pero no podía hacer un escándalo allí mismo. Con su mirada en el living, notando como todos reían sin prestarles atención, alzó su pierna y clavó la aguja de su tacón sobre el zapato de quien era su enemiga. Somi la soltó al instante, encorvándose apenas para ahogar un grito de dolor.
— ¿Quieres que le hable a Chaeyoung de lo que acaba de pasar? ¿Quieres que vuelva a visitarte a tu casa? ¿Qué te golpeé como aquella vez? Te daré una pequeña ayuda...nos iremos en cuatro meses, mi esposa tiene una oferta en el exterior. Pero para ese tiempo, nos iremos con lo que vinimos a buscar. Comienza a cronometrar tu trabajo, Somi... nos iremos con las manos llenas gracias a ti.
Alzó su mentón y pasó a su lado, fingiendo la mejor sonrisa al dejarlo todo sobre la mesa ratona. Ninguna de las presentes era de su agrado tampoco, todas se interponían y de alguna manera obstaculizaban llegar más rápido a su objetivo. Inclusive Jennie, la dulce y dedicada esposa que siempre parecía alegre y feliz por todo y para todos le era un estorbo. Porque de aquella idea que tuvo y presentó cuando visitó la empresa de Luhan, su esposa era la que menos productos adquiría. Y se supone que era una típica sutil compradora compulsiva.
Necesitaba tener dos minutos a solas con Mark, solo eso deseaba y formar una especie de lazo que no se cortara durante los próximos días. Tenía a las dos parejas casi ajenas a la conversación, alejadas en uno de los sillones y Jennie sonriéndole desde el individual, mientras degustaba su pastel.
Con Mark a su lado, se removió, pretendiendo importarle la ausencia de Somi y lo hizo saber en voz alta. Jennie se puso de pie, adelantándose a ella como continuación de su veloz plan y finalmente la atención de Lee le correspondía.
— ¿Irá a ver los partidos la próxima semana? Los niños están muy entusiasmados.
— No lo sé. Hee Seung ya no mantiene esa ilusión del principio y es muy posible que termine dejando el equipo —le sonrió con ironía. Esto era lo único que le faltaba, cortar el único cable de conexión que tenían con la mujer.
— Eso es raro ¿por qué? Todos los niños aún están emocionados ¡más ahora que pasamos de ronda! —exclamó mirando de reojo la cocina. Somi y Jennie comenzaban a acercarse y con ello el tiempo se le escurría entre las manos—¿Ha notado el sabor del pastel? —insistió frente al mutismo de la mujer— lo hice con cereal integral y solo fruta nutritiva en su interior.
— Toda la fruta es nutritiva —replicó Lee.
— Bueno, no toda...o no en exceso ―Somi y Jennie ya estaban a menos de cinco pasos por lo que, arriesgada y nerviosa, abrió la boca y lanzó la primera idea que pasó por su mente— sé que pedirle esto de mi parte es un atrevimiento y hasta quizá lo tome como una falta de respeto pero...ahora que estoy embarazada ya no podré entrenar a los niños, entonces, me preguntaba ¿puede ayudarme con un nuevo empleo?
— ¿Embarazada? —la voz de Jennie sonó sorprendida y la de Somi aún más cuando preguntaron al unísono. Sí, lo estaba y su sonrisa hacia ambas se lo respondía.
— Si estás embarazada nadie va a darte trabajo. Cuestión de leyes &aseguró Mark sin ningún gesto, como siempre.
— Pero apenas llevo un mes y no quiero estar en casa, me molesta pensar que soy una carga para Chaeyoung.
— No acostumbro a emplear gente — murmuró Lee, tras su taza y dándole un largo sorbo a su café.
— Lee —le reclamó Jennie ocupando nuevamente su sillón— sabes que no es cierto. Además, Somi es mi amiga y saber que está esperando un hijo me genera muchas ganas de consentirla —quería morderse el labio con ironía: Jennie era una niña en cuerpo de adulta— Vamos, Taehyung ya te ha hablado de ellas muchas veces y cada vez que se lo preguntas —sí, definitivamente no tenía filtro y era algo torpe o infantil. Lee había preguntado por ellas, eso sonaba interesante, pensó.
— De igual manera, no veo en que pueda serme útil —se cruzó de piernas y apretó sus manos para no golpearla. Ella podía ser útil en cualquier cosa y además no tenía por qué hablarle tan despectivamente.
— Mina cocina con los cereales que su esposa produce —comenzó Jennie— y eso le hace bien a Hee Seung —no quiso colarse y se mantuvo inmune. Sin embargo, conocía aquella operación del niño tras un trasplante de riñón y por esa misma razón no podía consumir cualquier tipo de comida― Y Haewon ya está algo... ¿madura? Para continuar en tu cocina. Quizá Sana pueda preparar platos distintos y enviártelos a la hora del almuerzo —perfecto, ahora iba a ser chef. Pero asintió resignada, en todos sus trabajos siempre terminaba desempeñando alguna actividad extra de la que no tenía ni la mínima idea— ¿Qué dices?
Cuando Lee lanzó un resoplido y terminó cediendo a regañadientes, sonrió y se irguió en su lugar.
Segundos después, cuando nadie la observaba, volteó hacia Somi, tras el sillón de Jenna y le gesticuló con triunfo.
Le alzó su brazo izquierdo, lo dobló hacia adentro y palmeó con la otra mano su muñeca sobre un reloj inexistente.
Ahora con un paso dentro de la casa de Lee, si Somi no seguía su consejo y cronometraba su tiempo en el trabajo, ellas terminarían llevándoselo todo.
— ¡Esto se pondrá de lujo! Contigo en la casa de Lee podré ir más seguido a jugar con la consola de Hee Seung.
— Oh, no, no niñito. Tu tiempo ya expiro ―lo cortó Mina. Tras ser la última en dejar la casa de Jenna esa tarde, Chaeyoung y los niños pasaron por ella y ahora caminaban hacia la puerta de entrada. Ella con su brazo enrollado en uno de Chaeyoung y Beom-gyu a su lado, mientras Olivia se adelantaba porque le urgía ver su serie de cada martes.
La niña pasó las llaves y empujó la puerta, adentrándose con velocidad para encender las luces.
Sana aminoró el paso cuando Beom-gyu siguió a su hermana y detuvo a Chaeyoung frente a ella. Incluso la luz de luna no golpeaba directo sus ojos pero esos ojos color avellana brillaban por cuenta propia. No había visto tal color nunca en ningunos otros ni algún objeto. Nada podía compararse a la hipnotizante mirada de Son Chaeyoung y menos aún al lugar hipnotizado que viajaba su cuerpo cuando la observaba.
Tomó la corbata a medio pecho que el nudo descuidado la ubicaba y la tironeó, golpeándola contra ella para besarla. Las manos de la castaña rodearon su cintura y se pasearon por toda su espalda; acercándola lo que más ya no se podía.
— Aquí fue aquel primer beso ¿lo recuerdas? —le susurró al separarse y recostarse contra su pecho— donde comenzó todo. Éramos muy creíbles ¿cierto?
— Lo éramos.
La luz del living se incendió y un pequeño grito de Olivua las alertó. Chaeyoung corrió de inmediato hacia los niños pero se detuvo con brusquedad tras pasar la puerta.
— ¿Por qué ese grito? ¿Qué fue lo que... —interrumpió sus palabras como su andar. Esa no era su casa. Todo estaba destruido.
El sillón no tenía ninguna rajadura tres horas atrás cuando lo vió por última vez. La alfombra no estaba manchada con pintura y el barandal de la escalera no estaba destrozado. Nada estaba en su lugar y la lámpara que apenas se sostenía, terminó por caer estrepitosamente y rompiéndose en cientos de pedazos.
Había vidrios por todos lados. Trozos de la mesa ratona, de los focos y algunos portarretratos. Nada había quedado inmune a ese ataque.
— ¿Oliver? —preguntó asustada pero Chaeyoung la detuvo por la muñeca cuando quiso ir en su búsqueda.
— Está en observación hasta mañana. El veterinario le pondrá algo en su fractura.
Volvieron a silenciarse y solo ella caminó entre el desastre de lo ocurrido.
Se perdió en la cocina y por primera vez una parte de su trabajo le afectó. Todas las ollas tiradas, aplastadas e inútiles para volverlas a utilizar, cubiertos desparramados y vasos rotos. Incluso la heladera estaba abierta, con todo descuidadamente listo para arrojar a la basura y su puerta rota.
Pero había una nota en ella, pegada en la pequeña puerta del refrigerador. Se acercó, volteando al oír a Chaeyoung decir que iba por la escoba y estiró su brazo, tomando el papel y leyendo las pocas palabras que allí delataban lo sucedido.
"Espero que cocines un delicioso plato mañana. Si fuese tú, cronometraría tu tiempo para arreglarlo todo. Suerte con eso"
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