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Capítulo XXVII: Para eso te pago

Mina la miró. No es como que no quisiera tomar algo o despejarse después de horas de viaje y trabajo bajo al sol como entrenadora, pero no quería en compañía de ella. Chaeyoung se lo había pedido y no tenía interés en contrariarla ni deseo propio de hacerlo.

Se detuvo con brusquedad y estiró su brazo, acomodando su mano en el hombro de Somi y deteniéndola ante su avance. Había cerrado la puerta y por un instante había visto el brillo de su mirada de otra manera. Más oscuro y temeroso. Y no quería que continuara igual.

— De verdad, Somi —insistió— estoy cansada, solo quiero ducharme y acostarme.

— Bueno esto es...un poco molesto, Mina —se irguió Somi y ella entrecerró los ojos No me mires de esa forma, tú me invitaste días atrás a esto— Querías que aceptara una invitación a esa inexistente tarde de té o que yo te invitara a algo. Bueno, estoy haciéndolo —apretó los labios y bajó lentamente su brazo. Tenía razón, eso había hecho. Pero las cosas eran distintas ahora, ya no quería coquetear con ella para obtener algo ni invitarla o recibir alguna invitación de algo. La quería lejos en ese momento y solo quería volver a la cama.

Observó por sobre su hombro nuevamente el movimiento de su celular y regresó su vista a Somi. Tal vez solo bebían algo rápido, una copa cada una y hasta fingiría estar ebria si de volver a su cuarto se trataba.

Sí, eso haría. Le regalaría solo unos minutos, tal vez ni siquiera una hora y le aclararía finalmente que no podía volver a repetirse este tipo de encuentros. Todo sería rápido, fácil y volvería a su conversación por mensajes con Chaeyoung; incluso la llamaría antes de dormirse.

— Compré un vino europeo, demasiado caro ―murmuró Somi y ella lanzó un suspiró resignado. No podía además dejarle ese gasto como si nada.

— Espérame aquí —le dijo y regresó a la mesa de luz. Tomó el celular y le envío un último mensaje a Chaeyoung. Esperó con el móvil en mano casi con desesperación una respuesta pero no la obtuvo. Resignada, lo guardó bajo la almohada y buscó su chaqueta, antes de dejar el cuarto y caminar con Somi detrás.

"Bajaré a tomar algo y luego te llamo ¿de acuerdo?" No, no estaba de acuerdo.

Chaeyoung se arrastró en el sillón y dejó el celular sobre su abdomen. No podría tardarse tanto Mina en una bebida. Una limonada, tal vez o aquellas aguas con gas que tanto le gustaban.

Regresó la pantalla del móvil a su vista y observó la hora: 18: 26— No seas tan idiota, Chaeyoung —se reclamó a si misma y se puso de pie, dejando el aparato sobre la mesa ratona para caminar a la cocina. También buscaría algo para beber y esperar el llamado de la rubia.

¿Por qué no pudo llevar su móvil con ella? Abrió la heladera y echó un vistazo hacia atrás, al living y agitó la cabeza al ver el teléfono en la misma posición que lo había dejado. Se sentía asqueroso esto de extrañar a alguien pero se trataba de Mina. La amaba y extrañarla era parte de ese amor que le tenía.

Se sirvió un vaso de agua y le dio un sorbo observando hacia afuera, por la pequeña ventana y contra la mesada. No había rastros de vecinos y su manzana se oía tranquila, sin ni siquiera cantos de pájaros.

Bebió un poco más y dejó el vaso sobre el frio mármol, acariciando su círculo superior un momento y tratando de no pensar en el tiempo. Sin embargo, por cada vez que su dedo pasaba en el orificio, más lento oía las agujas del reloj avanzar por lo que se separó con brusquedad e intentó volver al sillón.

— ¿Extrañando a tu esposa? —Nancy apareció bajo el marco de la puerta y detuvo su andar. Por supuesto que la extrañaba, qué clase de pregunta era esa. Pero decidió ignorarla y pasó a su lado, arrojándose de espalda al sillón luego de tomar su celular— Debe ser feo ¿o me equivoco?

— ¿De qué hablas? —le preguntó sin mirarla pero notando que se acercaba a ella.

— Saber que la persona que te gusta está a cientos de kilómetros de ti. Muy lejos de ti —comenzó la chica, acomodando sus manos sobre el apoyabrazos— y no está sola. Está acompañada de una persona que se siente atraída por ella. Están solas. Las dos. Y juntas.

— ¿A dónde quieres llegar? —murmuró Tzuyu quitando su pie cuando la Chaeyoung intentó tocarlo.

— A nada. Solo te decía que debía sentirse feo ¿no? Estás esperando que te llame y quizás, solo quizás, ellas están ocupadas haciendo solo ellas sabrán qué cosa.

— ¿Ya haz armado tus maletas? —le preguntó Chaeyoung con notables intenciones de fastidiarla— el martes te largas de aquí. O quizás antes —Nancy la observó unos segundos, intentando ocultar su molestia y se acomodó su melena hacia un lado mientras rodeaba el sillón.

— Leí en tu historial que eres intersexual —susurró sobre el respaldar y estirando su brazo. Chaeyoung apretó su muñeca al ver dónde se dirigía y la alejó con violencia, poniéndose de pie para llegar a ella.

— Ni se te ocurra faltarme al respeto, niña estúpida. Y no vuelvas a hablar de Mina —la amenazó entre dientes y giró sobre sus talones para caminar a las escaleras.

— Pues mientras tú estás aquí, defendiéndola, ojalá allá ¡dónde demonios sea que estén!, esté teniendo sexo con alguien y te mueras en tu ego.

— Púdrete y lárgate de aquí —le dijo observándola de reojo y cerrando con un portazo al ingresar a su habitación.

Se quedó mirando el temblor del picaporte y quiso darle una patada pero se contuvo aún con su pierna a medio alzar.

Giró con furia y ahogó un grito al ver un movimiento en su cama.

— ¡Olivia, carajo! ¿Pero qué demonios haces aquí?

— Esperándote. Quiero que salgamos a cenar.

— No, no estoy de humor para eso. Ve a tu cuarto, quiero dormir.

— Entonces llévame al cine o por un helado, no sé ¡pero estoy aburrida! —exclamó la niña abriendo sus brazos y ella echó su cabeza hacia atrás. No había un solo momento en que no estuviese aburrida.

— ¿No entiendes las cosas, Olivia? No estoy de humor, me duele la cabeza y además estoy esperando un llamado.

— ¿De quién? —Chaeyoung alzó las cejas, no iba haber un solo día en que esa niña no la fastidiara.

— No seas chismosa. Un llamado importante.

— Pero dijiste que querías dormir ¿Dormirás o hablarás por teléfono? — Quería gritar. Pero empuñó su mano y se mordió el dedo índice con total frustración.

— Dormiré luego de hablar por teléfono ¿puedes solo callarte unas horas?

— Mina te dejó a mi cuidado, así que me llevarás a comer como toda buena madre —le ordenó Olivia dejando la cama y pasando a su lado. Sin embargo la detuvo y se inclinó a su altura, intentando recordar la frase exacta que la niña había dicho.

— ¿No será que Mina te dejó a mí cuidado?

— No —aseguró la pequeña castaña negando con su cabeza— yo debo cuidarte a ti. De Nancy y de...bueno solo de Nancy porque tu mal humor no genera alguna atracción por otras personas. No aprovechas tu belleza, Chaeyoung, eres medio tonta.

— Cierra la boca —la calló cual director de orquesta al terminar la función— Eso quiere decir que Mina te pidió que...

— ¡Ay, sí, Chaeyoung! —rodó los ojos la niña— entiendo que te guste Mina pero no eres una adolescente ni yo tu mejor amiga asique no te repetiré lo que quieres escuchar una y otra vez. Vámonos.

Oyó la puerta abrirse tras ella y giró sobre la rodilla que se sostenía, observando la llegada de Olivia a su cuarto. Sonrió con rareza y ladeó la cabeza al verla salir con una chaqueta segundos después.

Rodó los ojos cuando le hizo una seña sobre su muñeca, que se les hacía tarde y se puso de pie, guardando su celular en un bolsillo y siguiéndole los pasos.

— Oye Olivia —la llamó mientras bajaban las escaleras— soy una buena madre ¿cierto? Le contarás esto a Mina ¿verdad?

— Ni lo sueñes, Chaeyoung —le respondió la niña abriendo la puerta principal— pero sí...eres una buena madre —agregó mientras subía al auto y ella sonrió, antes de llegar su lugar y esperar por más indicaciones.

Mina se detuvo frente a la puerta 115 y notó que la misma estaba unos pasillos más lejos que la de ella y de los niños. Pero trató de restarle importancia en ese momento.

Vió un brazo pasar frente a sus ojos y Somi empujó la puerta, cediéndole el paso primera. Volteó a verla y le sonrió forzadamente en agradecimiento, antes de avanzar y escuchar que cerraba.

— Es una habitación...un poco más grande —murmuró observando a su alrededor e intentó no escandalizarse al oír el pestillo. Y luego las dos pasadas de llaves para total seguridad. Solo tomarían una copa, se recordó, no había necesidad de aquello si en unos diez minutos acabarían y ella volvería a su cuarto.

— Traeré las copas —le dijo Somi y ella asintió al verla perderse tras una barra, fuera de su vista y lo que dedujo era una cocina. Así que no, eso no era una habitación cualquiera. Se trataba de una suite y no entendía por qué Somi pagó por ella. Solo dormiría allí. Igual que ella, igual que los niños y al día siguiente se marcharían.

Caminó unos pasos y la voz de la chica la detuvo cuando quiso llegar a lo que realmente era la habitación. Regresó, le sonrió con incomodidad y se sentó en uno de los sillones, sintiendo como ella se acomodaba a su lado también.

Era una copa grande, pensó Mina al tomarla y la llevó a su nariz, degustado el dulce sabor de un fino vino tinto. La vió beber con placer y ella se humedeció los labios, antes de darle el primer sorbo.

— Le darás un premio especial a tu hijo por el brillante partido de hoy ¿verdad? —le preguntó Somi y ella asintió, tragando aquel exquisito zumo que le generó un amargo gusto momentáneo.

— Lo habíamos conversado con Chaeyoung y así sería —Chaeyoung, pensó a tan solo nombrarla. Regresó la copa a su boca y bebió varios sorbos seguidos; cuanto antes la acabara, antes regresaría a su cuarto y volvería a hablar con la castaña.

— Nunca te lo he preguntado pero...la amas ¿cierto?

— La amo —aseguró sin dudas y con sus ojos sobre ella. Eso también quería hacer, dejarle en claro a Somi que amaba solo a Chaeyoung y aquel intento inútil de querer coquetearle fue eso, un intento inútil porque no volvería repetirse— es la esposa más maravillosa que alguien pudiese tener —agregó y notó como algo de mareo subió a su cabeza en un vaivén de calor.

Quiso beber un poco más, solo le quedaba unos tragos, pero Somi la detuvo y ella la observó. Notó entonces que tenía ganas de vomitar. Tapó su boca y alzó su cabeza, arrojándose contra el sillón y mirando el techo.

Había sido suficiente. Ya le había regalado minutos a Somi y no quería perder ni uno más. Se enderezó y quiso dejar la copa sobre la mesa pero terminó cayendo, en un seco y ensordecedor sonido de cientos pequeños trozos romperse.

— Oh, lo siento, lo siento —se puso de pie y un nuevo mareo la sacudió. Sintió un par de brazos rodearle la cintura y finalmente lo notó todo alrededor: su vista se veía borrosa y sus manos estaban perdiendo fuerza. Fuerza que intentaba expulsar para alejar a Kyulkyung cuando la sujetó con fuerzas y Somi a arrastrarla.

No entendía qué estaba sucediendo, por qué lo hacía y a cada paso que la llevaba las luces se volvían menos claras.

Estiró uno de sus brazos y una de sus uñas se rompió al arañar la pared. Apretó los dientes pero no sintió el dolor ni vió algún rastro de sangre.

Quiso decirle algo, pedirle que la soltara y salir de allí pero la voz no le salía, no encontraba manera de alzar sus manos y quitarla y más dificultoso sería salir de allí por mucho que lo planeara.

Finalmente se detuvo. Somi se detuvo cuando la ingresó a la habitación y vidriosamente distinguió una cama en medio del lugar ¿Qué se suponía que iba a pasar? No podía obligarla a tener sexo, no iba a permitirlo y no había forma de que lo lograra tampoco.

Sintió su cintura libre nuevamente y oyó un sonido; un cajón abriéndose y Somi regresó frente a ella. Parpadeó varias veces y algo de su vista cedió en mejoría para ver que sostenía. Tenía un brazo levantado y algo colgaba de su mano. Un cable, eso distinguió.

Desvió su mirada y sobre una silla había algo más que no conocía de memoria pero pudo reconocerlo. Apretó los ojos y se maldijo mentalmente.

Somi las había descubierto.

— ¿Creyeron que no iba a notarlo? —le preguntó entre dientes y sacudiendo su mano— Entraron a mi casa ¡tú entraste!— la señaló mientras caminaba alrededor de la silla que sostenía la cámara de seguridad y el micrófono que habían conectado con Beom-gyu semanas atrás― ¿y qué pensaron? ¿Qué iban a descubrir algo importante? ¿Son una familia de estafadores? ¿Eso son?

— Somi no, puedo explicarte...

— ¡No vas a explicarme nada! —la interrumpió y ella retrocedió unos pasos. Necesitaba a Chaeyoung más que nunca. Podía sentir como algo malo iba a pasar y esta vez no estaba sola; el hijo de ambas crecía en su interior y necesitaban a la castaña cuánto antes-Lo que vas a hacerme ahora, es un favor-su aliento le golpeó el rostro y nuevamente toda su vista se volvió a nublar— Las quiero fuera de Santa Bárbara porque no van a arruinar mi trabajo. No llevo tiempo encerrada allí dentro para que ustedes lleguen y me lo arrebaten.

Somi tomó su mano y la jaló con violencia. Sus pies se arrastraron tras ella y pudo sentir el borde la cama contra sus muslos. La arrojó, sin cuidado y su cuerpo dio un leve rebote que se detuvo cuando se acomodó sobre ella.

Ni siquiera pudo levantar un dedo, no encontraba manera de poder alejarla y Somi estaba disfrutándolo. Había planeado todo esto quizás más tiempo del que ellas creyeron las ayudaría aquella cámara.

Sintió el aire golpear sus costillas cuando Somi alzó su camisa y luego quitarla por su cabeza. Cerró los ojos y las caricias de Chaeyoung, cuando terminaba de hacerle el amor, llegaron a su pensamiento. Y su sonrisa, sus susurros cuando le hablaba al oído luego de cada noche de pasión.

— Chaeyoung —balbuceó y de repente una luz blanca la obligó a abrir los ojos. Somi estaba aún sobre ella y sonriéndole con triunfo.

— Tranquila —le dijo acariciando su rostro— solo serán unas fotos que molestarán un poco a tu esposa —continuó y se estiró hasta dejarle un beso en la mejilla. Sonoro y largo como Chaeyoung solía darle al notarla enfadada— si no fuera porque tenemos poco tiempo, te haría mía las veces que quisiera.

Sintió como su pantalón se deslizó por sus piernas y como un nuevo flash invadió la habitación. Había una cámara, cerca pero que no podía descubrir, que evidenciaría todo lo que pasaría allí dentro.

Somi la volteó y la acomodó boca abajo, cubriéndola con una sábana y dejando sus brazos y piernas desnudas al descubierto. La sintió acostarse a su lado y tomar su brazo, obligándola a que pasara por su hombro en un abrazo que quería romper si tuviese las fuerzas necesarias.

— Llevo años planeado este golpe —susurró Somi mientras la cambiaba de posición y ustedes no lo van a arruinar— ¿me estás oyendo, Mina? —Sí, la oía pero comenzaría a rememorar la voz de Chaeyoung para ahuyentar la de ella. La ronca y pesada armoniosa voz de Chaeyoung que tantas cosas generaba en ella. El sonido de su voz al despertar, cuando solía darle órdenes o cuando le pedía en su oído que gimiera más bajo porque los niños la podían oír. Sí, la voz de Chaeyoung, la mujer que amaba, sonaba mucho mejor que la asquerosa voz de Somi teniendo el control de la situación cuando tu estúpida esposa vea estas fotos te dejará— óyelo bien, Chaeyoung, te dejará y se irá de aquí. Y tú sola no seguirás con el negocio ¿cierto? Volveré a tener el control de todo y los millones de Mark Lee serán míos.

Podía quedarse con ellos si eso quería. Ella solo quería quedarse con Chaeyoung y los niños. Con la familia que habían formado y con el nuevo bebé que venía en camino.

Pero Somi tenía razón en algo y mordió la almohada para no llorar: Chaeyoung la dejaría ¿Cómo iba a explicarle estas fotos? Cuando la viera desnuda en una cama que no era la que usaban cada noche y con alguien que no era ella.

Somi la giró, con la mirada al techo y la sintió recostarse en su pecho. Cuánto daría por estar de esa manera con Chaeyoung. Con su mentón en el pecho de la castaña y hablando de cosas sin sentido. O solo mirándose. Pero desnuda y mirando a Chaeyoung.

— Robaron el banco de mi padre. Ladrón que roba ladrón tiene cien años de perdón ¿cierto, Mina? —con total esfuerzo volteó a verla y su sonrisa aún no se borraba— el banco de mi padre también es un fraude. Como ustedes, como yo. Todos somos parte del mismo negocio y ahora compartimos el objetivo. Oh pero ustedes son una novatas ¿Creyeron que le robarían a Mark en cuestión de meses? A su sobrino sí porque es un imbécil pero a él no. Mi padre tardó años en ganarse su confianza y a mí me costó lo mismo ¿se creían especiales?

Apartó su vista hacia el lado contrario y dejó caer unas lágrimas. Por supuesto que eran especiales. Chaeyoung al entrar a su vida y los niños al mejorarla. Aquello que empezó como un contrato terminó siendo la mejor mentira de su vida.

Y Somi aún confiaba en aquello. Desconocía la falsedad de esa familia para el afuera pero la había reconocido como una estafadora. Debería haberse anticipado luego de descubrir sus fotos en su móvil o su número de teléfono.

Pero no, ahora ya había pasado tiempo y lo que iba pasar continuaría cambiando las cosas.

Observó las cortinas cerradas, notó la luz apagada y segundos después el calor insoportable de Somi alejarse y abandonar la cama.

— Ahora solo usaré tu celular para crear una pequeña conversación entre nosotras.

Quiso levantarse, vestirse e ir por Beom-gyu. Pero nuevamente cayó sobre el colchón derrotada y cuando la oyó dejar la habitación, cerró los ojos. Sabía que iba a dormirse, conocía este tipo de droga que solían poner en las bebidas y, luego del cansancio y la falta de fuerzas, llegaba el sueño.

Empuñó una mano en la sábana y, aunque el pecho le doliera, comenzó a llorar porque aquellas 24 horas que había advertido a Chaeyoung, finalmente se salió de su orden.

— ¿Entonces le pedirás que sea tu novia? —Chaeyoung sonrió. Habían cenado, habían ido al cine y luego por un helado pero las preguntas de Olivia no cesaban.

— Sí, lo haré —le aseguró al detener el auto frente a su casa y fruncir las cejas al ver su vereda.

— ¿Ese es Beom-gyu? — preguntó la niña y de inmediato se quitaron el cinturón de seguridad. El niño estaba en la puerta de casa junto a otros niños y conversando animadamente.

— ¡Beom-gyu! —lo llamó Chaeyoung tras dejar el coche y correr hacia él— ¡Cariño! Regresaron antes —le dijo al abrazarlo y recibir el mismo afecto de su parte. No podía creer que estaba sujetándolo sin necesidad de recibir algún fondo monetario por el acto, lo abrazaba porque se sentía cómoda y creía debía protegerlo. Estaba haciéndolo porqué así lo deseaba.

— ¡Mamá, ganamos! —alzó él los brazos completamente feliz y Chaeyoung escondió una risa. La felicidad de ellos solía traspasarse a ella— Terminamos a las seis pero Somi dijo que no teníamos autobús mañana, así que nos regresamos antes.

La castaña observó su reloj de pulsera, era casi medianoche pero según Mina habían tardado 3 horas en el viaje de ida. Eso quería decir que salieron de regreso apenas terminó el partido o una hora después. Pero ninguna de las dos tenía sentido; no con los últimos mensajes que se había enviado con la rubia.

Sacudió la cabeza y dejó esa duda para tarde. más

— ¡Felicitaciones, hijo! —exclamó revolviendo su cabello y sonriendo al ver y el abrazo que Olivia le daba a su hermano luego— ¿Y mamá?

— En su cuarto —respondió él alzando sus hombros— no se sintió muy bien durante el camino —Chaeyoung asintió, no quería parecer desesperada pero moría por correr e ir a verla. Terminaron siendo un poco más de 12 horas sin tenerla cerca pero se hicieron más. En su mente eran muchas más.

— ¿Y qué hacen? —les preguntó a los niños.

— Preparando estrategias para el próximo partido —respondieron todos casi a coro.

— Pero ya es tarde, hijo —les recordó Chaeyoung— ¿a qué hora vendrán a buscarlos?

— En un momento. Mamá solo serán unos minutos, entraré enseguida ¿si? —le pidió él y Chaeyoung asintió, pasando a su lado y ordenándole que solo cinco minutos más.

Olivia se quedó con ellos así que aprovechó de subir las escaleras con rapidez y sin vergüenza a ser vista.

Llegó a la puerta de su cuarto y tomó el picaporte, asomando su cabeza casi en silencio y derritiéndose al ver a Mina dormida sobre la cama. Estaba calmada, tranquila y acostada en su lado. El que ella ocupaba y no el de la rubia cada noche.

Rodeó la cama y se detuvo tras ella. Sonrió, tenía el celular en la mano y ella aprovechó para quitar el suyo del bolsillo. Se extrañó de no ver la supuesta llamada que iba a hacerle pero no se inmutó, la tenía frente a sus ojos después de todo y era mucho mejor a oírla por un pequeño parlante.

Se inclinó y tomó el móvil para que estuviese sin incomodidad. Lo dejó sobre la mesa a un lado y regresó a la rubia, acostándose tras ella y abrazándola para respirar su olor. Le dejó un fuerte beso en el cuello y la llamó por lo bajo, quería que despertara, decirle que la había extrañado y sobre todo hablar con ella de aquello que había hablado con Olivia: le preguntaría a Mina si quería salir con ella, ser su novia y entablar una relación seria, distinta. Más íntima y formal.

El celular de la rubia vibró y volvió a llamarla pero no abrió los ojos. Frente a un nuevo mensaje insistente se estiró a tomarlo y lo apagaría. Si ella no la despertaba, ese aparato mucho menos.

Iba a guardarlo, no tenía intenciones ni razones para mantenerlo con ella pero el nombre de Somi apareció con una luz titilante y se sentó, observando de reojo si Mina despertaba. Le pareció raro ¿por qué Somi debía molestar a esas horas si se habían visto desde la mañana?

No pudo evitarlo y deslizó la pantalla, descubriendo una conversación entre ambas desde las 19, la supuesta hora en que Mina la llamaría pero nunca lo hizo. Ni volvió a enviarle otro mensaje. Entendía que quizás el viaje de regreso había salido de imprevisto y se ocupó en ello ¿pero por qué hablaría si con Somi y no con ella?

Habían intercambiado mensajes. Somi le había enviado algunos y Mina se los había respondido sin espera. Pudo sentir algo de frío azotar su espalda a medida que bajaba su dedo y encontraba otros más.

— Qué demonios... —susurró cuando algunas imágenes suprimieron las palabras y se las habían enviado ambas.

Se quedó estática, con su muñeca temblando y sus ojos llenos de agua. Eran fotografías. Mina y Somi en una cama, desnudas y abrazadas disfrutando el momento.

Deslizó un poco más y, por las tomas, algunas las habían hecho ellas mismas.

"No pienso olvidarme de esto" era un mensaje claro de Somi acompañado de más fotografías.

"Hablaré con Chaeyoung y entenderá que las cosas han cambiado" era la respuesta precisa y sin dudas de Mina.

Quiso golpear el aparato contra la mesa o arrojarlo por la ventana. Pero eso no borraría nada.

Se puso de pie y le dedicó una mirada a Mina. Sí, acababa de entender que las cosas ya estaban cambiando.

4: 12 a.m y Chaeyoung encendió la lámpara del living. Mina se tomó el pecho del susto que le generó y estaba caminando hacia ella cuando notó la ausencia de Nancy en el sillón.

— Ya no está aquí —se le anticipó ella y su voz salió tan ronca como pesada y contundente. La vió asentir y no despegó sus ojos de ella. No parpadeó, no intranquilizó su respiración ni la llamó pero la rubia se acercó.

Le dejó un beso en los labios que no respondió y ni siquiera cerró los ojos. Solo la siguió en todo momento con la vista y estaba esperando porque se alejara otra vez. La quería lejos, no la quería invadiendo su espacio personal ni tan cerca hasta que sus cuerpos pudieran rozarse.

No la necesitaba en ese momento.

— ¿Estás bien? —le preguntó Mina y ella se puso de pie, tomando un vaso de whisky de la mesa ratona y bebiéndolo todo de un sorbo— Chaeyoung ¿qué haces? Tú no tomas de esa manera.

— ¿Qué tal el viaje? —le preguntó en cambio con burla y sirviéndose un poco más.

— Bien, agotador... ¿por qué no estabas en la cama? —lo bebió nuevamente de una vez y sintió su cabeza ser golpeada. Infló sus mejillas y lanzó el aire acumulado antes de caminar hacia ella.

— ¿En cuál de las dos?

— ¿Disculpa?

— ¿Por qué no estaba en la cama de arriba? ¿O en la de la habitación que tuviste sexo con Somi? —incluso la garganta le ardió más al decir esas palabras pero no iba a darle vueltas al asunto. No solía hacerlo ni mucho menos permitir que se burlaran de ella, y Mina no iba a ser la excepción. Tampoco quería que le aclarara nada, no había qué aclarar cuando aquellas fotografías hablaban por si solas y no iba a darle la libertad de que inventara una excusa.

— Chaeyoung... Chaeyoung eso no es así y quería decírtelo...

— No tienes qué ―la interrumpió ella y el labio inferior titubeando de la rubia le apretó el pecho. Quería abrazarla. La había extrañado, había esperado sus mensajes, su llamada y a cambio recibió un puñetazo en el estómago. O en la cara, porque verlo todo por si misma era un golpe directo a su mandíbula. Incluso cientos de golpes físicos dolerían menos que pasar. lo que estaba por

— No, sí, Chaeyoung, quiero...

— ¡No, no! ¡No quiero nada de tus estúpidas explicaciones! ―volvió a cortarla, arrojando su vaso a un costado y estrellándolo contra la pared. Se acercó a Mina y enredó una mano en su cabello, atrayéndola hacia ella y golpeándola contra su pecho. La amaba, cuánto la amaba y ahora iba odiarla. Odiarse a sí misma por permitirse ser tan débil y con tanta facilidad con ella— ¿Para esto querías que te eligiera? ¿Esto era de lo que querías hablarme al regresar? ¿Qué te acostabas con Somi? Pues espero que te lo haya hecho bien y lo hayas disfrutado.

— No digas eso —sollozó la rubia y ella mordió su mejilla internamente. No iba a llorar frente a ella, no si ella era la causante de ese llanto— Lo de Somi fue...

— Me importa una mierda lo que fue, Mina —le susurró con aquella altanería con que solía tratarla al inicio. Como la distancia de una jefa y una empleada—¿Ves ese vaso roto? —le señaló la esquina y los trozos de vidrio esparcidos en distintos lados. Ni siquiera le dió tiempo de asentir, la regresó contra sus ojos y alzó su mentón con notoria superioridad— pues acomoda ese desorden que para eso te pago.

Regla número 4 de su trabajo: Nunca olvides que esto es solo un trabajo. Nada más.

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