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Capítulo XXV: Tu tiro al blanco

5 días más y cientos de nauseas por las noches que acababan en vómito.

3 mareos y solo uno que Chaeyoung presenció.

Mina se tomó la frente y se miró al espejo: algo no estaba bien con ella.

— Esto es una completa locura —Rodó los ojos, por supuesto que lo era. Mina se arrojó contra la silla y se cruzó de brazos; se supone que se había reunido con Dong-min para que él la hiciera sentir mejor y aclarar las ideas. Pero estaba terminando de plantarle temor en realidad.

— Eso ya lo sé, gran genio.

— ¿Y qué quieres que diga entonces? Si estás embarazada, será una completa locura —Jamás se había imaginado en esa situación; en aquello tan cotidiano para algunas mujeres ser madres solo por qué así lo determinaba su sexo. Se supone que nunca le agradaron los niños, no sabía relacionarse con ellos y siempre había sido Dong-min el que más los cuidaba mientras compartían trabajo con alguno.

Pero, por mucho que quisiera mantenerse alejada del tema, conocía ciertos aspectos que delataban el estado. Como las nauseas que llevaba padeciendo las últimas noches.

— Tienes que hacerte un test, Mina.

— Eso no es seguro, debería comprar unos tres al menos.

— Pues compras tres

— ¿Qué tantas posibilidades pueden existir?

— Lo hicieron dos veces sin ningún tipo de protección ¿no es eso lo que acabas de decirme? —Eso mismo era porque eso pasó. Aquella noche, luego de robar el banco, había sido la primera vez. Le había dicho incluso a Chaeyoung que comenzaría con el tratamiento de pastillas tiempo después, en los próximos días. O al menos eso creyó que la castaña había entendido pero, la noche siguiente, no pudo detenerla cuando volvió a hacerle el amor pasada la medianoche. Por lo tanto su visita a la ginecóloga se atrasó más de lo debido€ Tendrías que habérselo dicho.

— Lo sé —susurró ella con su mirada sobre la taza de café. Estaban en un cafetería a las afueras de Santa Bárbara hacía más de una hora y aún no llegaba a una posible solución pero cada vez que intentaba hablarle me besaba o me callaba y no podía contrariarla. No puedo manejarme cuando de ella se trata y terminé cediéndole el control, siempre lo hago.

— ¿Cómo que no puedes manejarte? ¿Estás enamorada de ella? —por supuesto que lo estaba pero estaba hablando con Dong-min después de todo, debía decirle palabra por palabra y con claridad o de lo contrario no entendería.

— Quizá.

— Con más razón deberías habérselo dicho entonces.

— Ay por favor, Dong-min, no me juzgues ahora ¿o acaso tú piensas o hablas mientras tienes sexo con alguien? —preguntó por lo bajo golpeando ligeramente la mesa— no pude detenerla y no pude detenerme a mí ¿está bien así?

— Pues ahí lo tienes. Atente a las consecuencias ahora. Podría haber pasado de otra manera, tienes una boca ¿lo recuerdas?

— Cállate —le reclamó ella arrojándole la servilleta además no me lo ha pedido.

— Como sea, debes ir con el médico entonces.

— Sabes que los odio, no.

— Mina —alzó él la voz apenas estirándose hasta su amiga― esto está pasando ¿de acuerdo? Y te está pasando a ti y debes actuar con respecto a eso ¿Necesitas que te acompañe?

— ¿A dónde? No iré con un médico, Dong-min —Dong-min rodó los ojos; después de todo él era igual de testarudo— Tal vez...tal vez solo comí algo y me cayó mal.

— ¿Por toda una semana te cayó mal? — preguntó él con sarcasmo y Mina lo vió alzar su brazo para pedir la cuenta—  Mira, piensa bien las cosas y si no quieres hablarlo con Chaeyoung, me llamas y haré lo que me pidas ¿de acuerdo?

— De acuerdo —susurró observando la porción de pastel que ni siquiera había intentado tocar. El olor a chocolate la había mareado unos segundos por lo que no pensaba llevarla a la boca.

Se puso de pie y tomó su chaqueta, recibiendo el abrazo de Dong-min luego de dejar unos billetes en la mesa.

— Te llevaré a casa —le dijo él guiándola al auto y se lo agradeció internamente. Pasar entre medio de otras mesas con más olor a comida, estaba pasándole factura.

Regla número 3 de su trabajo: tú eres tu propio jefe y tu propio empleado.

— Oh pero no iba a hacer caso de eso ahora y no tenía por qué, en realidad.

Cruzada de brazos y de pie frente a una imagen desagradable, Chaeyoung emitió un grito desde el segundo piso, cerca de las escaleras.

— ¡Olivia! —comenzó un golpeteó con su pies a medida que un segundo avanzaba y la niña se tardaba ¿qué tanto podía estar haciendo que ya pasaron 5 y aún no llegaba a ella?— ¡Olivia!

— Aquí vengo ¿pero qué te sucede? Deja de gritar.

— Oh, no, no señorita. Usted no va a darme órdenes ¿Ves eso? —preguntó señalándole a centímetros de ella, en el piso.

— Es popó de Oliver.

— Ningún popó, Olivia. Es suciedad de tu perro, vas por una escoba, lo levantas y limpias luego con desinfectante ¿entendido?

— ¿Pero por qué yo? —preguntó la niña con un leve puchero y algo de tristeza. Chaeyoung rodó los ojos.

— ¿Pretendes que lo haga yo?

— Si, por favor. Se ve muy aguada.

— ¡Por supuesto que no! —la retuvo Chaeyoung cuando intentaba regresar a su cuarto— te di permiso de quedártelo a cambio de que te encargaras de él. Y por cierto, tampoco lo has sacado a pasear, lleva dos días encerrado.

— Es que ayer no tenía ganas de hacerlo.

— ¿Y antes de ayer?

— Mina dijo que iba a llevarlo durante sus caminatas pero luego no se sintió bien y no salió. Así que eventualmente, esa no es mi culpa.

— ¿Mina te dijo que no se sintió bien? — preguntó ella por lo bajo, acercándose a la niña y calmando su molestia. Olivia asintió rápidamente.

— Ajá. Llegamos del colegio y la vimos en su cuarto, recostada. Por lo tanto me debe un paseo de Oliver a lo que se reduce que a ella le tocaría limpiar esto. Cuando regrese se lo dices.

— Limpia eso o no habrá helado para ti esta noche —la señaló Chaeyoung con seriedad, oyendo la puerta principal abrirse y observando a Mina ingresar.

— Mira que miedo.

— Ni esta noche ni durante un mes —continuó ella y bajó las escaleras, escuchando los reclamos de Olivia pero siguiéndola en busca de lo necesario para limpiar— Ey —saludó a la rubia frente a ella y apagó su sonrisa al verla sonriente pero la conocía, y solo estaba forzando ese gesto— ¿estás bien?

— Si, bien solo algo mareada —la oyó con la voz pesada por lo que tomó su mano y la guió al sillón, ayudándola a sentarse.

— Tienes que ver un médico, Mina. El clima está cambiando y quizás tus defensas no sean tan rudas para el comienzo del invierno —bromeó ella y Mina asintió lentamente.

— Siempre me enfermo un poco con la bajas temperaturas, tal vez sea eso.

— Pues fiebre no tienes —aseguró Chaeyoung mientras tocaba su frente— no por ahora ¿quieres que vaya a la farmacia? ¿Te duele algo ahora?

— Estoy bien, Chaeyoung...me haré un chequeo si continúo igual.

— De acuerdo... ¿está todo bien con tu amigo?

— Oh, sí, Dong-min es...siempre está todo bien con él.

— Que bueno —le sonrió ella acariciándole la mejilla. Cuando Mina volvió a mirarla con aquellos ojos brillantes y sinceramente, se estiró hasta ella y le dejó un suave beso en los labios.

La había extrañado; no entendía cómo podía pasar eso pero, con Mina unas horas fuera de casa, era suficiente para que su cuerpo lo notara y la necesitara. Apretó su cintura y la rubia le rodeó su rostro, convirtiendo el roce en algo más profundo.

— Hay algo que se llama cuarto ¿lo saben? —Les reclamó Olivia caminando a las escaleras y ahogando un grito cuando el balde y las botellas de limpieza, cayeron sin que pudiera evitarlo— ¿alguna va a ser tan gentil en ayudarme?

Chaeyoung dejó una caricia con su mejilla, en el mentón de Mina, y se alejó hasta llegar a la niña, que renegaba al intentar tomar el palo de escoba junto a las demás cosas.

— ¿A qué hora llega Beom-gyu? —preguntó la rubia. Era domingo por la mañana y el niño llevaba desde el día anterior en la casa de Mark Le

— Lee dijo que lo traería —dijo Chaeyoung subiendo las escaleras.

— ¿Y eso es bueno? —preguntó Olivia realmente preocupada— ¿qué tal si ve la computadora y las instalaciones? —aclaró señalando velozmente la pantalla que en ese momento no mostraba movimiento alguno de la casa de Somi.

— La cubriremos y listo —respondió Chaeyoung— la haremos pasar directo a la cocina, necesito que pruebe algo nuevo de los productos.

— ¿Qué es? —preguntó Mina aún desde el sillón.

— Está dentro de una bolsa, al fondo de la heladera, ustedes no deben probarlo ¿entendido?

— ¿Y por qué no? —insistió la niña.

— Porque es una prueba. Seung-yoon está armando distintas variedades y con un ingrediente algo...secreto.

— ¿Es droga? ¿Mark lo consumirá y querrá más de eso?

— No es droga, Olivia ¡no digas eso! —elevó la voz Chaeyoung divertida. Desvió su vista a Mina que las observaba con una sonrisa y entretenida por su pequeña discusión. Regresó su mirada a la niña y se inclinó para ayudarla a limpiar, después de todo no era mucho ni olía tan mal.

— Es droga —susurró Olivia solo para molestarla eres mi maldita héroe en todo esto agregó y Chaeyoung rió por lo bajo, sacudiendo la cabeza y notando lo bien que sonaban aquellas palabras.

Mina quiso festejar, quiso gritar de alegría y burlarse frente a la cara de Nancy luego de un llamado que recibieron de Namjoon: la chica se iría en una semana o más tardar en 10 días. Ni siquiera sabía cómo aguantaba dormir cada noche en el sillón pero tampoco le importaba.

Chaeyoung había firmado contrato con Taehyung y Mark Lee le había hecho un pedido especial, y grande, sobre aquel nuevo producto que le hizo probar dos días atrás. Había quedado encantado y lo había pedido exclusivamente para el equipo de futbol infantil.

Así que Namjoon no molestaría hasta el 75% de trabajo finalizado, cuando estuvieran a un paso de firmar un nuevo y último negocio con Mark que la dejaría en banca rota. De igual manera, habían recibido otra sutil amenaza de su parte: quedaban cuatro meses y medios de trabajo, o menos, si para dos más no había tal avance, Nancy regresaría.

Era martes por la noche y la chica no se iría hasta la otra semana, pero al menos se iría, pensó Mina y lo demás no importaba.

— Así que... ¿te vas este fin de semana con Somi? —le preguntó con su notable soberbia y volteando a verla. Estaban en la cocina y la chica era la única apoyada en la mesada, observando hacia el exterior la lluvia del momento lo he escuchado por ahí agregó alzando sus hombros.

— Escuchas muchas cosas por ahí —replicó ella mirándola con rapidez y regresando su vista a Chaeyoung, sentada frente a ella— es por el torneo del quipo. Beom-gyu y los niños estarán allí también.

— ¿Puedo ir? —preguntó Olivia y Mina le sonrió con esfuerzo. La llevaría si por ella fuera, pero necesitaba a alguien que cuidara los avances de Nancy con Chaeyoung y que mejor que Olivia.

— Iremos en autobús y los lugares están contados, Olivia. Lo siento.

— ¿Y cuándo regresan? —preguntó Chaeyoung con la mirada sobre ella.

— Solo es el fin de semana. Saldremos el sábado por la mañana y el domingo a la tarde estaremos de regreso.

— Pero si ganamos viajaremos mas seguido —se coló Beom-gyu entusiasmado y Mina le sonrió. A pesar de su asma, a él le gustaba hacer deportes y jugar en equipo. Se había hecho buen amigo de Taemin como del resto de los niños y socializaba muy bien con ellos. Estiró su brazo y sacudió su cabello antes de ponerse de pie tras ver el reloj; la cena ya estaba lista y solo faltaba quitarla del horno— Y allí puedes acompañarnos Beom-gyu. Oh y tú también Chaeyoung, si quieres.

— Si, gracias, Beom-gyu —le sonrió la castaña— ¿puedo saber cuánto va a durar esto del campeonato? ¿Qué tal si dura más tiempo que nuestro contrato?

— Solo serán unas semanas —respondió Mina— no hay muchos equipos, apenas llegaremos a diez partidos. Además, como dijo Beom-gyu, primero tenemos que ganar este —terminó la rubia, dejando una bandeja en el centro de la mesa.

Mina cortó el pollo y, luego de repartir en cada plato, Beom-gyu emitió unas cortas palabras a modo de gracias como cada noche. Esta vez pidiendo algún tipo de ayuda extra para el partido del fin de semana.

— Beom-gyu y a ti quién te enseñó a...eso. A dar las gracias —preguntó Chaeyoung.

— Nadie —alzó él los hombros mientras veía a Mina servirle algo de verduras.

— ¿Y entonces por qué lo haces? —continuó la castaña.

— Pues porque una vez lo vi hacerlo en una película. Y luego busque algo sobre el tema y decía que es bueno hacerlo en cada comida. Nunca a nadie le molestó, lo siento ¿a ti sí?

— ¿Qué? No, hijo, por supuesto que no — Olivia dejó el tenedor a mitad de camino, cerca de su boca y se mantuvo estática, observando la mesa a su alrededor

Mina estaba sirviendo el plato de Chaeyoung y se quedó igual que ella, quieta y en silencio al escuchar aquellas palabras.

La voz de Chaeyoung había sonado tan sincera como dulcemente comprensible y se le había escapado aquella manera especial de llamar a Beom-gyu.

De repente todos se silenciaron un momento y Olivia volteó a verla. Chaeyoung se aclaró la garganta y se estiró a tomar el plato que Mina sostenía.

— Bueno —balbuceó la castaña, siendo la única en notar la salida de Nancy— esto está delicioso ¿no van a probarlo?

— Le dijiste hijo —la señaló Olivia con su tenedor luego de llevarlo a la boca— A Beom-gyu. Y él no es tu hijo realmente.

— Sí, sí, Olivia, lo sé. Es la costumbre.

— Ni siquiera lo llamas así fuera de casa —continuó la niña.

& Dije que ya lo sé ―repitió Chaeyoung con contundencia— ¿es que acaso a tus otros padres jamás se les escapó llamarlo así?

— No —aseguró Somi— algunos eran gruñones, como tú. Molestos, como tú y hasta mandones como tú pero no. A ninguno se les escapaba ese tipo de cosas.

— Bueno, bueno, lo de gruñona ya va pasando de moda ¿no te parece? —fingió Chaeyoung seriedad.

— No, no me parece ¿No dice una frase del polvo eres y al polvo volverás? Pues tú eres gruñona y siempre lo serás — terminó la niña con su típica sonrisa victoriosa y Chaeyoung rodó los ojos. Debería aumentarle el sueldo solo por sacarla de sus cabales tan rápido.

— Y a ti se te escapa ser cariñosa con Mina y ella no es tu madre realmente — contraatacó la castaña. Olivia lanzó una corta risa y se puso de pie, llegando a la rubia y abrazándola por detrás.

— Por favor, no me molesta demostrárselo porque ella es dulce conmigo también —Chaeyoung infló su pecho y expulsó aire con exageración; no podía creer que una niña de 9 años estaba haciéndole esto, molestándola solo por placer y enseñándole el dedo medio ahora sin que Mina lo notara— Pero tú eres un caso distinto ¿han pesado tener hijos con Mina? Porque tienes mucho que aprender.

— ¿Mina y tú tendrán hijos? —preguntó Beom-gyu intercalando la mirada en ambas— ¿Por qué? ¿Ahora son novias de verdad?

— Beom-gyu, no, eso...

— Las vi besándose el otro día en el sillón —cortó Olivia a Mina— y muchas otras veces más —agregó regresando a su silla y reiniciando su cena― Y Chaeyoung no es gruñona con Mina.

— Conmigo tampoco lo es ya.

— Gracias, Beom-gyu —dijo Chaeyoung sonriéndole al niño es que tú eres una niñita un tanto rebelde, Olivia.

— No, no lo soy. Solo te digo la verdad y tú crees que la verdad solo la manejas tú. Y no es así...y no me cambies el tema. Ustedes dos son novias —agregó golpeando sus dos dedos índices de manera divertida.

— No lo somos —aseguraron ambas al instante.

— ¿Ah no? —ironizó la niña— pues que bueno, porque este fin de semana Chaeyoung se quedara con Nancy —agregó acomodando sus codos sobre la mesa y estirándose hasta la rubia—  solas. Y no va a molestarte ¿cierto?

— Para nada —balbuceó Mina bajando su vista y quitando unas inexistentes miga de su pantalón.

— Y Mina se irá conmigo —intervino Beom-gyu acercándose a la castaña.

— Tú no me das celos —lo alejó Chaeyoung con una mano sobre su rostro y regresándolo a la silla.

— ¡Ah pero Somi sí! —exclamó Olivia entre risas y eso pasa cuando te gusta alguien.

— Bueno, ya, ya. Basta con eso —los cortó Chaeyoung intentando regresar el orden. Se acomodó la camisa y se aclaró ligeramente la garganta, dedicándoles una mirada a los demás y notando el sonrojo en las mejillas de Mina.

La rubia había disfrutado cada parte de esa loca conversación y ella no lo podía negar, también había reído por las ocurrencias de los niños y sobre todo por las de Olivia. Notó que la niña todo lo hacía para molestarla pero sin maldad porque le gustaba verla con su carácter gruñón, como siempre le recordaba.

Arrastró la silla un poco más hacia adelante y tomó nuevamente su tenedor. Para sus supuestos hijos, ellas eran novias. Y eso sonaba como una realidad alternativa, quizás. O no tan lejana.

Cada vez que Mina acariciaba con sus dedos el largo de su brazo, se sentía como si nada más existiera. Como si un pequeño círculo se formara con ellas y nadie más pudiese tocarlo o siquiera mirarlo.

La hacía sentir especial, distinta y, acompañado a la manera en que la observaba, la hacía sentir bien. Feliz, contenta. Le gustaba esos momentos que compartían en la cama y solo ellas entendían por qué llegaban hasta allí.

El mentón de la rubia descansaba sobre su pecho y uno de los dedos subía y bajaba por su brazo izquierdo, sin querer llamar su atención ni quitarle la tranquilidad que la poseía. Al contrario. Todo estaba tan fantasmalmente rozado que apenas podían comprender que estaban juntas.

Bajó su vista y la descubrió mirándola, esperando porque la notara e hiciera algo al respecto. Le pareció hermosa con aquellos ojos café tras su cabellera rubia; Mina solía hacer un nudo alto con su cabello para dormir y para ella era la imagen más adorable que la pudiese acompañar.

Le sonrió, como solo Mina podía producir esa sonrisa y llevó un dedo a su frente, haciendo a un lado ese mechón que se colaba cuando menos quería verlo. La rubia se arrastró más hacia ella y sus narices se rozaron, antes de que abrazara y la sujetara con fuerzas. la

— ¿Haz notado que ya pasamos la mitad del tiempo firmado? Y pareciera que ayer llegabas con tu motocicleta y dejabas a Beom-gyu embobado con ella.

— Las cosas pasan rápido cuando las disfrutas. Y disfruté mucho este tiempo con ustedes... ¿Qué harás cuando tengamos que salirnos? ¿Volverás a casa?

— Si, posiblemente —susurró ella acariciando el hombro de la rubia. Le daba temor preguntarle si mantendrían el contacto o mejor aún, si continuarían frecuentándose sin olvidar el tipo de relación que ahora tenían. Le daba miedo si en realidad eso llegara a pasar y Sana continuaba en el negocio, repitiendo el año siguiente lo que vivió con ella durante ese tiempo— Tal vez compre una casa en la playa y vacacione un tiempo —agregó. Si soltaba aquello que quería, la rubia posiblemente se espantaría. Después de todo, si ella estaba también en el negocio era porque las relaciones estables no eran de su agrado.

— Eso suena interesante...y poco tú.

— ¿Es qué acaso no me imaginas vacacionando? —bromeó y Mina la miró con obviedad, como si conociera ese lado y supiera que no, eso de vacacionar no era lo de ella.

— Vacaciones, compañeros, mascotas...niños. Todo ese tipo de cosas no te agradan.

— Bueno, sí...tienes un punto. Todo eso conlleva tiempo y dedicación y solo el tiempo comenzaré a tener. Además a ti tampoco te gusta mucho eso.

— Pero Olivia y Beom-gyu me han hecho cambiar de parecer. Y Oliver también...solo se trata de disfrutar el tiempo con ellos, nada más.

— ¿Eso quiere decir que ahora quieres tener tus propios hijos? —le preguntó pero todo se silenció con violencia.

Las caricias de Mina habían disminuido y su piel estaba sufriendo el frío de la falta de ellas. Su respiración se había tranquilizado a tal punto que la creyó dormida, pero allí seguía, mirándola y estudiando cada rasgo de su rostro.

Se imaginó un momento a la rubia en aquella situación; embarazada y manteniendo aquel mismo cariño que repartía a Beom-gyu y Olivia. Sonrió al instante y algo de nostalgia atoró su garganta ¿Qué pasaría cuando ya no despierte con ella a su lado? ¿Cuándo Somi dejara de fastidiarla o ya no contara con la dulzura de Jihoon cuando la necesitaba? ¿Qué pasaría cuando la soledad regresara y debiera despedirse de todo lo que hacía feliz ahora? Que no era más que esas tres personas que veía y convivían con ella a diario.

— Sí —susurró Mina pasando su dedo a lo largo de su mentón— creo que eso significa que mis pensamientos cambiaron. Que quiero alguien conmigo y una familia. Mis hijos... ¿realmente no quieres eso para ti también? ¿No te gustaría tener tus propios hijos? Donde no fingirías nada desde el principio y cambiaria toda tu vida y para siempre... ¿No te gustaría tener tu familia sin recibir dinero por cuidarlos y dedicarles tiempo?

— Para eso necesito buscar una persona a mi lado, que me ayude a construirlo todo.

— ¿La vas a buscar? —le preguntó Mina arrodillándose frente a ella— ¿Después de todo lo que pasó y está pasando entre nosotras vas a buscarla? —Por supuesto que no, pensó. Solo la quería seguir manteniendo en su vida pero no encontraba la manera de decírselo— Porque puedes poner una mira justo ahora en tu ojo —agregó abandonando la cama y caminando sin quitar su vista de ella. Mina golpeó la pared con su espalda y Chaeyoung se irguió con lentitud, sentándose para entender qué estaba haciendo y buscar al abrir los brazos continuó— estoy decidida a ser tu tiro al blanco y tú decides disparar cuando quieras —se mordió el labio con fuerzas y le dolió incluso. Pero solo quería ir, buscarla y besarla hasta caer rendidas para dormir

¿A cuánto tiempo de conocer a alguien se puede decir que lo amas? No lo sabía, pero si Mina estaba convencida de ser a quién debía elegir, ella no tendría miedo de espantarla luego con sus palabras. Se arriesgaría y nada sabía más que eso que nunca terminaba mal cuando lo hacía.

Allí estaban todas aquellas respuestas de que pasaría cuando todo se termine. Y paradójicamente todo estaba terminando como ella lo deseaba.

Se arrastró sobre la cama y se acercó a Sana, interrumpiéndola cuando iba a hablar y atacando sus labios al instante.

Acababa de disparar y no había errado su tiro.

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