Capítulo VII: Tras la cortina
Domingo, 9:30 y Chaeyoung sonrió luego de acomodar sus manos tras la espalda. Era el primer día en que no debía esforzar su voz ni sus actos para llamar a los demás. Mina, Olivia y Beom-gyu estaban sentados en el sillón y escuchándola hablar al lado de una blanca pizarra.
Con marcador en mano, escribió el nombre de la niña y lo encerró en un círculo, dibujando flechas a los costados para continuar:
— Empieza Olivia ¿qué tienes?
— Lee Hee Seung, 7 años, nacido en Corea del Sur. Único hijo hasta el momento de Mark Lee y por eso su consentido. Tiene una niñera que lo acompaña todo el tiempo mientras esté fuera de su casa porque sufre de déficit atencional. Así mismo le gusta la lectura, es el niño que más lee de su salón y las artes creativas. Una maestra particular lo acompaña y ayuda en su hora de matemáticas diarias porque es la asignatura que reprueba desde que empezó su paso por la escuela primaria. Se pasa la gran mayoría de los recesos solo, en el arenero tras el patio principal o a veces interactúa con Jake, algo así como su mejor amigo —terminó la niña, irguiéndose satisfecha y recibiendo un gesto por parte de la castaña.
— ¿Beom-gyu? —preguntó Chaeyoung señalando al niño.
— Haré lo que tú me ordenes. Ella fue la que ingresó a la oficina de la directora y leyó sus datos aseguró él porque así lo habían hecho el viernes —Durante el segundo receso del Instituto, Beom-gyu fingió una caída cerca de la señora Yoona, la directora y ella de inmediato corrió a auxiliarlo. Ajena a los ojos de los demás, Olivia ingresó y buscó luego de cronometrar su reloj en busca del archivo de Hee Seung. Le bastó solo fotografiar con su celular la información necesaria y salió triunfante casi dos minutos después. Afuera, a través de las piernas de una profesora, Beom-gyu la vió alejarse y se puso de pie, alegando que ya estaba mejor y solo necesitaba un poco de agua.
La cuestión es que Chaeyoung nunca había dado órdenes a un niño. Ella sabía a la perfección qué hacer, cómo actuar y cuándo pero Beom-gyu escapaba de su radar y realmente no había preparado o ingeniado un plan para él.
Regresó la vista a la pizarra y notó varios puntos anotados tras la información de Olivia, sacó apenas una flecha del nombre del niño y golpeó el marcador varias veces intentando idear algo.
— Habíamos quedado que te acercarías a él —le dijo— al volver a verlo uno de nosotros tiene que estar cerca de esa familia. Sabes de tecnología, Beom-gyu y a él le gusta el arte y esas cosas creativas, puedes llamar su atención —terminó satisfecha y el niño asintió con efusividad Y Olivia, necesitamos que ya no haya mejor amigo. Solo Hee Seung —le ordenó y la niña apuntó algo en su celular. Chaeyoung caminó hasta la otra punta de la pizarra y escribió el nombre de Mina— ¿Mina?
— Taehyung es su sobrino, el familiar más directo luego de su hermana y su hijo. Es policía, graduado con honores y exactamente con el objetivo de preservar la riqueza de Lee. A diferencia de Lee, él habla todo el tiempo de su vida y no cuida la información que ventila. Inclusive será más fácil acercarnos a él que a Mark —aseguró la rubia y Chaeyoung la observó fijamente, armando una idea y tratando de que no escapara de sus límites.
— ¿Tiene pareja?
— El único casado con una mujer, y viviendo aún aquí con permiso de su tío, por supuesto y bajo su protección. Tiene una hija de dos años y junto a su esposa, una tal Jennie viven a dos cuadras de la casa de Mark. Una distancia que no sé si es buena o solo nos dificultará las cosas —dijo Mina y la castaña asintió, escribiendo bajo una flecha dibujada en el nombre de la rubia.
— Necesito que te acerques a la mujer. Y si él es policía, tal vez...
— Imposible —la cortó Mina negando con la cabeza— solo tienen relación con los vecinos de mayor antigüedad. Somi dice que es orden de Mark y Jennie las acata sin...
— ¿Somi dice?—repitió Tzuyu con algo de molestia que hizo a los niños mirarse entre ellos— ¿Y quién demonios es ella para hacerte opinar algo?
— No es nadie —murmuró Mina entre dientes— pero si sé algo de ese tal Taehyung, es porque ella me lo comentó en la fiesta.
— Oh, genial —ironizó la castaña arrojando el marcador sobre el sillón— O sea que ni siquiera es confiable todo lo que me acabas de decir. Solo estás repitiendo lo que alguien más te dijo.
— ¿Y por qué no confiaría en ella?
— ¿Y por qué lo harías? —replicó Chaeyoung, caminando sobre una corta línea y pasando una mano en su cabello— Entonces no hay plan para ti hasta que no tengamos certeza de la información.
— ¿Y tú qué? Incluso nosotros ya hemos hecho más que tú —dijo Mina— el hecho de haber hablado con muchos en esa fiesta me permitió comenzar a conocerlos y empezar a clasificarlos, dependiendo de su grado de importancia para nosotros ¿Y tú qué? —repitió enojada— No veo tu nombre en esa estúpida pizarra y aún no nos haz dicho qué demonios harás —terminó la rubia, poniéndose de pie y perdiéndose dentro la cocina. Chaeyoung escuchó el ruido de unos cajones moverse con brusquedad y luego la vió regresar, recibiendo en su pecho una carpeta que soltó papeles en todo el piso
— Y para tu información, sí averigüé sobre Taehyung. Lee su maldito historial —terminó antes de caminar escaleras arriba.
Chaeyoung oyó un portazo y le dijo a los niños que podían volver a sus camas o aprovechar el domingo cómo quisieran. Ella se inclinó y tomó las cinco hojas de un extenso trabajo que realizó Mina y las golpeó contra su frente; le había pedido a la rubia que acatara sus órdenes y a cambio ella ya no le gritaría.
— Empezaste mal, Son —se auto reclamó y se puso de pie, deteniéndose sobre el inicio de la escalera y mirando el final de la misma. Se tomó del barandal e iba a dar un paso pero agitó su cabeza y caminó con decisión a la cocina.
Necesitaba su café diario o las cosas no mejorarían.
Chaeyoung tamborileó sus dedos sobre el muslo y suspiró con molestia ¿qué tanto podía tardar Mina en prepararse para salir? Llevaban casi cinco minutos de retraso y debían volver por una sesión de fotos solas esa mañana.
Olivia y Beom-gyu ya estaban en el colegio y ella solo quería llegar a la oficina de Seungmin; porque esta vez no le permitió elegir Namjoon el lugar de encuentro y menos si eso consistía en el edificio de Kwon Soon-young.
Se alejó del sillón y caminó alrededor del living, llamando a Mina en un pequeño grito y para que se apresurara.
Casi diez minutos después, cuando estaba a mitad de escaleras porque subía en su búsqueda, la rubia apareció y ella retrocedió un escalón de manera inconsciente; con su mirada perdida y su boca entreabierta al verla con aquel traje de motociclista como cuando la vió por primera vez.
Mina se puso su casco y mientras los sujetaba pasó a su lado, alegando que se iría por su cuenta y ella no le molestó en realidad. Porque le fascinaba como esa prenda se amoldaba a su cuerpo y lo disfrutaba mientras caminaba tras ella.
Arrancó su automóvil segundos después y manejó siguiéndola de cerca.
Se detuvieron frente a un semáforo y observó por el espejo retrovisor a la rubia acercarse entre los autos, demostrando su habilidad para manejar su vehículo y se detuvo a su lado. Sana aceleró a medida que el color rojo comenzaba a descender y ella volteó a verla: esperaba que no hiciera una estupidez o peor aún se ocasionara a si misma un accidente.
La rubia le devolvió la mirada y la aceleración aumentó hasta que el color verde les dio paso y la vió alejarse a toda velocidad.
Chaeyoung se cruzó de carril tras comprobar que nadie manejaba tras ella y dobló en la esquina que Mina había desaparecido pero ya no había rastros de la rubia: Los siguientes mil metros, los condujo sola.
Llegó al edificio fuera de Santa Bárbara y abandonó su Cadillac con rapidez. Se perdió dentro del lugar y fue directo al ascensor. La oficina de Soon-young tenía su puerta abierta y desde allí podía escuchar la risa de la rubia, por lo que aceleró sus pasos.
— ¿Para esto me haces esperarte en casa? ―le preguntó con notable fastidio y Sana la miró con confusión.
— ¿De qué hablas? —murmuró la rubia pero ella negó ligeramente.
— Déjalo ya. Bien ¿podemos empezar? —le preguntó a Soon-young y él asintió.
— Síganme —les dijo abandonando su despacho y ocupando la oficina de al lado. Yoon Gi, el fotógrafo que trabajaba para ellos, las esperaba y Chaeyoung frunció el ceño al ver dos carritos de bebé; había olvidado ese pequeño detalle— No serán muchas fotos, solo unas diez y pueden irse. Te las dejo —se despidió Soon-young y el chico con cámara en mano le hizo una señal de aprobación antes de hablar.
— Bien, necesito que te saques ese traje —le dijo a Mina— y tú eso —le dijo a Chaeyoung señalándola de arriba abajo— Tras la cortina tienen ropa, usaran un juego por cada foto. Vamos, apresúrense que no tengo todo el día.
Ambas se miraron un momento y Chaeyoung fue la primera en dar media vuelta y caminar hacia el fondo del lugar. Había una cortina color blanca que cuando la abrió, descubrió ropa de distintos colores.
Se perdió tras ella y quiso cerrarla cuando Mina la tomó y se lo impidió.
— ¿Qué haces? —le protestó por lo bajo y el fotógrafo nuevamente les ordenó que se apresuraran. La rubia se acomodó a su lado y cerró la cortina.
El espacio era pequeño, como el cuadrado bajo una ducha y ellas apenas podían moverse.
Mina le dio la espalda y Chaeyoung escuchó el cierre de su traje. Las mangas largas se deslizaron en sus brazos y luego sus piernas, ella tragó con dificultad y llevó las manos a su camisa blanca.
Estaba abriendo los botones cuando Mina se quitó su musculosa color rosa y nuevamente su espalda desnuda quedó frente a sus ojos. La vió inclinarse y moverse para deshacerse del pantalón también.
Bien, tenia que admitirlo, tenía unas buenas piernas y no se cohibía en demostrarlas.
— No voltees —le dijo anticipándola cuando iba a hacerlo y la escuchó refutar por lo bajo.
— Solo tienes un pene, lo demás es igual en ambas —murmuró la rubia y ella abrió su pantalón, intentando ignorar si era broma o lo decía en serio.
— Yoon Gi no lo sabe así que cierra la boca.
— Por cierto ¿qué se siente tenerlo? —preguntó Mina mientras se ponía una remera como solía usar en su adolescencia ¿es pesado?
— Cierra la boca, Mina.
— ¿Te molesta cuando duermes? —continuó la rubia— tienes que usar otra ropa interior ¿cierto? ¿Cuando te excitas te pasa igual que a los demás?
— ¿De qué hablas?—preguntó Chaeyoung quitándose su pantalón y notando que Mina aún no se ponía la falda que debía usar.
— Tú sabes... ¿Te excitas? ¿Sientes como cambia de tamaño? ¿Alguna vez alguien te ayudó a calmarte? No creo que sea tan grande como uno normal —siguió Mina y ella estiró su brazo, tomándola de la cadera y jalándola contra ella.
La rubia se tapó la boca con ambas manos para ahogar un grito y ella sonrió internamente al verla hacerlo.
Ambas estaban en ropa interior y Chaeyoung pudo sentir como así mismo parecía que nada se interponía. Alejó a Mina y la volvió con brusquedad contra ella, repitiendo el acto hasta sentir algo de palpitación en la punta de su miembro.
Mina no dijo nada y la vió apretar sus ojos. Y ahora encima no podía soltarla, no quería porque su cuerpo así no se lo permitía.
Se frotó contra ella una vez más y se detuvo cuando Yoon Gi les gritó que ya regresaba, que su rollo estaba lleno y necesitaba uno nuevo. Mierda, pensó, el mundo estaba confabulando en su contra y ese no era el momento adecuado.
La puerta se cerró y la rubia la regresó a la realidad cuando intentó separarse. Ella la sujetó con fuerzas y volvió a unir sus caderas.
No hubo quejas, ni gritos de molestia ni otro movimiento con intención de apartarse.
Chaeyoung tomó aire y rodeó la cintura de la rubia, manejando las fricciones a su antojo y sintiendo la palpitación aprisionada en su bóxer. Estiró las manos a lo largo de sus muslos y acarició finalmente la piel tan suave que creía tenía Mina.
Y no se equivocó.
La rubia se encorvó y ella se mordió el labio para no gemir. Dios santo, iba a explotar disfrutándolo y no solo ella lo haría. Su pene comenzó a endurecerse y cada movimiento circular de Mina solo lo hacía aumentar.
La estaba volviendo loca, estaba volviendo loca a Mina y no podía pensar en nada más.
Algo de líquido pre seminal mojó su ropa interior y escuchó en la rubia el sonido habitual de los dientes chocar con la saliva por deseo, provocándole el deseo a ella.
Mina abrió sus glúteos y los cerró en torno a ella; gruñó, estaba dura como el acero y eso se estaba saliendo de control. Sin embargo, la rubia no paraba de restregarse contra ella y alejarla no estaba entre sus planes.
Ascendió sus manos y tocó los costados de su cuerpo, toda su piel era suave y se preguntó cómo sería si sus labios la besaban o su lengua la acariciaba. Un maldito chorro de su semen seguramente saltaría sobre ella si eso pasara.
— ¿Esto responde tus preguntas? —susurró de la nada y totalmente entregada a lo que pasara.
Olía bien, se sentía bien y una de sus manos tras su cuello hacía que nada en Mina fuera malo. La rubia la tironeó de ese agarre y su boca llegó a su oído al momento que su otra mano rozaba uno de sus pechos.
Mina gimió y sin dudarlo lo apretó con suavidad. Tenía el tamaño justo y le pareció sensual el hecho de que cupiese a la perfección entre sus dedos. Volvió a masajearlo y Mina se golpeó hacia atrás con todas sus fuerzas.
Abrió la boca y gimió sin temor pero con algo de vergüenza. Allí, frente a ella, la chica a la que debía gritarle todo el tiempo y le recordaba que era su empleada, estaba a punto de lograr que se corriera en un acto inesperado.
Se preguntó que pasaría si la volteaba y la arrinconaba contra la pared, bajando la ropa interior de ambas y penetrándola con sus piernas alrededor de su cadera. Estaba segura que sería mejor que eso. Mucho mejor que eso y ninguna se opondría.
Decidida, tomó los brazos de Mina y la giró. Se miraron con intensidad y notaron el color oscuro en ambos ojos. La pegó a ella y una mano de la rubia tocó accidentalmente su miembro. Gritó y se recostó contra su hombro ¿era posible que pudiera excitarse aún más?
— ¿Ya están listas? —-de repente la cortina se abrió y se separaron con violencia, logrando que Chaeyoung tambaleara y cayera al piso ¿En qué momento había entrado ese imbécil de Yoon Gi? Si, para ella ahora era un imbécil y nada haría cambiar su opinión.
El chico las miró con confusión y ella se tapó su entrepierna con ambas manos, observando a Mina alejarse con una mancha de humedad en su ropa interior.
Intentó calmar su respiración y golpeó su cabeza contra la pared tras ella. Si Mina le daba aviso a Soon-young de lo que acababa de pasar, ella se quedaría sin empleo.
Regla número 49: si las reglas se rompen y hay sentimientos de por medio, con cualquiera de los implicados, el trabajo se acaba. Para siempre.
Sus piernas aún temblaban y el calor en sus mejillas no desaparecía. Pero Soon-young estaba en un rincón ahora también y las observaba cual jefe de ambas. Eso lograba tranquilizarla un poco.
Chaeyoung llegó hasta la rubia y se detuvo a su lado. La había excitado minutos atrás y ahora le daba un golpe de ternura: Mina cargaba un bebé y aún no notaba su presencia. Sonrió y desvío su mirada cuando volteó a verla.
Yoon Gi dio la primera orden de que se sentaran en un montaje preparado especialmente para ese momento y así lo hicieron. Ella tras la rubia y nuevamente sus caderas juntas.
Pero esta vez se sentía distinto. Una de sus manos rodeó la cintura de Mina y fue con protección, con cariño e inclinó su rostro, vagando sus ojos en la rubia y él bebé que sostenía mientras le hacía caras.
— Bien, no se muevan, esa posición está muy bien para empezar —ordenó el fotógrafo y el primer flash se oyó— Tomaremos unas cuatro o cincos con el bebé. En la oficina de al lado hay más niños para las siguientes.
Ambas asintieron y Chaeyoung pasó su brazo sobre le hombro de Mina, llegando a la cabeza del bebé y acariciándolo con total dulzura. Él emitió un sonido gustoso y la rubia giró a verla.
Ella la miró y le dedicó una sonrisa que fue correspondida al instante. Mina se inclinó hasta ella y Chaeyoung acortó la distancia, recostando sus frentes y oyendo así las felicitaciones de Yoon Gi.
Si, definitivamente toda la piel de Mina era suave. Y ella apenas comenzaba a descubrirla.
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