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Capítulo IV: El peligro de acercarse

El cuerpo suele activar un mecanismo de defensa ante ciertas situaciones. Y el corazón vivir escudándose de una sola cosa.

A Chaeyoung le gustaba mantener el control de ambos y, hasta el momento, lo llevaba como puntos a su favor. Si no se enamoraba ni comenzaba a experimentar sentimientos por alguien, su estabilidad laboral continuaba a la perfección y aquella protección no era necesaria.

Por eso, cuando Mina ingresó al baño solo en ropa interior mientras ella lavaba sus dientes, abandonó el cuarto aún con la pasta en la boca y terminó enjuagándose en la cocina, ignorando los murmullos de Olivia que aseguraba estaba siendo una descuidada.

Le ordenó que apagara ya la televisión y se fuera a dormir.

Ella regresó a su habitación, manteniéndose bajo el marco de la puerta un momento al descubrir a la rubia sobre la cama, esparciendo crema en sus piernas. Se aclaró la garganta e ingresó directa a buscar su pijama.

— Los vecinos de en frente harán una fiesta ―le dijo Mina, de espalda a ella—para darnos la bienvenida.

— No me gustan esas cosas —susurró con la voz pesada. El espejo frente a ella reflejaba a Mina aún sin ropa que la cubriese o su bata. Tenía su bata a menos de un metro ¿por qué no la tomaba y se la colocaba? Chaeyoung desabotonó el cuello de su camisa y se sentó en la cama, sobre el lado izquierdo que Min había ocupado la noche anterior.

— Pero dijiste que debíamos socializar con ellos. Con todos. JiSung dijo que gente importante asistirá —aseguró la rubia observándola de reojo y volviendo al movimiento lento de sus manos sobre sus piernas No podemos decirles que no.

— Está bien ¿es el sábado?

— El viernes —la corrigió Mina, cerrando su crema y poniéndose de pie— mañana iré al gimnasio con la hija del dueño del banco. Su nombre es Somi —le informó y Chaeyoung asintió, viéndola detenerse frente a ella y buscando algo en el mueble.

— ¿Crees que tenga influencia o relación directa con él?

— No lo sé. Pero fue muy cortés al invitarme y estoy segura que ganaré su confianza con el tiempo. Tal vez nos hagamos amigas —dijo la rubia, volteando con una sonrisa victoriosa― JiSung también tiene influencias, bueno, su esposo en realidad. Su padre invierte mucho dinero cada mes para la banda en la que canta.

— Fracasado —masculló Chaeyoung abandonando la cama.

—¿Por qué lo dices?

— Por favor, el tipo ya es algo adulto para eso. No es algo que nos interese, Mina —la rubia asintió y alzó las frazadas, acomodándose finalmente dentro de la cama— Los niños dicen que el hijo de Mark va a otro salón, que es más pequeño que ellos —se lamentó la castaña, quitándose su camisa y girando cuando Mina vagó su vista desde sus pechos a su abdomen— Eso solo complicará las cosas.

— Creí que tenía la edad de Olivia.

— Pues parece que el archivo que se nos dio de ella tiene algunas modificaciones. El niño tiene 7.

— Pero ya lo han conocido ¿cierto?

— No lo sé —murmuró regresando y retomando su lugar. Chaeyoung apretó los labios avergonzada, la mirada de Mina no salía aún de ella por lo que, decidida, intentó apartarla.

Desajustó el cinturón y abrió su pantalón antes de arrojarse a la cama, de espalda al colchón y dejando algo más para que la morena continuara observando.

Alzó la vista y notó que Mina terminaba de recorrerla con la mirada. Se mordió el labio y finalmente volteó, tapándose y susurrándole un saludo de buenas noches.

Ella sonrió de medio lado y la saludó con una caricia solo para escucharla protestar.

Regla número 8 de su trabajo: Nunca le cedas el control a nadie.

6:45 y Chaeyoung echó su cabeza hacia atrás, cansada y molesta por la situación de tan solo su segunda mañana en esa casa: Mina aún no había salido de la cama y los niños estaban sentados en las suyas, balanceándose y abriendo los ojos con violencia cuando parecían volver a dormirse

En el segundo piso, al final del pasillo, del lado izquierdo Olivia ocupaba la habitación más grande y en ese momento Chaeyoung la vió caer de costado a la cama, abrazando su almohada y volviendo a dormir.

Beom-gyu, en cambio, en el lado derecho, tenía su uniforme escolar ya puesto pero solo una media y el zapato en la que no la utilizaba.

La castaña golpeó ambas puertas y los llamó en un grito que solo les hizo dar un brinco pero volvieron a cerrar sus ojos.

Llegó hasta la habitación que compartía con la rubia y tomó la punta de las frazadas, quitándolas con enojo y gritando su nombre para que despertara.

— Mina... ¡Mina, despierta! —sacudió su pierna y rodeó la cama luego al verla en las mismas condiciones— ¡Mina! —

— ¿Qué? —preguntó la rubia con la voz somnolienta y cubriéndose con la almohada su cabeza.

— Levántate ¡Ahora! Te quiero en la cocina en menos de diez minutos. Arriba ya ¡levántate!

Eran las 7 en punto cuando Chaeyoung reunió a todos en la mesa. Los tres tenían su mano bajo su mentón y se sostenían, intentando no volver a dormirse. Ella rascó su cuello con enfado y le tendió a los niños una barra de cereal a cada uno.

— Esto es asqueroso —se quejó Beom-gyu al probarla y notar el sabor amargo de la misma.

— Pues si se hubiesen levantado temprano, estarían comiendo algo más —masculló ella, tomando su taza de café caliente desde hace unos minutos atrás— ¿No habíamos quedado en que te levantarías a las 6, Mina? —

— Ajá, si. Lo olvidé, lo siento —murmuró la rubia, poniéndose de pie y buscando algo en la heladera— Niños ¿quieren leche?

— Se les hace tarde —cortó, Chaeyoung gritó con euforia y les retiró las barra de cereal— Vayan por sus mochilas, el transporte no tarda en llegar.

— Pero... —balbuceó Olivia.

— Nada de peros. Vas por tu mochila y esperas el transporte. Ahora —Chaeyoung notó la mirada molesta del niño y lo observó negar con su cabeza. Ella alzó las cejas ¿cómo se atrevían a juzgarla? Era ella la única que estaba haciendo las cosas bien desde que llegaron y hasta el momento. Por eso odiaba trabajar acompañada. Estúpido Namjoon, pensó, él lo sabía y la rodeó de tres que solo estaban torturando su existencia a cada rato.

El claxon del bus sonó y los niños solo se despidieron de Mina. Ella los vió hasta que desaparecieron de su vista y luego llamó a la rubia, que pretendía abandonar la cocina con una botella de leche sin abrir.

— Ven, Mina, siéntate aquí. Necesito hablar contigo —su voz fue contundente y su dedo señalando la mesa, el lugar frente a ella, también. La rubia regresó arrastrando sus pasos y finalmente continuó cuando ocupó la silla— ¿Qué es eso de qué los niños te hayan saludado solo a ti? —Mina alzó los hombros.

— No lo sé, se lo preguntas a ellos luego.

— Escucha —comenzó Chaeyoung, inclinándose sobre la mesa hasta aproximarse a ella— terminemos con esto ya ¿te parece?

— ¿Con qué?

— Con esto de que tenga que estar dándote ordenes a cada minuto. Creí que eras profesional pero no estás llenando mis expectativas.

— ¿Disculpa? —preguntó Mina entre dientes y soltando la botella a un lado— Sé que tienes un historial de mi empleo y no sé si sabes leer pero por algún lado dice que mi promedio cada año supera la línea de 8. Uno de los mejores. Soy lo suficientemente profesional para este trabajo o cualquier otro.

— No lo dudo, pero no estás demostrándolo. Tenemos 31 años ¿podemos dejar ya nuestros roces y actuar de acuerdo a nuestro edad?

— ¡Es que tú estás todo el maldito tiempo ordenándonos todo lo que tenemos que hacer! —se defendió Mina, abriendo sus brazos y Chaeyoung se mordió el labio, intentando no interrumpirla o comenzar otra discusión— No sé cómo te manejabas o pretendes hacerlo ahora pero no soy como tú y no lo seré. Nunca, escúchame bien, nunca tuvieron que repetirme a cada rato lo que debía hacer o no. Pareces una niñita caprichosa que solo quiere tener todo bajo su control.

— No te daría órdenes si supieras cumplirlas desde el principio —aseguró con total calma y se arrepintió al instante. Mina se puso de pie y guardó la leche sin mirar a dónde, arrojándola al fondo de la heladera y cerrando con un fuerte golpe.

— La cuestión es fácil para ti. Saliste temprano a la mañana y volviste al mediodía solo por unos miserables minutos. Y volviste a irte hasta la noche ¡Así todo sería fácil para mi también!

— Tengo una oficina que atender —le recordó, abandonando completamente ya su taza de café y caminando al living.

— ¿Entonces qué? —la siguió Mina— ¿Nos pagan a las dos y tú solo te dedicas a resolver tus cosas personales? Ocupas tu horario de trabajo en cosas ajenas a él. Pues por supuesto que si las cosas fueran al revés también viviría dándote órdenes —terminó Mina con la voz quebrada y Chaeyoung estiró su brazo, intentando detenerla cuando corrió escaleras arriba— ¡Atiende tú! —le gritó al oír el timbre y cerrar la puerta de su habitación con enfado.

Chaeyoung rodó los ojos y se balanceó hacia adelante, caminando a la puerta.

Abrió y fingió su mejor sonrisa al descubrir a una joven del otro lado. Chaeyoung la estudió sin necesidad de recorrerla: era alta y su cuerpo atlético se escondía bajo un equipo deportivo.

Ella se presentó luego de estrechar sus manos como Somi y pidió ver a Mina. Chaeyoung alzó una ceja ¿de dónde conocía esta chica a Mina?

En seguida la llamo le dijo dándole una última mirada luego de que ella terminara su discurso de bienvenida. Apenas la escuchó y caminó con rapidez a su cuarto, no recordaba que algún compañero de Mina trabajara de manera encubierta con ellas que no comprendió quién era por lo o que quería esa muchacha allí con la morena. Tomó el picaporte de su cuarto y abrió recibiendo una remera al instante en su cara— ¿Pero qué haces?

— Estaba cambiándome ¿cómo se te ocurre entrar sin golpear?

— Shhh, baja la voz que abajo te esperan  ―le dijo adentrándose y cerrando tras ella. Mina llevaba nuevamente aquel short deportivo verde pero esta vez solo un top color negro. Se acercó a ella y le susurró que se pusiera algo más.

— Claro que no ¿por qué haría eso?

— Porque si me amas tanto como ellos creen no puedes salir así, se supone que yo no te lo permitiría. Ey —la retuvo de su brazo cuando la rubia pasó a su lado— ¿Quién ese esa Somi? —preguntó por lo bajo y Sana rodó los ojos.

— La hija del dueño del banco que te dije anoche —le recordó Mina, rebotando contra el pecho de Chaeyoung cuando la regresó contra ella. Su mirada se clavó directo en su boca, entreabierta y luego en su lengua, asomándose para humedecer sus labios. La vió moverse y tuvo que parpadear varias veces antes de levantar su vista y mirarla a los ojos, intentando escucharla.

— ¿Estás de acuerdo? —le preguntó Chaeyoung con esa rudeza que la caracteriza y ella asintió levemente. Aunque no sabía con qué.

— Lo siento —susurró finalmente y el agarre de la castaña se suavizó— No te oí ¿puedes repetirlo? —La vió sonreír con descaro y superioridad pero esta vez no le reclamó. El café junto al aliento de Chaeyoung llegaba a su boca en un embriagador sabor.

— ¿Que si hacemos las pases? Intentemos llevar esto de la mejor manera posible. Pero necesito tu ayuda también. Te necesito y tú a mi. No te gritaré pero haz bien tu trabajo.... ¿estás de acuerdo? —asintió levemente convencida esta vez y Chaeyoung se inclinó para besarle la mejilla. Sabía que lo había hecho sin pensar, lo notó en la rapidez que retiró su rostro y en los nervios luego al acariciar tras su cuello y hablar— Bueno....te esperan abajo.

— Si, si...regreso luego.

— Claro....yo...también iré a la oficina. Mi jefe abrió una aquí especialmente para mi. Bueno —le dijo antes de aclararse la garganta y pasar a su lado— Me voy. Suerte en tu clase de gimnasio.

— Si, gracias....igual a ti en la oficina —Chaeyoung asintió una última vez y salió de la habitación.

Mina se pasó una mano por el cabello y caminó hacia la puerta. Se detuvo bajo ella y se observó a si misma. Regresó sobre sus pasos y busco entre los cajones una remera.

La tomó y la estudió con rapidez. Pero terminó colocándosela y así evitar salir con aquel top negro. Cerró el cajón y volvió a la puerta cuando su celular comenzó a sonar en la mesa de luz.

Le gritó a Somi que enseguida bajaba y caminó hacia el aparato rápidamente.

— Ey, Mina, necesito verte. Te extraño.

Un mensaje de Jimin fue suficiente para apagar el móvil y guardarlo con violencia nuevamente.

Últimamente, ambos estaban necesitando cosas distintas.

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