Capítulo II: Desde las tres serás mi esposa
Regla número 12 de su trabajo: jamás dejes de sonreír.
"La sonrisa es lo primero que un nuevo cliente compra y lo único que no podemos dejar de vender" eso le había dicho Namjoon cuando su primer trabajo fracasó y había dado por hecho que no estaba lista para ese negocio.
Sin embargo aprendió, memorizó y practicó cada regla hasta convertirse en quién es ahora. Chaeyoung sabía que debía mantener un orden y no alterarlo, o de lo contrario todo se iba abajo y el dinero desaparecía en un segundo.
Por lo tanto eso era lo que llevaba haciendo los últimos quince minutos: sonreír.
— ¡El cuarto más grande será mío!
— ¡No!
— Eres niño ¿para qué quieres un cuarto grande?.
— Porque necesito más espacio. Tengo demasiados aparatos y pienso comprarme más. Además soy mayor que tú, así que cállate y obedece.
— Llegas tarde ―le reprocho al notar el cuerpo femenino que se escondía bajo un traje alpinestar color negro. La chica soltó el manubrio, quitó su casco y Chaeyoung no pudo despegar sus ojos del movimiento que su cabello bailó contra el viento. Sus miradas se encontraron, la chica abandonó la motocicleta y avanzó de lleno hasta ella; le rodeó el cuello, tiró de su nuca y atrapó su boca con la suya en un beso que se llevó todo su oxígeno.
No podía apartarse, sus ojos seguían abiertos y la boca de su compañera continuaba moviéndose. Chaeyoung sintió un pinchazo en su estómago. Y más abajo. Mucho más abajo.
La chica abrió sus ojos y volvieron a mirarse. Ella vagó su vista y estudió su rostro, le pareció hermosa y sensual por igual. Colocó una mano en su abdomen e intentó separarla, pero la muchacha se pegó a ella y se separó apenas para susurrarle algo.
— Están viéndonos. Has esto bien y bésame —rodeó de inmediato su cintura y la golpeó contra ella, besándola con más vigor y disfrutando de su boca por primera vez. La chica pasó su otro brazo tras su cuello y tiró hacia abajo, respondiéndole con algo de posesión como si de un matrimonio duradero se tratara.
Chaeyoung abrió su boca y la chica empujó su lengua, rozándolas y haciendo que sus pantalones comenzaran a apretarle. Allí abajo le dolía y la separación brusca y con un sonido, hizo que solo aumentara.
— Te extrañé, cariño —escuchó Chaeyoung con algo de gimoteo y juego que no podía dejar escapar. Se inclinó nuevamente a su compañera pero alguien más habló y tuvo que detenerse, bajo la mirada confusa de la chica
— Ey, lindas. Bienvenidas —esta vez un muchacho llegó hasta ambas, estirando su brazo en un saludo al que ella tardó en responder. Su cabeza aún giraba y el aire a sus pulmones no llegaba. Sintió un par de brazos pasar bajo los suyos y rodear su cadera y nuevamente todo parecía pesarle.
Sí, sonreía. Por fuera. Por dentro solo quería estirar sus brazos, sujetar a esos dos niños que no dejaban de discutir desde que llegaron y zarandearlos hasta que se calmaran ¿Pero que clase de profesionales eran esas criaturas que no lo demostraban?
Estaban algunos vecinos observándolos. Ellos estaban en la vereda, con un camión de mudanza y llevaban bajando cajas desde hace una hora. Por lo que tuvo que contenerse y solo mirarlos de mala manera.
Una pelota dio en su cara y fue suficiente para llegar a Beom-gyu. Se la arrebató con violencia y estiró su brazo dispuesta a lanzarla lejos. Muy lejos. Pero una luz milagrosamente la iluminó y recordó las cosas que podía hacer y las que no. Sobre todo en público.
Fingió su mejor sonrisa, se inclinó hasta él y se la devolvió luego de susurrarle algo:
— Quédense quietos o esta noche los ataré a sus camas. Con una mordaza —sacudió su cabello y regresó contra el camión. Aún faltaba un miembro de su equipo y si no llegaba en menos de cinco minutos, iba a despedirla. Se pasó una mano en su frente y quitó el sudor; si, definitivamente iba a despedirla.
Subió al camión por una de las cajas que yacía en el fondo y la tomó al leer su nombre, aunque no fuera su letra ni la reconociera en el momento. Iba a abrirla allí mismo cuando escuchó el sonido de un motor acercarse. Volteó, se abrazó a la caja y regresó sobre sus pasos.
Escuchaba los suspiros de admiración de los niños y las palabras de Beom-gyu por montar la motocicleta que se acercaba a ellos a medida que retomaba la salida.
Abandonó el camión con la caja dentro y de un saltó volvió a la vereda. El motor se apagó frente a sus ojos pero quien la manejaba se mantuvo en su lugar. Chaeyoung se acercó, rodeó el vehículo y regresó a su lugar.
— Muchas gracias. Soy Myoui Mina de Son. Y ella es mi esposa Chaeyoung — no sonaba para nada ficticio aquel nombre de casadas y a Chaeyoung le agradó. Le agradó sobremanera― Y ellos son nuestros hijos, Beom-gyu y Olivia. Saluden niños.
— Hola, señor.
— Que dulzura, nosotros aún no estamos listos para eso ¡oh! pero lo deseamos. Soy JiSung y él es MinHo, mi esposo. Desde hace siete meses —se presentó el chico y Chaeyoung lo observó lo que su vista borrosa le permitió. Algo aún la aturdía y tal vez era el perfume que Mina desprendía directo a su nariz— Es una casa grande ¿acaso vienen a agrandar la familia?
— No lo sabemos aún ―respondió Mina luego de unos segundos de silencio, esperando porque Momo soltara palabra— ¿Viven al frente?
— Justo al cruzar la calle. Lo que necesiten simplemente toquen el timbre y nos lo dicen —aseguró JiSung.
— Claro, gracias. Oh y perdón por...el beso que tuvieron que ver —se disculpó Mina señalándolas y Chaeyoung parpadeó varias veces, regresando finalmente a sus ideas— Es que llevábamos unos días sin vernos. La extrañaba.
— No se preocupen, es totalmente entendible. Bueno, las dejamos, que sigan con la mudanza. Ya saben, estamos al frente. Hasta luego linduras.
— Hasta luego —se despidió Mina con los ojos en la pareja y respirando con tranquilidad cuando la puerta se cerró con ellos dentro. Mina se soltó de inmediato y chasqueó los dedos, formando un círculo solo con ellos cuatros cerca de la puerta de entrada— Bien, visto y considerando que ya nos sabemos nuestros nombres, solo les voy a decir algo... cuiden mi motocicleta. No la vean, no la toquen y ni piensen en respirar cerca de ella ¿entendido?
— Está súper ¿qué modelo es? —preguntó Beom-gyu.
— Una triumph thruxton 900, es una reliquia. La tocan y les ato las manos — murmuró la rubia.
— A ver, a ver ¿y en qué se supone que vas a llevarnos al colegio? —preguntó Olivia cruzada de brazos y explotando un globo de su chicle.
— Hay un autobús para eso, niña. O caminarán, yo que sé. No es mi problema ¿no tienes un auto?
— Tengo 9 años.
— Mal por ti. Entonces los llevará ella —dijo Mina señalando a Chaeyoung— ¿Estás escuchándonos? —insistió al ver la mirada perdida de la castaña y pasando su mano frente a sus ojos— Ey.
— Si, si, los escucho. Y no, tampoco subirán a mi Cadillac.
— ¿Pero qué clase de madres son ustedes? —reclamaron ambos niños.
— Ninguna —respondió Mina—no comiencen a hostigar apenas empieza esto. Bien—continuó irguiéndose y observando su reloj de muñeca en 5...4...3...2...a partir de ahora, son mis hijos —se burló la rubia al ver que eran las tres en punto― Y tú, mi esposa —terminó fingiéndole una sonrisa a Chaeyoung. La castaña asintió lentamente, pasó una mano en su cabello y lo acomodó antes de caminar hacia ella.
— Mi jefe es tu jefe, por lo tanto yo soy tu jefe ahora. Asique tus ordenes te las guardas y empiezas a obedecer las mías ¿estás entendiéndome?
— Jamás trabajé bajo ordenes —replicó Mina.
— No me interesa, aquí lo harás. Tú eres mi esposa, no al revés.
— Si eso te hace feliz —masculló Mina buscando su casco y acomodándolo bajo uno de sus brazos— pero no cambiaré pañales terminó caminando hacia el interior de la casa.
— Ninguno de nosotros usa pañales —le recordó Beom-gyu antes de correr escaleras arriba al notar que Olivia se adelantó para elegir habitación.
— Pues mejor. No seré niñera, no cocinaré y mucho menos los ayudaré con la tarea de sus clases —dijo la rubia rumbo a la cocina.
— ¿Disculpa? —se coló Chaeyoung cerrando con un portazo y caminando hacia ella— querrás decir. que harás eso y todo lo que te ordene.
— No —aseguró Mina abriendo la heladera y tomando una lata de gaseosa— no me gustan los niños y esos dos mucho menos.
— Trabajas cada año con niños —le recordó Chaeyoung. Había leído el historial de Mina la noche anterior y la chica se dedicaba siempre a lo mismo: parejas falsas e hijos iguales.
— Exacto pero no los cuido. Además ellos saben lo que tienen que hacer.
—Me da igual que lo sepan o no. Tú estás contratada para ser mi esposa, la que limpia la casa, la que le da cariño a sus hijos y la que calienta mi cama cada noche. No hay discusión.
— Todo eso se puede solucionar —replicó Mina— Contrataremos una empleada doméstica, una niñera y lo de calentar tu cama...tal vez. Sabes besar, tienes un punto.
— ¿Qué? —preguntó Chaeyoung sonrojada.
— Bueno, medio punto. Al principio ni movías la boca, parecía que te habías muerto de pie o algo así.
— Suficiente —la calló Chaeyoung y Mina alzó los hombros antes de beber el primer sorbo; una gota de sudor caía por su cuello y la castaña se lamió los labios. Si la chica se veía fabulosa bajo ese traje, debía tener un cuerpo perfecto sin el. Sacudió la cabeza, rodeó la barra donde ella bebía y le arrebató la gaseosa—Tienes un contrato firmado, dejaré pasar el hecho de que llegaste tarde a tu primer día. La pregunta es, entonces ¿quieres seguir con esto? O me busco otra esposa.
— Oye, tranquilízate, seré la esposa perfecta. No tienes que gruñirme a cada rato.
— Eso espero —ordenó devolviéndole la bebida y caminando al living— termina de desempacar. Eso te ganas por no llegar a horario —terminó subiendo las escaleras y escuchando los quejidos de la rubia mientras regresaba a la vereda―Y ese traje no combina con tu motocicleta Quítatelo.
— Bien, pondremos algunos puntos antes de comenzar oficialmente mañana —dijo Chaeyoung, entrelazando sus manos y acomodándolas sobre la mesa. Era la hora de la cena y al día siguiente la familia Son era un hecho— Irán al colegio en autobús. A las 7:15 pasará por ambos y ya tendrán que estar listos.
— ¿7;15? —gritó Olivia y Chaeyoung le dio una mirada amenazante.
— Si. Mina los despertará y les hará el desayuno.
— Oh, no, no, detente ahí. Estás equivocada —la interrumpió Mina― No salgo de mi cama hasta el mediodía y mucho menos sé que es un desayuno. A veces tomo la leche del envase directamente. No. No haré eso.
— No te lo estoy preguntando —murmuró Chaeyoung entre dientes— mi despertador sonará a las 6:00 y tú te levantarás con nosotros.
— Estás loca ―continuó la rubia— ¿A las seis de la mañana? ¿Pero quién carajo se levanta a esa hora?
— Todo el mundo —respondió Olivia mirando sus uñas al menos todos mis padres lo han hecho.
— ¿Lo ves? —se burló Chaeyoung señalando a la niña― bien, y tengo entendido que el horario de salida es a las dos y el mismo bus los regresará ¿tienen alguna duda? —ambos niños negaron con la cabeza— Su uniforme llegará a la medianoche y yo misma se los dejaré en sus cuartos. No quiero llamados de ninguna profesora mucho menos de la directora. No vamos a pisar su colegio, nunca ¿entienden lo que digo?
— ¿No se supone que tendría que ser al revés? —preguntó Olivia― Todos mis anteriores padres iban al menos una vez al mes, necesitan interactuar con los demás padres y darse a conocer ¿Están segura que han hecho esto antes?
— Oh, niñita, muy segura ―respondió Mina, estirándose sobre la mesa para tomar una porción de pizza― y jamás un niño fue tan molesto como tú.
— No puedes comer aún —dijo Beom-gyu, con la mirada de reproche sobre Mina y dejándola con la porción cerca de su boca.
— ¿Y por qué no? Muero de hambre — murmuró la rubia.
— No hemos dado las gracias. No puedes comer antes —Mina volteó a ver a Chaeyoung, en la punta de la mesa y la castaña alzó los hombros.
— Está bien —continuó Mina— pero las das tú —el niño asintió y juntó sus manos, cerrando los ojos antes de comenzar.
— Señor Dios, bendice los alimentos de esta mesa que será lugar de intercambio de amor y afecto humano. Haz que no les falte a los demás y nunca a nosotros. Amén —terminó Beom-gyu abriendo nuevamente sus ojos y tomando una porción de pizza, devorándola frente a las miradas incrédulas de Chaeyoung y Mina.
— Oye, niño ¿siempre harás eso? — preguntó la rubia, ganándose una patada bajo la mesa de parte de Chaeyoung— Auch.
— ¿No tenías hambre? —ironizó la castaña— Pues come.
— ¿Y qué haremos nosotras mientras ellos estén en la escuela? —preguntó Mina.
— Tengo una oficina la cual atender —dijo Chaeyoung— Papeles, firmas, empleos ¿tú qué haces cada día?
— Pues...esto —murmuró la rubia señalándose a si misma— me pagan por tomarme de la mano con alguien que no es mi pareja realmente, que la gente lo note y sobresalir del resto. Inclusive una vez me contrató una productora televisiva. Tenía que salir a caminar tomada de la mano con el protagonista de una de sus series y otros paparazis también contratados nos fotografiaban.
— ¿Y eso por qué? —preguntó Chaeyoung con mala cara.
— Pues porque el tipo era gay y su carrera apenas comenzaba. No podía hundirla ventilando su preferencia sexual —respondió Mina masticando un bocado y Chaeyoung sacudió las manos, restándole importancia a su historia y continuando con sus ordenes.
— Pero eres empleada de Soon-young ¿no trabajas en su edificio?
— Claro que no, ninguno lo hace ¿Puedes buscarme algo en tu trabajo?
— De ninguna manera ―aseguró Chaeyoung— tú te quedas en tu lugar y yo me quedo en el mío.
— Pero tú tienes lugar, yo no —replicó la rubia.
— ¿Qué no lo tienes? ¡Por favor! —masculló Chaeyoung, tomando sus cubiertos y siendo la única en usarlos para cortar la pizza— ¿Crees que la ropa se lavará sola? ¿O tendremos un jardinero? No, no. Cortarás el césped, plancharás, cocinarás y limpiarás los cuartos.
— No —aseguró Mina.
— Es eso o te quedas sin trabajo —dijo Chaeyoung.
— Por favor, ya fuimos presentadas como esposas ¿qué les dirás a los vecinitos de en frente, mi amor? —jugó la rubia con una sonrisa sarcástica y Chaeyoung se mordió el labio. Tenía razón, ya estaba dentro de ese empleo y debía continuarlo. Incluso si eso consistiera en discutir todo el tiempo con Mina.
— Está bien, tienes razón —aceptó y Mina sonrió victoriosa— Pero no te quedarás aquí de holgazana. Haz cada día un poco de todo lo que te dije.
— ¡Ay, por favor! ¿Es que serás así todo el tiempo? Pareces una anciana de 80 años. Haz esto, haz lo otro, no hagas esto, no hagas lo otro.
— Soy tu jefa ―le recordó Chaeyoung— si quieres tu sueldo completo cada mes, harás lo que te ordene ¿Me estás entendiendo? —preguntó entre dientes y Mina la observó con enojo, cruzándose de brazos y negando con la cabeza.
— Si, imposible no entenderte.
— Que bien —fingió Chaeyoung una sonrisa, tomando su primer bocado bajo la mirada de los demás— Ustedes cuando acaben su cena vayan a dormir —les dijo a los niños que no dudaron en levantarse y perderse escaleras arriba.
— ¿Cuál será mi cuarto? —preguntó Mina luego de un largo silencio— ¿O al menos ya elegiste el tuyo?
— ¿Tu cuarto? —preguntó Chaeyoung con algo de ironía y burla mientras limpiaba con una servilleta la comisura de sus labios— Disculpa ¿querías un cuarto para ti sola?
— Es lo que siempre tengo —respondió la rubia con obviedad— Además la casa es grande.
— Error. Hay cuatro habitaciones arriba. Uno para cada infante, el baño principal y el cuarto matrimonial.
— Espera ¿vamos a compartir cuarto?
— Pues si ¿o tú tienes dinero para alquilar una casa más grande?
— Esto no va así, Chaeyoung ¡No me advirtieron de esto! —gritó Mina, molesta y poniéndose de pie— Quiero mi espacio, mi lugar. Mi cuarto. Además ¿qué es eso de baño principal arriba? ¿Qué clase de casa es esta? ¡Nadie tiene un su baño principal en el segundo piso!
— Pues si quieres duermes en el sillón. A mi no me molestará —dijo Chaeyoung sirviéndose otra porción de pizza y sonriéndole con burla. La rubia le dio un golpe a su silla y giró sobre sus talones, caminando hacia el living pero deteniéndose frente al llamado de Chaeyoung.
— ¿Y ahora qué? —le preguntó sin voltear pero con notable molestia.
— Desde las tres que estás trabajando para mí. Haz algo útil y comienza por lo primero. Ve calentando nuestra cama — Mina la ignoró y llegó hasta las escaleras, subiéndolas entre resoplidos y haciendo reír a la castaña— ¡Oh y el lado derecho es mío!.
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